XXXVIII «Felices fiestas»
N A V I D A D
“—Deje su mensaje después del tono.”
Un vez más, la mecánica voz apareció en el celular de Ángela.
Colgó en cuanto escuchó el mensaje por enésima vez. Se quedó viendo el celular en sus manos. Era víspera de Navidad y sus padres no daban señales de vida.
Durante los días póstumos al accidente de su tío, vió como la ciudad se iba impregnando poco a poco a ese ambiente navideño. Las calles se vestían de verde, rojo y blanco. Se cantaban villancicos, las personas andaban abrigadas por el invierno y la nieve. Las tiendas se llenaban de luces, arbolitos y esferas.
Todo parecía ir bien... Excepto que nada iba bien para Ángela.
Pasaba, por lo menos, seis horas en el hospital tratando de consolar a su, cada vez más irritante, tío. Stephen estaba insoportable a medida que pasaban los días. Casi inmediatamente después de su primera cirugía, se programó otra y estaba decidido a arreglar lo inarreglable. Y la pequeña Angie tenía que lidiar con eso. También estaba el hecho de que Steve estaba con ella la mayor parte del tiempo pero curiosamente apenas y se saludaban. Intercambiaban un par de palabras y no duraban charlando más de veinte minutos, pero siempre estaba ahí.
Al principio era lindo, pero después se cansó de ello y dejó de tomarle tanta importancia. Esperaba a que las cosas fluyeran y le dieran el rumbo de las situaciones.
También estaba el hecho de que sus padres no contestaron desde hacía dos semanas, cuando se enteró del accidente y trató de comunicárselos.
Suspiró de frustración.
La puerta se abrió y pudo oler el delicioso aroma de una pierna de pavo y un frutal ponche. Recordó que, mientras habían estado preparando la cena, ella y Nat se preparaban con el maquillaje, en su peinado —que, al final decidió llevarlo ligeramente de lado con rizos— y escogiendo unas zapatillas para su hermoso vestido blanco pegado strapless.
—Es hora de cenar —Escuchó la voz de Steve quién había abierto la puerta.
Ella no levantó la vista, seguía desanimada por sus padres. Simplemente asintió.
—¿Pasó algo con tus padres o Stephen? —Preguntó acercándose a ella con un tono suave y preocupado.
Ella sonrió. Le había comentado vagamente que llamaría a sus padres. Últimamente se había portado fría y distante a él, llegando a ser grosera.
—Strange está bien, Palmer lo cuidará y pasará navidad con él... Pero mis padres —Tragó saliva—. No contestan.
Él se sentó junto a ella y le tomó el hombro, esperando que ella no quitará su mano con brusquedad o se levantará de repente. Tuvo suerte, ella dejó que él la tocara.
—Quizá están en un lugar en donde no hay señal. No te preocupes, nosotros estamos contigo —Dijo con calidez.
—Es la primera navidad que pasaré sin ellos —Murmuró alzando la vista por primera vez. Sus ojos delataban que quería llorar.
Steve sabía que no lo haría, por lo menos no frente a él.
Los padres de Ángela no eran los mejores padres del mundo, de hecho, eran terribles pero, cuando se trataba de navidad, se transformaban en unos padres modelos.
Se quedaban en casa, preparaban la cena, ponían la estrella en la cima del árbol juntos, ponían los regalos, había villancicos, paz y armonía invadía la casa.
Era auténticamente familiar, se invitaba a los abuelos, los tíos y primos. Pero con que fueran sus padres los que estuviesen ahí, ella era feliz.
Steve pensaba en una buena respuesta.
—Sé cómo te sientes —Comenzó un poco flojo, no sabía qué iba a decir exactamente, ella lo miró—. Cuando... Cuando mi madre murió, la primera navidad fue bastante amarga. Yo estaba con la familia de Bucky pero... No era lo mismo, me sentía solo, por lo menos, los primeros años.
A ella le pareció extraño escucharlo hablar de su mejor amigo, solía reservarse bastante el tema. Así que agradeció que se abriera un poco a ella pero no era lo que necesitaba.
—Sí, supongo que sí. Debió ser doloroso y triste pero... Debes comprender que tú madre no te dejó sólo porque quisiera sino porque no tuvo elección. Mis padres si la tienen y no están aquí —Su mirada estaba perdida—. Es claro que no me escogieron a mí —Lo miró fijamente, con dolor.
Steve se quebró un poco ante aquella respuesta. Tenía razón.
Ella suspiró, dejó el celular en su mesita de noche y se levantó para ir al comedor.
