XXII «4 de Julio»
Después de cuatro meses de entrenamiento, citas con Steve, aprender más sobre sus poderes y acabar con otro ciclo de enseñanzas escolares, Ángela junto con los vengadores estaban preparando una sorpresa para el cumpleaños de Steve y para celebrar la independencia de Estados Unidos.
Ángela había comenzado a buscar el regalo perfecto desde hacía dos meses pero no encontraba nada que sintiera que le gustara al capitán, hasta que el buen Tony Stark le ayudó.
Junto con Natasha, logró preparar la comida para celebrar, irían al espectáculo que hace Nueva York todos los años.
Despertaron al capitán con un pastel delicioso con los colores de la bandera de la nación. Se aseguraron de entrar a su habitación a las cuatro cincuenta de la madrugada así lo sorprenderían mientras dormía.
—¡Feliz cumpleaños, Steve! —Gritaron todos, y Ángela se acercó para que apagara la vela.
Steve se alarmó al escucharlos pero de inmediato se tranquilizó al ver a su amada novia frente a él.
—Gacias, chicos —contestó sonriente, sopló a la vela y la apagó.
—Yupi, ¿Ya puedo ir a dormir, Angie? —Preguntó un somnoliento Tony.
—Sí, ve —Contestó la chica riéndose.
—Genial, adiós. Los veré en tres horas —se despidió.
La mayoría se fue y sólo quedó Ángela.
—Tengo el día entero planeado —Le dijo poniendo el pastel en la mesa de noche.
—Suena a que no me voy a aburrir —contestó él, levantándose y caminando a ella.
—Noup, no lo harás. Desayunaremos, tendremos una comida, abrirás los regalos e iremos al parque frente al puente de Brooklyn a ver los fuegos artificiales y después de eso ¡Yo te daré tu regalo! —Confesó emocionada.
—Suena increíble —le contestó el capitán suavemente y la besó.
Ella le siguió el beso lenta y suavemente.
—Lo es —Susurró cuando se separó un instante, aún tenía los ojos cerrados y volvió a besarle.
Ángela salió de la habitación de Steve para irse a bañar, preparar el desayuno y arreglar la comida.
Todos desayunaron felizmente mientras contaban historias divertidas, casi todas interrumpidas por algún comentario sarcástico de Tony.
—Siendo hoy el día de la independencia de su nación, quiero saber la gran historia de cómo sucedió, quienes fueron sus héroes que los despojaron de la esclavitud y quienes les devolvieron la libertad —Habló el dios del trueno.
—¡Ja! Te reirás demasiado si esperas una épica historia —comentó Stark.
—¿De qué hablas? —Preguntó Thor.
—Lo que pasa, es que la independencia se dio por el té —Anunció Clint.
Thor soltó una carcajada grave.
—Ya enserio, quiero escuchar la verdadera historia —Comentó sonriendo.
—Uhm... Thor, Clint tiene razón —Dijo Jane.
—¿Qué? ¿Qué hizo el té para que les dejara gozar la libertad? —Preguntó confundido.
—Gran Bretaña tenía trece colonias aquí en estados unidos —Habló Ángela—. Ellos extraían el té y lo exportaban a Inglaterra. Un día, a los ingleses se les ocurrió elevar el costo del té, así que las colonias se enojaron y hundieron un barco lleno de té en boston, lo que los impulsó a revelarse y luchar por la libertad.
—Ahí tienes tu épica historia, Thor —Dijo Tony—. Digno de los oídos de un dios —Se burló.
—Claro... No era lo que esperaba pero, suena... Interesante.
Ángela rió al ver su expresión y su risa contagió a todos en la mesa.
—A decir verdad, es la consecuencia de problemas políticos que implementó el rey Jorge III al concluir la guerra de los siete años contra Francia —Comentó Tony, ésta vez más serio.
—Además las ideas de la ilustración procedentes de Francia llegaron a los colonos, lo que impulsó a Benjamín Franklin, Thomas Jefferson y George Washington a tomar las riendas de la independencia de las trece colonias —Continuó Ángela.
—El té sólo fue una excusa para empezar la guerra de independencia —Concluyó Natasha.
—Eso es más convincente —Dijo Thor sonriendo.
—Y gracias a ellos, hoy somos un país libre —Dijo Steve.
