Capítulo 21
Maddox
Llevo toda la mañana tratando de conseguir un abogado que lleve el caso, el mío renunció alegando que era imposible ganar, un cobarde, eso lo que es, igual que todos los imbéciles con los que hablé.
Me siento frente a mi hermana pequeña y le acaricio las mejillas, Abby sonríe, pero no llega a sus ojos, conozco a mi hermana, algo pasa.
—¿Todo bien?
—Si, no te preocupes.
—Me preocupo, eres un mar de lágrimas —Abby resopla y remueve su almuerzo, está entero, no ha probado nada.
—No estoy llorando.
—Parece que quieres hacerlo.
—¿Cómo está mi chica favorita y mi Capitán?
Irina se sienta besándole la mejilla a mi hermana pequeña, al menos se ve un poco feliz cuando están juntas.
—Bien. ¿Qué hay de ti?
—Bien.
Ladeo la cabeza, Ares pretende irse otra vez cuando nos ve juntos así que lo llamo, se detiene al instante y voltea a verme.
—Iré a otra mesa, olvidé que… —niego y señalo a mi lado.
—Ven aquí.
—No, yo… —se ve nervioso y Abby está más pálida que una hoja de papel, evidentemente hay un problema aquí.
—Siéntate —gruño, espero que lo haga y luego los miro a ambos —. ¿Qué está pasando? Y no me vengan que con nada.
—Peleamos un día antes de tu cumpleaños, por eso lo olvidamos —dice Abby al instante, achico los ojos, es extraño y poco creíble, Ares mueve la cabeza de acuerdo con lo que dijo.
—Pelearon, ajá. ¿Por qué?
—Por Annie —las mejillas de Abby se ponen rojas, en realidad ya no quiero saber sobre el tema.
—Pues se calman los nervios de una vez y hacen las paces.
—Si, lo siento.
Todos miramos al sujeto que acaba de entrar, Simone tiene un moretón en el ojo y la nariz un poco inflamada, nos fulmina con la mirada mientras va a su mesa, debería mirar hacia el frente para evitar lastimarse más la nariz.
—¿De verdad peleaste con Simone? —me encojo de hombros.
—Si, por supuesto, el que humille a un Werner tiene que llevarse su castigo.
—Gracias.
—Pensé que ibas a discutir por eso —Abby se echa a reír.
—No me importa, se merece cada golpe.
—Así se habla, ahora me retiro y hagan las paces —los apunto a ambos y me voy.
Vuelvo a mi oficina y sigo llamando a los bufetes para ver si alguien quiere tomar mi caso, joder, ya he llamado a tantos que estoy seguro de que Emilia hizo algo para evitar que alguien me representara.
Agarro el teléfono de la oficina cuando suena, la voz suave de Maricarmen llega a mi oído.
—Capitán, el Teniente Coronel solicita su presencia.
—Iré para allá, gracias.
Saludo a Maricarmen y paso directamente, Raphael está esperándome con los brazos cruzados a nivel del pecho sentado detrás de su escritorio, me detengo sobre la alfombra y lo miro.
—¿Qué pasa, por qué me llamas? —arquea una ceja como si la pregunta fuese estúpida, lo es, sólo hay una razón para que me llame aquí y el trabajo no forma parte de eso.
—¿Ahora necesito un motivo para llamarte? Querer follar es suficiente.
—Lo siento, no puedo.
—¿Qué? —su cara de desconcierto no tiene precio, me encojo de hombros, en realidad no estoy mintiendo, tengo cosas importantes que hacer, no puedo perder el tiempo con él.
—Estoy ocupado.
—No hay ejercicios o misiones hoy.
—No dije que estuviera ocupado con el trabajo.
—¿Y entonces? —pide con desesperación.
—Estoy buscando un abogado, el que tenía dejó el caso y hasta ahora ninguno quiere representarme.
—Un abogado —repite, muevo la cabeza.
—Si, así que si no me necesita para algo más voy a…
—No te muevas —lo fulmino con la mirada, no puedo creer lo egoísta que es este hombre, lo peor con lo que pude meterme.
Me lo merezco, por imbécil, sé que Raphael es lo malo que hay en mi vida, pero no voy a descuidar mis cosas sólo porque él quiere un poco de atención.
—Raphael, no es capricho, en serio tengo que ocuparme de esto…
—Maddox… —gruñe.
—Sé que a ti no te importa, pero a mí si, en serio tengo…
—¿Puedes callarte por un segundo? —agarra su celular y señala—. Haré una llamada.
Suspiro.
—Puedo irme si…
—Capitán, cállese y quédese justo ahí.
Ante la orden y mirada fulminante no puedo negarme, este hombre es un completo hijo de puta, no es necesario tenerme aquí cuando le dije que tengo asuntos pendientes.
