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El Preludio De La Destrucción Parte 3

Pasaron muchas cosas mientras Tahalafa, Kehjjmet y Kehvandra eran trasladados en dos ambulancias al hospital, la más importante era que el "Señor Elías" al ver como sus empleadores estaban en estado crítico decidió activar el plan que venía armando con los padres Omegaverse, por lo que mediante un teléfono de segunda generación, es decir, que no podía ser rastreado, llamó al único número que tenía registrado en la agenda.

—Soy Heliyaha Al Talit, señor, es hora—

Aguardó la breve respuesta que llegó desde el otro lado de la línea, colgó para de inmediato juntar al grupo de coreanos para llevarlos hacia sus departamentos, eran menores de edad, no podían estar en el hospital y lo más importante, no sabía si también estaban en la mira de los asesinos.

—¡No! Yo debo ir con Lafa por favor llévame con ella, iba sola en la ambulancia no puede...a ella no le gusta estar sola por favor...—

Jungkook estaba al borde de un ataque de nervios pero Heliyaha tenía toda la práctica en contener situaciones extremas.

—¿Quieres ayudar realmente?— Kook asintió mientras lágrimas silenciosas recorrían su rostro —Entonces déjame hacer mi trabajo, debo asegurarme primero que ustedes estén seguros para después ir al hospital a cuidar a Taha y sus padres, niños, el peligro es mayor del que creen así que no hagan tonterías, quédense en el departamento y esperen mi llamada. Esto es más grave de lo que piensan así que Namjoon, quedas a cargo—

—Nos quedaremos aquí pero por favor debe avisarnos como están todos y debo decirle, vi a María hablando con un señor que se parecía mucho a papá Kehjjmet y con el motociclista que disparó a la camioneta, llevaba puesto el collar de la madre de Taha—

—Cuando asegure el perímetro en el hospital y tanto Tahalafa como sus padres estén resguardados volveré para hablar con ustedes y les explicaré todo—

Jungkook se quitó el collar con el dije de osa que portaba, se lo entregó a Heliyaha

—Por favor, dígale que la amo y que pronto la veré, que pronto estaremos juntos y que nunca me alejaré de su lado ella, ella...es mi vida—

—Gracias por entender, sé que no es fácil para ustedes y deben tener muchas dudas pero créanme que ni yo sabía que esto era tan grave, ahora entiendan que deben de estar resguardados en la seguridad de su edificio, no respondan llamadas si no soy yo y ni siquiera se asomen a las ventanas, volveré tan pronto me sea posible—

Yoongi al igual que todos estaba llorando pero no podía verse débil, después de todo, su bebé era una vikinga y él debía honrar eso.

—Por favor, dígale a mi bebé que encontraremos la forma de verla en el hospital, que la amamos—

Heliyaha salió del edificio rumbo al hospital, esperaba que todo el plan diera resultado porque no lo diría en voz alta, pero temía por la vida de sus jefes a los cuales había llegado a querer con el paso de los meses en los que fue testigo fiel del amor que se profesaban esas tres personas entrañables.

Los equipos médicos estaban haciendo todo lo posible para salvar la vida de los árabes pero conforme avanzaban las horas se hacía todo más complicado, Kehjjmet tuvo un paro cardíaco en medio de la cirugía, tenía múltiples fracturas siendo la más compleja la de la rótula izquierda, estaba rota al igual que los ligamentos pero lo más preocupante era que su corazón no estaba estable y el bazo estaba desecho.

Por otro lado Kehvandra perdió el conocimiento al llegar al hospital, tenía el hombro izquierdo roto al igual que una lesión en el cuello, múltiples heridas, hematomas y su presión intracraneal estaba aumentando, los médicos estaban considerando abrir el cráneo para liberar la presión pero corría el peligro de que su cerebro se inflamara sin control.

Tahalafa era al más grave de los tres, se estaba ahogando en su propia sangre, los médicos deberán abrir el esternón justo entre las costillas para liberar el flujo de sangre, sin anestesia para revisar los niveles correctos, su factor de coagulación era pésimo y un par de vértebras estaban comprimidas. Posiblemente nunca volvería a caminar.

Mientras todo esto sucedía, Heliyaha se reunía en la entrada del hospital en compañía de un grupo de subordinados, eran liderados por un imponente hombre mayor muy alto, vestido con un traje impecable, aún no se acostumbraba a no usar la indumentaria tradicional musulmana.

—Señor, éstos son mis mejores elementos, esperamos sus indicaciones—

Todos le hicieron reverencia al hombre mayor.

