Aemond en la tercera noche en Driftmark quería mostrarle a Lady Lycoris que ya había nombrado a su dragón.

Llevaba a Gaelithox acunado en su brazo, le gustaba su dragón, era un de un azul zafiro muy bonito.

Tocó un par de veces, pero nadie contestó hasta que empezó a escuchar gritos femeninos desde dentro de la habitación, armándose de valor, aun con Gaelithox en brazos sacó su daga y abrió la puerta.

No había nadie más que Lady Lycoris y sus bebés llorando en sus cunas.

Lady Lycoris estaba con el cabello suelto y desarreglado, sus dedos enredados en sus largas y gruesas hebras de cabellos. Su rostro estaba contorsionado en una mezcla de horror y dolor.

Su rostro estaba empapado de lágrimas, sus rodillas pegada a su pecho mientras se mecía de adelante hacia atrás.

Ambos elfos hacían el esfuerzo de tratar de calmarla.

Aemond deja a su dragón recién nacido en la cuna de Gigi y trata de que Lady Lycoris entre en razón, movía su mano en el brazos de Lycoris pero ella seguía gritando.

Al parecer los gritos alertaron a algunos adultos, ya que en el marco de la puerta estaban madre, Daemon y la princesa Rhaenys. Madre alzando sus faldas y se acercó a la cama y apartó a Aemond.

—¿Qué ha sucedido? — preguntó madre hacia los elfos que no hacían más que pellizcarse los delgados brazos.

—Ama Lycoris dormía cuando se despertó gritando — respondió Winky llorosa

—Los muertos han aparecido en sus sueños, la carga que lleva en sus hombros desde que era una niña le pasan factura en tiempos de paz — agregó Kreacher que desapareció en un ¡Pop! y apareció un par de minutos después trayendo un vial de color purpura —Denle a mi señora la poción la pondrá a dormir sin sueños.

Lady Lycoris ya dejó de gritar pero aun sollozaba, sus ojos verdes emanaba dolor que le revolvió el estómago a Aemond

—Mamá...— Lady Lycoris y se aferró a la reina con mucha fuerza — Papá.... Sirius...Remus ... Fred.

—Shhh, estás a salvó — madre con cuidado le acercó el cual abierto a los labios de Lycoris, le inclinó la cabeza para que bebería de la poción — Ya no hay más guerra. Estás a salvo.

El líquido púrpura descendió por la garganta y Lady Lycoris se desplomó en los brazos de la reina, con la cabeza inclinada hacia atrás.

Con cuidado la acostaron en la cama.

—Cariño — madre miró a Aemond — Ve a descansar. Mañana podrás hablar con Lady Lycoris.

Aemond asintió con la cabeza, miró la cuna de Gigi. La bebé bruja estaba durmiendo plácida con Gaelithox a un lado. Con cuidado recogió a su dragón

Aemond miró una vez a Lycoris, sus mejillas estaban mojadas por sus lágrimas y sus labios mostraban una expresión de tristeza.

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—La ama necesita ser llevada a Grimmauld Place — dijo el elfo amargado. Daemon miró a los dos elfos.

—¿Grimmauld Place? — preguntó Alicent que acariciaba el cabello de la bruja de manera maternal.

—El hogar de los Black — contestó el elfo — La ama lo ha mantenido oculto de ustedes, muggles indignos, pero mi ama no tiene un esposo a su lado. Incluso con lo que Kreacher odia a los traidores de los Weasley, él era el esposo de mi ama y su deber como mago era envolver a mi ama con su magia luego del parto. Pero ella está sola y esos niños no tienen un padre.... Kreacher deberá desobedecer la orden de su ama por su bienestar.

El elfo chasqueó los dedos y el baúl de madera negra que estaba en una esquina de la habitación se abrió.

—Debemos llevar a la ama a casa — dijo la elfina moviendo la cuna de los bebés — La magia ancestral la ayudará a espantar sus pesadillas.

—¿Quieren que entremos al baúl? — preguntó Rhaenys.

—Si. La magia oculta Grimmauld Place dentro del baúl — dijo el elfo. Luego miró directamente a Daemon — ¿Puede cargar a mi ama? Sería peligroso que la manipulemos con magia mientras duerme.

Daemon asintió con la cabeza y con cuidado tomó en brazos a la bruja de piel morena, suave a la vista. Su cabello oscuro se deslizó por sus hombros tapando sus pechos que se transparentaba por el fino camisón.

