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Capítulo 3

Maddox

Luego de cambiarme de ropa y verificar que todos estuviesen listos me dirijo a la oficina del Teniente Coronel con los informes en la mano, ver a Maricarmen hace que me ponga nervioso, Dios, no puedo creer mi reacción, pero cada vez que la miro recuerdo la escena que quiero sacar con urgencia de mi cabeza.

—Buenos días, el Teniente Coronel…

—Está esperando por usted —camino hacia allí, Raphael me mira en cuanto cierro la puerta.

—Capitán, dígame. ¿Qué tal la tarea que le encomendé?

Dejo caer los tres informes sobre la mesa haciendo ruido, son gruesos, con detalles de todo tipo como pidió, me duele la mano de escribir todo ese material inútil, también la cabeza.

—No me importa si me sancionas o no por decirlo, pero eres un hijo de puta, esto no forma parte de un castigo.

Raphael me mira como si no importara mi opinión, sólo soy una cucaracha más a la que debe aplastar en su camino.

Lo odio.

—Yo castigo como se me da la gana, si no estás de acuerdo puedes irte de mi ejército cuando quieras —muerdo mi labio inferior buscando paciencia, porque con lo arrogante que es provoca un gran instinto asesino y no voy a darle con la vena del gusto marchándome de aquí.

Comienza a ojear y leer, es una verdadera sorpresa que leyera en serio, pensé que tiraría los documentos al cesto de la basura en cuanto se los entregara, me mira pasados unos cinco minutos.

—Estoy sorprendido, prestó más atención de la que creí, espero que el conocimiento le sirva hoy, ya sabe cómo hacer una mamada, como puede cogérselo o que van a hacerle, no deje ir al objetivo, Capitán.

En serio puedo matarte y hacerlo pasar por un accidente.

—No lo haré, permiso para retirarme.

—No.

—¿Necesita algo? —Raphael deja los informes a un lado y me mira fijamente, los ojos verdes hacen que se me seque la garganta.

—No lo necesito, pero si vuelve a hablarme así, está fuera, no se olvide de que soy su superior.

—Sus castigos… —arquea una ceja.

—¿Sigue aquí? Lárguese de una vez.

Obedezco marchándome directo a mi oficina, en poco tiempo iremos a Italia y nos encargaremos de Ottavio, debo decir que la idea no parece tan atractiva que digamos.

Sólo quiero descansar, llevo dos días sin dormir y comienza a pasarme factura.

Me apoyo en el escritorio y acomodo la cabeza entre mis brazos, necesito por lo menos dormir cinco minutos, esos malditos videos no me dejaron pegar ojo, aún tengo esos gemidos taladrándome los oídos.

Fue malditamente traumatizante.

—¿En serio te puso a seducir al objetivo? —levanto la cabeza viendo a Ares sentarse frente a mí con los documentos en la mano, me froto la cara con decepción, evidentemente dormir ya no forma parte de los planes.

—Si, es un hijo de puta.

—¿Estás listo, puedes hacerlo?

—No estoy listo y tampoco seguro de que pueda. ¿Tengo otras opciones?

—¿Cambiar de sede?

Sólo pensarlo me molesta, yo no soy el problema, Raphael lo es, que se vaya él y deje de amargarnos la existencia.

—Al carajo, él llegó después, yo me quedo, toda mi vida está aquí.

—Bueno, entonces más vale que seduzcas a Ottavio o lo pasaremos mal.

—No pongas más presión sobre mi —mi quejido hace que Ares se ría.

—Sin presión, puedo aguantar los castigos que vengan, así que relájate.

Si, relajarme, voy a seducir a un hombre, dejar que me toque, probablemente lo besaré, eso no me deja ni respirar, al carajo con este trabajo, es el peor que he conseguido en años.

—¿Puedo quedarme en tu casa este sábado?

—Sabes que sí. ¿Está igual?

—Peor.

Yara siempre está calmada, hablo con Zoe cada dos horas para preguntar, hacen cosas normales, hablan, cocinan, cosen, ven el televisor, todo lo que solía hacer normalmente en su rutina, el único problema soy yo, sus ataques de histeria regresan cada vez que me ve y no quiero que afecte el embarazo.

Tengo que llamar a sus padres, odio a los malditos, pero no tengo de otra, alguien tiene que hacerse cargo de ella y evidentemente no seré yo.

—¿Qué hay de los médicos?

—No quiere médicos, pero hablé con alguien, dijo que la visitaría.

—Bien, eso es un avance —muevo la cabeza justo cuando la alarma comenzó a sonar.

—Joder, ya tenemos que irnos.

—Suerte —desea levantándose, suspiro viéndolo irse.

Dios, sí, definitivamente la necesito.

Luego de prepararme mentalmente camino a la pista, Raphael está fuera esperando por mí cruzado de brazos, genial, lo que me faltaba, también me llevo una mirada fulminante extra antes de subir al avión.

Me siento y miro mis papeles mientras el avión se eleva, todos hablan entre sí, nadie viene a molestar, lo cual agradezco, no estoy para esas cosas, es un papel pequeño, con información suficiente para cubrirme, el plan es sacar a Ottavio del bar ya que está lleno de malhechores que lo respaldan y retrasarían las cosas como en la última misión.

No tenemos tiempo para arrestar a todo el mundo, Ottavio es la orden, la prioridad del gobierno.

Lo necesitamos sólo con sus escoltas y llevarlo al motel adecuado.

Un par de miradas, toques y estaré fuera de todo esto.

A penas tocamos tierra Italiana utilizamos una casa como base temporal, ahí me cambio y colocan el equipo para poder vigilar las cosas, Ares, Connor y el Teniente Coronel estarán dentro conmigo, los demás serán apoyo.

Me pongo una camiseta negra y un pantalón mezclilla, no hace frío así que ni siquiera quisieron que agarrara una chaqueta para cubrirme, no llevo mi arma reglamentaria, sólo un sobre con droga en el bolsillo del pantalón por si tengo que usarla en Ottavio.

—Estoy listo, entraré primero.

Miro al Teniente Coronel al escuchar su voz, le humedecieron el pelo dándole un aspecto sensual, usa una chaqueta sin camisa debajo enseñando el abdomen y pecho trabajado, está incluso más revelador que yo, pero evidentemente así visten en el local.

Él se marcha mientras me colocan el micrófono, yo soy el próximo en entrar.

El objetivo está aquí —avisa Raphael por el intercomunicador unos minutos después, cierro los ojos y suspiro, tengo que relajarme, estoy nervioso, no quiero joder las cosas de nuevo.

—Voy entrando.

Ponerme a lloriquear no resuelve nada, camino directo al bar y pago, está lleno, la música al punto en el que casi revienta los oídos y la gente en la pista parece fuera de sí, llamar la atención de ese hombre en este lugar será muy difícil.

Pido un trago en la barra, Raphael está situado a mi derecha reclinado en la barra con una cerveza, Ares acaba de entrar, rebusco por todo el lugar buscando a Ottavio, el maldito se encuentra en una de las mesas con un brazo alrededor de un chico pequeño.

Mierda, si esos son sus gustos estoy en problemas, no me parezco en nada a ese muñeco.

Agarro el vaso luego de pagar y lo trago de una sola, Dios, necesito que algo me ayude con esta tortura.

¿Coraje líquido, se nos echa para atrás? —la voz burlona de Raphael me molesta, es un total incordio en todos los sentidos, como Teniente Coronel, como apoyo y Raphael.

—No —gruño pidiendo un Martini y caminando cerca de la mesa, tengo que hacer que me preste atención.

Cuando el pequeño castaño sale de sus brazos veo mi oportunidad, camino directamente hacia él simulando un tropezón y le arrojo el trago encima, él no lo toma nada bien y trata de empujarme.

—¿No ves por dónde vas?

—Lo siento, no era mi intención —Ottavio abraza al castaño por la espalda y deja caer su mirada oscura sobre mí, tiene veintiocho años, una barba de dos días y el cabello negro, lleva diez años trabajando para su familia en la trata de blancas y tráfico de órganos, es despiadado.

—¿Qué problema hay? 

—Este idiota derramó su bebida sobre mí.

—Fue un accidente —justifico con mi acento fingido, Ottavio le acaricia el pelo al muchacho sin dejar de mirarme.

—No eres de por aquí. ¿Cierto?

—No, estoy lejos de casa, sólo vengo de vacaciones y un poco de aventura —incluso la propuesta saliendo de mis labios me eriza la piel, su mirada me recorre de arriba abajo y luego se lame los labios.

Bueno, eso me pone más nervioso, pero creo que es lo que queremos, se ve interesado.

—Ve al baño y límpiate.

Ambos miramos al muchacho alejarse, cuando se pierde del otro lado Ottavio da un paso hacia mí, tengo que respirar hondo para no retroceder, esto es lo que quiero, tenerlo cerca, interesado.

—Si quieres aventura él no es indicado para eso, lo mío nadie lo toca —levanto una mano y le acaricio el pecho, sigo deslizándola por su abdomen, sonrío como suelo hacer para mis ligues, agradezco que sea más bajo que yo, eso me hace sentir más seguro.

—Oh, no creo que él pueda satisfacerme.

—Eres tan descarado.

Muerdo mi labio inferior, está a punto, sus ojos se ven encendidos, me agarra el brazo bruscamente y sigue subiendo hasta ahuecar la mano en la curvatura de mi cuello, me arriesgo aún más.

—¿Por qué no serlo? Eres justamente lo que me gusta.

—Joder, hazte a un lado, está conmigo —levanto las cejas viendo al pequeño castaño apartarnos, Ottavio se echa a reír como si la magia se hubiese roto, me siento decepcionado al instante, esta mierda no sirvió de nada.

—Ya lo has escuchado.

Pongo los ojos en blanco y termino la copa que no vacié por completo en el accidente mientras ellos vuelven a la mesa, el sabor inunda mi boca, es desagradable, necesito Tequila o Vodka, estoy a punto de desfallecer, Ottavio abraza de nuevo al muchacho pero la mirada sigue fija en mí.

¿Está interesado o no?

Giro la cabeza y pretendo estar cantando, me siento tan ridículo ahora mismo.

—¿Y bien? Ya lo intenté y ni caso.

Si que te hizo caso, está mirándote el culo —dejo la copa en una mesa cercana.

—¿Y qué quieres que haga, que me quite el pantalón?

Es una idea.

—Ni lo pienses, hijo de puta —reniego viendo al susodicho levantarse de su asiento, no, se supone que él se quede en la barra todo el tiempo.

—Bueno, vamos a provocarlo un poco —Raphael evita el gentío y cuando llega a mí me agarra la cintura como si fuese una vieja costumbre y no la primera vez, los dedos se incrustan en la piel haciendo que hormiguee.

—Retrocede. ¿Por qué te acercas a mí? Esto no es parte del plan.

Invirtiendo nuestras posiciones y retrocediendo me apoya en la baranda, roza la piel sensible de mi cuello con la punta de la nariz e inhala mi aroma, respiro hondo aferrándome a sus brazos, es tan incómodo estar en esta situación.

—Ya que no tienes el encanto suficiente voy a darte un empujón.

No quiero saber que mierda es eso del empujón en realidad, hasta ahora no resulta muy placentero tenerlo prácticamente respirando contra mi piel, una de las manos se desliza a lo largo de mi espalda y me agarra de la nuca.

No, no te atrevas a besarme infeliz.

—Si jodes esto vas a conocerme —gruñe en mi oído, me relajo al instante notando que no tengo más opción que ceder, que haga lo que quiera, estoy figurada y literalmente en sus manos—. Agárrame de la cintura —obedezco notando los músculos duros al acariciar más de lo necesario—. Mira al imbécil, provócalo, como si quisieras que estuviera en mi lugar.

Aprieto los labios lanzándole una mirada venenosa, eso no ayuda en nada, puedo sentir la mirada de Ottavio sobre mí, pero no quiero mirarlo, Raphael me besa el cuello suavemente y jadeo.

—Eso no ayuda, lo quiero menos que a ti aquí —metiendo una pierna entre las mías me acorrala contra la baranda, está rozando mi entrepierna por lo que tengo que aguantar la respiración para evitar algún problema.

—No es momento para confesar que me quieres.

—¿Qué parte de la oración pareció una confesión?

Raphael acaricia mis labios con el dedo pulgar y baja el inferior levemente provocándome.

—Abre la boca —sé lo que quiere, pero cedo de todas formas—. Chúpalo, como hizo Maricarmen, ya sabes.

Dios santo, hijo de puta, no voy a…

—Chúpalo, Maddox —ordena otra vez utilizando mi nombre, no sé qué rayos me posee cuando accedo a la orden, viéndolo directamente a los ojos deslizo la lengua alrededor y chupo su dedo justo como quiere.

Raphael respira con agitación, me gusta verlo así de inquieto, traga mientras yo sigo deslizando la lengua a lo largo de su dedo, definitivamente imagina otra cosa en mi boca, sus ojos son una mezcla de lujuria y pasión, una promesa oscura, no me importa, sigo incitándolo.

—Voy a besarte —afirma sacando el dedo de mi boca y lamiendo sus labios, están rojos, es un hombre demasiado atractivo, trago con ansiedad, no se supone que esté reparando en ese detalle ahora mismo—. Y quiero que lo mires, no me importa lo que tengas que imaginarte, provócalo como acabas de hacer. ¿Entendido?

—Si, no seas…

Sus labios contra los míos me callan al instante, pensé que sólo fingiría, pero Raphael no hace las cosas a medias, miro a Ottavio mientras la lengua se desliza en el interior de mi boca enredándose con la mía.

Recorre cada rincón sin olvidar un lugar, la lengua acaricia mi paladar, Raphael ladea la cabeza buscando más contacto y dejo que lo haga, su lengua pasa de estar jugando a trabajar en serio.

Es una completa lástima que Raphael sea el protagonista del beso más excitante de mi vida.

Dejo salir un vergonzoso gemido mientras Raphael se frota contra mí, sin darme cuenta sigo mirando a Ottavio, está a nada de levantarse y venir por nosotros.

El agarre en mi pelo me desconcentra, Raphael me besa más rudo y desliza una mano bajo la camiseta tocando mi abdomen, ese toque es innecesario, Ottavio no puede verlo, pero siento el calor de cada toque derretirme por completo.

El objetivo va hacia ustedes —avisa Ares sacándome de la confusa bruma, en algún momento terminé cerrando los ojos, me separo con un jadeo, Raphael se lame los labios, que acaban de besarme, que vergüenza, todos lo saben, me escucharon gemir.

—Maddox, eres buen actor cuando quieres.

La oración me salva de lo que piensen mis compañeros, pero por supuesto que no me protege de Raphael, está contra mí por lo que puede sentir perfectamente la erección contra su cadera, una erección que me provocó su beso.

Mierda, me puse duro con tu beso, bastardo, eso es algo que no vas a olvidar, vas a joderme con esto.

—Tío, sácale las manos de encima —Ottavio empuja a Raphael dejándome libre de su contacto.

Gracias por eso, infeliz.

—Eh…

—¿No has entendido? Fuera —Raphael decide alejarse cuando Ottavio lo amenaza con el arma, lamo mis labios mirándolo como si me excitara su posesividad, quieren que provoque y eso hago.

—¿Más convencido ahora?

—No me gusta que jueguen conmigo —gruñe con una mano en mi cuello, la otra coloca la boca del arma directamente contra mi cabeza, baja por mi rostro deslizándose como una caricia y no como el contacto peligroso que es, estoy en sus manos, puede matarme cuando quiera, quiere que lo sepa.

Me empieza a faltar el aire, pero sonrío como si no me interesara.

