XXXX «El despertar de Adara»
Exhaló de frustración. Con forme tecleaba en el holograma gigante de Stark, su mente divagaba en el sueño que había tenido ese mismo día.
Recordaba a un hombre blanco, rubio, de ojos azules. Llevaba una barba crecida y un particular bigote, también estaba vestido con una armadura. Recordaba verlo sonreírle y tomarle la mano con cariño.
Era un hombre muy guapo, demasiado incluso para ella. Pero recuerda verlo sonreír con su perfecta dentadura. Parecía un casanova.
Después estaba esa aura violeta que se desprendía de ella indicando el final de cada una de sus visiones/sueños.
De pronto, una ventanilla de aviso salió en la pantalla emitiendo un sonido que alarmó a la chica.
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|HAS CERRADO SESIÓN|
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Exhaló volviendo a la realidad.
—Bueno, es todo por mi parte —Dijo Ángela derrotada mirando el holograma en la página oficial del gobierno. Luego desvío la vista a Stark.
Había pasado una semana y ella había estado trabajando con Tony en una misión. Se trataba de hackear una cuenta de uno de los altos funcionarios corruptos. Fue algo difícil entrar y hacerse pasar por él después de hackearlo. La misión en sí era sencilla, ya que implicaba quedarse en la torre y estar tras una pantalla; trabajar en la tecnología de Tony en general, además J.A.R.V.I.S la guiaba en la mayoría de las cosas.
—Hiciste un buen trabajo, Angie —Contestó Stark. Estaba sentado enfrente de ella comiendo frutos secos.
—Gracias —Contestó con una sonrisa.
Estaba un poco incómoda pues los bancos del laboratorio no eran exactamente acogedores.
—Ángela —La voz de Jane Foster llamó la atención de ambos, miraron a la puerta y ahí estaba ella—. Venía a traerte un presente ya que, por la noche volaré a Londres y no podré estar mañana en tu cumpleaños.
Jane la miró con una sonrisa antes de entregarle una caja pequeña.
Ángela la miró con una enorme sonrisa y lo recibió con gusto.
—Jane... Muchas gracias —la abrazó—. No tenías porqué molestarte.
—No es nada, espero que te guste —Dijo emocionada.
Ángela debía admitir que también lo estaba.
Ella lo abrió y encontró un hermoso collar con un dije en forma de corazón en las que podía introducir dos fotos.
—Me encanta, muchas gracias —No dejaba de sonreir—. Es un... Muy lindo detalle de tu parte —Estaba bastante sorprendida y emocionada que no le salieron más palabras.
—No hay de qué, Angie —La abrazó otra vez—. Me tengo que ir, nos vemos. Adiós Stark —Se despidió dando una pequeña vista al ingeniero.
Jane caminó rápido a la puerta.
—¡Suerte en tu vuelo! —Gritó la chica y luego miró el collar con una sonrisa.
Pero en cuanto giró a Tony, su rostro se puso serio, disimulando la emoción y él, sonrió.
—Mañana es tu cumpleaños, ¿Segura que no quieres nada? Parece que te puso muy feliz ese regalo —Habló el ingeniero con una sonrisa.
—Un regalo pone feliz a cualquiera en un día inesperado —Contestó desactivando la inteligencia artificial de Tony—. Y estoy muy segura que no quiero nada de fiesta.
Bajó del banco tomando la cajita de regalo muy fuerte entre sus manos y caminó a la salida.
—Estaré en mi habitación por si surge cualquier cosa —Anunció mientas caminaba.
—Ve a contemplar tu regalito con tranquilidad —Contestó Tony con una sonrisa, mirando a la dirección a la que ella iba—. Todo está bajo control.
Ella exhaló ignorandolo por completo; salió por la puerta directo a su habitación. Buscó su álbum de fotografías y recortó el rostro de Steve y el de ella misma para ponerlos en el collar.
Al terminar lo colgó en su cuello y sonrió. Miró la caja y pensó en guardarla pero cuando la movió se dió cuenta que había algo más.
Una nota.
De: Jane & Thor
Para: Ángela
¡Hola, Angie! Sé que odias éste tipo de cosas pero me es imposible no regalarte algo. Me iré por dos años a Londres y de verdad quisiera dejarte un pequeño regalo.
Espero hagas buen uso de él (;
Te quiere, Jane.
Lady Ángela, pensé en ti en cuanto ví el collar y Jane lo ha corroborado así que ahí está. Pienso en que podrías poner las fotografías de quienes más ames y extrañes (como tus padres) pero eso ya está en tí. Te espera un destino difícil, las fotografías que pongas ahí te darán fuerza, así que piensa muy bien quienes estarán.
En fin, guarda ésto muy bien, Angie. Y nunca olvides que te quiero mucho.
Thor.
Ángela leyó la nota una y otra vez. No lograba entender el mensaje que el dios del trueno quería darle. ¿A qué se refería con “destino difícil”?
No importaba, con la fotografía de Steve ella podría contra todo.
De pronto sintió de nuevo esa gran energía en ella que había empezado con las visiones, pero ahora era mucho más poderosa. La neblina violeta se hizo presente, poco a poco la envolvió. Se miró y tragó saliva. No era un sueño. Giró al espejo para contemplarse con aquellos toques violetas rodeándola. No comprendía lo que pasaba.
Se vió interrumpida por el sonido de su celular que le notificaba de un mensaje de Tony, necesitaba su ayuda en el laboratorio. La neblina se quitó como si huyera de ella. Suspiró, trató de calmarse. Guardó su collar por debajo de la blusa ya que la cadena le llegaba poco más abajo de las clavículas. Caminó a donde estaban esperándola.
Pero luego un mensaje nuevo apareció.
De: Tony 💅👑
Para: Angie🐰💜
Ya lo resolvimos, no vengas.
Entonces ella giró sobre sus talones y regresó rumbo a su habitación.
Pero la puerta entre abierta de Steve le llamó la atención.
Se acercó, no muy segura y justo cuando iba a tocar, Steve se dió cuenta que ella estaba ahí, así que abrió la puerta.
—Hola, Bloom —Saludó con una pequeña sonrisa.
Llevaba unos jeans, una camiseta de botones azul y un libro en su mano derecha.
—¿Estás releyendo el amor en los tiempos del cólera? —Preguntó ella, mirando el libro en su mano, reconociendo la pasta del mismo.
—Sí —Contestó Steve levantando el libro y mirándolo—. Me parece que es una hermosa historia y... Uhm... Es uno de mis libros favoritos —Terminó con una sonrisa.
Ella sonrió también. Era extraño que leyera en específico esa historia. Un amor que llevó cincuenta y un años, nueve meses y cuatro días en consumarse.
—¿Quieres entrar? —Preguntó él haciéndose a un lado para que ella entrara.
—Oh... Uhm... Sí, claro —Sonrió y entró, se sentó en la cama, él la siguió y se sentó frente a ella en un sillón individual—. Pensé que estabas en la reunión que convocó Fury con los demás.
—A mí no me llamaron —Se encogió de hombros y luego sonrió—. ¿Y tú? Creí que Tony te necesitaba en el laboratorio.
—Uhm... Resolvieron el problema y ya no tuve que ir, además hay luna nueva... No puedo hacer mucho.
—¿De qué hablas?
—Oh... Cada luna nueva pierdo mis poderes así que soy... —Se interrumpió, de sus labios iba a salir un “totalmente inútil” pero luego pensó en lo que Tony dijo en año nuevo cuando ella pronunció esas mismas palabras.
Steve sonrió al verla pensativa y se sentó junto a ella.
—Eres lista, linda y tus poderes no te definen, ¿Okay? —Dijo Steve con una sonrisa.
