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2


Golpeo a Elena con la punta de mi paraguas repetidamente mientras hojea uno de los viejos diarios de Stefan. Ella me ignora y continúa leyendo, obviamente no tan abrumada por el aburrimiento como yo.

―Maldita sea― suspiro sabiendo que ella puede escuchar el tono desagradable en mi voz. ―Katherina ya me habría quitado la cabeza.

Pasa a la página siguiente, pero sin molestarse en mirar hacia arriba, me dice ―No soy Katherine.

Pongo los ojos en blanco ―No, duh, eso es más que claro.

Las paredes del apartamento se sienten tan sofocantemente cercanas ahora que elijo no dejarlas. Hay un olor rancio a polvo y a envejecimiento en el aire que dudo que la humana, Elena, sea capaz de captar, pero lo siento justo debajo de mi nariz.

Busco entre mis pensamientos un recuerdo de este lugar, por si acaso, algo que a lo mejor he olvidado. Cuando esto falla, trato de descubrir cualquier tipo de influencias mágicas que pudieron haber ocurrido aquí.

Rompiendo mi silencio, la curiosa voz de Elena interrumpe mis pensamientos, ―¿Qué estás haciendo?

Dejo escapar un suspiro y dejo caer el brazo que no me había dado cuenta de que había extendido. Cuando me volteo para ver los ojos observadores de Elena, la encuentro brillando suavemente.

―Buscando magia en el apartamento. Supongo que eres lo único relacionado con lo sobrenatural dentro de estas paredes. Además de mí, por supuesto―respondo, sonriendo levemente.

Puede que ella no haya podido ver los hermosos destellos plateados que un doppelgänger humano desprende, pero yo en definitivamente pude. La última vez que vi algo como esto fue cuando conocí a en ese entonces humana Katerina hace siglos. Es un buen recuerdo, pero no uno con el que quiera dejarme arrastrar como con el del callejón.

En un abrir y cerrar de ojos, el hechizo se desvanece. Elena, que parece querer hacerme mil millones de preguntas, tiene el diario en su regazo.

Con un pensamiento, el libro llega volando a mis manos. Antes de que pueda discutir, empiezo a leer donde lo dejó. ―Abril de 1922. Lexi me encontró anoche. Me sacó de las vías del tren. Cree que puede hacer que prenda mis emociones otra vez.

―¡Oye!―Ella reacciona, agarrando el libro de mis manos, ―Esos no son tuyos como para que los leas.

Continúo de todos modos, esquivando fácilmente sus alcances hasta que finalmente se rinde y se sienta a escuchar. ―Junio de 1924. Lexi me está volviendo loco. Más sangre animal, más miseria.

Me detengo por un segundo para mirar hacia arriba después de leer esta página donde parece que solo hay tortura. Recuerdo este período de su vida. Damon no estaba exactamente involucrado con su hermano en este punto, pero mantuvo su distancia para asegurarse de que estaba bien. Para entonces, Damon y yo habíamos tomado caminos separados, pero de cualquier manera nos habíamos mantenido en contacto durante décadas, así que sabía de las luchas que Stefan tenía consigo mismo aquí.

Sacudiendo la cabeza, dejo el libro abierto en mi regazo y me encuentro con los ojos anhelantes de la morena, ―Lexi fue un gran dolor de cabeza para Damon. Si te hace sentir mejor, he visto lo que le pasa a la gente que se le enfrentaba; nunca serías capaz de mantenerte en pie.

Elena vuelve su mirada hacia el diario. Con una mirada sincera y triste, me dice ―Lexi era la otra mitad de Stefan, ella lo ayudó de una manera que yo nunca podré.

Asiento con la cabeza. Nunca había tenido contacto directo con Lexi, pero nos cruzamos a lo largo de los años. Ella siempre fue tan especial y fiel a sus emociones humanas, algo que nunca pude entender. Supongo que se podría decir que siempre estuve un poco celosa de su belleza y control cuando se trataba de ser un vampiro. Escuchar que murió, por culpa de Damon... no debería terminar ese pensamiento.

No tengo ningún recuerdo del tiempo que pase antes de que tuviera mi magia. Durante años, dejé que mi magia me guiara y me mostrara cómo vivir en un mundo de rápido desarrollo tecnológico y social. Pero no fue hasta poco después que supe que este mundo envejecería sin mí y mi magia era más controladora que útil. Supongo que se podría decir que Stefan y yo somos similares en ese sentido, no es algo que ayudaría a Elena a sentirse mejor con él o con su compañía actual.

Decidida a levantar el ánimo del ambiente, continúo leyendo algunos de las páginas del diario ―1935. La sed está ahí, pero es más fácil. Lexi está en su próxima meta: hacerme reír.

El sonido de la risa de Stefan resuena en mi cabeza. Hubo muchas ocasiones en las que Damon me arrastraba a donde sea que estuviera su hermano menor de fiesta esa noche para espiarlo. Stefan se sentaba en el bar bromeando con sus amigos o coqueteando de manera experta con todas las mujeres que caminaban en su camino o parecían lo suficientemente sexis como para coquetearles. Era su juego preferido del que nunca hubo ganador.

Mientras paso de página, su risa nunca cesa. Su voz se vuelve más fuerte en la parte de atrás de mi cabeza, buscando mi atención. Me congelo.

Apenas puedo distinguir la voz de Elena llamándome del zumbido en mis oídos.

―Elena―Trato de decir.

Sus ojos se animan para encontrarse con los míos y lo tomo como una señal de empatía.

―Escóndete, Elena. Tienes que esconderte, ahora.

Ella mira a su alrededor, presa del pánico. Lanzo una mano, deseando que se abra el armario oculto de bebidas alcohólicas. Afortunadamente lo hace y me apresuro a empujar a la chica dentro.

―¿Qué pasara contigo?― Elena susurra con voz asustada.

Sin saber que responder, me llevo un dedo a los labios y cierro el armario tan silenciosamente como puedo en este punto. En un segundo, miro alrededor del apartamento en busca de cualquier lugar que pueda usarse como escondite para vampiro. Sinceramente, no sé qué esperaba: ¿una habitación llena de verbena? ¿Otro armario escondido? Sin saber qué más hacer mientras mi magia parece estar más preocupada por la risa en mi cabeza, me arrastro debajo de la cama.

Ni un segundo después, la puerta del apartamento se abre de una patada.

―Qué pequeño hogar tan más acogedor. ¿Sientes eso? ¿Hay alguien aquí?

Apenas me recupero de escuchar su voz, intento hacer un hechizo rápido y fácil en voz baja para ocultar cualquier cosa humana que pueda revelar nuestras posiciones. Gracias a Dios, mi cerebro finalmente se ha aclarado lo suficiente como para hacer el hechizo ahora que los movimientos inesperados de Stefan ya no son una preocupación.

Pero esa voz. Su voz.

Han pasado años. Décadas. Siglos.

Voy a matar a Damon cuando regrese.

―Ha estado vacío durante décadas; la gente debe entrar todo el tiempo. ¿Por qué me trajiste aquí?―La voz de Stefan es más clara ahora, casi idéntica a la de mi cabeza que me había advertido de su llegada.

Pasos. Desde donde estoy acostada con el estómago en el suelo y la espalda presionada contra la cama, puedo ver dos pares de zapatos negros avanzando lentamente hacia la habitación. Es casi como si todo fuera una artimaña y alguien con una cámara estuviera a punto de entrar corriendo al apartamento riéndose de mi expresión. Pero esto no es una broma pesada y nadie se va a quedar sin cámara; Elena puede ser atrapada fácilmente porque no la protegí como Damon me lo pidió.

Y me tendría que enfrentar cara a cara con Niklaus Mikaelson por segunda vez en mi vida.

―Tu amigo, Liam Grant, el que bebió la sangre de su esposa...― Oh, Dios mío. Nunca me había sentido tan agradecida de no haber presenciado eso en los años 20. ―Nunca pude entender por qué querías su nombre. Y luego me dijiste tu pequeño secreto. Todo era parte de tu ritual.

La voz de Stefan responde en un instante, ―Para escribirlo.

―Y revivir sus muertes, una y otra vez.

Un par de zapatos se mueve hacia la puerta oculta. Distraídamente respiro, pero ninguno de los hombres logra escuchar debido al hechizo previamente lanzado.

―¿Me crees ahora?

Observo como el otro par de pies entran en el armario, mirando directamente hacia donde acababa de esconder estúpidamente a Elena. Cruzo los dedos para que sea Stefan y no Klaus.

Hay un latido.

―Mira lo que he encontrado― Escucho, las palabras de Stefan.

Maldita sea. Me preparaba para saltar y proteger a la morena, pero me sorprendo cuando nada que de indicio de pelea ocurre.

―1918. Whiskey de Malta.

Dejo escapar un suspiro de alivio.

―Mi favorito. Vamos a buscar a alguien con quien beber― Escucho la familiar risa de Klaus antes de que salga del apartamento.

Stefan había cerrado la puerta del armario antes de irse, probablemente para asegurarse de que Klaus no viera el interior. Espere un par de minutos para asegurarme de que se han ido antes de salir arrastrándome de debajo de la cama y abrir la puerta oculta para ayudar a una Elena deslumbrada por la obscuridad del armario.

No es una gran sorpresa cuando lo primero que sale de su boca es ―¿Viste eso? ¡Me miró!, Clara, ¡me vio a lo ojos y no dijo nada!

Cuando sé que está a salvo, me siento en la cama polvorienta.

―¿Qué diablos voy a hacer?― Murmuro para mí misma, ignorándola por completo para seguir con el lio que tengo en la cabeza.

Apenas se da cuenta de mi falta de interés, considerando ella piensa que lo que a ocurrido es un logro con Stefan. Al instante, saca su teléfono, para compartirle la horrible y emocionante noticia a Damon.

Inclino mi cabeza hacia atrás, contra la cama y envuelvo mis brazos alrededor de mi en un abrazo poco reconfortante. Estábamos tan cerca, más cerca de lo que lo hemos estado en siglos, y no pude hacer nada al respecto.

Pero su voz.

Le faltaba algo. Con solo escuchar unas pocas palabras, puedo decir que le faltaba ese espíritu casi inexistente que tanto había amado de él. Tal vez fue el tiempo que pasamos juntos o el cómo llegamos a conocernos como la palma de nuestra mano hace tantos años, pero en ese momento, Niklaus Mikaelson se escuchaba...

roto.

―Clara... ― Elena susurra, agitando una mano frente a mi cara.

―¿Qué?― Solté con un tono mordaz, al no estar preparada para su intrusión.

Elena parece recordar de inmediato con quién está hablando e instantáneamente da un paso atrás. Levanto las cejas en pregunta, sin molestarme en decirle que no necesita preocuparse por enojarme como si yo fuera Hulk, ―Lo siento, solo pensé que estabas haciendo eso.

Inmediatamente le doy una mirada confusa. Elena solo dirige su mirada hacia la puerta, con una mirada de preocupación jugando en sus labios.

Me tomó un segundo darme cuenta de que Damon pudo haberle dicho más de lo que yo creía originalmente. No me molesta que otros conozcan mis extrañas y únicas habilidades, simplemente no me gusta asustar a la gente.

―Mis visiones― digo comprendiendo, ―No. No, no estoy teniendo visión. Damon te sobre mis habilidades ¿cierto?

Elena asiente, sosteniendo su teléfono celular, ―Damon no responde. Lo intenté al menos doce veces.

―Está bien. No debería pasar mucho tiempo hasta que...― Hago una pausa, ―No, él esta aquí.

―¿Qué? ¿Estás seguro de que es él?

―No.

Esta vez, Elena no corre para esconderse como lo había hecho antes. Ella, en cambio, corre para agarrar una bolsa de lona negra colocada en el sofá para sacar dos dardos de verbena.

―Aquí― Me arroja uno y lo atrapo fácilmente.

Estudio el dardo, moviéndolo entre mis dedos, ―¿De dónde diablos sacaste esto?

Peligroso o no, no creo que pueda apuñalar a Klaus con el dardo si nos encontramos cara a cara.

―Alaric.

De repente, unos fuertes pasos se escucharon en el pasillo fuera del apartamento. Elena se recarga contra la pared, asegurándose de que nadie que venga por la puerta principal pueda verla y agarrando el dardo con fuerza en sus delicadas manos.

Me preparo animadamente al lado opuesto de la puerta, lista para saltar si entra un vampiro no deseado.

Unos segundos más tarde, la puerta se abre y salto sobre los intrusos, tomándolos por sorpresa. En menos tiempo del que puedo parpadear, estoy con la espalda contra la pared, mi dardo de verbena abandonado en el suelo y mi garganta se queda sin aire. Miro hacia arriba para ver a Damon con su brazo presionado contra mi cuello y sus manos sosteniendo las mías sobre mi cabeza, con su usual sonrisa cubriendo su rostro.

―Demasiado para una cálida bienvenida― Él se burla.

Niego con la cabeza, mirándolo a los ojos con mi propia sonrisa. Su rostro se contorsiona de dolor al enviar una ola de electricidad que recorre mi cuerpo antes de ser transferida al suyo.

Damon se aleja de mí, murmurando ―Perra.

―¡Oye!― Elena interviene, obviamente enojada, ―¡Te llamé hace una hora!

Damon simplemente pone los ojos en blanco, recogiendo la bolsa negra que había dejado caer al suelo cuando lo ataqué y tirándola a la chica enojada.

―Ponte presentable. Sé dónde va a estar Stefan esta noche.

Se sienta en el sofá y yo imito sus acciones sentándome en la mesa de la cocina y apoyando los pies en alto. Tal vez si vivo como si no tuviera nada de qué preocuparme, tal vez todos mis problemas desaparezcan.

―¡¿Te dije que prácticamente fui descubierto por Klaus y estás preocupado por lo que llevo puesto ?!― Elena grita.

―Estabas bien, Elena, te tuve cubierto todo el tiempo― Le aseguro, el desinterés por esta conversación en particular se nota en mi voz. Tengo un tema diferente del que me gustaría discutir.

La humana patética y molesta cruza los brazos sobre el pecho, ―Lo dudo mucho.

―Bien bien― Damon interrumpe, ―Tuve una hora para darme cuenta de la mala idea que fue dejarte aquí sola con Clara sin siquiera mencionarle sobre Klaus, procesarlo y seguir adelante.

Con su declaración, me inclino hacia adelante con confianza ―Tendremos una conversación muy seria sobre eso, por cierto.

Él ignora mi comentario y se levanta para ver cómo está Elena. Juro que es la mirada más molesta, falsa y lamentablemente culpable que he visto en mi vida, ―¿Estás bien?

Ella suspira, calentando su tono de voz con él al instante, ―Sí.

Imito los ojos en blanco de Damon de antes.

―Bien. Ambas deberían ir a vestirse. Por lo que descubrí, Stefan va a estar con Klaus esta noche. Clara y yo distraeremos a Klaus mientras Elena se ocupa de traer de vuelta a Stefan― Damon instruye, pensado en el éxito de este plan.

Dejo escapar un suspiro. Obviamente, este es el mejor plan si quiero ayudar a Damon a salvar a su hermano. Haría mucho por mi amigo, pero no estoy seguro de poder enfrentar a Klaus después de hacerle creer que estaba muerta hace tantos años. Sin mencionar todo lo que he hecho además después de eso.

No hay pros ni contras en esta situación. Ahora, solo es alguien que necesita ayuda. En este caso, Damon es un ganador por defecto ya que actualmente no tengo a nadie más pidiendo mi ayuda.

―Bien, lo haré― Los ojos de Damon y Elena se iluminan con mi afirmación, así que rápidamente continúo ―Pero vas a tener unos cinco minutos como máximo antes de que el intente arrancarme la cabeza por lo que le hice. Así que, por favor, dime que puedes hacer esto, Elena.

Elena hace una pausa, mirando al suelo pensativa antes de volver a mirarme a los ojos:

―Puedo hacerlo.





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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.

Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: catching_raindrops

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