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XXIV «El último intento»

Después de otra noche llena de llanto y desvelo, Ángela se levantó. Se dispuso a tomar una ducha y bajar a desayunar.

Ahí estaba Tony, terminado de comer; se levantó a lavar sus trastes.

—Buenos días, Ángela. Mañana comenzaremos el entrenamiento —Dijo Tony, mirándola llegar.

A decir verdad, Stark comenzaría ese mismo día el entrenamiento pero se dió cuenta de que ella no había podido dormir bien.

—Me parece bien; buenos días, por cierto.

Ángela fue de inmediato por algo sencillo que comer, decidió que sería cereal. Se sentó junto a Tony y comenzó a degustar su alimento.

—¿Qué es lo que ves en clases? —Indagó el ingeniero con curiosidad.

—Uhm... —Tarareo Ángela, terminando de comer—. ¿En todas las materias? Pues, estoy viendo derivadas, estadística avanzada, aparatos y sistemas en biología, mundo contemporáneo... De lo que me acuerdo, ¿por qué? —Quiso saber la chica.

—Estás algo adelantada a lo que deberías ver, me refiero a estando en una escuela normal, ¿no?

Ángela asintió.

—Pronto entraré a la universidad, y mis padres quieren que tenga bien definido qué quiero estudiar.

—¿Y qué quieres estudiar? —Preguntó Tony.

—Antes quería estudiar medicina pero ahora... No lo sé —Contestó monótona—, Pero algo que no tenga que ver con las matemáticas.

Tony se hecho a reír.

—¿Qué? No es gracioso, no me gustan —Anunció la chica.

—No es eso. Sonaste como una típica adolescente y no pude evitar imaginarte en un traje de secundaria, ¿no usas uno? Te verías adorable.

—Ewww, no. Una de las ventajas de estudiar en casa es que no usas los uniformes feos de las escuelas.

Tony seguía riéndose cuando entró Steve por la puerta. Ángela lo había sentido, escuchaba la conversación desde hacía unos momentos, había estado detrás de la pared, pero no había dicho nada, creía que comenzaba a enloquecer, pero aquél hecho, le decía lo contrario. Quizá alguna nueva extención de sus poderes.

—Buenos días —Saludó Steve áspero.

—Buenos días —Contestó Ángela, tenue.

—Buen día, capipaleta —Saludó Tony, mirándolo—. Bueno, cuentame más sobre tus materias, ¿te dan algo muy específico propio de una carrera?

—Pues... Me dan ciencias de la salud. Hay muchas cosas interesantes en esa materia, me gusta. Me inclino más hacia ella, como dije... Me gustaría estudiar medicina —Contestó Ángela, nerviosa—. Pero... También y, aunque suene contradictorio a lo que acabo de decir, me gusta mucho la física así que también pedí materias relacionadas.

La chica observó cómo se iba Steve de la cocina. Quería seguirlo, necesitaba hablar con él y era su oportunidad.

—Uh... Hablando de mis materias, tengo que ir a hacer un trabajo atrasado —Murmuró con rapidez.

—¿De qué se trata? —Preguntó el ingeniero intrigado.

—Termodinámica.

Y antes de que el magnate pudiera retenerla un poco más, la chica salió de ahí dirigiéndose directamente a la habitación del capitán que, sin tocar entró.

—Yo... Eh, disculpa al entrar de esa forma pero sé que sí tocaba y sabías que era yo... No me abrirías —Anunció nerviosa, mirándolo de espaldas a ella.

—Jamás haría eso. No dejaría esperando a... Una niña en mi puerta —contestó girándose a ella.

Él sostenía un viejo libro, que tenía pinta de haber estado mucho tiempo en un lugar polvoriento.

A decir verdad, Steve iba a decir «No dejaría a una dama en mi puerta» pero no quería usar ese termino con ella, no después de lo que le hizo.

Ángela se quedó sin palabras, miró sus manos y jugueteo con ellas.

—¿Y bien? ¿A qué has venido? —Preguntó el capitán, cerrando su libro y prestándole total atención.

—Quiero enmendar las cosas —Dijo mirándolo directo a los ojos—. Dejame explicarte...

—¿Explicarme qué? —Preguntó él con frialdad—. Lo único que quiero que me expliques es la razón por la que escapaste hace unos meses.

—Yo... Nick me dijo que tenía que decirte pero yo no quise entonces me dio dos opciones y una de ellas era regresar con mis padres...

El capitán inhaló fuertemente y caminó un par de pasos por la habitación rascando su nuca.

