Capítulo 18
Maddox
Entro a casa con mis llaves, Evan se lanza hacia mí a penas me ve, el Golden retriever de la familia coloca dos patas sobre nosotros y ladra mientras mueve la cola sin parar.
Abrazo a mi hermano menor con fuerza, mi madre está de pie esperando que entre, tiene los ojos húmedos, soy un gran desconsiderado por perderme durante tanto tiempo de casa, mucho más después del secuestro.
Ni siquiera les di una explicación.
— ¿Estás bien? — reviso a mi hermano mirándolo de arriba abajo como si acabásemos de salir del dichoso secuestro.
Lo que debí hacer en ese momento.
Evan se echa a reír, tiene los ojos azules de papá al igual que su cabello castaño, el niño consentido de Yanet Werner por ese motivo, aunque lo niega rotundamente.
— Si.
— Niki, estás muy grande.
Dejo ir a mi hermano y acaricio el pelaje amarillo claro de nuestro perro, me enamoré del cachorro hace aproximadamente cinco años, ahora es un perro grande y peludo, desgraciadamente Yara lo odia y por ese motivo no podía llevarlo conmigo.
— Maddox.
— Mamá, lo siento, no soy tan buen hijo como esperabas. — abrazo a Yanet escondiendo el rostro en su cuello.
Me frota la espalda, la caricia me conforta enseguida, el aroma a galletas llega a mi olfato, suele hacerlas cuando está demasiado estresada lo cual es casi todo el tiempo.
Eso nos dio muchas galletas para devorar de pequeños.
Las favoritas de Annie.
— Por supuesto que lo eres, esto es parte de tu trabajo, estoy acostumbrada a estas cosas.
— Siento no venir antes.
— Lo sé, te conozco Maddox, necesitabas tiempo.
Aprieto los labios, ni siquiera me gusta hablar de ese tema, aún no he cicatrizado esa herida y algo me dice que será difícil que lo haga, suspiro, por el momento lo importante es saber sobre Abby.
— ¿Qué hay de Abby?
— Está en su cuarto con Irina.
— ¿Qué? — Yanet hace una mueca, sus ojos verdes arden con enojo.
— ¿No lo sabías?
— No, tiene el móvil apagado, ni siquiera me escribió por mi cumpleaños.
— ¿Pero qué cree esa niña?
— Déjala, hablaré con ella. — atajo a mi madre antes de que suba, la intención no es hacer que la regañen por eso, sólo estoy preocupado, Abby nunca se perdió un cumpleaños, siempre fue la primera en felicitarme.
Yanet mueve la cabeza.
— Pero ya que estás aquí celebrarás con nosotros tu cumpleaños, no me basta con una llamada.
— Está bien, eres la mejor.
Abrazo a mi madre por última vez y voy directo a la habitación de mi hermana pequeña, doy dos toques escuchando algunos sollozos, en serio pasa algo y nadie quiere decirme.
— ¿Abby?
Mi hermana abre la puerta, tiene los ojos rojos y rastros de lágrimas en las mejillas, su pelo rubio es un desastre.
— ¿Maddox, por qué estás aquí?
— Es mi casa también, abeja. — Abby abre los ojos con sorpresa.
— Oh, no lo dije por…
— ¿Por qué lloras? — pregunto deslizando los dedos por su mejilla, Abby baja la mirada, no tiene idea de que decir.
— Capitán.
Miro hacia su cama, Irina, la Sargento de mi unidad me saluda, no tenemos mucho roce aparte del trabajo a pesar de que es una de las mejores amigas de Abby, lo único que sé es que hace un trabajo excelente.
— Irina, no sabía que estabas aquí. — Abby me fulmina con la mirada.
— No la botes, Irina es más que bienvenida.
— No estoy echándola. ¿Te sientes bien?
— Si.
— Capitán, felicitaciones por su cumpleaños.
— Gracias. — Abby esconde la cabeza entre sus manos.
— Oh, cierto, que mala hermana, lo olvidé por completo, lo siento Maddox.
— Está bien, no pasa nada.
— ¿Fue muy malo? — se ve ansiosa por lo que le sonrío.
— No, en absoluto, salí con alguien, ahora dime por qué lloras.
Abby se encoje de hombros.
— Hormonas, mi período me hace un poco sensible.
— Claro.
— Entonces. ¿Saliste con Yara? — pregunta Irina acercándose a nosotros, la miro, tiene el cabello teñido de rojo.
— No, Yara está con sus padres, cuida su embarazo.
— Oh, espero que todo salga bien.
— Gracias.
— Lo siento. — dice mi hermana de pronto, le acaricio el pelo rectificando la dirección de algunos mechones.
— ¿Por qué?
— Por el cumpleaños.
— Está bien, ahora baja, pasaremos el tiempo, regálame tu tiempo hoy.
— Está bien, iré a lavarme la cara.
Abby se va dejándome con Irina, la miro fijamente, odio estar en la oscuridad.
— ¿Todo bien?
— Si. — achico los ojos.
— Espero que si es algo importante me incluyan en eso.
— Por supuesto.