—Yo propongo un brindis —Dijo Ángela—. ¡Por la libertad! —Alzó su bebida—. Porque nos ha dado a un gran héroe, Steve.
Los demás alzaron sus bebidas y Tony, muy apenas lo hizo, con un bufido.
—Por la libertad —Murmuraron todos y bebieron.
De pronto, ella sintió vibrar su celular, lo miró y se impresionó del remitente. Se disculpó, limpió su boca y salió a la terraza a contestar.
—¿Hola? ¿Papá? —Preguntó al contestar, estaba nerviosa.
—¡Hija! Que bueno que contestas, disculpa que apenas te llamamos, pero ya sabes como son los negocios —Habló su padre detrás del teléfono.
—No... No hay problema, lo bueno es que... Llamaron —Dijo la chica con la voz ronca, tenía lágrimas en los ojos de felicidad.
—¿Estas bien, cariño? —Habló su mamá.
—¿Estás enferma? Tu voz suena ronca, princesa —Su padre habló dulcemente.
—No, yo... Estoy bien —sonrió ella, sorbió la nariz y limpió sus lágrimas—. Es sólo que me alegra mucho que me llamaran.
—Oh, cariño —Exclamó la madre con ternura.
—Ay, princesa. Prometemos que trataremos de llamar más seguido —Aseguró Frederick.
—Descuiden, llamen cuando puedan. Pero me ha puesto muy feliz su llamada —Ángela habló con una sonrisa en su rostro—. Sé que están ocupados, pero me haría bien una llamada de vez en cuando—Sorbió otra vez su nariz y cayeron lágrimas de sus ojos.
—Estamos tranquilos de saber que estas en S.H.I.E.L.D —Dijo su padre—. Ellos cuidan de ti por nosotros, pero llamaremos más seguido.
—Te amamos, Ángela —Escuchó la dulce voz de su madre y cayeron más lágrimas.
Ella aclaró su garganta y suspiró.
—Yo también los amo, papas —tragó saliva—. ¿Cuando vendrán? —preguntó ella en medio de un susurro.
—Eso es complicado, nena —Dijo su mamá.
—Estamos en Japón en estos momentos y tenemos un vuelo a la ciudad de México. No tenemos negocios por el momento en Nueva York pero... Haremos lo posible por ir en acción de gracias —Dijo su padre, algo distante.
—Uh... Claro —murmuró ella, decepcionada.
—Bueno hija, tenemos que irnos. Ha sido bueno hablar contigo y de verdad que se te extraña en los vuelos. Nos vemos princesa.
—Adiós, cariño. Te portas bien, nos veremos pronto, te amamos —dijo su madre y colgó antes de que ella contestará.
—Adiós, papás —murmuró la chica colgando el teléfono y mirando al piso—. Yo también los extraño.
Ella se quedó ahí por un largo rato, pensando en lo fugaz que fue ese momento con sus padres, terminó sentada en una banca que daba la espalda a la hermosa vista de la ciudad.
—¿Todo en orden? —Preguntó Steve al verla con los ojos un poco hinchados y llorosos.
Ella lo miró asustada, no esperaba su llegada, así que limpió sus ojos y sorbió su nariz.
—Sí, yo... Estoy bien —Dice con una sonrisa forzada.
Steve caminó lentamente a ella observándola, se sentó a un costado y la miró.
—No sabes mentir —Le toca la mejilla—. ¿Qué sucede? Saliste corriendo del desayuno.
Ella miró el pisó y luego el celular.
—Llamaron mis padres... Después de cinco meses de no saber nada de ellos. Me dijeron que quizá... Pudiera ser, que vinieran en acción de gracias —Suspiró.
—Bueno, por lo menos hablaron —Intentó animar.
—Sí, su vida está tan ocupada que nunca tuvieron tiempo para su única hija —bufó ella.
—Te llamaron éste día especial. Es un avance.
—Lo sé... Pero, es difícil saber que no eres tan importante que no puedan darte un poco de tiempo de calidad.
—Tus padres trabajan para darte lo mejor, no los culpes. Quieren que estés cómoda y quizá no ven que lo que te falta es que estén contigo, así que tu eres la encargada de hacérselos saber.
