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Capítulo 30

Maddox

Me levanto de la cama con un dolor de cabeza insoportable, Raphael sigue durmiendo, así que voy a darme una ducha, el agua fría me espabila un poco, creo que ahora estoy peor que antes, acabo de meterme en una cosa demasiado retorcida.

Ayer, luego de la discusión, de que me convenciera de hacer algo tan malo, terminamos follando, no somos buenos en nada más, la compatibilidad sexual está más que demostrada.

Pero no nos entendemos.

Me estremezco cuando lo siento detrás de mí, Raphael me besa el cuello y se frota contra mí, suspiro.

—Vamos a llegar tarde si sigues con eso —se ríe contra mi hombro.

Ya ni siquiera pienso con coherencia, cada día estoy más lejos de la persona que era, pero puedo dejar ir pequeñas cosas con tal de tener a Raphael, quizás, al final todo valga la pena.

Raphael me frota el pecho con su mano derecha y sigue bajando hasta mi erección.

—¿De verdad te irás así?

—Sí, no toques —gruño apartando su mano.

—Dímelo —jadea contra mi nuca, este hombre me derrite por completo, no puedo resistirme a él.

—Te amo.

Suspira como si fuese increíblemente placentero escuchar las palabras, desliza su erección entre mis muslos y junto las piernas, no parará hasta que ceda, me acaricia con rudeza.

—Hoy saldrás con Harrell —dice de pronto haciendo que toda la excitación se esfume, lo empujo y me coloco una toalla en la cintura.

Aún es temprano, me pongo uno de los pantalones de Raphael y agarro mi camisa, sale cuando termino con las botas, cruza los brazos a nivel del pecho, la herida en su hombro no hace ninguna diferencia, tiene un nuevo parche y por alguna razón sospecho que ni siquiera puede sentir el dolor, incluso así se ve apuesto.

Y yo de estúpido pensando en lo apuesto que es cuando me mira así.

—No estoy obligándote a nada, si no quieres, no lo hagas —me pongo de pie y me acerco.

Sus palabras son contradictorias, en realidad tengo que hacerlo, porque de otra forma no le serviría de nada, ni siquiera estoy seguro de que me diga la verdad cuando dice amarme.

—Dímelo —le exijo, la respuesta llega al instante.

—No.

—Raphael. 

—Escucha —exige agarrándome la cintura, sus dedos presionan, me susurra al oído—. No es algo difícil, sólo tienes que apretar el gatillo y adiós a los problemas.

Suspiro.

—¿No estás mintiéndome?

—¿Sobre qué?

—¿De verdad estuvo involucrado?

—Sí.

—Bien, voy a escucharte —Raphael se aleja para mirarme a los ojos.

—Eres el Capitán de la MS1, Harrell sólo va contigo o con Ares, hoy irán a por Yoshida y los llevará a los dos.  

—¿No estarás ahí?

—No, estaré dirigiendo las otras tropas, tendré una cuartada perfecta.

—¿Cómo lo haré?

—Siéntate —ordena empujándome hacia la cama.

Me siento, Raphael va hacia un maletín, coloca una clave y luego regresa a mí con algo envuelto en un paño blanco, se sienta a mi lado, destapa el paquete enseñándome una 9 mm, trago con nerviosismo.

—Quiero que lleves esta junto a tu arma reglamentaria, no tiene número de serie, pasará por el arma del mafioso perfectamente, diremos que Yoshida mató a Harrell y tú lo eliminaste a él.

—Eso tiene un montón de formas de salir mal —replico, vuelve a cubrir la pistola.

—No voy a ir contigo, pero no lo harás solo, alguien te ayudará, voy a darle el mando de las tropas a Thomas y te daré toda mi atención, no hay necesidad de estar nervioso.

—¿Por qué no lo hace esa persona?

—Eres de confianza para Harrell, él no podría acercarse, además, no confío mucho en él —agarro el paquete y lo coloco en la cinturilla de mi pantalón, le robo una de las chaquetas a Raphael para cubrirla y lo miro.

—Ya lo tengo todo claro, me voy.

—Maddox —Raphael me agarra la nuca luego de ponerse de pie, deja un beso en mi boca, la lengua recorre hasta hartarse, lame sus labios y sonríe—. Ahora si puedes irte.

Salgo de su habitación, veo a mi hermana pequeña por el camino y la ignoro, no quiero saber de ella o el traicionero de Ares, Raphael tiene razón, es mejor no esperar nada de nadie.

