XI «Atentado»
Jueves, cuatro cincuenta y ocho de la mañana. Steve Rogers no toleraría una impuntualidad más por lo que ya estaba creando un castigo aún mas severo que los anteriores. Ésta vez la regañaría por su irresponsabilidad. Ya tenía todo el sermón armado en su mente, acerca de no tomarse a juego ésto del entrenamiento y los vengadores. Ahora formaba parte de algo mucho más grande que ella misma y no era justo ni posible que ella lo tomara tan a la ligera.
Pero para su sorpresa, Ángela llegaba justo a las cinco de la mañana al Gimnasio. No pensaba que ella fuera a responder a los castigos tan pronto.
—Buenos días —Saludó él.
—Buenos días, Capitán —Respondió con un tono de somnolencia.
—¿Dormiste bien? Hoy llegaste temprano.
—En realidad no, pero ya no quiero llegar tarde.
Él iba a decir algo comprensivo pero ella estaba muy rebelde —según él—, y sentía que no era el momento, ahora no. Después se daría el tiempo para tener una charla emotiva sobre el tema.
—A calentar.
Diez vueltas trotando y diez corriendo seguido de treinta flexiones, treinta lagartijas con treinta saltos. Ángela estaba tirada en el piso exhausta.
—Hoy te enseñaré otros movimientos de combate —comenzó Steve poniéndose una manopla de boxeo, después con su mano libre le dio unos guantes de box a la chica y continuó poniéndose la otra manopla—. Necesito que me demuestres toda tu fuerza. Primero te muestro y tu lo repites, ¿entendido?
—Ajá —murmuró Ángela con la respiración entre cortada, se sentó y comenzó a ponérselos pero le parecieron sumamente pesados—. Creo que será un problema eso de dar toda mi fuerza, estoy agotadísima.
—Debes aprender a resistir más. Si hoy tuviéramos una invasión alienígena otra vez, sólo servirías de estorbo. Vamos, arriba.
Él no midió el impacto que las palabras tendrían sobre ella. ¿Le estaba diciendo inútil? Justo ahora ella se sentía de esa forma.
Se levantó cuando su cuerpo y alma no se lo permitían pero ella no podía permitir que el capitán América pensara que ella era inútil, así que levantó los puños con los guantes que le eran aún más pasados en pie y se acercó a él.
—Bien, muéstrame lo que tienes para enseñarme.
Rogers asintió y comenzó con varios puñetazos y patadas. Ángela se esforzaba en continuar y darlo todo de sí pero no podía, era mucho esfuerzo así que cayó, se quitó los guantes desesperada por querer acabar.
—¡Me rindo! Estoy muy cansada para seguir peleando —su respiración era agitada y sentía el latir del corazón por todo su cuerpo e incluso le retumbaba en los oídos.
—¿Te rendirás ahora que has llegado tan lejos? Lo hacías bien, vamos.
—No puedo... Seguir, ya no. Me duele cada mitocondria del cuerpo.
—Nunca digas que no puedes. Es lo peor que un soldado puede decir.
—Que suerte que no soy... un soldado.
Pensaba decir "… no soy un maldito soldado" pero guardaba respeto al capitán.
—Ahora lo eres y eres parte de mi equipo. Aquí nadie se rinde o se da por vencido.
Ella no respondió. Le parecía patético seguir cuando le dolía todo y realmente no podía continuar.
Él suspiro dándose cuenta que no podría contra ella.
—Te doy cinco minutos de recuperación, luego volveremos al entrenamiento.
—No —dijo ella, débil—. No quiero.
Él iba a pronunciar un "¿Qué?" sorprendido pero la risa de un dios lo sorprendió más.
—A juzgar por el sudor y que está descansando en el suelo parece que hizo un gran esfuerzo —Thor alegó fijando su mirada en ella— ¿por qué no la dejas ir? —se volvió a él.
—Thor, ella aún no acaba el entrenamiento de hoy —contestó firmemente.
El dios del trueno se acercó a él y le dijo algo en voz baja, luego Steve volvió a hablar.
—Bien, ve a meditar con ella. Pero mañana vendrá de nuevo.
—Pero es sábado —renegó Ángela.
—Necesitas entrenamiento diario.
—Entrenará conmigo. Deja que descanse de lo físico —Defendió el dios del trueno.
Y en un intercambio de miradas entre los dos hombres, el Cap cedió.
—Vamos Ángela, te relajarás con la meditación y te enseñaré algunas técnicas Asgardianas que te encantarán —Thor le tendió la mano para ayudarla, ella aceptó.
• • •
Tomó mucha agua y se secó la piel que estaba casi empapada de sudor.
—Gracias por sacarme de ahí, en estos instantes no puedo ni con mi alma —dijo ella recuperándose.
El dios negó con una sonrisa.
—Dudo que no puedas con tu alma. Pero podemos arreglar el cansancio.
—¿Qué? Pero tengo clases.
—Lady McFlay no vendrá hoy. Así que tomaré sus horas para que practiques conmigo.
Ella estaba desconcertada, pero asintió. No tenía más remedio. Ya no podría ir a dormir.
—Seguro... —dijo ella no muy convencida.
—Será mejor de lo que imaginas —Sonrió Thor.
Ella no estaba tan segura, no quería volver a pasar lo que la vez anterior. No quería llegar a lastimar a nadie, no de nuevo.
Meditó con Thor, pero ésta vez fue de forma inofensiva pues sólo la usaron para despejar la mente y relajarse. Eso le ayudó para recuperar un poco de fuerzas y que el dios asgardiano pudiera enseñarle a Ángela algunas técnicas de combate de su mundo.
Al principio, Ángela estaba jugando con la espada y el escudo que le dio Thor. Para ella, el escudo era lo único extraño pues en su casa había espadas —ya que a su padre le habían regalado unas cuantas de distintos países—, así que jugaba más con el escudo.
—¡Mira soy el Capitán gruñón y atractivo! —Gritó ella con el escudo y moviéndose como él.
—¿Gruñón y atractivo? —rió Thor.
—Si, bueno. Es atractivo pero muy gruñón.
—Para mí es un enano.
Ángela rió.
—Claro, señor gigante —Soltó otra risilla.
—¿si, mi lady? —contestó Thor y ambos explotaron en risas, luego Ángela comenzó a jugar con él; tonteando con la espada y el escudo.
—Ya, ya. Vamos a entrenar. En asgard tenemos una manera de pelear que nos distingue de cualquier mundo. Lady Sif es la mejor mujer luchando y me gustaría que te enseñara, o una Valkiria... Ellas son geniales. Pero no están aquí así que yo te entrenaré.
Al inicio, con los movimientos, Ángela se sintió ligera, como si ya supiera exactamente qué hacer. Después, cuando Thor le dijo que se enfrentarían, ella no tenía idea, pero sabía cómo evadir los golpes de la espada con el escudo, cómo manejar la espada e incluso hacer nuevos movimientos.
—¡Alto! ¿Qué estoy haciendo? Pareciera que ya sé lo que hago pero no —ella se exaltó.
Thor sonrió y soltó una risa.
—¿Qué? ¿Por qué te ríes? —Lo miró extrañada
—Tú sola te darás cuenta —dejó la espada en su estuche y volvió a hablar— Lo haz hecho muy bien. Te felicito. ¿Ya desayunaste? Creo que me podría comer un banquete entero.
Ángela seguía en shock pero se dio cuenta que Thor no le diría nada así que tomó aire y trató de tranquilizarse.
—Se me quitó el hambre, pero vamos a desayunar.
—No te abrumes, lo descubrirás cuando menos lo esperes, Lady Ángela.
Ella asintió, pero sabía perfectamente que se devanaría los sesos tratado de averiguarlo lo antes posible.
• • •
Cuando bajó a desayunar, se encontraban Los siameses Barton y Natasha, el doctor Banner y el capitán Rogers.
—Hola —Saludó Ángela.
—Buenos días —Le secundó Thor.
Escuchó un coro de "buenos días" y "Hola" pero hubo una pregunta que surgió entre el alarido de los demás y se trataba de la voz del Capitán.
—¿Cómo te sientes?
Ángela se sorprendió. No pensó que se preocuparía por ella.
—Estoy de maravilla, gracias por preguntar.
Él asintió, con su rostro inexpresivo. Sus ojos se veían más brillantes por la reciente luz mañanera; distrajo a Ángela.
—Entonces podremos seguir el entrenamiento —Prosiguió él, trayendo de nuevo a la chica al mundo real.
—Eh... Aún me siento cansada —contestó de inmediato, un poco vacilante.
Thor soltó una pequeña risa.
