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XVIII «Primera cita»

Después del martes, la semana pasó tranquila debido a que Ángela ya tomaba sus pastillas y podía continuar con todas sus actividades.

El viernes transcurría todo con normalidad, Steve le recordó sobre su cita de esa noche.

—Nos iremos a las ocho, no lo olvides —Dijo el capitán por enésima vez.

—Estaré lista, Steve —Contestó Ángela, sonriendo.

—Sólo para estar seguro —Apuntó él.

Ángela no quería perder tiempo, así que comió, le pidió las horas a Thor, quien por cierto ya había regresado y había traído a Jane (para resguardarla de algún peligro), a Natasha y a Clint. Necesitaba arreglarse sin entrar en crisis.

Por otro lado, Pepper Potts también llegó a la torre a vivir, debido a que se le hacía ridículo "pagar por hoteles cuando tienes una torre en el centro de Nueva York".

Ángela estaba tan nerviosa que pidió ayuda a las chicas de la torre.

Así que estaban, Pepper Potts, Jane Foster y Natasha Romanoff ayudándola. La chica Rusa ayudó con el vestuario, encontró un lindo vestido rosa con un moño negro y escote en "v", según ella, Steve se volvería loco al verla así. También escogió unas zapatillas negras bastante lindas y por ende, dolorosas.

La astrofísica comenzó a trabajar cuando ya se encontraba vestida la chica, pues era la encargada de hacer el peinado.

Mientras tanto la pelirroja, apodada Pepper, comenzaba con el maquillaje.

—Uhm... No estoy segura de que esto funcione —Comentó la señorita Potts.

Ángela de inmediato pensó en el maquillaje, sería un gran retraso si le pedía desmaquillarse y volverse a maquillar.

—Te está quedando bastante bien, Pepper —Aseguró Nat, pensando lo mismo que Ángela.

—Sí, bastante femenino y atractivo —Convino Jane.

—Me refiero a ésta cita. Angie, no me lo tomes a mal pero él es muy grande para ti.

Bloom les había contado por accidente pero las hizo prometer no decir nada, en especial a Pepper.

—Ah, eso. Me había asustado, creí que era el maquillaje —Sonrió Ángela.

—Hablo en serio, que salgas con el capitán Rogers... Creo que es mala idea —Volvió a hablar.

—Te entiendo, Pepper —Habló Jane, ésta vez—. Sé que la edad es un factor importante pero ambos se entienden y creo que la edad no importa mientras haya madurez.

—Yo creo que se ven muy lindos descubriendo la vida juntos —Dijo Nat.

—¿Por qué están de su lado? —Preguntó Pepper

—Bueno, Thor me ha hablado algo del tema y... Concuerdo con él —Contestó Jane, encogiéndose de hombros.

—Yo no estoy del lado de nadie, sólo quiero al capitán rehaciendo su vida. Y ella lo ayuda, ahí tienes.

—Pero no es correcto —Anunció Pepper.

—Chicas... Gracias por sus palabras y consejos. Pero ésta es mi decisión, y quiero estar con él.

—Está bien, pero qué hay de las relaciones sexuales... Eres una niña —Insistió Pepper.

—Ambos son inocentes, se van descubriendo juntos —Contestó Nat.

—Además dudo que Steve la obligue a algo que ella no quiera —Convino Jane.

—De cualquier forma, pienso que no está bien. Steve es mayor y puede aprovecharse de ti.

—Ay, por Dios. Steve es virgen —Dijo Natasha, un poco irritada.

—Si eso es verdad, entonces ambos son como niños, yo opino que está bien —Comentó Jane.

—Esto se saldrá de control y lo peor es que estoy contribuyendo.

—Chicas, chicas. Basta, gracias por preocuparte por mí, Pepper y gracias chicas por defenderme pero tengo todo bajo control, y prometí decirle todo a Steve pero no comamos ansias, todo a su tiempo —Dijo ella mirándolas a todas a través del espejo.

La chica de Stark no tuvo mas remedio que aceptar lo que decían las chicas y terminar el maquillaje. Después, Jane acabó y pudo ponerse el saco de paño color negro y tomar su bolsa para alistarla.

