19
Me encuentro llegando a la familiar casa abandonada unas horas después de entrar en Michigan. La propiedad se encuentra en una calle secundaria a las afueras de la ciudad y me preocupa que mi auto brillante pueda ser demasiado llamativo para esta área.
Estaciono el Cadillac detrás del edificio para esconderlo de la calle y cierro la puerta para asegurarme de no despertar a ninguno de los vecinos. No hay otros autos aquí, pero dudo que las personas con las que me estoy reuniendo los necesiten para moverse.
La puerta principal está desbloqueada cuando presiono para abrirla. El chirrido de las bisagras detiene las voces bajas que vienen del interior.
―¿Quién está ahí?― Escucho a Tia gritar.
Entro en la habitación con facilidad, a pesar de los hechizos que deberían haber impedido que alguien más entrara. Se supondría que no debería haber luces encendidas en el pasillo delantero, pero puedo ver linternas encendidas en el pasillo donde ella debe estar.
―Cálmense amigos― les digo con calma, ―soy solo yo.
Mientras camino por el pasillo hacia ellos, escucho el ruido de pasos y Tia aparece en la puerta. Está oscuro, pero todavía corre hacia mí y levanta los brazos para abrazarme.
―¡Está bien, está bien! Ay, amor, eso duele mucho― Me quejo en broma mientras ella presiona involuntariamente contra el corte en mi brazo.
Ella se aleja rápidamente y toma mi mano para llevarme a la luz de la habitación, ―Oh, no estabas bromeando. ¡Mírate!
Tia toma el lado de mi cara que está todo magullado por la poderosa bofetada de Mikael. Hago una mueca cuando pasa sus dedos por mis muñecas mientras tararea un hechizo. Se desvanecen rápidamente, al igual que la herida y el calor del dolor de mi cara.
―Mm, te he echado de menos― Le confieso, quitando las vendas de mi brazo para encontrar que lo ha curado por completo.
Tia sonríe, su acento sudafricano se vuelve más fuerte mientras está abrumada por la emoción. No se puede decir lo mismo de la otra mujer que se sienta en el lado opuesto de la habitación.
―Estamos avanzando sin problemas, Clara― Tia me asegura, ―Georgina espera tener algunos resultados con el hechizo en algún momento de los próximos meses.
―¿En serio?― Exclamo, volviéndome hacia la mujer en cuestión, ―¿Es esto cierto, Georgina?
La mujer corpulenta y de mediana edad se sienta en un taburete a unos metros de nosotras. Su expresión molesta no cambia cuando me mira a los ojos, y trato de no ofenderme por su acción.
―Tan cierto como que nos mentiste sobre tu relación con los Mikaelson. Sabía que asociarme contigo traería esas tonterías originales a nuestra ciudad. Tienes suerte de que no nos hayamos parado desde que escuchamos los rumores de que eres esa Claramay.
Su tono es hostil desde el segundo en que comienza a hablar hasta el momento en el que sisea mi nombre. La miro con los ojos entrecerrados y doy un paso adelante.
―Deberías tener cuidado con cómo me hablas, Georgina. Agradezco tu amistad y tu ayuda, pero no toleraré amenazas en poner fin a nuestra misión aquí― Le advierto.
Tia pone una mano en mi brazo, ―No me preocuparía por ella. Ha sido un día largo y estábamos empacando para irnos.
Asiento con la cabeza en comprensión y me vuelvo hacia la joven que está a mi lado. Su piel oscura brilla por el sudor y la piel alrededor de sus ojos dorados está rodeada por un círculo de sombras. Empujo suavemente un mechón de cabello rizado detrás de su oreja y le sonrío amablemente.
―En realidad, Tia, necesito pedirte un favor más mientras estás aquí― Explico, ―El plan era pasar por aquí para comprobar tu progreso, pero también podría utilizar tu ayuda para resurgir a mi magia. Tengo problemas para acceder a ella en estos momentos.
Georgina interviene instantáneamente, ―¿Y no tienes otra bruja que pueda hacerlo? Estamos cansadas, Clara.
Tia se vuelve hacia la mujer y la mira molesta, ―Habla por ti misma. Considerando lo que está haciendo por nosotras, no me importa en absoluto. Puedes irte a casa, Georgina. Lleva tu actitud contigo.
No me molesto en comentar esta vez. A lo largo de los años, Georgina ha tenido el mismo juicio hacia mí desde que encontró un libro con una capa del escudo Mikaelson en mis cosas. Me apresuré a negar cualquier relación entre la familia, principalmente porque nunca pensé que volvería a reunirme con Klaus y quería alejarme de una reputación que nos unía en algún sentido.
Pasé un siglo con los Mikaelson, por lo que no debería haberme sorprendido que personas ajenas a nuestra pequeña familia supieran de las conexiones que compartíamos. Los nombres que se han hecho e impuesto son crueles y temidos por la violencia que Klaus y sus hermanos dejan atrás. Georgina comparte ese miedo, especialmente ahora que tengo un vínculo con un vampiro original una vez más.
Georgina se despide torpemente, y Tia y yo nos quedamos en silencio mientras se marcha. Ella gruñe maldiciones hacia mí sobre los rumores que ha escuchado a través de la comunidad de brujas, pero no me importan mucho viniendo de ella. El aire se levanta de la tensión tan pronto como la puerta de entrada hace clic, y nos quedamos solas.
―Ven, siéntate conmigo― Tia ordena una vez que ella se a ido.
Me lleva a un lugar despejado en el suelo entre la variedad de libros de hechizos y nos dejamos caer una frente a la otra. Extiendo mis manos, con las palmas hacia arriba para que ella se conecte conmigo para realizar el hechizo, pero ella no las reconoce de inmediato. En cambio, ella tararea y la variedad de velas usadas se enciende a nuestro alrededor.
Tomando mis manos, su magia fluye a través de mí nuevamente con solo nuestro toque y siento mi propio despertar de su letargo interno para ver de qué se trata todo este alboroto.
―Tenías razón― murmura, sus ojos cerrados ahora en concentración, ―Algo está alejando tu magia. Parece ... asustada.
―¿Asustada? ¿De qué?― Cuestiono.
Ella aprieta con más fuerza, ―No sé, nunca había visto algo así antes.
Tia no abre los ojos cuando comienza el hechizo para atraer mi poder. Me preparo para el dolor de las hierbas, pero nada llega.
―Intus sentiat vim prodeas― canta en un susurro.
La miro de cerca mientras lee lo que está sucediendo dentro de mí. Su rostro muestra que está concentrada en el hechizo, pero el leve fruncimiento de sus cejas revela su confusión hacia lo que está viendo. Aflojo mi agarre para tratar de evitar que se mueva más, pero su repentina liberación de mis manos completa la acción para mí.
La respiración de Tia es repentinamente pesada mientras se aleja de mí. Extiendo la mano hacia ella y ella se estremece al instante.
―Tia, cariño― hablo con cuidado, ―¿Estás bien? ¿Qué viste?
―Una mujer― responde ella, ―Está usando tu magia y trató de tomar algo de la mía.
Sus palabras no tienen ningún sentido para mí. ¿Cómo es posible que alguien pueda aprovechar mi poder mientras estaba silenciada por las hierbas que Mikael usó en mí? No he estado en contacto con ninguna bruja además de Bonnie desde hace bastante tiempo.
Tia se pone de pie, vacilante, ahora que se siente lo suficientemente cómoda para moverse. Me pongo de pie con ella, pero mantengo la distancia para evitar que se repita lo que acaba de suceder.
―Lo siento, Clara. Creo que necesitas a alguien con más experiencia que la que yo tengo para comprobar eso― Ella murmura.
―Entiendo― le digo, ―Como siempre, agradezco tu ayuda. Por favor, ve a descansar un poco.
―¿Estarás aquí mañana?― Ella pregunta.
Niego con la cabeza, ―Me quedaré un rato y luego regresaré al drama que dejé atrás. Con suerte, si ustedes tienen razón sobre los avances que han hecho aquí, las veré en poco tiempo.
Tia me abraza, a pesar de su ahora obvia vacilación. Su partida me permite un momento de paz para ver más de cerca lo que han logrado aquí. No es que no confíe en su juicio, solo quiero estar preparada si el éxito está en camino.
Los libros de hechizos esparcidos por el suelo se derivan principalmente de mi colección que he presentado para que los utilicen las brujas de este proyecto. Lo considero mi contribución, especialmente porque no he tenido mucho tiempo para quedarme y hacer mi parte en el estudio del trabajo dentro de cada libro. Algunos, como los escritos por Adalynn, me son muy familiares, pero aún no he tenido el honor de leerlos todos.
Tomo una de sus linternas parpadeantes y la llevo a la habitación contigua. Hay una pizarra blanca con escritura desparramada en cada centímetro. La pared interior también tiene garabatos de pensamientos y diagramas de posibles soluciones. Es interesante ver lo poco que se menciona la magia de la luz y la frecuencia con la que se recurre a la magia negra. Tiene sentido, este hechizo necesitará de el poder más poderoso.
Sigo el camino iluminado por toda la casa hasta llegar al rincón más alejado donde se encuentra una puerta intacta que ha permanecido cerrada desde la última vez que estuve aquí. Con un ligero temor de que no se abra porque no tengo mi magia, coloco una mano en el pomo con vacilación. El hechizo violento no toma represalias y dejo escapar un suspiro tembloroso.
Detrás de la puerta hay una escalera sin luz que sigo hasta el sótano. Mi linterna guía lo mejor que puede en el lugar oscuro, pero todavía entrecierro los ojos para ver por el espacio.
Cinco ataúdes de vidrio descansan en el centro de la habitación. Cada uno está cubierto por una gruesa capa de polvo, pero no tengo problemas para identificar exactamente quién está en cada uno.
El primer ataúd es el lugar de descanso actual de la tía de Tia que fue asesinada hace apenas dos años. En el cuarto ataúd, el cuerpo conservado del único hijo de Georgina descansa después de solo trece años de vida. Los otros dos son otros familiares fallecidos que pertenecen a las otras brujas que nos están ayudando.
Cada cuerpo se conserva con magia para que no se deteriore más allá de la salvación. Nunca fue mi intención involucrar a otras brujas en la misión de resucitar a los muertos, pero es potencialmente una hazaña imposible ya a vez increíblemente peligrosa y difícil de hacer sola cuando no parece haber suficiente tiempo en el mundo.
Pero luego, conocí a Georgina. Cuando nos conocimos, su hijo, Henry, acababa de ser diagnosticado con leucemia y su vida de repente tenía un temporizador que era más corto que el de ella. Me rogó que la ayudara a salvar a su hijo, pero no existe una cura científica o mágica que pueda combatir ese tipo de enfermedad. Después de su muerte, ella me permitió preservar su cuerpo y darle la esperanza de resucitar a su hijo, pero esta vez estaría sano y lleno de vida. Eso fue hace dos décadas.
El último ataúd que está en un pedestal corto en el centro de todos ellos es hacia el muro. Dejo la linterna en la parte superior y unto a un lado el polvo para poder ver el interior.
El cuerpo de mi dulce Adalynn sigue ahí después de todos estos años. Me recuerda a Blanca nieves, ya que parece estar durmiendo y esperando a su caballero de brillante armadura.
―¿Qué piensas, Ady? ¿Están realmente cerca de hacerlo?― Pregunto, mi voz resuena en el aire.
Me parece una tontería hablar con su cuerpo. Sé que ella está aquí, mirándome desde el otro lado del muro que separa a los vivos de los muertos. Aún así, el silencio que sigue es escalofriante.
―Nos lo han dicho antes― Le recuerdo, ―No te hagas ilusiones.
Pongo una mano sobre el cristal y le doy una última mirada. La linterna parpadea esporádicamente y sonrío para mis adentros.
―Yo también te amo.
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DI NO A LOS LECTORES FANTASMA.
Todos los derechos y créditos reservados a la autora original: catching_raindrops
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