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XIV «Arriesgate»

Sonó el despertador justo a las siete en punto de la mañana, Ángela se despertó de inmediato debido a la resaca: oía más cercano el ruido.

—¡Mierda! —gritó al ver la hora, rápidamente desactivo la alarma y se acostó nuevamente pensando en lo insoportable que estaba su cabeza, pero no de la forma habitual que solía doler, sino más sutil, sin embargo no dejaba de ser molesto, le dolía todo el cuerpo y sentía pesado todo su ser.

Entonces recordó su entrenamiento con Steve, “¿Qué habría pasado? ¿Por qué no me despertó?” —Se preguntaba Ángela, cuando entra el capitán con una bandeja de comida. A simple vista, Bloom pudo apreciar pan tostado con mermelada y un jugo de naranja.

—Lenguaje —dijo él al entrar—. Las señoritas lindas no dicen groserías. Buenos días, por cierto.

Steve dejó la cazuela en el buró al lado derecho de ella, pudiendo apreciar así una pastilla, cubiertos y fruta picada.

—Steve, buenos días... ¿Qué es todo esto? —Preguntó confundida—, ¿Y por qué no me despertaste para el entrenamiento?

—Te embriagaste anoche —tomó la pastilla y se la dio junto con el vaso lleno de jugo—, debes de tener resaca y no puedes dar el máximo de ti estando en esas condiciones, así que lo retomaremos mañana.

Ella tomó las cosas pero no las ingirió.

—Gracias, pero primero desayuno sino me caerá pesada la pastilla —Contestó, aún sorprendida de todo—. Por cierto muchas gracias, eres muy considerado.

Él sonrió y le dio a escoger los platillos a Ángela, ella eligió primero la fruta. Lo curioso fue que no intercambiaron palabras, sólo fueron actos.

—Además, te veías hermosa durmiendo —Dijo Steve dándole el plato repleto de fruta, teniendo un tono de voz un poco nervioso.

Recordatorio de nota mental de Steve: Arriésgate

Ángela se sonrojó al escucharlo, mordió su labio para evitar sonreír de los nervios, se controló y aclaró su garganta.

—Gracias, capitán. Y disculpa si te di trabajo ayer, no era mi intención tomar tanto —dijo ella con culpabilidad.

—Disculpa no aceptada. Yo no te cuidé, fue Nat así que la disculpa debe ser para ella —Contestó él en tono neutro.

—Oh, está bien. Cielos, me siento mal por no recordar nada de anoche —dijo ella comiendo.

—Es la peor parte —murmuró él sentándose en una silla frente a ella—. Espero que no lo vuelvas a hacer, beber alcohol no hace mucho bien a la salud.

—Lo sé, lo siento —dijo ella avergonzada— ¿Dónde está Nat? —indagó cambiando de tema.

—Salió a una misión de emergencia hace dos horas —contestó.

—Oh —exclamó con debilidad debido al alimento en su boca.

Él se acercó a ella, le puso un mechón atrás de su oreja.

—Termina de comer y ve a arreglarte, Mcfly llegará en cualquier momento.

Terminó y le dio un beso en la frente lentamente. Más que una decisión, fue un impulso, cuando se dio cuenta de sus acciones, Steve se apartó y salió de ahí.

“Nueva nota mental de Steve: no arriesgarse demasiado

Ángela se quedó pensando en lo que sucedió. Llegó a la conclusión que no entendía para nada lo que acababa de presenciar. ¿Acaso habría hecho algo la noche anterior que cambiara a Steve? ¿Un beso? ¿Una confesión directa? Estaba aterrada, y maldecía al alcohol por no recordar nada.

Decidió bañarse y cambiarse, no antes sin tomar la pastilla que le dio Steve.

Se arregló el cabello y se puso ropa cómoda: una blusa tejida blanca de manga larga, una falda guinda poco más arriba de la rodilla y botas negras largas.

Bajó para ver si estaba la señorita McFly pero encontró a Steve y a Bruce charlando en la cocina.

—¡Buenos días! —saludó animada a ambos caballeros, pero mirando al Doctor.

