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La vida de Yuri ha sido una total basura desde que tiene memoria. Sus padres la abandonaron apenas tenía sus cinco años de edad, razón por la cuál estuvo viviendo en un orfanato hasta los doce años cuando una pareja decidió adoptarla, aún así nunca hubieron indicios de que su vida fuera a mejorar porque incluso en casa vivía en un horrible infierno oyendo y presenciando las constantes peleas y discusiones de los que eran sus padres, el señor que se hacía llamar su padre cometió un horrible homicidio cuando tras una de sus muchas peleas perdió el control dejando así sin vida a la mujer, que era algo más amigable con Yuri en sus tiempos por lo cuál, a la menor le afectó.
Yuri siempre sintió impotencia en que el señor se saliera con las suyas y jamás saliera a la luz la muerte de la que llegó a ser su madre adoptiva, se quedó en manos del hombre que la torturó por muchos años más, no tanto físicamente sino mental cuando solía llamarla con apodos muy desagradables y decirle que algún día consideraría follársela a honestas y muy directas palabras que encuentra asquerosas.
Ella lloró todas las noches y tardes en las que se quedaba a solas en semejante lugar que solía llamarse su hogar, un lugar tan terrible que nadie más desearía llamar hogar. Incluso, "Su padre" montó un ridículo negocio en el que solía vender chicas jóvenes a otros hombres, Yuri creyó que su vida no podría empeorar más pero para su gran sorpresa, él decidió venderla a otro tipo, luego ese hombre también la vendió a otro, después de semanas éste la vendió a otro y así sucesivamente hasta que cumplió los actuales dieciocho años, dieciocho años atrapada en una pesadilla.
Hacía ya casi un mes en que un hombre la había comprado, y aunque sonara irreal sí, él había pagado por tenerla como hicieron todos los demás.
Aquél susodicho hombre la trataba peor de lo que ella había soportado antes, solía tirar de su cabello si no respondía a sus llamados o a sus preguntas, le había puesto en su muñeca un brazalete que portaba un GPS porque solía mencionar que no quería que ella saliera de ese lugar nunca, si ella no obedecía le gritaba hasta el punto de asustarla tanto que lloraba y esa era la peor parte de todas, el hombre detestaba el llanto y al oírla llorar se ponía aún más agresivo que llegó al extremo de golpearle unas cuantas veces, sin mencionar sobre la parte sexual, los primeros días sólo le gustaba atemorizarla con sus labios sobre su cuerpo aunque después terminó por abusar de su completa inocencia.
Una noche, el hombre se retrasó con su típica hora de llegada y aunque habían pasado veinte minutos desde que no había llegado, Yuri creyó que era el momento indicado para escapar de las garras de esa bestia. Se intentó quitar por más de una vez ese brazalete de su muñeca pero no lo lograba, si no lograba quitárselo nunca podría escapar con éxito, pero sentía que el tiempo se le estaba agotando y por eso decidió pensar más tarde en cómo quitárselo y salió de la habitación oscura en donde siempre tenía que estar, caminando apresurada por el pasillo hasta cruzar la cocina y detenerse bruscamente cuando después de casi un mes y medio se veía por primera vez a un espejo. Sus ojos se llenaron de lágrimas al instante y es que estaba llena de moretones y chupones en su cuello, jamás se sintió tan asqueada al verse pero sin dudas se desconocía.
Oyó el sonido de la cerradura de la puerta principal comenzar a oírse y negó con cabeza sintiendo que sus esperanzas comenzaban a desvanecerse, corrió para ocultarse tras un viejo sillón y ahogó un gritito cuando el sujeto abrió la puerta tras una patada maldiciendo que no había abierto antes, tirando la misma para cerrarla aunque, afortunadamente para Yuri no cerró y quedó medio abierta. Cada paso que él daba era un gateo que Yuri daba tras el sillón para que no pudiera verla, podía percibir el fuerte olor a alcohol que provenía de él y arrugó su nariz con desagrado, lo odiaba, le recordaba a cada uno de los sujetos que habían pagado para entretenerse con ella.