—¿Nos vamos a otro lugar? Quisiera ponerme más íntimo.

—Por supuesto que nos vamos.

Ottavio me suelta y guarda el arma en la pretina de su pantalón mientras me arrastra por todo el local hacia la salida, los guardias nos siguen y suben al auto esperando por él, me empuja directamente hacia el asiento trasero, utilizo toda mi paciencia para evitar alguna tontería fuera de lugar, se sienta a mi lado y da la orden para empezar a movernos.

—Hay un motel cerca de aquí —ofrezco, Ottavio me mordisquea la oreja y besa el cuello ignorándome por completo.

—No, yo busco el lugar.

—Pero estoy realmente urgido, no quiero esperar tanto —me estremezco ante el contacto de sus labios contra los míos, no es un beso tan profundo como el de Raphael, pero casi, sonrío de medio lado mirando fijamente.

—A donde yo diga. ¿Me has entendido?

— Si.

Pregúntale a donde van —gruñe Raphael en mi oído, lo sé, necesitamos saber el lugar de antemano para prepararnos.

—¿Y a donde vamos, es muy lejos?

Silenzio —ordena en su lengua materna mordisqueándome el cuello, Dios, odio lo que hace, quiero irme y por fin dormir un poco.

Intenta hacer lo que te digo o estarás en problemas tratando de entretenerlo.

—Podemos…

—Cállate de una vez —me quedo callado cuando coloca el arma directamente en mi sien, está enojado.

¿Qué está pasando? Maddox.

Sólo cállate un momento y deja que me concentre, no puedo responderte.

—Lo que tú digas, baja el arma, no es necesario ponerse nervioso.

Bene, no me gusta que me fastidien —Ottavio deja el arma en su cinturón otra vez y me mordisquea el labio inferior.

—Eso es lo que menos quiero.

—Nombre.

—Daniel.

Maddox, te rastreamos, pero vas a tener que esperar a que nos preparemos para entrar cuando llegues.

Claro. ¿Cuándo las cosas han sido fáciles y por qué sigue llamándome por mi nombre?

—¿Conoces al hombre con el que estabas besándote? ¿Es un novio?

—No, estaba besándolo mientras pensaba en ti.

Vamos a tener que hablar de eso.

Idiota.

—Eso es bueno porque tengo muchos planes para ti —entro en pánico con el tacto de su mano en mi trasero, agarra una nalga y la otra mano acaricia mi entrepierna, espero que no se ofenda por la falta de erección.

Está a punto de…

Relájate o te dará un infarto —respiro y alcanzo a sonreír.

Tengo un chip especial bajo la piel que permite localizarme, saber los latidos de mi corazón y otras funciones que ni recuerdo, de esa forma sabemos siempre dónde está cada uno o el estado en caso de emergencias.

—Fácil decirlo, pero hacerlo…

—¿Qué? —le beso el cuello cuando me doy cuenta de que respondí equivocadamente.

—Mmm… ya quiero llegar. ¿Falta mucho?

—Llegamos.

Miro al frente viendo una casa de seguridad, no pensamos que traería un ligue a este lugar, las cosas están fuera de nuestros planes, si entro ahí y se da cuenta de que soy un agente no saldré caminando.

—¿Me has traído a tu casa?

Joder, no te atrevas a entrar ahí.

Andiamo.

Si tenemos suerte lo atrapamos junto a su padre, si está ahí dentro tendremos premio doble, sólo si no me equivoco y logran montar un operativo más grande.

—Claro.

—¡Maddox!

—Espero divertirme.

Abbiamo tutta la notte —dice besando el dorso de mi mano.

—No sé qué significa, pero suena emocionante.

Pretendo no conocer el idioma, él sonríe, dijo que tenemos toda la noche y espero que no tenga la razón, entro a la casa segura con el corazón desbocado, temo infartar pero mi gente me sacará, nunca dejamos a nadie atrás y este es mi trabajo, echarme para atrás no es opción, Ottavio lo sabría y me eliminaría sin pensar.

Espero que no vengan por mí demasiado tarde.


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