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XVI. Lost In You

Dennis estaba con una calma que le causaba terror.

No tenía miedo, ni alguna emoción que se supone debería tener cuando tu suegro te encuentra en una posición tan comprometedora. Nada. Solo calma. Sonrió y saludó a modo de verificar la marea y ver si era seguro entablar una conversación con el lobo, pero Wayne no respondió. Mala señal.

Sintió cómo las patas de Winnie apretaron con más fuerza en su cuello, a causa de la impresión y de algún temorcillo oculto, aunque después de prácticamente gritar a los cuatro vientos lo que pasó en la fiesta al quitarse el collar, ¿qué le causaba pánico en concreto?

La miró y sonrió, tratando de calmarla un poco. Oyó unos gruñidos desde el umbral de la puerta, mas no volteó, solo mantuvo la mirada fija en Winnie y de improvisto le dio un beso, y al separarse escuchó la misma reacción en ambos lobos: un gritito ahogado.

Los ojos de ella estaban abiertos de par en par y, después de un segundo de asimilar lo sucedido, le lanzó una mirada horrorizada. La expresión de Winnie decía: «¿Has perdido la cabeza?».

Dennis sonrió y le guiño el ojo sin decir nada, en parte para garantizarle que no le pasaría nada (algo de lo que no estaba seguro) y en parte para reconocer que en efecto estaba loco (algo de lo que sí estaba seguro).

Oyó pasos, pero no prestó atención. Si Wayne no se le había lanzado encima y lo había rebanado en trocitos, era indicativo de que no estaba enojado. Giró a la puerta y vio que Wayne estaba a punto de explotar, mas algo lo detenía... no, alguien. Wanda tenía una sonrisa que Dennis no supo interpretar. ¿Ira? ¿Enojo? ¿Alegría? ¿Sorpresa?

Y allí, la calma que tenía... ¡puf! Se fue tan rápido como llegó.

La loba dio unos pasos hacia ellos y Dennis tragó grueso. Como un rayo se colocó la camisa y se sentó en el borde de la cama, apremiando con la mirada a Winnie para que se pusiera a su lado. Ella lo hizo, se sentó a su lado y, sabiendo lo que a ambos les vendría, se dieron las manos, entrelazando los dedos.

Wanda y Wayne terminaron al frente de ellos, mirándolos de diferente manera. Wayne lo mataba de mil maneras diferentes, en cambio, Wanda... bueno, no tenía rastro de emoción alguna, cosa que le puso la piel de gallina a Dennis. Había podido contra la maldición del collar de Winnie, había salido librado de que Wilbur se enterase en el hotel, había peleado contra Alexis y Bertrand, y logró despertar de un letargo que se suponía lo dejaría tumbado sin poder moverse. Había salido vivo de todo eso. ¿Por qué no iba a hacerlo esta vez? Es solo que... Wanda tenía una presencia que aún no dejaba cómodo del todo a Dennis. Si ella podía manejar a trescientos hombres lobos, sumándole su marido, se supone que era por algo.

—¿Interrumpimos? —sonrió Wanda.

—No, mamá —respondió Winnie—. Por qué lo preguntas?

Dennis tragó grueso, ¿es que Winnie no medía el peligro?

—No, porque parecían estar ocupados en...

Dennis y Winnie se ruborizaron y Wayne carraspeó.

—Vamos al punto, muchacho —dijo él—: ¿Cómo anulaste el collar de Alexis?

«¡Santa rabia! ¿Por qué tenía que preguntar eso?»

Sintió como si las mejillas se le fuesen a reventar de la pena, miró de reojo a Winnie y ella estaba igual o peor que él. Suspiró. Antes de responder miró a los ojos a Wayne, en los ojos del lobo había un brillo que le decía que en el fondo, por más enojado que estuviese, estaba disfrutando verlo así.

—Bu-bueno... y-yo y Winnie... e-este... ustedes saben —farfulló el vampiro.

Wayne sonrió desafiante. De verdad estaba gozando haciéndolo pasar esos momentos de tensión.

—No, yo no sé nada. —Wayne miró a Wanda—. ¿Cierto, amor?

—Cierto, nosotros no sabemos —concordó ella, con una sonrisa tranquila; en ese momento Dennis comprendió la frase de que los buenos siempre son los más diabólicos, porque aunque Wayne se viera enojado, la que daba el verdadero terror era Wanda.

