7. Espalda- Big Boy
Desde el día en el salón, se dió una clase de pandemia de resfriados, tal y como lo predijo Draco. La mitad del colegio de encontraba en cama, por lo cual se suspendieron las clases hasta nuevo aviso.
Madam Pomfrey estaba al colapso de la enfermería, tanto así que varios estudiantes con conocimientos medimagos ayudaron a la bruja.
El príncipe de las serpientes muy, MUY en el fondo estaba preocupado por el cara rajada con abdomen de lavadero.
De manera, para nada, disimulada, rondaba alrededor del retrato de la dama Gorda.
—¿Malfoy? ¿Qué haces?
—Nada que te importe, sangre sucia.
Hermione hizo aparición, ya que había salido por remedio para Ron, quien fue el inicio de la pandemia.
La chica le restó importancia a la despectiva palabra para su persona y solamente lo inspeccionó con la mirada.
No tardó mucho en darse cuenta de lo que pasaba.
—¿Estás aquí por Harry, no?
Se tensó en su lugar, ¿Era obvio? ¿O simplemente ella era muy perspicaz?
—¿Porqué debería estar aquí por ese cara rajada? ¿Los pelos de gato te fundieron el cerebro?
—Mi cerebro funciona más que bien, Malfoy. Casi tan rápido como tu tonto corazón, que babea cada que ve a Harry, ¿O me equivoco?
Que rata más astuta.
Al verse atrapado, se limitó a chasquear la lengua y mandarle una mirada asesina. Granger sonrió, Pansy Parkinson le debía 10 galeones ahora.
—Ven, pasa tarado.—Dijo moviendo su mano a modo de restarle importancia al asunto.
—¿Cómo me llamaste?
—Caldo de pepino.
Dijo la contraseña la Gryffindor, la señora gorda les cedió el paso y solamente se digno a ver de reojo al Slytherin, más no dijo nada.
El rubio siguió a la femenina, quien lo guiaba por esa pocilga roja y dorada, ugh, esos colores le lastimaban la vista. Aún con las ganas de vomitar en la garganta, se permitió apreciar lo poco atractivo que poseía, una sala común acogedora y hasta el caño de adornos de leones.
—Este lugar es un cochinero, pero uno acogedor, supongo.
—¿Gracias?
Hermione le hubiera propinado otro golpe igual como el que le dio en tercer año, pero se abstuvo. Pasar tiempo con la azabache serpiente le hicieron empezar a tolerar de una mejor manera a los de su casa.
—Como sea, debo ir a ver a Ron. Haz algo útil y encárgate de Harry. —Le dijo extendiéndole un botecito de algo extraño, quizá era muggle. Lo vio con una mezcla de desagrado y confusión.
—¿Y esto, que se supone que haga con esta cosa?
Hermione rodó los ojos con fastidio. Sinceramente estaba empezando a colmarle la paciencia.
—Eso es Vick VapoRub. Y si, es un objeto no mágico o muggle, como se te de la gana llamarlo. Pero créeme que hace maravillas. Tienes que aplicárselo en el área donde Harry sienta más molestia y ya.
Examinó el inusual frasco, parecía moco de ogro. Y tenía un olor peculiar a menta y al acercarlo de inmediato le ardieron los ojos.
—¡Agh! ¡Mierda, eso arde!
—...¿Draco?...
preguntó una voz que sonaba peor que congestionada, pudo escuchar incluso el asqueroso sonido característico de cuando sorben mocos. Asqueado, entró. Sinceramente no le gustaba para nada tratar con un enfermo nefasto.
—Al parecer el resfriado no te llegó al cerebro.
Harry quiso reír ante eso de no se porque un estornudo se lo impidió. Inlcuo sintió que un moco le salió de la nariz. Y ese moco le cayó justo en la mano a Draco quien cambió su semblante a uno alarmado.
—¡QUE PUTO ASCO! ¡MALDITO SEAS POTTER! ¡AH!
Gritó furioso mientras sacudía frenéticamente la mano, decidiendo por limpiarse en la camisa de Harry, total, era suya la asquerosa flema.
—Eres un cerdo.
—Y tú un exagerado.
Malfoy rodó los ojos. Entre el Harry sano y el enfermo, prefería mil veces estar en Azkaban.