A menudo, Steve la miraba como si cada vez le enterraran una daga y a Ángela no le gustaba verlo así. Procuraba evadir su vista, no le veía el caso, ambos estaban raros e incómodos cuando intercambiaban miradas.
Había sido bastante extraño, Steve había acostumbrado a la chica a miradas tiernas, luego a miradas indiferentes y ahora era una extraña mezcla entre miradas furtivas y avergonzadas.
Al llegar a la mesa, todos estaban sentados. Tony y Ángela eran los más habladores. Molestaban a los demás y trataban de hacer bromas sobre temas que abordaban en la mesa.
Al principio, Tony no había estado muy de acuerdo con la idea de Ángela de hacer un evento privado-familiar, pero ante el poder de Pepper que secundaba la idea de Bloom no tuvo opción, aunque claro, nunca lo aceptó abiertamente pero tampoco se opuso a ella.
Todos estallaron en risa cuando comenzaron las anécdotas graciosas.
Los últimos días habían sido difíciles para ella, pero se levantaba todos los días con un poco de positivismo y se decía a sí misma todas las mañanas frente al espejo que debía ser fuerte y hábil. Poco a poco se fue creando esa perspectiva de ella y todos ahí así la percibían. Era sencillo decir que Ángela estaba bien pero era sólo porque lo aparentaba, en realidad estaba bastante dispersa y cansada de todo.
Hacía todas las cosas que la antigua Ángela solía hacer con felicidad auténtica: Bromear, ser sarcástica, dormir y comer como cerdo.
—Eso me recuerda —Comenzó Tony—. Que alguien una vez me dijo que Steve confundió el sexo con el fondue.
Todos rieron por la inocencia del capitán, quién se ruborizó un poco apenandose.
Eso hizo recordar a Ángela que una vez Tony llamó así a Steve, en ese momento no lo entendió pero ahora todo tenía sentido.
—¿Howard te contaba eso de pequeño? —Preguntó Steve con una sonrisa tímida—. Qué mal padre —Bromeó.
—Tranquilo señor Fondue, no está mal alburear a los demás. Todos tenemos ese lado —Soltó Ángela y todos rieron de nuevo, cayendo en cuenta que era verdad.
Steve se ruborizó aún más. ¿Qué pensamientos habrían pasado por su mente para ponerlo así de rojo?
—A alguien se le subió la sangre a la cabeza —Dijo Natasha con un sonrisa tomando de su copa mirando de reojo a Steve.
Algunos rieron entendiendo el doble sentido, entre ellos Ángela.
—¿Podemos dejar de lado al señor fondue? Ya casi son las doce, momento de brindar siguiendo su tradición midgardiana —Habló Thor con una sonrisa.
—¿En serio, Thor? Creí que estabas de mi lado —Murmuró Steve tomando su copa, un poco apenado pero su sonrisa no se marchaba de su rostro.
—Basta, chicos. El grandulón tiene razón. Son casi las doce y creo que debo dar un discurso, antes de abrir los regalos de navidad—Tony aclaró la garganta—. Hemos pasado por muchas cosas juntos...
La alarma de la torre interrumpió al ingeniero. Luego la voz mecánica de J.A.R.V.I.S sonó.
—Lamento interrumpir señor, pero el director Nick Fury tiene un mensaje urgente.
—Bien, más vale que sea de vida o muerte. Es Navidad, por Dios —Contestó apretando el botón para que saliera la pantalla con el mensaje.
Todos guardaron silencio.
—Lamento interrumpirlos pero encontramos la base de los criminales negros. Es urgente que vayan a acaba con ellos ya que descubrimos que están planeando mudarse, es ahora o nunca.
La pantalla se puso azul, luego unas coordenadas comenzaron a aparecer.
Tony bufó, apenas había comenzado con el postre.
—¡Vamos Nat! —Ángela gritó, mientras se levantaba y corría a la terraza con ella detrás.
Con Thor había avanzado en el área de teletransportación, así que sólo bastó con ver las coordenadas para saber a dónde dirigirse, no sin antes ponerse sus uniformes de pelea.
Se colocaron los comunicadores e hicieron la apuesta: ellos llegarían después de que ellas hubieran acabado el trabajo.
Se trataba de un bosque en Noruega, estaba nevado y hacía frío. Había un edificio muy alto con mucha seguridad y muchos hombres armados.
Había un enorme campo de fuerza junto a una alarma que se disparó en cuanto tocaron el perímetro. Todos los agentes se dejaron ir contra las chicas.
—Creo que no fue buena idea irnos sin ellos —Comentó Ángela mientras golpeaba a los hombres.