—Viendolo así, tienes razón —Suspiró—. Gracias Steve. Y perdón por arruinar tu cumpleaños.
—¿De qué hablas? No lo has arruinado —Contestó con una sonrisa.
—Bueno, dicen que cuando alguien llora en un cumpleaños, le va mal al cumpleañero —Dijo con una pequeña sonrisa.
—Serán sólo leyendas —contestó el capitán con tono grave poniendo un mechón de pelo tras la oreja de Ángela.
—Como tú, capitán —contestó con una sonrisa y le besó.
Ella solía morder en cada beso que se daban y eso siempre le volvía loco a Steve.
Natasha los interrumpió pues, Ángela había prometido ayudarle para su cita con Clint.
• • •
—Estás quedando hermosa —Dijo Ángela mientras terminaba de tomarle en una coleta una parte del cabello. Le hizo ondas en la parte del fleco y le dejó unos cuantos cabellos sueltos que le sentaban bien.
—Sí, me gusta —contestó la chica pelirroja.
—¿A dónde irán? Hoy es un día especial —Dijo Ángela sonriente.
—No lo sé, Clint dijo que tenía todo planeado.
—Bueno, prometeme que me contarás todo —Contestó la rubia emocionada.
—Claro, sólo si tu me cuentas todo lo que suceda con Steve —Dijo la Rusa un tanto sarcástica.
—Yo te cuento todo —contestó—. Lo juro —Levantó la mano en señal de juramento—. Pero si no me quieres contar cuando tengan sexo salvaje, esta bien.
—¿De qué hablas? —Preguntó Nat mirando a la chica a través del espejo.
—Uhm... Ya sabes, las citas de los adultos terminan en sexo —Contestó tranquila.
—No me digas que tu y Steve... Ya, tuvieron —Dijo mirándola directamente.
—No, aún no —contestó con un tono carmesí en las mejillas, mirando el cabello de Nat y pretendiendo que faltaba por arreglarlo.
—Más vale que ese «Aún» dure un par de años más —contestó Nat volviendo a mirar el espejo.
—Bueno, bueno... Cuentame tus experiencias para sacarme de dudas —dijo la chica rubia apagando la plancha del pelo y cruzándose de brazos.
—¿No te han dado educación sexual o algo? —Preguntó Natasha.
—Sí, pero no es lo mismo. Acá te dicen cómo no quedar embarazada o contagiarte de una enfermedad. Y tú me hablaras de las cosas que suceden durante el coito —Explicó Ángela.
—No pienso hacer eso. Busca en internet o algo —anunció la chica yéndose a cambiar a su vestido color perla.
—Ah, claro. Deja a una pobre chica desamparada —Gritó Ángela victimizada. Después rió.
—Ya estás grande, basta de esos juegos , Bloom.
—Está bien —sonrió—. Iré a avisarle a Clint... Por cierto, hacen una linda pareja.
—Gracias —Contestó Nat—. Dile que me espere en la sala.
—Okay.
Se pasó el tiempo volando, cuando menos esperó, ya habían terminado de comer y era hora de abrir los regalos de Steve, Ángela los reunió a todos antes de que Nat y Clint se fueran a su cita, para darles los regalos al capitán.
Barton le regaló unas mancuernas en forma del escudo, Banner le dio un perfume, de parte de Pepper y de Tony unos trajes elegantes, Thor y Jane le llevaron un licor añejado de más de mil años y Nat le regaló una navaja suiza.
—Gracias chicos, me han gustado mucho —Sonrió Steve.
—Falta el de Ángela —Dijo Tony mirándola con una sonrisa.
—El mío se reserva para la cena —contestó la chica rubia, diciéndole a Tony con la mirada que se callara.
—Como digas, ya será hora del espectáculo de pirotecnia —Anunció Stark.
—¡Sí, vamos! —Chilló Ángela.
Todos salieron pero cada quien se fue con su respectiva pareja... Excepto Banner, él se quedo en el laboratorio.
Al llegar al puente de Brooklyn, fueron a sus lugares previamente reservados. Contemplaron los juegos artificiales, que eran espectaculares.
Para Ángela era difícil mirar el espectáculo, pues Steve lucia radiante, estaba muy contento y ella no podía dejar de verlo, cada vez que él la miraba ella volteaba a los fuegos artificiales, apenada.