—Nada de manos morbosas o Kreacher se verá obligado a mutilar con dolor — advirtió el elfo.

Daemon arqueó una ceja al ver que era amenaza por una criatura más pequeña que sus hijas.

Daemon caminó hasta el baúl, con cuidado entró con la bruja en brazos. Se sentía irreal no tocar fondo, el camino era angosto y oscuro, al fondo vio una puerta que se abrió por sí sola.

Era irreal como un lugar verde y fértil podía existir dentro de un baúl. Había pequeños invernaderos en muchas partes, estaba oscuro y había estrellas. La casa era estrecha, de piedra oscura con tres pisos, la entrada principal tenía pequeños escalones.

—Hace frío — escuchó a la reina Hightower detrás de él.

La elfina se adelantó y con un chasquido abrió la puerta, Daemon subió los escalones y entró al lugar. El aroma en el ambiente era de hierbas, humedad y abandono, pequeños faroles incrustados en las paredes.

Al final del pasillo, en lo alto del techo, había un candelabro de diamantes colgando cubierto por cortinas de seda de telarañas. Había retratos ennegrecidos por la edad colgados torcidos en las paredes entre cada farolito cerrados por cortinas negras. Daemon pensó que eran ventanas al principio. Pero él vio sus marcos oscuros. Tanto el candelabro como el candelabro en una mesa desvencijada cercana tenían forma de serpientes, como la aldaba de la puerta principal.

Al parecer Lady Lycoris era amante de las serpientes por las decoraciones de este tipo de animal. No la juzgaba, los Targaryen tienen muchas joyas y decoraciones en forma de dragón

—Acompáñeme— dijo el elfo guiando el camino — La habitación de mi señora está en el segundo piso.

Daemon siguió a la criatura y escuchó una voz femenina, algo mayor.

—¡Kreacher! ¡Kreacher! — la voz denotaba madurez y molesta.

Kreacher le pidió que los siguiera, en medio del pasillo había el retrato de una mujer, que se movía.

—¡En nombre de Morgana! ¿Qué significa esto? — habló el retrato. Daemon sonríe que Alicent y Rhaenys retrocedía ante la mujer demandante del retrato.

—¿Esta vivo ese retrato — chilló asustada Alicent.

El retrato era de una mujer casi de la edad de Viserys. Tenia el cabello negro con destellos de cañas y arrugas leves alrededor de esos ojos grises.

—¿Que le ha pasado a Lycoris y como han entrado a la residencia de la noble y ancestral casa de los Black? — preguntó el teatro .

—Mi señora Walburga — dijo el elfo casi con voz dulce y melosa hacia el retrato — La ama Lycoris sufre de su núcleo débil. Las pesadillas de la guerra la atormentan. No ha pisado Grimmauld Place desde su parto y necesita descansar donde la magia familiar la envuelva.

—Así que por la descripción de ustedes dos — señaló a Daemon y Rhaenys — Han de ser los famosos jinetes de dragón. Targaryen.

—Así es— dijo Rhaenys — Lamento interrumpir en su hogar, pero necesitábamos dejar a Lady Potter a salvo.

—Entendiendo— dijo la señora Walburga — Winky, prepare té a los invitados, Kreacher guía al caballero hacia la habitación de Lycoris. Y trae a los niños.

Kreacher jaló el abrigo de Daemon para que lo siguiera. Subieron por una escalera de madera negra hasta una habitación enorme. Con paredes verdes de color oscuro y una cama con dosel en colores oscuros.

Con cuidado dejó a la bruja y se fue de la habitación, bajó por las escalera y sin la vigilancia del elfo camino hasta un salón donde había un enorme tapiz, varios nombres y pequeños retratos.

Un árbol genealógico, a su primera mirada encontró el nombre de la bruja.

Lycoris Sitaara Potter — Fred Gideon Weasley.

La imagen del retrato de la bruja la mostraba con una ligera sonrisa y el cabello recogido en trenzas suaves, el retrato del mago era de alguien muy blanco con múltiples pequeñas en el rostro y cabello rojo intenso con ojos azules.

Unidos en una enredado dorado se desprendían los nombres de los gemelos de la bruja yal lado, en una enredadera de plata decía el nombre del bebe mayor.

Daemon tocó el retrato de la bruja. 

N/a: Ya tres conocieron a la amable Walburga Black. 

Lycoris esta vulnerable como madre viuda, no tiene un esposo para poder depender de su magia. Asi que tardara en volver a hacer hechizos complicados.