Sintió un enorme alivio cuando el sujeto caminó hacia el pasillo seguramente para ir al baño, esperó unos segundos y comenzó a gatear más seguido asegurándose de que no viniera, dirigiéndose hacia la puerta con éxito pero apenas intenta cruzar la misma, su brazalete comenzó a sonar como si de una alarma se tratara y completamente atemorizada abrió la puerta de una buena vez por todas, cruzándola pero sintiendo como los brazos del sujeto la sostienen y apresan de su cuello robándole el aliento, pataleó con todas sus fuerzas, no se dejaría, no quería seguir viviendo así.
—¡Quédate quieta!.—exclamó tirándola sobre el sillón en donde la menor dejó escapar un gemido por el golpe en su frente.—¿Porqué intentas escapar? ¿Creíste que lo lograrías?.—comenzó a burlarse de ella, acercándose hacia la menor para sostenerla de su camisa.—Yo te compré, me perteneces ahora y te quedarás conmigo por el resto de tu vida, serás una pequeña perra para siempre quieras o no, lo eres y lo serás.—Yuri negó con su cabeza y alzó sus brazos impulsándose hacia abajo modo en que logró quitarse la camisa que el hombre estuvo sosteniendo quedándose con su prenda de sostén, corriendo lejos de él, hacia la cocina que no estaba lejos.
—¡A-Aléjese de mi! ¡Apártese!.—exclamó tirando todas las cosas que podía al suelo y las que pudiera aventarlas a él también, buscando protección en la cocina pero no tenía cómo, el sujeto cada vez estaba más cerca de llegar a ella.
—No puedes decirme qué hacer.—se veía notoriamente furioso y Yuri temía efectivamente por su vida a ese entonces, volteó la mesa en cuestión de segundos y asustó a la menor con sus acciones debido a la furia, Yuri no tenía salida, la había acorralado en el mesón y abofeteado por tres veces seguidas.—Eres una maldita perra malagradecida, deberías de estar feliz por vivir en una casa y no en la calle donde realmente perteneces.—escupió el hombre y la menor tuvo que llorar por sus hirientes palabras, apoyando sus temblorosas manos en el mesón.
—Y-Yo no.. no pertenezco a la calle, no soy de la calle.—asegura, jamás admitiría todo lo que había ocurrido en su vida porque no fue su culpa, lo sabía, y aunque siempre fue una chica muy sensible no perdería tan mal la cabeza como para concordar en que era de la calle y que pertenece a ese lugar.
—Escúchame bien, mi pequeña perra.—con una mano apretó sus mejillas acercándola a su rostro, Yuri tanteó en el mesón intentando encontrar algo para defenderse.—Nunca saldrás de aquí, nunca podrás dejarme, nunca dejarás de ser mi perra, yo pagué por ti así que te quedarás conmigo hasta que yo te diga que ya no te necesito, pero tienes un buen culo para entretenerme así que no te dejaré irte.—Yuri apretó y cerró sus ojos con fuerza escurriendo sus lágrimas, encontrando finamente algo con sus dedos, mirándolo con temor pues no sabía si funcionaría.—¿me oíste bien? Yo jamás te dejare en paz.—esas palabras le dieron el valor suficiente para tomar con mucha seguridad el plato de porcelana en sus manos y estrellarlo con tanta fuerza contra su rostro, quedándose perpleja cuando lo hizo creyendo que no lo haría, viéndolo retorcerse en el piso quejándose del dolor.
Algo en ella le dijo que corriera, y tras darle un rápido vistazo al hombre aún quejándose por el dolor, sus pies se movieron ágilmente y la hicieron salir finalmente del lugar, corriendo como nunca antes por el callejón en donde recién notaba que estuvo todo este tiempo, sin mirar atrás, sólo necesitaba escapar de ese hombre o terminaría posiblemente matándola si llegaba a alcanzarla. Y entre tanto desespero y sus intentos por quitarse el brazalete incluso con sus dientes no le daba tiempo de mirar por donde corría, el muy fuerte sonido de un auto frenar bruscamente y las luces alumbrarla a altas horas posibles de la madrugada se hicieron presentes y gritó con absoluto miedo pensando que la atropellarían.