—Vamos, Steve. No todo en la vida es entrenamiento, déjala descansar y mantener su vida social. Hoy tiene una cita con el agente Wilson —Nat terminó con tono bajo.
Romanoff sabía que a Steve le molestaba que Ángela tuviera novio, así que se contuvo a decir un poco más.
Rogers miró a la pelirroja con cierto enojo.
—Ni si quiera sé si quiero verlo hoy, ¿Recuerdan los chismes que estuvo soltando sobre un supuesto noviazgo entre él y yo? Estoy muy enfadada con él por ello —se quejó Ángela mientras iba a la cocina a mirar qué desayunar.
Steve relajó sus hombros, al recordar que era falso aquel romanticismo entre los jóvenes, tomó su taza de café y bebió mientras volvía su vista al periódico entre sus manos.
—Puedes darle la excusa de que entrenarás con Steve —Propuso Clint.
—No lo sé, también quiero enfrentarlo y... No sé, darle un golpe.
—¿Entrenarás o no? —Preguntó Steve firmemente atrayendo la atención de todos.
Ángela vaciló.
—Puedes hacerlo si quieres. La meditación te ayudará a recuperarte tan rápido como hace rato —Habló Thor.
—Eh... Sí, entrenaremos hoy.
—¡Genial! Ahora, ¿quién tiene hambre? Tony ya se tardó mucho, ¿no creen? —Preguntó Clint.
Entre unos asentimientos y unos "si" quejumbrosos Ángela preguntó:
—¿A dónde fue?
—Por comida hace como una hora —Contestó Bruce Banner que hasta entonces se había mantenido ausente en la plática.
—Con Pepper —Añadió Barton.
—Uh, no la conozco —Ángela pensó, en voz alta.
—Pronto la conocerás —dijo Thor pegado a una tableta.
Ángela se sorprendió, no pensaba que un dios usara la tecnología y menos la Midgardiana.
—Bueno —Comenzó Ángela después de unos minutos de la tortuosa hambruna y se levantó caminando a la cocina—, en vista de que Tony se fue peregrinando yo haré algo al respecto.
—¿Peregrinando? —Preguntó Clint.
Bruce parecía ser el único que había entendido ya que soltó una risilla.
—Sí, en Latinoamérica es muy usado el término.
Mientras el científico explicaba el concepto, Ángela sacó cinco huevos, tres tomates y una cebolla. Buscó un chile jalapeño pero no encontró.
—J.A.R.V.I.S, ¿No hay Chile jalapeño? —Preguntó Ángela desconcertada.
—Me temo que no, señorita. Al señor Stark le irrita el estómago y le provoca gases —contestó la voz robótica
—Okey... ¿Y sabes donde lo venden? Por aquí cerca, claro.
—Tres cuadras al sur.
—Genial. Gracias, J.A.R.V.I.S. Ya regreso chicos.
Ángela salió de la torre antes que alguien preguntara a donde iba.
Al regresar, le tomó una nada preparar la comida. Preparó —además del huevo— café y calentó unas cuantas tortillas, las cuales nadie utilizó sólo ella.
Cuando iba a servir, entró una muy pelirroja y enojada Pepper Potts, estaba despintada y con un poco de mugre en la cara; detrás de ella un Tony Stark muy agobiado y serio la seguía, tenía un costado de la cara llena de sangre proveniente de un golpe en su frente, también tenía sucia la cara.
—¡No puedo creerlo Tony! ¡Siempre pasa algo que nos pone en peligro! —Exclamó Pepper, asustada, histérica.
—¡Juro que no hice nada ésta vez!
—¡Pues eso debió significar algo, Tony! —Pepper señaló la puerta.
—¿Qué sucede aquí? —Preguntó Steve, poniéndose de pie en medio de los dos.
—¡Pasa que casi nos matan! —Gritó Pepper horrorizada.
—¡Estás a salvo conmigo Pepper! —Exclamó Tony mirándola fijamente.
La señorita Potts le sostuvo la mirada por unos segundos y habló:
—No puedo seguir con ésto, Tony —Dijo más suave pero con el mismo tono serio y asustado que antes. Seguido de sus palabras, abandonó la sala teniendo la vista de Stark tras ella.
—¿Y bien? —preguntó Steve, esperando los detalles de lo que había sucedido.
—Hubo un enfrentamiento, unos enmascarados nos interceptaron. Comenzaron a dispararnos y se querían llevar a Pepper pero lo impedí. Aún así, lograron escapar. Los seguí hasta que perdí el rastro de un momento a otro —Habló Tony serio, sin despegar la mirada de donde se había ido su chica pelirroja.
—¿Sabes algo más sobre ellos? Cómo se hacen llamar, qué vinculo tienes con ellos, ¿algo? —Volvió a preguntar Steve.
Cuando el rubio de pelo corto terminó, Stark esperó unos segundos antes de voltear a verlo aturdido y enojado.
—No tengo ni una maldita idea, Rogers.
Y dicho eso, volvió a fijar su vista en la de antes, salió caminando rápidamente. Todo quedó en silencio y con la mirada de todos en dirección por donde había salido su amigo.
Ángela miraba a la expectativa, quería saber cuál seria el siguiente paso, pero al sentir rugir su estómago tomó la decisión de hablar primero, por más incómodo que fuera.
—¿Alguien quiere comer? —Preguntó nerviosa. Su voz se escuchó un poco más aguda de lo normal en medio del silencio.
Para sus sorpresa, hubo un murmullo de "si" "por fin" "muero de hambre". Ángela, sorprendida de que haya funcionado, sirvió todos los platos y tazas de inmediato.
Cuando Bloom llegó a la mesa, todos estaban hablando y murmurando cosas.
—Creí que todos se irían dramáticamente tras Tony a investigar sobre los que los atacaron —Dijo Ángela al sentarse a comer.
—Por muy mal que suene —Comenzó Steve—, es asunto de Tony. A pesar de poder ayudarlo, no creemos necesario juntarnos para resolverlo. Seguro él puede, además no se ve afectada la ciudad o el país y nosotros entramos en esos casos, más aún cuando se ve afectada la humanidad.
—Así es, cada quien tiene sus misiones —añadió Nat.
—¿Misiones? —Preguntó Ángela.
—Si, ya sabes, investigar algo o a alguien. Viajar hasta el sujeto y patearle el trasero. Cada quien tiene sus misiones de S.H.I.E.L.D. y cosas más importantes que sí ponen en juego la vida de miles de personas —Contestó Clint.
—Oh —Murmuró Ángela, asimilando la magnitud de las palabras del arquero.
—Por cierto, niña, cocinas delicioso —alegó Clint.
—Picoso, pero extrañamente sabe bien —agregó Steve.
—Podría comerme un millar de estos platillos —comentó Thor.
—Ay, gracias —Dijo Ángela sonrojada.
—No, gracias a ti. Nos has alimentado —Señaló Thor.
—Es bueno comer cosas diferentes todos los días —Comentó Banner, quien se había mantenido fuera de la conversación.
—Gracias, chicos. Ahora que dicen, me siento mal de que Tony no haya comido algo.
—Él desayuna a las siete de la mañana —comentó Bruce.
—Pero merece probar ésta joya —Comentó Thor con la boca llena.
—Iré a ver si quiere un poco.
Ángela se apresuró a ir, supo en donde se encontraba gracias a J.A.R.V.I.S. así que preparó todo y fue a su encuentro.
—Toc toc —dijo al llegar a la puerta— ¿Puedo entrar?
—No, no estoy. Deja un mensaje y lárgate —Respondió un Tony Stark muy hostil.
—Hey, no seas tan malo, traje comida —contestó ella con alegría.
—¿Qué clase de comida? —asomó su cabeza.
Ángela rió y tomó esa pregunta como un "entra". Le dio la comida y sonrió. Ahora, Stark tenía la cara limpia y una gasa cubriendo su herida.
—Huevo a la mexicana —Respondió recargándose en la mesa a un lado de él—. Aunque tiene chile jalapeño, J.A.R.V.I.S. me informal sobre tu problema...
—Está bien, una vez no hace daño, ¿o si? No me contestes quiero disfrutar de la comida. Está rico.
Ángela sonrió, pero al ver la pantalla frente a Tony, la borró. Había mucha información sobre Stark industries y personas que trabajaban para él.
—¿Descubriste algo? —Preguntó, sin dejar de ver la pantalla.
—No, pero caerán los malditos —Dijo sin parar de comer.
—Quiero ayudar —Anunció la chica en tono decisivo.
Tony dejó salir una carcajada.
—Sólo estorbarías.
—¡Vamos! Debe haber algo en lo que pueda ayudar —Insistió.
—No es una buena idea, niña.
Ángela estaba por replicarle cuando una voz robótica irrumpió en la conversación.
—Señorita Bloom, el agente Wilson la está esperando en la sala principal —Anunció la máquina.
—¿Qué? Pero se supone que nos veríamos mañana —Dijo Ángela confundida.
—Me parece que es algo urgente. El chico se ve... Ansioso.
—Ve a divertirte. Ten una vida, no seas amargada —comentó Tony al volverse a su labor de investigación.
—No quiero "divertirme" con Kenneth —Dijo ella haciendo comillas.
—Dale oportunidad, quizá te termine gustando lo que veas —Guiñó el ojo—. Pero, recuerda usar protección o tu padre me matará.
—¡Tony! —Chilló ella—. No quiero eso —rodó los ojos.
—Disculpe señorita Bloom pero el agente Wilson insiste en verla —J.A.R.V.I.S. apareció de nuevo.
Ella se cruzó de brazos, caminó a la puerta y ya próxima a ésta volvió hablar, ésta vez en voz más alta.
—Y sólo para aclarar. Iré a verlo para decirle que se vaya.
—Como digas, pilluela. Ay, crecen tan rápido —Respondió Tony en su particular tono.
Ángela suspiró y prefirió ignorarlo e ir al encuentro con Kenneth, ésta vez no vacilaría, le diría la verdad.
Bajó por el elevador y mientras lo hacía, pensaba en las palabras exactas que le diría: "Kenneth, ¿qué haces aquí? Todavía que inventas cosas sobre nosotros, ¿tienes el descaro de venir a verme? No puedo creerlo Wilson, estoy muy molesta y no quiero volverte a ver. Eres deshonesto, mujeriego y seguramente muchas otras cosas más que ahorita no se me ocurren". Pero inmediatamente se dio cuenta que podía llegar a ser cruel, así que pensó en otras palabras pero ya había llegado a la sala común.
• • •
—J.A.R.V.I.S, ¿Podrías informar sobre mi llegada a la señorita Bloom? Es urgente —Dijo al llegar al primer piso, donde había una puerta secreta usada por agentes de S.H.I.E.L.D. cuando querían invadir propiedad de Stark, desactivaban los protocolos de seguridad con facilidad desde ahí.
—Un momento, agente Wilson. Por favor, pase a la sala principal y pónganse cómodo.
Kenneth sonrió ante la respuesta —obviamente manipulada por él— de la computadora.
Entró al elevador y pensó en la situación que le plantearía a Ángela. Por primera vez estaba asustado y nervioso. El agente Wilson fue educado y entrenado desde pequeño a ser frío y evitar sus sentimientos pero cuando conoció a Ángela no pudo evitar nada. Llegó como un rayo de luz a su tormento que él creía ser eterno. Encendió la llama de la esperanza. Quizá con ella podría redimirse.
Al entrar, se encontró con el capitán Rogers sentado en la mesa leyendo el periódico. “¿Quién lee el periódico que no sea por internet?” —pensó y se sonrió.
—Buenas tardes, Cap —Kenneth saludó con cortesía.
—Buenas tardes agente Wilson. ¿Vienes a ver a Ángela? —preguntó a la expectativa
—Así es, ya la avisé a J.A.R.V.I.S. gracias.
—No es por eso. Ella tiene entrenamiento conmigo hoy en una hora y ahora está descansado así que te pediré que te vayas —Su tono serio no intimidó ni por un segundo al agente.
Kenneth sonrió.
—Es mi novia y siempre tiene tiempo para mí —Respondió a secas.
—No eres su novio, cállate —replicó con hostilidad—. Ángela nos dijo que eso era mentira. Así que no te vengas a pasar de listo.
—Lo dice sólo porque no quiere que se sepa en S.H.I.E.L.D. debido al reglamento, pero lo somos. Ella es mi novia. Así que le pido cortésmente, capitán, que no se meta.
Steve lo miró molesto, calló un momento.
—Será mejor que regrese a tiempo para su entrenamiento o yo, personalmente tomaré la situación.
Steve Rogers salió de la habitación común y se dirigió al elevador. Necesitaba alejarse de todo eso.
Prácticamente ese niño había sobrepasado su autoridad como Capitán, ¿Quién se creía?
Además, él era una mala influencia para ella. Estaba obstruyendo en la preparación que tanto insistía Fury.
En realidad Steve estaba enojado por la simple razón de que Kenneth estuviera robando la atención de Ángela y sólo buscaba un montón de escusas para justificarse.
Definitivamente, debía salir a tomar un poco de aire.
Mientras tanto Kenneth se sonreía al recordarse lo que había dicho al Cap. Para él no representaba ninguna amenaza pero sin duda que se entretenía.
Volvió a llamar a Ángela a través de J.A.R.V.I.S.
Cuando bajo Ángela, se encontró con Kenneth, él estaba muy nervioso pues la vio sin previo aviso. Ya estaba ahí y se le había borrado de la mente lo que debía decir para no parecer un tonto.
—Ángela —Soltó al verla.
—Kenneth, ¿qué haces aquí? Se supone que nos veríamos hasta mañana —se detuvo antes de cometer una equivocación. Había empezado bien.
—Yo... —Comenzó, pero sentía la voz débil así que se aclaró la garganta y trató de proseguir—. Lo sé, pero te tengo una sorpresa... acabo de terminarla y no podía contenerme. Debo mostrártelo —habló emocionado.
—No, basta de sorpresas, Kenneth —contestó con un tono más frío del que era su cometido.
Él la miró desconcertante y triste a la vez, pero no se rendiría.
—Por favor, Ángela. Te encantará, es cerca de aquí y no tardará te lo prometo —insistió.
Ángela suspiró. Lo miró a los ojos y debía rechazar la oferta pero algo en la mirada de Kenneth le causó... Lástima y eso la hizo sentir mal. Así que estaba a punto de aceptar pero lo intentaría una vez más:
—Pero ni si quiera me he bañado. Entrené por la mañana y apesto; no puedo ir ahora —dijo con tono de desaliento.
El agente Wilson soltó una risa burlona, como si fuera lo más tonto que haya pronunciado Ángela.
—Eres hermosa de cualquier forma, nena —La miró de pies a cabeza—. No me importaría en absoluto que fueras a sí.
—A mí sí —chilló ella, la expresión decepcionada de Kenneth la hizo tragarse sus palabras—, pero si me das quince minutos, estaré lista.
—Como gustes —sonrió ampliamente pues ella le estaba dando una oportunidad.
• • •
Al llegar al pequeño bosque ubicado a las afueras de la ciudad, Ángela miró con asombro todos los globos aerostáticos. Habían de todos los colores y casi todos eran del mismo tamaño.
No pudo evitar sonreír.
—¿Te gusta? —Preguntó él, mirándola con una sonrisa de lado.
—Me encantan, jamás he subido a uno —contestó sin dejar de verlos, algunos estaban en el aire otros en la tierra pero todos lucían hermosos.
—Me alegra escuchar eso, ya que para llegar a la otra parte de la sorpresa necesitamos subirnos a uno de ellos —dijo Kenneth y le tendió el brazo para ir juntos a uno de los globos.
Ella asintió pero rechazó ir de su brazo. Ambos caminaron a la par y subieron al globo. La vista era espectacular. Se veía todo Nueva York e iban camino al mar.
Estaban hablando sobre lo hermosa que se veía la ciudad y el cielo, cuando Ángela vislumbró en el agua unas lucesitas. Al enfocar toda su atención logró ver la frase “¿Quieres ser mi novia, Ángela? ” con claridad. Miró con asombro a Kenneth quien la veía con emoción.
—Escucha, Ángela. Sé que todo ésto quizá te parezca precipitado pero en verdad te quiero... No, yo ya te he llegado a amar. Toda tú es perfecta y jamás había conocido una chica igual a ti. Me cautivaste desde el primer día que te conocí y eres la única a la que le confiaría mis peores miedos; por favor... acepta ser mi novia, te quiero a mi lado —Kenneth habló con gran emotividad.
Ella hizo una mueca, no pensó que esa fuera la sorpresa pero sí que la sorprendió.
—Kenneth, lo siento pero la respuesta es no, tú sólo me agradas como amigo y justo cuando anduviste divulgando que éramos pareja cuando no era verdad... traicionaste mi confianza y ahora ni si quiera como amigo te podría imaginar —Contestó ella con un tono firme pero a la expectativa sosteniéndole la mirada.
—¿Qué? Por Dios, Ángela. Sólo fue una pre-verdad, estaba ansioso de ser algo más y estaba seguro de que aceptarías, por eso comencé a decirlo. Y es que eres tan diferente a las demás, eso me enamoró de ti ... ¡Que tonto fui al no darme cuenta! Y tratar de conquistarte con mis tácticas tan comunes para una chica como tú. Cuando por fin me di cuenta, no sabía cómo llegar a ti de forma sentimental, así que fui improvisando y creí que iba progresando —hizo una breve pausa y continuó—. ¡Vamos! No dejes morir mi ilusión. Por favor, Ángela —finalizó derrotado.
—Kenneth, eres muy tierno. Y agradezco todo ésto pero... No, no puedo aceptarlo. No quiero ser tu novia, ni si quiera tu amiga —Sentenció la chica.
—¡¿Qué?! Ángela no me jodas, hice todo ésto por ti. ¿Qué más quieres? ¿Qué te baje las putas estrellas? ¿Es eso lo que quieres acaso? —Parecía que él había perdido todo rastro de paciencia.
—¡No! Para nada. No quiero que hagas algo por mí. Traté de decirte de mil maneras que no quiero nada contigo y aún así no quisiste entender.
—¡Oh, discúlpame señorita acepta citas e ilusionadora! —gritó y seguido hizo que el globo se fuera desinflando drásticamente para poder bajar.
—¡No me grites! Yo no quería llegar a estos extremos, Kenneth. De verdad me agradabas pero cuando anduviste divulgando eso de que somos "algo" me perdiste, como amiga. ¡Porque está claro que no sería tu novia, jamás! —gritó sin medir sus palabras.
—¿Por qué no? ¿No soy suficiente para una niña rica? —preguntó dolido
—No es eso. Es que no eres mi tipo; tu sales con todas las chicas y sólo las conquistas y les hablas bonito para acostarte con ellas, después de eso ¡Bye! Y yo no quería nada de eso contigo —Habló suave.
—¿Y tú cómo sabrías eso?
—Te investigue, el primer día que me diste clases. Traté de ver tu pasado pero lo único que logré ver es que tenías una vida sexual muy activa —dijo avergonzada, no le agradaba la idea de decírselo.
—¡Pero contigo es diferente! Yo....
—¿Qué vas a decir? ¿El típico discurso de “contigo soy otro”, “tu me cambiaste”, “eres el amor de mi vida, cambiaré por ti”? Pues inventante otra cosa porque eso no me lo voy a creer —Dicho eso, Ángela saltó ya que estaba a escasos metros de la tierra firme.
Salió corriendo perdiéndose en el bosque y recobrando el camino a la ciudad un par de horas después. Pidió un taxi, el cual la llevó a la torre.
Todo ese tiempo estuvo pensando y llegó a la conclusión de que todo fue un desastre. Había perdido a un amigo, uno con el que compartía gustos, con el cuál podía reír y sentirse bien. Pero no lo había perdido ese día, sino el día que él comenzó a sentir algo por ella y eso realmente apestaba.
M A T E R I A L E X T R A
—Necesito que hagas una fiesta de presentación para Ángela, no quiero que se sienta como un chimpancé en un circo así que sé discreto —El tono de Fury era misterioso.
—¿De presentación? Discúlpame, pero así parece un circo y nosotros también somos parte del show —Dijo Tony—. Necesito más información.
—El consejo de las naciones unidas la quiere conocer y a sus poderes. Quieren asegurarse de que tengo todo bajo control.
—Será difícil hacer que demuestre sus poderes en la fiesta, más porque aún no sabemos cómo controlarla.
—Sólo la observarán Stark, no será necesario que demuestre sus poderes. Por eso te he dicho que no quiero que parezca un chimpancé.
—Oh —Murmuró procesando las cosas—. De cualquier forma tendremos una fiesta para presentarla a la prensa de forma oficial el domingo.
—Quiero la fiesta el sábado y, por el momento, hay que mantener su reclutamiento en secreto.
—¿Y qué le diré a todos los reporteros que esperarán el domingo por un anuncio importante?
—Ya se te ocurrirá algo —Convino el jefe—. Eres muy bueno improvisando.
—Sí, gracias —Contestó sarcástico—. Cambiaré el “anuncio importante” por una conferencia de prensa —Murmuró sacando su celular para hacer el cambio de planes—. No creo que sea tan difícil liderar con los paparazzis.
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