—No, no fue buen idea, de hecho fue bastante estúpido —Escuchó hablar a Stark.
Ella rodó los ojos internamente ya que si lo hacía literalmente, se distraería y perdería fácilmente la batalla.
—¿Dónde demonios están? —Preguntó por el comunicador.
—En camino, llegamos en unas horas —Contestó la voz de Clint.
Ella suspiró y no por la respuesta sino por los golpes que recibía y devolvía.
—¿Pasarán a Italia por Pizzas? —Preguntó exaltada.
—No, y no trates de plagiar mis frases —Contestó Stark—. Yo llegaré en menos de dos horas.
—Deten el tiempo —Ordenó Steve—. Así podremos llegar y ayudarlas.
—Un segundo —Contestó librandose de dos hombres con un split como Natasha le había enseñado.
Inmediatamente, hizo un movimiento sutil de manos y el tiempo se detuvo, librandola a ella y a Natasha de esos hombres.
—Listo, pero deben darse prisa. No es sencillo —Advirtió.
—¿Cuánto puedes durar? —Preguntó Thor pensativo.
—Quizá una hora y media —Contestó vagamente mirando su brazo izquierdo.
—Ahí estaré —Contestó Tony.
Ángela se dejó caer junto a Nat que estaba en una piedra sentada descansando. Observaba el panorama de forma impresionante.
—Con que, así luce, ¿Eh? —Murmuró sin dejar de ver.
—¿Qué? —Preguntó ingenuamente Ángela. Estaba tan acostumbrada a ver el mundo así que no le pareció extraño.
—Cuando detienes el tiempo... Así luce, ¿No? —Preguntó señalando el lugar.
—Ah, eso —Sonrió mirando el panorama.
Cuando detuvo el tiempo, pareció que todos se había paralizado en su lugar. Se tornaron azules y un polvillo violeta se presentó por todo el lugar.
—Sé que es bastante extraño...
—Es muy extraño —Interrumpió—. Y hace un segundo me prometí no preguntar pero, ¿Qué demonios es eso en tu brazo?
La espía señaló el brazo izquierdo de la chica y ella miró instintivamente. Sonrió al ver a lo que se refería.
—Oh, ésto —Levantó su brazo y dejó ver una barra verde con números en blanco que iban bajando—. Es un indicador, así puedo saber cuánto tiempo puedo hacer que no avance —Rió—. Y cuánta energía tengo para hacerlo.
—Jamás lo había visto.
—Es porque sólo aparece cuando hago algo con los poderes. Thor me enseñó a hacerlo, es muy útil para saber mis límites —Dijo, observando su brazo con la barra
—Qué interesante. Estás llena de sorpresas —Dijo la agente sonriendo.
Ángela rió, luego se puso de pie y levantó ambas manos.
—¿Qué haces? —Preguntó Natasha viéndola.
—Hay que acabar con éstos perdedores antes de que me quedé sin energía —Contestó la chica.
—¿Es eso posible? Una vez me dijiste que no podías manipular las cosas mientras el tiempo estaba detenido —Natasha se levantó.
—Sí —Contestó muy segura de sí misma, eso confundió a la agente—. Pero estoy dispuesta a romper las reglas para acabar con ellos.
—¿Reglas? ¿Qué reglas? —Preguntó un poco asustada.
—Oh... Uhm... Hay ciertas reglas que debo seguir para no acabar haciendo un desastre en la línea temporal o causar problemas en el rumbo que se tome el mundo. Pero lo que pienso hacer no es nada peligroso —Contestó y enseguida comenzó a salir chispas violetas de sus manos.
—¡Alto! —Gritó Natasha sosteniendo una de sus manos rompiendo el movimiento que haría—. Explícate.
Ella la miró un momento, sabía, por su mirada, que Natasha no dejaría que moviera ni un dedo sin explicación, así que bufó, miró su brazo izquierdo.
—Bien, aún hay tiempo —Murmuró, luego miró el cielo tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Uhm... La regla que pienso romper ahora, consiste en no manipular nada mientras el tiempo esté detenido.
—Eso lo sé, pero explícate, ¿Por qué no debes hacerlo?
—Porque... Se supone que sí cambias algo que no estaba... Uhm.. predestinado a suceder, por así decirlo, se pueden alterar procesos más complejos en el tiempo-espacio. Pero no te preocupes, no sucederá nada ahora, ¿Sí? Déjame hacer ésto.
—No, es peligroso, lo acabas de decir
—Sí, pero cuando no haces las cosas bien. Por ejemplo cuando era niña jugué con éstas reglas y descompensé todo el universo.
—¿Qué?
—Es una larga historia.