—Bien, Harry idiota escupe mocos infecciosos Potter. La sangre suc...—Viendo la mirada del Salvador se mordió la lengua y se corrigió.— Granger, me dijo que tengo que ponerte esto. Así que escupe, ¿Donde le duele a la princesa?
—Mmh... La espalda creo, siento que me vibran los pulmones.
Draco contuvo una risa mordiendo el interior de su mejilla. Destapó el frasco y se untó los dedos temblorosos, fingiendo que no le afectaba en lo más mínimo ver al chico de lentes quitarse su playera, dejando ver de nueva cuenta su abdomen, pecho y Dios... esa espalda. Musculosa y ancha, se vería tan bien con un par de arañazos.
Se mordió el labio inferior ante el pensamiento.
—¿Vas a aplicarme la crema o seguirás devorándome como a un pastel?
Preguntó malicioso y burlón el más alto, ensanchando su sonrisa al ver el enrojecimiento inevitable del rubio. Le dio un golpe en la cabeza y procedió a indicarle que se colocase boca abajo. Mientras intentaba controlar su desenfrenado corazón.
—Eso está frío.
—No seas quejoso, Potter. Mira que suficiente estoy haciendo con estar aquí.
—Habló el señor de los quejosos.
Draco se abstuvo de patearle el culo y solo siguió pasando sus manos con el gel por toda el área de la espalda, se permitió deleitarse con el roce de su mano contra la tibia piel con algunas cicatrices. Morena y suave, sentía su rostro caliente pero siguió en lo suyo.
—Mmh...
Emitió un ligero gemidito de alivio al sentir el frío contrarrestando su alta temperatura. La mente de Draco colapsó, le temblaron las piernas y en un tono titubeante dijo:
—O-Oye, no hagas eso. Fácilmente alguien podría malinterpretarlo.
—Eres el único que lo malinterpretó ahora, Malfoy.
Sin saber si era posible pero sintió su rostro aún más rojo.
—Imbécil.
—Creo que me duele el pecho, ¿Quieres ayudarme, Malfoy?
Draco no era tonto, sabía las intensiones de ese hombre. Dudó sin saber porqué, una voz le decía "Sal de ahí, déjalo con sus cosas raras" y la otra, bueno, simplemente no podía ni pensar en lo que la otra le decía. Muy bochornoso. Antes de poder procesar sus pensamientos ya se encontraba siendo tomado de la mano por Harry y la guiaba hacía su pecho.
Tocó la suavidad de su piel y la textura del vello corporal, contrario a sus pensamientos de escape, paseó su mano por todo el lugar para luego bajar al abdomen.
Harry sonrió ante la curiosidad mezclada con nerviosismo, sentía las manos pasear por su torso y temblar a la vez.
—¿Te gusta?— cuestionó en un tono de picardía, se acercó a su oreja y le susurró —Responde, Draco—
Sintió un escalofrío placentero por su cuerpo y suspiró. Se sintió extrañamente dócil de la nada y sin saber porqué.
—Me gusta...
Murmuró en un hilo de voz, las manos de Harry se posaron en su cintura haciéndolo dar un leve saltito en su lugar. Le había gustado la acción, más de lo que quería aceptar. Su sistema nervioso entró en pánico al ver como Potter cerraba de a poco la proximidad entre ellos.
—Solo un poco más... más...—
Pensó Malfoy mientras temblaba.
—¡Draco! ¿¡Estás aquí!?
De un salto tal cual como un gato, el rubio se catapultó de la cama, en la cual no había sido consiente que se había sentado hasta ahora. Su dorso tapó su boca y la otra mano arrugo la camisa, justo a la altura de su corazón alocado. Justo a tiempo, ya que Zabini asomó su cabeza.
—Draco, santo Merlín. Llevo rato buscándote.
—Ya veo.
Respondió aún alterado. Blaise achinó los ojos, enfocando a Draco, luego a Harry y viceversa. Algo no cuadraba aquí.
—Como sea, vámonos.
Se apresuró a decir Draco ignorando la mirada firme que estaba en su persona, de parte del niño que vivió. Arrastró a Blaise, quién empezaba hacerse ideas raras, y salieron de la casa Gryffindor.
—¿Que pasó, Harry?
Cuestionó Hermione viendo el estado de ensoñación de su amigo.
—No es nada, Herms. Solo tuve mucha suerte hoy.
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