—Buenos días, señorita Bloom —contestó Banner cortés.

—¿Lista? No ha llegado aún —dijo Steve mirando al reloj que marcaba las siete cuarenta.

—Sólo Ángela, doctor Banner —dijo sonriendo— ¿No ha llegado? Pensé que me mataría por estar aquí tarde —rió ella.

—Tuviste suerte entonces —Le dijo Banner.

“¿Creía él en la suerte?” pensó Ángela.

Sonrió y prefirió cambiar de tema.

—¿De qué hablaban? Si se puede saber —trató de no sonar entrometida.

—Deberías saberlo, es sobre ti —empezó Banner, Ángela prestó especial atención—. Cuando termines tus clases debes ir al laboratorio de Stark en el piso veinticinco para hacerte unos análisis clínicos de rutina.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! —Preguntó ella espantada, tocándose instintivamente los brazos.

—Ordenes de Fury, necesita saber en qué condiciones médicas estás —contestó Banner con tranquilidad.

Bueno... Con que no tenga nada que ver con agujas —Comentó nerviosa.

—Estarás bien, tranquila —se acercó Steve a tocarle los hombros y le habló reconfortante.

Eso la hizo sentir mas tranquila, él tenía cierto poder sobre ella que no entendía pero le agradaba cada vez más.

Ella sonrió y miró a Steve a los ojos, tragó saliva, mordió su labio ¿era ese estúpido impulso de idiotez que la llamaba a lanzarse para besarlo, otra vez? No, no caería en el mismo error.

Apartó la vista, Steve se alejó un poco sin soltarla y Banner aclaró su garganta.

—No comas nada hasta que terminemos con los estudios y guarda tu diuresis más cercana a las dos de la tarde —comentó el doctor Banner, rompiendo el silencio.

Steve se alejó por completo de ella y Ángela extrañó estar cerca de él.

—¿Diu... Qué? —preguntó confundida, tratando de despejar su mente.

—Diuresis, la pipí —aclaró Bruce.

—Oh, claro. Lo haré —sonrió ella.

—Ay, disculpa nena. El tráfico en Nueva York es terrible —dijo la señorita McFly entrando a la sala común. Los chicos la escucharon desde la cocina.

—¡No hay problema, señorita McFly! —Ángela gritó desde la cocina, después caminó a ella y la saludó.

—Vamos a empezar, estamos retrasadas —la maestra dejó sus cosas en la mesa y comenzó lo antes posible.

Debido a su educación en casa, Ángela iba algo adelantada a la educación que le correspondía así que ya estaba viendo problemas de cálculo diferencial e integral. No lo odiaba pero si le hacia tener un gran dolor de cabeza.

El tiempo transcurrió con suma tortura hasta que acabaron las clases normales a la una y media.
Ángela no había ido al baño desde la mañana así que pudo guardar su pipí, lo puso en un contenedor especial que le dejó Banner en el baño.

Subió al laboratorio donde estaban Banner y Stark, dejó el frasco, se sentó para empezar. Primero tomaron unas radiografías de la parte superior de su cuerpo. Luego pasó a la parte fuera de radiación sentándose en un banco frente a una pequeña mesa.

—Con que... Tú y Steve —soltó Tony acercándose a ella— Levanta tu manga y relaja el brazo arriba de la mesa —dijo en voz más baja.

—¿Qué? ¿Steve y yo? No, no lo creo —contestó sonriendo nerviosa, obedeciendolo.

Tony le colocó una liga en el brazo y tentó la vena que saltaba.

—Aprieta el puño —Murmuró por lo bajo, Ángela obedeció y la vena saltó, entonces continuó— Sí, claro. ¿Sabes? Me gustó la canción que cantaste, ¿cómo iba? “¡Hey, tú! Con los ojos azules, Steve” —cantó fingiendo la voz de Ángela.

Ella sonrió de vergüenza, ni si quiera notando que le iban a sacar sangre.

—¡Basta, Tony! —Chilló—. Además, ¿qué no estabas en contra de que yo estuviera con Kenneth? —preguntó mientras lo veía irse y llegaba Banner ocultando la aguja.

