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Capítulo 29

Raphael

Bajo del auto y entro a la mansión, por fin tuve un tiempo libre para encargarme de los pendientes, no tengo que caminar mucho para encontrar a la mujer de mi interés.

Dasha Volkov está sentada en la sala de estar con un aspecto lamentable, ella siempre fue de tez pálida, pero ahora parece una muñeca de porcelana.

Me mira con atención, puedo notar el golpe en su ojo a pesar de todas las capas de maquillaje, los labios rojos están un poco partidos, no es su mejor aspecto.

Esta mujer se jactaba de ser increíblemente bella y ahora no es más que la sombra de lo que fue.

—Tiempo sin vernos —dice acariciando el largo cabello castaño, me siento frente a ella y cruzo las piernas.

—Supongo, no te dejan venir a Italia con regularidad.

—¿Ya lo tienes?

—Todavía no, pronto —Dasha hace una mueca, sé que esto ha tomado más tiempo del que se suponía, pero así son las cosas.

No todo sale como quieres.

—¿Cuál es tu definición de pronto? —gruñe—. Hace muchísimo tiempo dices lo mismo, pronto seré Teniente Coronel, pronto Coronel, pronto todo, y no aguanto más.

—¿Eso es mi culpa?

—Tengo que irme, Dima está castigándome y no lo soporto —niego, tuvo la opción de irse, ella misma volvió con la Bratva.

—No te dije que regresaras, tú decidiste esto.

—No podía hacer otra cosa, me hubiesen cazado hasta la muerte y lo sabes.

—Dasha…

—No sabes mi situación, Dima me utiliza como la puta de la familia, todo lo que tengo que hacer me tiene al límite, no puedo… —suspiro frotándome la frente.

—No tengo tiempo para escuchar tus quejas.

—Pues te aguantas, estoy ayudándote, sabes muy bien que no lo han encontrado gracias a mí.

—No digas tonterías —sus ojos azules están húmedos, odio los lloriqueos.

—Raphael, deja de menospreciarme, me necesitas tanto como yo a ti.

—Eres prescindible —se levanta y me fulmina con la mirada, está extremadamente delgada, con un vestido rojo de tubo que es una ofensa para los ojos, sí, definitivamente no la están tratando bien.

—Sé quien tiene el anillo y puedo decirle, si lo hago saldría de esta situación de una vez, así que no me provoques.

Pongo los ojos en blanco, debería saber bien con qué amenazarme.

—No seas estúpida, si les das lo que quieren no sólo te van a usar de puta, tendrás que darles hijos, porque lo que más quieren esos hijos de puta son descendientes Volkov, y cuando no les sirvas de nada van a echarte a los perros, lo sabes —se deja caer en el asiento con un sollozo.

—Dima es un monstruo.

—Por eso no puede conseguir el anillo —se muerde el labio inferior.

—¿Por qué no lo tienes aún?

—Han pasado muchas cosas, los planes tuvieron que cambiar gracias a Stella, pero voy a conseguirlo. 

—¿Has estado revolcándote con él todo este tiempo sólo por placer? —gruñe con enojo, suspiro.

—Cálmate.

—No puedo calmarme cuando sé lo que me espera.

—Sabes que Maddox es importante para nosotros, él matará a Harrell. 

—¿Ya te lo dijo?

—No, pero lo hará —Dasha resopla con una sonrisa irónica, no confía demasiado en mis planes actuales.

—Ni siquiera pasó tu prueba con César, no matará al General. 

—Lo hará.

—El anillo —me froto la frente, esa cosa está dándome un trabajo insoportable.

Maldita la hora en la que me robaron el maldito anillo, ese puesto ya era mío, si no llega a ser por el hermano mayor de Dima las cosas se hubiesen dado diferentes, todo esto porque no lo controlé adecuadamente.

—No es fácil de conseguir, pero pronto será mío.

—¿Por qué lo tiene él?

—Evitó que mi familia se lo quedara  —Dasha deja salir el aire con amargura.

—Si Dima nos descubre es el fin.

—Por eso no puede atraparnos, yo puedo huir, soy bueno en eso si no tengo una carga a la que cuidar, pero sabes bien que tu no correrás con la misma suerte.

—Raphael… —gime.

Dasha tiene que darse cuenta de que no voy a salvarla, ella decidió volver y si no se apega a mis planes entonces puede darse de baja.

La Bratva no perdona, mucho menos a los traidores.

Su opción es seguir ayudándome o hacer que la maten.

—Así que sigue abriéndole las piernas a todos esos imbéciles, vas a obtener tu compensación.

