Capítulo 41
Maddox
Son aproximadamente las ocho de la noche cuando el avión aterriza en medio del Comando, cargo a la niña que viene corriendo hacia mí y le sonrío, Amara es una niña dulce a pesar de la familia que tiene, Simon está ocupado hablando de algo con la General y mientras, su hija habla conmigo más rápido de lo que puedo procesar.
—¿A dónde vamos a ir, vienes con nosotros?
—Sí, voy con ustedes, estamos un poco lejos del lugar —tenemos que reunirnos en una propiedad bastante alejada del Comando, Stella vino con su hijo, Camila y su nieta.
Raphael ni siquiera está cerca.
—Papá dijo que me llevaría a un lugar bonito para ayudar a la abuela.
—Es bonito y habrá mucha gente aburrida —Amara se ríe, de alguna forma me recuerda a Raphael, todos en esta familia se parecen.
—Amara, deja de molestar a Maddox —la niña mira a su madre y luego a mi haciendo un mojín.
—¿Te molesto?
—No —ella mira a su madre con suficiencia.
—¿Ya escuchaste?
—Teniente Coronel —bajo a la niña al instante y le doy el saludo correspondiente a la actual General del IMS1 Londinense.
—General.
—Tengo entendido que usted se hará cargo de nuestra protección.
—Sí, Señora, estará bajo mi cuidado y el de las primeras dos tropas.
—¿Dónde está tu Coronel? —pregunta mirando alrededor, cierro los puños, Raphael me dejó todo el problema a mí porque no quería ver a estas personas más de lo necesario.
—Irá directamente.
—Pues vamos.
Subimos al auto blindado, son tres autos más que sirven de señuelo, tendremos infiltrados en la sala del discurso, no podemos dejar que maten a esta mujer, aunque quizás Raphael estaría contento con ello.
Amara habla conmigo y su abuela en todo el camino, la mujer no parece la persona malvada que fue capaz de cazar a Raphael, hacer que lo golpearan, que matara a su esposa y eliminaran a un bebé.
Parece una abuela amorosa.
Bajo primero buscando alguna amenaza, la General y su familia bajan una vez tenemos el perímetro asegurado, la sala no está decorada de forma ostentosa, es grande y con una lámpara enorme en el centro.
Amara la mira con sorpresa mientras su madre va jalándola.
Reviso la plataforma y cambio el pomo de agua, sólo por si acaso, tengo un intercomunicador en el oído que me informa de la posición de cada agente, ellos estarán alrededor como si fuesen invitados.
Raphael llega justo antes de que comience el discurso de su madre, la General se pone frente al micrófono y comienza a hablar, Simon, Camila, Amara y yo estamos en la plataforma detrás de Stella, donde debería estar él.
Sin embargo, parece ansioso.
Las palabras de la General hacen que algunas personas aplaudan, por alguna razón me siento jodidamente incómodo y no dejo de mirar de un lugar a otro, mis sentidos están alerta, pero no logro captar el peligro.
De pronto el intercomunicador hace un ruido insoportable, intento quitármelo con desesperación ignorando mi alrededor, veo a Raphael corriendo hacia mí, logro ver la ametralladora y empujo a Camila al suelo que es la más cercana cuando los disparos llegan.
Me roza el hombro, una bala se incrusta en mi costado, agarro el arma y disparo eliminando a uno, la tropa se está haciendo cargo de la situación.
Miro abajo para preguntarle a la mujer si está bien, no respira, la sangre mancha el suelo, mis manos, Raphael me jala hacia él, por fin puedo ver más allá de Camila.
La General está en el suelo siendo asistida, Simon, Amara, todos en el suelo, Raphael me lleva cubriéndome la herida del costado.
—Suéltame —gruño empujándolo.
—Intento salvarte la vida —jadeo, me saco el comunicador del oído notando la sangre, joder, me pitan los oídos, también me falta el aire, miro hacia abajo, tengo una herida en el costado y el hombro, las manos manchadas con la sangre de Camila.
—Tenemos que volver y…
—¿Y qué? No sabemos si tú también eres el objetivo, recuerda que has provocado a Diago directamente…
—Mi trabajo es proteger a la General —Raphael niega.
—Soldado caído, ya los están llevando al hospital.
—Llévame ahí.
—Sube al auto.
Obedezco y subo al Maserati, Raphael no se enoja cuando el asiento se mancha de sangre, sólo eso me faltaría, bajo lo más rápido que puedo y voy directo a recepción a preguntar.
—Teniente Coronel, Maddox Werner, necesito saber el estado de la familia Williams —la secretaria teclea y niega enseguida.
—Tienen que esperar, están ahora mismo en cirugía.
Raphael me jala.
—Hay que atender tus heridas —no peleo, dejo que un doctor me examine, de unos cuantos puntos y cubra las dos heridas, por el oído no tengo que preocuparme, se recuperará.
Cuatro horas más tarde por fin aparece un doctor preguntando por los familiares de los Williams, me pongo de pie enseguida y arrastro a Raphael conmigo.
—¿Cómo están? —el doctor niega, la bilis me sube a la garganta.
—La niña y su madre no lo lograron —dice de pronto, siento que me tiemblan las piernas a pesar de que no son nada mío, pero Amara estaba hablando conmigo hace unas horas.
Miro a Raphael, no reacciona, más bien, no le importa, me estremezco recordando las palabras de Diago, su encargo.
—La General tenía dos balas incrustadas y ahora un edema cerebral que necesita supervisión, será trasladada a cuidados intensivos.
—¿Qué hay del Coronel?
—Está en shock, la herida en su hombro no compromete su sistema.
—Gracias.
Raphael me agarra e intenta alejarme.
—Vámonos de una vez —dejo que me guie fuera, nadie tiene que escucharnos discutir, me suelto en cuanto llegamos al exterior, no hay nadie cerca.
—No puedo creerlo.
—¿Por qué estás mirándome así?
—Ni una pizca de empatía, Raphael —frunce el ceño.
—¿Quieres que me ponga a llorar? Así son las guerras.
La duda me carcome, el problema es que ya me espero cualquier cosa de él, no sé ni que pensar. Lo peor que hay es tener una desconfianza tan grande, pero Raphael hizo que fuese así.
—¿Fuiste tú?
—¿Qué? —pregunta con sorpresa, no parece fingido, pero bien podría serlo.
—¿Ordenaste que hicieran esto?
—Esto no es cosa mía —dice con calma—. Te dije que no iba a matar a la niña y tú estabas ahí, nunca te arriesgaría. ¿Por qué crees que soy el culpable?
Por muchas razones, pero sobre todo porque no confío en él, le ordenó a Diago asesinar a alguien, pero no estoy seguro de a quien, Stella, Simon, Camila o Amara.
Raphael se beneficiaría bastante de este maldito atentado.
—¿Quieres que te crea cuando amenazaste a esa niña delante de mí? Le pusiste una pistola en la cabeza, Raphael.
Raphael niega.
—Una pistola con seguro, Maddox, el problema es que todos estaban tan jodidamente impactados que no repararon en eso, nunca le quité el seguro a la pistola, no iba a matarla.
—Me has mentido, me manipulas a tu antojo, lo dejé pasar, pero esto es demasiado.
—No fui yo —gruñe.
—¿Vas a decirme que te duele esto? —Raphael aprieta la mandíbula.
—Eso es un golpe bastante bajo, sabes que no, Stella y Simon harían un gran favor muriéndose, no me importa porque los quiero muertos, a ambos.
—¿A quién tenía que matar Diago?
—Camila era mi objetivo, pero esto no fue cosa mía, Diago me jodió a lo grande, no quiso cumplir conmigo, mi sobrina no estaba involucrada a pesar de que Simon fue el causante de mi desgracia.
Paso la mano por mi pelo, no puedo dejar que este tipo de convenza, sus palabras, todas son una sarta de mentiras, es un manipulador de primera.
—Sé que mentiste, maté a una persona inocente por ti.
—¿De donde sacaste esa tontería?
—Documentos, hice que Thomas investigara a Harrell —Raphael se echa a reír con fuerza, creo que terminó de perder la cabeza.
—¿Thomas, en serio, el tipo que estaba follándo contigo, que no me quiere cerca de ti? Tendrás que buscar a otro informante.
—No se trata de eso.
—¿Le crees a él antes que a mí? —pregunta agarrándome del frente del uniforme.
—¿Qué quieres que haga? Estoy volviéndome loco por tu culpa.
—Respóndeme.
—Sí, le creo —admito, Raphael se revuelca el pelo con desesperación.
—No puedo creer lo que estoy escuchando. ¿Dónde está ese amor que dices tenerme?
—Son cosas distintas, no puedo seguir con una venda en los ojos cuando se trata de ti, ya no me creo ninguna de tus palabras —niega mirándome con resignación.