—Quiero escucharla.
La chica volvió a bufar.
—Bien. Cuando descubrí mis poderes era tan sólo una niña, entonces comencé a usarlos a mi conveniencia y sin ninguna responsabilidad —Suspiró—. Entonces la realidad comenzó a desvanecerse. Personas comenzaron a desaparecer, algunas envejecían más rápido y otras se hacían bebés. Me asusté mucho y quise remediarlo pero no pude —Mordió su labio—. Me desmayé y tuve un sueño bastante extraño. Había un hombre, era... Era como si una galaxia tomará forma humana; él me explicó las reglas que debía seguir y con un sólo movimiento de su mano reparó todo el daño.
Natasha se quedó callada escuchando y esperando por algo más. Ángela pensó en ello, hacía bastante tiempo que no lo hacía.
—Me explicó todo lo que conlleva tener éste tipo de poderes. Desde entonces no he vuelto a abusar de ellos y por eso mismo no quería entrenar ni explorarlos —Continuó con la mirada perdida, luego exhaló el aire contenido y la miró—. Pero ahora es distinto, puedo controlarlo además ellos son personas malas que no harán gran cambio en proporciones complejas, confía en mí.
—Suena tentador, no quiero esperar a los perdedores pero tampoco quiero alterar el orden del universo —Contestó sarcástica.
—Ya te dije que no sucederá así —Cerró los ojos, cansada.
Comenzaba a sentirse débil por la pérdida de energía que causaba detener el tiempo.
—No hay mucho tiempo Nat, me estoy quedando sin energía y he detenido el tiempo muchas veces en la última semana lo cual también puede ser peligroso —Aseguró Ángela al abrir los ojos y mirarla con determinación.
—De acuerdo, pero... ¿Cómo lo vas a hacer?
—Yo no lo haré —Contestó al ponerse de pie.
Natasha iba a preguntar pero Ángela levantó ambas manos y dispersó el polvillo sin que corriera el tiempo, de pronto, de sus ojos salió una luz violeta y comenzó a levitar lo cual aterrorizó a la espía que cayó de espaldas en un intento de huida.
Natasha se refugió detrás de una roca y miró todo lo que sucedía.
Ángela movió sutilmente sus manos a los lados y luego con brusquedad para el centro lo que causó que el edificio colapsara pero no cayó, siguió suspendido en el tiempo, sólo que ahora lucía destruído. Luego bajó la mirada a los agentes que estaban ahí, sonrió y bajó sus manos nuevamente con vehemencia y todos ellos quedaron aplastados completamente.
Natasha grabó todo para luego mostrárselo a los chicos. Estaba sorprendida y, debía de admitir que sintió un poco de miedo.
Ángela aterrizó y sus ojos volvieron a la normalidad, se giró a la agente y le sonrió.
—Listo.
—Lo destruiste en, prácticamente un movimiento —Dijo sorprendida.
—¡No! Lo destruí —Gritó preocupada—. ¡La base de datos!
Natasha la miró extraño pero no pudo decir nada puesto que salió corriendo dejándola ahí.
Ángela entró en el edificio que aún estaba destruido suspendido, hizo un portal para atravesar el campo de fuerza.
—¿Dónde está Ángela? —Preguntó Tony a Natasha.
—Oh, por fin llegaron —Contestó Bloom quién escuchó por el comunicador—. ¿Me trajeron la pizza? —Preguntó burlona mientras recorría el interior del edificio.
Stark rodó los ojos, no se había percatado de lo que sucedía a sus espaldas.
—Lo lamento, estuve ayudando a los demás para llegar en menos tiempo de lo que te dijimos —Contestó y al darse vuelta para ver el edificio soltó un grito ahogado.
—¿Qué estás haciendo Bloom? —Preguntó Steve por el comunicador mientras veía con terror la escena de aquel edificio.
Ángela había encontrado el centro de operaciones, regresó el tiempo en ellos para así poder usar las computadoras y sacar la información de ahí.
—Uhm... Estoy tratando de encontrar el disco duro —Contestó.
—¡Sal de ahí! —Gritó el capitán, preso del miedo.
Thor le había dicho que Ángela estaba más caótica e inestable que nunca, podría pasar algo sin que ella lo pudiera presentir o predecir. Sentía la necesidad de salir corriendo tras ella y sacarla de ahí.
—Ya ha pasado mucho tiempo, no es buena idea que siga detenido el tiempo —Comentó el dios del trueno dándole aún más razones a Steve para correr tras Ángela.
—Relájense, todo saldrá bien.
—Ángela... —Murmuró Steve con preocupación—. Sal de ahí, por favor.
—Confía en mí, Steve —Contestó mirándolo por la ventana.
Él pensó un momento, luego asintió.
—Tómate tu tiempo —Logró articular.
Ella sonrió y salió por un portal quedando frente a ellos. Luego aplaudió dos veces —Para verse "cool" según ella— y el tiempo avanzó, dejando de tras una gran explosión y un edificio en llamas.
—Gracias —Lo miró, se acercó y parándose de puntitas le dió un beso en la mejilla, se separó y miró a los demás—. Y... Feliz navidad.
L A S C R Ó N I C A S D E
Á N G E L A
Esa noche, todos regresaron tranquilamente por un portal de Ángela a la torre. Abrieron los regalos, Bloom regaló pijamas personalizadas, a cada uno les puso un color y algún dibujo que los representara. Tony regaló cosas costosas y lujosas, típicas de un multimillonario. Banner, Natasha, Steve y Clint regalaron cosas más humana, cosas que necesitaran sus compañeros y amigos. Steve, también entregó algo significativo a Tony y a Ángela; a Stark le dió un anillo que perteneció a su padre, alegaba que el carácter de Tony le hacía recordar cuando su madre le contaba de su padre. Pero a Bloom... A ella le regaló una vieja peineta de su madre, tenía violetas a un costado y al dársela le dijo: “Siempre que la veo, me recuerda a tí y es que... Le hubieses caído muy bien a mi mamá.” Ángela sonrió y casi lloró ahí, pero se contuvo. Dió un agudo “Gracias” le dió la caja con el regalo extra que ella le tenía y luego se retiró a su habitación alegando que se iría a dormir cuando en realidad iría a llorar por lo lindo que fue Steve.
Steve abrió el regalo de Ángela en cuanto ella se fue. Consistía en un broche de oro que dejaba ver dos pistolas junto a unas rosas con espinas y por detrás había la inscripción de “Forever Love. A x S” él sonrió al verla y no dejó que nadie más lo viera.
Mientras seguía la velada en la sala de la torre, Ángela cayó rendida en un sueño, uno muy particular ya que le mostraba vistasos del futuro.
La chica despertó en medio del sudor y el pánico que la invadió; aquello que observó era bastante aterrador y misterioso. Su corazón palpitaba al mil por hora y su respiración estaba muy agitada.
Respiró hondo al darse cuenta que era un sueño y nada de eso era realidad... Por ahora. Salió de la cama y fue a la cocina a comer helado para relajarse y tomar valor para volver a la cama.
Mientras degustaba la vainilla cremosa y fría en su paladar, recordaba cada una de las imágenes en su cabeza, las analizó cuidadosamente y se dió cuenta que tenía que ser algo más, no podía ser una simple pesadilla. Era una predicción.
«Predicción» aquella palabra la aterró, sí eso era verdad, todos estaban en un gran problema.
La luz se encendió rompiendo su concentración, volteó a la entrada y observó a Tony con la pijama que ella le había regalado. Era roja con gris y cascos de Iron Man por todos lados.
—Me asustaste —Murmuró Ángela al verlo, con una sonrisa.
—¿No puedes dormir? —Preguntó observándola, expectante.
—¿Qué me dices tú? —Preguntó de igual forma.
—Yo pregunté primero —Dijo caminando al refrigerador y sacando otro pequeño bote de helado.
—Bueno, es obvio que no puedo dormir... —Contestó metiendo una cucharada de helado a su boca.
—Dime por qué —Insistió él, tomando una cuchara del cajón de las cucharas.
—Pesadillas —Contestó por lo bajo, no quería hablar de ellas pero debía hacerlo.
—¿Qué clase de pesadillas? —Preguntó sentándose en la barra, frente a ella.
—Uhm... Unas que, tal vez sean visiones del futuro —Alzó la vista finalmente.
—Entonces, quiero escucharlas —Dijo con un montón de helado en su boca.
Ángela rió, ya sabía que diría algo así.
—No lo sé, Tony... No creo que...
—Vamos, cuéntame tus crónicas —Alentó con tono alegre.
—Está bien, está bien —Comenzó, dejando el helado de lado—. Yo... Uhm... Son demasiadas imágenes en mi cabeza, pero de las que más recuerdo son la torre en llamas —Miró la ventana.
—¿Mi torre? —Preguntó exhaltado—. ¿Hablas de ésta, en la que estamos parados?
—Sip. Pero son muchas imágenes, peleas, combates. Una ciudad destruída.... “Divididos caeremos” —murmuró distante—. Recuerdo escuchar esa frase en mis sueños. Un muchacho peleando con un pájaro...