—¿Y por qué volviste? —Preguntó finalmente mirándola.

—Thor... Él me hizo cambiar de opinión y me ha alentado indirectamente a venir y hablar contigo. Me dijo que podrías aceptarme después de entenderme y comprender que la edad es sólo un número —La frágil voz de Ángela parecía de súplica.

—Thor se equivocó —Comenzó alzando las cejas pero mirando el piso.

—Escucha, sé que te sientes traicionado Steve, pero tienes que entender que mis acciones no fueron en mala intención yo creí que...

—¿Creíste que no me sentiría así? ¿Traicionado? ¡Confíe en ti, Ángela! Ahora no puedo imaginarte de otra forma más que burlándote de mí después de una de nuestras citas o algún gesto romántico —Las palabras de Steve contenían odio puro, realmente estaba resentido con ella.

—Lo entiendo, Perdóname —Respondió en un hilo de voz, sus ojos le picaban de nuevo y el nudo en la garganta le evitaba hablar. Tragó fuertemente- Te aseguro que yo jamás me burlé de ti. Nunca —Aseguró con determinación y su cara un tanto roja—. Mi corazón te pertenece.

Confesó la chica viéndolo directo a los ojos, él le sostuvo un momento la mirada. Ella lo pudo ver, pudo ver que sentía lo mismo que ella: amor, pero en su corazón, predominaba aquél sentimiento de traición.

—Será mejor que se vaya, señorita Bloom. Será descortés que dos compañeros de trabajo estén en una habitación —Dijo sin mirarla.

Ángela suspiró y derramó una lágrima que inmediatamente limpió, se giró y caminó a la puerta.

—A partir de ahora, Ángela, seremos completos extraños. Simples compañeros de trabajo —Sentenció el capitán, antes de que ella si quiera tocara la perilla.

Ángela no tuvo más opción que asentir y salir de ahí lo más pronto posible.

Se encerró en su habitación, se metió en las cobijas de su cama y dejó salir todas las lágrimas que contuvo frente a Steve. Odiaba que la vieran llorar, pero más odiaba llorar, se le hacía un signo de debilidad pero no sabía que al sacar todo, se liberaba poco a poco y después sólo quedaría la claridad. Como cuando tienes una ventana llena de suciedad, la lavas con agua y finalmente puedes ver más allá.

Pensó en lo que él había dicho, también confió en ella y ella lo decepcionó. ¿Había alguna posibilidad de que él volviera a confiar en ella? No lo sabía. En esos momentos Steve era un enigma.

Natasha entró unos instantes después, Ángela quiso dejar de llorar pero no lo conseguía, sabía que había hecho pasar a Nat por eso antes y no quería ser fastidiosa.

—Llora, es mejor para ti. Y aquí estaré para escucharte... Ya que para hablar no soy muy buena —Dijo la agente, acariciándole el cabello, ella se había sentado en el borde de la cama y la observaba llorar.

—Gracias, Nat —Contestó con voz ronca y sollozante—. Pero no quiero ser molesta.

—No lo eres, vamos, desahógate.

Ángela soltó un llanto y se abrazó de sí misma.

—Gracias, Nat. Que estés aquí y me apoyes... En verdad lo aprecio —Dijo en medio de lloriqueos.

—Eso hacen las amigas, ¿no? -dijo de forma convencional, Ángela asintió sin dejar de llorar—. Uhm... ¿No puedes regresar el tiempo y cambiarlo? Sería una solución a tu problema.

Ángela negó y sorbió su nariz.

—Sólo puedo ver el pasado, no cambiarlo. O sea, ya estoy jodida, amiga —dijo soltando el llanto nuevamente. El papel de rollo era su aliado en los últimos días y había por todas partes en su habitación.

—Ay, no —Murmuró Natasha—. Bueno, sabes que Steve está echo a la antigua y para él eso está mal. Además que es mal visto por la sociedad, sin mencionar que es ilegal.

—¡Ya lo sé! Pero tenía un poco de esperanza cuando él me dijo que me amaba, pensé "Me acepta tal y como soy, no será problema mi edad" ¡Pero que tonta fui! —Ángela seguía sumergida en el sufrimiento.

—No eres una tonta, sólo... Un poco inocente.

Natasha no se fue hasta que logró hacer que Bloom se durmiera, lo cual implicó pastillas para el sueño, pero no surtieron mucho efecto, sólo durmió un par de horas.

No quería estar en la cama, le resultaba deprimente que ahora su mundo fuera llorar, sufrir, lamentar, papel higiénico, sonar su nariz y los constantes pensamientos de culpabilidad.

