Capítulo 13
Maddox
Ares aún sigue enojado por lo que me ha ignorado todo el día, cada vez que pretendo acercarme niega y hace una señal para que me vaya, me pongo de pie, camino hacia allí y me agacho frente a él.
Ares gira la cabeza, ciertamente dije algo que no debía, fue estúpido porque en realidad lo considero mi hermano junto a Annie, no importa la sangre, incluso mis padres no sienten una diferencia.
—Siento lo que dije, no lo pienso, eres mi hermano y sabes eso, no tengo que decírtelo.
Ares me mira, al menos no se ve tan enojado ahora.
—Maddox, no voy a seguir a tu lado viendo cómo te saboteas a ti mismo, tienes malas costumbres.
—Ares… —niega.
—Vuelve a tu lugar, no quiero seguir con esta conversación.
Camino de vuelta, no estoy satisfecho con esto, pero yo mismo me lo busqué, me siento y miro a un lado, tampoco estoy cómodo con Raphael sentado frente a mí mientras me mira fijamente, ni siquiera nos han dicho algo sobre esta situación, lo cual es extremadamente raro.
Giro la cabeza percatándome de una presencia, el Coronel se sienta a mi lado y me tenso.
—Capitán Werner.
—Coronel.
—Cuando identificaron a todos los que murieron en la casa de seguridad encontramos al hermano de César.
Ese es un pedazo de información del que no tenía idea, César estaba desesperado por regresar a la casa cuando lo acorralé e impedí que volviera, de todas formas si hubiese entrado nada habría cambiado, la casa se fue abajo en menos de cinco minutos, ni siquiera pude atraparlo, trago mi mal presentimiento y lo miro.
—¿Su hermano?
—Si, no tenía nada que ver con su negocio, pero quedó atrapado en el medio.
Me froto la cara, la mirada de Raphael sigue fija en mí, como si estuviese esperando algo, hace que me ponga nervioso.
—¿Tiene algo que ver con lo de hoy?
—Escuche con calma, su padre se encuentra ahora en el aeropuerto esperando por nosotros.
—Mi padre es un General retirado ¿Por qué estaría en el lugar de una misión activa? —el Coronel suspira.
—Capitán, su madre y hermano menor fueron secuestrados por César Brown, no han podido contactar, es una misión de recuperación —me levanto, el Coronel Harrell me sigue enseguida colocando las manos en mis hombros.
—¿Por qué me dice esto ahora?
—Capitán, siéntese.
Lo agarro del chaleco táctico ignorando sus palabras, incluso olvido que no puedo hacerle esto a un superior.
No me importa, mi familia es lo primero, tengo que saber.
—Debió… —gruño zarandeándolo, todos se ponen a la defensiva y Raphael se acerca a nosotros.
—Werner, suelta al Coronel y siéntate.
Obedezco enseguida al escuchar la voz de Raphael, mi cuerpo está acostumbrado a sus órdenes, por lo que es instintivo.
Raphael coloca la mano debajo de mi mentón y me agarra las mejillas con el pulgar e índice, hace que lo mire, está furioso.
—Quería dejarte en el Comando porque creo que joderás las cosas —admite, lo cual me enoja—. Demuéstrame que el Coronel eligió bien y ten la cabeza fría.
Sólo él puede pedir semejante cosa cuando mi familia está secuestrada por un maldito loco, tomo aire y cedo, no quiero que me saquen de la misión, me hará sentir peor.
El Coronel y Raphael explican que pasa de una vez por todas, gracias al cielo la tropa de mi hermana no está involucrada en esto, Annie y Ares se ven preocupados, quieren a mis padres y hermanos como si fueran su propia familia.
Coloco la cinta del fusil en mi hombro, tengo una Sig Sauer en el muslo, cargadores y dos cuchillos, nadie va a impedir que rescate a mi familia, César vino a joder al agente equivocado.
Su hermano murió mientras intentaba atraparlo, entiendo eso y lo siento por él, pero nada le da el derecho a meterse con mi familia, murió gracias a mis acciones por lo que tiene que venir directamente a por mí.
Annie coloca una mano en mi hombro, está lista al igual que los demás, sólo tenemos que aterrizar, dos minutos más y estaremos ahí.
—Van a estar bien, los sacaremos —muevo la cabeza dándole la razón, sé que vamos a sacarlos.
Ares se acerca y palmea mi espalda, en casos de emergencia no podemos mantener el enojo, estamos ahí para todos.
—Concéntrate en la misión, no hagas tonterías, todo va a ir bien.
—Gracias a ambos.
El avión aterriza, somos tres capitanes en el lugar, además del Coronel y Raphael, más que suficientes para hacerle frente a los terroristas.
Según la situación hay alrededor de veinticinco divididos en ambas terminales, no se precisa que tan bien armados están, pero sabemos que hay explosivos involucrados.
Me acerco a Lion Werner, mi padre fue un excelente soldado, quien me enseñó lo que sé y estoy muy orgulloso de eso, él nos abraza a los tres, saluda tanto a Raphael como a Harrell, su aprendiz.
—¿Puede darnos un informe? —mi padre niega mirando hacia el interior.
—Nada ha cambiado y no sólo mi esposa e hijo son rehenes, hay diez más.
—¿César está dentro? —mi padre me mira, es obvio que César está dentro, tiene que estar ahí por mí.
—Si, dice estar esperándote, quieren que el IMS1 entre e intente atraparlo.
—Hijo de puta —gruño.
El Coronel alista todo, divide las tres tropas de forma que cada uno vaya con un pequeño grupo, como hay dos terminales nos dividimos, Raphael se queda con Ares para ir a la terminal dos, según los informes hay al menos diez de ese lado con la mitad de los rehenes.
Annie y yo nos quedamos con el Coronel ya que la terminal uno tiene quince asaltantes y a César, no tenemos idea de donde están mi madre y hermano, así que voy a ciegas respecto a eso.
El Coronel da la orden de entrar en cinco minutos, se acerca antes de ir a hablar con Raphael.
—Werner. ¿Está seguro de que puede entrar sin poner el operativo en peligro?
—Sí, Señor, puedo hacer mi trabajo sin problemas —Raymond asiente.
—Está bien, hable con su padre, entramos en cuatro minutos.
—Maddox —correspondo el abrazo de mi padre y le froto la espalda.
—No te preocupes, voy a sacarlos.
—Lo sé, confío en mi hijo, eres el mejor Capitán del IMS1 de Londres.
—Gracias —me suelto, él me agarra el brazo antes de irme con mi tropa.
—No hagas locuras, ve por tu madre y hermano, no más que eso.
—Entendido, mi General.
Vuelvo a mi lugar, mis amigos me dan ánimo por última vez, incluso el Coronel, Raphael se queda lejos sin que le importe nada, lo cual me hace sentir extraño.
¿Qué espero, que venga a decirme que todo estará bien? Que tonto, Maddox.
Raphael no se preocupa por otra persona que no sea él mismo, no le importa cómo me siento o que mi familia esté retenida, es estúpido esperar algo de una persona como él, después de mi rechazo probablemente no vuelva a dirigirme la palabra a no ser que sea para trabajo.
—Nos vamos, estén atentos.
Entro con mis hombres, la terminal uno está completamente a oscuras, por lo que tenemos que utilizar las gafas de visión nocturna, me dirijo a un pasillo y escucho la detonación de un explosivo.
—Capitana Novak, situación —pide el Coronel, suspiro cuando la voz de Annie llega a mi oído.
—He perdido a dos hombres, los demás tenemos heridas menores.
—¿Vio a alguien?
—No, el explosivo ya estaba aquí.
—Sigan adelante, los rehenes son prioridad.
Sigo caminado y apuntando con el fusil hasta que el comunicador en mi oído hace un ruido insoportable, me quito el auricular, sigo haciendo señales.
Me detengo enseguida escuchando el megáfono del aeropuerto, la voz de César inunda toda la terminal.
—Maddox Werner, Capitán de la tropa MS1 del IMS1, debo decir que tuve que cobrar algunos favores para averiguar eso, no tenía idea de la existencia de… —hace un ruido—. ¿Cómo se llama? Inteligencia Militar sección uno, parece que se dedican a cosas peligrosas, y matar personas inocentes.
—Espera —gruño viéndolo en uno de los pasillos, salgo corriendo al instante, necesito atraparlo.
La pared detrás de mí se derrumba, miro atrás, por supuesto que fue una trampa para alejarme de todos, no me importa, voy por ese hijo de puta, llego al final del pasillo y me quito el equipo nocturno debido a la luz.
César está con los rehenes, el cabello rubio cenizo está despeinado y enredado, los ojos dorados parecen un poco ansiosos, si lo comparo con el César que vi ese día este es un completo desastre.
—Mataste a mi hermano pequeño, Maddox —replica paseándose por el lugar con una Glock.
Evan, mi hermano menor está atado con las manos en la espalda y una mordaza junto a otros cuatro rehenes.
Lo miro con atención, está desesperado y por supuesto, me separó de mi equipo sin problema alguno.
César es un excelente estratega, sirvió en las fuerzas armadas de Estados Unidos, hasta que lo echaron por descubrir sus negocios turbios.
—Tu casa lo mató, tus propias medidas de seguridad acabaron con él —se detiene y mira fijamente.
Levanta la Glock y la coloca en la sien de una de las mujeres, la uniformada lloriquea.
—Suelta todas tus armas.
Dejo el rifle en el suelo junto a la Sig Sauer, César levanta las cejas.
—Todas, cargadores abajo, cuchillos, vamos —aprieto la mandíbula, dejo caer los cargadores y un cuchillo.
—Listo, ahora deja de apuntarle —César quita el arma—. Déjalos ir, no tienen nada que ver, yo fui por ti.
Niega.
—Mi hermano tampoco tenía nada que ver con esto, ni siquiera quería estar ahí conmigo porque tenía miedo —deja de apuntarle a la mujer y coloca la pistola en la nuca de Evan, entro en pánico y doy un paso al frente.
—César, mátame a mí, déjalos ir.
—No, matarte no hará que me sienta mejor, tienes que sentir lo mismo que yo —apunta y derriba a uno de los rehenes, luego a la mujer con uniforme.
—¿Qué haces? Ni siquiera los conozco —gruño viendo los cuerpos y el suelo manchado.
—Quedarán en tu conciencia —apunta a la mujer en el piso—. Azafata y madre de familia, era la asistente de vuelo.
Diviso a Annie en la parte de atrás, es el único remedio ahora, me muevo asegurando la atención de César en mí, ella coloca el cañón del arma en su cuello y da una orden para que lo suelte.
—Suéltalo.
Corro hacia Evan al ver la intención de César, él patea a Annie, coge su arma y luego dispara, recibo la bala en el chaleco y otra en el muslo, la sangre comienza a manchar el suelo.
Agarro el cuchillo escondido en mi bota y se lo encajo en el estómago, él sonríe como si nada, Annie corre hacia mi hermano, César me patea el estómago, y hace presión con su bota en el muslo herido.
—Maddox, estuve investigando muy a fondo tu vida y sé que esto te va a doler más que la muerte de tu hermano menor.
Quita su pie, estoy mareado, me falta el aire, lo veo ir hacia donde Evan y Annie, ella intenta sacarlo hasta que César la agarra por la espalda.
—No, no, no —gruño poniéndome de pie.
César sonríe, saca el cuchillo de su costado y lo desliza por el cuello de Annie.
—Ah. —él se ríe como un loco, Evan grita y yo la agarro.
Me quito el chaleco y la camisa negra para presionarla en la herida, la sangre mancha la tela, mis manos, el suelo, es demasiada.
—No, Annie.
— Madd… —murmura con lágrimas en los ojos.
César sale corriendo por donde mismo llegó Annie, no me importa, es más importante sacarla.
—No, aguanta, vamos a salir de aquí y te pondrás bien, ten, sostenlo —digo sosteniendo su mano y presionándola en mi camisa, miro a mi hermano, está aterrado—. Corre y diles que tengan una ambulancia lista para Annie.
—Si.
Sale corriendo, paso un brazo por detrás de sus hombros y el otro debajo de sus piernas, camino lo más rápido que puedo detrás de Evan, el peso de Annie y mi pierna herida complican todo, pero me niego a rendirme.
Pronto dejo de verlo y Annie ya no aguanta la camisa con tanta fuerza, lloriqueo caminando más rápido, al menos intentándolo.
—Annie, por favor, tienes que estar bien, no puedes dejarme solo.
—Coff —ella tose, la sangre se escurre de su boca y cierra los ojos.
Por fin llego afuera, la mano de Annie cae dejando caer la camisa, la herida ya no escurre como antes, me dejo caer de rodillas en el suelo y la abrazo, ya no respira, es demasiado tarde.
—Abre los ojos, no sé qué hacer sin ti, por favor —lloriqueo.
La arrebatan de mis brazos, toda la sangre está sobre mí, mi padre se acerca junto a mi hermano y madre.
Raphael pudo sacarla a salvo.
Fijo la vista en Annie y la ambulancia, no veo que hacen, mi padre me zarandea.
—Maddox —él llama a otras personas, me aferro a él mirando todavía hacia donde llevaron a Annie, luego pierdo la consciencia.
Espero que esté bien.
……
Abro los ojos, estoy en el hospital militar, mi madre está sentada en una incómoda silla, ha llorado un montón teniendo en cuenta su rostro, me arranco los cables y la intravenosa, necesito que me digan que Annie está bien.
Una enfermera llega corriendo con mi padre detrás, ella suspira al ver que no estoy muerto, sólo desconectado, me regaña, pero no me importa.
—¿Qué hay de Annie? —traga y niega dejándome saber que es justo lo que pienso.
Está muerta.
—Salgan de aquí, todos. — gruño.
Me dejan solo y me dejo caer contra la almohada, las lágrimas no esperan mucho, joder, Annie, era mi hermana, mí consentida, incluso más que Abby, crecimos juntos, pasamos por todo tipo de experiencias, pensaba verla ser feliz, casarse, jugar con sus hijos y él me la quitó.
Pido el alta y mi padre me lleva directamente al Comando, según me informaron la ceremonia es hoy, voy a mi habitación, me pongo el traje de gala y bajo a la pista, hay quince ataúdes dispuestos, los caídos en la misión, todo el batallón está de pie al frente con cada Capitán más adelante, excepto la tropa de Annie.
Eso es un golpe más.
Ni siquiera miro a Ares cuando llego, me incorporo a mi lugar, el Coronel y Raphael están en el frente, son los encargados de la despedida, cojeo hacia ellos cuando dicen el nombre de Annie, recibo las placas, duele verla en ese estado, me lastimo la mano de tanto apretarlas.
Esto fue mi culpa, el acto se acaba y me acerco al ataúd, deslizo una mano por la madera, está dentro de esta caja de madera gracias a mí, Ares coloca una mano en mi pecho.
— No es tu culpa, sé que estás culpándote ahora mismo — muerdo mi labio inferior viendo su aspecto, demacrado, ojeroso, con los ojos rojos, también se la quitó a él.
—Claro que soy el culpable, fue incluso con mi maldito cuchillo.
Ares intenta decir algo más, pero me voy, no puedo escuchar nada, no quiero hacerlo, sólo quiero ir a casa, le pido a papá que me lleve, le aseguro que estaré bien y me encierro en mi habitación, necesito tiempo, estar solo, no saber de más problemas.
Me quedo en ropa interior dejando el uniforme en el suelo y me meto a la cama, cierro los ojos e intento dormir, las lágrimas vuelven.
Gimo y abro los ojos ante el ruido de mi teléfono vibrando en la mesa de noche, es Ares, cuelgo y acurruco en la cama, lo mejor es que me dejen en paz.
Me siento escuchando el ruido de un cristal rompiéndose, giro la cabeza y veo a Raphael entrando por mi ventana rota, me abrigo otra vez, que se vaya al infierno.
—Maddox —gruñe quitando la manta, no me importa, le sigo dando la espalda mirando la ventana rota.
—Vete y arregla mi ventana.
—Que patético.
Me siento y lo fulmino con la mirada, no tiene derecho a decirme una cosa ya que este maldito no siente nada por nadie, no sabe lo que es perder a alguien, sufrir por eso.
—Sí, soy patético porque a mí me importan las personas, prefiero ser así que un maldito glacial como tú —suelta la manta dejando que caiga en el suelo y levanta las cejas.
—Estar lejos de la humanidad por una semana te ha dejado más grosero.
—¿Una semana? —murmuro desconcertado, no recuerdo ese tiempo.
—Si, ni siquiera has salido de la cama —Raphael me empuja y sube sobre mí, una de sus manos rodea mi cuello—. Deja de maltratar este cuerpo, eres mi mejor Capitán, no puedes seguir aquí de dramático, ni siquiera has atendido tu herida como se debe.
—Si, eso es lo único que te importa —digo estúpidamente, la mano en mi cuello aprieta, lo agarro intentando soltarlo, se acerca a mi oído.
— Escúchame, tú no eres así de patético.
—Suéltame —gruño arañando su brazo.
—¿Te duele lo que hizo con Annie? Demuéstramelo.
—Raphael —jadeo.
Aprieta su agarre, las lágrimas se me escapan, estoy débil y gracias a eso no soy rival para él.
—Demuéstrame que los sentimientos son una ventaja, utiliza toda esta frustración, tu ira y ponlo a tus pies —por fin me deja ir, toso intentando capturar un poco de aire.
—¿De qué estás hablando?
—Venganza Maddox, necesito que te centres en eso, César no parará con ella —niego frotándome el cuello.
—Ya estamos a mano.
Raphael me agarra el pelo y lame la piel lastimada de mi cuello, no entiendo su forma de pensar, está completamente loco, me besa los labios dejando un rudo beso, jadeo.
— Nunca van estar a mano, te quitará todo lo que tienes, todo lo que quieres, así que atrápalo primero.
No respondo, Raphael achica los ojos ante mi desatención, saca la Sig Sauer de su pantalón, quita el seguro, coloca el cañón en mi sien y me agarra del pelo nuevamente.
Respiro con fuerza, este hombre es un maldito peligro.
—Dímelo Maddox —pide—. No quiero un hombre débil en mi tropa, no necesito a un hombre sin objetivos, no quiero a alguien que va a ir a llorar como una nena cada vez que le matan a alguien.
Aprieto su brazo.
—¿Quieres que sea una maldita roca como tú?
—No, eso es lo mío, sé que no puedo pedirte eso, pero si vas a atreverte a querer a alguien, ten la fortaleza para protegerlos.
Trago, sus ojos verdes están furiosos, no lo entiendo, no sé qué quiere de mí, todo sobre este hombre me confunde.
—Si no puedes proteger a nadie puedo ahorrarte todo el dolor del futuro, dime que te dispare y terminamos con todo —gruñe presionando la pistola, le golpeo el pecho, es una maldita pistola sin seguro.
—¿Estás loco?
—Si, lo estoy, respóndeme Maddox —exige, le gruño.
—Atraparé a César Brown, haré que pague por lo que hizo con Annie y no dejaré que me quite a nadie más.
Raphael retira la pistola y besa mis labios.
—No lo atraparás Maddox, lo necesitamos con un tiro en medio de la frente.
Levanto las cejas, es una orden extraña, el IMS1 siempre prioriza la vida, para eso tenemos a nuestra disposición la mejor de las prisiones, Iron Grills fue creada con ese objetivo.
—¿Tú te harás cargo de las consecuencias?
Raphael se pone de pie nuevamente, coloca el seguro de la Sig y la deja otra vez en su cinturón.
—Si, yo asumiré con todo, así que tienes mi permiso.
—Entendido, Teniente Coronel, ahora lárguese de mi casa —baja y me besa los labios otra vez, murmura antes de llegar a la puerta.
—Me iré, pero sólo porque estás de castigo después de la última vez.
—Castigo, no me jodas.
—Pronto me rogarás lo contrario, oh… —se detiene y rebusca en su billetera, me lanza varios billetes de mil—. Aquí tienes el dinero de la maldita ventana, dejé propina por el buen rato.
—Imbécil.
Me pongo de pie y lo primero que hago es ir a darme una ducha, Dios, no me he bañado en una semana y ese hombre incluso me pasó la lengua por encima.
Niego, no me importa, espero que se haya llevado un sabor bastante desagradable a ver si no vuelve a intentarlo, me quito la venda viendo la herida del muslo, es un milagro que no se haya infectado sin cambiar la venda.
Salgo luego de mi baño y me pongo un pantalón de piyama, ya es tarde para ir al Comando, tengo que esperar a mañana.
Me siento en la cama y veo mi arma en la mesa de noche con las placas de Annie encima, me pongo la cadena dejando las chapas un poco ensangrentadas junto a las mías, agarro la pistola.
Raphael tiene la razón, no dejaré que la muerte de Annie quede en el aire, tampoco voy a dejar que me quite a nadie más, César Brown va a morir por mi mano.
Es hora de hacer algunas correcciones.
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