—Pero Wilson es diferente, él no te entrena y sólo perderías el tiempo con él. En cambio Steve te entrena, así que tomarás mas importancia, estarían más tiempo juntos y mejorarás. Es un ganar-ganar —contestó Stark—. Además, Steve es mi amigo, siempre ha estado muy rígido y tenso con las chicas, le hará mejor tener a alguien.

—Listo, baja tu manga y procura tener el brazo doblado, toma tu jugo y tu galleta —dijo Banner señalando los alimentos.

—Sí... —contestó a Bruce—. Tony, no lo sé, no creo que pase algo con él. 

Ella lo obedeció, tomó el jugo y la galleta.

—¿Para qué es esto? —preguntó con la boca llena de galleta.

—Es para que recuperes la sangre que te acaba de sacar Banner —contestó Stark llegando a ella.

—¿Qué? Ni sentí —comentó sorprendiéndose a sí misma.

Siempre le había tenido miedo a la agujas.

—Y creeme, están más cerca de una relación de lo que crees. Steve me contó sobre....

—Stark, ven —Interrumpió Banner.

—¿Qué ocurre? —preguntó Stark llegando al doctor pero no fue necesaria una respuesta por parte de él porque se hizo a un lado para que Tony mirara por el microscopio y lo contemplara por sí mismo, después miró la pantalla del monitor sorprendido.

Ángela se quedó pensando, ¿qué le habrá contado Steve a Tony? Volteó a ver a los científicos y al ver su expresión se despertó su curiosidad.

—¿Qué ocurre? —preguntó ella desde su asiento tratando de mantener la calma.

—Tienes el tipo de sangre de Thor —contestó Tony—. Y algunos elementos parecidos a los asgardianos.

—¿Qué? Bromeas, ¿cierto? —rió ella— Ya enserio, ¿qué sucede?

—Ángela —la miró—, creo que es hora de creerle a Thor, todo coincide quizá tú si seas...

—¿Adara? —Preguntó ella interrumpiéndolo— ¿o tras vez con eso? Yo no soy ella y punto —dijo cansada de hablar sobre el tema.

—¿Y cómo explicas los resultado? Mira la pantalla, es exactamente igual. Tu sangre y la de Thor —Señaló ambos recuadros, los cuales lucían casi iguales.

—¡Tal vez tu estúpida computadora se equivoca! Esa es mi explicación —contestó enojada y salió de inmediato de ahí.

Antes de si quiera llegar a su habitación, Fury la llamó pidiéndole que fue a su oficina, tenía trabajo para ella.

Nick confiaba en Ángela pese a su corta edad e inexperiencia pero fue precisamente eso lo que lo convenció de darle la tarea de transferir unos archivos confidenciales fuera de S.H.I.E.L.D. algo así como su primera misión.

Ángela no acabaría en uno o dos días, sería en dos semanas, aunque no le agradaba la idea de pasar dos horas ahí, por dos semanas, le motivaba pensar que podía hacer más alegre a Fury.

También tendría tiempo de pensar sobre lo que había sucedido con Stark.

Y tenía tiempo libre, Thor no se encontraba en la tierra y tomaría sus horas para ayudar a Fury a transferir los archivos.

Llegó a la torre completamente hambrienta, se preparó un sándwich rápidamente y se sirvió jugo de naranja, se dispuso a comer.

—Hola, Ángela —la voz de Steve inundó la habitación.

—Hey, hola —sonrió al verlo.

—¿Dónde has estado? —preguntó el capitán sentándose junto a ella.

—Con Fury, una especie de misión según él, pero solo tuve que estar sentada frente a un computador para hacerlo, así que no cuenta como misión —contestó ella.

—Ya llegará la primera misión, pero te falta entrenamiento, no lo olvides.

—Claro, seguiré trabajando duro.

—¿Y qué pasó hoy en el laboratorio? —preguntó un poco nervioso luego de una breve pausa.

Ella cerró sus ojos y suspiró.

—Pasa que tengo sangre parecida a la de Thor y Tony me soltó el sermón de que quizá deba confiar en Thor y creer que yo soy Adara —comenzó rápido pero luego bajó la intensidad—. Pero yo no soy ella. Adara suena genial, increíble, Bad-Ass, nada que ver conmigo, una chica normal y testaruda —finalizó desanimada.

—¿Qué? No, no eres normal —soltó él en desacuerdo—, quiero decir, que tú eres increíble, genial, hermosa, digo no, bueno sí pero me refería a ... Tu sabes de lo que hablo —se puso muy nervioso por no saber manejar la situación y después de suspirar continuó—, no soy bueno para éstas cosas —Terminó con la cabeza baja.

Ángela sonrió mirándolo, le parecía tierno.

—Que lindo eres —al terminar la palabra borró su sonrisa—. ¿De verdad crees todas esas cosas de mí? —preguntó seria.

Steve la miró crédulo porque ella si quiera pensó que no era así.

—Por supuesto, creo en todas esas cosas de ti —El capitán la miró directamente a los ojos.

Ella sonrió y miró al frente, evitando nuevamente el sentido de idiotez.

—Aún no creo ser ella, pero creo que les debo una disculpa a Tony y a Banner por decirles y cito mis palabras que “su estúpida computadora se había equivocado” —dijo ella avergonzada poniendo sus manos sobre su cara.

—Sí, deberías pedirle perdón, Tony es algo sensible a eso —Dijo retrocediendo. No se había dado cuenta que se había acercado a ella.

—Iré de inmediato, después de comer —asintió ella.

—Eh... ¿Entrenarás con Nat, cierto? —preguntó el capitán un poco nervioso.

—Sí, Clint salió a una misión y Nat me mandó un mensaje, ella me entrenará por los dos —contestó.

—Bueno, lo que pasa es que... Quería ver una película de James Bond que no he visto y me preguntaba si tu... Querrías verla conmigo —Steve parecía haber acabado la oración con mucha dificultad y nervios.

A medida que él hablaba Ángela iba sonriendo un poco más.

—Claro, me encantaría —contestó.

—Bien, entonces... Te espero en mi habitación después de que entrenes con Romanoff —Steve se estaba poniendo más nervioso así que optó por irse antes de que si quiera le contestara.

Ángela soltó una leve risilla. Continuó comiendo y pensando ¿por qué en su habitación? ¿Será a caso que...? No, no se haría ideas erróneas.

Se dispuso a ir a pedirle disculpas a los científicos. 

—¿Tony, Bruce? —preguntó entrando al laboratorio.

—¡Pero miren quién regresó, la que cree que la mejor tecnología del mundo, MÍ tecnología es estúpida y además inexacta! —le gritó el mecánico desde el otro lado de la habitación.

—Tony, No. No era mi intención... Yo

—No, nada. Si vienes a insultar más a mi inteligencia artificial vete —dijo el mecánico haciendo otras cosas.

—Dejame explicarte. Realmente no era mi intención, estoy un poco sensible con el tema. No creo ser ella, ¿sabes? —hizo una pausa y prosiguió—. Ella es genial, Thor me contó que peleó en guerras, junto a dioses y yo... Bueno yo soy una humana normal. Me refiero a, ¿por qué estaría aquí? Si yo fuera ella, ¿No me habría dado cuenta antes? Me es tonto pensar en eso —terminó esperando escuchar la voz de Tony.

El mecánico tardó un par de minutos en contestar.

—¿Recuerdas esa historia que te contó? Hablaba sobre una guerra que Adara perdió y por ello estaba aquí en la tierra. No sé tú pero me parece convincente.

—Sí, bueno. Aún no me acostumbro a esas cosas, del espacio y eso —suspiró—, pero supongo que no es una idea muy disparatada teniendo en cuenta que tengo poderes —convino ella—. Te debo una disculpa Tony, y aquí estoy... ¿Me perdonas? —preguntó ella avergonzada, recordando el insulto que le hizo a su máquina.

Tony salió de su escondite y la miró a los ojos, se quitó sus gafas de trabajo transparentes que lo protegían y asintió.

—Bien, niña. Pero no lo vuelvas a hacer, ésto no cuesta tres centavos y no está para que insultes a mis preciosas máquinas —Dijo volviendo a ponerse las gafas.