Buscaba una libreta en donde anotar todo su sentir y quemarla, decían que funcionaba.

Al tener la libreta y su pluma, no escribió palabras grotescas o algo malo, sino que comenzó con un par de versos que no tenían tanto sentido.

Canalizó sus sentimientos y al escribirlos se liberaba algo espectacular.

Al amanecer, Tony la encontró tachando palabras, escribiendo otras al azar, tratando de dar sentido a un verso y que encajara con su sentir.

11 de julio

Is it too much?
«¿Es demasiado?»
Or too fast?
«O, ¿muy rápido? »
Or too forward?
«O, ¿demasiado lejos?»

•Me enamoré• •No quiero renunciar• •Necesito seguir• •Amar• •Sola• •Huir• •Camino•

I don't wanna tell a lie
«No quiero decir una mentira»

I wanna know which way to go
«Quiero saber por donde ir»

—¿Qué es todo esto, Ángela? —Preguntó, cruzándose de brazos, como el típico tono de padre.

—Es sólo... Una tontería —Contestó sin dejar de ver su libreta.

—Dejame ver —Se acercó.

—¡No! —Chilló tomando su libreta entre sus manos.

—Bien... Bien —dijo Tony retrocediendo, al ver que un aura violeta se desprendió de ella de forma violenta—. Hoy empezamos el entrenamiento.

El tono suave de Tony la tranquilizó y con ello el aura desapareció.

—Oh, bien... Dame cinco y voy —sonrió forzadamente.

Tony aceptó, le informó del nuevo lugar donde entrenaría y la dejó sola. Ángela se levantó, cepilló sus dientes, se puso su cabello en una coleta y se cambió a un pants negro y un top del mismo color.

Bajó rápidamente y se presentó con Tony en su estudio donde tiene sus armaduras.

—Aquí estoy.

—Bien, ¿Estás lista para mí nuevo programa de ejercicios? Creí que era aburrido seguir una rutina de ejercicios convencional así que... Construí, junto a J.A.R.V.I.S un algoritmo en el que tienes que ser muy ágil. Cuando yo diga "ahora" comenzaran a volar cosas y tendremos que esquivarlas o usarlas para que no nos golpeen. ¿Entendido? —Explicó el ingeniero.

—Sí, me parece genial.

Tony dijo la palabra y aspiradoras, muebles, televisiones, libros, sillas, entre otras cosas, comenzaron a volar. Ángela fue golpeada por la mayoría de ellas. No era que no supiera qué hacer, sino que no se sentía bien para hacerlo.

—Intentaremos otra cosa —Anunció Tony, levantándose del piso con una mano en la cadera, al parecer la lámpara que lo golpeó lo había lastimado mucho.

Ángela asintió mientras se encontraba en el piso ya que su cuerpo dolía por todo lo que la golpeó.

Tony tenía tantos inventos y tantas cosas qué hacer que no desilusionó a Ángela pero ella no estaba en las mejores condiciones.

Al terminar, inmediatamente Thor se la llevó a practicar con sus poderes.

—Hoy haremos algo diferente —dijo el dios abriendo el libro donde venían las enseñanzas a Ángela.

—¿Y qué es?

—Aprenderás a usas tus poderes como arma protectora —Contestó con emoción.

—¿Y eso cómo lo haré? —Preguntó crédula.

—Canalizarás tu poner en el centro de tu ser y la llevaras a alguna extremidad, así saldrá en formas que puede defenderte.

Thor le dio a mirar el libro y le indicó que tomara la misma posición que el dibujo que se mostraba.

Juntó sus pies, se puso derecha y sus manos a la altura de la boquilla del estómago con los codos de fuera, cerrando los ojos.

—¿Recuerdas que te he dicho que dejes fluir tu poder? —Escuchó la voz de Thor a su derecha aproximadamente a dos metros de ella.

Ángela asintió.

—Haz exactamente lo mismo, pero...

—Que llegue a mi centro, vale —Murmuró nefasta.

Ella lo hizo, primero hizo fluir su poder pero canalizándolo en el centro de su pecho.

—Muy bien, ahora eleva la mano —Dijo Thor.

Ella lo obedeció y abrió sus ojos para dar en una diana al otro lado de la habitación.

Contuvo el aire, concentrándose y en la punta de sus dedos salió una pequeña linea violeta bruscamente haciendo que Ángela cayera de espaldas.

La pequeña masa de poder rebotó por las paredes y finalmente cedió ante el martillo de Thor.

—¿Qué fue eso? —Preguntó Ángela, asustada, aún en el suelo.

—Eso es lo que eres capaz de hacer, Lady Ángela —Respondió el dios, ayudándola a levantarse—. Vamos, inténtalo de nuevo.

—Bien —Contestó, tratando de tranquilizarse.

Hizo todo el procedimiento de nuevo pero la chispa violeta salió sin control, otra vez. Así lo repitió varias veces, sin conseguir controlar ese pequeño impulso.

—No estás concentrada —Dijo Thor, finalmente.

—Estoy bien.

—No, no lo estás. Habías tenido buen rendimiento y aprendizaje rápido. Este día no.

—No estoy en mi mejor momento, eso es todo —Contestó estando aún en el suelo.

—Eres una mujer muy fuerte, Lady Ángela, no deberían subestimarte de la forma en la que lo hacen. Estoy seguro de que sabrás exactamente cómo salir de ésta y conseguir lo que quieres —El dios se inclinó y la miró sonriente.

Ella lo miró con los ojos cristalinos.

—Eres el primero que lo dice, gracias.

Su voz estaba frágil, delataba sus ganas de llorar.

Pero extrañamente eso le dio fuerzas para continuar con el entrenamiento, poco a poco lo dominaba mejor y con las palabras de aliento que le daba el dios la hacían tomar el mando de sí misma.

• • •

Esa misma tarde, Fury llamó a Ángela para que fuera a un viaje en Helicarrier, no tenía idea que iba a ir a una misión, pero aceptó sin mucha explicación. Jamás había subido a uno y estaba maravillada con todo lo que habitaba dentro de esa máquina voladora.

—Irás a una misión con Barton —Anunció el jefe llegando a ella.

Ángela no le prestó atención, estaba viendo su expediente en una pantalla semitransparente.

—Thor me informó sobre tus avances hoy, así que te será pan comido —Prosiguió Nick.

—Ajá, ¿Y qué tengo que hacer? —Preguntó la chica sin interés.

Fury la tomó del hombro y la empujó suavemente hasta una compuerta del Helicarrier.

—Justo a nuestros pies hay un enfrentamiento que se nos ha dado ordenes de detener, tu objetivo será total sigilo, nadie debe enterarse de qué pasó. Por eso, eres de vital importancia, pararás el tiempo y Barton sabrá qué hacer —Explicó.

Ángela iba a responder pero lo único que salió de su boca fue un grito ahogado debido a que Nick la aventó por la compuerta, sin paracaídas. Poco después Clint la atrapó en el aire, llegando a tierra sanos y salvos.

Se escondieron detrás de una gran roca, Ángela hacía lo suyo con el tiempo y Clint lo propio de él con las flechas, se detuvo el enfrentamiento y se cumplió la misión exitosamente.

Un helicóptero los esperaba a quince kilómetros de donde se encontraban, así que tuvieron que caminar, adentrándose en un bosque. Clint quería aprovechar para mostrar su apoyo como compañero de trabajo.

Nat le había contado todo y pese a que él no estaba de acuerdo con las ideas de la pelirroja, tenía buen corazón y haría lo que estuviera en sus manos.

—Y... ¿Qué se siente salir con un anciano? —Quiso bromear.

Ángela lo miró con el ceño fruncido.

—Eh... Bien, un poco de asco —dijo sarcástica y luego sonrió—. ¿Cuántos años tiene? ¿Noventa y ocho? ¿Cien?

Clint sonrió, feliz de que le siguiera la broma.

—Pues te felicito, no cualquiera se atrevería a estar con él. Eres muy valiente.

—Gracias, señor Barton —Dijo ella sin gracia.

—No deberías estar triste por él, tienes una vida por delante. Recién comienzas tu viaje —Dijo el arquero con amabilidad.

Ángela suspiró.

—Lo sé, pero no es así solamente —Dijo la chica—. Yo nunca había sentido ésto que siento por Steve. Él... Me hizo experimentar nuevos sentimientos hacia alguien ajeno a mi familia.

—Ah, la ilusión del primer amor —Asintió él—. Sé que es difícil olvidar todo aquello, pero quedate con los bonitos recuerdos y continua.

—Es fácil decirlo para ti. Tú no estás sufriendo —Dijo con amargura.

—Pero una vez lo hice —Contestó—. Una vez sufrí y sentí como si me mataran por dentro... Ahora mírame, soy feliz con Nat.

Clint alzó los brazos con una gran sonrisa, Ángela se detuvo a mirarlo con expresión confusa.