—¿Pájaro? —Preguntó Tony.
—Bueno... Tenía alas, muy grandes. En fin, eso no es todo. Recuerdo haber visto un enorme anillo negro en el cielo de Nueva York... Y presiento que será algo terrible —Volvió la vista a él.
Tony exhaló y dejó la cuchara en el helado.
—¿Es en un futuro próximo? —La miró, cansado.
—¿Qué cosa?
—Eso... Del anillo gigante.
—Ah... No, no lo veo cercano. El evento más próximo es la torre.
—¿No pudiste ver algo que nos pueda indicar quién o quiénes eran?
—Uhm... No, sólo recuerdo que todos estaban peleando, los veía combatir pero yo no podía hacer nada, fue bastante desesperante.
—Deberemos incrementar la seguridad —La voz de Steve resonó, ambos voltearon a verlo, estaba recargado en el marco de la puerta.
—Sean quienes sean, no podrán con nosotros —La voz de Thor inundó la habitación, llegando a la par de Steve—. Tenemos un gran equipo que es difícil de vencer.
—Así es, al igual que problemas de sueño —Contestó Stark sarcástico.
F I E S T A D E A Ñ O N U E V O
En la inmensidad de la habitación principal de la torre llena de gente desconocida y conocida, Ángela se situaba en medio, no estando muy segura del porqué estaba allí. Era claro que no tenía nada qué hacer pues estaba sola y totalmente incómoda, se sentía una total inadaptada en una de las famosas fiestas de Tony Stark.
Pese a ser hija de un millonario y haber vivido casi toda la vida en ese tipo de fiestas, sentía que no pertenecía a ahí. Un par de chicos la invitaron a bailar o simplemente querían charlar con ella pero Ángela declinó a sus ofertas.
¿Qué caso tenía estar ahí sí todos estaban ocupados?
Y ella no tenía muchas ganas de integrarse a los demás.
Esta noche vestía un hermoso vestido que tenía encaje negro en la parte del busto descubriendo los hombros y con mangas a ¾ lo demás era azul marino con un bello detalle que parecía que recogía el vestido haciendo que tomara una linda forma. Estaba peinada con un moño a lo largo.
Después de aceptar que no ocurriría un milagro, sacó su celular para mandar felicitaciones de año nuevo a todos sus contactos. Por un momento le pasó por la cabeza ir con su tío Stephen y pasar año nuevo con él y la doctora Palmer. Pero ellos —en especial Strange— le habían dicho que no lo hiciera, alegaban que ella debía vivir y no estar atada a un hospital.
No pudo hacer mucho pues estaban saturadas las líneas hasta que cayó el sistema.
Rendida, guardó el celular y tomó su copa de champagne entre las dos manos. Pensó en salir un momento a la terraza pero escuchó unos golpecitos en una copa que llamaron su atención. Miró en dirección de donde venía el sonido y se dió cuenta que había un pequeño aglomeramiento en el centro de la pista, caminó hasta allá y debido a que era pequeña fue fácil llegar al frente, entonces pudo ver a Tony parado en medio con su copa y una cuchara golpeándola.
—Buenas noches, amigos —Comenzó dándole la cuchara a Happy, su jefe de seguridad, luego miró a su alrededor—. Estamos a una nada de año nuevo —Sonrió—, pero antes quiero despedirme del año que ha pasado; estuvo lleno de sorpresas, como saber que mi mejor amigo de la universidad tiene una hija —Fijó su atención en las personas de su derecha—, también que dicha hija tiene quince años... Cuando todos pensábamos que tenía más —La miró—, y que dicha jovencita tiene prácticamente el tiempo en sus manos —Levantó la copa y sonrió—. También me enteré que a Pepper le encantan los vestidos escotados, que Steve odia llevar barba (no quiere volverse cool como yo), en fin, muchas cosas —Exhaló mirando el piso—. A lo que quiero llegar es... que, a inicios de éste año, conocimos e incluimos a una nueva compañera que de cierta forma nos unió más como amigos e incluso me ayudó con mi hermosa novia. Nos hizo pasar momentos divertidos, angustiosos, molestos, decepcionantes, orgullosos, satisfactorios... En el sentido del resultado de los entrenamientos, no sean mal pensados —Sonrió levemente—. Debo agradecer a los vengadores, mis compañeros, que no sólo entrenamos juntos a la nueva discípula, sino también hicieron un gran trabajo cumpliendo las misiones, haciendo bien su trabajo. Espero que este año nuevo nos llene de dicha, la dicha de la vida y de permanecer juntos. Aprendo mucho con ustedes en el día a día —Miró su reloj—. Y sé que también ustedes aprenden mucho de mí —Sonrió—. Brindo por el año viejo, por todos sus momentos y por el año nuevo, por que vengan cosas mejores. ¡Salud!
Alzó la copa y bebió, seguido de todos.
Pasó una fracción de segundos cuando empezó la cuenta regresiva, todo el mundo gritó entusiasmado. Ángela decía los números con voz suave y una pequeña sonrisa.
Entonces explotó el ambiente con un “Feliz año nuevo” todos chocaban sus copas o se abrazaban, se besaban, gritaban, brincaban. Había un gran desenfreno.
Ángela recibió unos cuantos abrazos de desconocidos, logró escaparse a la terraza. Necesitaba un poco de aire fresco.
Llevaba su copa a medio llenar, se recargó en el barandal para vislumbrar mejor la ciudad de Nueva York, las luces y el ambiente de un año nuevo reinaba. El viento helado golpeaba las mejillas de la chica e inundaba de nuevo aire a sus pulmones.
Recordaba la tradición de las doce uvas, cada una era un propósito de año nuevo. ¿Cuáles serían los suyos? Ni si quiera había pensado en ello. Su última semana había consistido en estar en el hospital, tener visiones del futuro en formato de sueño y en no saber cómo comportarse estando junto a Steve —quien aún pasaba tiempo con ella en el hospital—.
Suspiró. «Bien, puedes pensar en algo en estos momentos, Ángela.» —Pensó—.
«Numero uno: Dejar de ser dramática.
Número dos: Dejar de ser llorona.
Número tres: Mutilar las esperanzas de volver con Steve que aún habitan en mí.
Número cuatro: Tratar de ayudar a Strange... En lo que me permita, el gruñón.
Número cinco: Mantenerme soltera por lo menos un año.
Número seis: Dejar de ser miedosa.
Número siete: Arriesgarme más.
Número ocho: Ayudar a cualquiera que lo necesite y esté en mis manos poder hacerlo.
Número nueve: Evitar a toda costa la violencia.
Número diez: Hacer lo que creo que es correcto, no lo que los demás quieren que yo haga.
Número once: Ya no se me ocurre nada.
Y número doce: Vivir el hoy como si fuera el último día de mi vida.»
«Bien, suena convincente» —Pensó—.
—Creí que estarías en el hospital festejando con Strange —La voz profunda de Steve Rogers resonó en los oídos de la chica.
Steve la había estado viendo desde la entrada, debatió un par de minutos el hablarle o dejarla ahí. No la había visto en toda la noche por lo cual era una sorpresa verla ahí.
Ella se puso nerviosa. No contestó.
El capitán caminó a ella e imitó su pose. Hablarle era el primer paso, quizá no debía ser tan sutil.
Ella no lo miró. No quería verlo con su perfecto traje azul y su adorable moño negro.
—Yo también —Contestó finalmente exhalando el aire contenido—. Pero Stephen es demasiado terco como para dejarme estar con él hoy.
—Lo noche es joven y el año también.
Ella lo miró y sonrió, tenía razón pero no sabía a qué venía su comentario.
—¿Qué tratas de decir, Rogers?
—¿Hacemos las pases? —La miró también.
Ella desvió la mirada al cielo y luego a él, de nuevo.
—¿Cómo sería hacer eso? Ya es bastante incómodo a veces y terrible eso de “Ser amigos” —Sonrió un poco avergonzada.
—Lo sé y por eso quiero hacer las pases —Se giró por completo a ella—. Lo cual significa ser amigos, genuinos —Aclaró—, tenernos confianza y evitar los momentos incómodos. ¿Qué dices?
Ella mordió su labio, no estaba segura de que funcionaría. Se giró completa a él y lo miró directo a los ojos.
Levantó su mano como para cerrar el trato.
—Me parece bien —Sonrió.
Él estrechó su mano con una sonrisa en el rostro. Pero hubo más que un simple estrechamiento de manos, sus miradas profundizaron en el otro y fue inevitable que juntáran sus labios, por primera vez, en ese año.
Se habían sentido bien, bastante bien a decir verdad. Ambos lo disfrutaron mucho, pero sabían que no duraría.
Se separaron lentamente.
—Los amigos no se besan —Ángela dijo suavemente con una pequeña sonrisa.
Steve sonrió.
—Te pediría intentarlo una vez más pero sé que no podremos manejarlo —Contestó con voz profunda.
«No, ni lo pienses, ¡Recuerda tu propósito número tres!» —Pensó—.
Sonrió nerviosamente y se separó de él.
—No, no podremos. No quiero salir lastimada otra vez.
—Y yo no quiero lastimarte —Se alejó de ella también.
No contestó. Se quedaron en silencio, un silencio muy incómodo en el que sólo se escuchaban sus respiraciones.
Necesitaban con desesperación que se acabará ese momento, los estaba matando y no sabían qué hacer, ni qué decir. Ángela tenía los nervios a flor de piel, su estómago se sentía revuelto y comenzó a sudar.
—Bueno chicos, comenzó la fiesta —Dijo Stark entrando a la terraza—. Vamos, integrense.
—Creí que había comenzado hace rato —Bromeó Nat entrando detrás de él.
Steve y Ángela se giraron aliviados de que hayan entrado. La chica le sonrió al dios quien dejó salir una risa grave.
—Stark, Thor... Sí no están muy ocupados, ¿Podríamos hablar en privado? —Preguntó Bloom mirándolos.
—Claro, como digas —Contestó Tony—. Vamos risitos de oro —Dijo refieriendose a Thor.
Thor soltó otra risa y caminó detrás de Stark quien iba detrás de Ángela. Ella los guío hasta el pasillo de las habitaciones, era el lugar donde no había nadie más.
—Bien, ¿Qué sucede? —Preguntó el dios Nórdico.
—Sí, ¿Qué pasa? —Segundó Tony.
—Es referente a mis poderes —Comenzó, mirando el suelo—. Hoy no tengo poderes. No sé qué ocurre.
—¿Qué? —Preguntó Tony.
Thor no contestó de inmediato, simplemente se quedó serio... Pensativo.
—Como lo escuchas, no tengo poderes.
—¿Cómo lo descubriste? —Preguntó Stark.
—Hoy por la mañana... O más bien ayer por la mañana, quise entrenar un poco y, ¿Adivina qué? No pude.
—Ouh, ¿En serio? —Preguntó Tony, sin tomarle mucha importancia.
—Sí, en éstos momentos soy una total inútil —Bufó.
—Que triste que pienses que sin tus poderes no eres nadie —Contestó Stark algo decepcionado de ella.
Ángela bajó la mirada, pensando en algún buen argumento para contestar, pero nada venía a ella.
Abrió la boca para decir algo pero Thor la interrupió.
—¿En qué fase lunar está midgard? —Preguntó Thor, finalmente.
—¿Qué tiene que ver eso? —Preguntó Tony.
—Repondan la pregunta.
—Es luna nueva, ¿Por qué? —Preguntó Ángela preocupada.
—Ya veo —Dijo aún serio—. Bueno... Es que... —Balbuceó un poco y Ángela lo miró con severidad—. De ahora en adelante, tus poderes se inhibiran cuando la luna no se vea.
—¿De ahora en adelante? ¿Qué quieres decir con eso? —Preguntó la chica con aire enojado y asustado.
Thor exhaló con fuerza y miró su copa.
—¿Recuerdas las reglas? —Preguntó volviendo la vista a ella, quién asintió—. Rompiste una regla y quitarte tus poderes cada luna nueva es un castigo.
—Espera, ¿Qué reglas? —Preguntó Tony.
—¿Qué? —Chillo Ángela con ingenuidad.
Thor miró a Ángela.
—Son sobre sus poderes, controlar el tiempo no es algo sencillo, no puedes hacer y deshacer las cosas a tu antojo. Debe seguir reglas las cuales rompió y ahora tiene su castigo —Explicó Thor.
—Genial. Gracias, supongo —Contestó Ángela desanimada.
—No te pongas triste, mira el lado positivo, es uno de los castigos más leves que te pueden poner.
—¿Hay peores? Guau! Entonces sí, estoy bien así.
—Okay... ¿Y yo qué tengo que ver con todo ésto? —Preguntó Tony.
—Que tú mismo me dijiste que quieres estar enterado de todo, y no lo quería repetir así que...
—Sí, sí, ya entendí. Mejor vamos a la fiesta, ¡A festejar!
Los tres asintieron y caminaron a la sala común donde estaban todos sentándose disfrutando del ambiente.
Ángela miró el reloj, marcaban la una y media de la madrugada.
—¿Es tarde para decir “Feliz año nuevo”? —Preguntó la chica al llegar.
Todos rieron.
—¡Feliz año nuevo! —Gritaron todos con muy buena actitud.
Ángela se sentó junto a Steve ya que era el único lugar disponible.
—Feliz año nuevo, Bloom —Comentó el capitán en voz baja.
Ella sonrió y lo miró.
—Feliz año nuevo, Rogers.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro