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XXXIV «El amor lo puede todo»

En la inmensidad de la oscuridad se dió cuenta que sólo quería a Johnny para llenar el vacío que Steve había dejado. No necesitaba de Storm, odiaba admitirlo pero era a Steve al que realmente extrañaba.

Natasha entró en la habitación y se sentó al borde de la cama.

—Así que encontraste a Johnny con alguien más —Su voz sonaba tan fuerte en medio del silencio.

—¿Qué quieres, Natasha? ¿Humillarme más recordándomelo? —Preguntó con voz quebrada.

—No, he venido aquí a ayudarte a admitir que aún sientes algo por Steve y que... Bueno, no estaría mal que se den otra oportunidad.

—¿Qué dices? —Preguntó “Confundida”

—Trataste de olvidar a Rogers con su gemelo clon malvado Johnny y como era obvio, no funcionó. Ahora ve por el real, por aquel del que te derrites tan sólo pronuncia una maldita palabra.

Natasha tenía razón, pero no podía sucumbir tan fácil.

—¿Derretir?

—Sí, no te hagas la que no sabe nada, porque cada vez que él entra en alguna habitación tu cara se ilumina y te quedas mirándolo como una boba.

Ella se puso roja, era cierto.

—Bien, bien... Me atrapaste —Convino—. ¿Qué prosigue?

—Que aceptes volver con Steve, ¿Cuántas veces debo decirlo?

—Un millón doscientas tres veces, por favor.

—Ugh, eres demasiado terca. Por eso te quedarás sola.

—Auch! Que mala —Suspiró—. Bien, quizá tengas razón. Darle una oportunidad más a Steve no está de más, supongo que todos merecemos una segunda oportunidad.

—¡Bien! Ya vas progresando.

La miró divertida.

—Ay, Nat. Sólo falta que me des una Scoobygalleta —Rodó los ojos.

—Mañana te la daré, cuando vea que volvieron a ser una pareja dispareja —Rió—. Duerme y mañana te arreglas con él.

Ángela se levantó del suelo y se acostó en la cama.

—Sí, tendré qué pensar qué haré para reconciliarme con él —Dejo caer su cara en la almohada, pensando.

—Con cualquier cosa que le digas él volverá contigo, Ángela —Sonrió.

Ella suspiró.

—Eso espero, hasta mañana —Murmuró cerrando los ojos y en cuanto lo hizo se quedó dormida.

Despertó al rededor de las diez de la mañana, demasiado tarde para sorprender a Steve con un desayuno.

Se quedó pensando un momento en lo que haría. ¿Una carta? Ya lo había usado, ¿Una canción? ¡Dios! Bastante cliché, ¿Aparecer así de la nada? Bueno... Podría funcionar.

Por fin hizo su rutina de aseo, decidió volver a ser la chica de antes así que su vestimenta consistía en una sudadera roja, unos jeans azules, Vans negros y su cabello suelto.

Mientras bajaba la escalera, pensaba en donde podría estar Rogers. Los últimos días había estado tan sumergida en sí misma que no sabía qué estaba haciendo el capitán.

Para su sorpresa, estaba sentado en el sillón de la sala leyendo un libro.

A ella se le hizo lindo y lo observó por un momento, ¿Sería bueno llegar así como así? Suspiró, no había de otra.

Caminó a él y se sentó en la mesita quedando enfrente. Aclaró su garganta y Steve bajó el libro.

—¿Puedo ayudarte en algo, Bloom? —Preguntó confundido.

Ella apretó los labios, no tenía idea de cómo hacer eso.

—Sí. Necesito que hablemos, capitán —Contestó con autoridad.

Él dejó el libro de lado y le prestó atención.

—Te escucho.

—Discúlpame por lo idiota que he sido los últimos días. No era mi intención y realmente no quería hacer eso, simplemente pensaba que era una salida rápida a todo lo que estaba pasando pero no es así y... Me duele haberlo aprendido de ésta forma —Bajó la mirada—. Pero entiendo que tú eres todo para mí y no podría cambiarte ni reemplazarte porque —Lo miró directo a los ojos—. Te amo —Se levantó y en un arranque de adrenalina lo besó.

Steve le siguió el beso y ella se pudo acomodar para quedar encima de él tomándolo de las mejillas, aún besándolo. Sus labios eran tan suaves, su forma de hacerlo eran tan particular, lo extrañaba tanto. Sintió mariposas en su estómago, todo su cuerpo vibraba, sabía que le pertenecía a él.

Por su parte Steve la tomó de la cintura. Su cuerpo la reconoció de inmediato y la piel chinita se hizo presente, la extrañaba tanto, por fin la tenía entre sus brazos.

—Espera —Murmuró Steve entre besos—. ¿Qué...? —Se separó un poco y la miró—. ¿Qué te hizo tomar ésta decisión? —Preguntó confundido.

Ella sonrió y le dió un beso fugaz.

—Natasha. Estuvimos platicando por la noche y me hizo llegar a la conclusión de que... No puedo estar separada de ti por mucho tiempo.

Rogers sonrió inmediatamente, rebosaba de alegría.

—¿Por eso la disculpa y el beso? —Preguntó con la ceja alzada.

Ella asintió.

—¿Muy anticuado? —Preguntó esperando que no fuese así.

—Para nada, me encantó —Dijo antes de volverla a besar pero ésta vez con más intensidad.

Esa intensidad del beso hizo recordar la vez que Johnny quería sobrepasarse, necesitaba sentir el tacto de Steve, lo atrajo más a ella. Anhelaba que él subiera sus manos y la tocara, pero no sucedió, en vez de eso ella decidió morder su labio y bajar sus manos a la camiseta de él.

—Ouh —Murmuró Steve al sentir el mordisco y se separó.

—Lo siento —Sonrió tímida.

—Descuida, extrañaba que hicieras eso —Rió—. ¿Ya desayunaste?

Ángela negó y se levantó.

—Dejame prepárate algo —La detuvo sosteniendola de la mano.

—Yo puedo hacerlo, Steve —Lo miró sonriente.

—Déjate consentir —La llevó al sofá y la sentó—. Te prepararé mi especialidad.

Caminó a la cocina mientras ella se relajaba en el sofá, ojeando el libro que había dejado Steve de lado.

—¿Sandwich? —Bromeó.

—Que graciosa —Contestó desde la cocina—. No, es algo mucho mejor.

—Bien, dejaré que me sorprendas —Sonrió—. Por cierto, ¿Y los demás?

—Romanoff salió temprano por la mañana a una misión, Stark fue a su casa para arreglar detalles e irse a vivir allá, Thor se fue a su mundo, dijo algo de que su padre lo necesitaba, Barton está en las oficinas de S.H.I.E.L.D. y Banner está trabajando en un nuevo experimento en el laboratorio —Explicó.

—Oh, mira —Sonrió—. En ese caso, estamos solos, ¿No?

Sus pensamientos no tenían nada de inocencia.

—Se podría decir —Murmuró dejando la comida en la mesa.

Ángela se levantó y llegó a él.

—¿Tienes algo en mente? —Preguntó Steve.

—Uhm... Sí, pero me da la impresión que tú también —Se sentó en la mesa y comenzó a comer los huevos revueltos con tocino que le preparó.

—Sí, ¿Vamos al parque? Quiero hablar contigo sobre algo pero no quiero hacerlo aquí —Se sentó también, usando un tono de voz poco convencional.

Ángela asintió, sin saber muy bien de qué se trataba. Era difícil leer a Steve.

Rápidamente cambiaron de tema y se pusieron al corriente, al parecer ninguno de los dos pudo estar en paz consigo mismos estando alejado del otro.

Al terminar el café, se encaminaron a central park, caminaron por horas tomados de las manos contando historias y hablando de todo. Era sencillo pasar el tiempo así, con la persona que amas.

Llegaron al lago, donde Ángela tenía amargos recuerdos, era ahí donde lloraba y pasaba su tiempo pensando en lo cruel que era Steve con ella.

Pero ahora estaba ahí, con él... Amando y siendo amada.

—¿Pasa algo malo? —Preguntó Steve al verla afligida.

—N-no, todo bien —Mintió, lo miró sonriente.

—De acuerdo —Aclaró su garganta—, escucha... Yo quiero hablar sobre nosotros. Ahora que sé tu edad, bueno... Va a ser...

Ángela sabía por dónde iba la situación pero antes de que el capitán acabará de explicar comenzó una lluvia de balas. Steve atrajo la hacia sí dejándose caer sobre ella cubriéndola.

De pronto cesaron y se levantaron con cautela.

—¿Qué fue todo eso? —Susurró la chica.

Steve no contestó, miraba a todos lados a la defensiva.

—Que curioso lo que uno se puede encontrar caminando en el parque —Se escuchó una voz y ambos voltearon hacia donde se escuchaba—. A una chica que terminó con la mitad de nuestro ejército en menos de diez minutos —Escupió con rencor—. Y a su príncipe encantador —Soltó una carcajada sonora—. Pero no importa, todavía seguimos en pie.

De pronto, estaban rodeados por muchos hombres que se acercaban poco a poco.

—¿Quiénes son y qué quieren? —Preguntó Ángela asustada.

—¿No nos recuerdas? —su risa era demasiado forzada—. ¿Cómo está tu pierna, en la que te dispararon mis compañeros?

En ese momento recordó perfectamente de lo que sucedió en ese cuarto cuando la tuvieron secuestrada.

—Estoy de maravilla, gracias por preguntar —Murmuró molesta.

—¿Quién eres? —Preguntó Steve a la defensiva.

—Soy el nuevo jefe de los Dark criminal's —Contestó—. Pero basta de charla, he venido por tí y de aquí no me iré sin tí, Ángela Bloom.

—Sobre mi cadáver —Murmuró Steve dejándola detrás de él para atacar.

—¡Contra ellos! —Gritó el jefe de los criminales.

Comenzaron a disparar de nuevo, Ángela hizo un campo de fuerza pero eran más fuertes que ella.

Rompió el campo y ambos salieron disparados a distintos lugares para resguardarse. Se escabullian para golpear y desmayar a un par de maleantes.

Era una distracción, el jefe corrió a ella y la atrapó, le puso una pulsera para inhibir sus poderes lo cual le bajó la energía e hizo que se desmayara, pero era curioso... No podía despertar pero oía completamente todo.

Sentía que la llevaban en brazos corriendo a toda prisa hasta que cayó al piso. Entre abrió los ojos y pudo ver que su portador tenía una flecha en el hombro. Se alegró, era Hawkeye quien lo había detenido.

Su vista volvió a nublarse y era como si todo su cuerpo se apagase de pronto, dejándola escuchar y sentir nada más.

—¡Hill, lleva a D'fore a la camioneta!

—¡Sí, jefe!

—¡Barton, Rogers, vayan al lado izquierdo junto a los demás agentes!

Entendía que Fury daba órdenes y los demás las acataban. De pronto sintió todo en calma y en paz, escuchando a lo lejos el tiroteo.

—¿Qué pasa? —Preguntó con la voz ronca.

—Tranquila, todo está en orden. Quédate ahí y pasará —La voz de Hill era tranquila pero al abrir los ojos, observó que miraba por la ventanilla preocupada.

—No se escucha bien —Murmuró queriendo regresar a la normalidad.

—Lo que no está bien, es esa cosa en tu muñeca —Contestó tomándola del brazo—. Intentaré quitarla.

—Auch! Duele, duele mucho —Gritó.

—Necesitaremos llevarte al laboratorio de Stark —Contestó en voz baja dejando el brazo de la chica.

Se escuchaban gritos, balas, golpes... Pero a ella le dolía la cabeza y necesitaba paz o explotaría.

Se levantó de golpe pero Hill la frenó.

—¿Qué haces? Estás débil, vuelve a recostarte —Dijo volviéndola a poner en la cama.

Ángela hizo caso pues se mareó. De pronto todo el alboroto terminó, Ángela pudo descansar su mente pero persistía el dolor y la energía en su cuerpo era mínima.

Steve entró a la camioneta y la miró. Después llegó Clint y Fury.

—¿Qué le ocurre? —Preguntó el jefe a su mano derecha.

—Tiene un dispositivo que la debilitó en su muñeca izquierda.

—¿Qué debemos hacer? —Preguntó Steve mirándolos.

—Debes llamar a Stark y a Banner, ellos quizá pudieran quitarlo —Contestó Hill.

Fury golpeó dos veces el auto y le dió instrucciones al piloto para llevarlos a la torre, mientras tanto contactó a Stark y a Reed, ya que Bruce estaba en el laboratorio.

—¿Qué sucedió, chicos? —Murmuró Ángela, tomando su cabeza—. Creí que lo de los criminales negros había quedado en el olvido.

—¿Recuerdas la información que robaste en tu primera misión? —Preguntó Nick, ella asintió—. Resulta que entre toda esa información encriptada hay unos archivos que revelan que los Dark Criminal's son todo un ejército, sólo logramos acabar con la mitad y la otra mitad sobreviviente aún quiere quitarte tus poderes pero eso es muy peligroso, podrías morir.

—Optamos con dejarte protegida en la torre hasta nuevo aviso y más aún con esa cosa en tu muñeca —Avisó Clint.

—No puedo quedarme ahí con los brazos cruzados esperando a que alguien venga a matarme —Murmuró con la voz ronca.

—Veremos qué podemos hacer, Angie. Por mientras trata de relajarte y descansar, ¿Quieres? —La voz de Steve la calmó. Ella le sonrió y le tomó la mano.

—De acuerdo —Se rindió.

Se hizo un pequeño silencio incómodo en el que no muchos entendían lo que veían sus ojos.

Hill aclaró la garganta.

—Jefe, ¿Qué pasó con los criminales?

—Algunos lograron escapar, otros fueron arrestados por los agentes y serán llevados a la cárcel tres—Contestó.

—¿Cárcel tres? ¿Las enumeran? —Preguntó Ángela confundida.

—Sólo las de S.H.I.E.L.D.

—¿Y cuántas hay? —Volvió a preguntar.

—Tres —Contestó Hill.

—Cuatro —Contestó, al mismo tiempo, Nick.

—¿Cuatro? —Preguntó María desconcertada—. Sólo conocía tres.

—Hay mucho que debes aprender, Hill.

Y con eso, la camioneta se quedó en silencio. Miradas furtivas iban y venían de las manos entrelazadas de Steve y Ángela a los ojos de otra persona con mirada confundida, pero no tomaron mucha importancia, en realidad, no era de su incumbencia pero si querían saber lo que sucedía... Por el bien de la chica. Ya saben, por su inestabilidad con los poderes y sus sentimientos.

Al llegar a la torre, tuvieron que esperar a que Stark y Reed llegaran. Ese tiempo, Steve lo aprovechó para hablar con la chica.

—Angie, sobre lo que estábamos hablando en el parque... Yo, bueno —Pasó su mano por la nuca, señal de que no sabía cómo decir las cosas—. Ahora que se sabe tu edad, creo que es mejor mantener lo nuestro en secreto, ¿Qué dices? —La miró apenado, sabía que era mucho pedir y ella no lo merecía pero aún no estaba muy bien con lo de la edad de ella.

Ángela sonrió levemente, tratando de parecer que no importaba lo que eso significaba.

—Uh... Claro —Dijo sin pensar—. Sí eso te hace sentir mejor, así lo haremos Stevie.

—Gracias, Angie —Se acercó a darle un beso en la frente.

Nick pidió que saliera pues ya venían los genios.

La chica pensó un momento. Aceptó sin si quiera pensarlo, ¿Por qué?

Su subconsciente la traicionó, ella lo amaba e iba a soportar todo por él, incluso si eso significaba llevar una relación secreta o a escondidas con Steve.

Bufó y sonrió.

—Pero el amor lo puede todo, ¿No es así, Angie? —Se dijo a sí misma en voz alta.

Stark entró y con él los otros científicos. Colocaron unos aparatos al rededor de la pulcera y monitores para revisar signos vitales.

Stark no le dirigió la palabra en todo el tiempo que estuvieron ahí. Más bien bromeaba o intercambiaban palabras con Richards y Banner.

Pasaron horas, en las que todos trabajaban arduamente, Ángela dormía y volvía a despertar sin que hubiera mucho avance. Al parecer era bastante poderoso como para romperlo.

Llegó la madrugada, Bruce necesitaba dormir o vendría el otro sujeto y Reed necesitaba despejar la mente así que había salido al balcón a tomar un respiro.

Stark seguía empeñado en quitarle esa cosa a Ángela, estaba muy concentrado en su pantalla pero no lograba encontrar nada que pudiese ayudar.

De pronto, entró en un pequeño ataque de ira, haciéndolo golpear la pantalla. Ángela volteó a verlo.

—Maldita sea, Ángela. ¿Qué demonios hacías en el parque? —Preguntó mirándola.

—Vaya, por fin te dignas a hablarme —Murmuró la chica sin ánimos—. ¿Para qué quieres saber?

—Tengo derecho de saberlo, soy tu padrino.

—Ay, por Dios Tony, ese es un título que tú solo de pusiste —Dijo mirando a otro lugar.

—Tu padre me encargó cuidarte, es el título que él me concedió después —Caminó a ella—. Así que te lo voy a repetir, ¿Qué hacías ahí, Ángela?

—¿Para qué quieres saber de mi vida, Tony? —Preguntó volviendo la vista a él.

—¡Porque quiero saber cómo demonios te enrredaste en todo ésto! —Gritó, Ángela no contestó y él esperó unos segundos—. Bien, si no quieres hablar, será porque no quieres que te quitemos eso. Me voy, suerte con ello.

Dió media vuelta y caminó un par de pasos algo lentos, esperando réplica de la chica.

Bloom bufó.

—Eres demasiado cruel —Dijo al fin—. Fui a caminar al lago, ¿Okay?

Stark paró y giró para verla.

—¿Con quién? —Preguntó esperando que saliera de su boca un “Johnny”.

—Con... Steve —Pronunció despacio.

—¡Lo sab...! Espera, ¿Con Rogers? —Preguntó desconcertado.

—Sí, con él.

—¿Qué hacías en el lago con Steve? —Preguntó acercándose un poco más.

—Pues... Platicar. Ya sabes, de la vida, de lo bonito de central park, de la compañía, de lo lindo que fue regresar con él —Dijo lo último mordiendo su labio para que no fuera tan audible.

—¿Qué tú qué? —Preguntó en un grito—. ¿Tú y Rogers? Estábamos con que habías roto con Storm, ¿y ahora me vienes a decir que hoy regresaste con Steven?

—Eh... Sí —Sonrió grande, enseñando los dientes tratando de simpatizar.

Stark se puso las manos en la cara, las dejó caer, una en un mueble para detenerse y la miró tratando de sonreír pero salió una mueca.

—No, no, no, no y no. Ustedes no pueden estar juntos —Dijo.

—¿Por qué no? —Preguntó molesta—. No es tu decisión.

—Por que él te dobla la edad, Ángela. Entiende que el es mucho mayor que tú y eso no... Simplemente no está bien —Dijo con tono comprensivo, sabía lo que pasaba por la mente de la chica y él no tenía valor moral para decirle nada porque se había enredado con chicas menores a él.

—Ugh! Otra vez con la misma cantaleta, Stark... No va a pasar nada malo si estamos juntos, él es muy anticuado e inocente como para hacerme daño... De cualquier tipo.

—No importa, no pueden estar juntos. Steve puede ir a la cárcel si se llegan a enterar los medios —Alzó la voz, se alejó de ella.

—¿Qué dices? Pero si eso no sucederá, seremos discretos Stark. Sé muy bien las reglas del juego y nunca pondría en peligro a Steve —Murmuró con un ápice de paciencia.

Apretó los puños del enojo y espero a la réplica del científico.

—¡Tú no pero hay personas que sí lo harían! Ésta situación es más delicada de lo que crees, no estás observando todo, sólo te aferras a tu perspectiva —Se volvió a ella y la miró con enojo.

—¡Claro que veo más allá de la situación, Stark! —Gritó—. Pero tú nunca escuchas, ¡Mejor quítame ésta estúpida cosa —Empezó a forcejear—, que no me deja moverme en paz!

Al momento de terminar la oración, su mano se contrajo hacía ella haciendo que una extraña energía golpeara con la pulsera y la rompiera, entonces la fuerza del movimiento hizo que su brazo se doblará en la dirección en la que estaba Tony, lamentablemente su puño no iba solo, lo seguía un enorme bloque de tierra que se desprendió de algún lugar.

Impactó contra Tony lanzándolo por la ventana. Enseguida su traje se hizo presente salvándole la vida.

Ángela se asustó y corrió a verlo, al darse cuenta que él se encontraba bien, se desplomó cayendo sobre su espalda recargándose en la pared.

Exhaló el aire contenido en sus pulmones, dió un par de bocanadas, miró su muñeca, estaba roja por el forcejeo.

Ella intentó volver a hacer el movimiento con la roca pero no funcionó. Se levantó y se concentró para hacerlo, pensó que no sería factible ya que casi no tenía energía pero lo logró. Movió su brazo como si fuese a luchar contra alguien, con eso lo consiguió.

Hizo un par de movimientos de artes marciales y con ello pudo controlar la tierra a su antojo.

Iron Man llegó y la observó, salió de su traje dejándolo suspendido.

—No sé que haya sido eso pero no era necesario —Habló a la defensiva—. En primer lugar, ¿Cómo lograste romper la pulsera? Era muy poderosa.

—N-no lo sé, sólo pasó —Murmuró mirando sus manos.

—Luego investigaré bien eso. Pasemos a lo segundo, No saldrás con Rogers o si no, le diré a tus padres y entonces tendrás un boleto directo a cualquier país extraño en el que estén.

Ángela río amargamente.

—Suerte en hacer que te crean —Murmuró mirando aún sus manos.

—No es necesario que me crean, Nick puede mandarte a ti a cualquier lugar o a Steve.

—No importa, yo iré con él —Desafió la mirada—. No puedes hacer nada para evitar que estemos juntos, Stark. ¡Resígnate, vive y deja vivir! —Gritó poniéndose de pie y caminando a la salida.

Salió disparada a algún otro lugar que no fuera el laboratorio. Necesitaba despejarse y tomar aire pero al ver que en la terraza se encontraba Storm con Richards decidió caminar en sentido contrario, hacía a la cocina mejor.

Lamentablemente Johnny la logró ver y no dudó un segundo en ir tras ella.

—Angie, nena... ¿Podemos hablar? —Preguntó un tanto expectante.

—¿De qué quieres hablar, Johnathan? ¿De cómo te besuqueabas con otras mientras yo pensaba que todo iba bien entre nosotros? —Preguntó sirviéndose un vaso con agua, luego lo bebió.

—¿Qué? No, no, ¿De qué hablas? Quiero estar bien contigo, nena —Dice algo confundido.

—¡No me digas así! Eres un idiota Johnny, y un cínico por venir aquí y tratarme como si no hubiese sucedido nada —Se acercó peligrosamente a él, enojada.

—Escucha, sé que me equivoqué pero soy humano, no puedo ser perfecto, Angie —Se acercó un poco esperando no alterarla, ella lo miró, dándole la oportunidad de hablar—. ¿Realmente quieres tirar todo por la borda? ¿Eh? Recuerda todo lo que hemos pasado juntos, nena. No he podido olvidar aquella noche en la que me dejaste esperando un toque de tu mano —Se atrevió a tocarla, ella lo dejó—. Un beso de tus labios —Su mano libre subió a los labios de la chica tocandolos con el pulgar, ella lo dejó—. Tenía tantas ganas de oler tu aroma una última vez... —Estaba logrando hacer caer a Ángela—. ¿Estás segura de que no quieres continuar? ¿De que quieres dejar todo eso atrás? Podrías darme otra oportunidad.

Ángela lo pensó un segundo pero de inmediato negó. Aquellas palabras le resultaban familiares... Y de pronto las recordó y sonrió.

—Déjame en paz, Johnny —Contestó girando para buscar un chocolate de la alacena—. ¿Crees que soy idiota? También ví city of angels y citar sus frases no funcionará.

Él la tomó de la muñeca haciéndola girar a él.

—Por favor —Susurró con voz y ojos suplicantes.

—Ya te dije que no y ya déjame —Dijo soltándose del agarré.

—Espera...

—Storm, ya te dijo que no, déjala —La voz imponente de Steve acaparó toda la atención, caminó a ella y se puso delante, encarando a la antorcha.

Johnny sonrió y retrocedió un par de pasos con las manos en alto.

—Como diga, capitán —Dijo en tono juguetón—. Pero no cante victoria, ¿Verdad, nena? —le guiñó el ojo a Ángela.

Steve dió un par de pasos con vehemencia pero Ángela lo detuvo.

—¡Alto! No lo hagas, Steve —Gritó la chica tomándolo del brazo. Él se detuvo sin dejar de mirarlo.

—Wooow! Yo mejor me voy o la cosa se pondrá ardiente —Sonrió retrocediendo, se incendió un poco y finalmente salió.

—Sólo dilo y lo exiliamos de la torre —Murmuró regresando a ella.

Sonrió.

—Está bien, no es necesario, dudo que se pase por aquí.

—¿Segura? Detesto que te hable de esa forma tan irrespetuosa —La atrajo hacia sí para abrazarla.

Ella le contestó el abrazo.

—Descuida, no pasa nada.

—Quizá para ti no, pero a mí me pone de malas verlo junto a tí. De tan sólo pensarlo quiero golpearlo —Murmura no muy orgulloso de sí mismo.

Ella sonrió.

—Hiciste verso sin esfuerzo —Le tocó la mejilla y ambos rieron, luego ella suspiró, observando los brillantes ojos azules  de  Steve—. Yo lo sé, por ello me alejaré de él. Pero recuerda que eres el único en mi vida, sólo te amo a tí, Steven —Sonríe mirándolo a los ojos, al terminar le da un beso fugaz en los labios.

—Y yo te amo a tí, Ángela —Continúa con el beso, necesitaba más de ella.

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