Las decepciones empiezan a acumularse.

—Maddox —me llama, intento seguir de largo hasta que agarra mi brazo.

—No.

—Hablemos.

La sugerencia hace que la mire, le pedí lo mismo varias veces y sólo obtuve sus negativas, o que me ignorara directamente.

—¿Ahora quieres hablar, cuando estuve una semana completa rogándote que me prestaras atención? —Abby muerde su labio inferior, estoy enojado y mucho—. ¿Qué hice tan mal como para merecer eso, qué me gusten los hombres te parece algo tan malo?

Lloriquea.

—Madd.

—Si eso fue lo que te molestó de tu hermano mayor, me temo que es cierto y no va a cambiar.

—Lo siento —me echo a reír, ya no me importa, esas disculpas no significan nada.

—Qué bueno que lo sientas, pero no me importa. ¿Ya te dieron el permiso?

—Sí, Thomas me lo dio, estoy fuera.

—¿Qué hay de Ares? Si hay algún problema… —responde al instante.

—No lo hay, aún está sorprendido, pero dijo que se haría cargo.

—¿Estás segura de que no es de Simone? —Abby aprieta los labios, sé que parece una ofensa, pero es una pregunta totalmente válida, estuvo saliendo con ese sarnoso por más de dos meses.

—Segura, me protegía con Simone, con Ares, fue un accidente —enrojece diciendo lo último, suspiro, lo mejor era que no pasara, pero si ya está embarazada lo mejor es hacerse cargo de la situación.

—Bien, ve para mi casa, mamá y papá están ahí, cuida a mi sobrino, no quiero negligencias.

—Si —intento irme, pero su mano no deja que me vaya—. Madd.

—Es lo único de lo que tenemos que hablar.

Por fin me voy y hago mi trabajo de investigación hasta la noche, el operativo será a esa hora, me levanto cuando el reloj marca las seis, voy a las instalaciones donde se supone que tengo que ponerme el uniforme táctico.

Ares me mira con arrepentimiento, intento hacer lo mismo que con Abby, pero no puedo salir de él con facilidad.

—Maddox.

—No quiero hablar —me agarra por el frente de la camisa, está desesperado.

—Te juro que fue un accidente, estábamos borrachos y de alguna manera pasó —le agarro la muñeca y aprieto, Ares comprime la mandíbula, pero no me deja ir.

—Mi hermana pequeña, Ares, es mi hermana pequeña.

—Lo siento, sé que hice mal, pero llevemos esto en paz, ya sucedió y el niño viene en camino, no podemos hacer nada.

—Debiste pensarlo bien, que bueno que ahora vayas a tener un niño con el cual entretenerte, porque has perdido a tu mejor amigo, a tu hermano —específico con un gruñido.

—Madd.

—Las hermanas de tus amigos son sagradas.

—Sé que ahora estás enojado, así que te daré un tiempo —lo fulmino con la mirada.

—No hay tiempos, no me olvidaré de esto y si pasa, ahí estará Abby embarazada y luego un bebé que me lo recordará cada día.

Agarro mi uniforme y dejo el arma debajo, tengo que llevar esta cosa en algún lugar que no se vea, me cambio de ropa, coloco mi arma reglamentaria en el muslo y una vez solo en el cambiador agarro la nueve milímetros, ya que llevo los guantes no hay problema.

La miro por un tiempo, aún no puedo creer que haré esto, estoy jodidamente loco.

Decido ponerla en el frente cubierta por el chaleco y la cinturilla del pantalón, salgo y agarro mi fusil, el Coronel Harrell espera en el frente, me incorporo a la formación, Harrell nos explica la misión.

Escucho los latidos de mi corazón en los oídos, siento que me observan, pero nadie me presta atención.

Estoy entrando en pánico, cosa para la que no tengo tiempo.

Subimos a los autos y nos reagrupamos en el campo aledaño de la casa segura a la que debemos entrar, Raphael se encargó de hacerme llegar los planos, hay una parte de la casa que está más alejada, sólo tengo que dirigir a Yoshida a ese lugar.

Maddox, respira, no quiero que te de un infarto.

—¿Cómo estás hablándome por esta línea?

Tengo la línea intervenida, no te preocupes, las órdenes pasarán a ti sin problema alguno.

—Vale —murmuro.

¿Te sientes bien?

—No.

Pronto terminará, más rápido de lo que crees.

Recibo una orden de Harrell y me incorporo, le hago señales a mi tropa y nos preparamos para intervenir, dejo a mi Teniente al mando para ir directamente a por Yoshida.

El japonés me ve y se pone alerta al instante, levanta las manos dispuesto a rendirse.

—Te daré un minuto, corre —ordeno cubriendo el lugar por donde no puede irse, sólo le queda una opción y no lo piensa dos veces.

Mi equipo viene, les digo que no se acerquen y corro directamente a por él.

—¿Qué tramas? —me grita el hombre con un acento extraño, el inglés no se le da nada bien.

—Callado —ordeno apuntándole con el arma.

Vamos, Maddox, dile a Harrell que tienes una situación con rehenes.

Muerdo mi labio inferior, no estoy seguro de hacer esto.

—Prométeme que no me mientes, que es una mala persona —le pido, Raphael se queda en silencio unos segundos, luego responde.

Te lo prometo.

Agarro el arma que me dio Raphael y coloco la mía en su lugar, Yoshida me mira con pánico.

—Coronel, tengo una situación de rehenes aquí —aviso tocando el comunicador para que Harrell me escuche.

¿Cuáles son las exigencias?

—Hablar con el oficial al mando.

Está bien, me acercaré —veo a Harrell acercarse, sigo apuntándole a Yoshida, está en un pasillo, así que el Coronel aún no está al tanto de la situación.

—No puedo, Dios. ¿Por qué estoy haciendo esta estupidez?

Por , Maddox, lo haces por .

Harrell está aún más cerca, me tiembla todo, hasta el punto en el que casi no puedo sostener el arma, si no llevara guantes ya se me hubiese resbalado.

—Aún así hay que tener límites.

Olvida las mediocridades, dime lo que sientes por mí.

—No —gruño apretando el revólver, Raphael lo pide más bajo esta vez, más íntimo.

Dímelo.

—Te amo —suelto sin poder evitarlo, suspira del otro lado, Harrell está a unos tres metros.

¿No harás esto por ? Hasta que no esté en paz conmigo mismo no podré darte lo que quieres.

—Raphael, no puedes hacerme esto, no me hagas hacerlo.

¿No soy importante? Demuéstrame que me amas de la misma forma en la que yo te amo a ti.

—Capitán —Harrell por fin llega y se da cuenta de la situación, la voz de Raphael llega a mi otra vez.

Quita el seguro, Maddox.

—No —Harrell comienza a preocuparse, toca el porta armas de su traje.

—Capitán. ¿Qué hace? Ese hombre no está armado.

Suspiro.

Fierecilla, todo estará bien, estoy aquí, dispara. 

Obedezco automáticamente asestándole un tiro en el hombro, Harrell se agarra la herida y saca su arma, vuelvo a disparar, esta vez cae contra la pared y resbala hasta el suelo.
Las manos me tiemblan, asesiné a un hombre, a mi superior al mando, soy…

¿Está hecho?

—Sí —susurro, ahora tengo ganas de echarme a llorar.

Buen trabajo, ahora entrégale el arma al hombre que viene en camino.

Veo al hombre que se acerca, trae a una mujer entre sus brazos, un gemido sale de mi garganta.

—Dios. ¿Otra persona?

No te preocupes por ella, es una adicta a la que le quedan unos días, por lo menos de esta forma su muerte valdrá la pena.

El hombre que viene trae un uniforme militar, me quita el arma de las manos y mata a la mujer frente a nosotros, comienza a mover los cadáveres, Yoshida tiembla tanto o más que yo.

Él montará el escenario para ti, ahora tienes que dispararle a Yoshida con tu arma reglamentaria.

—No me hagas hacer esto otra vez —pido, Raphael hace un ruido del otro lado, no me importa, ya llegué a mi límite y probablemente no pueda lidiar con esto.

Es Yoshida, no es una buena persona.

—También está desarmado, Raphael.

Está bien, no te preocupes, ya hiciste tu trabajo.

El hombre viene hacia mí y coge la pistola en mi muslo, se acerca a Yoshida y sin dudarlo le da un tiro en el medio de la frente, sé que Raphael es retorcido, simplemente no sabía cuánto.

Y ahora yo estoy hasta el cuello de todo esto.

Ya está hecho, coge tu arma y comienza a caminar.

Agarro la Sig y la pongo en la funda, el hombre coloca el arma que traje en las manos de Yoshida y vuelve a disparar, camino ignorando eso, las paredes parecen querer encerrarme, me tiembla absolutamente todo, siento que no me llega el aire a los pulmones, logro articular algunas palabras.

—Quiero salir de aquí.

