VIII. Salvado por una banda
Dennis lo invito a pasar y, nervioso, los guió hacia el sofá o la mesa, ya ellos decidirían en donde se sentarían. Con una sonrisa incómoda le ofreció algo de beber a ambos. Wilbur se negó, pero Clarisse optó por aceptar una bebida y se dirigió rumbo al refrigerador como si fuera su casa. Dennis la observó irse, divertido, ella nunca cambiaría, por otro lado, Wilbur estaba impresionado por el comportamiento de la morena. Dejando de lado a Clarisse posó su vista en Dennis, quien tenía una sonrisa incómoda, pareciera que el lobo lo analizaba con la mirada.
Cuando Clarisse llegó con ellos con un vaso de jugo, se sentó en el sofá y dio unas suaves palmaditas a su lado, para indicarle Wilbur que la acompañase, a lo que él acató. Eso hizo que Dennis arqueara una ceja. ¿Acaso se perdió de algo? Escuchó la puerta de la habitación cerrarse y al girar la cabeza vio salir a Winnie, quien tenía puesto el collar. «Por lo menos así no sospecharan nada.» La vio sentarse en el sofá al frente del de donde estaban Clarisse y Wilbur, mientras él iba a la mesa y tomaba la taza de café que dejó a medio terminar. Se dirigió hacia la loba y se sentó a su lado, cuando lo hizo ella le tomó la mano y entrelazó sus dedos con los suyos, como dándole algo de confianza. No puedo evitar esbozar una sonrisa al recordar que ya iban varias veces que ella le transmitía seguridad de la misma manera.
Por su parte Wilbur veía con los ojos entrecerrados a la pareja, mientras Clarisse al verlos, sonrió divertida.
—¿A qué se debe esta acogedora visita? —preguntó Dennis tratando de sonar calmado.
Intentó sonar serio y confiado mientras tomaba un sorbo de café, aunque causaba el efecto contrario, la mano le temblaba como si tuviera vida propia.
«Vamos Dennis, ¡contrólate!»
Clarisse se rio por lo bajo al ver su estado. Dennis sabía que ella lo conocía, y que solo se ponía así cuando ocultaba algo importante, y ahora que se había percatado de eso, estaba seguro que disfrutaría torturándolo para saber qué ocultaba.
—Es que encontré algo referente a eso —dijo Wilbur, señalando el collar.
Winnie miró de reojo a Dennis y este hizo lo mismo, mientras daba sorbos a su bebida. Su miradas se entrecruzaron como diciendo «Tranquilos y serenos». Ambos volvieron a posar su vista en el lobo, esperando que decidiera contar lo que sabía, después de todo, informarse sobre el collar a fondo no les vendría mal, aunque este esté obsoleto. Wilbur notó como lo veían y empezó a hablar.
—Después de nuestra conversación me puse a investigar sobre la piedra y luego de perder horas leyendo antiguos manuscritos encontré uno que detallaba su uso. —Se detuvo y soltó un suspiro pesado—. Como te había dicho eso se usa como si se tratara de un anillo de compromiso para los humanos, pero lo que no sabía es que se dejó de usar desde hace poco menos de mil años.
Dennis se extrañó por lo que escuchó. Si eso no se usaba desde hace tanto tiempo, ¿por qué Winnie lo tenía? Wilbur, quien notó su expresión, procedió a terminar de contar su hallazgo.
—Ese zafiro simboliza la pureza y responsabilidad de la prometida. Decía que la maldición de dicha gema solo podía incrustársele en una noche de luna llena y de igual manera también debía entregársele a la pareja en luna llena. —Miró a Winnie—. Como fue hecho contigo. Lamentablemente —agregó, mirando a Dennis— el libro estaba muy desgastado y las palabras estaban ilegibles, sobre todo en la parte sobre cómo quitarlo.
Dennis apretó el agarre en la pata de Winnie, mientras con la otra le daba suaves palmadas sobre el dorso y le sonreía con cariño en un intento de no hacerla sentir mal, y a la vez indicándole que se contuviera, porque notó que sus ojos desbordaban felicidad al saber el por qué dejó de funcionar el collar, y ¿por qué negarlo? él también. Ahora solo debía resistir el tiempo suficiente para que Wilbur no se dé cuenta de que el zafiro estaba opaco, si es que quería sobrevivir.
—¿Y viajaste de Transilvania hasta aquí solo para eso? —indagó el vampiro.
Wilbur negó con la cabeza.
—¿Entonces? —inquirió Winnie.
—Vine a un concierto —respondió.
Dennis y Winnie miraron lo incrédulos. ¿Se lanzó semejante viaje de Transilvania a California por un concierto? El vampiro vio ahí la oportunidad para desviar el tema y evitar que Wilbur llegara a preguntar algo sobre ellos, pero Clarisse se les adelantó.
—¿De quién?
—Three Days Grace.
Ambos pudieron observar cómo el rostro de Clarisse pasó a una euforia total. Tenía los ojos abiertos como platos y una sonrisa en toda la cara, estuvo casi a punto de pegar un grito de alegría.
—¿En serio? —preguntó emocionada—. Yo también voy, ¿es el de hoy? —Wilbur asintió—. No puedo creerlo, vamos juntos. —Y se lanzó a abrazarlo.
Dennis abrió la boca, sorprendido por lo que veía. ¿Desde cuándo Clarisse era así? Bueno, ella era alegre con todos, pero no hasta ese nivel; arqueó una ceja y volteó a ver a Winnie quien estaba incrédula de lo que veía. Le dio unos suaves golpes con el codo como diciendo «¿Ves lo que yo?», a lo que el vampiro se rió por lo bajo.
Clarisse se separó del lobo algo apenada y le pidió disculpas por haber hecho eso de improvisto, se le veía cohibida y tartamudeaba con frecuencia, al igual que Wilbur.
Dennis se sorprendió aún más. Clarisse, quien era la típica amiga confianzuda y arriesgada, ¿con pena? ¿Tartamudeando? ¿Qué estaba ocurriendo allí? Es entendible que esté emocionada, ya que Three Days Grace es su banda favorita, ¿pero que actúe así? Hasta se parecía a él cuando estaba con Winnie.
«¡Oh no! ¿Acaso ellos?»
—¿Por qué llegaron juntos? —preguntó, solo así se podría confirmar o no su teoría.
Wilbur iba a responder, pero la morena se le adelantó, no sin antes pasarle un brazo por el cuello en modo juguetón.
—Me lo encontré en la entrada del hotel —respondió Clarisse—, estaba fijo en su celular y miraba para todos lados como intentando orientarse, así que lo ayudé.
Dennis dio un sorbo a su bebida sin apartar la vista de ambos, oteándolos con sospecha. No terminaba de creerse ese cuento, ahí había algo, y rogaba por todo lo que quería que no fuera lo que creía estaba pensando.
—Y yo vine porque quería saber el motivo de que se hayan ido de la fiesta tan temprano. ¡Eran las dos de la mañana! Me dejaron sola y abandonada —bromeó ella—. ¿Por qué se fueron tan temprano? La fiesta terminó a las cinco.
Dennis, quien estaba bebiendo su café, al oír la pregunta no pudo evitar pensar en lo que Winnie y él hicieron esa noche, ocasionando que se atragantara un poco con la bebida caliente, haciendo toser con brusquedad. Winnie a su lado solo se ruborizó muy leve, y le dio suaves palmaditas en la espalda, ayudándolo. Aunque esas palmadas para ambos eran un claro mensaje: tenemos que calmarnos.
Clarisse se sorprendió ante la reacción de Dennis, lo que la hizo preguntarse si esos dos habrían hecho algo. Y fue ahí cuando todo cuadró perfecto, por eso estaba tan al pendiente de todo, por eso estaba tan nervioso y por eso ambos se lanzaban miradas furtivas cada tanto tiempo. Esbozó una sonrisa maliciosa como socarrona y lanzó una mirada al vampiro, que al verla, desvió el contacto visual. Eso lo confirmaba; «Todo un tigre» pensó, y soltó una risilla para ella. Ahora tenía material de primera para molestar a su mejor amigo.
—Es que estábamos cansados —dijo Dennis, mirando de reojo a Wilbur.
—¿Y más nada? —preguntó la morena levantando ambas cejas a la vez, estaba disfrutando esto.
—No, no. ¿Qué ha-habría de pasar?
—Bueno, no sé, dímelo tu...
Dennis le lanzó una mirada homicida, a lo que ella ensanchó aún más su sonrisa y le sacó la lengua. Escuchó un carraspeo emitido por el lob y ahí se tensó.
«¡Ay no, no, no, no!», pensó Dennis.
—Dennis —habló Wilbur—, quiero preguntarte algo: ¿por qué el olor de mi hermana esta en ti?
«Bueno... Viví una buena vida.»
Su expresión enojada con Clarisse se disipó en un santiamén, sus ojos se quedaron en blanco y su boca formó una línea rígida en su rostro. Se puso pálido hasta el punto que asemejaba el color blanco de la mesita de centro y empezó a tartamudear palabras incoherentes. Winnie notó esto y salió al rescate, tanto de Dennis como de ella misma, no iba a arriesgarse a que él dijera algo que los comprometa... aún más.
—Eso es porque dormimos juntos —aclaró, con una tranquilidad inaudita.
—¿Qué? —se sorprendió Wilbur, enojado.
—Wilbur, hay una sola cama —le aclaró—. Además, Dennis es mi novio, ¿pretendes que lo pusiera a dormir en el suelo? —Empezó a fruncir el ceño—. Y dejas de celarme. Sé que me cuidas, pero estoy con mi zing-zing. Nada malo me va a pasar.
Dennis salió de su limbo y miró a Winnie luego de escuchar esas palabras. ¿Cómo hacía ella para permanecer tan tranquila? Apretó el agarre en su pata mientras recuperaba la compostura; otro punto más para amarla: lo había salvado de una muerte prematura.
Clarisse, cuando vio cómo Wilbur iba a protestar, decidió intervenir. Colocó una mano sobre la pata del lobo, y cuando él la vio, ella negó con suavidad sin apartar la vista de sus ojos. Wilbur bajó las orejas, derrotado, si bien era difícil ganarle en una discusión a su hermana, iba a ser peor con una amiga de ellos apoyándola.
—Tenemos que organizarnos antes de ir al concierto —dijo Clarisse, sonriendo.
Wilbur fijo la vista en los ojos marrones de ella, soltó un pesado y largo suspiro para luego esbozar una sonrisa. Le asintió y se levantó, le estiró la pata y como todo un caballero la ayudó a ponerse de pie.
Winnie observó la escena incrédula. ¿Cómo hizo ella para calmar a Wilbur? Por lo general cuando él inicia una discusión le llevaba mucho tiempo tranquilizarse, sin embargo, Clarisse lo hizo en unos segundos. Los miró a ambos con los ojos entrecerrados, pasando la vista de ella a su hermano y viceversa, en cambio, Dennis solo se preguntaba cómo paso Wilbur de ser un mini-tornado andante a ser tan caballeroso.
Ambos se dieron miradas significativas como diciendo «Aquí pasa algo».
Con una sonrisa, ella se despidió de ambos, en cambio, Wilbur abrazó a Winnie y le dio la mano a Dennis, no sin antes lanzarle una mirada de advertencia. Él rió nervioso y los despidió a ambos. Clarisse y Wilbur iban rumbo a la puerta hablando alegremente, ella le preguntaba cual era su canción favorita de TDG, y él respondió la que por casualidad era la misma que la de ella. Increíblemente fue salvado por una banda. Escucharon la puerta cerrarse y ambos suspiraron aliviados.
Luego de unos segundos de silencio, ambos se miraron, se sonrieron y se abrazaron con fuerza, riendo y dando vueltas por la habitación. Ahora podían dejar salir toda la felicidad que tenían; aunque por poco Wilbur los descubría, eso no les importaba ahora. Al dejar de girar Dennis le acarició la mejilla con el dorso de su mano antes de plantarle un beso en los labios.
—Te amo —musitó al separarse.
—Te amo, zing-zing —respondió ella.
Dennis le quitó el collar y lo colocó en la mesita de centro antes de volverle a dar otro beso. Estaba eufórico, alegre, feliz y muchas emociones más. La abrazó por la cintura y no pudo resistirse a levantarla en el aire, mientras ella reía con él. Al colocarla en el suelo, fue ella esta vez la que le dio un beso. Al separarse se sonrieron y rozaron sus narices con cariño.
—Te salvaste por poco —comentó Winnie.
—Sí... Si tú no hubieras reaccionado a tiempo y no me hubieras salvado de esa situación, ahora sería vampiro muerto.
Ambos empezaron a reír, dirigiéndose al cuarto. Winnie fue la primera que se lanzó a la cama, mientras Dennis buscaba su celular en su mochila. Al sacarlo observó que tenía doce llamadas perdidas de Clarisse y siete de Wilbur. Sonrió incomodo, ¿así de agotadora fue su jornada nocturna? Se sonrojó al pensarlo y observó que faltaban pocos minutos para las dos de la tarde, ahí recordó que ninguno había comido nada. Tomó el teléfono fijo que estaba en la mesa de noche al lado de la cama y pidió varios alimentos al servicio a la habitación.
Después de colgar se metió en la cama junto a Winnie, pasándole un brazo alrededor del cuello mientras ella pasaba los canales en busca de algo entretenido. Se detuvo en un canal que estaba transmitiendo el último concierto de su banda favorita: Breaking Benjamin. Dennis la miró intrigado.
—¿Por qué te detienes ahí? —quiso saber.
—Es que es mi banda favorita —afirmó Winnie.
Dennis abrió mucho los ojos mientras una sonrisa se le dibujaba en el rostro. Sin pensarlo dos veces la abrazó por la cintura, pegándola hacia él.
—¿También es la tuya? —preguntó Winnie al notar su reacción.
—Sí —asintió—. Ahora sé lo que sintió Clarisse con Wilbur.
Luego de la muestra de cariño, sonó el timbre de la puerta indicando la llegada del servicio. Dennis se levantó y salió de la habitación a recibir su pedido, luego de unos minutos entró empujando un carrito con varios platos de comida y unas bebidas en el piso superior y en el del medio, en cambio, en el del fondo estaban varios postres.
En menos de veinte minutos ambos arrasaron con todo en el carrito. Ahora estaban comiéndose el último postre que había, un pastel de chocolate; ambos comían las últimas rebanadas, acostados en la cama.
—Hablando de Clarisse y Wilbur —preguntó Winnie, dándole una mordida a su trozo de pastel— ¿no los notaste algo extraños?
—Sí —concordó Dennis—; Clarisse estaba algo nerviosa después de que le dio ese sorpresivo abrazo a Wilbur, algo muy raro en ella.
—¿Por qué es raro? —quiso saber.
—Es que ella es la típica amiga lanzada y confianzuda, de las que llega sin avisar y siempre tiene un brazo encima de todos.
—¿Así es contigo?
—Sí; casi siempre está colgando de mí, o dándome un abrazo, o haciéndome enojar... —Soltó una risilla y miró con el rabillo del ojo a Winnie. Se le notaba algo molesta—. ¿Acaso estás celosa? —preguntó divertido apretándole una mejilla.
Winnie desvió la mirada hacia la televisión, centrándose en la transmisión del antiguo concierto. Dennis sonrió ante eso y no pudo evitar apretarle las dos.
—Estás celosa —acertó juguetón.
—N-no, ¿cómo voy a est...? —No terminó la frase porque él la calló de un beso.
—Te amo —dijo al separarse de ella. Le acomodó un mechón de cabello mientras la miraba a los ojos—. No hay necesidad de que te pongas así, pero eso me dice que me amas. —Sonrió, y le dio otro beso.
—¿Cómo tu en la feria? Escuché ese grito: «¿Cómo le hace eso a mi Winnie?» —bromeó imitando la voz del vampiro.
Dennis se puso rojo, asemejando al rojo de sus cabellos. Reaccionar de esa manera y decir lo que dijo cuando técnicamente no eran nada, lo hizo apenarse bastante, empezó a tartamudear intentando decir algo, pero fue silenciado por un beso de la loba. Al separarse ambos empezaron a reír sin apartar la mirada del otro.
—Yo también te amo —sonrió ella.
Winnie se recostó en si pecho, mientras él la acercaba más hacia sí. Se terminaron su pastel viendo el concierto pasado y luego de que terminara se pusieron a ver una película elegida por ella.
—Zing-zing, crees que Clarisse y mi hermano... tú sabes, ¿sean Zing? —soltó de improvisto.
—No, no creo... —Recordó la actitud nerviosa de la morena, el caballerismo del lobo, los gustos parecidos, la ida juntos al concierto y la manera en que ella evitó que Wilbur iniciara una discusión, ocasionándole abrir los ojos de la sorpresa—. ¿Será? —preguntó.
—No estoy segura, aunque algo me dice que sí.
—¿Qué tal si la llamamos?
—Dennis, no —lo detuvo ella—. No podemos simplemente preguntarle.
—Tranquila —la calmó, y sonrió—, yo sé qué decir.
Estiró su brazo hasta alcanzar su celular y le hizo una videollamada a Clarisse. Al contestar solo se vio una larga melena castaña, y al fondo se oía una música al máximo volumen, que por lo que Dennis pudo reconocer era Gone Forever. Clarisse se apartó el cabello del rostro, dejando ver sus ojos marrones, y saludó a la pareja.
—Hola, pareja, ¿qué tal?
—Bien, solo llamábamos para saber que ibas a hacer en la tarde, Winnie quiere ir a ver una película y quisimos saber si te gustaría venir —dijo Dennis; recibió un golpe en el hombro de la loba y cuando la vio ella le hizo señas como diciendo «A mi no me metas en eso».
—No sé son las... —Giró su vista al reloj de su casa—. Son las tres y media... No, no creo que vaya, el concierto de TDG empieza a las cinco y nos tomará unos treinta minutos llegar, y claro, si llegamos antes puede que nos encontremos a la banda y nos autografíen algo, o mejor, nos tomemos fotos —comentó ella, emocionada.
—¿Nos? —Después de la pregunta escuchó una voz al fondo.
—Clari, ¿vas a querer helado? —Dennis arqueó una ceja al oír ese apodo, vio asentir a Clarisse y ella volvió a posar la vista en él.
—¿Clari? —preguntó burlón—. ¿Acaso tus padres llegaron del viaje de negocios?
—No.
—Entonces, ¿quién est...? —No pudo terminar la pregunta porque fue interrumpido.
—¿No vas a querer Clari? —se oyó al fondo.
—Sí —dijo ella.
—Entonces para que dices que no. ¿Sí o no?
Dennis se estaba conteniendo las carcajadas, mientras mecía el brazo de Winnie para que viera cómo la morena se debatía entre él y quien sea el que estuviera con ella en su casa.
—¡Claro que sí quiero! —gritó.
—¿Entonces para qué dices que no?
—No era a ti.
—¿Entonces?
—¡Wilbur, solo tráeme el helado! —ordenó. Cuando ella se dio cuenta de lo que dijo se quedó quieta en el acto y lentamente posó la mirada en la pantalla.
Dennis y Winnie estaban incrédulos a lo que oían. La loba mantenía la mirada fija en Clarisse, mientras que él tenía una sonrisa socarrona en el rostro y la veía con los ojos entrecerrados, ahora iba a tener material para molestarla todo lo que quisiera y desquitarse lo de hacía rato.
—¿Así que Wilbur, eh? —arqueó una ceja, sugerente.
—Dennis, no me mires así que sé lo que estás pensando —se exaltó ella. Dennis empezó a reírse, se le hacía muy divertida su reacción—. Es solo que lo invité un rato a charlar mientras esperábamos para ir al concierto.
—Bien. Entonces los dejo, nos vemos.
La llamada finalizó y en la habitación rondó un silencio fantasmal. Luego de unos minutos Winnie habló.
—Tenía razón —dijo victoriosa.
—Puede ser —suspiró Dennis—. Pero aún no es seguro, puede que sean solo amigos y ya.
—¿Quieres apostar? —preguntó Winnie, con un tono de voz entre seguro y provocativo. Dennis suponía que ella sabía cómo se comportaba su hermano y si ella decía algo, lo más probable era que así fuera.
—Soy todo oídos —sonrió él.
Winnie se colocó sobre Dennis, mirándolo desafiante y apuntándolo con el dedo.
—Si resulta que ellos no son Zing, te invitaré al próximo concierto de Breaking Benjamin, pero si sí son, tendrás que hablar con papá y decirle que el collar ya no funciona... explicándole el por qué.
Ella tenía una sonrisa en el rostro, y Dennis estaba pensándolo: si resulta que Clarisse y Wilbur no eran Zing, tendría un boleto gratis, y si lo eran, estaría jugando un partida de cartas con la misma muerte. Bah, de total ya tenía planeado decírselo; de una forma o de otra era ganar-ganar.
—¿Y bien? —Winnie agachó su rostro quedando a milímetros del suyo.
—Acepto. —Sonrió y le dio un beso—. Igualmente planeaba hablar con el tío Wayne.
—¿Sabes lo que eso significa? —Dennis asintió—. Probablemente te ataquen trescientos hombres lobo, trescientos uno incluyendo a papá.
—¡Hey! No me hagas reconsiderarlo —rió y le dio otro beso—. No me importa si es uno, trescientos o mil hombres lobos, igual lo haré. ¿Sabes por qué? —preguntó picarón—. Porque te amo.
Winnie se recostó sobre el pecho de Dennis, mientras él le acariciaba el cabello. Ambos debían admitir que eso los relajaba.
—Amo esto.
—¿Esto? —preguntó Dennis, acariciándole la cabellera.
—Sí..., me relaja —afirmó cerrando los ojos. Luego de unos minutos así, los abrió de golpe y miró al vampiro—. Zing-zing, tengo hambre.
Dennis la miró sorprendido pero no pudo reprimir una sonrisa.
—Pero no ha pasado de una hora desde que almorzamos... ¡Y nos comimos lo que había en los tres pisos del carrito!
Cuando cayó en cuenta de lo que dijo se dio una bofetada mental. «Espero que no se dé cuenta de que sin querer le dije comelona, o peor, creerá que le dije gorda», pensó nervioso.
—Pero igual tengo hambre —dijo haciendo un puchero.
«Gracias al cielo no se dio cuenta.»
Emitió un suspiro dejando salir su preocupación y le sonrió, mientras se acercaba al teléfono de la habitación. Iba a pedir otro carrito de tres pisos, para ver si esta vez estaba satisfecha; pero no llegaba por poco, con Winnie encima se le dificultaba moverse.
—Winnie, no me puedo mover contigo encima.
—No me voy a quitar —chilló ella.
—Pero, ¿cómo llego entonces?
Ella estiró el brazo y descolgó el teléfono, pasándoselo. Dennis lo recibió y llamó de nuevo al servicio a cuartos, pidió lo mismo que la última vez y colgó. Ella lo miró y le dio un beso de buenas a primeras, cosa que no le disgustó, aunque sí lo confundió.
—¿Te parece si vamos mañana a ver a mis padres? —preguntó Dennis.
—¿Por qué? ¿No crees que te castigaran por escaparte?
—No lo sé, pero creo que será mejor aclarar todo con ellos, incluyendo lo del collar. «Al mal paso, darle prisa».
—Bien, confío en ti. —Y colocó su cabeza en su pecho.
—Te amo —musitó, acariciándole los cabellos.
Winnie levantó la vista y le dio otro beso.
—Y yo a ti, zing-zing —respondió sonriendo, mostrando sus afilados incisivos.
Se volvió a recostar sobre él y dejó que la relajara con las caricias. Duraron así un tiempo antes que el timbre de la puerta sonara indicando la llegada del servicio. Winnie se quitó de sobre Dennis y este se levantó a abrir, no sin antes llevar el carrito vacio que tenían.
Al minuto Dennis volvió empujando un carrito, también de tres niveles, repleto de comida y postres. Winnie lo miró y luego al carrito, no pudo evitar sonreír. Se sentó en la cama y colocó una película para ver mientras comían. Dennis, al verla sentada y notar como lo veía, no pudo evitar recordar cuando ella lo vio de la misma manera mientras estaban jugando limbo en la fiesta de sus hermanos hacía tanto tiempo, lo que le hizo esbozar una sonrisa retrospectiva. Él le pasó uno de los platos que había, no sin antes robarle un beso, a ella, se sentó a su lado en la cama y se dispuso a ver la película elegida por su compañera.
Era como si algo en ella le atrapara la mirada, algo en ese suave pelaje chocolate, en esos ojos azul cielo, su forma de ser, su risa, su tristeza, su dolor y sus sueños, sus lágrimas y su felicidad, toda ella, le fascinase. Quizá no sabía lo que le deparaba el futuro, o cómo reaccionaría su tío Wayne, o si Alexis la dejaría en paz o tendría que convencerlo a la fuerza, pero algo que sí sabía era que quería a Winnie. No. Era algo más, la necesitaba para ser él mismo.
No tenía idea de qué les deparaba, aunque ahora, justo ahora, en ese preciso momento sabía algo, lo sabía muy bien.
Y era que amaba ese tiempo con ella.
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