¿Es que acaso disfrutaban verlo sufrir? ¡Claro que lo hacían! Bien. ¿Querían saber? ¡Pues venga! Suspiró y trató de reunir el valor suficiente, pero no era lo mismo que en California, decírselo a sus padres (aunque solo se lo dijo a Jonathan) fue una cosa nada sencilla, sí, complicada, también, pero decírselos a los padres de Winnie... No, eso era suicida; aunque si por esa se iba, más suicida fue haber bebido su propia sangre.

Abrió la boca para hablar, pero las palabras no salían.

Winnie le apretó la mano con fuerza y una sonrisa se le dibujó en la comisura de la boca.

—¿Qué quieren saber? —preguntó Winnie.

«Por amor a la noche, Winnie; ¿qué vas a decir?»

Wayne miró a Winnie, sorprendido. Parecía que no esperaba que ella fuera la que hablase.

—Solo eso, el cómo fue que pasó que el collar dejara de funcionar. —Se encogió de hombros.

Esta vez habló Dennis.

—Fue la noche de mi fiesta de graduación —dijo y miró de reojo a Winnie. Esperaba que la suerte le sonriera y Wayne no hiciera más preguntas. Que con eso quedara zanjado el asunto.

—Oh, pero, ¿qué tiene que ver eso con el collar? —dijo Wayne, mordaz.

—B-bueno, tiene que ver en que... —balbuceó Dennis—. ¡Qué diablos! ¿Quiere saber? Pues abra bien los oídos —Suspiró para armarse de valor—. Como usted bien sabe el collar era de responsabilidad y pureza; y por lógica ya deben de saber qué debe de pasar para que se desactive. No nos hagamos los locos porque tanto usted como yo vimos cuando Winnie se quitó el collar. ¿Entonces quieres decir que pasó? Sí. ¿Cuándo? Como ya le dije, en la noche de la fiesta.

Silencio.

Frío silencio.

Horrible silencio.

Dennis empezó a reflexionar sobre las palabras dichas en ese momento de valentía. ¿Valentía o estupidez? Dennis optó por la segunda opción. Cerró los ojos esperando el grito, golpe o desmembramiento por parte de Wayne, aunque para su sorpresa nunca llegó. Abrió los ojos esperando encontrar a ambos enfadados o algo por el estilo, pero estaban con una expresión normal, solo que en Wayne se le notaba un brillo de enojo en los ojos.

—Una última pregunta, Dennis —comentó Wanda, sonriente—. ¿Cómo despertaste?

—Bueno... —Dennis se colocó una mano en la nuca, apenado—. Fue gracias a Winnie.

Wanda los escudriñó con la mirada y decidió no hacer más preguntas al respecto. Solo una última:

—Dennis... ¿La amas?

Dennis arqueó una ceja, incrédulo.

—¿Es una broma, cierto?

Wanda negó con la cabeza, suavemente.

—Tiene que serlo. —No estaba ofendido ni nada por el estilo, sabía que lo preguntaban por mera formalidad, o porque, como su padre, quería oírlo de sus propios labios—. O sea... Peleo con Alexis en la feria cuando fuimos a California, me escapo con ella a un hotel, contacto a Wilbur para buscar información arriesgándome a que les dijera a ustedes o a mis padres, vengo para acá y «hablo» con el tío Wayne, vuelvo a pelear con Alexis y ahora con un mini ejercito de lobos y para bono, contra el Alpha de los licántropos. ¿Y aún así me lo pregunta? ¡Claro que la amo!

Notó la sangre agolpándosele en las mejillas, podía sentir cómo lo atravesaban las miradas de ambos lobos, pero no tenía el valor de verlos a los ojos después de todo lo que dijo. La vergüenza lo dominaba.

De soslayo pudo ver como Wanda y Wayne sonreían con sinceridad y se dieron media vuelta para irse. Durante el trayecto desde donde estaban hasta la puerta hubo un silencio agradable, no incómodo por lo que dijo, no inquietante por saber una respuesta, era acogedor porque ellos sabían que Dennis no mentía. Wanda salió, Wayne se detuvo en el umbral, de espaldas a ellos.

—No quiero nietos todavía... —Fue lo único que dijo.

La puerta se cerró.

Dennis aún no podía procesar la relativa sencillez con la que sus suegros lo aceptaron y se marcharon sin más. Bueno, era obvio que lo sabían desde que Winnie se quitó el collar y las reacciones de Wayne cuando se le acercó varias veces a verificar cómo estaba ella, sin embargo, pensaba que cuando le tocara hablar cara a cara con ellos (si es que salía vivo) la cosa se tornaría un poco más complicada. Menos mal que no fue así.