—¡Gracias, Tony! —Ángela lo abrazó y él se incómodo un poco pero permitió el abrazo, luego ella salió directo a la sala de entrenamiento con Natasha.

• • •

Disparar, cargar y asegurar. Disparar, cargar y asegurar. Disparar, cargar y asegurar. 

La forma de entrenar de Natasha se hacia tediosa para Ángela, hacer lo mismo una y otra vez la estaba sacando de quicio. Primero fue armar y desarmar la Walter nueve milímetros. Ahora disparar y cargar.

—Nat, ¿puedo parar? —Preguntó Ángela, cansada.

—Aún tienes mala puntería, debes entrenar más —contestó Nat sin mirarla, prestaba atención a su tableta.

—No está Clint, ¿podemos omitir esa parte? ¡Sólo hoy! —rogó la chica con mala puntería.

—De acuerdo, ven acá a descansar.

Ángela aceptó y dejó el arma junto a ella, Nat dejó de lado su aparato electrónico y la miró.

—¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó Ángela, asustada de su repentina acción.

—Ocurre que estás moviéndole el tapete a Steve —dijo ella con calma—. Y estás consciente que es mucho mayor que tú.

—Bueno, técnicamente sigue teniendo la mentalidad de alguien de veintisiete años no de noventa y cinco —contestó Ángela pensante.

—¿Quieres que te recuerde tu edad y cuantos años te lleva él? —Preguntó con suma suavidad.

—¡Pff! Ni me lo recuerdes, pero Nat... Sabes que él me encanta, ¿verdad? —preguntó ella con una sonrisa en su rostro—. A pesar de que no creo que esté pasando algo más que compañerismo —bufó la chica rubia.

La agente Romanoff rodó sus ojos ante tal absurdo comentario.

—Sí, claro. Sólo no te acuestes con él... Todavía —Contestó con sarcasmo.

—No prometo nada —bromeó Ángela en tono coqueto, luego rió delatando su broma—. ¿Quieres que te cuente los detalles si lo llegamos a hacer? —Preguntó aún con el mismo tono sarcástico.

—¡Ja! Buena suerte, creo que es virgen —rió la pelirroja.

Ángela la fulminó con la mirada.

—Era broma, además que sospechaba algo así de él —pensó ella.

—¿Por qué lo dices? Se atrevió a besarte —Sonrió al terminar la frase. Quería meter algo de cizaña.

Ángela se sorprendió y se ruborizó.

—¿Qué? ¿Cómo te enteraste? —Preguntó confundida y nerviosa.

—Fue más fácil de lo que crees, sólo bastó verlos bailar y luego besarse.

—Ah, claro —tragó saliva—. Bueno...

—Date méritos, eres la primera chica en la que se fija Steve desde que regresó —afirmó Natasha.

—¿De verdad? Es difícil de creer —pensó Ángela. Hay muchas chicas lindas en S.H.I.E.L.D.

—Sí, nadie le había interesado como tú.

—No ha pasado mucho desde que lo descongelaron —se encogió de hombros—. Habría aparecido alguien más.

—Que inocente —sonrió ella—. Steve es de duro carácter, no cualquiera podría interesarlo.

—Igual tú, ¿No? Ya sabes, con Clint —quiso indagar en el tema debido a que ya no le gustaba el rubo que tomaba la conversación.

Nat se tensó pero no quiso sucumbir tan rápido.

—¿De qué hablas?

—No lo sé, dime tú —sonrió con picardía—. Las miradas furtivas, la cercanía que se tienen, todo ese tiempo que pasan juntos...

—El amor es para niños.

—¿De verdad? Entonces quieres que te hable sobre la otra vez que te vi escurrirte a su habitación, ¿o no?

Al recordarlo, Nat se ruborizó sin poder evitarlo, delatándola.

—Mira tu cara, está casi tan roja como tu cabello —rió Ángela, diciéndolo en tono burlón.

—Bien, lo descubriste. No digas nada —Se sinceró la espía. Por alguna extraña razón no quiso ocultárselo a ella.

Ángela levantó su mano seria.

—Lo prometo —juró y luego rió—. ¡Cuentame todo! ¿Cuánto tienen saliendo?, ¿Cómo fue su primer beso?, ¿Cómo se dio la relación?, ¿Qué fue lo que te gustó de él?, ¿Estoy preguntando mucho? —Preguntó emocionada.

—Sí, éstas preguntando mucho —convino la pelirroja y luego suspiró—. Llevamos relativamente poco, quizá tres meses y se dio porque ambos hemos pasamos por muchas cosas y... Creo que es el único que comprende mi dolor —contestó con mucha sinceridad y de forma seria.

—Oh —dijo Ángela un poco desanimada, pero no quería quedarse con la tristeza—. Eh, ¿cómo fue su primer beso?

Natasha sonrió y dejó salir su melancolía en un suspiro.

—Es una larga historia —Pausó un momento, suspiró y prosiguió—. Estábamos en una misión cerca de Irán, tenían cautivo a un alto funcionario de la nación. Clint y yo teníamos que rescatarlo así que hicimos un plan y lo seguimos, pero no teníamos idea de que también estaba cautivo un viejo amigo de ambos —Suspiró—, fue mi mentor en la incursión al lado bueno y ayudó mucho a Clint al inicio de su vida en el lado bueno. Estaban amarrados, los liberamos y justo cuando íbamos a salir, Clint se dio cuenta que había una bomba cerca de mi mentor, corrí a él pero detonó la bomba y salimos disparados para distintos lugares —Pausó—. Él murió, Clint salvó a Carson, el funcionario. Yo quedé un poco herida pero aún así pude salir de ahí —Natasha tomó aire—. Aún recuerdo cuando Clint gritó mi nombre y fue eso lo que me dio fuerza para salir de ese agujero de escombros, con la ayuda de él, claro... No soy indestructible —sonrió, después se puso seria otra vez—. Barton me decía una y otra vez que iba a estar bien, que jamás me dejaría, que me mantendría cerca de él siempre. Dos días después, fue el funeral de mi mentor. Clint y yo fuimos... Al terminar ambos nos miramos y él me dijo “No puedo evitar pensar en la posibilidad de que fueses tú y te perdiera... No podría soportarlo” entonces yo le tomé la mejilla y le dije “Yo tampoco podría soportar la idea de perderte... Clint yo...” —Suspiró, quiso omitir la parte en la que se le salieron un par de lágrimas— Entonces nos besamos —Recordó la escena con melancolía—, de a partir de ahí estamos juntos —concluyó la chica Rusa, volviendo a la realidad.

—Wow, eso es... Impresionante, esperaba algo así como “Nos besamos justo cuando una bomba detono” —sonrió Ángela, tratando de aligerar el ambiente.

—Creo que ya has descansado suficiente, vuelve a entrenar —La pelirroja tomó de nuevo su tableta.

—¡Nat! —chilló Ángela.

—Nat, nada. Ve, anda.

—Bien —bufó la chica rubia.

Continuó con el entrenamiento tratando de dar en el blanco.

• • •

Al terminar, fue directo a la habitación de Steve.

Tocó dos veces suavemente, él abrió la puerta de inmediato.

—Hola —saludó el rubio, sonriendo—. Adelante —se hizo a un lado para dejarla pasar.

—¡Hey! Gracias —sonrió ella también, entró y miró su habitación. Tenía un ambiente recatado, antiguo. Steve acomodaba todo para ver la película.

—Me encanta el estilo —Aventuró a decir la chica.

Steve sonrió para sí mismo.

—Gracias, Tony me ayudó —contestó el capitán.

—No sabía que Tony tenía un gusto tan peculiar... En el buen sentido.

—A decir verdad, él me llevó a comprar a una tienda donde hay artículos de mi época —aseguró.

—Me imagino que te has encontrado cómodo aquí —Comentó Ángela.

—Sí, me hace sentir... Como en mi hogar.

Se quedaron en silencio un momento, Ángela lo miró y decidió continuar.

—¿Qué película de James Bond veremos? Porque hay con distintos actores —dijo Bloom con voz nerviosa.