—¡Qué demonios te pasa!.—abrió un ojo cuando escuchó la voz notoriamente furiosa de una mujer al mismo tiempo que tiraba la puerta del auto con fuerza después de haberse bajado, Yuri volteó para verla y temblorosamente estiró su muñeca.
—¡A-Ayúdame! ¡Por favor!.—le pide, mostrándole el brazalete grueso y negro en su muñeca, la muchacha frunció sus labios que Yuri notó abundantes, cruzó sus brazos y con una ceja alzada miró a la más baja.—¡Hablo enserio! S-Señora por favor ayúdeme, h-hay un hombre que me persigue y-y..
—Niña, no tengo tiempo para juegos, fue un día bastante agotador en mi trabajo y quiero dormir, así que mejor búscate a alguien más para esto ¿bien?.—la muchacha rubia de labios abundantes regresó hacia el auto abriendo la puerta y entrando de nuevo ignorando a la castaña.
Yuri se desesperó tanto que comenzó a llorar enseguida, intentando de nuevo quitarse el brazalete pero no lo lograba todavía, mordió con mucha impotencia aquel negro brazalete que incluso la lastimaba al estar tan apretado, la muchacha rubia observó todo dentro del auto y bufó golpeando su frente contra el volante, negando con su cabeza.
—Choi Yena, estás cayendo muy pero muy bajo.—murmuró para sí misma golpeando otra vez su frente contra el volante hasta que finalmente decide salir, tirando la puerta del auto otra vez caminando con sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta hacia la chica que lucia impaciente por quitarse un simple brazalete según ella.—Oye, ven aquí, déjame ayudarte.—dice con indiferencia pues trataba de mostrar que no quería ayudarla pero no podía ocultar que al ver a la pequeña chica girar sobre sus talones y verla con sus ojitos llenos de lágrimas, casi corriendo hasta ella mostrándole su muñeca, le removía algo muy a su fondo.
—Quítamelo p-por favor...—suplica de nuevo insistiéndole y mostrándole su muñeca, la muchacha rubia observa el brazalete, tras verlo y detallarlo cae en cuenta de que no era un juego, porque recién caía en cuenta de que traía un GPS, observa a la muchacha pensando en qué tal vez estaba por ayudar a alguna criminal que habían atrapado pero no lo podía creer por completo, porque era una chica tan preciosa y delicada a simple vista, que sabía que en verdad necesitaba su ayuda.—¡P-Por favor, rápido! É-Él va a venir y nunca me dejará en paz...
Para ese entonces Yena estaba tan confundida pero aún así intentaba quitarte el brazalete pero parecía ser más difícil de lo que creía, lo sigue intentando por varios segundos más hasta que en un instante que se enojó consigo misma por no poder hacerlo sacó una navaja de su bolsillo trasero del pantalón para cortarlo ágilmente asustando a la menor quien cerró sus ojos con fuerza y gritó por eso susto, la rubia soltó una risita y guardándola en su lugar, sostuvo su muñeca sus estaba rojiza en donde estuvo ese apretado brazalete.
—Tranquilízate niña, sé usarla y no te haría daño.—rodó sus ojos y soltó su muñeca luego de darse cuenta que la sostuvo por mucho rato, recién cayendo en cuenta de los moretones que tenía en su rostro y esos chupones en su cuello, clavículas y pecho que por cierto, estaba descubierto porque a la chica le faltaba su camisa. Sinceramente ya no sabía con exactitud qué pensar pero decidió no dar tantas vueltas al asunto y volver hacia el auto.—De nada, adiós.—dice, abriendo la puerta del auto con la pequeña siguiéndola.
—¡E-Espera! N-No me dejes aquí, por favor llévame lejos, ayúdame, te lo suplico..—sostuvo la mano de la rubia quien la apartó, viendo cómo la castaña comenzaba a llorar de nuevo muy desesperadamente.
—Oye, lo siento, pero no puedo ayudarte.—dijo, volviendo a entrar al auto. Yuri tembló y sollozó cuando vio el auto comenzar a alejarse, limpió sus lágrimas pero era completamente ridículo porque seguía soltándolas muy seguidamente, tirando el brazalete al suelo y apretando sus puños temblorosa, estaba enojada consigo misma por permitir que su vida fuera así pero se entristecía cuando recuerda que no fue su culpa.
El verdadero terror llegó para cuando sintió la mano del sujeto en su hombro, creyó que no despertaría tan rápido e intentaba convencerse de que estaba teniendo una gran alucinación pero el apretón que sintió en su hombro y la respiración contra su cuello la hizo perder el control de sí misma que no pudo aguantarse más, cerrando sus ojos y cayendo al piso desmayada sin saber qué pasaría con su vida.
—Uhg, pobre hombre, de seguro no se lo espera.
Aquella muchacha rubia que hace unos segundos había rechazado ayudar a la chica recogió su cabello agarrándolo con una cola y subió su capucha de la chaqueta hasta taparse, sacó su navaja de nuevo detrás del bolsillo de su pantalón acercándose hacia el hombre con pasos decididos y muy seguros, moviendo ágilmente el objeto filoso en su mano como si estuviera jugando con otra cosa.
No sabía exactamente porqué, pero una rabia muy inmensa domaba su cuerpo cada vez se acercaba más, como si se tratara de ser un animal acechando su presa y básicamente así lo sentía, se encargaría de hacerle sentir igual y mucho más a ese hombre de lo que asegura que esa chica sufrió.
Y por su puesto que ese sujeto jamás creyó que de un segundo al otro, sintiera algo traspasar su el costado de su cuello y seguidamente sentir lo mismo al otro lado, quedándose quieto e impactado.
Pero aún así la rubia creyó que no era suficiente, por lo que luego de llevar a la chica desmayada al auto volvió hacia el hombre que estaba perdiendo mucha sangre y quitó su capucha dejando ver su rostro con una increíble seriedad, poniendo su pie sobre la cabeza del hombre.
—Honestamente, me disculpo con mi padre ya que me repitió tantas veces que no debía quitarle la vida a alguien si en verdad el asunto no me incumbe pero.—escucho al sujeto intentar suplicarle que no lo hiciera, juntó sus cejas con furia y empujó levemente su pie más hacia su cabeza.—Tengo dos razones para hacerlo ahora, primero.—acentúa, cada vez más empujando su pie contra su cabeza y girando la navaja ensangrentada en su mano.—Pareces un asqueroso viejo de unos cuarenta y ella, se ve pequeña, frágil, me da la idea de que estuviste arruinando a un ángel.—el hombre intentó subir su brazo con la esperanza de quitarse el pie de la chica, lo cual no fue así cuando la joven quitó su pie por su sola para agacharse y verlo de cerca.—Y segundo; ella pidió mi ayuda así que no voy a defraudarla y me aseguraré de que no vuelvas a poner tus manos encima de ella, nunca más.
Cumplió con su palabra, y juraba haber hecho un favor a los demás ángeles por haberla salvado.
Hola¡! Espero todo ande bien 🥺
esta es otra de mis ideas aleatorias, de hecho me inspiré viendo un caso de uno de mis canales preferidos; Investigation discovery 😈 para quienes no saben es un canal de televisión en donde sólo pasan programas en donde hacen investigaciones sobre casos, o personas cuentan sus experiencias al haber sobrevivido de secuestros y así; so, un caso me hizo inspirarme y saqué una historia al parecer, el resto ya no tiene nada que ver obviamente pero este capítulo sí, el siguiente también será algo largo pero los demás intentaré no extenderme mucho, ojalá les interese y puedan apoyarme, no quiero dejar caer las historias de iz*one tampoco 😭🥺
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