III. Sensaciones
Dennis estaba con una sonrisa nerviosa en todo el rostro sin saber qué decir o qué hacer. Pasaba la vista de la loba a la morena una y otra vez, a una velocidad que parecía un partido de ping pon profesional. Veía la expresión de Clarisse y era una que no supo interpretar; ¿Miedo? ¿Horror? ¿Impresión? Quizá era una mezcla de todas esas y otras más.
Y todo empeoró cuando Winnie se colocó a su lado y le tomó la mano. Clarisse empezó a levantar muy lento su dedo índice, señalándola. ¿Ahora qué se supone que debería decir? Miró de reojo a su madre para que le echara una mano, pero ella se desligó del asunto haciendo como si leyera. ¡Perfecto! Ahora sin apoyo. Se arrepentía de ser un vampiro inmortal, porque en ese preciso momento quería morirse.
—Clarisse... —dijo, alargando el nombre.
Ella ni siquiera lo miró, tenía la vista fija en Winnie.
—Wow —gritó eufórica—. ¡Ese disfraz está increíble!
Dennis pudo sentir el alma le abandonó su cuerpo al oír eso. ¡Clarisse creyó que Winnie llevaba puesto un disfraz!; no se partió de risa porque quería ver hasta donde llegaba, quizás, solo quizás, ella misma se inventaba algo. Oyó que su madre soltó una leve risilla la cual ocultó con el libro.
—¿Cómo supiste que el baile de graduación lo harían con disfraces? —preguntó emocionada.
¡Espera, ¿qué?! Oh, por la noche, la suerte estaba sonriéndole descaradamente salvándolo de ese apuro.
«No digas nada, Winnie —pensó—, no digas nada, por lo que más quieras ¡No digas nada!»
Pero el destino tiene maneras retorcidas de divertirse.
—Esto no es un disfraz —aclaró—, soy una mujer lobo de verdad. —Sonrió, mostrando sus afilados incisivos.
La temblorosa sonrisa Dennis pasó a una línea larga a una velocidad que rivalizaba con la de una tortuga, fue un espectáculo digno de ver. De improvisto jaló a la loba y se la llevó a la cocina, dejándole a su madre el problema de Clarisse.
Una vez en la cocina, Dennis colocó ambas manos sobre la mesa y empezó a respirar sonoramente, debía calmarse. ¿Qué sería lo peor que podría pasar? ¿Humillación? ¿Aislamiento social?
«Ya, Dennis —pensó—, cálmate..., respira.»
—¿Por qué dijiste que eras una mujer lobo? —le preguntó a Winnie, con una pizca de rabia en su voz.
—¿Acaso es mentira?
Dennis no respondió, se frotó las sienes para no terminar diciendo algo de lo que se pudiera arrepentir.
—Acaso... —Pareció dudar en preguntarlo, pero lo hizo de todos modos— ¿Acaso te avergüenzas de mí? —quiso saber Winnie, desviando la mirada y bajando las orejas.
Dennis notó la expresión de la loba y trató de disculparse.
—Winnie, no... no es eso.
—No, no te preocupes, Dennis —cortó, triste—, solo diré que esto es un disfraz y asunto resuelto.
Dennis sin pensarlo abrazó a la loba.
—Lo siento, Winnie —suspiró, estrechándola en sus brazos, su pelaje era muy suave—, es solo qué ella es mi mejor amiga y no quiero que se aleje de mí.
Winnie se sorprendió por el repentino abrazo, pero no lo rechazó, al contrario, lo correspondió. Pasó sus brazos por la cintura del vampiro y apoyó su cabeza su hombro, y con una leve risilla, replicó:
—Creí que yo era tu mejor amiga.
Él sonrió ante la respuesta, se separó y la tomó por el mentón, y mirándola a los ojos le dijo.
—Eres más que eso —sonrió.
Un momento... ¿Que acababa de decir? Ambos se ruborizaron, desviaron la mirada y volvieron al tema principal. Dennis la tomó de la pata y se fueron a la sala.
—Hora de presentarte como es debido —le dijo a la loba. Ella asintió con una leve sonrisa mientras la llevaba a la sala.
Cada paso que Dennis daba estaba o lleno de confianza, o lleno de indecisión, incluso podía jurar escuchar una tenue marcha fúnebre a sus espaldas. Se dio una bofetada mental para dejar toda la preocupación atrás, después de todo, ¿qué era lo peor que podía pasar?
Al estar de nuevo frente a frente con Clarisse, respiró profundo dispuesto a contarle todo. Sintió como Winnie entrelazo sus dedos con los suyos, en un intento de darle confianza; la vio y esbozó una sonrisa que le reconfortó.
Mavis miraba de reojo como Dennis y Winnie se sonrieron, causándole mucha ternura. Quizá ellos ya...
—Clarisse, te presento a Winnie —dijo Dennis, con la voz algo temblorosa.
La morena saludó alegre, sin saber nada de lo que sucedía.
—Me gustó mucho tu disfraz, ¿acaso eres la cita de Dennis para el baile?
Eso ocasionó un leve rubor en ambos. Dennis notó que Winnie no dijo nada, pero su agarre se apretó un poco, indicándole que continuara. Dennis carraspeó un poco y habló.
—Clarisse, este... eso no es un disfraz —titubeó. Apretó un poco la pata de Winnie, indicándole que le demostrara de alguna manera su punto.
Por suerte ella lo entendió y le mostró sus garras, a la vez que sonreía dejando ver sus afilados incisivos, si es no la convencía, no sabía qué lo haría. Dennis vio que la expresión alegre de Clarisse pasó a una de confusión, luego a una de incredulidad, para terminar en el terror. Ocurrió tan rápido que apenas pudo notarlas.
—Por favor no grites —rogó, intuyendo la posible reacción de Clarisse.
Vio como ella suprimió el grito que estaba por dar y trató de calmarse. Cuando por fin vio que se relajó, se sentó frente de ella, con Winnie a su lado, sin soltarla.
Poco a poco le fue explicando sobre él y todo lo referente a los monstruos, a lo que ella escuchaba atenta y sin interrumpir. Eso le pareció extraño, llevaba tiempo conociéndola y sabía que no era de las que prestaba atención de manera callada. Quizá estaba así por el impacto o por el miedo, supuso. Luego de un rato terminó de contarle todo, le dijo sobre su abuelo y madre vampiros, sobre Winnie y los suyos, sobre el verdadero nombre del hotel, y sobre todo lo referente a los monstruos.
El silencio inundó el lugar, comenzó como un silencio tenue, pero de a poco se volvió incómodo.
—En pocas palabras, ¿eres un vampiro? —Dennis asintió—. Tu madre también. —Volvió a asentir—. Y ella es una mujer lobo. —Asintió nuevamente—. ¿Seguro que no hay otra cosa que estés pasando por alto? —preguntó.
Dennis negó con la cabeza.
—Bueno —suspiró Clarisse—, no te diré que no me sorprendió lo que me acabas de confesar, ¿pero por qué ahora? ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Él se rascó la nuca, incómodo por la pregunta, mirando de reojo a Winnie, la cual lo miraba intrigada, ya que ella quería saber también. Dio un pesado suspiro y respondió.
—Porque no sabría como reaccionarías —aseveró—, o sea, que venga yo de un día para otro y te diga «Hey soy un hibrido de vampiro» no sería algo creíble, ¿o sí? Pensé muchas veces en decírtelo, pero nunca lo hacía. —Apretó el agarre de Winnie y la miró de reojo—. Aunque alguien me dio el valor de hacerlo. —Sonrió.
Mavis sonrió levemente con las palabras de su hijo, mientras Clarisse solo se encogió de hombros riéndose.
—Venía a invitarte por ahí, pero veo que estas ocupado. —Sonrió de improvisto—. Oye, ¿quieren ir a la feria esta noche?
Dennis miró a Winnie y ella asintió feliz.
—Sí, claro... ¿Te parece en la noche? —indagó.
—Claro —asintió—. ¿A qué hora?
—No sé, depende de a qué hora nos levantemos... A las 10:00 pm. ¿Te parece?
Clarisse asintió y Winnie emitió un pequeño bostezo, el cual no pasó desapercibido por el joven vampiro.
—¿Tienes sueño? —quiso saber.
Winnie asintió emitiendo otro bostezo.
—Ve al cuarto y acuéstate —le aconsejó Dennis—, y me dejas espacio.
—Sí, zing-zing—dijo mientras se retiraba.
Él la vio retirarse con una sonrisa mientras Clarisse notaba la expresión en el rostro de Dennis. Esbozó una sonrisa pícara y preguntó.
—¿Zing-zing?
Dennis se quedó en silencio, sorprendido por la pregunta.
—Este... eso es... bueno —balbuceó.
Mavis emitió una risilla desde donde estaba.
Clarisse veía como Dennis balbuceaba y emitía palabras incoherentes. Con un ademán de la mano le resto importancia y le pregunto otra cosa, esta vez, con una sonrisa maléfica y levantando ambas cejas.
—¿Duermen juntos?
Con esa pregunta el rostro del joven se volvió totalmente rojo ¿Cómo explicarle que, efectivamente, ellos durmieron juntos? ¡No juntos, juntos; pero juntos!
Clarisse rió ante la reacción de Dennis y con un suave golpe en el hombro dejó el asunto atrás. Abrió su chaqueta y sacó el boletín de calificaciones del vampiro, se lo entregó y con un ademán de la mano se retiró. Se dio media vuelta cuando estaba en el umbral de la puerta y le habló.
—Se nota que la quieres —dijo con una sonrisa.
Dennis sonrió incomodo mientras se rascaba la nuca, apenado, se despidió de Clarisse y la vio marcharse. Cuando ella se fue, se giró hacia su madre y le pidió que hablara con su abuelo para que mandaran la ropa de Winnie; no podía dejarla que use siempre lo mismo.
Mavis asintió y tomó su celular para llamar a Transilvania.
Una vez que Dennis vio que su madre estaba resolviendo ese asunto, se dirigió a la cocina y terminó su desayuno. Al terminar, lavó su plato y procedió a irse a su habitación por una muy merecida siesta.
Entró y lo primero que vio fue a Winnie en su cama. Lo dudó por un momento, pero si técnicamente ya durmió con ella una vez, ¿qué daño causaría volverlo a hacer? Aunque dudaba de si hacerlo o no.
Con delicadeza se metió en la cama y se acostó junto a ella. Se sentía extrañamente cómodo, no sabía cómo expresarlo en realidad. ¿Cariño? ¿Aprecio? No encontraba la sensación que le causaba estar ahí con ella, notó que el pelaje de Winnie era suave y cálido. Otro punto a favor para dormir a su lado.
Por acto de reflejo le pasó un brazo sobre ella y la acercó, en eso, ella se movió un poco y abrió los ojos, algo aletargada.
—¿Zing-zing?
Dennis no respondió, solo la acercó más a él. Sintió como ella se acurrucó contra su pecho y gracias a su suave pelaje se pudo relajar, sintiendo como poco a poco el sueño le llegaba.
Sintió como el suave pelaje se frotaba contra su piel, tenía mucha flojera en despertar (aunque estaba despierto, solo debía abrir los ojos), aspiró profundo, intentando volver a dormir, pero lo embriagó el olor de Winnie. Su pelaje tenía un suave olor a canela con un toque de almendra. Debía de ser el acondicionador de ella, supuso Dennis. Se acomodó mejor y trató de dormir, pero escuchó una risilla.
«¿Sería Winnie?», pensó.
Con el mayor desgano del mundo abrió los ojos con lentitud y miró a la loba, con el brazo que tenía libre le acarició la cabeza y las orejas. Sonrió
«No sé qué me pasa con ella —pensó—, pero me hace feliz tenerla cerca.»
Vio como ella empezó a reírse, levantó su rostro y lo miró a los ojos. Ambos tenían la mirada puesta en el otro; Dennis notó como ella empezó a acercarse lentamente hacia él. ¿Qué debía hacer?
Sin pensarlo mucho, él también empezó a acercarse. ¿Sería posible que...?
—¡Ow! Que tiernos...
Esa voz cortó el momento, con asombro, pena, miedo y otras muchas emociones, giró de manera muy lenta su cabeza para ver de dónde provenía esa voz, pero en su interior ya lo sabía.
Cuando vio de donde había salido esa voz, Dennis se puso pálido, y no era para menos, la reconocería donde fuera. Era Clarisse. Estaba apenado por el hecho de que ella los encontrara así, y aún más aterrado porque ella sostenía entre sus manos su celular, mientras los veía con una sonrisa traviesa.
Clic.
Ese sonido. El sonido de cuando toman una foto. Dennis estaba congelado, su mente aún no procesaba lo que acababa de pasar, y cuando lo hizo, su reacción fue lanzarse el objeto más contundente que tenía a su disposición: una peligrosa y mortífera... almohada.
—¡Clarisse! —chilló, apenado.
Ella rió divertida y salió de la habitación.
Dennis miró a Winnie y vio que ella estaba igual de impresionada que él. Él se bajó de la cama y al mirar el reloj se sorprendió. Eran las 9:43 pm, y debían estar listos a las 10:00 pm.
Jaló de la pata a Winnie y la llevó al baño para lavarse los dientes y salir.
Después de los respectivos arreglos en cada uno, salieron de la habitación y bajaron a la sala. Winnie llevaba su mismo conjunto, pero Dennis llevaba un jean negro, una camisa verde con un quince estampado en blanco y una chaqueta negra.
Una vez en la sala se despidieron de Mavis y salieron junto a Clarisse.
En el camino a la feria, Dennis sintió como Winnie se le acercó y lo tomó de la mano. Acción que no pasó desapercibida para Clarisse, ya que vio como esbozaba media sonrisa.
—Llamaré a Kevin —dijo Clarisse, marcando en su celular—. No seré la lamparita.
Dennis al oír eso se ruborizó un poco.
Caminaron los tres hasta la feria, y en el camino Clarisse les hacía muchas preguntas a Winnie; unas sencillas y otras algo personales. No obstante, una hizo sonrojar a Winnie y Dennis.
—¿Por qué le dices zing? —preguntó Clarisse.
—Eso es porque...
—Oh mira, ya llegamos —interrumpió Dennis, previniendo en darle material a la morena para que lo molestara después, señalando la entrada a la feria, y en ella estaba Kevin.
Clarisse saludó alegre al joven, le pasó una mirada rápida, él llevaba unos bermudas y camisa negra, que le venía bien con su piel clara y cabellos rubios.
—Vaya estás muy guapo —dijo.
Winnie, al ver la escena entre los dos humanos, le preguntó a Dennis.
—¿Acaso ellos son zing? —susurró.
—Winnie, el Zing no se aplica a todos los humanos —le explicó, no era que Dennis supiera mucho del tema, pero algo sabía—, a diferencia de nosotros los monstruos, que vivimos mucho y un Zing significa para toda la vida, para un humano es más complicado, debido a que ellos son muy cambiantes. Por ejemplo, una persona puede estar casada treinta años, pero de un día para otro decide dejarlo y buscarse una nueva pareja. Claro, existen humanos que encuentran el Zing, como mi padre, aunque es realmente extraño. Por lo general el Zing no se aplica en humanos. Por lo general...
—Ya veo..., y me doy cuenta que en todo este tiempo que no nos hemos visto te has vuelto más maduro —alagó Winnie apretando el agarre en Dennis.
El joven vampiro sonrió apenado por el alago. Vio cómo Clarisse le dirigió una mirada picarona, como diciendo «Me voy con Kevin por ahí. ¡Diviértanse!».
Dennis asintió y entró a la feria con Winnie, notó que el que le vendió los boletos no se alarmó o asustó al ver a la loba, cosa que le pareció extraña. Sin embargo, al ver a su alrededor notó a varias personas, niños y adultos, disfrazadas. Ahí entendió por qué Clarisse les sugirió venir acá.
«Muy astuta Clarisse... —pensó—, muy astuta.»
Al adentrarse en la feria notó que Winnie parecía estar emocionada, miraba a todos los puestos pero en concreto a los de comida. Cortésmente le sugirió ir a los perros calientes, cosa que ella aceptó gustosa.
Mientras caminaban hacia el puesto vio como ella, de un momento para otro, dejó toda la emoción y alegría que sentía, sustituyéndola por temor y angustia. ¿Temor? Pero si ella era una mujer lobo... ¿A que le podría temer?
—Zing-zing, vámonos a otra parte —sugirió, tensa.
—¿Qué? —se extrañó Dennis—. ¿Por qué?
—Huelo a un licántropo...
¿Y eso que importaba? ¿Acaso ese lobo le hizo algo a ella? Si así fuera sería mejor que se preparara, nadie le hacía daño a su mejor amiga.
Le soltó la pata y le pasó el brazo por el cuello, acercándola hacia él, en un intento de tranquilizarla.
Llegaron al puesto y Dennis pidió un perro para él y dos para Winnie, comenzaron a comer, pero se olvidaron de algo. ¡Las bebidas! El vampiro se levantó y le indicó a ella que lo esperara mientras iba a comprar algo, a lo que ella asintió sonriente.
Se fue hasta el puesto de bebidas más cercano y compró lo que necesitaba. Después de pagar se fue hacia donde había dejado a Winnie.
Al ir acercándose vio algo que lo inquietó: un hombre lobo. El licántropo estaba demasiado cerca de Winnie, parecía que la estuviera coqueteando, pero ella desviaba la mirada o no le prestaba atención. Eso ocasionó una nueva sensación en Dennis, estaba enojado, ¿aunque precisamente por qué? Enojado porque otro estuviera cerca de Winnie ¡Su Winnie!... Un momento ¿Suya? ¿Desde cuándo ha empezado a pensar así?
La sensación empezó a expandirse por su cuerpo, enojándolo cada vez más, sentía que debía ir allá y protegerla, debía ir y ponerle un alto a todo eso.
Se acercaba despacio, ya que tenía en sus manos las bebidas. Con cada paso su enojo aumentaba. Vio como el lobo la tomó por la mandíbula y la forzó a darle un beso en los labios.
Dennis explotó en ira, dejó caer ambas bebidas y se lanzó hacia el lobo, con un único pensamiento en mente.
«Voy a matarlo.»
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