Él sólo sonreía.
Estaba ansiosa de darle el regalo, pero debía esperar a llegar a la torre.
Después de comer perros calientes y caminar un rato por la ciudad, regresaron a la torre. Para éstas alturas, Steve tenía curiosidad de saber qué le regalaría su novia.
—¡Vamos a tu habitación! Ahí te daré tu regalo —dijo Ángela al llegar a la sala.
—De acuerdo, vamos —Él la tomó de la mano y la llevó.
Ella cerró la puerta con seguro y sacó una cajita de su bolso. Era de cartón con un moño azúl.
—Sé que te gustará —Ángela se lo dio con una sonrisa.
Él la miró y sonrió, ansioso por saber de qué se trataba.
La expresión de Steve al verlo no tuvo precio, estaba atónito, no se la creía, Ángela se sonrió.
—¿Cómo...? ¿Dónde... La encontraste? —Preguntó Steve realmente sorprendido.
—Tengo mis contactos —Comentó feliz.
Steve sacó de la pequeña caja, su vieja brújula que había usado en la guerra, sin esperar nada, la abrió y vio la foto de su amada Peggy, sonrió al verla.
Alzó la vista y miró a Ángela, algo incómoda.
—Es el mejor regalo de todos, gracias. Creí que se había perdido... Yo, de verdad... Muchas gracias Angie —se acerco a abrazarla.
—No es nada, sabía que te gustaría tenerla. Ella fue muy importante para ti —Dijo mirando la Brújula.
—Sí, lo fue y me has dado un pedazo de mi pasado. Pero ahora tú lo eres todo para mí —Dijo él, acercando a abrazarla y besarle la cabeza—. Eres mi presente.
—¿De verdad? —Preguntó ella mirándolo a los ojos.
—Por su puesto.
—Entonces estás preparado para el segundo regalo —Dijo ella mirándolo coqueta.
—¿Hay más? Cada vez me sorprendes más —Dijo sonriéndole, después le dio un beso en los labios.
Ángela le siguió el beso, paso sus manos por el cuello de él, profundizó el beso y se volvió más pasional. De pronto bajó sus manos a la camisa azúl de Steve y comenzó a desabotonarla, él al darse cuenta la separó un poco.
—¿Q-qué haces? —Preguntó sonriendo pero desconsertado.
—Vamos, sólo dejate llevar —Dijo Ángela volviéndolo a besar y continuar su labor. Logró quitarle la camisa.
Ella continuó con su vestido negro de seda hasta que lo bajó y quedó en paños menores. Steve la miró y por un momento cayó en su encanto. Pero no lo haría, no podía... No aún.
—Ángela... —la separó de él—. Angie, no.
Ella paró en seco, pues estaba comenzando a darle besos por su cuello. Le miró con el ceño fruncido.
—¿Qué dices? —Preguntó algo molesta.
—Digo que... No quiero... —Respondió apenado.
Ella levantó su vestido y caminó a la puerta.
—Hey! Espera —Dijo el capitán deteniéndola y volteándola para verla.
Ella lo miró furiosa, estaba realmente molesta. A nadie le había dado la oportunidad de algo así y él la botaba como si fuese nada.
—No te enojes... Yo, no quiero hacerlo ahora porque no sería especial —Dijo el chico rubio, tratando de enmendar las cosas.
Ella no cambió su expresión.
—Vamos, Angie. Eres hermosa y realmente me gustas pero... No ahora —Suspiró para tranquilizarse—. Por favor, ¿Qué puedo hacer para que la bella dama enfrente de mí no esté enojada?
—Sabes muy bien qué hacer —contestó molesta.
—Que no implique sexo —Dijo suspirando.
—Es que no es sexo, Steven —su tono de voz era duro—. Para mí no es eso, porque lo haría contigo y sería algo más sentimental. Pero si así lo ves tú, bien. No significo nada para ti —dijo retomando su camino a la salida.
—No... Significas mucho para mí —dijo—. Y es por eso que no quiero que sea en una habitación monótona.
Ángela paró, para continuar escuchándolo.
—Quiero que sea en una habitación llena de velas, quizá pétalos y después de una cena romántica con un buen vino... No así.
Eso sonaba tan lindo y especial... Casi inverosímil.
