IV «Ángela & Kenneth»
Una semana después de las clases de Kenneth, llegó una nueva maestra especializada en literatura, ya que Ángela estaba muy mal en esa materia.
—Cariño, la señorita McFlay nos ha comentado que vas mal en español, literatura, lectura y redacción así que contratamos a la señorita Wolf quien es especialista en esas áreas. Kenneth nos la ha recomendado así que sabemos que es muy buena.
La señora Bloom presentó a la señorita Wolf, quien tenía cabello rubio, ojos grandes y de un color hermoso, tenía un vestido blanco con flores azules. Ella era bellisíma.
—Un gusto —dijo torpemente Ángela.
—El gusto es mío —Respondió la maestra.
A Ángela le parecía muy hermosa y su rostro le recordaba a alguien pero no lograba saber quién.
Comenzaron las clases inmediatamente y Ángela obviamente también empezó su investigación por la joven maestra.
Natalie Wolf. Buscó en el aparato Ruso de su padre.
Una joven maestra en literatura, letras y filosofía. Su segunda carrera era derecho. Excelentes calificaciones y proveniente de excelentes escuelas. Referencias de trabajos muy buenas, ciudadana admirable y casada con un ingeniero industrial.
Desde ese momento le tenía confianza a la señorita Wolf pero algo no le cuadraba, Kenneth la había recomendado, seguramente se conocían de algún lugar pero... ¿En cuál? Y, ¿Cuál era su relación?
Pasaron dos semanas y media y todo era increíble con ambos, las clases con la señorita Wolf eran muy amenas para Ángela, por lo general la pasaba bien y ella era divertida. Hasta que le encargó escribir su autobiografía.
Al principio Ángela iba a poner cosas muy generales, o al menos esa era la intención; pero cuando tomó la pluma y comenzó a escribir en el papel, todo aquello que hizo y sintió en su pasado fue llenando las hojas y fue vaciando todo lo que ella, alguna vez, no pudo decir y todo aquello que ella se guardó.
Terminó por darle a su maestra un trabajo con más de doscientos cincuenta páginas y le rogó que no la juzgara o lo hiciera público, a lo que la señorita Wolf le contestó que jamás haría algo así.
Por otro lado estaba Kenneth, él le enseñaba de todo e incluso salían a comer platillos y cosas que él consideraba que Ángela debía conocer. Habían tomado fotos y videos para el álbum cultural de Ángela qué más tarde decoraría con estampillas.
[P A G. #1,536 D E L A L B U M]
Sentada en la terraza de su casa, con una taza de té entre sus manos, viendo en dirección al álbum y seguido a la ciudad, recordó el día que Kenneth la llevó a la cima de la estatua de la libertad, en donde podían ver parte del océano y de la ciudad.
Flashback
—¡Qué increíble vista! —Gritó Ángela emocionada, el aire le golpeaba la cara y alborotaba su cabello, ella amaba aquella sensación y se sentía plena ahí arriba observando todo.
—Así es, es una de las maravillas del mundo —Dijo Kenneth, modesto y sonriente.
—Ugh, orgullo americano, ¿Puede alguien contra él? —Preguntó Ángela, burlona.
—No lo sé, pregúntale al capitán América, él es el que se siente con patriotismo —Bromeo él—. Como sea, te pondré a prueba... dime algo relevante que haya sucedido en Nueva York.
—Uhm... La crisis de 1929 —Contestó, recordando.
—Muy bien, ¿Qué me puedes decir de ello?
—Comenzó en el llamado jueves negro, la bolsa de valores de Wall Street bajó peligrosamente y muchos perdieron los millones que habían ganado de la noche a la mañana invirtiendo, como consecuencia se suicidaron —Explicó ella.
—Perfecto, me siento orgulloso, has aprendido muy bien —se aludió a sí mismo.
—Eres muy ególatra, ¿No crees? —Rió la chica.
Él secundó la risa y se quedaron un rato ahí, observando la magnífica vista que les brindaba la estatua de la libertad.
Fin del flashback
Pero ese día kenneth no tenía nada planeado por hacer.
Ángela escuchó la puerta abrirse y se giró a esa dirección, vió que entraba Kenneth y sonrió.