—Lo que pides es inhumano, eres tan hijo de puta como Dima —escupe con furia, sonrío, en realidad, no está lejos de la verdad.

—Soy peor, pero cuando tenga ese anillo te premiaré.

—No tienes nada que yo pueda querer —le levanto la cara para que me mire directamente a los ojos.

—Te daré la cabeza de todos esos malparidos. ¿Vas a rechazar esa oferta? —Dasha traga con anticipación, sus ojos esta vez son una mezcla de furia.

—¿Es un juramento?

—Sí, puedes hacer lo que te plazca con ellos.

—Está bien, espero que cumplas con tu palabra.

—Siempre cumplo, Dasha.
Suspira con pesar.

—Has hecho un gran trabajo evitando que capturen al clan Salvatore —levanto una ceja, eso es algo de lo que aún no me ocupo, pero lo dejaré para más adelante.

—No fui yo.

—¿Tú no les alertaste? —niego, Dasha hace una mueca—. Pero saben cuándo van a llegar o ya tendrían a ese infeliz.

—Tengo a un topo en el Comando.

—¿Ya sabes quién es? —resoplo, eso es como buscar una aguja en un pajar.

—¿Sabes cuanta gente hay el Comando? Es imposible saber eso tan rápido.

—Veo que no te preocupa —me encojo de hombros, ella tiene razón.

—No lo hace, lo dejaré, en algún momento me será útil, o cometerá un error, lo que suceda primero, de todas formas aún no quiero atrapar a ese hijo de puta.

—Tú sabrás lo que haces,  creo que ya es hora de irte.

—Entonces, me retiro —digo poniéndome de pie.

—Raphael, convéncelo de una vez, necesitas subir, y presiona mucho más a Diago.

—Sí.

Vuelvo a la base italiana y voy directamente a mi oficina, Maddox lleva ignorándome dos días, es lo justo, así que dejo que lo piense, sé que no le dirá a nadie.

Agarro el teléfono y marco el número de Diago, no lo dejo hablar, sólo le doy mi mensaje, no quiero más atrasos o excusas, el león está a punto de cenarse a las gacelas.

Este es mi momento y no dejaré que nada me detenga.

Última advertencia, deshazte ya de ella.

Alguien hace un ruido de sorpresa desde la puerta, me giro y veo a Maddox totalmente sorprendido, cuelgo y dejo el teléfono en el escritorio.

—Dios. ¿En qué tipo de persona te has convertido? Incluso esto.

— Maddox. — voy hacia él y lo agarro, Maddox muñequea e intenta zafarse.

—No, simplemente no, déjame en paz, me equivoqué al venir aquí.

Lo jalo al interior y cierro la puerta, Maddox se apoya en la pared, parece asustado cuando no le he dado motivos para eso, nunca le tocaría un sólo pelo.  

—¿Dónde está ese amor que dices tenerme? —murmuro agarrándole las mejillas, Maddox muerde su labio inferior.

—Detente, no sé lo que quieres, pero no me incluyas.

—Maddox, si te creyera, te diría todo lo que quieres escuchar —me mira con furia.

—Estás jugando conmigo.

—No juego y lo sabes —digo contra sus labios, deja salir un suspiro.

—No intentes hacerme pensar que sientes algo por mí, esto sólo es a tu conveniencia.

Lo beso suavemente, Maddox corresponde con duda al inicio, luego cede.

—Por supuesto que es a mi conveniencia, desde el principio formas parte de todo.

—No, me dijiste…

—Mentí —admito—. No pretendía acercarme de esta forma, pero cuando reaccionaste a mí en el bar me di cuenta de que podía hacer mucho más —apoyo la frente contra la suya y lo miro, Maddox humedece sus labios, ahora mismo no tengo idea de si está nervioso o ansioso.

—¿Qué piensas hacer?

—Voy a convertirme en Mariscal, seré el jefe supremo y nadie podrá detenerme.

—Estás loco —gruñe, le acaricio la mejilla y el pelo detrás de su oreja.

—Maddox, sólo me ayudarás a dar un pequeño paso en esa dirección.

—Convirtiéndote en Coronel.

—Sí.

Se echa a reír, está tan nervioso que no sabe qué hacer.

—¿Cómo quieres que haga eso exactamente, voy y le ruego a tu madre que te ponga en ese puesto? Hazlo tu mismo.

—La idea no es que le ruegues a nadie, quiero que me pongas ahí con tus propias manos, mata a Harrell y el puesto será mío —Maddox abre los ojos en grande y me empuja.

—¿Quieres que asesine al Coronel?

—Sí.

—No, no, esto es absurdo. ¿A cuántos inocentes piensas matar en esta venganza tuya?

Me quedan esperanzas, al menos no se ha marchado todavía, Maddox quiere que le dé un argumento lo suficientemente convincente para quedarse, puedo no sólo darle uno, sino un montón de ellos.

—No hay inocentes involucrados aquí, él participó en todo lo que me hicieron, me cazaron como si fuese una jodida liebre —gruño acercándome a él otra vez.

—Raphael.

—¿No me ayudarás?

—Pides demasiado.

—Me escapé de la academia y conocí a una mujer el tiempo que estuve fuera —Maddox intenta irse, lo fijo a la pared, quería escucharme y ahora tendrá que hacerlo.

—No quiero escucharte.

—Vas a escucharme —replico—. Era irresponsable e inmaduro, ni siquiera me protegía, por lo que la embaracé.

—Detente.

—No estaba en los planes, pero su familia nos apoyó al principio, las cosas no fueron según esperábamos, su hermano no me quería ahí y puso a todos en contra echándome la culpa del asesinato de su padre por lo que tuvimos que irnos.

Aprieta la mandíbula, está incómodo, yo tampoco me siento bien contando esto.

—Su familia y la mía, ambos nos cazaron, recibí un entrenamiento brutal así que logré burlarlos un buen tiempo.

—¿Cómo los encontraron?

—Llamé a Simon, el bebé se enfermó, la madre también y no sabía qué hacer, tuve que arriesgarme.

—¿Ayudó?

—No, pensé que Simon protegería mi secreto, sin embargo me delató luego de prometer que me ayudaría, me acorralaron en poco tiempo y no pude hacer nada.

—¿Cuánto tiempo tenía el bebé?

—Dos meses, fui un completo estúpido, olvidé la regla más importante de los Williams —me mira preguntando cual es esa regla, sonrío—. No confíes en nadie, nos enseñan eso.

—¿Y qué pasó?

Aprieto la mandíbula, he dejado algunos detalles fuera, pero Maddox no necesita saberlos, ya tiene suficiente con lo que le digo.

—Me golpearon hasta hartarse, me hicieron escoger entre la madre o la vida de mi hijo, escogí, pero no cumplieron con el trato —suspira suavemente como si esa mínima cosa fuese a perturbarme.

—Lo mataron de todas formas.

—Sí, sólo tenía dos meses, Maddox. ¿Crees que ellos merecen alguna compasión de mi parte?

—¿Qué tiene que ver Harrell con todo esto?

—Estuvo ahí, ayudó con todo.

—¿Quién más? —niego.

—Es todo lo que debes saber.

—Lo siento, pero…

—Te amo —Maddox se tensa y abre los ojos con sorpresa, definitivamente no puede creer mis palabras.

—¿Qué has…? —coloco una pierna entre las suyas y lo beso, Maddox jadea.

—¿No es eso lo que quieres escuchar, no quieres que te ame, estar conmigo? —me mira a los ojos, puedo verlo, lo tengo, sólo necesita un último empujón—. Puedo darte lo que quieras, pero necesito algo a cambio, demuéstrame que puedo confiar en ti.

—¿Por qué no lo haces tú?

—Soy el próximo en la lista para Coronel, tengo que tener una cuartada —resopla.

—¿Qué hay de mí, no te importa que me encierren en Iron Grills?

—No lo harán, todo está pensado, lo cubriremos.

—¿Desde cuándo planeas esto?

—Hace más de un mes, todo saldrá bien, sólo nosotros sabremos esto.

—Esto es una completa estupidez —jadea, le muerdo el labio inferior y luego deslizo la lengua por el lugar.

—Dímelo.

—¿Qué quieres que te diga?

—¿Qué sientes por mi? —Maddox se queda en silencio por un largo momento, justo cuando pierdo las esperanzas de que lo diga otra vez lo murmura contra mis labios.

—Te amo.

—Lo sé, Maddox —deslizo la lengua en el interior de su boca y junto nuestras frentes otra vez, nos miramos directo a los ojos, necesito la confirmación—. ¿Me ayudarás?

—Sí, lo haré.

Justo lo que quería escuchar, sonrío y vuelvo a besarlo, Maddox desliza las manos debajo de mi camisa y jadea.

—Gracias —murmuro poniéndome de rodillas y desabrochando su pantalón.

Maddox me mira, sus ojos azules son una mezcla de deseo y determinación, sé que lo tengo esta vez, y como le dije a Dasha, necesitamos a Maddox.
Sólo unos pasos más y seré el nuevo Coronel del IMS1 de Londres.

Sólo un poco más para obtener lo que quiero, Maddox, Harrell y todos los que están en el medio sólo serán daños colaterales.

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