Pronto estarás aquí, conmigo. ¿No quieres eso?

—Sí —lloriqueo aferrándome a la pared, me agacho e intento relajarme.

Escucha con atención, Yoshida le disparó al rehén, Harrell no pudo reaccionar a tiempo y también recibió un disparo, tú eliminaste a Yoshida. ¿Entendido?

—Sí.

Repítemelo, con detalles, vamos, sabes lo que tienes que decir. 

Respiro una y otra vez antes de hablar, no me siento mejor, pero tengo que salir de aquí en algún momento.

—Estaba en el pasillo, con el Coronel Harrell a mis diez, intentó negociar, pero Yoshida no estuvo de acuerdo con la negociación, le disparó al rehén y nos apuntó, Harrell no pudo reaccionar a tiempo, también recibió un disparo. Yo disparé luego de que el Coronel cayera al suelo.

Bien, Fierecilla, has hecho un trabajo increíble, asegúrate de que tu versión sea siempre la misma.

Salgo y cuento lo sucedido, Ares me mira con lástima, algunos corren hacia el lugar, de vuelta en la base, entrego mi arma como dicta el reglamento, ahora tienen que investigar el suceso, se quedan con mi ropa y me pongo lo que tengo en el casillero.

El corazón me late sin control, aún no proceso lo que hice, no puedo creérmelo, subo directamente a la habitación de Raphael, me espera con la puerta abierta y sólo un pantalón de piyama.

—Raphael —sollozo, se pone de pie y me hace una señal.

—Ven aquí.

Cierro la puerta y obedezco, Raphael me fija a la pared con rudeza, su erección se frota contra mi cadera, desliza las manos hacia mi trasero y aprieta.
Lo separo cuando me deja una mordida en el cuello.

—Espera, no quiero que…

—¿Qué? —pregunta mirándome directamente a los ojos, suspiro.

—No quiero que seas brusco esta vez.

—¿Qué estás pidiéndome?

—Sé gentil, quiero que por una vez seas cariñoso, demuéstrame tú a mí que me amas —Raphael se ríe ligeramente y me besa la mejilla.

—¿Mi fierecilla quiere que le haga el amor?

—Sí.

—Accederé sólo porque te lo mereces esta vez, pero no hago estas cosas —murmura contra mis labios.

Me besa con gentileza y recorre el interior de mi boca con una parsimonia exquisita, deja caer mi chaqueta al suelo y me quita la camisa, los toques son suaves, tan ajenos a él que parece que estoy con otra persona.

Raphael me lleva a la cama y me deja contra el colchón, besa mi pecho y muerde los pezones suavemente, jadeo agarrándolo del pelo, sigue bajando, me besa el ombligo.

—Ah… —Raphael quita el pantalón y agarra lubricante de la gaveta, sus dedos me preparan con calma hasta el final.

Acaricia su erección, luego la desliza suavemente dentro de mí, la sensación es desbordante, siento los ojos húmedos y sin darme cuenta ya estoy llorando.
Raphael se ríe y seca la humedad con sus dedos.

—¿Quién te entiende? No lloras por muy rudo que sea, pero mírate ahora.

—Raphael —suspiro, la saca y vuelve a poner, me besa y sonríe otra vez.

—¿Por qué estás llorando?

—Estoy feliz de estar aquí contigo —es lo único que digo, Raphael muerde mi labio inferior y ronronea.

—Mmm… me siento igual, dímelo otra vez.

—Te amo.

Sin embargo, lo sé bien, que haga esto con cariño no quiere decir nada, tampoco que me devuelva las palabras profesando su amor.

Es la primera vez que es suave conmigo e irónicamente es la que más duele, porque me está dando lo que quiero ya que le di lo que quería, esto no es porque me aprecie o porque en realidad me quiera.

Maté a una persona que confiaba en mí, sólo para complacer a este hombre que no tiene fondo cuando se trata de avaricia. Raphael no quiere poder sólo para vengarse.

Ares tenía razón, Raphael destruye todo lo que toca y ya no soy ni una tercera parte de lo que solía ser.

Este ya no soy yo, es la persona que Raphael quiere que sea.

Probablemente merezca cada cosa, es el karma por ser un mal esposo, un mal padre, un hijo de puta al que no le importó su familia, que se enamoró de un hombre que sólo es un maldito cascarón.

¿Puedo irme, escapar de todo esto?

Probablemente.

¿Pero puedo volver a ser yo cuando lo deje?

De alguna manera es difícil de creer.

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