—¿Y bien? ¿Ahora que haremos o qué comeremos? —preguntó entusiasmada mientras él iba a ella.
—Te decepcionaré, hoy no tengo ni idea de qué hacer.
Kenneth se sentó en una silla junto a ella, puso sus brazos sobre la mesa y la miró con una de sus sonrisas perfectas, dejando ver su linda dentadura. Ángela no pudo evitar sonreír.
—¿De verdad? —Preguntó con unos pequeños pucheros—. ¿Qué hay de esas películas norteamericanas? ¿No hay algo que me puedas mostrar que vengan en ellas?
Debía haber algo, Ángela estaba segura.
—Hmmm —Pensó él, mirando al techo—. No se me ocurre nada. En estos momentos en las escuelas seguramente preparan el baile de graduación e ignoran todo lo demás así que no sé qué mostrarte.
—¿Baile de graduación? Yo jamás fui a una, podrías empezar por ahí.
—¿Nunca has ido a una? —preguntó sorprendido.
Ángela rió.
—Estudio en casa, Duh. ¿Qué esperabas? —Rodó los ojos, con una sonrisa.
—Tienes razón, que bobo soy —él también rió—. Bien, lo primero que debemos escoger es una pareja —Se dirigió a un mueble de madera que había cerca y tomó una de las rosas de los tantos floreros que la madre de Ángela mandaba poner, volvió y se arrodillo enfrente de ella—. Ángela Bloom, ¿Quieres ir al baile de graduación conmigo?
Ella sintió extraño, jamás habían hecho eso por ella. En un acto instintivo se sonrojó, bajó la mirada y asintió aceptando la rosa. Estaba sorprendida, emocionada y los nervios de no saber qué hacer salieron a flote.
Kenneth la abrazó dándole un beso en la mejilla, después se volvió a sentar.
—Ahora, voy a organizarte un baile sólo para nosotros. Señorita, vaya a cambiarse con sus mejores ropas. Yo me encargo de lo demás —Habló en tono varonil y caballeroso con un leve acento inglés.
Ella sonrió e hizo caso. Yéndose a cambiar y maquillar con un bonito vestido rojo con cuello en "v" sin mangas. Se peinó con un moño y se maquilló como los tutoriales en Youtube le enseñaron. Había quedado hermosa. Demasiado que cautivó el corazón de Kenneth cuando éste tocó a su puerta.
—¡Estás... Bellísima! —Aludió emocionado—. No digo que no lo fueras antes pero ahora.... Wow!
Ella sonrió.
—Gracias, también tú te ves muy guapo en ese traje —Ella le miró de pies a cabeza con una sonrisa.
Él también sonrió y bajó la mirada a sus manos.
—Oh, cierto. Esto es algo tradicional, es una pulsera y te la debo de poner. Y éste es un prendedor, tú me lo tienes que poner.
Le dio la cajita del prendedor y ella sonriendo lo sacó y se lo puso delicadamente.
—¿Así?
—Sí, está perfecto.
Él le colocó la pulsera.
—¿Qué significado tiene? —Ella preguntó, viendo la pulsera.
—Se supone que es para que todos sepan que vamos juntos. Y ahora que lo pienso, no tiene sentido para nosotros.
Kenneth luchaba por no parecer nervioso.
—Es lindo que lo hayas pensado de todos modos, es una tradición después de todo, ¿no? —Ella sonaba amable.
Él se sintió más tranquilo. Así que prosiguió con más calma. Había ambientado el salón de baile de los padres de Ángela para hacer la graduación y parecía auténticamente como una.
—¡Cielos! Se parece a las películas —Ella dijo maravillada.
Él sonrió y la llevó dentro, había globos y pancartas amarillas con azul sobre la graduación. Las luces eran violetas y azules. Guillermo, el mayordomo de sus padres, estaba como DJ al fondo del salón con canciones neutras pero con ritmo. Era gracioso ver al hombre de mayor edad detrás, junto a las bocinas poniendo canciones, rió y volteó la mirada a un enorme cartel de un tigre con las palabras “¡Vamos tigres!”.
—¿Por qué tigres? —preguntó Ángela mirando el cartel.