—Entendido.
Raphael marca y espera mirándome fijamente.
—Jeff, tengo trabajo para ti —escucha por un momento, sus ojos me recorren de arriba abajo—. Si, necesito que trabajes en eso, más tarde te enviarán los documentos correspondientes y hablarás con tu cliente —suspira—. No, es un favor.
Cuelga y deja el teléfono en el escritorio, me mira curvando las cejas.
—Bien. ¿Ya estás contento?
No entiendo la pregunta, ni siquiera la llamada.
—¿Qué fue eso?
Raphael rebusca en el cajón y me tiende una tarjeta, la agarro y leo el nombre de un bufete de abogados, el nombre de alguien y un número.
—Llama a ese número, ya tienes abogado.
Lo miro con sorpresa, luego de lo que dijo la última vez no pensé que me ayudaría, según él, era algo completamente inútil.
—¿Es en serio? —coloca los ojos en blanco.
—Si, es un enorme dolor de cabeza tenerte lloriqueando por este tema.
—Gracias.
—No quiero tu agradecimiento —murmura, guardo la tarjeta en el bolsillo de mi pantalón y lo miro, ya que me ayudó podría hacer una excepción.
—Me arrepentiré de preguntar, pero. ¿Qué quieres?
Se echa hacia atrás y señala el suelo frente a él.
—Ven aquí, de rodillas —trago con nerviosismo, lo hice una vez, pero él estuvo al mando, en realidad no hice nada, sólo resistirlo, lo que quiere es diferente.
—Nunca he…
—Sé que vas a ser increíblemente malo en ello, así que tendré que enseñarte.
Camino y me arrodillo frente a él, la erección le presiona el pantalón a niveles extremos, dejo salir el aire, mis manos temblorosas apenas dejan que quite el cinturón.
—Calmado, ya estuvo en tu boca, no es tan diferente, no quiero que me muerdas debido al nerviosismo.
—Tan alentador como siempre —gruño bajando la cremallera y sacando la erección, humedezco mis labios mientras la acaricio de arriba abajo deslizando la humedad.
Raphael jadea y me agarra el pelo con fuerza.
—Piensa en lo que te gusta que te hagan —miro hacia arriba y lamo el glande, Raphael aprieta la mandíbula, succiono la punta llevándome un poco del amargo sabor.
Deslizo la lengua por el tronco, me jala el pelo y hace que lo mire.
—Maddox, deja los juegos y ponla en tu boca de una vez, cuidado con los dientes.
Lo fulmino con la mirada antes de intentarlo, ni siquiera puedo llegar a la mitad sin tener arcadas, Raphael suspira y niega con desesperación, evidentemente estoy resultando peor en esto de lo que pensaba.
Me resbalo y de alguna manera termino raspando con mis dientes, Raphael me saca con un brusco jalón, me duele la mandíbula a pesar de no hacer mucho.
—Joder, Maddox, te dije que nada de dientes —gruñe, pongo los ojos en blanco, no es como si lo hubiese hecho a propósito.
—Es más difícil de lo que pensé.
Raphael coloca dos dedos en mi boca y los lamo, sus ojos están oscuros, los desliza más adentro provocándome arcadas.
—Ese reflejo es insoportable, baja la lengua, vamos —obedezco, una vez me doy cuenta de que no tengo arcadas la deslizo alrededor de sus dedos, sonríe—. Justo así.
Saca sus dedos y lo miro con ironía.
—¿En serio acabas de comparar tu polla con dos de tus dedos? No hay punto de comparación —Raphael levanta una ceja, por supuesto que está orgulloso de eso.
—Si no puedes hacerlo llamaré a… joder, Maddox —gruñe cuando agarro su erección con más fuerza de la necesaria.
—¿A quién vas a llamar?
—Si no quieres que otra persona me chupe la polla coopera con esto —lo fulmino con la mirada, me jode bastante que intente provocarme.
—No te atrevas a ponerla dentro de alguien más mientras estés follando conmigo —Raphael se echa a reír.
—No me montes un espectáculo de celos, no somos nada.
—Actualmente follas conmigo, así que…
—¿Seguirás hablando o harás algo? —se acaricia lentamente—. Me importan un carajo tus amenazas, si no me das lo que quiero, lo busco con otra persona, no te debo nada.
Hijo de puta el infeliz. Eres tan odioso.
Bajo lentamente la cabeza y deslizo la lengua por la punta, Raphael jadea y se aferra a mi pelo, acaricio con la mano lo que no puedo tomar con mi boca lo cual es más de la mitad.
—Relaja la garganta y ve más profundo —miro hacia arriba, Raphael levanta las cejas—. ¿Qué, no puedes?
Imbécil.
Voy más profundo evitando las arcadas, sé que no es agradable cuando te lo hacen, Yara me dejó con un montón de traumas debido a eso, chupo de arriba abajo abriendo un poco más la mandíbula, sigo acariciándolo.
Los dedos de Raphael se encajan en mi cuero cabelludo, miro hacia arriba viendo su expresión hambrienta, los ojos verdes oscuros, mandíbula tensa.
—Vas mejorando, pero no tengo paciencia para seguir esperando a que descubras que hacer.
Entiendo sus palabras al instante y me relajo, Raphael fija mi cabeza con sus manos y comienza a moverse contra mí, las lágrimas no esperan más y se deslizan por mis mejillas, las arcadas se presentan.
Soporto los bruscos embistes hasta que por fin se corre, me siento en el suelo jadeando, si fuerza en las piernas y la boca adolorida, me limpia las lágrimas y suspira.
—La última vez no fue tan difícil.
—La próxima vez será mejor —prometo, Raphael sonríe de medio lado y desliza el dedo pulgar por mis labios húmedo.
—Puedes apostarlo.
—Tengo que irme.
Me pongo de pie y voy directamente al baño, necesito refrescarme y al menos tratar de que no sea tan obvio que estuve llorando, no funciona.
—Hoy te quedas conmigo —miro a Raphael.
—¿Aquí?
—No, en mi casa, quiero follarte en mi cama.
Muevo la cabeza, me parece más que bien, yo también quiero estar ahí.
—Ve a buscarme a la hora de salida, me haré cargo de mi problema.
—Rápido, Maddox —gruñe, me echo a reír.
—Claro, sería incapaz de hacerte esperar.
—Puedes retirarte.
—Sí, Señor.
Salgo de la oficina e intento despedirme de Maricarmen, ella se arregla los anteojos y me intercepta.
—Capitán.
—¿Si?
—Mmm… a mi hermano le regalaron unas entradas y no podemos utilizarlas ninguno de los dos —pestañeo confundido con la situación.
—¿Entradas?
—Si, es para un partido de fútbol y quería regalárselas —extiende las entradas y niego, sé que son caras, no puedo recibirlas.
—Deberías venderlas.
—Está bien, quiero dárselas, puede ir con el Teniente Coronel.
Me pongo nervioso sólo de escuchar eso, estoy seguro de que tengo las mejillas y orejas rojas, puedo sentir el calor, era de esperarse que sospechara algo acerca de nosotros.
Fuimos demasiado obvios.
—Nosotros no… —Maricarmen se corrige enseguida.
—O su amigo.
—No me parece bien aceptar… —coloca las entradas en mi mano luego de agarrarme.
—Es un regalo, necesito amigos en este lugar.
—Gracias, pero no tienes que darme nada, puedes sentarte con nosotros en el almuerzo e intercambiar números.
Su sonrisa es fenomenal.
—Gracias, quédese con ellas.
—Nos vemos.
Me voy a mi oficina y hablo con el abogado, está muy dispuesto a tomar el caso, por supuesto que sé que es gracias a Raphael, ofrezco dinero, pero dice rotundamente que ya sus honorarios están pagados.
Hablamos casi por una hora y luego cuelgo, para ser el villano de la historia está ayudándome, por supuesto que lo hace para conseguir lo que quiere, pero…
—¿Podemos irnos ya? —miro hacia la puerta de mi oficina.
Raphael está ahí, lleva un vaquero de mezclilla, una camisa negra y una chaqueta, tiene el pelo desorganizado.
—¿Nos vamos?
—Sí, tengo que ir a cambiarme —guardo mis cosas y salgo.
Es una sorpresa que me espere mientras me cambio sin atacarme, por lo general no puede mantener las manos lejos de mí, supongo que sí me quiere en su cama con urgencia.
Bajamos al estacionamiento y me agarra cuando pretendo ir a mi auto.
—Yo te llevo, voy a traerte en la mañana.
—Muy bien.
Subo al Maserati plateado, la inteligencia artificial le da la bienvenida a Raphael, es un auto escandalosamente modificado.
Buenas tardes, Teniente Coronel, oración de seguridad.
—Abajo los Williams —me echo a reír debido a lo que dice.
Tiene el control, Teniente Coronel.
Raphael comienza a conducir casi al instante.
—Es una oración de seguridad extraña.
—Es bastante buena, así no lo olvido.
¿Tiene compañía esta tarde?
Raphael tuerce los ojos, ni si quiera le gusta hablar con los humanos, imaginarlo dándole conversación al auto es risible.
—Si, Laura, es Maddox, busca en tus archivos.
Buenas tardes, Capitán Werner.
—Buenas tardes, Laura.
¿A dónde vamos?
—Iremos a casa. ¿Algo importante de lo que tengas que informarme?
Un mensajero estuvo en su casa, según mis registros trabaja para su madre, eso es todo.
—Bien, ahora descansa.
Toco el marco, estoy seguro de que es blindado, pero conociendo a Raphael no estuvo satisfecho sólo con eso.
—¿Qué más esconde esta belleza?
—Armas, muchas de ellas.
—Es lindo.
—Y útil —replica, ahora quiero manejarlo.
—¿Me dejas conducirlo?
—Claro, todo depende de lo que hagas por mí —levanto las cejas, es bastante sorprendente que aún quiera cosas de mí, pensé que se cansaría de esto a la semana.
—¿Qué quieres que haga por ti?
—Primero lleguemos a mi casa o te pondré a practicar con tu boca.
—Eso es peligroso.
—Lo sé, así que no te ofrezcas.
Cierro la boca todo lo que queda de camino, no estoy dispuesto a bajarme más la autoestima haciendo un trabajo de porquería con mi boca, definitivamente no es lo mío.
Me quedo de piedra cuando un portón se abre con otro comando de voz, el lugar es ridículamente grande, son casi trescientos metros hasta la casa, vive como un puto mafioso.
—¿Vives aquí?
—Si.
—¿Dónde consigues tanto dinero? —Raphael ladea la cabeza y me mira.
—Los restaurantes de Phil en los que invertí el dinero que me dan en la IMS1 son rentables, luego hice algunos negocios más —ya que no mencionó que negocios me hace sospechar.
—¿Negocios legales?
—¿Quieres que te conteste?
—No, así que no hay dinero de tu familia aquí.
—Ni un céntimo, baja —gruñe y acato la orden enseguida.
Abre el lugar también con comando de voz, la casa es jodidamente impenetrable si se trata de seguridad, ni siquiera le hacen falta guardaespaldas, chiflo en cuanto veo el interior, la escalera es una belleza, la araña dorada encima.
Dios santo, tuviste que gastarte un buen dineral.
—Es un lugar bonito —murmuro, Raphael me empuja hacia el sofá.
—Le diré al ingeniero, ahora vamos a lo importante.
—¿No dijiste que me querías en tu cama? —pregunto sentado en el mueble, me empuja hacia atrás y se mete entre mis piernas.
— Vas a estar ahí, sólo que tardaremos en llegar.
Jadeo, me besa el cuello, su teléfono vibra contra mi muslo.
—Espera.
—¿Qué?
—Alguien está llamando.
—Que se joda —gruñe subiendo mi camisa, besos y mordidas son dejadas, está jodidamente desesperado y me gusta.
Teniente Coronel…
—Ahora no, Laura —muerde uno de mis pezones, jadeo.
Teniente Coronel, su madre está llamando y su hermano espera en la entrada.
—Joder, no puede ser en serio, jodido hijo de puta. ¿Cuál de los dos? —se sienta y bajo mi camisa, por supuesto no podía ignorarla por mucho tiempo.
Simon Williams, su esposa y una niña ¿Lo dejo entrar?
—Si.
Me siento, Raphael espera a las visitas de pie recostado en el marco de la puerta, Simon Williams, recuerdo que nos hacía la vida imposible cada vez que estaba cerca, siempre terminaba golpeando a Raphael a pesar de llevarle unos diez años.
—¿Se puede saber a qué viniste? —la voz de Raphael es helada, si fuera yo ni siquiera me acercaría, pero Simon es un Williams igual que él.
—Necesito que ellas se queden aquí esta noche.
—¿Si? Pregúntame cuanto me importa.
—Vine a ver a mamá y su orden es que deje a mi familia aquí, tienes una seguridad de primera.
—Que entren de una vez.
Los tres entran, me pongo de pie para saludar a la mujer de pelo castaño y la pequeña parecida a los hermanos, esta gente tiene unos genes demasiado poderosos.
—Oh. ¿Quién es tu amigo?
—Maddox —me presento y extiendo mi mano, Simon me saluda con una sonrisa.
—¿El Werner con el que jugabas de pequeño? Por fin empiezas a reunirte con gente que vale la pena.
—Tu familia se queda, tú te vas.
Raphael lo echa enseguida, yo también debería irme, la esposa de Simon me mira extraño, aunque la niña parece muy contenta.
—Creo que debería irme a casa —Raphael me fulmina con la mirada.
—No, te quedas y me ayudas.
No tengo idea de lo que quiere decir con eso, es la familia de su hermano, debería encargarse de sus visitas, pero ella se ve incómoda y Raphael enojado, por el bien de ambos decido quedarme.
No puede ser tan malo.
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