Hace semanas no has vuelto a casa, y no habría tenido noticias de tu paradero de no ser por un tercero.

—Lo último que supe de Shuhua es que se fue con un hombre rubio, alto y que responde al nombre de Park Jimin. Señorita, una amiga suya que se encuentra de viaje en el extranjero; Kim Jisoo, me dijo que se trata de su marido y es por eso que me encuentro aquí.

—Debe ser una mentira...

—Me comentó que no era la primera vez que lo hacía, que lo descubrió hace algún tiempo yendo a bares y viendo a otras mujeres. Le envió mensajes, fotos, audios que comprueban todo pero usted jamás le respondió.

Morder mi lengua en un inútil intento de no llorar al ver la pantalla de mi móvil destrozada desde hace meses en la esquina de la sala fue todo lo que pude hacer, aunque claramente no sirvió, y el hombre frente a mí intentó consolarme.

—Debió tomarla por sorpresa —continuó—, lamento llegar hasta aquí con esta clase de noticia pero su amiga me lo pidió como favor... me rogó que lo hiciera y me duele tanto el corazón como a usted con todo esto.

—Aún no entiendo qué tienes que ver tú con mi matrimonio, ni qué haces en mi casa intentando convencerme de que Jimin es un mal hombre y...

—¡Se llevó a mi prometida a otro país! ¡Abra los ojos, maldición!

Jungkook rompió en llanto, cayendo de rodillas al suelo y volviendo a hablar con un hilo de voz.

—Créame, por favor, nos están engañando a los dos...

Con ello entendí que alguien más comprendía mi dolor, que yo no era la única que veía aquellas cosas.

Que no estaba loca.

Que de una vez por todas, debía dejarte.

Y por primera vez después de mucho, supe que mis suposiciones eran ciertas, aunque quemara mi corazón el tener que admitirlo.

El tener que asumir que despertaste en mí mi miedo más profundo y lo volviste realidad: mintiéndonos y destrozándonos.