—Oh, en la escuela a la que asistí, yo fui parte del equipo de football americano y eramos los tigres —Contesto sonriendo, viendo al animal con los colmillos de fuera, aparecía rugiendo—. Traté de hacerlo lo más parecido a mi graduación.
Kenneth habló con tono melancólico, miraba todo el salón con tristeza, parecía recordar buenos tiempos.
Ella lo apreció, todo era tan real pero le faltaba la experiencia de estar con sus compañeros de clase y sus amigas. Se sentía sola; ella no sabía lo que era tener una vida en un instituto y eso la abrumó por un momento.
—¿Qué pasa? —Preguntó Kenneth al verla un poco triste.
—¿Eh? Oh, nada —Posó su vista en él y sonrió, fingiendo que todo estaba bien—. ¿Qué hacemos ahora?
—Que bueno que preguntas —le tocó la nariz—. ¡DJ algo más movido, por favor!
Guillermo lo miró y asintió, su cara era muy divertida pues su rostro decía “¿Cuánto más tendré que hacer ésto?” se notaba nefasto pero su expresión hizo reír a la chica.
Kenneth se esforzó por hacer de todo para ella, había frituras, ponche, buena música; todo pensado y dirigido por kenneth para cortejar a la chica, y Ángela lo apreciaba bastante, sin embargo, para mala suerte del chico ella había dejado de sentirse atraída por él al poco tiempo de empezarlo a tratar, pero aún así, le parecía muy tierno que hiciera un pequeño baile de graduación por ella, a decir verdad, ella se sintió muy feliz.
De pronto, entre bailes raros y arrítmicos en donde la chica se soltó el cabello y decidió disfrutar plenamente, el DJ cambió I Gotta Feeling de The Black eyed peas a Demons de Imagen Dragons.
Kenneth se acercó a ella y con una sonrisa tendió su mano, mirándola fijamente a sus ojos. Temeroso preguntó:
—¿Me concedería éste baile?
Ángela sonrió, tomó su mano y asintió. Él guió sus manos a su cuello, después posó sus propias manos firmemente en la cintura de la chica. Bailaron al son de la canción, breves momentos después de estar mirándose a los ojos ella decidió recargar su cabeza en el cuello del muchacho; Kenneth no se pudo contener y comenzó a cantar la canción.
Ángela lo escuchó, tenía una hermosa voz, varonil y un tanto ronca —por los nervios—, ella sonrió y murmuró:
—Es una hermosa canción.
El chico respiró hondo, dudó un segundo pero finalmente soltó:
—Es justo lo que siento —vaciló—, ahora, por ti.
Ella levantó la cabeza para mirarlo confundida.
—Kenn...
—No digas nada, sólo... Disfruta éste momento, ¿quieres?
Pasó su dedo índice por la mejilla de ella apreciando su piel tan tersa y linda. Él estaba completamente enamorado y eso le asustaba.
Ángela tragó saliva con dificultad pero asintió; Kenneth pasó de la mejilla a sus labios y entonces no lo pudo evitar, se acerco a darle un beso. Pero justo antes de tocar los suaves labios con los suyos, ella se alejó dando un paso atrás.
—Lo siento, yo... No, no estoy preparada para ésto.
Ángela lo miro por un momento, se veía triste, abatido... confundido. Detuvo el tiempo y lo vió fijamente con la mirada triste, se acercó a él y lo abrazó por el cuello.
—Lo siento, Kenn —Susurró en su oído y se soltó de él.
No quiso verlo más así, entonces dió media vuelta rápidamente haciendo continuar el tiempo y se fue.
Kenneth no tuvo el coraje de seguirla, se sentía derrotado... Humillado.
• • •
Ángela durmió y a la mañana siguiente se levantó tarde, no tenía ganas de hacer nada, se sentía mal por lo que había hecho, pensaba una y mil veces que debió actuar distinto y que desde el primer momento en que sus sentimientos se aclararon debió de dejar las cosas en claro. Pero no, ella tenía que ser una completa idiota.
Y cuando pensaba en porqué no le habló a Kenneth sobre sus sentimientos, sólo recordaba haberse mareado y por alguna razón despertar en la sala de su casa.
Por otro lado, no paraba de ver la imagen de Kenneth en su cabeza, cerraba los ojos y tapaba su cara, como si eso fuese a borrar lo que hizo. Nada podía cambiar lo que sucedió, ni si quiera sus poderes.
Mensaje de texto de: Miss Wolf.
Buenas tardes señorita Bloom, sólo para recordarle que debe entregarme el ensayo que le encargue del libro “El origen de las especies” de Charles Darwin. Que pase un excelente día.
Al ver el mensaje, maldijo para sus adentros. La señorita Wolf había estado insistiendo en ese estúpido ensayo desde hace una semana y ella lo había aplazado, pero justo ese día que se sentía la peor persona del mundo debía buscar el libro en su biblioteca, leerlo y hacer el maldito ensayo, todo antes de las 10 pm. ¡Genial! Estaba de pésimo humor.
Se cambió y fue directo a su biblioteca, buscó, buscó y buscó en cada rincón jurando tener el libro.
—¡Por Dios! ¿No tenemos el origen de las especies? Juraría haberlo leído hace un par de años, aquí debería estar.
Ángela hablaba en voz alta para no sentirse tan sola. Era deprimente pero le funcionaba, al menos por ratos.
—Señorita Bloom, la busca el joven Wilson.
Anunció Raquel, la ama de llaves. Tan pronto terminó la oración, Ángela salió disparada a la puerta.
—Ken, hola. Creí que no...
—Tranquila, todo bien. Sólo, finjamos que no pasó nada, ¿quieres?
Kenneth sonaba despreocupado y tranquilo, incluso Ángela podría decir que estaba feliz pero algo en su voz lo delataba y eso sólo hacía entristecer más a la chica.
—Oh, claro... —Suspiró— Si tú lo quieres así.
Él sonrió y aclaró su garganta.
—Eh, Wolf me dijo que te avisara sobre el ensayo...
—Ah, sí. Justo estaba apunto de salir a la biblioteca central; al parecer mis padres donaron el libro o algo así porque no lo encuentro.
—Genial, bueno no... porque lo donaran —Soltó una risa nerviosa—, ¿Te acompaño?
—Sí, me haría bien un poco de compañía.
Ángela tomó una sudadera y cerró la puerta de su casa; caminaba a la par de kenneth. Él la llevó a la biblioteca en su motocicleta.
Fue sencillo encontrar el libro ahí, lo difícil fue tratar de leerlo teniendo a Kenneth bromeando por cualquier cosa cerca de ella. Disfrutaba de su compañía e incluso le ayudó en partes que no entendía del todo porque se distraía.
Finalmente terminó el ensayo, lo envió por correo electrónico y colocó el libro en su lugar.
—¡Uff! He terminado, gracias y no gracias a ti —comentó Ángela divertida, mirando en dirección a donde estaba el dichoso libro.
—¿Le recriminas a un pequeño e inofensivo libro? —se burló Kenneth.
—De hecho, te decía a ti —volteó a mirarlo sonriente.
—Entonces de nada y no de nada —Rió.
Ángela no respondió ya que en ese momento alguien la tomó del cuello y le tapó la boca.
Instintivamente trató de soltarse del atacante, pero él era muy fuerte y ella obviamente no podría contra él.
Asustada y viendo que Kenneth no la ayudaba, simplemente veía a todos lados y comenzaba a caminar a ella pero sin intención de ayudarla, Ángela comenzó a forcejar pero era inútil, es muy pequeña para semejante hombre que la tenía atrapada. Lo golpeaba y trataba de usar su fuerza en contra de él mismo. Pero nada era útil. La llevaban a algún lugar.
Hasta que llegó a tal grado de desesperación que comenzó a llorar, apretó los ojos y sólo escuchó la alarma de incendios, después sintió como se liberaba. Cayó de rodillas respirando frenéticamente, miró a su alrededor, todo estaba en el suelo, una parte de atrás estaba en llamas, miró el suelo donde se encontraba el hombre, al parecer desmayado, tuvo mucho miedo y le surgió un instinto: correr, correr sin mirar atrás lo más rápido que pudiese.
M A T E R I A L E X T R A
Al paso de unos días, Ángela y Kenneth se habían vuelto muy cercanos pero esto también significaba que él profundizaba en su ser.
Un par de veces había revisado las cámaras de seguridad de la casa y había visto a Ángela entrar en esas crisis de la que sus padres le habían hablado; pero eran inusuales, ella casi siempre se encontraba en un rincón de alguna habitación sentada con sus piernas dobladas y su cabeza refugiada en ésta, luego destellos de luz violeta alrededor de ella salían y uno que otro era como un rayo impulsado con mucha fuerza y rompía algo o destruía alguna pared. Luego, la chica caía inconsciente y la ama de llaves junto con el mayordomo la llevaban a su habitación evitando decirle algo de lo sucedido.
Él respaldó todo en una memoria para hacerle saber a su jefe de la gravedad del asunto y que esa chica no debería ser tomada a la ligera.
Así que tomó sus cosas y se dispuso a ir a llevarle la evidencia pero antes de salir, Ángela lo encontró, le pidió que no se fuera, alegó que quería decirle algo pero la chica se veía un tanto nerviosa... Asustada. Sin previo aviso se dobló del dolor que sentía en su cuerpo, cayendo de rodillas nublando su mirada junto con su juicio y conciencia.
En ese momento, Kenneth apreció por cuenta propia lo que muchas veces había visto en las cámaras de seguridad, la chica comenzó a desprender una pequeña y casi imperceptible aura que iba en aumento a tornarse violeta; él quedó perplejo sin saber qué hacer por unos instantes, hasta que reaccionó e intentó tocarla para ayudarla. Mala idea, Ángela disparó un rayo contra él que logró esquivar, fue a dar al vidrio que quedó pulverizado.
Un segundo después cayó inconsciente así que él pudo ayudarla. Estaba muy caliente y sudorosa, como si acabara de hacer un gran esfuerzo quedandose sin energía.
La recostó en el sofá y le puso un termómetro del botiquín que tenían sus padres en la sala, pero para cuando lo quitó, tenía la temperatura normal, estaba seca y parecía dormir plácidamente.
Decidió ir a buscar el vídeo de lo que acababa de pasar hace unos instantes y guardarlo para llevarlo a Fury, su jefe.
—¿Descubriste algo de la chica? —Preguntó Nick, sentado detrás de su oficina.
—Míralo por ti mismo —le dió la memoria.
Fury lo puso en la computadora y observó atentamente. No podía creer lo que veía.
Se reclinó en el respaldo de su afelpada silla negra y al terminar tomó el teléfono para mandar un mensaje.
—Trae el expediente de Natalie Wolf, necesito que ambos estén vijilandola, ¿Sabes de algún empleo que busquen los Bloom? —Preguntó Fury rápidamente.
—Ángela va mal en Literatura y están pensando en contratar a alguien especializado en el área.
—Perfecto, tienes que recomendarla. ¿Sabes alguna otra cosa? Expedientes clínicos, registros, algún diagnóstico, ¿Algo? —Preguntó una vez más.
—Lamentablemente no tiene nada de eso o tal vez sí pero debe estar más seguro que la tecnología de Rusia.
—Por suerte jaqueamos su sistema el mes pasado —Habló Nick con autoridad—, Tráeme más información, Wilson. Y averigua si el capitán Rogers está en la ciudad.
—¿El cap? ¿Para qué lo quiere?
—El peligro que ella simboliza es inminente, necesitamos al mejor para vijilarla, ese es Rogers. Pero necesitaré el apoyo de Barton y... Banner posiblemente —Suspiró.
—¿No necesita a Thor también? —Preguntó sarcástico—. Yo puedo hacerlo jefe, no es necesario traer a la mitad de los vengadores.
—Wilson, no me puedes conseguir información sobre ella, en el vídeo que me mostraste no fuiste capaz de manejar la situación, ¿Crees que estás capacitado? —Nick preguntó fríamente—. Eres uno de los mejores agentes pero no puedes con ésto.
Kenneth lo miró y calló, impotente de decirle algo a su jefe.
—Acabo de recordar que el capitán Rogers está en Londres y no regresará en, al menos, tres semanas —Dijo firme.
—Entonces esperaremos a que llegué, por mientras profundizaremos en la vida de la chica. Idearemos un plan para estudiarla y mantenerla bajo nuestro control.
—Seguiremos con la investigación entonces —contestó—. Sólo, por curiosidad, ¿Qué planea hacer con ella?
—Que esté en mi equipo.
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