Bajo otra vez y me siento en el sofá, el Golden retriever coloca las patas en mi muslo y jadea, lo acaricio, no es un perro muy obediente, excepto cuando se trata de mi padre, nadie se resiste al ex-General del IMS1.
— Niki ¿Te has portado bien? — ladra, Evan se sienta a mi lado y también acaricia al perro.
— Para nada, sigue cavando en el jardín del vecino.
— Evan, siento mucho lo que pasó. — suspiro, él sonríe, es idéntico a papá.
— Estamos bien, no te preocupes.
— ¿Dónde está papá?
— De caza con unos amigos, llega en unas horas.
— ¿Y cómo van tus estudios?
— Bien, entregué este hace poco. — dice enseñándome la foto de una escultura, es el único de la familia que no estuvo dispuesto a entrar en el mundo militar.
Es bueno que haya encontrado su vocación sin tener que pisar un Comando, desde pequeño le gusta el arte.
— Oh, es increíble.
— Gracias.
— Estamos aquí. ¿Qué quieres hacer? — pregunta Irina tomando asiento, Abby se ve mejor gracias al maquillaje, me encojo de hombros.
— ¿Ver una película?
— Por Dios Maddox, cumpliste veintiséis no setenta y seis.
— Quiero estar con mi familia, algo calmado. — murmuro, Irina abre los ojos.
— Oh.
— No te preocupes, no me molestas, sólo era una forma de decirlo.
Ponemos una película, pero Irina se queja de que está aburrida por lo que terminamos escuchando música y poco a poco bebiendo, Irina ya está un poco borracha cuando se pone a despotricar sobre su vida.
— Y entonces estuve en un convento en Francia hasta los quince, pero imagínate estar ahí, me aburría y ni siquiera el padre estaba bueno.
Evan se sonroja por la sinceridad, Irina traga otro vaso de vodka como si fuese agua, es gracioso verla.
— ¿Y cómo terminaste en el IMS1?
Deja el vaso en la mesa y me mira, su sonrisa es juguetona.
— El Teniente Coronel visitó el convento, creo que en ese momento era Teniente en el IMS1 Francés, fue con uno de sus hermanos, por Dios, son una maldita copia, totalmente follables.
— Irina, por Dios, mis hermanos y mi madre están aquí. — gruño, ella coloca los ojos en blanco.
— Maddox, todos somos mayorcitos, lo siento. ¿Qué edad tienes? — Evan sonríe.
— Dieciocho.
— Bueno, está en la edad en la que se experimenta. — Abby se echa a reír, no ha tocado el alcohol, se mantiene tomando jugo de naranja.
— Estoy de acuerdo con eso, Raphael es… bueno, no es de este mundo, dejémoslo ahí.
— Si, mejor. — replico, no quiero escuchar a mi hermana halagando al tipo que me está follando de vez en cuando.
Irina gime.
— También folla como un Dios.
— ¿Qué? — escupo mi bebida con sorpresa y me pongo a toser, joder, no esperaba eso.
Sé que Raphael es un jodido mujeriego, pero al menos quisiera que la gente que me rodea no sepa lo bien que lo hace, sus gruñidos de placer, su maldita expresión salvaje.
Irina se encoje de hombros.
— No es un secreto que ha follado con un montón de nosotras.
— ¿Contigo?
— Sip, es bueno en eso, rudo, pero bueno.
Eso me molesta, pero trato de ni siquiera levantar una ceja, miro a mi hermana rezando porque sea ese uno por ciento que no ha estado en las garras de mi actual amante.
— ¿No me digas que también…?
— No. — dice al instante haciéndome relajar.
Al menos no con mi hermana.
— Bien.
— Les traigo algo para picar. — mi madre se sienta junto a Abby y coloca una bandeja de galletas frente a nosotros — Ahora ¿De quién hablamos, del apuesto soldado que me salvó?
— Mamá… — la regaño, Yanet sonríe.
— ¿Qué? Es apuesto.
— Espero que hables de mí. — mi padre se asoma desde la entrada, la sonrisa de mi madre se hace más grande, llevan casi cuarenta años de casados, son los mejores.
— Por supuesto que sí, cariño, vuestro padre era más apuesto que el chico, sólo digo.
— Maddox. ¿Por qué no me llamaste? Hubiese llegado antes. — mi padre deja todas sus cosas en una esquina y viene hacia nosotros.
— No importa, espero que te hayas divertido.
— Por supuesto, un montón de ex-Generales chochos echando competencia a ver quien ve mejor que los demás.
— ¿Y quién ganó?
— Por supuesto que tu padre, me retiré hace poco, aún veo bien, ven acá, me alegra que estés aquí. — lo abrazo sin que me importe nada más.
Comemos juntos y nos divertimos hasta la hora de dormir, subo a mi habitación mirando las paredes, Ares y Annie me ayudaron a decorarla, pasamos bastante tiempo aquí.
Mi teléfono vibra y el nombre de Raphael alumbra en la pantalla.
— ¿Por qué me llamas a esta hora?
— Ábreme la ventana, y desactiva la alarma o todo el mundo se va a enterar de que tu amante vino de visita.
— ¿Qué?
