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Ana Eudt ( Yo Volví)

Jungkook murió junto con Tahalafa

Y también revivió cuando ella lo hizo.

El amor de su vida yacía conectada a tantas máquinas que era doloroso sólo de ver, con sumo cuidado masajeaba los dedos de su osa al igual que sus pies para evitar la formación de coágulos. Y también eso distraía a Jungkook de ir hacia un mundo oscuro porque la desesperación lo estaba comiendo vivo.

Sus oscuros y brillantes ojos ahora refulgían por los ríos de lágrimas que brotan de ellos, con delicadeza cepilla el rubio pelo de su osa, necesitaba sentirse útil porque la espera era una agonía.

—Voy a esperar todo lo que haga falta, solo vuelve, ¿Si?—

Apenas fue tan breve como un parpadeo y tan débil como el aleteo de una mariposa, pero Kook estaba convencido de que el leve apretón que sintió de la mano de su osa fue completamente real, por lo que débilmente sonrió a pesar del llanto.

—Estaré aquí cuando abras los ojos—

De nuevo un leve apretón, una tenue luz de esperanza comenzaba a brillar en el oscuro panorama de Jungkook. A pesar de la tristeza, el tatuado sonrió

—Estaré contigo para siempre, te lo prometo, te lo juro bebé osa, es una amenaza—

—Necesito ser realista con ustedes señores Al Farouq, la pequeña Tahalafa tendrá muchas repercusiones en su salud a corto y mediano plazo, necesitará terapia física, dependerá de un tanque de oxígeno por algún tiempo y realizaremos exámenes minuciosos periódicamente por al menos un par de años, debemos asegurarnos de que el veneno no complique más su de por si ya frágil estado de salud— 

Kehvandra sentía que con cada palabra su corazón dolía más, pero no era momento de lamentarse, debía ser fuerte porque sabía de antemano que sostendría a su hija el tiempo que fuera necesario. 

—Ella sabrá hasta donde llegar doctor,confío en mi niña y que todo resultará bien—

Lo sabía porque durante todo el tiempo que Taha ha estado hospitalizada, todos los amigos de la árabe que ella considera hermanos, han estado al lado de la rubia, leyendo libros para ella, limpiando con esmero su piel, contando anécdotas de la escuela, intentando aplacar su melena impeinable. Se peleaban para rotarse en el horario establecido de visita, sus abuelos también se mantenían firmes en la espera de que la pequeña rubia regresara.

Para Kehjjmet Ellet tener a su hija este tiempo le ayudó a tomar el valor necesario para decirle a su pequeña hija que era hora de regresar o el peligro de que se perdiera en sus ensoñaciones aumentaría cada día. 

—Pero me siento bien aquí, estoy con ustedes papá— Su niña se hacía más pequeña entre sus brazos, era doloroso pero debía volver

 —Cuando vuelvas entenderás muchas cosas bebé, pudimos estar juntos este tiempo y no todas las personas pueden, somos afortunados y ahora pequeña estrella, abre esos ojos por favor, nos volveremos a ver en tus sueños— Su madre Amanda la abraza con fuerza

—¿Pero entonces, cómo despierto?— La rubia estaba confundida, no sabía que hacer hasta que sintió un leve beso en su frente

"Te amo Taha, no importa nada, mi amor por ti es infinito"

—¿Conejito?— Tahalafa miraba hacia el cielo, se encontraban en una duna en el desierto de Dubai, el cielo era naranja, los colores de la arena eran vivaces más no hacía calor, de súbito el cielo cambió a un anochecer cubierto de estrellas.

La profundidad del firmamento era tan cautivante, pero más lo era escuchar a su Jungkook cantar 

" Eres la causa de mi euforia" 

Taha sonrió, su corazón dió un brinco en su pecho, como si quisiera irse siguiendo la voz, el firmamento no se compara con las galaxias que refulgen en la mirada de su conejito. La dubaití miró a sus padres, lo sabe ahora.

Es hora

"Toma mis manos ahora, eres la causa de mi euforia"

Las máquinas a las que está conectada Tahalafa sonaron en una alocada discordancia, Jungkook sintió el corazón en la garganta cuando la mano de su bebé osa apretó su mano ahora con fuerza al tiempo que el médico de guardia y varias enfermeras entraron corriendo a la habitación, la rubia se estaba ahogando por el tubo hundido en su garganta que la mantenía con vida.

Tahalafa estaba ahora respirando por su cuenta

Y entonces Jungkook sintió su alma volverle al cuerpo, después de 17 días en completa oscuridad finalmente pudo contemplar en el cielo un sol que comenzaba a salir, pero para él no había soles más hermosos y brillantes que realmente iluminaban su vida que los que vivían en los ojos de su osa.

Tahalla Ellet Al Farouq finalmente está despierta.

No todo fue bueno para la vida de la rubia, apenas su salud pasó de "Crítico" a  "Crítico estable", tres detectives entraron a su habitación para interrogarla, aún se encontraba aturdida y sus pensamientos eran un tanto confusos, por lo que sus tíos y abuelos les pidieron a los investigadores que volvieran en unos días. 

Tahalafa comenzó con los ataques de pánico, su ritmo cardiaco se volvía loco y no quería ver a nadie que no conociera. Todo fue a peor cuando se le notificó mediante un escrito que debía testificar en el juicio contra Jenie y Minseok de manera obligatoria. 

—Papá no quiero, ¿Qué tal que me pasa otra cosa?— La pequeña rubia rascaba sus manos con fuerza

—No te dejaré ni un momento sola mi amor pero debes dar tu testimonio para que esos dos queden recluídos y con la atención terapéutica necesaria, puedes hacerlo hija—

Jungkook miraba la escena con remordimiento, Jenie y Minseok tenían algo en común y eso es que se obsesionaron con él y la única que padeció las consecuencias fue su bebé, era cruel e injusto para alguien tan frágil.

Su mente lo llevó hacia un pensamiento que en su vida imaginó tener:

Tal vez su osa esté más segura sin él.

—Esta es una notificación escrita par que su hijo Kwon Jinyoung se presente en el juicio de la menor de edad Kim Jenie, de la cuál él es responsable de su tratamiento psiquiátrico el cual no presentó ningún avance, al contrario, está bajo investigación por intento de asesinato—

Kwon Jinjae se preparó para este momento

—El avance terapéutico es completa responsabilidad del paciente y de la familia, puede que ella engañara a mi hijo fingiendo un avance, él no es culpable de ello—

—Eso tendrá que aclararlo en el juicio, la citación es obligatoria por lo que tiene un plazo de una semana para volver—

Jinjae respiró profundo, el mundo que construyó durante todos estos años cubriendo los delitos de su único hijo se estaba cayendo a pedazos, teme por la libertad de su hijo

Pero teme más por su propia vida

Es complicado ser valiente cuando lo único que quieres es esconderte bajo tus mantas hecha bolita mientras la vida pasa. Es complicado vivir erguida cuando lo único que quieres es vivir en posición fetal para que nadie te mire. Es complicado hablar en voz alta y contar tu verdad cuando lo único que quieres es callar hasta el último de tus días. 

Pero Tahalafa se encuentra ahora en la corte suprema de Seúl por el juicio común de Kim Jenie y Choi Minseok. Muchos ojos coreanos la miran fijamente.

A ella que estuvo a un paso de la muerte

A ella que es una simple huérfana

A ella que es una extranjera

Tahalafa se siente derrotada antes de siquiera comenzar a hablar, dio por sentada la sentencia aún cuando el juicio no comienza.

De pronto levanta la cabeza para observar como un grupo de personas que conoce muy bien entran por esas puertas dobles elegantes, sus hermanos, los padres de éstos, sus amigos incluido el mismísimo Song Kang que en otros tiempos fue el mejor amigo de Jenie, su conejito, suegros y cuñado. Y los más importantes, su familia que la miran fijamente

A ella que paso a paso está recuperando su salud

A ella que fue adoptada por el mejor padre y le dio a la familia más genial que existe

A ella que lleva con orgullo sangre mexicana y sangre dubaití corriendo por sus venas

Tahalafa ahora le da guerra a la depresión para enfrentar esta dura prueba, su padre aprieta su mano, sus hermanos le muestran en pulgar en señal de apoyo, sus tíos que son el cuerpo de abogados juntos con dos coreanos que forman su defensa le guiñan un ojo. Su cuñado le manda un beso.

Jungkook está mortalmente serio pero es algo con lo que Tahalafa no puede lidiar justo ahora.

Porque el aliento la abandona cuando de una de las puertas al lado del estrado salen Minseok y Jenie

—Todos de pie, el señor Juez va a entrar—

El juicio está a punto de empezar.


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