Ella lentamente se volteó y lo miró.
—¿De verdad te gusto? —Preguntó ella.
—Claro que sí —se acercó ella—. Eres
bellísima que... A veceses no sé cómo es que estás conmigo —Suspiró—. Te contaré un secreto.
—Dime —Exhaló—. Puedes confiar en mí —Dijo Ángela sin dejar de verlo.
El capitán se acercó a su oído y le susurró:
—Te amo.
Cuando las palabras salieron de su boca, Ángela sintió latir más rápido su corazón, lo miró con una sonrisa dibujada en su rostro tan inocente.
—Yo también te amo, Steve —Dijo y mordió su labio para evitar sonreír como una tonta.
—Eres la primera chica que me ha hecho creer que puedo volver a ser aquel chico de Brooklyn —Comenzó, tomándola de los brazos—. Me haces ser una versión mejorada de mí cada día. Me di cuenta que te amo, Ángela y ten por sentado que no te dejaré ir, nunca, pase lo que pase. Y esto no debe ser un motivo para separarnos, pero si lo es, lucharé por ti y no sólo por esto, sino por cualquier dificultad que tengamos.
Steve la miró directamente a los ojos y éstos reflejaban sinceridad. Ángela pudo arrullarse con su varonil voz.
—Yo... Steve, tu realmente sabes como poner a una mujer feliz —contestó sonriendo sin mirarlo, tragó saliva y lo miró seria—. Eres como un sueño hecho realidad, me siento afortunada de tenerte a mi lado, me haces sentir tan bien, contigo todo lo que puedo pensar es en felicidad y te agradezco por ello —Frunció los labios—. Y también prometo que lucharé por ti, porque eres el único que me hace ver cosas que no puedo ver, me has enseñado bastante y... ¿Qué te puedo decir? Te amo —concluyó abrazándolo con un nudo en la garganta.
Era un momento perfecto, realmente no quería que terminase pero Steve supo muy bien como dar desenlace, con un beso profundo, dulce y lleno de amor.
• • •
Por la mañana del siguiente día, una alarma despertó a todos, J.A.R.V.I.S llamó a todos a la sala donde había una pantalla gigante con la imagen de Nick Fury en vivo con una cara inexpresiva.
—Encontramos una base que al parecer es de H.Y.D.R.A —Anunció el jefe una vez que todos estaban despiertos.
—Eso no es novedad —Contestó Ángela y todo la miraron confusos.
—Sí es novedad, se supone que H.Y.D.R.A desapareció cuando el capitán acabó con Cráneo rojo —Dijo Fury.
Ángela miro a todos con una ceja alzada.
—¿Hay algo que quieras decirnos? —Preguntó Natasha.
—Uhm... Sí, hay un montón de bases de H.Y.D.R.A por todo el mundo —Respondió Ángela.
—¿Qué? ¿Y por qué no nos dijiste? —Preguntó Nick molesto.
—Pensé que lo sabías, viene en la memoria que te hice cuando trabajé contigo —Contestó la chica rubia.
Fury tomó aire.
—Hablaremos después, D'fore. Como sea, descubrimos que ésta base parece que tiene información de S.H.I.E.L.D que ni si quiera S.H.I.E.L.D tiene.
Fury había mandado la información a las tabletas de los héroes y cada uno miraba la suya en busca de algo qué hacer.
—¿Qué quiere que hagamos? Nos reconocerán al instante y un ataque a la base será muy arriesgado —Habló Steve primero.
—Necesito que alguien vaya de infiltrado y saque toda esa información de ahí —Contestó el jefe.
—Imposible, ya lo dije. Nos reconocerán —Comentó Steve, nuevamente.
—A mí no —Dijo Ángela—. ¿Qué tal si voy yo?
Todas los ojos se clavaron en ella.
—Uh... —Comenzó nerviosa—. Nadie sabe que soy un miembro de los vengadores... Aún, así que nadie me reconocerá como tal. Puedo ir como una nueva ayudante.
—No creo que sea... —Comenzó Nick.
—Yo digo que está bien. Sería perfecto —Interrumpió Clint.
—Pero... —Nat quiso intervenir diciendo que ella podía ir con la máscara electrónica que tenía, pero nadie la dejó hablar.