—No perdamos más el tiempo, entremos y por nada del mundo descuiden los quirófanos, vigilen a los médicos y emitan la alerta a la menos anomalía—

Jungkook caminaba de un lado a otro, como una forma de auto consuelo llamó a Tahalafa y le dejó mil mensajes, audios, todos prometiendo que se verían en poco tiempo para cuidarla y amarla hasta el fin de los tiempos, las lágrimas no dejaban de brotar pero era imposible no llorar, su bebé osa lo necesitaba y el estaba encerrado en esas paredes sintiéndose un inútil.

—Vamos Kook no estés aquí solo, debemos estar más juntos que nunca—

Hoseok abrazó a su hermano del alma, ambos se dirigieron a la sala del departamento donde se encontraba el resto de sus hermanos, todos igual de angustiados, nadie revisaba el teléfono o veía la televisión, en silencio sostenían las manos del que tuvieran al lado a modo de consuelo, no tenían idea de cuánto tiempo había pasado pero la realidad los trajo de regreso cuando el timbre sonó y en la pantalla apareció la jefa de seguridad del departamento, Jimin abrió y no daba crédito a lo que sus ojos estaban mirando

—¿Mamá?—

—No es posible sólo tener a los 3 en un área que es para al menos 30 personas señor...—

—Soy Abdalá Al Farouq, creo que no me ha entendido, no se lo estaba preguntando, si tanto le incomoda estoy dispuesto a pagar el tratamiento de las 27 personas restantes pero ni mis hijos ni mi nieta pueden estar con más personas—

—Pero señor—

—Es un asunto de seguridad nacional de los Emiratos Árabes unidos, uno de sus pacientes es el embajador—

—De acuerdo señor, en un momento moveremos a todos los restantes pero usted se hará responsable—

Pareció una eternidad hasta que por fin los dubaitíes se encontraban juntos en un área de terapia intensiva resguardados por un grupo armado hasta los dientes, solo que sus armas estaban ocultas bajo la ropa.

—Señor, si los del hospital llaman a la Embajada, descubrirán que el señor Ellet ya no tiene funciones diplomáticas—

—Lo sé pero debemos actuar como si tuviéramos todo el poder—

Abdalá se consideraba un hombre recto, un hombre correcto y un hombre pragmático, toda su idiosincrasia se fue por la borda al mirar a su hijo, Kehvandra yacía en calma, conectado a muchas máquinas, recordó momentos de la infancia de su hijo, también el honor que recibió su familia cuando Kehvandra se graduó con honores y como nunca dejó de estudiar, descubrió que su hijo estaba haciendo una maestría en Neuropsiquiatría al mismo tiempo que era un padre devoto y un esposo entregado, con sumo cuidado sostuvo la mano de su hijo, rosó levemente el dorso que estaba invadido por una vía intravenosa.

—Perdóname Kehvandra, lo siento mucho, si me hubiera dado cuenta antes, se hubiera evitado todo esto—

Besó la pálida frente de su hijo para dirigirse ahora a la cama de su yerno.

—Lo siento hijo, si todo sale bien, arreglaré todo para que seamos felices, lo prometo—

Poco a poco su alma y corazón se iban agrietando pero se quebró en cuando se acercó al lugar donde descansaba su nieta, quien estaba blanca como las sábanas que la cubrían, se veía tan diminuta e indefensa, el árabe no resistió, rompió en llanto mientras peinaba los rubios mechones.

—Pequeña aquí está tu abuelo, cuando despiertes haré todo lo posible para que me quieras y me aceptes en tu vida, aljadu está ansioso por hablar contigo así que por favor, no tardes mucho en reaccionar—

Se concedió un momento más para ser débil, después continuaría siendo ese hombre férreo y de coraza inquebrantable para seguir con el plan.

—Preparen sus maletas, nos vamos de aquí—

—¡No! Yo me quedaré—

—Jungkook no estoy pidiendo tu opinión, recibimos una llamada avisándonos que corren peligro—

—Pero tía es una llamada falsa—

—No Jimin, después nos enviaron fotos del accidente y de que un grupo de delincuentes los estaban siguiendo, tanto en la escuela como aquí mismo, este país no es seguro y nos vamos en este mismo instante—

—Mamá...—

—Nada Yoongi-ah, el avión sale en pocas horas—

—Pero debemos despedirnos de nuestra amiga mamá, ella está en el hospital—

—Por Dios Jisoo-ah, no crucé medio mundo para acatar tus caprichos, ¡esa gente los puso en peligro! Recoge lo que queda de tus cosas, por ningún motivo irás a la casa de los árabes, vamos vamos—

—No mamá, ellos nos cuidaron por favor deja que me despida de ellos te lo suplico—

—Que no Hoseok, o empacas ahora mismo o te llevo sin nada hasta Corea—

No pudieron refutar más, después de todo eran solo un grupo de adolescentes que dependían de sus padres, pero Jungkook era tema aparte, varias veces estuvo a punto de salir del departamento pero su madre lo regresaba, ella empacó las pertenencias de su hijo mientras él seguía discutiendo y suplicando para poder quedarse, les confiscaron los teléfonos, no podían hacer nada.

Con todo el dolor del alma y muchas lágrimas derramadas, el grupo de coreanos dijo adiós a México, sin poder despedirse de sus padres adoptivos y de su bebé vikinga, sin saber siquiera si seguían vivos, partieron rumbo a su país natal para seguir con su vida, ahora incompleta porque dejaron una parte de su ser a muchos kilómetros de distancia.

Sus hogares nunca les habían parecido tan desolados.

Los días iban transcurriendo a cuenta gotas, la recuperación de los árabes era una ruleta rusa, Tahalafa no despertaba aún, después de una crisis tuvieron que intubarla, permanecería así hasta que su pulmón sanara, por su parte Kehvandra recuperaba la conciencia por momentos, en los cuales despertaba alterado por el shock vivido, buscaba a su hija y su esposo pero volvía a caer dormido por el agotamiento. Kehjjmet en momentos estaba bien pero después su vida tambaleaba, era agotador para Abdalá resistir tantas malas noticias y ya no podía rezarle a Alá, se sentía un traidor y en momentos su fe también se quebraba, pero decidió seguir pensando en que Dios es amable y justo y cuidaría de su ahora familia.

La seguridad en el hospital estaba a tope, elementos armados mantenían vigilados tanto al personal médico como al personal de limpieza y a los civiles que visitaban a sus familiares internados.

Durante este tiempo, María recibió su lección, nadie le hablaba en la escuela excepto para preguntarle sobre los coreanos y Tahalafa, comía sola, caminaba sola por la escuela, a pesar de que no importaba cuánto lo intentara, su reputación y popularidad se apagaron tan pronto como llegaron. Sin Tahalafa y los demás ella era nada y eso la enloquecía.

Por eso decidió presionar a Malduj para que asesinara a los árabes de una maldita vez. Quería sentirse bien y la única forma que conocía era aplastando a otros. 

—Lo siento, hijo mío, pero se han ido, los departamentos están vacíos, abandonaron la escuela, tal vez están de vuelta en Corea, lo lamento—

—Esto va a destrozar a Tahalafa, no quiero ni pensar en el dolor que le va a causar todo esto—

—Lo que sea que sienta, estaremos juntos para ayudarla y darle todo el amor que necesite hijo, mi nieta estará bien, primero debe respirar por si sola—

—¿Ni siquiera Jisoo ha preguntado por mi bebé? No puedo creer que Jungkook solo se fuera—

—Presiento que Malduj tiene algo que ver en todo esto—

—Es una pesadilla papá, gracias por estar aquí—

—Me tardé un tiempo en entender que no tengo derecho alguno a juzgarte ni a pedirte que vivas de la manera en la que quiero, pero pensé que así tenía que ser y que sólo existía una sola manera de llevar una vida correcta y honorable, perdóname, pero si estás de acuerdo, permaneceré a su lado hasta que Alá reclame mi alma, además, quiero conocer a mi nieta—

—La vas a adorar con locura, mi bebé es una supernova llena de amor—

—Estaremos bien hijo—

Nunca asegures algo cuando tu voz interior grita lo contrario...

—¿Amanda?—

La nombrada sonrió dulcemente, en ese espacio ella lucía sana, libre de dolor, Kehjjmet lloró porque el último recuerdo de su esposa era muy diferente a la persona que tenía enfrente.

—Hola cielo, sé que tienes muchas preguntas pero ya habrá tiempo para responderte, después de todo, siempre has sido muy curioso— Volvió a sonreír con todo el cariño que le tenía a su esposo

—Yo...—

—No, quiero que sepas que estoy feliz y estuve feliz cuando encontraste a Kehvandra, le debo tanto al amar a mi bebé como su hija, estaré en deuda con él siempre, no tenemos mucho tiempo cariño—

—No quiero dejar a mi bebé— Sus ojos se colmaron de lágrimas desesperadas por salir —Quedará huérfana y no lo merece—

—Amor, ningún huérfano merece serlo pero ella no estará sola, puedo decirte que Kehvandra nunca la abandonará, te lo aseguro—

—Que sea la voluntad de Alá entonces, pero quiero despedirme—

—De acuerdo cariño, perdona por separarte de tu esposo pero tu tiempo ha llegado—

—Mientras nuestra hija esté segura, yo me iré tranquilo contigo—

—Entonces es momento de despertar—

Amanda empujó a Kehjjmet, reaccionó con espanto al encontrarse de nuevo en el hospital, su esposo estaba en una camilla a su izquierda, estaba despierto conversando con un hombre que se parecía enormemente a Kehvandra, a su derecha se encontraba su hija mirando hacia el techo.

—Mi amor—

Tahalafa giró la cabeza, intentó sentarse pero aún estaba muy débil, comenzó a llorar y a alterarse lo que provocó que las máquinas a las que estaba conectada comenzaran a sonar, su padre alfa se acercó a ambas camillas sin saber a quién atender primero. Una enfermera ayudó a Tahalafa a pasarse a una silla de ruedas para acercarse a su papá.

—Papá Omega—

La rubia rompió en llanto desconsolado, su mamá la había visitado en un sueño, o tal vez era un alucinación pero le dijo que se preparara porque su papá debía irse y ella tenía que ser fuerte para enfrentar la vida, todo parecía tan desconsolador, Jungkook se fue, sus hermanos se fueron, no sabía nada de ellos, por más que los intentaba contactar por teléfono, mensajes o redes sociales nada, parecía que se habían esfumado.

Tal vez

Se arrepintieron de haberla conocido.

Era un peso más en su alma pero el dolor mayor era que su amado padre omega se iría con su madre

¿Y ella?

Se quedaría aquí 

Sola

¿También su padre Alfa se iría?

Tal vez le daría miedo todo lo que pasó o sentiría mucha presión y se hartaría, después de todo no tiene obligación alguna de permanecer con ella.

Es una débil adolescente y ahora no podría caminar.

Con ayuda de la enfermera pudo acostarse junto a su padre, lo abrazó tan fuerte como fue capaz.

—Te amo papá, mucho y sin ti no puedo, no quiero nada—

—Y papá te ama mucho más pero tú tienes tantas cosas que vivir, además tus hermanos y Jungkookie estarán contigo, no estás sola bebé—

El nudo en la garganta era tan doloroso como sus deseos de gritar, tantos recuerdos golpearon su alma, cuando murió su madre su alma se rompió, pero ahora se encontraba vacía, solo pudo asentir para no preocupar a su padre.

—Te amo papá tienes que ser fuerte, tienes que seguir con nosotros por favor—

—Mi amor todo estará bien te lo prometo— Besó la cabeza de su hija, la frente —Todo estará bien ¿De acuerdo? por cierto bebé ¿Dónde están tus hermanos y Jungkook?—

Kehvandra y Tahalafa se miraron con dolor, pero no querían ensombrecer la sonrisa de Kehjjmet, por lo que la rubia contuvo el aire y la ola de tristeza para poder hablar

—Vendrán dentro de poco papá—

—Kehvandra recuerda tu promesa por favor y nunca olvides que te amo—

—La recuerdo sama', yo te amo más, mucho más—

—Papá...por favor—

—Papá estará siempre contigo mi bebé al igual que tu mamá, discúlpanos por no estar de la manera que necesites pero siempre estaremos contigo, búscanos en el cielo cuando nos extrañes, te amo, te amo al infinito y más allá—

—Y más allá papá—

Kehjjmet Ellet murió rodeado de aparatos médicos, de olor de desinfectante y de las lágrimas de sus seres amados, pero también cerró los ojos por última vez abrazado de sus amores, con una sonrisa en los labios y el anhelo de que todo estará bien.

El funeral del dubaití Kehjjmet Ellet fue tan discreto como sensible, Tahalafa pidió el alta voluntaria, debía estar con su padre en sus últimos momentos, junto a Kehvandra y Abdalá acompañaron al árabe en un sensible adiós, las únicas personas que acompañaron al grupo fueron Heliyaha y sus subordinados, así como el grupo de servicio de la casa de los árabes, además de Candela y sorprendentemente, Anderson.