Las chicas empezaron a platicar de otras cosas mientras la chica se preparaba, al final Bloom desfiló a ellas su look. El peinado que le había hecho Jane le hacia lucir sus ropajes, era un moño con unos cuantos mechones con bucles sueltos.

Todas la adularon, le dijeron cumplidos y la hicieron sonrojar.

—Gracias, chicas. Todo ésto sería un desastre de no ser por ustedes —Dijo Ángela.

Cuando Nat estaba por protestar sonó la puerta de la habitación. Caminó lentamente a abrirla debido a los tacones y vio a Steve con su cabello rubio peinado de lado, sus ojos azules tan claros como el mar cautivaron a la chica, su sonrisa de lado delataba la emoción que sintió al verla y un traje negro que le sentaba muy bien.

—Que hermosa te ves —Dijo el capitán, mirándola de arriba hacia abajo, era un consejo que tomó de Clint, ya que según él, las mujeres amaban cuando los hombres se fijaban en su vestir.

Ángela sonrió emocionada.

—¿Así que no me veo hermosa sino hasta que me arreglo? —Preguntó con un tono algo serio, levantando una ceja acusadora, buscando asustarlo.

—¡No! Yo... Me refiero a que siempre estás hermosa, sólo que ahora luces mucho más hermosa... —Steve se detuvo al ver el ceño fruncido de la chica—. Quiero decir... Que ese vestido te sienta bastante bien, que tú lo haces lucir tan bien —Contestó con sinceridad pura, siendo él mismo.

Ángela sonrió, pensó que él lucia bastante tierno cuando se ponía nervioso.

—Awww! —Dijo ella en una expresión adorable—. Muchas gracias, me haces sonrojar. Tú también haces lucir increíble ese traje —le dijo tomándolo de los brazos para ver el traje de cerca—. Muy guapo usted, capitán.

—Gracias —Se sonrojó.

Ambos rieron, Ángela tomó a Steve del brazo para dirigiese a la salida. Ángela pensaba una y otra vez en su vestido corto en la Harley de Steve... No se llevarían muy bien, pero haría el sacrificio. Hasta que miró un lujoso auto y se sorprendió.

—Wooow! ¿Y esto? —Preguntó la chica al verlo.

—Me lo prestó Tony —Contestó él, sonriendo, caminó y le abrió la puerta para que ella entrara.

Steve cerró la puerta, rodeo el auto por enfrente, Ángela lo veía atentamente no podía creer que tendría una cita con él, se veía tan guapo, tan elegante, aunque de por sí, todo de él lo era. Finalmente llegó, abrió la puerta y entró en él, se puso el cinturón de seguridad, Ángela le siguió el acto, luego se dispuso a manejar.

—¿A dónde iremos, señor Rogers? —Preguntó sonriendo, mirándolo.

—Es una sorpresa —Contestó volteando a verla fugazmente con una sonrisa—. Sólo te diré que te encantará.

—Está bien, dejaré que me impresiones —Miró por la ventana—. Por cierto, no sabía que supieras manejar —Volvió la vista a él.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí —La miró otra vez, brevemente.

—Y tú de mí —Sonrió.

Por el resto del viaje, se fueron conociendo un poco más, hasta que ella vio que estaban por la calle Madison Aventure y se puso nerviosa.

"Que no sea el Daniel, que no sea el Daniel, que no sea el Daniel" —Ángela pensaba nerviosamente.

Pero Steve, dio vuelta y se detuvo justo enfrente de la entrada del restaurante Daniel, bajó rápidamente para abrir la puerta a su chica.

—Gracias —Murmuró ella.

Steve asintió y dio las llaves al Valet parking.

—Aquí es, en el Daniel —Anunció él con orgullo.

—Oh, es increíble. Muchas gracias —Contestó, tratando de disimular sus nervios.

El restaurante Daniel, ubicado entre la 60th Este y la Calle 65th es uno de los restaurantes más caros de la ciudad y es uno de los escasos restaurantes que tienen 4 estrellas en la ciudad. Ángela había visitado el restaurante en varias ocasiones junto a sus padres debido a que a ellos les gusta ir a los mejores lugares de cada ciudad, pero la última vez que fue, tuvo un inconveniente.

Entraron por la enigmática puerta café, la señorita de la recepción pidió el nombre y Steve con gusto lo dio. Los condujeron por el salón hasta una mesa más íntima. Ángela se calmó al ver que todos actuaban normal, nadie se veía con intenciones de echarla del restaurante.

—¡Dios! Steve, esto es maravilloso, pero no debiste reservar en un restaurante tan costoso —Dijo Ángela al sentarse.

—Por supuesto, tu lo mereces —Contestó sonriendo.

Ella sonrió y bajó la mirada, sonrojándose. Steve soltó una carcajada grave.

—Eres increíble, Steve —Habló suave, volviéndolo a ver.

—Tú eres maravillosa, Ángela Bloom —Contestó él, mirándola con una sonrisa y le tomó la mano que tenía en la mesa.

Ambos sonrieron, ella sintió arder sus mejillas donde se posó un color aún más rojizo.

—Buenas noches, Soy Erika Sanders y seré su camarera —Anunció una mujer de edad media, a la cual, Ángela conocía—. Por cierto señor Rogers, no sabía que lo acompañaría una amiga.

—¿Disculpa? —Preguntó Ángela, mirándola con molestia.

—Oh, no. Un mal entendido, ella es mi novia —Comentó Steve evitando algún drama.

—Uh, es que te ves tan pequeña para él —Contestó, Erika. Ángela frunció levemente los labios en señal de molestia. La camarera se puso la mano cerca de la boca y susurró:— Se merece algo mejor —bajo la mirada hacia sí—. Y con más edad, ¿Cuantos años tienes? Eran...

—¡Ay, Cállate Erika! —Interrumpió Ángela molesta—. Deja de estar de ofensiva, por que no eres mejor que yo, ¡Somos iguales! Pero el hecho de que nos caigamos mal no te da el derecho de andar diciendo estupideces. ¿Crees merecer a Steve? ¡Ja! Yo sé pelear, y él no necesita a alguien que tenga que rescatar cada cinco minutos. ¿O no, Steve?

—¿Algún problema, señorita Bloom? —Preguntó Martin al llegar, el gerente y amigo de los Bloom.

—Sí, de hecho. Solicito un cambio de mesero —Contestó la chica con molestia—. La señorita Sanders se a presentado muy hostil.

—En seguida, mil disculpas señorita. En un momento arreglamos éste desafortunado inconveniente —dijo un tanto desconcertado por la actitud de la camarera.

—No hay problema, pero en verdad me sentí ofendida y ella no se ha disculpado —Agregó Ángela, manipulando la situación.

—Sanders, discúlpate con la señorita.

—¡Pero...!

—Discúlpate.

Ella hizo una pausa, miró a la chica del vestido rosa y exhaló.

—Disculpe señorita Bloom.

—Disculpada señorita Sanders.

—Enseguida los atendemos, y por el inconveniente les regalaremos una botella de Champán.

—Muchas gracias, Martin.

El joven se retiró y ella suspiró.

—Increíble. Eso... Fue muy intenso —Murmuró Steve sorprendido, pero para romper la tensión decidió arrojar un comentario divertido—. ¿Me voy preparando para su funeral?

—Ja-ja —Rió falsamente la rubia—. Que gracioso eres —dijo poniendo los ojos en blanco—. A todo ésto, ¿Por qué no entraste?

Ángela no buscaba un salvador pero le habría gustado siquiera que él entrara de su parte.

—Tenías todo bajo control, además quería ver cuan ruda eras —Contestó sonriendo.

—¿Ah, si? ¿Y qué tan ruda soy? —Preguntó ella con una sonrisa coqueta.

—Oh, muy ruda —Contestó él, con un tono suave de sarcasmo.

Ella soltó una pequeña carcajada.

—¡Uff! Eso no es nada —Se burló ella—. Deberías verme en mi hábitat natural —Agregó orgullosa.

—No dudo que estés preparada para patear traseros en una misión, señorita ruda —Comentó Steve sonriente.

Ambos riéron, poco después su nuevo mesero les llevó el champán y la carta. Steve nunca había ido al restaurante, así que Ángela, con gusto, le ayudó a escoger un platillo.

Pasaron una noche amena, en donde ambos hablaban y reían. Podían hablar de temas tan burdos hasta temas complicados.

Política, cultura, historia, social, cualquier tema que se les ocurriese, podían hablar de todo. Y eso, a ambos les agradaba, podían nutrirse entre los dos y estaban seguros que nunca se aburrirían del otro.

En un punto, la cena se puso algo seria, de hablar de historia, rápidamente pasaron a las anécdotas del capitán; al principio eran divertidas y emocionantes, pero después se tornaron lúgubres pues habló de su mejor amigo: James Bucky Barnes.

Ángela lo escuchó atentamente, mientras él hablaba de su muerte y lo culpable que se sentía por ello.

—Oh, cielos. Eso no es verdad, no ha sido tu culpa —Dijo Bloom, tomando su mano por encima de la mesa y acariciándola.

Steven la miró y trató de sonreír de lado.

—Jamás le conté a nadie, desde que volví —dijo mirando sus manos y acariciando la de Ángela.

—No tienes porqué contarles sino quieres —Aseguró ella, mirándolo—. Además, supongo que ya lo saben, ellos saben todo. Pero es bueno que lo saques y... Agradezco la confianza que tuviste en mí para decírmelo.

Él la miró a los ojos y sonrió.

—Tu me inspiras confianza —besó su mano—. Así que gracias a ti.

Ángela sonrió y lo miró, para después besarlo.

Después del postre, salieron del restaurante y Ángela sintió que hacía una bella noche como para irse en auto, así que le pidió a Steve caminar un momento. A unas cuantas cuadras, había un pequeño parque y por ahí emprendieron su caminar.

A decir verdad, Ángela no quería que acabara aquella noche especial. Todo era perfecto: la noche, el clima, la compañía.

Estaban en silencio, tomados de la mano apreciando la noche. Pero de pronto, Steve decidió romper la armonía y preguntar:

—¿Por qué no te llevas bien con la Mesera?

—Uh... Yo —Estaba tratando de formular alguna historia inventada, no quería decir la verdad—. Bueno, en realidad mi padre... Tuvo problemas con el dueño del restaurante, salíamos venir cada vez que llegábamos a la ciudad. Pero, hubo un desacuerdo y Erika estuvo en medio de todo, ella ya era gerente pero, al parecer por nuestra culpa la degradaron y algunos terminaron despedidos pero por lo que escuché volvieron a ser contratados, así que los Bloom somos odiados por eso.

En realidad, Ángela no mentía, sí había pasado eso pero Erika no la odiaba por esa razón, sino por otra que le avergonzaba bastante a la chica rubia.

—Pero debería portarse así con tu padre, no contigo. Es infantil.

—Sí... Muy infantil —Convino no muy segura, ya que ella mentía.

—¿Escuchaste eso? —Preguntó Steve, parando en seco y a Ángela también.

Ángela no tenía idea, pero guardó silenció y se puso atenta a cualquier sonido mínimo. Logró percibir a personas gritando y no cualquier grito, eran desesperados. Ángela miró a Steve y él a ella. Ambos sabían qué tenían que hacer, así que corrieron juntos en dirección a los lamentos.

Se habían soltado de las manos, Steve iba unos metros por delante de ella pero era porque no llevaba tacones altísimos como los de Ángela.

Al llegar, se quitó las zapatillas. Escuchó a Steve ayudar a madres con sus hijos y a un bombero decir que habían quedado personas atrapadas en los últimos pisos pero que sería muy difícil llegar a ellos con la escalera del autobús.

Ángela les dijo que no se preocuparan, ella iría. Así que se quitó el saco, lo dejó juntos a sus zapatillas y corrió al edificio.

No tenía idea de cuanto humo habría hasta que estaba ahí, se tapó la boca y la nariz con la mano y se encaminó a la escalera, pero el humo le nublaba la vista y comenzaba asfixiarla. Aún así, ella no se daría por vencida tan rápido.

Una pequeña explosión casi enfrente de ella hizo que cayera de espaldas a las escaleras. Alguien la detuvo antes de golpear el piso, levantó la vista y miró a Steve.

Él no se había dado cuenta que ella había hecho tal estupidez de aventurarse dentro del edificio pero miró sus cosas tiradas y preguntó por ella, los bomberos le dijeron que había entrado al edificio prometiendo traer a las personas atrapadas a salvo.

—Pero, ¿Qué haces? —Preguntó alarmado, molesto.

—Hay personas atrapadas, ¡No las voy a dejar morir! —Contestó Ángela con determinación.

Steve suspiró.

—Pero no tenías porque ponerte en peligro, usa tus poderes, esa cosa de transportarte.

—No funciona así, tengo que visualizar el lugar al que voy, si no, me perderé.

—Bien, iremos caminando. Vamos, hay que apresurarnos —dijo Steve tomando el camino de nuevo y llevando a Ángela por delante.

La estructura era frágil y en cualquier momento iba a colapsar, así que iban lo más rápido posible sin dañar la estructura aún más. Hasta que se encontraron con un socavón, un enorme agujero en medio de las escaleras y del otro lado una enorme pirámide de escombros.

Steve tuvo que saltar pero no logró poner sus pies en la pila de escombros sino que sus manos lograron agarrarse.

—¡Steve! —Gritó Ángela al ver que casi cae.

—Tranquila, estoy bien —Contestó, impulsándose con sus manos para saltar y subir.

Ángela saltó después y Steve la tomó de la mano para ayudarla a subir. Llegaron al último piso y buscaron a todos. Ella tuvo una idea e hizo que todos estuvieran en un sólo lugar. Después abrió un portal de espacio- tiempo para transportarlos a salvo.

Casi todos eran niños y cuatro adultos. Tuvieron fe y confiaron en Ángela así que sin protestar, pasaron a través del portal y fueron atendidos por los paramédicos.

Ángela le dijo a Steve que pasara primero él y así lo hizo. Ella estaba a punto de entrar pero escuchó un tenue lloriqueo, así que no dudó en ir a su rescate, perseguida por Steve quien salió del portal detrás de ella.

Entró a una habitación, donde estaba una señora con un golpe sangrante en su cabeza, al parecer desmayada y en su pecho estaba un pequeño bebé. Ángela tragó fuertemente, pues le dolió ver aquella escena. Steve estaba detrás de ella y le tomó el hombro.

Ella inhaló y tomó al bebé.

—Tú toma a la madre —le dijo en un susurro a él.

El capitán la obedeció ambos caminaron al portal y salieron del edificio en cuestión de segundos.

Los paramédicos inmediatamente atendieron a todos, Steve y Ángela estaban juntos en una ambulancia; mientras, lavaban las quemaduras de Ángela y los raspones junto a los de Steve.

—Ya no será necesario que vayas al doctor a que te curen, lo único que bastará será que te bañes, con el agua irá sanando —dijo el médico guardando sus utensilios.

El médico había ido a ayudar debido a que iba pasando por el lugar.

—Gracias —Contestó Ángela sonriendo.

El médico y el paramédico que estaba con Steve salieron y dejaron a los chicos solos.

—Lamento que terminara así —Dijo Steve, rompiendo el silencio.

—¿De qué hablas? Es un final digno de contar —Contestó la chica.

—¿Segura? Tienes quemaduras de segundo grado —Steve miró la mano de la chica, la tomó y la besó ya que un poco más arriba estaba la quemadura—. Tu vestido se arruinó, está rasgado y quemado.

—Oye, tranquilo —Sonrió—. Salvamos a esas personas, mira esos niños —Vió por la ventanilla—. Tienen una vida por vivir, me alegra haberlos salvado —Sonrió—. Y mi vestido... Puedo comprar otro, es algo material —Se volteo a Steve y le tomó la mejilla.

Steve estaba preocupado, ella era una chica rica y muy mimada, ésto debería ser realmente malo para la chica. Él temía que fuera materialista y se preocupara por no estar "perfecta" para él. Pero se dió cuenta que no es nada a lo que pensaba. La seguía subestimando y ella lo seguía sorprendiendo.

—Te compraré un vestido nuevo —Aseguró Steve, acercándose a darle un beso en la frente—. Eres la chica más genial que he conocido desde que desperté —Murmuró sonriente, luego la besó.

Ángela sonrió sonrojada y le correspondió el beso. Había comenzado con un leve roce de labios y después los juntaron dulcemente. Aunque había besado muchas veces a Steve, había sentido algo diferente, era como... Pasión.

• • •

Ya estando en la torre y cada quien en su habitación. Ángela repasaba cada cosa que pasó en la cita, mientras se alistaba para dormir. Y sintió vergüenza del drama en el restaurante, también se sintió emocionada de todo lo que hablaron, el sentimiento de la ternura y tristeza se manifestó cuando recordó lo que le contó Steve sobre su mejor amigo.

Después pensó «Desde que desperté» él había usado esas palabras en la ambulancia porque de hecho, la chica más genial que conoció fue Peggy Cárter, ¿O no? Se sintió tonta de no haberlo notado en ese momento, caminó a la cama y se acostó. Quizá fue mejor, o habría acabado mal esa cita. Y es que, aunque quisiera cambiar algo, sabía que él jamás olvidaría a esa chica, porque había sido su primer amor.

M A T E R I A L     E X T R A

T

ony estaba sentado en medio de su "taller de armaduras" pero, curiosamente no trabajaba en ninguna armadura o en algún plano, simplemente estaba ahí, sentado en una silla con los brazos cruzados.

Pensaba y pensaba. Su mente le daba una y mil vuelta al asunto de Ángela. ¿Por qué su mejor amigo le ocultaría que tiene una hija? ¿Cómo le haría para esconder el embarazo?

—Tony, cariño. ¿Estás aquí? —Preguntó Pepper al llegar.

—Sí —Contestó Stark regresando a la realidad—. Estoy aquí, linda.

Pronto apareció la pelirroja a su vista pero no expresó alegría, seguía pensativo y eso, ella lo percibió.

Caminó a él y lo abrazó. Puso sus manos en los hombros de él y lo miró a los ojos.

—¿Qué sucede, Tony? —Preguntó determinada.

—Es... Frederick —Contestó sosteniendole la mirada—. Si tuvo a Ángela cuando nos dejamos de hablar, ella tendría veinte años pero... No recuerdo ver a Christina embarazada... Ni si quiera una pancita —Finalizó pensativo.

Pepper decidió romper el contacto visual y mirar al techo.

—Y después... Sí, rompimos contacto pero, ¡Por Dios! El hombre está en las noticias cada bendito fin de semana desde hace veinte años y ella siempre aparece junto a él —Prosiguió mirando la televisión (que estaba en silencio) en donde aparecía precisamente la pareja—. Yo lo habría notado, Pepper —Murmuró por lo bajo desviando la mirada.

—No le des tanta importancia, Tony —Comenzó Pepper tratando de parecer ella—. Lo importante es que está aquí, convives con ella, la estás comenzando a querer y tú amistad con los Bloom se reestablece.

A juicio de Tony, Pepper estaba siendo optimista como siempre. Esa mujer siempre lo ayudaba y le daba lo mejor de ella. Sin duda alguna, no podría encontrar a alguien mejor que Virginia Potts.

Le sonrió y la atrajo para sí de nuevo.

—Gracias, Pepper —Sonrió—. ¿Puedes ver si tengo algo entre los dientes? Me molesta un poco algo entre los incisivos —Murmuró enseñándoselos y por ende, hablando de forma extraña.

Pepper sonrió asintiendo.

—Tienes un trozo de espinacas —Bromeó—. Pero déjalo ahí, se ve sexy —Rió.

—Ja-ja qué graciosa —Contestó serio y tomó un espejo que tenía en un cajón para verse y darse cuenta que la chica mintió.

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