XXXVI «Tomando un respiro»
Al abrir los ojos y mirar enfrente, se dió cuenta que había caído en un sueño profundo estando en el mismo sitio en el que se quedó al cerrar la puerta. Le ardían sus ojos y su cara estaba un poco hinchada.
Era de día, los rayos del sol ya atravesaban su ventana. Se levantó lentamente. Inspiró profundamente, necesitaba sentir que estaba viva.
Caminó al baño, se miró al espejo y miró sus ojos levemente rojos, confirmó que la hinchazón sólo era un sentir, no se veía en absoluto de esa forma.
Cepilló sus dientes con monotonía, se desvistió y se metió en la ducha.
Al salir, se colocó algo alegre pero cómodo y despreocupado a la vez. Optó por una sudadera blanca y unos shorts de mezclilla con unos Vans.
No tenía ganas de maquillarse pero su cara lo pedía a gritos, necesitaba dejar de verse demacrada y pálida, así que puso base, polvo y un poco de rímel para agrandar sus ojos.
Cepilló su cabello y lo dejó suelto. Tomó su celular, salió de su habitación y al salir de ella se recargó en la puerta, miró atentamente la habitación de Steve pensando en todo lo que había sucedido.
Suspiró bajando la mirada.
—¿Un suspiro de tristeza, decepción y... Melancolía? —Preguntó Clint atrayendo la atención de la chica.
Sonrió al verlo.
—No olvides, melodramático.
—¿Ocurre algo malo, Angie? —Preguntó acercándosele.
—Sip, algo muy malo, de hecho —Contestó desviando la mirada.
—¿Quieres contarme? Tío Clint puede ayudar.
Ésto le dió seguridad a la chica, aún así tardó un par de segundos en contestar.
—Creo que Steve y yo terminamos —Dijo con dificultad—. Otra vez.
—¿Cómo...?
—No importa. No quiero contarlo aún —Interrumpió.
El arquero se acercó un poco desmotivado. Tocó su nariz y le tocó el hombro.
—Cuando supe que estabas intentando algo con Storm... Me alegré porque pensé que ibas a esperar a crecer y en ese proceso experimentar con otros chicos —Angie lo miró atentamente, Clint le sostuvo la mirada—. Ángela, te seré sincero... Yo, no creo que sea el tiempo ni el lugar para que sea algo. Ojo, no quiero decir que no se amen pero... Creo que ambos necesitan tiempo.
Ella guardó silencio reflexionando lo que acaba de escuchar.
—Natasha dijo que era tiempo de darnos una oportunidad, que ya habíamos sufrido bastante el uno por el otro —Habló con debilidad.
—Difiero de Nat. No sé, ¿No te has puesto a pensar en que quizá el destino o alguna fuerza superior no los quiera juntos? Me refiero a en éste momento. Tal vez por eso pone tantas trabas y se les sea difícil.
—No lo había pensado de esa forma —Dijo la chica pensativa—. Quizá tengas razón —Suspiró—. Pero duele... Aún así gracias —Le sonrió.
Clint le dió un beso en la cabeza, demostrando su total apoyo emocional e incondicional.
—Buenos días chicos, Uhm... Stark trajo comida por si gustan desayunar —Comentó un incómodo Steve Rogers.
Al instante Clint se separó un poco de la chica y lo miró a la expectativa.
—¿Qué tienen de buenos, cap? —Preguntó con una sonrisa sarcástica acercándose a él—. Yo te diré, el que Stark traiga comida, ¡Eso es un milagro! Ese hombre no hace nada por los demás.
Le da unas palmaditas en el hombro y se va a la cocina.
—Espera Clint, iré contigo —Exclamó la chica y el arquero se detuvo.
—En realidad —Intervino Steve—. ¿Podría hablar contigo, Ángela?
Ella miró a Clint y él se mantuvo firme para actuar si era necesario, inventar algo para sacarla de ahí no era tarea difícil.
—Por favor —Suplicó el Cap.
Ella bajó los hombros en forma de derrota y asintió.
—En un momento voy, Clint —Dijo la chica y él asintió, alejándose cauteloso.
Cuando se encontraron solos, Steve la miró.
—¿Qué pasó ayer? —Preguntó acercándose a ella quien seguía recargada en la puerta con la vista perdida.
Ella tragó saliva, no quería admitir que se estaba formando un nudo en la garganta.
—Lo inevitable, Steve.
—¿Y qué fue eso? —Preguntó de nuevo, pero ésta vez su tono era más triste que al principio.
—Parece ser que terminamos —Dejó salir en un suspiro.
—¿Así, sin más?
—Sí.
Hubo un silencio, en el que ambos reflexionaban la situación. Ángela ya daba por perdido todo mientras Steve buscaba hasta por debajo de las piedras para dar una excusa y rescatar la relación.
De pronto se le vino una idea convincente.
—Pero para eso tenemos que estar de acuerdo los dos. Y yo no quiero terminar así —Dijo con voz firme.
—¿Ah, sí? ¿Cómo quieres terminar entonces? —Preguntó la chica, mirándolo por primera vez.
El capitán se sorprendió ante la vehemencia de la respuesta de Ángela. Tomó una actitud firme. Le había quedado claro que ella ya no quería nada. Tenía que tomar una decisión que no afectara mucho la forma de convivencia con ella.
—Bueno —Comenzó dando un resoplido—, podemos terminar bien, como amigos, ¿Qué dices? No quiero que ésto nos afecte nuevamente de la forma en que afectó.
Ángela lo miró atentamente y a medida que hilaba las ideas ella sonreía levemente.
—Me agrada la idea.
—Entonces —Sonrió—. ¿Amigos? —Preguntó dándole la mano.
Ella lo miró y le estrechó la mano.
—Amigos —Exhaló con un pequeña sonrisa comprensiva.
Soltaron sus manos y caminaron a la cocina a la par. Todo se tornó incómodo por lo cual guardaban silencio.
Al llegar, Clint le sirvió un poco de comida tailandesa a la chica mientras le susurraba un “¿Qué pasó?” y ella negaba lentamente para que pareciera natural.
El arquero entiendo que no podría saber mucho así que se sentó a su lado mientras comían en silencio.
Un Thor muy alegre entró, dejó su martillo en la barra y de un momento a otro cambió su vestimenta asgardiana a una mortal.
—¿Qué hay de comer? Muero de hambre —Anunció sonriente.
Clint le explicó y él camino a servirse.
—¿Por qué tan callados, chicos? Necesitan un poco de fogosidad en su relación —Dijo dirigiéndose a los, ahora, amigos.
Steve casi se ahoga de tan sólo escuchar aquello, tuvo que detenerse y tomar un poco de agua.
Ángela lo miró fulminante.
—Steve y yo no somos nada más que amigos, Thor —Las palabras le supieron agridulces.
Estaba feliz de no tener que sufrir por sentirse incómoda con Steve pero el hecho de no estar con Steve la hacía infeliz.
—Ouh... Discúlpenme —Dijo un poco apenado.
—Está bien, ¿Verdad, Steve? Quedamos en buenos términos. No hay porqué afligirnos —Contestó restándole importancia.
—Guau, no creí que lo tomara tan bien —Comentó Clint muy bajo, pero no tanto, puesto que Ángela (quién estaba junto a él) lo escuchó.
—Claro que lo tomé bien, Clint. Es parte de crecer —Dijo con una pequeña sonrisa. Se sentía mayor y muy madura por su respuesta.
Entonces su celular vibró y al desconocer el número dudó un segundo en responder pero finalmente lo hizo.
—¡¿Qué?! —Gritó asustada—. ¿Cómo...? —Preguntó levantándose del asiento y caminando de un lado a otro—. ¡Voy para allá!
Al colgar, Clint fue el primero en preguntar lo que sucedía.
—Uh... Una emergencia, me tengo que ir. Nos vemos —comentó dejando a todos desorientados.
—¿No quieres que te acompañe? —Preguntó Steve siguiéndola.
—N-no, estoy bien, gracias —Dijo buscando su chamarra y botas de lluvia.
—¿No nos dirás lo que ocurre, Ángela? —Preguntó Thor al llegar a ellos. Se notaba preocupado.
Ella se detuvo, pensando en las cosas que debía llevar, al notar que no faltaba nada los miró.
—Mi... Mi tío ha sufrido un accidente y... Debo ir. Quiero hacer ésto sola, gracias. Nos vemos en un par de horas... O quizás más —Dijo pensativa, suspiró y caminó algo rápido a la puerta.
—Adiós —Dijo Clint.
• • •
Después de estar dieciocho horas en el hospital esperando a que Stephen saliera de cirugía, Ángela finalmente recibió noticias de su tío cuando lo llevaron a una habitación para que se recuperara.
El médico dió un diagnóstico muy optimista a la pequeña adolescente, sin embargo ella supo leer entre líneas y supo al instante que, aún que su tío estaba fuera de riesgo, nunca volvería a hacer lo que más le gustaba.
—¿Puedo verlo? —Preguntó con cautela.
—Ahora mismo está alguien, pero en cuanto salga, con gusto... Aún que está algo —Hizo una pausa para buscar la palabra correcta—. Irritante.
Ella sonrió.
—Es normal, cuando no le gustan las cosas... Se pone de mal humor.
El médico se fue y ella esperó su turno para entrar. Esperó y esperó. De pronto se le hacía que el tiempo pasaba demasiado lento, necesitaba entrar y verlo.
Se sentía tan mal por no haberlo ido a visitar en todo el tiempo que llevaba en Nueva York y ahora que ocurría algo terrible, sí quería visitarlo. Que hipócrita se sintió.
Suspiró, estaba recostada en las sillas del pasillo frente a la puerta.
La perilla giró y dejó ver a una Christine Palmer muy agotada. Ella se levantó rápidamente para quedar frente a ella.
—Ouh, hola —Saludó la urgencíologa, sorprendida de verla ahí—. ¿Cómo estás? Hace tiempo no te veía, Angie.
—Hola, Christine —Dejó salir una pequeña sonrisa y en un impulso la abrazó con todas sus fuerzas—. Lo sé, lo siento. Debí venir a visitarlos antes y no cuando una catástrofe pasara —Dijo entre pequeños sollozos.
Palmer la abrazó comprendiendo el dolor de la chica. No sabía qué decir ni qué hacer, pero abrazarla era una buena opción.
—Tranquila, él se pondrá bien. Y lo bueno es que estás aquí y ahora. Le hará bien saber que veniste —La voz de Christine era serena y ayudaba a calmarla.
Ángela asintió y se separó un poco de ella, limpio sus lágrimas y sorbió un poco la nariz.
—¿Puedo...? —Preguntó señalando la puerta.
—Claro, sólo —Dijo y buscó papel en su pijama quirúrgica—. Limpiate la nariz y esas lágrimas. Ahorita Stephen necesita vernos bien.
Ella hizo caso y cuando se encontró “bien” entró a la sala.
Inmediatamente, miró a su tío postrado en una cama con las manos y brazos colgados frente a él con un montón de tubos metálicos insertados en la piel.
Él la miró, totalmente frío y sin ningún signo de alegría.
Ella tragó saliva, se incorporó y caminó a él.
—Hola, tío Stephen —Saludó con voz quebrada.
Él simplemente la miraba.
Ella sintió que se le partía el corazón en mil pedazos. Siempre que ella lo visitaba, la cargaba entre sus manos y le demostraba su cariño en un abrazo. Por lo general le regalaba dulces y le preguntaba sobre los viajes o cosas de interés para una niña como Ángela.
Ahora sólo era una mirada fría y distante.
—¿Ángela? ¿Qué haces aquí? Creí que Fredrerick estaba en Madagascar —Dijo con voz ronca y muy lentamente.
Ella mordió su labio y se vió tentada a mentir pero no podía hacerlo si el remitente del mensaje era Stephen.
—Estoy viviendo en Nueva York desde hace algún tiempo. Perdón por no visitarte —Dijo avergonzada.
—No pasa nada, me da gusto verte por aquí.
—¿Cómo te sientes? —Preguntó inconscientemente.
—No quiero hablar sobre eso. Me deprime aún más recordar mi condición, la cual, lo idiotas que me operaron no pudieron remediar por su falta de competencia —Miró sus manos con coraje y luego a ella, suavizando su expresión—. ¿Qué ha sido de ti? No te he visto en unos cuatro o cinco años.
—Bueno... Crecí —Sonrió tímidamente—. Nada importante ha pasado.
—Tienes quince, ¿No? —ella asintió—. ¿Ya te interesan los muchachos? O, ¿Tu padre aún no te deja ir al colegio? —Preguntó un poco gruñón.
—Pues... No, no me deja ir al colegio aún pero... si hubo un muchacho —Dijo la última palabra no muy convencida.
¿Steve era un muchacho?
—«Hubo» Implica que ya no, ¿Qué sucedió? —Preguntó intrigado. Necesitaba alejarse de todo aquello que le recordara que su vida se había ido a la mierda. La vida de la chica lo mantendría ocupado.
—No, ya no fué. Terminamos porque él parecía estar incómodo conmigo —Suspiró mirando sus manos.
A ella le pareció extraño, no quería hablar de ella pero sabía que él tampoco hablaría de su estado así que se rindió.
—Es un idiota —Contestó mirando la pared—. Mándalo a volar, muy lejos Angie. Yo mismo lo golpearé cuando salga de éste basurero —La miró de nuevo—. Mientras tanto, te toca el trabajo difícil.
• • •
—¿Misión en México? —Preguntó poniéndose el paracaídas.
—Sí, en la planta nuclear. Hay una extraña energía concentrada. Necesitamos removerla sin que el gobierno se de cuenta —Anunció Stark.
—Entonces vamos a Veracruz, ¿Verdad?
—Dig dig dig, diez en geografía —Se burló Tony.
Ella rodó los ojos.
—Déjala, Stark. Está sensible —Comentó la pelirroja.
—¿Por qué? ¿Acaso está en sus días de mujer? —Preguntó tratando de ser discreto.
Ángela le golpeó.
—Auch! —exclamó Tony.
—No, Stark. Steve y yo rompimos nuestra relación, ahora estarás contento.
—¿Qué? —Preguntó él.
—Yo quiero todos los detalles —Dijo Nat levantando la mano.
—Menos mal es un viaje algo largo —Dijo Stark.
Ángela suspiró, sabía perfectamente que no descansarían hasta saber lo ocurrido. Así que, les contó todo lo que sucedió, desde el principio. No se omitió ningún detalle.
Cuando terminó de narrar los hecho, Tony se levantó y se giró a la ventana diciendo un “Yas!” luego exhaló y volvió.
—Guau, no lo puedo creer —Dijo con una ceja alzada—. Creí que Rogers era más... Tú sabes, hombrecito.
—¿En serio fue así de idiota? —Preguntó Natasha colocándose el paracaídas.
—Bueno, se portó mejor cuando quedamos como amigos —Suspiro.
—Sigue siendo un idiota —Continuó Nat.
—Creo que ya era hora de que dejaran su relación por la paz. No me lo tomes a mal pero literalmente salías con un anciano —Se acercó Tony, luego abrió la compuerta—. Hora de saltar.
Colocó su traje y salió de ahí seguido de Nat y al final Ángela.
—Pues ya qué —Anunció antes de saltar.
Ángela aterrizó y se aseguró de vaciar el perímetro, eso implicaba deshacerse de todos los guardias de seguridad del segundo edificio ya que no sabían en cuál de las dos estructuras se encontraba la extraña energía.
Los guardias fueron sencillos de desmayar ya que la mayoría no se encontraba en buenas condiciones físicas y la mayoría era de complexión robusta.
—Perímetro asegurado —Murmuró por el comunicador—. Entraré y buscaré cerca del núcleo.
—Ten cuidado, puede perder la estabilidad fácilmente —Comunicó Stark—. Trataré que se mantenga pero no prometo nada.
Asintió siendo conciente de que no la veían, pero decidió colarse entre los científicos sin causarles problemas. Se puso una bata y lentes sin aumento.
Al entrar en el área de seguridad, inhaló, no tenía conocimiento de cómo tratar con energía nuclear pero tenía la posibilidad de regresar el tiempo y pedir ayuda de Stark.
—Chicos, les habla el jefe. Necesita los reportes de ayer —Dijo con un muy buen acento al abrir la puerta. Los científicos la miraron confundidos.
—¿Los reportes? Los entregamos en la noche —Contestó uno con voz prepotente.
Ángela se encogió de hombros.
—Dice que no están y los necesita, ahora —Contestó de la misma forma.
—No puede ser, yo los entregué...
El otro lo interrumpió.
—Güey, ví entrar a Montiel después de tí. Sabes cómo es el cabrón, de seguro nos quiere chingar la madre y se los llevó.
—Verga güey. Le voy a poner una puta queja, ya no puede seguir haciendo sus chingaderas —Renegó dejando su tabla de apoyo donde estaban todos sus análisis y cálculos científicos.
El otro negó rotundamente e igual dejó sus cosas para salir secundando a su compañero.
Ella se quedó ahí mirando el núcleo de la planta nuclear, exhaló y puso seguro a la puerta para que nadie pudiera entrar.
Tuvo suerte en que sólo fueran dos los que cuidaban la planta.
Comenzó a teclear en la computadora para buscar la energía y aislarla.
Ella percibía la energía así que buscaba exhaustivamente pero con cautela. No podía precipitarse y provocar un cambio que pueda ser negativo.
—¡Lo encontré! —Dijo con la voz levemente alzada.
—¿Puedes sacarla? La planta está estable —contestó Tony.
—Eso intentaré. Aguarda un segundo —Contestó separándose del teclado el cuál había hecho abrir la compuerta del núcleo.
Debía ser precisa. Un movimiento en falso y todo acabaría en explosión y muerte como en Chernobyl.
Respiró hondo.
Sintió la energía. Pudo apreciar en donde se encontraba, decidió encapsularla en un campo de fuerza y llevarla como una esfera.
—¡Para, para, para! —Le gritó Stark—. La energía se está desestabilizando.
Bloom paró, pero no retrocedió, más bien se quedó inmóvil.
—¿Puedes regresarlo a la normalidad? —Preguntó con firmeza.
—Eso intento.
Ángela esperó pacientemente hasta que después de dos minutos, hubo seguridad de volver al trabajo.
Ella empezó a separar de nuevo la energía y encapsularla pero golpes en la puerta la hicieron desconcentrarse.
—¡Abran! —Gritó uno de los hombres que se había ido antes.
Más golpes y patadas.
—¡Están advertidos! ¡Encenderé la alarma y se pondrá feo! —Le gritó de nuevo.
Ella suspiró y se esforzó el doble. Comenzaba a sentir el sudor helado en su frente. Estaba muy nerviosa.
—Con más calma, Angie —Escuchó la voz de Tony en su oído.
No contestó y en vez de eso agilizó la situación.
—Angie... No tan rápido —Volvió a decir el ingeniero.
—¡Güey, activa la alarma! Esa vieja las pagará caro con el jefe —Escuchó la voz del hombre tras la puerta.
Ella cerró los ojos y decidió desprender la energía de una vez. Eso hizo que la alarma de inestabilidad se activara.
Stark le gritoneó en el oído, la planta estaba sobrecalentadose y eso podría provocar una explosión.
Ella terminó de formar la esfera con la extraña energía y salió por la ventana, no sin antes abrir la puerta. Tomó precauciones para que no la vieran salir de ahí.
Se dirigió a donde estaba Stark, entrando por la ventana también. Estaba en lo alto del edificio en la sala de operaciones de la planta.
—¿Qué ocurre, Stark? —Preguntó al llegar.
—¿Qué ocurre? Que alborotaste el gallinero, Bloom —Contestó enojado—. Y J.A.R.V.I.S traduce a velocidades carvernicolas.
—Bien, yo lo hago, ¿Qué piensas hacer? —Contestó al ver que la inteligencia artificial no lo hacía con eficacia.
Después de arreglar ese problema, fueron a buscar a Natasha en el primer edificio. De pronto, Stark y ella entraron en una habitación aleatoria para escapar de los científicos que sospechaban que había infiltrados.
Entonces encontraron a Natasha, en la sala de cómputo descargando información de una enorme pantalla que lucía algo rudimentaria.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó Tony, mirándola.
—Bajando información —Comentó Ángela, observando la pantalla.
—Así es. S.H.I.E.L.D necesita información y yo se la llevaré —Asintió la Rusa—. Como lo haces tú, Angie. Es un buen hábito que me contagiaste.
—¿Ésta era tu misión? —Preguntó Stark, observando todo—. No sabía que venías por separado.
Natasha lo miró.
—Vengo con ustedes, se me dieron instrucciones específicas igual que a ustedes —Le contestó llevándose la memoria con la información.
—¿Qué puede tener México que S.H.I.E.L.D. necesite? —Preguntó Ángela analizando la situación.
Era lógico que Natasha iba por separado ya que Stark y Ángela pudieron arreglarselas solos. Ahora, ¿Por qué México tendría información importante para la organización de las naciones unidas?
—No lo sé, pero Nick sí —Caminó a ellos—. Vámonos.
Salió de allí secundada por los otros dos. Caminaron con la cabeza baja para evitar ser reconocidos. No tuvieron mucho problema con salir de ahí.
—Entonces —Comenzó Nat pasando por el pasillo—. Tú y Steve... ¿Ya no son pareja?
Ángela exhaló, no quería hablar sobre ello.
—Sinceramente creo que nunca fuimos una —Contestó sin muchos ánimos.
—¿A qué te refieres? —Preguntó Stark.
Ángela exhaló.
—Él creyó que yo era mayor así que, de cierta forma no me conoció mientras estábamos juntos, ya saben, tenía una imagen idealizada de mí... No a la verdadera yo, así que... —Hizo una pausa. Estaba pensando en cómo concretar su argumento, pero nada se le vino a la mente.
—¿Qué? —Preguntó Natasha.
—Ni sé qué digo, realmente no quiero hablar sobre ello —Contestó saliendo de la plata, se quitó la bata y tiró los anteojos.
Se subió rápidamente en el Jet. Stark pidió que ella pusiera la energía en un maletín asegurado y reforzado con doble seguridad para evitar cualquier inconveniente.
Se sentó cerca de la ventana y se sumió en sus pensamientos. Necesitaba poner las cartas sobre la mesa y acabar con la agonía de la problemática con Steve.
Exhalaba de vez en cuando, demostrando su frustración por la situación. Cada vez pensaba más y más que Clint tenía razón, aún que necesitaba una señal o una excusa para dejar latente la posibilidad de regresar... Aún que sabía que era la peor opción.
«Nunca obtenemos lo que queremos... Pero yo —Sonrió—. Amo a Steve.»
Decidió descansar un poco, así que observó el paisaje, las nubes se veían increíbles, tan esponjosas y blancas. Debajo de ellas el mar azul, la clase de azul que le recordaba los ojos de Steve.
¿Qué clase de broma tan irónica de la vida se empeñaba en ponerle a su amado en cada cosa que miraba?
Luego recordó que le encantaba ver los maravillosos paisajes en cada viaje que hacia con sus padres. Entonces la melancolía la invadió. Prefirió eso a sentir una cuchilla en su pecho cada vez que recordaba a Steve.
Natasha se sentó a su lado. Le tomó la mano y ella le sonrió.
—No lo menciones, ¿Quieres? Sólo... Estoy aquí para tí, ¿Sí?
Ángela asintió, la mirada de Natasha lo decía todo. Le encantaba la amistad que llevaba con ella, no era necesario tanta habladería, sólo estar ahí.
Más allá de su misión, Romanoff ya la veía como algo más cercano a ella. Ángela era, oficialmente, su mejor amiga. Y estaría con ella, siempre que la necesitase.
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