—Suena bien, ya está grandecita y podrá ir sola en su primera misión —Alegó el magnate Stark.
—No, debe ir con alguien. De ninguna manera la dejaré ir sola. Ya ha salido herida en otras misiones —dijo Steve mirando a Natasha, recordando aquella vez que regresó con labio roto y una muñeca vendada.
—Podría ser buena idea —Dijo Fury, recordando la promesa de la chica.
—Iré con ella, entonces —Anunció Steve.
—¡No! Steve, dejame ir sola, estoy lista para una misión de verdad yo sola —dijo Ángela, mirándolo—. No me pasará nada. Confía en mí.
Steven exhaló con fuerza.
—Bien. Pero si te pasa algo, entrenadas por un año más antes de volver a ir a una misión tú sola, ¿de acuerdo?
—¡Súper si! —contestó Ángela emocionada.
—Está bien, Fury. Que vaya ella sola —Le dijo Steve a la pantalla.
—No necesitaba tu aprobación capitán. D'fore estás a cargo de la misión, sales en tres horas.
Ella sonrió victoriosa, pensando que iría a una misión oficial, llena de peligro y emoción.
Tony la llamó para darle un traje, según la ideología de los vengadores, todos necesitaban un traje para las misiones. Y el de Ángela era algo sexy, lleno de tecnología pero ligero que le permitiría luchar si era necesario. Y por lo que Nick le explicó, era un hecho que tendría que pelear, debido a que una vez que comenzará la transferencia de la información una alarma se activaría y todos intentarían detenerla a toda costa.
—Aquí está. Yo mismo lo diseñé y J.A.R.V.I.S lo hizo —Anunció Tony, dándole la rompa doblada.
Ángela emocionada la puso en un mueble para poderla ver.
Era un top rojo de mangas largas y un pantalón negro, ambos estaban hechos con una tela que le permitían pelear.
—Gracias, está increíble... Aunque un poco... Tu sabes —dijo Ángela refiriéndose al top.
—Deberías agradecerme que esté sexy. Podrás jugar con el Capi con él —dijo bebiendo refresco.
Ángela se puso roja al escuchar el comentario.
—Ugh, eres terrible.
La chica salió de ahí y se fue a arreglar, ya que llevaba aún su pijama. Se bañó y se puso su nuevo traje, así fue a las instalaciones de S.H.I.E.L.D para recibir la información restante de la misión.
Una agente le dio la ropa con la que iría infiltrada, que era una camiseta azúl marino de botones, unos pantalones blancos y unas zapatillas azules.
El conjunto se lo puso encima de su traje, después se puso una bata blanca con el logró de S.H.I.E.L.D, ya que la base trabajaba en colaboración con ésta. Le dijeron que se pusiera unos lentes sin aumento, sólo para dar la finta. Además se tuvo que amarrar el cabello en una coleta.
Después, le dieron una libreta con tapa negra y suave donde estaba todo lo que necesitaba.
Le explicaron que la base se encontraba al este de Hawái, lo sufientemente alejado para hacer experimentos secretos a los ojos de S.H.I.E.L.D. La base contaba con un campo de fuerza que no sería un problema para Ángela al salir, pues podría usar sus poderes.
Al lugar al que tenía que llegar era al piso dieciocho, a la computadora T-3.
Se ponía cada vez más nerviosa de sólo pensar que estaría completamente sola.
Antes de irse, Steve se despidió de ella, deseándole una misión exitosa.
—Te amo —Dijo Steve en su oído.
—Yo también te amo, Steve —Ella lo miró y entonces posó sus labios sobre los de él, uniéndose en un beso.
Ella se alejó y entró en el Jet, para comenzar su vuelo de nueve horas. Se la pasaba repitiendo el plan en su cabeza una y otra vez hasta que se quedó dormida. El conductor la tuvo que despertar, ella apenada tomó sus anteojos y su libreta para bajar a la base.
La recibió una joven científica. Amablemente le explicó lo que hacían en la base —Claro, la parte “bonita”—. Y ella la encaminó al piso que le correspondía.
Ángela observó cada piso que podía, debido a que el ascensor se detenía, la mayoría estaba repleta de guardias excepto el tercer piso. Ella tenía claro que tendría que golpear a la mayoría.
Al llegar a la computadora, ella pidió la T-3.
—¿Por qué quieres esa computadora, Karla? —Preguntó amablemente la chica pelinegra que la guiaba.
«Karla» era el nombre que le habían puesto para encubrirla.
—Es mi número de la suerte —Contestó la chica rubia, con una sonrisa. Había improvisado.
—Ah, claro. No me importa, estarás en la K-7. Ahí está el papeleo que tienes que hacer. Vendré en una hora y si no está a la mitad haré que te cambien de base —Amenazó la chica del cabello negro y se fue.
Ángela suspiró y sacó la memoria, la colocó en la PC de la computadora T-3 comenzó a buscar y desencriptar los archivos que necesitaba Fury.
Pero en cuanto hizo el clic necesario para que se pase, una alarma comenzó a sonar y ella tuvo que prepararse para pelear.
Se trasladó a la puerta en uno de sus agujeros para cerrarla y evitar que alguien entrara. Curiosamente ese piso estaba solo, sólo había un guardia pero ella se encargó de él.
Entró a la red de vídeo y borró todos los vídeos donde ella aparecía, apagó la cámara del piso en el que estaba y esperó a que todos los archivos se copiaran.
Sólo se lograban escuchar golpes a la puerta, eran los demás guardias que intentaban entrar pero no podían debido a la seguridad de la puerta.
Cuando acabó de transferir todo, Ángela tomó la memoria y pretendía hacer un agujero de gusano que la sacara de ahí pero lograron entrar y todos se fueron contra ella.
Implementó todo el conocimiento adquirido en los últimos meses.
Regla número uno: No bajar la guardia.
Regla número dos: Dejar que el contrincante ataque primero.
Regla número tres: Evadir y golpear.
Con esas simples reglas en su cabeza logró golpear, desmayar y hacer caer a muchos.
Protegió la memoria y la computadora, nadie logró tocarla.
No podía creer que estuviera pateando tantos traseros, pero en cierto punto se volvió cansado así que tuvo que ser hábil, tomar la memoria y hacer un agujero de gusano justo debajo de ella y cerrárlo de inmediato.
Salió del túnel cerca del Jet así que corrió a todo lo que le daban las piernas e inmediatamente despegó.
Y así, regresaba a Nueva York con una misión exitosa. Estaba tan emocionada, pudo con unos cien hombres contra ella. Y todo el mundo lo había visto, gracias a la cámara que llevaba en los anteojos.
Ya que había demostrado su potencial, por fin diría su edad. Llegando lo haría y no habría forma de que Steve se enojara o sintiera que le fallara a sus principios.
Por el resto del viaje decidió dormir, para llegar descansada a Nueva York.
M A T E R I A L E X T R A
—Te juro que he buscado hasta por debajo de las piedras y no he encontrado nada para Steve —Murmuró Ángela, frustrada.
—¿Y qué quieres que haga yo? Tú lo conoces más —Comentó Stark mientras seguía trabajando en su armadura.
—No es verdad, tu padre te contaba historias sobre él, debes saber algo.
—Dejame pensar —Se quitó sus gafas de trabajo y pensó por un momento—. Mi padre me dió una vieja brújula, mencionó algo del cap, creo que era especial para él.
—¿En serio? ¡¿Donde está?! Necesito verla —Comentó con emoción.
—En el cajón de por allá —Señaló un viejo mueble.
Ángela salió disparada para allá, abrió el cajón y buscó entre las cosas que estaban dentro, hasta que lo vió: una pequeña brújula que tenía una inscripción por fuera.
Ella la tomó con delicadeza y la abrió, entonces vió el rostro de la chica que le robaría el corazón a Steve por primera vez: Peggy Carter.
—Es perfecto, le encantará —Murmuró la chica rubia.
—Bien, hay que hablar de dinero, ¿Cuánto dinero estás dispuesta a pagar por el? —Preguntó Tony sin rodeos.
Ella lo miró desafiante.
—Lo que tú me pidas.
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¡Arrancamos con el maratón!
Sentía que se las debía por tanto día sin actualizar ¡Y! Por el nuevo teaser-trailer de Avengeeeers OMG!! Yo lo amo y lo seguiré amando.
En fin, gracias por ser pacientes.
Las amo❤️
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