—Oh, eh... Es GoldenEye —dijo mirando la caja del empaque de la película.

—Genial, creo que no le he visto —contesto la chica en una sonrisa—. ¿Quieres que vaya por palomitas de maíz? Creo que Tony tiene granos de maíz en la alacena.

—Oh, claro... Gracias por cierto.

Ella asintió sonriente y salió de ahí para ir a hacer las palomitas de maíz, derritió la mantequilla y llevó salsa.

Al llegar a la habitación del veterano de guerra, ya estaba todo listo sólo faltaba ponerle Play a la película. Ángela se sentó junto a él y puso las palomitas de maíz en la mesa para que ambos pudieran comer.

Eventualmente, Ángela se fue acercando a él hasta el punto en el que se pudo recargar en el hombro del capitán. A ese punto ya comenzaba a ponerle atención a la película, estaba feliz de lograr su cometido y se sentía contenta.

Steve también se sentía cómodo, pese a que aún era algo nuevo para él. Pasó su brazo detrás de ella y terminó sintiéndose bien consigo mismo, había logrado avanzar un poco más.

Al terminar la película, Ángela fue la primera en alejarse pero no porque quisiera, sino por pensar en que el capitán no estaba cómodo, que equivocada estaba.

—Me encantó la película —comentó ella.

—Sí, a mí igual. Dicen que es de las mejores —Miró la caja de la película luego sonrió.

Ángela le sonrió y miró a otro lado, tenía una idea pero no sabía cómo comunicársela a Steve.

—Tu habitación me ha recordado a un lugar —dijo sonriendo, un poco nerviosa. Steve la miró—. No está lejos de aquí y sería genial para tu adaptación a la vida moderna.

—¿Y qué es? —preguntó el capitán con curiosidad.

—Un lugar donde se reúnen personas, con temática de los 50's 60's...

—¿Y eso cómo me ayudaría?

—Vamos poco a poco, ¿si? Primero tienes que conocer todo, desde donde te quedaste hacia adelante. Creo que tenemos dominados los años cuarenta —Pensó un momento—. Seguimos con los años cincuenta con Chuck Berry, Elvis Presley, Little Richard, entre otros, y ese lugar es perfecto, cantan, bailan las canciones de esa época y los sábados hacen homenaje a Elvis —Explicó la chica emocionada—. Luego pasaremos a los sesenta con Bob Dylan, Los Beatles, The Who, Los Rolling Stones, The Byrds...

—¿Espera? ¿Dijiste bailar? —Interrumpió confundido, luego rió—. No, yo no bailo.

—¿Y qué fue eso que hicimos en la fiesta de Tony? —preguntó ella con una ceja levantada y una sonrisa—. ¡Vamos! Yo te enseñaré la coreografía, normalmente se baila jailhouse rock así que será pan comido. Podemos tomar una hora después de entrenar.

—No... No creo que sea una buena idea...

—Será divertido, vamos. Arriesgate —le alentó sonriente.

Arriesgarse... Quizá no seria tan malo” —pensó el rubio.

—De acuerdo. Quizá si sea divertido —trató de sonreír.

—¡Yay! —Chilló—. Bien, entonces mañana nos vemos. Le diré a la señorita McFlay que me de una hora y llegue a las ocho—Comentó emocionada caminando a la puerta.

Él soltó una risilla grave.

Ángela se detuvo y volteo a verlo con una sonrisa tímida.

—Que bueno fue verte de ésta forma.

—¿Qué forma? —preguntó él, sin entender.

—Ver tu otra parte, cuando no estas modo “jefe-gruñón-se hace lo que yo digo” —dijo ella haciendo comillas y de forma divertida, después rió.

Él sonrió y negó levemente.

—Sólo mantengo mi postura —se encogió de hombros.

—Claro —sonrió aún más ella, su tono fue sarcástico—. Hasta mañana, capitán —se despidió con voz suave y salió de la habitación.

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En memoria de
S T A N    L E E
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(Discúlpenme por no subir nada pero estoy en épocas de exámenes
así que... ¡Apiádense de mí! 😖💔)

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