Lo siguiente que pasó fue una loba cayéndole encima. Winnie se había lanzado sobre él y le estampó un beso, estaba eufórica, alegre. Por el peso de ella Dennis terminó cayendo sobre la cama, le rodeó la cintura con los brazos y le respondió el beso sin pensarlo dos veces.

—Tú estás loco —sonrió ella, al separarse por aire.

—Ya lo sabía. —Se encogió de hombros—. Pero en concreto, ¿por qué? ¿El beso con tío Wayne al lado? ¿Por lo que dije sobre lo nuestro? ¿O por todo lo que ha pasado desde hace una semana?

Winnie rió, ahuecó sus manos en torno a su rostro y tiró de Dennis hasta que sus frentes se tocaron. A través de las palmas de las patas de la lobuna, el vampiro podía sentirle el pulso. Era acelerado, concordando con su euforia y alegría.

—Por todo, zing-zing. —Sonrió y lo besó.

Se separaron del beso y Winnie se acurrucó a su lado. Dennis prefirió no dejarse llevar esta vez y de esa manera evitarse otra posible interrupción de cualquier otro monstruo o persona. Solo quería estar con ella, juntos, disfrutando que por fin todo ese calvario había terminado para ambos. Estaba cansado y adolorido, pero eso no impediría que estuviera la mar de feliz. Cerró los ojos hasta que se quedó dormido.



La puerta se abrió de un estrépito y Dennis se levantó de un respingo. Antes de que pudiera siquiera quejarse, una melena castaña y rizada le tapó la visión, y luego sintió unos brazos rodearle el cuello. Cuando por fin espabiló un poco reconoció quien era.

Clarisse.

La morena lo abrazó tan fuerte que pensó que le estaba aplicando alguna llave de las que ella sabía, pero era un abrazo de alegría. Aún estaba un poco impresionado por la repentina aparición de ella, aunque al mirar sobre su hombro vio a Wilbur; el hombre lobo tenía una sonrisa y una pata al nivel de la cintura.

Clarisse se separó y lo vio como si fuera un monstruo (lo que técnicamente era).

—¿Estás bien? —quiso saber— ¿Cómo despertaste? ¿Qué sucedió? ¿Cuándo fue que...?

—Tranquila Clarisse. —Dennis miró a Wilbur pidiendo una pequeña explicación que lo ayudara a entender.

Wilbur sonrió.

—Estábamos dándole los último retoques a la fiesta y oímos a papá hablando con tío Drac y...

—Cuando le pregunté me dijo que habías despertado y vine corriendo a ver si era cierto —lo interrumpió Clarisse.

Dennis asintió repetidas veces asimilando la información. Miró de reojo la ventana y notó que era de noche, no debía de ser muy tarde porque aún la luna no estaba en lo alto. Diez de la noche a más tardar, caviló.

«Vale, tío Wayne les dijo a los demás de que había despertado, ¿aunque por qué nadie había venido? ¿Por qué solo Clarisse?»

—Si te preguntas el por qué nadie ha venido —dijo Wilbur, como si le estuviera leyendo el pensamiento—, es porque a papá se le ocurrió la grandiosa idea de decir que estabas con Winnie.

—¿Y eso que tiene que ver con que nadie venga? —preguntó desconcertado.

—Digamos que lo dijo... ejem, en un tono sugerente. Sabes a lo que me refiero.

Tragó grueso. ¿Wayne habría sido capaz de semejante locura? No le cabía duda alguna. ¿Sería por celos paternos? Obvio. Miró a Wilbur con espanto y preocupación; si lo que suponía era verdad tendría que arreglárselas como pudiera.

—¿Cómo cuantos? —preguntó, haciendo un cálculo del número posibles de hombres lobos hermanos de Winnie que estuvieran esperando a que saliera para romperle los colmillos por tomar la pureza de su hermana.

—Cien, ciento cincuenta más o menos, pero no te preocupes, mamá los aconsejó para que no hicieran nada —«Oh, por la noche, ¿qué habrá hecho Wanda?»—. Les dijo que no podían meterse en las decisiones de Winnie, hiciese lo que hiciese —dijo Wilbur, esto último, levantando las cejas repetidamente.

Dennis suspiró aliviado porque el truco de Wayne le salió mal, y también por el hecho de que Wanda no se molestó por lo que le dijo de ambos. No se imaginaba tener a la loba de enemiga.

«Nota mental —pensó—: jamás de los jamases, bajo ningún concepto, aunque la tierra se abra y el infierno se congele, hacer enojar a tía Wanda. ¡Jamás!»

Un poco más relajado porque la muerte no podría tener su alma inmortal, empezó a contarle lo sucedido a Clarisse desde su punto de vista. Dennis conocía muy bien a la morena y sabía cómo le emocionaba que le relataran una pelea, más aún cuando ella notó cómo atacaba.

—Te lesionaste el pie al caer porque no fue un zas y zuish, ¿entiendes?

Dennis puso los ojos en blanco.

—Ejem, claro.

Luego le contó sobre cómo se sintió al beber su propia sangre. Fue lo más extraño, era como si fuera tres veces el mismo, sus poderes aumentaron demasiado hasta que su cuerpo empezó a emitir esa neblina rojiza y no resistió, le narró lo tenebroso y a la vez exasperante que era estar postrado sin poder moverse, estando consciente de todo lo que decían a su alrededor, y también le dijo sobre cómo Winnie lo ayudó a despertar (omitiendo algunos detalles, claro).

Luego de eso Wilbur convenció a Clarisse para que dejaran solos a Dennis y Winnie, indicándole que necesitaban alistarse para la fiesta que iniciaría dentro de poco. Ella asintió y se fue con él.

Apenas salieron ellos entraron Jonathan y Mavis. Como si no hubiera sido incómodo hablar con Wayne y Wanda, ahora debía hablar con sus padres.

Mavis se le lanzó en un abrazo, alegre de que por fin despertara del letargo. Su madre lo bombardeó con preguntas las cuales no eran muy diferentes de las de Clarisse, por lo que solo le contó lo mismo que le contó a la morena, esta vez, sin omitirle ningún detalle. Después de todo, no había mucho que Mavis no supiera.

Lo extraño, o mejor dicho, tranquilizador, fue que Mavis no hizo pregunta alguna referente a lo de sus colmillos o la «unión». Estuvo tentado a preguntarle, solo que no quería sacar el tema a colación; miró a Jonathan esperando algún indicio sobre si él le había contado algo de la charla que tuvieron los dos en California, y cuando sonrió supo que, efectivamente, le había contado.

Bueno, eso era una buena noticia. Su madre lo sabía y por ende no preguntaría. Un problema menos.

Antes de que sus padres salieran le recordaron que se alistara y estuviera preparado porque la fiesta comenzaría en cualquier momento. Dennis asintió y sus padres se retiraron, pero antes, Mavis le dejó una capa muy parecida a la de su abuelo.

Luego de que ellos salieran, se dispuso a cambiarse para estar listo. Se metió a la ducha y cuando estaba en ella oyó cómo Winnie le avisaba que saldría a buscar algo para ella.

Una vez listo, Dennis se dio los últimos retoques. Llevaba su típica camisa amarilla con mangas verdes, pero con la única variante de que en lugar de un quince, esta vez tenía un dieciséis estampado, unos bermudas y la capa que le dio su madre; estiró el cuello de la misma y ya estaba listo. Un último detalle fue colocarse un poco de perfume, y ahora sí, era hora de disfrutar su fiesta.

Salió del baño y se puso a buscar la pequeña cajita con el collar y los dijes, y aprovechando que Winnie no estaba en el lugar, la abrió. Con un cuidado inaudito colocó los tres dijes en el collar. Lo colocó sobre la cama y se alejó para apreciar su trabajo. Se veía perfecto.

Llamaron a la puerta, Dennis guardó el collar en su respectiva caja y se lo guardó entre sus ropas, cuidando de que no se viera ni se cayera.

—Adelante —dijo.

La puerta se abrió, dejando pasar a Winnie.

La loba sonrió y caminó hacia él. Dennis se quedó perplejo al verla, estaba bellísima. Llevaba un jean negro con rasgaduras, a la cintura un cinturón con pequeñas púas y una camisa negra con un cráneo estampado en blanco. Sobre todo esto un chaqueta de cuero con dos letras estampadas «BB». La iniciales de Breaking Benjamin, y debajo de estas, el logo de la banda. Sus típicos tres pendientes por oreja y una pulsera negra de cadenas. El aspecto de Winnie lo dejó sin habla, y por suerte no llevaba collar o cadena en el cuello, por lo que su plan seguía en pie.

—Y bien, ¿qué te parece? —le preguntó, dando una vuelta sobre sí misma.

Dennis salió de su sorpresa y asintió. No encontraba las palabras que lograran describirla tal cual como él pensaba. Winnie rió y lo apremió para que la siguiera al salón, la fiesta estaba por empezar. Dicho esto empezó a sonar uno de los temas favoritos del vampiro Dance With the Devil.

—Vaya, pensé que pasaría como todos los años —confesó Dennis, sonriendo—, que los tíos Frank, Murray, Griffin y Wayne tocarían la música.

Winnie sonrió y enlazó su brazo con el del suyo.

—Agradéceselo a Wilbur y Clarisse, ellos convencieron a tío Drac de poner esta música.

Dennis rió y le dio un rápido beso a Winnie; y fueron rumbo al salón.

Abajo había una macro-celebración. La música sonaba a niveles ensordecedores, los invitados iban y venían (Dennis no conocía a la mayoría, pero ellos a él sí), saludó a unos cuantos hasta que se encontró con Drácula y Vlad.

Ambos vampiros lo abrazaron y felicitaron y, como era de esperarse, le hicieron las mismas preguntas, y Dennis les dio las mismas respuestas que le había dado a Clarisse y a sus padres. Ambos vampiros vieron a Dennis con unos ojos pícaros causando así que se ruborizara un poco.

Luego de eso se encontró con Wilbur y Clarisse quienes charlaban alegres con Wally y Caroline.

—Entonces era cierto —murmuró Dennis, sorprendido.

—Así parece —coincidió Winnie—; vamos con ellos.

La loba lo llevó con ellos y empezaron a hablar animados, acompañados por un acogedor ambiente festivo.

Las únicas que hablaban con comodidad eran las chicas, porque Wilbur y Dennis mantenían la mirada en Wally. Ninguno de los dos podía aún creer la suerte que tenía el lobo; Wally sonreía nervioso esperando alguna pregunta incómoda de alguno de los dos, pero para su sorpresa fue su hermana la que hizo la muy esperada pregunta.

—¿Y cómo pasó? —quiso saber Winnie.

—Bu-bueno fue...

—Fue algo peculiar —interrumpió Caroline; la hija de Frank parecía estar buscando las palabras indicadas—. Un día yo andaba normal y de repente me encuentro con Wally, y lo oí tararear What Lies Ahead. Cuando me doy cuenta que era una de mi grupo favorito, pues me dije «¿Por qué no hablar con él?» ya que no conocía a nadie con ese mismo gusto. Nos reunimos un día en una cafetería del pueblo, empezamos a hablar y ¡puf! Hicimos Zing.

Wilbur casi se atragantó con la bebida que tenía, se recuperó y miró de reojo a Clarisse, quien soltó una risilla.

—Vaya, deja vu.

—¿Por qué lo dices, Wilbur? —preguntó Wally, ladeando la cabeza sin comprender.

—Me pasó algo parecido con Clarisse —admitió—. Solo que nosotros fue en un concierto y algunas... ejem, situaciones distintas. —Miró a la morena y ella sonrió—. El punto es que fue parecido.

—¿Concierto de quien?

—Three Days Grace —respondieron Wilbur y Clarisse al unísono.

—Nosotros fue con Semblant —comentó Caroline.

Winnie se acercó a Dennis y entrelazaron sus manos. La música cambió y empezó a sonar Lost in You de Three Days Grace. La primera impresión de él fue confusión, sus padres sabían que aunque le gustara ese grupo, preferiría algo de Breaking Benjamin, sin embargo, al recordar que Clarisse y Wilbur habían ayudado un poco con la fiesta, no le extraño mucho.

Los respectivos lobos sacaron a sus parejas a bailar y los dejaron solos, Dennis escuchó la música y supo que ese era el momento. Le tomó la pata y la guió afuera. Terminó llevándola al techo del hotel. Primero Winnie se mostró algo temerosa al subir debido a su miedo a las alturas, pero confiaba por completo en él, así que lo siguió.

Arriba, ambos se sentaron y se dieron las manos, mirando a las estrellas. La tenue luz de la luna los iluminaba con suavidad, acompañado por el repetitivo brillo de las estrellas. Era una escena hermosa para ambos y le recordó a Dennis la vez que estuvieron en el parque de esa misma manera, viendo el cielo nocturno, luego de que Winnie le revelara sobre el collar y el matrimonio forzado. Habían pasado tantas cosas juntos que ese recuerdo le parecía muy lejano.

Incluso allí arriba se escuchaba la música del salón.

Now everyday

I find myself say"I want to get lost in you"I'm nothing without you...

Suspiró y metió su mano libre en su ropa, sacando así una caja alargada, donde tenía el collar. Winnie lo miró curiosa sin decir nada. Dennis se armó de valor y habló.

—Winnie... qui-quiero darte esto —musitó, estirándole la caja.

Ella la tomó y la abrió. Adentro había un collar muy delicado con tres pequeños dijes: en la izquierda una luna, en la derecha una estrella y en el medio un reloj.

Lo miró asombrada, aunque aún no se explicaba el por qué de ese regalo.

Somehow i found a way to get lost in you... Let me inside, let me get close to you...

—Winnie... yo..., yo no soy muy bueno con las palabras en estos momentos pero... —suspiró—, pero quiero darte esto. N-no como el collar que tenías, que era un recordatorio de algo que no querías, sino como una muestra de que realmente me importas...

Change your mind, I'll get lost if you want me to...

Dennis ladeó la vista, con un notorio rubor y pena; la miró de reojo y notó que estaba sin habla, tal vez por la sorpresa.

—¿Qui-quizá te preguntes por qué tres dijes? La luna es por ti, por ser una mujer loba y la estrella es por mí, por ser un vampiro; juntos significan que no podemos ser uno sin el otro. Los vampiros son solitarios y longevos, como las estrellas, y los licántropos, brillantes como la luna, pero tanto la luna como las estrellas, son de la noche, y brillan porque el otro brilla. No hay luna que brille menos que una estrella, ni una estrella que no envidie la luz de luna; no hay uno sin el otro. Asimismo, no soy yo mismo sin estar contigo. —Suspiró, tratando de que los nervios no le jugaran en contra, venía el reloj, el más importante—. En cuanto al reloj, es lo más importante de los tres: significa que pase el tiempo que pase, siempre estaremos juntos. Las cosas que pasamos juntos desde pequeños, las dificultades que pasamos esta última semana y las cosas buenas que pasaremos a partir de ahora, nosotros, juntos.

Somehow I've found a way to get lost in you...
(somehow I've found)

Silencio.

Por un momento Dennis pensó que había arruinado el momento, pero cuando tuvo el valor de verla a los ojos, notó las lágrimas que le recorrían las mejillas. Pensó que quizá había dicho algo que la hiciera sentir mal o algo por el estilo y se alarmó.

Cuando Winnie vio su expresión de preocupación, negó con la cabeza a la vez que sonreía.

—No es por eso, zing-zing —lo tranquilizó—, es que de verdad me tomaste desprevenida. Es muy hermoso todo lo que has dicho, solo estoy emocionada.

Dennis sonrió, aliviado, y le hizo una seña para pedirle permiso y colocarle el collar. Winnie asintió, se giró un poco y se levantó el cabello. Él se lo colocó y cuando pudo apreciar cómo le quedaba, sonrió complacido.

El collar y los dijes brillaban trémulamente gracias a la tenue luz de la luna, acentuando la sonrisa de la loba.

—¿Qué te parece? —quiso saber—. ¿Te gusta?

Winnie asintió.

—Me encanta.

—¿Recuerdas lo que dijiste antes de que me despertara? —preguntó Dennis.

—Que quería estar a tu lado —respondió sin pensarlo.

—Sí. —Asintió—. Y este collar es la prueba de que yo también quiero estar contigo para siempre. —Dennis la tomó por la barbilla y la miró a los ojos, sonriendo libre al fin—. ¿Y tú, quieres lo mismo?

Winnie sonrió, lo tomó por las mejillas y lo besó.

A way to get lost in you...(A way to get lost in you)

No hicieron falta más palabras. Ese beso dijo todo por ella y por ambos, además de que el momento era muy hermoso como para estropearlo con palabras. Estaban felices. Ya no había collar que los agobiara. Ya no había boda que los molestara. Ya no había regla que les impidiera quererse.

Solo eran ellos y más nadie.

Solo querían estar el uno con el otro, juntos, sin que nada ni nadie los molestara, y así sería por siempre y para siempre.

Y quizá ambos fueran muy jóvenes para haber pasado por tanto y haber hecho todo eso. Por un amor. Por un Zing.

Pero ellos estaban dispuestos a todo eso y más, porque si había algo de lo que nunca se arrepentirían... era el haberse enamorado de un monstruo.

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