—Entonces ese amor no es suficiente.
—Probemos entonces el tuyo —arquea las cejas.
—¿Qué?
—Dime que me amas y voy a retractarme de todo —pido, aún tengo una maldita esperanza, necesito escucharlo.
—No voy a caer en tus juegos.
—Dímelo, Raphael, dime que me amas y todo regresará a la normalidad, ya lo dijiste.
Raphael suspira y me mira directamente, sigo esperando, pero niega con frustración, yo también lo estoy.
—No, no puedo.
—¿Sabes porque me dijiste que me amabas? —aprieta la mandíbula, sonrío—. Porque necesitabas de mi, ese es tu amor, necesidad, como ya no me necesitas ni siquiera puedes decirlo.
—No hables tonterías —agarro sus brazos.
—Te amo tanto que me vuelves loco, pero yo no soy el problema aquí, eres tú, tú eres ese problema, planeas destruir a todo el que se te ponga en frente.
—Eso te incluirá si te alejas de mí, te juro que voy a destruirte también —la fría mirada me hiela la sangre.
—¿Y quieres que crea que me amas? No me amas, no puedes hacerlo.
Raphael por fin explota.
—Tienes razón, te lo dije a conveniencia, no puedo amar a una persona como tú, porque yo tampoco confío en ti.
—¿No fue para que confiaras en mi que maté al Coronel? —me fulmina con la mirada.
—Y lo arruinas todo creyéndole a un sarnoso que bien puede ser el espía de Fabio, sólo quiere separarnos.
—Nunca estuvimos juntos, no tiene que separar nada y no tienes pruebas de eso, sólo estás improvisando.
—No lo hago, te enseñó documentos falsos. ¿Qué más prueba que esa quieres? —me agarra el brazo con fuerza, justo donde tengo la herida, no sé si es a propósito o es que no se ha dado cuenta, pero la sangre le mancha los dedos.
—¿Por qué quieres que te crea? Ya tienes todo lo que querías de mí, maté al Coronel y te dejé el acceso a la casa donde estaba tu maldito anillo.
Le agarro la muñeca haciendo que me suelte.
—¿De qué estás hablando?
—Raphael Williams, Coronel del IMS1, Pahkan de la Bratva y futuro Mariscal. ¿Para qué más poder?
—Has estado investigando cosas que no deberías.
—Supongo que se te acabaron los malditos secretos, ya no hay nada con lo que puedas manipularme. Pensé que podría cambiarte, hacer que me amaras, pero sólo fui un ingenuo.
—Te lo dije desde el principio.
—Sí, no puedo decir que no me lo advertiste, pero aún así estoy decepcionado —Raphael me agarra del mentón para que lo mire directamente.
—Yo no te decepcioné, Maddox, desde el principio soy yo, soy un monstruo, pero intentaste maquillarlo todo, me adornaste, esperabas demasiado y al final no viste lo que realmente soy —sonrío.
—Tienes razón, te idealicé al pensar que estaría a salvo creyendo que sólo eras un poco hijo de puta, pero no, eso sólo era la punta de iceberg.
—¿Y ahora qué? —me suelta—. Porque siempre discutimos, pero al final somos el uno para el otro.
Tomo aire antes de empezar, ya tomé la decisión hace tiempo, esto es por mi bien y también por el suyo, juntos sólo nos hacemos daño.
—Coronel, Raphael Williams, yo, Maddox Werner, Teniente Coronel del IMS1 de Londres pido un traslado a otra base, mañana presentaré los documentos pertinentes.
—No aprobaré esa mierda, no puedes alejarte de mí, eres mío, Maddox —gruñe agarrándome el hombro herido, le aprieto la muñeca.
—No, nunca fui tuyo, Raphael, terminó, tira la toalla, esta vez se acabó de verdad.
—Yo nunca pierdo —suspiro.
—Esta vez sí, perdimos los dos.
—Sólo te irás por encima de mi cadáver.
—Raphael…
—La única forma en la que podría dejar que te vayas, es muerto, en un jodido ataúd.
—Ya lo veremos.
Le doy la espalda y comienzo a caminar, esta vez hago lo correcto, llegó el maldito momento, tengo que tomar las riendas de la situación, ya estamos demasiado descontrolados.
Raphael quiere su venganza más de lo que quiere a las personas.
Que obtenga lo que quiera, saldré de su camino y nada le impedirá matar a quien quiera, ser el maldito Pahkan o el Mariscal.
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