Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

Maddox

Muevo el cuello de un lado a otro, estoy tenso, saber que voy a ver a Yara me pone de los nervios, tengo la cabeza tan llena de telarañas que ni siquiera sé que debería hacer.

Sé que mi deber es quedarme a su lado, soy su esposo, llevamos dos años casados y ahora una niña en camino.

Me froto la sien, en realidad ni siquiera puedo estar frente a ella. ¿Vale la pena seguir casado? La pregunta real es ¿Todavía la amo, alguna vez la amé?

No estoy seguro.

La respuesta me toma de sorpresa, estoy confundido y soy el culpable de esto, no puedo romantizar a Raphael, eso es una idea realmente mala, ese hombre acabará conmigo poco a poco.

Me arrastrará con él a lo más profundo del abismo.

Lo sé, no puede querer a nadie, todo es a su conveniencia y estoy seguro de que quiere algo de mí.
Pero soy tan estúpido que no puedo alejarme.

Miro el reloj en mi muñeca, al menos no es tan malo, recordó mi cumpleaños, me llevó a un lugar agradable y recibí un regalo que no quería, muerdo mi labio, si, mala idea, ni siquiera pensar en el hijo de puta es bueno.

Si me enamoro de él puedo darme por muerto, Raphael no quiere ni a su familia, mucho menos a mí.

El taxi se detiene, no traje un cambio de ropa, no me quedaré más de tres horas, eso dependiendo del estado de ánimo de mi esposa, toco el timbre, es Zoe quien me abre la puerta, se sorprende bastante al verme, Emilia ni siquiera avisó de mi llegada.

—Hola —ella asiente dejando que entre, me señala que haga silencio y lleva directamente a la terraza.

Yara está con una bata blanca, perfectamente peinada y tejiendo unas medias para la bebé, parece normal, la panza está un poco más crecida, quiero tocarla, antes de que dejara de reconocerme la frotaba con regularidad.

La madre de Yara llega de pronto y me fulmina con la mirada, Dios, nunca he odiado tanto a una mujer, es tan parecida a su hija que asusta.

Uff, incluso Naomi es una Santa a su lado.

Emilia me jala de la ropa hasta la sala de estar, se lo permito por el momento, no haré un escándalo, Yara está demasiado cerca.

—Te dije que no vinieras —pongo los ojos en blanco.

—Y yo dije que vendría.

—¿Qué quieres, alterarla? Mi hija está bien y no voy a dejar que arruines su estado mental otra vez.

—Estoy casado con ella, no puedes evitar que la vea.

—Aquí tienes, hablé con mi abogado y Yara ya firmó los papeles —me extiende varias escritos, agarro los documentos y comienzo a leer.

Son los papeles de divorcio donde le cedo la custodia de mi hija a los padres de Yara, probablemente le pagaron  a un montón de gente para conseguir esta mierda, Yara ni siquiera está capacitada para firmar esto.

Rasgo los papeles y los dejo caer al suelo, no voy a pelear por el divorcio, pero no dejaré a mi hija con esta gentuza.

—¿Qué has hecho?

—Mira —gruño—. Firmé incluso un acuerdo prenupcial cuando lo pusieron de condición para casarme con ella, porque no me interesa vuestro dinero, pero no voy a ceder en esto.

—Lo mejor es que se divorcien —Emilia me mira como si fuese estúpido, eso no voy a discutírselo, si quiere que firme el divorcio lo haré, pero no ahora.

—Puedo conceder el divorcio, pero voy a quedarme con la niña.

—No permitiré eso.

—Ya veremos, cuando nazca apelaré con un juez, enseñaré pruebas de que Yara no está apta para cuidar de un bebé y ustedes tampoco.

—¿Y tú sí? —Devuelve con una carcajada—. Estás la mayoría del tiempo fuera.

—Mis padres irán a vivir conmigo, ellos pueden ayudarme, no dejaré que te salgas con la tuya esta vez.

—Maldigo la hora en que esa niña se fijó en un vago como tú.

—¿Vago? Trabajo todos los días a diferencia de tu marido que sólo sabe jugar al golf, porque desde que nació tiene dinero, y recuerda, Emilia, tú tampoco naciste con dinero.

—Vete —grita.

Salgo de ahí y envío una notificación para que vengan a buscarme, tengo que hablar con mi abogado, evidentemente cometí un error al enviarla con sus padres.

Sé que Emilia no quiere a la bebé, si gana se deshará de ella en la primera oportunidad que tenga.

Llego a la ciudad, el clima es horrible como la mayoría del tiempo, llueve tanto que parece que es el fin del mundo, ni siquiera tengo un paraguas, pago y salgo lo más rápido que puedo hasta la cafetería donde concerté la cita con mi abogado.

El señor mayor me hace una seña desde su mesa, intento escurrirme y camino hacia allí. 
 
—Maddox. ¿Qué pasó esta vez?

—Quiere que me divorcie y les deje a mi hija, necesito probar que Yara no puede quedarse con la niña y mucho menos ellos —el abogado hace una mueca.

—Tú tampoco eres una buena opción, un juez no te la dará.