— Vamos, Maddox, estoy abajo y no puedo acercarme gracias a ese sistema de seguridad de tu padre, en serio, tan paranoico y al final no sirvió de nada.
Miro por mi ventana, el Maserati plateado de Raphael está en la calle y él está bajo mi ventana, viste de negro, si alguien lo ve llamaría a la policía, parece un maldito ladrón.
Niego, desactivo el sistema de seguridad y abro la ventana, Raphael escala hasta mi ventana, en serio, debe estar completamente loco.
Comprobado.
— ¿Por qué estás aquí? — pregunto a penas pone un pie en mi cuarto, activo el sistema de seguridad otra vez y cierro.
— Shshsh… todos van a enterarse de que dejaste entrar un hombre a la casa.
— Soy mayor de edad. — Raphael me acorrala, su mano se envuelve en mi cuello y aprieta.
Está enojado, sus ojos son una promesa oscura.
— ¿Así que no has probado una pequeña vagina?
— ¿Eso te molesta tanto? — aprieta más, su erección roza con la mía, me gusta verlo así de enojado, celoso.
— No, sólo quería comprobar que me rogabas porque les perdiste el gusto.
— Por muy mágica que sea tu polla, me siguen gustando las vaginas.
— ¿Comprobamos eso? — pregunta acariciando mi erección y mordiendo mi labio inferior, gimo.
— Estamos en la casa de mis padres y no somos callados o mínimamente suaves a la hora de hacerlo, viniste en vano.
— Quizás pueda conseguir una mamada luego de que me alimentes. — me suelta, quiero tirarlo a la cama y rendirme, suspiro.
— Muy bien, espera aquí.
— ¿Eso quiere decir que vas a chupármela?
— No, te daré algo de comer y te vas, no te muevas, hay un perro abajo.
— Si me dejas voy a revisarlo todo. — coloco los ojos en blanco mientras voy a la puerta.
— Que infantil, revisa lo que quieras, las revistas pornográficas están bajo el colchón, aunque son de cuando tenía quince.
— Gracias, iba a empezar por el lugar más obvio.
Termino los dos emparedados cuando alguien me abraza por la cintura y deja los labios contra mi cuello, chupa haciendo una marca, su erección se frota contra mí, este hombre no tiene límites.
— ¿Qué haces aquí? Te dije claramente que…
— Si, que no bajara, no cumplo órdenes de mis subalternos. — agarra un emparedado y se sienta en una de las sillas de la encimera.
— Imbécil como siempre.
Grrrr…
Niki le enseña los dientes, por esto le dije que no bajara, si despierta a todo el mundo no tengo manera de explicar la presencia de mi Teniente Coronel en la cocina de mis padres comiéndose un emparedado como si fuese lo más normal del mundo.
— Niki.
— Ven aquí. — le dice al Golden, Niki va hacia él y se come el pedazo de emparedado que le ofrece — Si, eres un buen chico ¿te gusta eso? — Niki mueve la cola, perro traidor.
— Si alguien te ve aquí.
— Diré que vine a ver a tu hermana. ¿Contento? — lo agarro del pelo y gruño sobre su boca.
Ya tuve suficiente con que haya follado con medio Comando, no voy a soportar que siga haciendo de las suyas, mucho menos con mi hermana.
— No te atrevas.
— Mmm… salvaje, me gusta. — lo suelto.
— Come y luego te vas.
— No. — dice dejando el emparedado en el plato.
— ¿Por qué estás aquí?
— Vine a recogerte. — su mano derecha se pasea por mi pecho, recorre el abdomen y se queda ahí.
— ¿Qué?
— Montaré un operativo para atrapar a César y prometí dártelo.
— ¿Es en serio?
— Si.
— ¿A qué hora nos vamos?
— En dos horas.
Es precipitado, pero si puedo obtener a César y vengar la muerte de Annie por mí está bien.
— Bueno, termina y vamos a dormir un rato.
— No quiero dormir, quiero tu boca dándome placer. — gruñe, muerdo su labio inferior, en realidad quiero más que eso, pero estamos en casa de mis padres y no quiero faltarles al respeto a ellos ni a la casa donde crecí con mis hermanos.
— Luego de la misión.
— ¿Por qué te soporto? — refunfuña, tomo su mano y lo jalo conmigo, se lleva su emparedado.
— No lo sé, dímelo tú.
— Recuerdas lo que te dije. ¿Cierto?
— Si. — Raphael hace que me detenga, me mira directamente a los ojos.
— ¿Puedes hacerlo?
— Le cortó el cuello a Annie frente a mí. ¿Crees que no puedo?
— Te conozco Maddox, por eso estoy preguntando.
Estoy seguro de que puedo hacerlo, la ira por lo que le hizo no se ha esfumado, sigue ahí como el primer día, hacerlo me quitaría este peso.
— Sí puedo.
— Está bien, vamos a dormir.
Raphael termina su emparedado y dormimos una hora y media, mi cama es individual por lo que tenemos que dormir más unidos de lo normal, su calor me envuelve por unos minutos y me siento tan bien que me cuesta levantarme.
Próximo destino, vengar a Annie.
******
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro