Capítulo 22
Lycoris sintió su corazón dentro de su pecho. Fuerte y sin delicadeza.
Su mente se había nublado, su último vistazo claro fue haber dejado de lado su libro de pociones en la cama.
Sintió el frío tocar sus pies, el aroma a las calaveras en época de Samhain. Lycoris no sabe cómo pero estaba devuelta por los pasillos de Hogwarts.
Las mangas de su camisón blanco revoloteaban ante sus movimientos.
Vio a los fantasmas recorrer los pasillos, atravesando el cuerpo de Lycoris. Ella miró a los fantasmas.
La dama Gris, Helena Ravenclaw la miró fijamente, con esos ojos acuosos, ante saque pudieron sujetar de los brazos, Lycoris corrió por los pasillos de Hogwarts, con su corazón latiendo a mil por segundo.
Un segundo fantasma se le atravesó, Tom Riddle, como la imagen del diario. Su varita alzada y los ojos rojos brillando en la oscuridad.
Los pasillos se cubrieron por Mortífagos, con sus túnicas negras y máscaras plateadas.
Lycoris siguió corriendo. La torre de Astronomía debía ir a la torre de Astronomía para salvar a Fred. Fred, su valiente esposo se enfrentaba a dos mortífagos él solo.
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Otto estaba hablando con los Maestres en su habitación en la Torre de la Mano cuando escuchó pasos acelerados.
Otto salió de la habitación con el Maestre Orwyle, encontraron a la bruja con una mirada de horror impregnada en sus ojos que brillaban de manera sobrenatural. Ella giró un poco su torso, jadeando por el esfuerzo de correr.
—Fred — dijo ella con una voz perdida.
Ella continuó su camino, corriendo, con las mangas de su camisón volando a sus pasos. Otto la siguió viendo que haría, detrás de él estaba el Maestre.
—Lady Potter — dijo Otto — ¿A dónde se dirige? ¡Lady Potter!
Otto miró al Maestre, tenía un frasco de algo en su mano y una tela en la otra, rápidamente empapó con ese líquido la tela.
Los dos siguieron a la bruja hasta el balcón de la Torre. La bruja balbuceaba una palabra sabe. Otto abrió los ojos cuando vio como la bruja se subía al pequeño escalón que tenía el balcón.
Otto extendió su mano y sujetó con fuerza el brazo izquierdo de la bruja, jalándola.
—¡No! — gritó la bruja impulsando su cuerpo para adelante — ¡Debo salvarlo! ¡Debo salvar a Fred! ¡Suéltame! ¡Debo salvar a mi esposo!
Otto pensó que la mujer se había vuelto loca, rápidamente la tomó del otro brazo y la jaló hacia él. Sabía que si le salvaba la vida, ella estaría en deuda con él.
Ella siguió llamando a ese Fred para después soltar un grito antinatural.
—Mi Lord — Orwyle le extendió la tela — Esto drogara a la bruja haciéndola dormir.
Otto tomó la tela con su mano derecha y rápidamente la llevó al rostro de la bruja, tapando nariz y boca. Lycoris Potter se revolvió en su agarre, clavando sus uñas en la manga de la camisa de Otto.
Lo que parecieron minutos dejó de moverse y cayó sobre sus piernas, Otto le devolvió la tela a Orwyle y con fuerza sujeto a la bruja en sus brazos.
Otto paso su mirada por su cuerpo. Su cabello grueso y negro caian suelto por la espalda, ligeramente ondulado. Lo que más llamó atención era que estaba en camisón de dormir, una tela brillosa de color blanco que llegaba hasta un poco debajo de sus rodillas, mostrando las piernas desnudas.
La ligera bata de encaje blanco se escurría de sus hombros mostrando un camisón de tirantes de igual color. Como ella aún maternaba, sus pechos eran pesados, mostrando un gran escote debido a los tirantes.
—Mi Lord — dijo Orwyle — ¿Qué haremos con la bruja?
Antes que pudiera contestar se escuchó dos voces masculinas. Otto miro como el señor Black se acercaba con una expresión de angustia y detrás de él, Daemon Targaryen caminaba con mucha tranquilidad.
—Lycoris, mi niña — Black lo movió con brusquedad y alzó a la bruja en brazos
—Otra pesadilla de muertos — dijo Daemon como si nada.
Black junto su frente con él de la bruja preocupado.
—No es una pesadilla. Es su núcleo mágico — se mostró aún más preocupado. Sin decir nada más se la llevó.
Otto, el Maestre y Daemon se quedaron en el balcón.
—El honorable Otto Hightower — dijo Daemon con burla — No creas que no vi tu asquerosa mirada de lujuria sobre la bruja.
Él se giró para regresar por donde vino, pero se detuvo e inclinó su cabeza hacia un lado.
—Vaya, si necesitas calmar tus impulsos te podría retomar a una buena puta en el Burdel del gato — sin más, se fue.
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Aemond sintió una decepción cuando le dijeron que Lady Lycoris estaba enferma y no tendrían clases de Dragonspeech o él de magia.
Desde el patio pudo ver cómo la niñera asignada subía con Teddy al carruaje y luego el señor Black con James en brazos y el señor Weasley con Georgiana en brazos.
Hoy era el día en que Lady Lycoris y su familia se mudarían a la casa ya instalada en la colina de Rhaenys.
—No se preocupe príncipe — dijo Lady Lycoris a él. Aemond no pasó por alto sus ojeras y cómo sus mejillas parecían ligeramente hundidas — En pocos días estaré mejor y podremos continuar sus lecciones.
—¿Te pondrás mejor? — preguntó Aemond.
—Si príncipe, solo serán pocos días — prometió Lady Lycoris para después darle un beso en la frente.
Aemond observó cómo subía al carruaje. Los adultos se despidieron de ella dentro de la fortaleza pero Aemond quería despedirse antes que partiera.
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—Haremos la adaptación de sangre esta noche — dijo Sirius. Lycoris miro a su padrino.
Él le contó lo sucedido con Lord Hand y la alucinación que tuvo en la Torre de la Mano.
Su núcleo estaba seriamente afectado. Sin un lazo paterno por muchos años y su vínculo de matrimonio destruido, gestar a los gemelos con tal daño le estaba pasando factura.
Sirius dijo que no había más opción que él la adoptará por sangre para establecer un vínculo.
—Lo que no me gusta es que luego de eso estaré tres días dormidas —- dijo Lycoris jugando con su anillo de bodas.
—No hay más opción a menos que quieras volverte una squib y nunca usar magia — contestó Sirius.
Lycoris no dijo nada más y solo miró por la ventana del carruaje.
N/a: Sirius al rescate.
El camison que usaba Lycoris:
Un icon de Lycoris:
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