—Mis padres vendrán a vivir conmigo, por favor, necesito que me ayudes —asiente, aunque no es un gran alivio.

—Por supuesto, haré lo que esté en mis manos.

—Gracias.

Salgo de nuevo y camino hasta casa, esta vez no me importa que la lluvia me empape, bien, necesito refrescar las ideas, toda mi vida se está torciendo de una forma en la que no tiene sentido.

Ni siquiera noté cuando empecé a anhelar el divorcio, mis amigos tenían razón, me casé por comodidad, sólo porque me sentí presionado y cometí un error, Yara tampoco ayudó haciendo un espectáculo luego de que follamos por primera vez.

Su primera vez, ese fue el detonante de toda su maldita obsesión conmigo, solía ir de mujer en mujer, hasta que ella logró metérseme por los ojos.

Soy el culpable de todo esto, estas cosas me pasan por imbécil, por débil, por ceder a todo lo que esperaban de mí.

Abro la puerta y lo primero que oigo es un gruñido, extraño, ya que no tengo perro, vivo completamente solo.

—¿Por qué vienes bajo la lluvia? Déjame decirte que si te enfermas irás a trabajar así mismo.

Raphael.

Miro a mi sofá, este hombre últimamente se cree con el derecho de irrumpir aquí cuando le da la gana, pongo los ojos en blanco y agarro una toalla del estante.

—No estoy de humor para tus tonterías.

—¿Por qué no, que pasó con tu mujercita, no dejó que la follaras? —lo fulmino con la mirada intentando secarme el pelo—. No lo tomes a pecho, las mujeres embarazadas a veces son un poco quisquillosas con eso.

—¿Estás jodiendo conmigo?

— Ahora precisamente no, pero veo que realmente no estás de humor —se queja, no puedo creer lo que estoy escuchando, ya van dos veces en la que sabe exactamente el lugar donde estoy, no quiero ni pensarlo.

—¿Cómo sabías dónde estaba? No te lo dije.

— Lo imaginé —dice con un encogimiento de hombros—. ¿Por qué es importante eso?

—¿Tienes las coordenadas de mi localizador?

Raphael me mira, por fin admite lo que quiero saber.

—Si, necesito tenerte localizable.

—Estás enfermo, déjame respirar por lo menos —Raphael se pone de pie y me quita la toalla de la cabeza, la deja caer al suelo, hace un sonido húmedo.

—Respira todo lo que quieras, Maddox, eso es justamente lo que trato de conservar, que sigas respirando.  

—Nadie viene por mí —hace lo mismo con la chaqueta y la camisa.

—¿Qué hay del que dejaste escapar?

—No lo sé, déjame en paz —gruño empujándolo.

Recojo todo el reguero, subo a mi habitación, me quito lo que queda de ropa húmeda, seco y pongo algo cómodo, Raphael se sienta en mi cama como si fuese el dueño, saca un cigarrillo, lo prende y comienza a fumar.

Eres tan creído.

—¿Vas a decirme que pasó o no?

—¿Desde cuándo hablamos? —replico sentándome en una esquina, exhala y sonríe de medio lado.

—Tampoco soy fan de las conversaciones, sólo te doy una oportunidad, si lo prefieres puedo tumbarte y follarte frente al cuadro de esa bruja.

Miro al frente, aún hay un cuadro de Yara en la habitación, sus padres se empeñaron en enviar varios de esos por lo que casi todas las habitaciones tienen uno, tengo que quitarlos con urgencia, ni siquiera noté que seguía ahí.

Mierda, para lo que me importa, no es como si pudiera vernos.

—Quieren quitármela.

—¿A tu esposa, qué más da? Regálala, la maldita es exasperante —me froto la cara, con este hombre nada es serio.

—Sabía que no ibas a entender nada, sigues siendo un imbécil de mierda.

—Lo entiendo, quieres al niño.

—Niña —corrijo.

Raphael inhala y exhala otra vez, luego coloca una mano detrás de su cabeza, la derecha sostiene el cigarrillo, está sentado contra el respaldo de la cama y se ve sumamente sexy.

Una pena que no tenga ánimo para nada.

—Puedo ayudarte —dice de pronto mientras mira al techo, está serio y casi me hace pensar que quiere matar a alguien.

Me echo a reír.

—¿Por qué siento como si estuvieses pensando que asesinarlos es la solución?

Raphael no se ríe, en cambio me devuelve una mirada tan seria que me congela la piel, sé que no es una buena persona, pero esto es demasiado.

Mierda, en serio, esa es su medida, este hombre está completamente desquiciado y yo ya estoy envuelto en todo esto.

—¿No es esa la solución?

—¿Es una broma? —gruño poniéndome de pie, Raphael me mira y sigue fumando como si nada.

—¿Crees que bromeo?

—No puedo creer que lo digas en serio, eres el Teniente Coronel del IMS1 de Londres, uno de los hombres más importantes del país, recuerda eso antes de proponer cosas absurdas.

Raphael deja salir el humo y se carcajea como un loco.

—¿Ahora te das cuenta de lo jodido que estoy?

Doy la vuelta y me siento del otro lado de la cabecera, justo a su lado, dejo un espacio considerable entre nosotros.

—¿Por qué estás tan jodido?

—Por muchas cosas.

Raphael no dice nada más, por supuesto que no está dispuesto a exponer sus secretos conmigo, este hombre no confía en nadie, no quiere a nadie, no espera nada de nadie.

Tampoco de mí y eso hace que me sienta mal.

Comienzo a involucrarme sentimentalmente en esto y no debería.

—Raphael.

Me mira, le quito el cigarro, aspiro, el sabor mentolado del humo inunda mi boca y pulmones, dejo salir el humo y apago el cigarro en el cenicero a mi lado.

Sigue esperando que hable, aprovecho y dejo un beso en sus labios, Raphael utiliza la lengua y al final muerde mi labio inferior.

Suspiro.

—No me hace falta que hagas ese tipo de cosas, ni siquiera tienes que hacerlas, tu vida no es tan mala. ¿Por qué matar a alguien?

Raphael coloca los ojos en blanco y se echa a reír.

—No sabes nada de mi vida —arqueo una ceja, no sé nada porque es una maldita caja fuerte, nadie sabe una mierda sobre él y por supuesto que yo no seré la excepción si no quiere hablar conmigo.

Soy igual que los demás, no soy importante para ti.

—Dime lo que quieres que sepa.

—No es momento para eso —murmura, nunca lo será, no está dispuesto a incluirme en su vida, una vez ya no sea útil me desechará igual que a todos sus ligues en el Comando.

Raphael me acaricia la mejilla y lame mis labios.

—Eres tan santurrón que a veces quiero que se te pegue un poco de lo mío, necesitas un poco de malicia, Maddox —lo miro fijamente, habla en serio, completamente en serio y asusta.

—No soy un asesino.

—No te dije que lo hicieras.

—Quedaría en mi conciencia.

Me suelta y niega con decepción, no voy a ceder, tengo la razón, él es quien se equivoca.

—Está bien, sigue defendiéndolos, no vengas a mí llorando cuando te quiten a tu hija.

—Hay otras formas.

—Espero que te funcionen porque no volveré a ofrecerlo —resoplo.

—¿En serio es tu única solución? —se encoge de hombros.

—¿Qué quieres, compro al juez, jurado, consigo una firma?

—¿Por qué todas tus soluciones son tan equivocadas? —Raphael se acomoda frente a mí, niega como si fuese un total idiota, probablemente lo piensa.

—No voy a decirte que contrataré a un abogado que te ayudará, prefiero soluciones, no mentiras, no vas a quedarte con esa niña siguiendo el buen camino, el dinero lo puede todo, ella tiene más que tú, sólo tienes que tomar la delantera y apuñalarla primero.

—Hablas como todo un villano.

Se sienta a horcajadas sobre mí, jala mi cabello para que lo mire directamente.

—Maddox, no me idealices, soy el villano en esta historia, los héroes ayudan de forma desinteresada a otras personas, incluso ponen su vida en peligro por ellos —se echa a reír—. No soy un salvador, ni siquiera soy altruista porque no me interesan los demás.

Tampoco yo.

La idea me molesta demasiado, intento no pensar en ello, sin embargo, necesito oír las palabras saliendo de su boca, quiero una confirmación de lo poco que importo en la vida de este hombre.

—¿Entonces qué te importa?

—Sólo importo yo, no hay nada, ni nadie más importante —confirma soltando mi cabello, hago una mueca, este hombre está arraigado a conceptos erróneos.

—Es una forma de pensar un tanto triste.

—Maddox, no se vive de los amigos y mucho menos de los amores —lo fulmino con la mirada.

—Te vas a quedar jodidamente solo pensando así.

—Puede ser que la soledad sea desesperante e incluso triste, sin embargo, no es traicionera.

—¿Qué? —me acaricia la mejilla con más suavidad de lo normal.

—Las traiciones nunca vienen de tus enemigos, te lo digo por experiencia, es mejor no dejar entrar a nadie, así no te llevas decepciones. 

—Raphael…

—Dejemos de hablar —me interrumpe, ladeo la cabeza.

—¿Qué quieres?

—Portarme como un villano, puedo mostrarte todo lo malo que puedo ser —gruñe agarrando la parte posterior de mi cuello y mordiendo mis labios, inca los dientes haciendo que gima.

—No lo sé, me gustan más los altruistas.

Raphael planta un beso en mi boca, la lengua recorre el interior hasta hartarse, sus ojos verdes me miran fijamente y contra mi boca deja caer su promesa.

—Luego de que te folle dirás todo lo contrario, serás fan a los malos, a mí.

Jadeo.

Lo odio tanto, pero a la vez me gusta, este hombre hace que quiera ir por el mal camino.

Ahora lo sé, es un villano que quiere alejar a todos, pero a todos nos fascinan los villanos, la compleja personalidad narcisista de este hombre me pone, la soberbia que lo caracteriza me eriza la piel.

Estoy enfermo, ya sé eso, y lo peor de todo es que no me importan los maquiavélicos planes que esté intentando llevar a cabo, me importa un comino si quiere sembrar caos o dominar el mundo.

Yo lo quiero a él. 

******

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro