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12

Jungkook entró en la sala de reuniones de su clan sintiéndose nervioso. El plan de acabar con el último de los Kim estaba dando muy buenos resultados, pero él ya no estaba tan seguro de querer llevarlo a cabo.

-Namjoon me contó cómo está tu relación con Kim... es perfecto –dijo su padre ante todos los del alto mando del clan quienes, así como él, sonreían ante lo que se venía.

Jungkook sólo sonrió de lado y dejó que los encargados explicaran qué se haría después.

-Hemos investigado a profundidad la agenda de Kim y ya que no podemos atacar ni en su propiedad ni en las oficinas de la empresa por toda la seguridad que tiene –explicaba el jefe de los movimientos –pues vimos por conveniente hacerlo en la boda de Park y Min.

Los presentes revisaron los documentos presentados en la reunión, donde se hallaban algunos detalles como el horario, lugar, y varias opciones de cómo realizar el golpe.

La reunión transcurrió con varias discusiones de expertos sobre la mejor manera de acabarlo. Jungkook se mantuvo en silencio, a pesar de que él era la pieza clave en todo esto, él debía ser quien matara a Taehyung.

Se decidió investigar un poco más el lugar donde se llevaría a cabo la boda para ver posibles accesos, escondites y personas que podrían ser cómplices, llegado el momento.

Al salir de la reunión, Namjoon detuvo a su hermano tomándolo por el brazo.

-No has abierto la boca en toda la reunión. ¿Qué está pasando? –consultó un poco preocupado por el plan en sí y también por él.

-No pasa nada, Namjoon –evitó su mirada y quiso seguir caminando, pero el mayor caminó a su lado.

-¿Estás acaso echándote para atrás en esto, Jungkook? Recuerda que hemos puesto mucho en juego para que todo salga bien esta vez. He tenido que vivir en esa mansión durante tanto tiempo, ganarme la confianza de todos, y hasta... enamorar al secretario Jin para obtener todos los datos que necesitamos... no puedes hacerte a un lado ahora.

Namjoon conocía perfectamente a su hermano. Su silencio hablaba más que las palabras y si su presentimiento era correcto, Jungkook había pasado los límites necesarios y estaba sintiendo algo más por el objeto de su golpe.

-Yo –el menor intentó hablar, pero se detuvo en el jardín de la casa del clan. Se sentó en una banca de piedra y tomó su cabeza con las manos.

Namjoon se sentó a su lado y puso su brazo sobre los hombros de su hermano.

-Sabíamos desde el comienzo que esto sería complicado. El relacionarse al nivel en el que estamos relacionados con Jin y Taehyung no es fácil. Vaya que lo sé –bufó irónicamente –Pasé de ser el muchacho casanova, heredero del mayor clan de este país, a aparentar ser un mayordomo que vive en un pequeño cuarto de la mansión y que lleva una relación homosexual con el secretario del jefe.

Namjoon hizo una pausa para ver si su hermano tenía alguna reacción. Al no tener respuesta, continuó con sus pensamientos en voz alta. De alguna forma, él también necesitaba sacar lo que tenía dentro.

-Jin es... es maravilloso –sonrió sin quererlo, lo que causó que su hermano lo mirara asombrado.

-Pero Hyung... tú eres... tú no eres gay, ¿verdad? –habló al fin Jungkook.

-A estas alturas ya no sé –sonrió tímidamente mirando al césped verde del jardín bajo sus pies –esto de vincularse emocionalmente con alguien, por más que sea parte de un plan, es algo muy peligroso. Es inevitable que llegues a sentir algo, aunque sea mínimo, por esa persona para seguir con el juego. Y creo que llegar a los límites a los que he llegado con él, pues... me hizo vulnerable...

Jungkook miraba a su hermano mayor con mucha admiración. Y se sintió mucho mejor, porque no era el único que se sentía así en un momento tan importante para su familia y el clan. Lástima que tenían que tomar una decisión.

-¿Qué puedo hacer, hyung? Yo... yo no quiero echar por la borda todo por lo que hemos trabajado durante tanto tiempo. Hemos gastado dinero, esfuerzo y varias vidas humanas se han perdido para estar donde estamos, pero... yo... yo siento que me he enamorado de Taehyung –lo dijo por fin. Sacó de su pecho todo ese peso que no lo dejaba muchas veces ni dormir. Por fin alguien ya lo sabía y, es más, lo comprendía.

Namjoon lo miró cariñosamente a los ojos, pero sus palabras no acompañaban su manera amorosa de verlo.

-Siento no poderte ayudar, mi Kookie –dijo mientras apretaba la mano sobre el hombro de su hermano –eso es algo que sólo tú puedes decidir. Está en tus manos la decisión si quieres el poder y el ascenso del clan de nuestra familia, algo por lo que hemos luchado desde hace tantos años y hemos sacrificado tanto, o el amor de un hombre para siempre pero el repudio de todo el clan. Sin duda, ninguna de las opciones que escojas te dejará dormir en paz durante las noches, pero la decisión es tuya.

Namjoon se puso de pie y arregló su traje, limpiando las solapas.

-Por mi parte –siguió hablando –yo ya tomé mi decisión.

-¿Qué harás, hyung? –Jungkook tal vez tendría alguna ayuda dependiendo de lo que su hermano decidiera.

-No puedo decírtelo. Es algo que sólo depende de mí. Y de acuerdo con lo que tú decidas, puede que ésta sea la última vez que hablemos, mi Kookie –le dijo amorosamente sin mirarlo, porque sus ojos se estaban llenando de lágrimas, las que no dejó caer, ya que se despidió con un apretón en el hombro de su hermano y se fue sin ver atrás.

Jungkook estaba metido hasta adentro en esta encrucijada. Y sinceramente no sabía qué hacer.

Esa noche regresó a la mansión y en cuanto encendió su móvil encontró tres llamadas perdidas y varios mensajes de Taehyung.

TaeTae [14:38]:

Pequeño, sé que es tu día libre y fuiste a ver a tu familia, pero... no puedo evitar extrañarte. Avísame cuando estés volviendo.

TaeTae [19:06]:

Estoy preparando algo especial para ambos. En cuanto llegues, avísame ¿sí?

TaeTae [23:50]:

Mis ojitos se están cerrando, pero te esperaré despierto. Ven a mi habitación.

Jungkook dejó sus cosas en su pequeña habitación y fue enseguida a la mansión. Subió las gradas aun pensando en esa decisión que lo estaba matando por dentro.

Tocó la puerta gigante de la habitación de Taehyung, pero al no escuchar respuesta, pensó en irse. Tal vez él se había dormido. Después de todo ya eran casi las 2 de la mañana.

Tocó una vez más y al no escuchar nada, se animó a entrar silenciosamente. Abrió con cuidado y encontró la habitación tenuemente iluminada con velas colocadas por los rincones, lo que le daba un ambiente más glamuroso aún, porque también se escuchaba un jazz suave de fondo, no tan fuerte como para oírse por fuera.

Jungkook entró completamente y al buscar a Taehyung, lo halló acostado en un cómodo sillón ubicado cerca de la ventana que daba a la terraza. Vestía con una bata de seda color vino y unas pantuflas que combinaban. Su cabello estaba despeinado, como si al salir de darse un baño no lo hubiese peinado y lo hubiese dejado que secara tal y como estaba. Eso lo hacía verse más adorable todavía.

Su mano derecha aún sostenía una copa de vino ya terminada y fue ahí cuando Jungkook se dio cuenta de que en la mesa ubicada a su lado estaba una botella de vino carísimo ya casi por la mitad. A su lado una bandeja cubierta y más velas.

Jungkook se acercó despacio al mayor e intentó cubrirlo con una manta que tomó de su cama, pero Taehyung empezó a despertar y al enfocarlo mejor, le sonrió tiernamente.

-¡Viniste! –le dijo contento, dándole un beso suave en los labios.

-Disculpa la tardanza, tuvimos una reunión en mi familia –se excusó el menor sin estar del todo alejado de la verdad.

-No te preocupes, yo igual te iba a esperar –no le dio importancia al retraso y se acomodó en su silla –Ven, siéntate a mi lado. Hice algo para ti –le indicó el asiento al lado del suyo, en el que Jungkook se acomodó.

Taehyung destapó la bandeja que estaba en la mesa, mostrando unas pequeñas y deformes galletas, algunas marrones, otras glaseadas, otras cubiertas de chocolate. Era muy difícil darse cuenta que esas galletas tenían formas de conejitos, porque estaban chuecas y con la cubierta desigual o con la corteza y los bordes quemados.

Sin embargo, Jungkook sonrió como nunca antes lo había hecho. Sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas de emoción, porque nadie jamás en su vida había hecho algo así para él. Es cierto, eran sólo galletas, y de paso, demasiado feas, pero el hecho de que Taehyung se hubiese tomado su tiempo para prepararlas especialmente para él, valía el universo entero para Jungkook.

-Gracias, Tae... en serio. Es... es algo hermoso –respondió secándose las pequeñas gotitas que querían correr por sus mejillas.

-¡No, pero... no Kookie, no llores! Sé que se ven muy mal, pero no es para que llores –el mayor tomó las mejillas de Jungkook para acariciarlas en un acto desesperado por parar su llanto.

-Están hermosas, Tae... porque son para mí. Y no lloro de pena... lloro porque soy muy feliz –sonrió entre lágrimas el menor abrazándose fuertemente a él.

Por Dios... ese muchacho inocente que tenía entre sus brazos, ese magnate, dueño de toda una empresa multimillonaria, tan hermoso, impecable y poderoso a los ojos de todos, había horneado unas galletas feas para él... y él, tenía que matarlo.

Mientras su llanto no cesaba, aun apoyado en el hombro de Taehyung, Jungkook se preguntaba si realmente sería capaz de vivir con esa carga durante toda su vida.

Tras calmarse un poco, Jungkook se limpió las lágrimas ya derramadas y se fijó mejor en las galletas para tomar una en especial. Tenía la silueta de la cabeza de un conejito rechoncho. Los bordes estaban negros porque seguramente se había quedado más del tiempo necesario en el horno, pero ese color contrastaba con el rosado del glaseado que lo cubría de una manera no tan elegante. Sobre el rosa, unos puntos y rayas con glaseado negro hacían de ojos y cejas del conejo que le sonreía tétricamente desde su mano.

Jungkook dio un bocado a la oreja del conejito, esperando un sabor a quemado, pero se sorprendió porque esa galleta sabía muy bien. Estaba tostada en los bordes, pero deliciosa al masticarla. Tenía balanceados perfectamente los ingredientes, por lo que la saboreó con gusto.

-¡Está riquísima! –Jungkook le dijo sinceramente al mayor, quien lo miraba expectante.

-Me alegro tanto –lo miró Taehyung con mucho cariño mientras terminaba de comer su galleta fea.

-Gracias... en serio –devolvió la mirada Jungkook y se acercó a darle un beso con sabor a galleta en agradecimiento.

Taehyung intensificó el beso y aunque Jungkook pensó en detenerlo, la parte consciente de sus acciones se desactivó y tomó su nuca para acercarlo más a él. Sin apartar sus labios, caminaron hasta la cama y volvieron a respirar al acostarse sobre ella. Sus miradas podían hablar por sí mismas. Eran profundas, llenas de pasión, amor, cariño y deseo.

-Tae... -el menor acarició el labio inferior del mayor con su dedo pulgar en un toque suave mientras no le quitaba la mirada de encima-

-Dime... -contestó él en un susurro, mirándolo con la mayor atención.

-Te amo –lo dijo sin más, sin analizarlo ya, provocando que el mayor abriera los ojos con algo de sorpresa y sonriera tiernamente luego de ello.

-Y yo a ti –volvió a posar sus labios sobre los contrarios en un beso sin fin, acompañado de caricias por debajo de la ropa, jadeos, gemidos y lo que sería el comienzo de una noche de pasión que ninguno de ellos estaba esperando, pero tampoco podría olvidar jamás.

.....

Al día siguiente, Jungkook despertó temprano y se dedicó a observar el perfil perfecto de Taehyung aun dormido. La noche a su lado había sido tan distinta a todo lo que había experimentado hasta ese momento con alguien. Fue la primera vez para ambos, el primer encuentro sexual con un hombre para Jungkook, y el primero en absoluto para Taehyung, pero sus cuerpos al parecer no se dieron cuenta, porque encajaron tan perfectamente que parecieron haber sido hechos a la medida. No hubo momentos incómodos, de pensar demasiado, de estar nervioso o inseguro, sólo sintieron y se dejaron llevar por el calor y la pasión del otro, y por los miles de te amos que se dijeron.

Jungkook estaba metido hasta el cuello en esto. ¿Qué podría hacer? Se había enamorado de su víctima, de quien había jurado matar para poner a su familia en el lugar que él creía que se merecía... pero ahora ya no estaba seguro de nada.

El menor se sentó en la cama y se tomó la cabeza con las manos. Tenía que poner un fin a todo esto... y no sabía cómo, porque estaba entre la espada y la pared, entre su familia... y este amor tan inesperado que el destino le había puesto en el camino. 

[El final está cerca.

Una vez más, gracias por leer esta pequeña historia y dejarme sus estrellitas. Me hace mucha ilusión!]

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