—¿Sabes? —Preguntó la chica volviendo a caminar—. Todos los que me han buscado lo hacen por dinero, al saber mi apellido... Sólo quieren que les cuente de la riqueza de mi padre, se quieren aprovechar del dinero que tengo... Steve, yo sentí que él me quiso de otra manera... De forma sincera y sin algo a cambio.

—Oye, todos en la torre te quieren y no por tu riqueza.

Ángela sonrió y se le humedecieron los ojos.

—Cuando llegué aquí, a S.H.I.E.L.D, sólo quería demostrar que soy fuerte... Mírame ahora —Hizo una pausa—. Nunca pensé que... —la chica le miró sonriendo levemente—. Se convertirían en mi familia. Y sería débil ante uno de sus integrantes.

—No eres débil, sólo... Muestras parte de tu humanidad. Además, estoy seguro de que Steve te quiere, te aprecia mucho pero para él, la edad es un impedimento para estar contigo... Quizá en unos cuatro años...

—Ugh, cuatro años es mucho. Me resigné, viviré sola y con cuarenta gatos en una mansión en Manhattan para ese entonces —Bromeó la chica, aunque no mentía del todo.


El arquero rió. Las ganas de llorar de Ángela se contuvieron un poco más.

—Vamos, no seas tan mala contigo. Seguro estará Steve en medio de esos cuarenta gatos.

—No lo creo —Aclaró su garganta—. Fuera de broma, él fue muy duro conmigo, aún recuerdo sus ojos llenos de frialdad... Mirándome —Suspiró—. Luego su estúpida frase de "Sólo somos compañeros de trabajo".

—Ah, claro... La frase —Repitió el arquero—. Escucha, Steve sólo está dolido pero eso no le quita el inmenso amor que te tiene —Ángela lo miró—, creeme, soy hombre y sé de ese tipo de comportamientos. Pero creo que debes ser fuerte ahora, limpia tus lágrimas y sonríe, demuéstrale a Steve que si no se pone las pilas, se le irá lo más hermoso de su vida: tú.

—No creo que se ponga las pilas, Clint. Lo vi muy decidido a echar todo por la borda —Contestó ella, volviendo a caminar.

—Entonces dejalo ir.

Ángela no contestó, siguió su rumbo sin verlo. No tenía ganas de humillarse a sí misma diciéndole que no estaba dispuesta a rendirse tan fácil con él.

—Por lo que veo, no quieres dejarlo ir, ¿cierto? —volvió hablar el arquero.

—Cierto, perderé mi dignidad... Si es que aún tengo —Contestó suspirando sin quitar la vista del camino.

—No lo veo de esa forma —dijo Clint—, de hecho, lo veo bastante bien. Si quieres algo, ve por él... Pero que no pase de una semana, porque sino, si sería humillarte y no estás para esas cosas, Angie —se detuvo frente a ella—. Tienes tres días, sino quiere ¡que de vaya al diablo!

—Bien, bien —Contestó ella sonriendo por su expresión—. Pero ni si quiera sé por donde empezar.

—Uhm... Horneale un pastel, hazle una carta... a él le encantan las cartas...

—Comencé a hacerle un poema pero... He tenido una melodía en mi cabeza en piano que le haría bien a los versos.

—¡Perfecto! A Rogers le gustan los poemas y con melodía, mejor.

—Sí, pero aún no está listo y no sé si en tres días pueda estar —Contestó la chica sin ánimos.

—Entonces, sí vivirás en una mansión en Manhattan con cuarenta gatos... Sin Steve —bromeo el arquero—. Tú puedes, lo harás.

Que alguien confiara en ella le dio fortaleza y la hizo sentir mejor. Le sonrió con los ojos cristalinos, era una pequeña sonrisa sincera y para nada forzada.

—Gracias Clint. Lo haré y si no resulta... Bueno, será una experiencia de vida, después de todo me falta mucho por vivir —Dijo limpiándose los ojos, el arquero la miró y sonrió afirmativamente—. Oye, ya me cansé.

—Y aún nos faltan... Uhm... Díez kilómetros —anunció.

—¿Y por qué estamos caminando si tengo poderes? —Preguntó retóricamente deteniéndose.

—Buena pregunta —Señaló Clint parando con ella.

Ángela cerró los ojos y visualizó el helicóptero, lo que le permitió abrir un agujero de gusano.

—Primero los caballeros —Dijo amablemente Ángela, dándole el pase.

—Gracias, es usted muy caballerosa -rió Clint y pasó, seguido de ella.

Ángela soltó una pequeña carcajada dándose cuenta que podía divertirse a pesar de su circunstancia. Aún tenía esperanza.

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