Ella lo miró y asintió estando seria.
—Gracias —Contestó, luego suspiró—. ¿Por qué lees ese libro en específico? —Preguntó queriendo cambiar de tema.
Steve suspiró.
—Bueno... Me es interesante como por distintas razones... Ellos no pudieron estar juntos, a pesar de sus esfuerzos, sino hasta el final —La miró.
Steve tenía ganas de decirle que mantenía la esperanza a que sucediera algo así con ellos dos. Pero no dijo nada, otra vez se sentía esclavo del silencio.
—Sí, es bastante interesante. Supongo que sí algo es para tí, lo será aunque te quites del camino, sin importar el tiempo, las circunstancias, ni el lugar... Cumplirás tu destino —Contestó con la mirada perdida.
Steve soltó una pequeña carcajada.
—¿Crees en el destino? —Preguntó con una sonrisa mientras la miraba.
—Sí, ¿Tú no? —Preguntó de vuelta, sosteniendole la mirada.
—Ya no sé —Murmuró por lo bajo.
Ángela quedó en silencio junto a él. Por un momento se sintió incómoda pero cuando volteó su vista a él y miró sus perfecto perfil griego, todo su mundo se vino abajo. Steve, sin que lo supiera, sabía cómo hacerla perder la razón. Bajó la vista a sus labios y no pudo evitar acercarse lentamente hasta besarlo.
Ella llevó una de sus manos al cuello de él, la otra a su cabello y él la tomó de la cintura. Ambos siguieron el beso con buen ritmo, hasta que ella quiso dar el siguiente paso. Entonces aumentó el ritmo y la intensidad de sus besos, bajó una de sus manos a la camiseta de Steve para desabotonarla, mientras ella lo empujaba a la cama para quedar sobre él.
Steve le tomó las manos para apartarlas. Ella intentó safarse y continuar, pero fue inútil, Steve la cortó de nuevo y ésta vez habló entre besos.
—Angie... ¿Qué... Qué haces? —Preguntó en un susurro.
Ella lo volvió a besar y luego murmuró muy cerca de sus labios.
—Sabes muy bien lo que estoy haciendo —Su voz era suave y su aliento rozaba los labios de Steve—. Sólo déjate llevar, Rogers
Dicho eso lo volvió a besar y sus manos otra vez fueron a la camiseta de él, ésta vez acabando el trabajo y quitándosela. Steve quería hacerle caso pero, simplemente no podía permitirlo.
—No, Angie —Habló entre besos y detuvo las manos de la chica, que ya estaban desabrochando el cinturón. Ella se detuvo, enderezó su espalda quedando aún arriba de él pero mirándolo confundida y desanimada—. No está bien, no estás lista... Eres sólo una niña.
La voz de Steve era serena y dulce, la miró tiernamente pero su rostro estaba inexpresivo.
Ella mordió su labio, mientras Steve aún la tenía por las muñecas.
—No soy una niña, mañana cumpliré diesiséis —Murmuró mirándolo—. Y... Estoy lista para ésto, confía en mí.
Su mirada desolada recaía en el capitán y por un momento osciló, “¿Lo hago o no lo hago?” —Pensó—.
Al cabo de unos breves segundos, Steve suspiró y sonrió.
—Confío en tí, pero no quiero hacerte daño... Es tu primera vez y... No quiero que sea así ni de ésta forma...
—Ya he tenido sexo —Ángela interrumpió al capitán.
Estaba mintiendo, sí era virgen aún pero era un intento desesperado porque Steve aceptara. Tenía un mal presentimiento, sentía que ya jamás volvería a ver a Steve y necesitaba eso... Necesitaba sentirlo cerca.
Él la miró entre sorprendido y confundido.
—¿Qué? —Preguntó Steve.
—Sí... Uhm... Fue cuando iba mucho a fiestas... Yo, uhm... Tuve sexo con... Johnny —Soltó el primer nombre que se le vino a la cabeza.
Steve no dijo nada, en cambio se quedó pensando en ello. Qué estupidez de su parte pensar que él sería el primero. Tanto se había esforzado en no sacar su instinto de tomarla, hacerla suya y darle la mejor noche de su vida.
—Y no te preocupes... —Prosiguió—. No me harás daño, ¿Sí? Vamos, no pasará nada —Angela se inclinó y dió pequeños besos por el pecho del capitán y fue subiendo al cuello.
Steve aún la tenía de las muñecas y no pensaba en soltarla, más bien en quitarla de encima... Pero, ¿A quién engañaba? Amaba los besos que Ángela le daba.
No, no podía... No importaba que la chica ya había tenido intimidad con alguien más, moralmente Steve no podía, simplemente no. Él era mucho mayor y ella sólo una jovencilla de casi diesiséis años.
—Perdón Ángela, pero no puedo hacerlo por una simple razón —La apartó de su cuello, ella lo miró consternada—. Yo ya no te amo —Dijo con firmeza, sin mirarla a los ojos—. Hacer lo que me pides ahora sería sólo una mentira para ambos. No quiero tenerme que sentir obligado.
—¿Qué? —Preguntó insólita.
—Ya me oíste, Ángela. Ahora sal de aquí, ¿Quieres? —Dijo soltándola de las muñecas, pero seguía sin mirarla y su tono de voz era grave y frío, quemaba como el hiel en el corazón de la chica.
Ella quiso replicar pero las palabras no salieron, ni si quiera pudo formular una frase. Más bien, los ojos se llenaron de agua. Su garganta se hizo nudo.
Se bajó de él y caminó furiosa a la salida. Se detuvo justo antes de cerrar la puerta tras de ella. Miró sobre su hombro.
—Eres un idiota, Steven —Murmuró con la voz quebrada y cerró la puerta.
Caminó a la terraza, no tenía muchas ganas de encerrarse en su cuarto, necesitaba pensar con un poco de aire fresco.
Miró la ciudad de Nueva York, sus altos edificios y su ambiente lúgubre con la gente viviendo rápidamente el día a día.
Exhaló y las lágrimas cayeron sobre sus mejillas.
Ella sabía que Steve había mentido. Él aún la amaba, ella lo sentía, su beso, su toque... Todo le indicaba que la amaba. Pero mintió diciendo que no.
Su alma pedía a gritos la de Ángela pero él lo negaba de una forma tan dura y cruel.
Soltó el llanto y tapó su cara con ambas manos, apoyó sus codos en el barandal, dejando caer todo su peso sobre ellos. Sentía que no podía sostenerse.
De pronto comenzaron a caer rayos y el cielo empezó a tronar. Ella no le tomó mucha importancia en primera instancia ya que sólo pensaba que hacía más dramático el momento.
Al alzar y quitar por completo su mano, se dió cuenta que algo estaba pasando. No sabía si era bueno o malo pero algo estaba sucediendo. El cielo estaba nublado y pequeños rayos pasaban de una nube a otra de distintos colores. Reinaba el dorado, blanco y azul.
Ni si quiera limpio las lágrimas, sólo observó atentamente el movimiento en el cielo.
—¡Ángela! —La voz de Natasha sonó a sus espaldas—. ¡Ángela!
—¡¿Qué?! —Gritó con molestia, sentía un extraño hipnosis que no la dejaba apartar la vista del cielo.
—Vamos a la planta alta —Romanoff la tomó de la mano y la llevó jaloneandola, al principio, luego Ángela cedió y la siguió.
Mientras subían en el elevador, la rubia se limpió las lágrimas y regularizó su respiración.
El elevador paró en el gimnasio y Ángela miró a Natasha.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Bloom.
—Sólo sígueme.
Caminaron un par de pasos, doblaron a la izquierda donde estaba el ring y encontró una extraña nube dorada que dejaba ver la imagen de un hombre de edad avanzada. Llevaba un parche en el ojo izquierdo y una reluciente armadura dorada.
Ángela se asustó. Estaba sorprendida y atemorizada.
Estaba Fury, Tony, Banner, Clint, Thor...
El hombre en la nube la miró y su cara inexpresiva no cambió en ningún instante.
—Adara, hija de Cronos —Comenzó el hombre. Ángela miró a los demás pero al percatarse que hablaba de ella guardó la compostura. La nube se esfumó y se dejó ver al hombre totalmente—. Déjame presentarme, soy Odín, padre de todo. Y me he tomado la molestia de venir para pedirte que te unas a mi ejército y combatan contra los ejércitos que ha hecho Loki, estamos desesperados y tú pareces ser nuestra última esperanza.
La voz de aquel anciano era bastante imponente pero serena, inclusive Ángela pudo percibir un poco de súplica, muy bien camuflajeada.
—Uhm... ¿Yo? —Preguntó confundida.
—Sí, tú. Ó, ¿Hay, acaso, otra mujer aquí que controle el tiempo? —Preguntó mirando a sus alrededores con sarcasmo.
—Sólo yo —Contestó desanimada—. ¿Por qué yo? —Preguntó curiosa.
—Porque estás a punto de despertar, Adara. Y yo estoy desesperado, Loki a invadido cinco de los nueve mundos, necesitamos tu ayuda —Habló con dureza—. Y tú, la nuestra.
Ángela se asustó y ni si quiera se percató de la llegada de Steve.
—¿Adara? ¿Despertar? —Preguntó confundida—. No entiendo nada.
Odin suspiró hondo. Sabía que no cedería sin una explicación.
—Ángela, él es mi padre... Confía en él —Comentó Thor mirándola, esperando que ella le creyera.
—Escucha —Comenzó el hombre—. Tus poderes no son casualidad, tienen un origen y una explicación. Eres parte de algo más grande que los vengadores aquí en Midgard. ¿Quieres venir conmigo a escuchar tu historia y pelear codo a codo con tu familia? Ó, ¿Prefieres quedarte aquí siendo prisionera de un cuerpo débil? No soportarás ni una semana, podrías causar un gran desastre aquí y eso nadie lo quiere, ¿O sí? —Preguntó mirando a los demás.
—Podremos arreglarlo —Habló Stark con determinación—. Ella se queda.
—No podrán con su poder —Odín replicó con molestia.
—Encontraremos la forma —Contestó Tony de la misma forma, mirándolo.
—De hecho... —Comenzó Ángela no muy convencida—. Yo... Quiero tomar la decisión.
Todos la miraron. Luego ella pasó su vista por todos. Se percató de la presencia de Steve y suspiró. Trató de ignorarlo y continuó, mirando a Odín.
—Necesitaré escuchar toda la historia y que sea verosímil. Sí no me convence, deberán regresarme a la tierra —Habló decidida.
Odín sonrió.
—No será necesario —Contestó e inmediatamente un destello de luz violeta del cetro que llevaba en su mano apareció haciéndose cada vez más grande.
Todos taparon sus ojos o los entrecerraron para evitar ser cegados.
Ángela dió un par de pasos atrás. Entonces la luz se fue apagando dejando ver una esfera violeta con la silueta de una chica flotando en posición horizontal.
Ángela la miró, maravillada de lo que veía, caminó a ella y una fuerza la atraía de forma increíble. Levantó una mano y pudo sentir como la silueta la llamaba.
Exhaló lentamente el aire en sus pulmones y se retiró lentamente sin dejar de mirarla. Tragó saliva y luego miró a Odín.
—¿Qué...?
—Es tu escencia —Respondió Odín—. Cuando vuelva a ti, recordarás todo, entonces Adara despertará.
—De acuerdo —Aceptó Ángela—. ¿Puedo despedirme antes?
—Sí, luego mi hijo Thor te traerá a Asgard —Asintió el Padre de todo.
—Espere ¿y mis cosas? Necesitaré tiempo para empacar y...
Ángela demostraba angustia pero la risa de Thor la interrumpió.
—No necesitarás tus ropas Midgardianas en Asgard —Contestó el dios del trueno con una sonrisa.
—Los recibiré con gusto, hijos míos, no tarden —El anciano habló justo antes de desaparecer en medio de una luz cegadora que parecía ir demasiado rápido a él.
Ella suspiró y se giró a los demás.
Primero observó el gimnasio, ahí era el lugar donde había sucedido la magia, donde le demostró a Steve quién era ella y de lo que era capaz. Ahí fue donde él se enamoró profunda y perdidamente de ella. Y ella de él.
—Ambos nos despediremos, luego nos vamos —Dijo Thor mirando a todos los que observaban esa escena, su tono serio y melancólico delataba que no sería un viaje de tres días o de cinco meses...
Clint se acercó a Ángela.
—Hey, ¿Estás bien? —Preguntó el arquero tomándola de los brazos. Ella asintió y lo abrazó fuerte—. Oh, está bien. También te extrañaré —Murmuró sonriente.
Ángela tragó el nudo en la garganta, no quería irse pero debía hacerlo.
—Gracias por ser el mejor consejero y un excelente paño de lágrimas —Murmuró por lo bajo.
—Y lo seguiré siendo, no te estás muriendo Angie, regresaras, ¿No es así? —Preguntó con una sonrisa.
Ella asintió y se separó de él.
—Te extrañaré mucho, Clint —Su voz estaba un poco quebrada.
—Yo te extrañaré más, pequeña —Sonrió.
Ella se separó y continuó con Natasha quién estaba a lado de Clint.
Romanoff la abrazó.
—¿Estás segura de que te quieres ir? —Susurró.
Ángela abrió los ojos y miró a Steve. Recordó todo lo que había sucedido, entonces el enojo volvió a ella. Ya no quería sufrir más y era una buena idea alejarse del problema por un rato. Era lo mejor para ambos.
Asintió sin dejar de fulminar con la mirada a Steve.
—Debo hacerlo. A veces no siento que éste sea mi lugar —Se separó de ella—. Gracias por ser la mejor amiga de todos los tiempos —Sonrió con tristeza.
Natasha negó y apretó sus labios evitando soltar un suspiro.
—No, Ángela. Gracia a ti por enseñarme qué es una amiga, tú eres la mejor y la única. Suerte con el demente de Loki, le das un fuerte golpe de mi parte —Dijo lo último para tratar de no romper en llanto.
Era tarde para Ángela, lágrimas comenzaron a rodar por su mejillas y sus ojos otra vez se pusieron rojos al igual que sus mejillas.
—Deja te lo traduzco, eso fue un “Te extrañaré” —Anunció Clint con una pequeña sonrisa.
—Yo también te extrañaré mucho, Nat —Logró decir, limpió las lágrimas con la manga de su sudadera—. Los quiero mucho.
Thor se encontraba charlando con Tony, Steve, Fury y Banner.
Banner se separó de ellos y acercó a Ángela, ella le tendió la mano. Clint y Natasha fueron con Thor.
—Extrañaré sus trabajos de científicos loco —Murmuró la chica con una sonrisa.
Bruce la miró un segundo y luego la abrazó.
—También te extrañaré pequeño engendro —Murmuró en su oído, ella sonrió y luego Banner se separó—. Esperaremos tu regreso, Angie.
Ángela lo miró y le sostuvo la mirada, luego asintió.
—Sí... Quería agradecerle doctor Banner, por todo lo que ha hecho por mí —Se sinceró.
—No agradezcas, eso es lo que hacemos y todos te ayudaremos sin excepción —Sonrió.
Ella le sonrió en respuesta luego miró al siguiente. Era Tony, iba a ser más difícil que con los demás.
—Así que, ¿Te vas? —Preguntó mirándola antes de hacer cualquier otra cosa.
Bruce volvió con Thor, todos a su alrededor escuchaban lo que decía, Ángela sólo les dió una vista rápida antes de asentir ante Tony.
—Sí.
—¿Así sin más? Aún podemos hacer algo para que te quedes —Prosiguió Stark—. Encontraremos una solución. Quizá pueda golpear a Thor y correr —Pausó—. Suena a que es un mal plan, ¿Cierto?
Ángela miró Steve y luego a la esfera violeta con la escencia de Adara. Sabía qué debía hacer.
Exhaló y miró a Tony con los ojos llorosos.
—Es necesario que me vaya, Tony. Pero agradezco la opción —Le regaló una pequeña sonrisa—. Necesito alejarme de la tierra e indagar en mi pasado. Realmente quiero saber quién soy —Pausó y le miró directo a los ojos—. Además... Asgard necesita de mí como una vez ustedes necesitaron de mí.
—Sí, supongo que tienes razón —Murmuró decepcionado—. Sólo que olvidas un detalle —Ella se confundió—. Nosotros aún te necesitamos.
Ella soltó el llanto y con ello lo abrazó fuertemente.
—Te deseo el mayor de los éxitos, Ángela —Le murmuró al oído y luego la separó—. Ahora quiero que me prometas que volverás.
Ella asintió.
—Lo prometo, vendré tan pronto como pueda —Sonrió entre sollozos aún en el abrazo.
Ella no se quería despegar de él, aún tenía tantas cosas que decirle, así que se aferró a Tony.
—Antes de que me vaya —Inhaló profundo para calmarse—. Quiero decirte que te agradezco profundamente todo —Separó su rostro para mirarlo, él también le sostuvo la mirada—. De todos aquí... Creo que eras el único que se preocupaba genuinamente de mí. Al principio, sentía que todos me preguntaban cómo estaba por mis poderes... Como si ellos me dieran más importancia que si no los tuviera —Tragó salvia fuertemente—. Pero tú no... Así que, muchas gracias Tony. Por eso y por cuidarme y acogerme como a una hija.
Aquellas palabras le llegaron a Stark en lo más profundo de su ser. Le pareció tan dulce de su parte y a la vez triste porque sabía que Thor se la llevaría por un largo tiempo.
Estrujó a Ángela más hacía sí y la separó tomándola de los hombros y mirándola directo a los ojos.
—Eres la hija de uno de mis amigos más queridos. Claro que te cuidaré aún cuando no tengas poderes y me preocuparé por tí si los tienes o no, ¿De acuerdo? Siempre puedes contar conmigo. Y no dudes en venir sí Loki se pone intenso, yo sé cómo bajarle lo diva. Pero regresa, por favor —Concluyó.
Stark la despeinó un poco y besó su frente. La despidió con una pequeña sonrisa.
Ángela inhaló hondo y asintió, también le regresó esa pequeña sonrisa y le susurró otro «Gracias». Seguido caminó a Fury. Con él ni si quiera abrió la boca, simplemente lo abrazó y dejó que el momento transcurriera con tranquilidad. Él le transmitía todo el respeto, aprecio, cariño y amor que le tenía e igual ella.
Nick le limpió las lágrimas y luego le apretó una mejilla, ella rió ante el hecho.
—Buen viaje, Ángela.
—Gracias, Nick —Asintió con tristeza.
Luego Steven se plantó frente a ella.
“Y cerramos con broche de oro” —Pensó Ángela al verlo.
Se miraron por unos segundos. Ella suspiró y bajó la mirada. Extendió su mano para despedirse con un escuálido apretón de manos.
Él miró su acto como si fuese algo absurdo. Llevo sus manos a la cadera de la chica y la besó.
Ángela se quedó perpleja, ni si quiera sabía qué hacer. Luego sólo se dejó llevar. Llevó sus manos al cuello del capitán para intensificar el beso, pero no lo hizo, ya no quería hacer nada que incomodase a Steve.
Terminó el beso lento y dulce. Él le tomó las manos y juntó su frente con la de ella. Tenía los ojos cerrados y ella lo miraba atentamente.
—Angie, escucha —Comenzó separándose un poco de ella. Estaba nervioso y claramente no sabía cómo empezar—. Me enamoré de ti en éste lugar —Sonrió—. Y es curioso, porque la primera vez que te ví sólo llamaste mi atención. Me pregunté una y otra vez qué había sido lo que habían visto en tí para que estuvieses en éste gimnasio. Y, al final lo descubrí por mi cuenta de una forma maravillosa —Movió la cabeza y luego la miró—. Todo de tí... Me fascina y lo que te dije hace rato no es cierto, sólo lo hice para protegerte y espero que me perdones —La mirada de tristeza conmovió a Ángela—. Y por favor te quedes, no te vayas. No quiero perderte a ti también, ya he perdido a suficientes personas...
La voz quebrada de Steve hizo que a Ángela se le llenarán los ojos de lágrimas.
Ella se lanzó a él, lo abrazó con todas sus fuerzas.
Tragó saliva para deshacerse del nudo en su garganta.
—Yo te amaba incluso antes de conocerte, Steve —Murmuró despacio, se separó y lo miró entre lágrimas—. Justo eso recordaba —Sonrió—. Aquí fue donde pasó todo para que estuviéramos juntos. Aún recuerdo cuando te ponías nervioso o cuando me robaste el aliento al tratar de darme un cumplido —Sonrió—. Pero debo irme, Steve. Es lo mejor, no podemos seguir haciéndonos daño y, ahora que Thor y... Su familia me necesita, es una buena oportunidad —Lo miró con determinación—. Ya prometí ir, pero también prometí regresar —Steve bajó la mirada, ella le tomó de las mejillas y lo hizo que la mirara—. Oye, Steve —Lo miró con los ojos cristalinos—. Volveré, ¿Sí? Nunca olvides que te amo, ¿De acuerdo? Y te extrañaré con cada partícula de mi cuerpo.
Ángela ya no soportó el llanto y lo dejó salir. Se separó y corrió a la esfera gigante de color violeta.
—¡Alto! —Gritó Steve pero era tarde, Ángela comenzó a levantar su mano para tocar la esfera—. También te amo, Angie —Suspiró mirándola.
—Hazlo, Ángela —Dijo Thor a su lado.
Ella miró sobre su hombro y al ver a Steve con la mirada triste, giró su cabeza de nuevo a la silueta y la tocó.
Ella sintió que el poder entraba en ella, la esfera se fue disolviendo, la neblina violeta se hizo presente y la rodeó. Todos miraban sorprendidos y asustados, unos incluso dieron unos pasos hacia atrás. Una luz salió de la esfera que se estaba desvaneciendo y entró en Ángela.
La silueta se posó en la chica e hizo que ella estuviera suspendida en el aire unos segundos. Ángela perdió la conciencia mientras todos miraban la escena fascinados y aterrorizados.
La luz se fue apagando poco a poco y pudieron notar que la chica ahora tenía un vestido violeta que más bien parecían un montón de trapos enredados en el cuerpo de la chica rubia.
Thor la atrapó ya que descendía poco a poco.
—Es hora de que nos vayamos —Anunció Thor llamando a su martillo y un aire de melancolía.
—Cuidala bien, Thor —Amenazó Stark, no sólo en su tono de voz sino también en la mirada.
El dios lo miró y asintió.
—No será necesario, ella por si sola es bastante peligrosa. Pero lo haré con mi vida.
Todos quedaron satisfechos con esa afirmación y nadie dijo nada después.
Entonces Thor dio giros a su Mjölnir para irse de una vez por todas de su querida tierra.
Fin... ?
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