Tahalafa estaba ahogada en su tristeza, después del sepelio al volver al hospital dejó de buscar a Jungkook, esperaba que en cuanto Kehvandra se recuperara iba a buscar su camino, tal vez rehacer su vida, conocer otra persona, ¿Cómo iba a cargar con alguien que no es de su sangre? Y aunque quisiera permanecer a su lado ¿Y si próxima pareja de Kehvandra le pedía como condición dejar al estorbo de Taha? Ella no sería un obstáculo ni tendría el valor de decirle que se quedara con ella.

A partir de este momento se consideró sola.

Y por eso

Dejó de hablar.

A partir de ahí el tiempo pasó como un juego macabro, su mente comenzó a aturdirla, las terapias tanto físicas como psiquiátricas no estaban funcionando, los avances eran nulos. Cada día se encerraba más en sí misma como una  oruga en su capullo de tristeza y silencio, esperando que todos la terminaran dejando como sus padres y le dieran la espalda como su familia sanguínea.

—Hafida, es la hora de desayunar—

Su abuelo entró a su habitación, aquella que guardaba el eco de tantas carcajadas de sus hermanos, tantas risas y también tantas palabras de amor y hermandad, ahora eran gritos mudos que ensordecían los latidos de Tahalafa, su enfermera la había bañado, peinado y vestido, se sentía como una muñeca vacía que pronto estaría arrumbada en un rincón.

Adaptaron una plataforma en las escaleras que podría subir y bajar a la árabe, era una manera funcional de darle un fragmento de independencia, así cada que quisiera podría refugiarse en su habitación. Rechazaba las visitas de Anderson y Candela, permanecía en su silla por horas mirando a ningún lugar, sólo se envolvía en la manta que era de su madre, así sentía como si sus rotos fragmentos no se perdieran en el aire.

Kehvandra llevaba el duelo de una mejor manera, volvió a trabajar pero ahora su consultorio estaba en un anexo de la casa, no quería dejar demasiado a su hija cuyo comportamiento le aterraba y le entristecía en partes iguales, la relación con su padre mejoró abismalmente, era su pilar y su cable a tierra, descubrió que era un hombre cabal y fuerte, pero ahora también perdió el miedo a demostrar el afecto a su hijo, adoraba a su nieta, era su luz a pesar de ahora Tahalafa no hablaba, debían ser pacientes y confiar en las terapias. También postuló para obtener una plaza en hospitales fuera del país como Neuropsiquiatra, esa espacialidad la comenzó a estudiar desde el momento que  comenzó a vivir en México, pensaba que si le daban el trabajo vivir en otro país sería lo mejor para todos. 

Extrañaba a su esposo y había momentos en los que se quebraba, pero iban a visitar su tumba seguido para hablar con él mientras Tahalafa solo lloraba sin parar.

Estaba desesperado pero confiaba en las palabras de su amor.

Todo estará bien.

***6 MESES DESPUÉS***

Tahalafa encontró otra manera de no pensar en el dolor, de no preguntarse el porque sus hermanos y su conejito desaparecieron y de no pensar en la traición de María: Estudiando hasta el cansancio.

Se enteró tiempo después de lo que había pasado con ella, que gracias al equipo táctico del Heliyaha recuperaron todas las joyas que pertenecieron a sus padres, de cómo su tío Malduj planeó todo para matarlos, pero de como finalmente estaba preso en México y no podría salir durante mucho tiempo gracias a que la ley se compra y afortunadamente dinero tenían para comprar la libertad de Malduj.

María estaba en un tutelar de menores por robo, pasaría su tiempo ahí hasta los 21 años, exigió tener un careo con Taha pero Kehvandra lo impidió, además Lafa lo último que quería era ver a esas personas que le deshicieron la vida.

En esos meses ella pudo avanzar y adelantar lo de un año de estudios, las evaluaciones que tenía por parte de la Secretaría de Educación eran exhaustivas pero sus calificaciones eran perfectas, estudiaba hasta que se quedaba dormida, tenía profesores quienes le orientaban en sus dudas y poco a poco perdió el miedo a hablar, su voz era muy baja pero lo intentaba.

También la relación con su abuelo y su padre iba mejorando a cuenta gotas, no tenía la confianza de contar sus peores miedos, pero si hablaban sobre cosas cotidianas, su abuelo tenía miles de historias para contarle, así como cuentos árabes para dormir.

Fue un mes después que Tahalafa abrazó con todas sus fuerzas a su abuelo Abdalá

Un mes después le dijo que lo amaba y su abuelo no resistió llorar

Después también le dijo a su papá Alfa que lo amaba y éste rompió en lágrimas.

Pasó un mes más hasta que Tahalafa pudo sonreír.

Fue cuando su profesor de literatura le pidió escribir un ensayo sobre la felicidad, ella detalló las cosas que la hacían feliz antes y ahora, cuando su profesor le entregó una copia del ensayo a su padre y abuelo ambos le dijeron que su felicidad era ella.

Fue la primera vez que sonrió.

Pero era una sonrisa amarga porque en el fondo sabía que estaba en cuenta regresiva para quedarse sola.

Dos meses después, Tahalafa estaba afuera en el jardín frontal, su enfermera la había ayudado a sentarse en una banca con los pies descalzos rosando el pasto, era un día hermoso de sábado y ella estaba esperando que su papá y su abuelo estuvieran listos para salir a desayunar. Miraba a los vecinos ir y venir en su mañana de descanso, saludó a algunos y le sonrió a otros.

Entonces el cartero la saludó amablemente y ella también, el cartero le dió el correo de la casa y ella a cambio le ofreció galletas caseras, ambos sonrieron mientras el cartero seguía su camino.

En cambio la sonrisa de Lafa se borró.

Porque en el correo habían varios sobres pesados que ella intuía eran guías de hospitales.

Uno de ellos era del Hospital Bundang, de la Universidad Nacional de Seúl.

El temblor de sus manos hizo que tirara todos los sobres y no pudo controlarse. La enfermera estaba preocupada por lo que regresó a Lafa a su silla. Justo en ese instante Abdalá y Kehvandra aparecieron en el jardín.

—¿Estás bien mi bebé?—

—Si no te preocupes—

Otra cosa que Kehvandra notó con dolor, es que Taha a toda costa evitaba llamarlo papá, también evitaba llamar abuelo a Abdalá, quería investigar la razón pero también entendía que ella estaba en un proceso de duelo y no quería meter más presión en su hija.

—Vino el cartero—

La rubia le entregó todos los sobres a su papá alfa quien solo los llevó dentro de la casa sin fijarse en el remitente pero al instante la curiosidad pudo más y fue entonces que entendió la reacción de su hija. Fue con ella para poder tener un momento en privado para hablar.

—Mira mi amor, en este tiempo, me dediqué a terminar la especialidad, postulé para hospitales desde hace meses, éstos sobres son de los hospitales que me aceptaron para entrevistarme y poder trabajar ahí. Creo que vivir en otro lado sería buena idea—

—Lo entiendo—

Kehvandra miró a su hija, sus ojos ya no brillaban ni lo miraban con curiosidad por saber todo como antes, ahora sólo demostraban tristeza y resignación.

—¿Qué entiendes corazón?—

—Pues que te irás a trabajar a otro país—

—¿Recuerdas sobre qué era mi investigación de postulación mi amor?—

—Si, del síndrome de San Filippo—

—Así es y éstos hospitales son los que buscan neuropsiquiatras y paidopsiquiatras para seguir la investigación, están interesados en mi trabajo—

—Lo sé, te esforzaste mucho—

—El departamento de neuropsiquiatría del hospital Bundang es el que tiene el enfoque de investigación óptimo para continuar mi trabajo bebé—

La rubia asintió.

—¿Estás de acuerdo que si todo sale bien, viviremos en Seúl?—

Volvió a asentir aunque por dentro estaba gritando

—¿Puedes decirme qué es lo que piensas?—

—Lo que decidas está bien—

—Significa que estudiarás en una escuela en Seúl, allá también continuarás con las terapias y en el mismo hospital, tengo todo planeado mi amor, todo saldrá bien—

Tahalafa asintió mecánicamente.

Había aprendido a llorar y gritar por dentro.

De todos los hospitales del mundo tenía que ser en Seúl, pero quería pasar un tiempo más con su abuelo y su padre. 

Antes de salir a desayunar Kehvandra se comunicó con el director del área de psiquiatría del hospital Bundang, quien de inmediato se ofreció a contactar con los agentes correctos para comprar una casa así como para encontrar la mejor escuela para Tahalafa. 

La rubia tenía pánico de que  en algún momento de su vida en Seúl, se encontrara con Jungkook y sus hermanos, pero tenía más pánico de oponerse y que su padre y abuelo la dejaran. Suspiró profundo aguantando las ganas de gritar.

Llegó el momento de cambiar de aire.

Es hora de conocer Seúl.



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