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O1O

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—¡Yena unnie aquí, aquí!.

Era quizás la décima vez que Yuri tiraba del brazo de la mayor pidiéndole con suma emoción entrar a un local aunque no habían entrado a ninguno desde que salieron por el centro de la cuidad. Yena sólo suelta una pequeña risita negando con su cabeza, volteando ligeramente para poder verla y caer en cuenta de que la menor siempre tenía ese destello en sus ojos cuando estaban juntas.

—En verdad tú no te cansas, eres tan insistente como una niña de cuatro años.—le dijo, sonriendo para que no fuera a tomarlo como si estuviera criticándola, dejando a la menor engancharse en su brazo aún más que antes, haciendo un pequeño puchero pues desde que habían salido estuvo pidiéndole entrar a cualquier tienda pero Yena se negaba, ella quería visitarlas pero al parecer Yena tenía pensado en ir a algún lugar específico.

—Es injusto, ni una galletita me haz comprado Yena unnie.—reprochó haciendo un puchero sin mirarla, Yena sabía que era parte de sus adorables berrinches puesto que ella sabía muy bien que estaba malcriando demasiado a la menor pero no podía detenerse, adoraba ver la emoción que Yuri tomaba cuando cada uno de sus caprichos estaban siendo cumplidos, obviamente Yena buscaba la manera de dárselo todo exceptuando algunas cosas, como ahora, estaba buscando la manera de consentirla con algo que pudiera comer, era como un bebé o cualquier niño que pedía dulces o comida cada vez que salen.

Por eso ella no perdió la oportunidad de comprarle uno de esos batidos de helado y galletas, chocolate e incluso brownies que Yuri muy ansiosa había pedido, por esa razón ahora iba tomando la mano de Yena meciendo ambas de adelante hacia atrás y con la otra sostenía su vaso con tapa para evitar accidentes, ofreciéndole a la mayor pero ésta se negaba porque era algo temprano para comer dulce pero así era la manera de evitar berrinches o caritas tristes en Yuri. Si se ponía a pensar, era como si fuera su niñera o algo así, pero era más que eso, Yuri aveces no se quería despegar de su lado por nada del mundo y aveces era Yena quien no quería dejarla sola y la llevaba a donde fuera, claro, excepto cuando era tema del trabajo, no se atrevería en ponerla nuevamente en riesgo como la primera vez que se encontraron en sus vidas, nunca más planeaba abandonarla.

Yuri estaba distraída tomando su batido que no cayó en cuenta antes  de que a unos cuantos metros estaban las dos tiernas y amigables  Nako y Hitomi sin usar sus lindos uniformes, esperando afuera de lo que era el súper mercado que recién estaba notando, abriendo sus ojitos cafés después de ver lo grandísimo que era, volteando a ver a su mayor cuando le había apretado la mano.

—¡hola Yuri! ¿qué estás tomando?.—preguntó rápidamente Hitomi, pellizcando una mejilla de la menor quien ríe saludándolas con su mano después de soltar la de Yena.

—Hola Hiichan unnie, hola Nako unnie. Oh, me lo compró Yena unnie, siempre me compra caramelitos o cualquier cosa dulce.—sonrió hacia la mayor estirándose un poco para besar su mejilla sorprendiendo a las tres chicas mayores, las dos japonesas rieron ligeramente y se codearon al ver que la mayor había tomado un pequeño rubor, desviando su mirada.

—Sí bueno... eres demasiado insistente y si no compraba nada ibas a hacer un berrinche y menos iba a resistirme a esos tiernos pucheros. Ahora por Dios, entremos.—menciona, rascando sus mejillas como si eso fuera a quitarle el rubor en sus mejillas, Nako observó que Yuri aún no acababa su batido y se acercó a Yena tocando su hombro.

—Creo que Yuri no podrá entrar con eso, Yena.—le susurra como puede, la mayor también volteó a mirar a Yuri tomando su batido y jugando con su cabello con su mano libre, luego miró hacia la chica que estaba en la entrada del local poniendo gel a los clientes y dándole la bienvenida, preguntando si llevaban productos en el bolso para que los dejaran en los casilleros, entonces frunció el ceño negando con su cabeza acercándose a Yuri para tomar su mano.

Yuri iba a entrar con su batido sí o sí.

Ambas japonesas se dieron cuenta de lo que trataba de hacer y simplemente se encogieron de hombros cuando compartieron miradas entre sí para entrar ambas primero, conversando entre ellas dos hasta haber oído a la chica llamarles la atención a Yena y Yuri.

—Disculpa amiga, no puedes entrar con eso.—anunció a la pequeña castaña que no comprendió al instante a qué se refería sin dejar de tomar su delicioso batido, ladeando la cabeza buscando la respuesta a eso, viendo que la muchacha le apuntó a su batido, entonces separó sus labios de la pajilla y los mantuvo abiertos.

—Pero, pero... aún no lo he terminado.—habló bajito, no quería abandonar su dulce batido que había estado disfrutando sin apuros, la trabajadora la sorprendió al guiar su mano hacia su batido en intento de quitárselo, Yuri se apresuró y retrocedió ocultándolo.—¡No! ¡es mío!.—reprendió como una pequeña niña negándose a compartir su caramelito, buscó la mirada de Yena y cuando la encontró hizo un pequeño puchero.

No era sólo por ese puchero y el empeño de Yuri en continuar tomando su batido, Yena ya había pensado que entraría bebiendo su bendito batido.

—Entonces me temo que no pondrás entrar niña caprichosa.

Yena arqueó su ceja cruzando sus brazos dejando que Yuri enredara un brazo entre los suyos mirando mal a la muchacha, de pronto la trabajadora se sentía amenazada incluso por las japonesas que también tenían una mala mirada sobre ella.

—Ella va a entrar con el jodido vaso quieras o no. Vamos Yuri, entra.—sentencia con evidente enojo empujando suavemente a Yuri adelante de ella.

—Pero no pued-

—Dije que va a entrar, y si no quieres que terminen despidiéndote entonces cierra la boca.—le dijo al instante, pasando su brazo por los hombros de Yuri.—Sí, es una niña muy caprichosa ¿cierto Jjoyul?.—la apegó a ella, sonrió por la mirada que tenía de la menor sobre ella, una vez más era dulce y brillante, de alguna manera sentía que Yuri la admiraba mucho.

—Sí Yena unnie, en especial porque tú no dejas de consentirme nunca.—sonrió, ofreciéndole nuevamente de su batido pero una vez más la mayor negaba con su cabeza, la menor simplemente abultó ligeramente sus labios y luego asintió para comenzar a tomarlo ella de nuevo.

Hitomi y Nako habían comenzado a llevar un carrito sacando la lista de las compras necesarias en el penthouse, mientras que Yena solía comprar algunas cosas extra así que sacó un carrito también, haciéndole señas a Yuri para que la siguiera. Durante un rato Yuri había estado llevándole a las japonesas lo que necesitaban emocionada por ayudarlas, siempre recibiendo una sonrisa de ambas y aunque no lo notara, más atrás, también una de Yena, que no podía no admitir que salir con Yuri era estar en un ambiente de ánimo por las nubes.

—Ninguna de nosotras alcanzará una lata de guisantes.—menciona Nako, cruzando sus brazos dándose cuenta que no eran muy altas, ni hablar de ella.

—Entonces no habrán guisantes, son feos y saben mal.—Yuri arrugó su naricita, negando con su cabeza porque no le gustaban. Yena ríe negando con su cabeza, estirando un poco su brazo para rozar una de las latas insistiendo hasta poder bajarla, la menor soltó un "ow" desanimada.

—Te salvas que solo pude bajar una, pero no siempre puedes comer dulce y pollo Yuri, también tienes que comer más vegetales y demás.—sonrió al ver su expresión de cachorrito triste, poniendo la lata en su carrito para después observar rápidamente como dos madres llevaban a sus hijos dentro del carrito, miró hacia Yuri luego y creyó que estaba viendo una bebé.—Jjoyul, ven aquí.

Como siempre, Yuri respondía a sus llamados y se acercaba a donde estuviera obedeciendo como una buena niña a su madre.

—¿Sí? ¿hice algo mal, unnie?.—preguntó algo atemorizada, no le gustaban los regaños y creía que la mayor iba a regañar por algo que hubiera hecho recientemente que no le hubiera agradado. Pero para su sorpresa Yena sólo la acercó a su cuerpo y la sostuvo hasta levantarla, Yuri por inercia dobló sus rodillas dejando que la mayor la dejase dentro del carrito, sonriéndole haciendo que Yuri también le sonriera, incluso riéndose al ver que estaba dentro del carrito de compras.—¡Yena unnie! sólo los bebés pequeños pueden ir dentro de los carritos de compras.—continuó riéndose, mirando a su alrededor mientras que la mayor la observa con cariño.

—Pero Yuri, tú eres mi bebé pequeña ¿cierto? no hay nadie que te consienta y te proteja más que yo.—dicho eso comenzó a empujar el carrito llevando a Yuri dentro con algunos productos que ya tenía dentro, agregando otros sonriendo al oír las risitas de Yuri acomodando todo adentro para que no fuera a molestar en sus piernas, eligiendo algunas cajas de galletas, paquetes de gomitas y caramelos, cereales, snacks e incluso botellas y cajas de jugos, leche y yogurt por docenas, todo eso Yena se lo complacía metiéndolo dentro del carrito, pues había sido cierto cuando dijo que era su bebé, después de todo su la trataba como tal.

Nako estaba mirando desde unos pocos metros más adelante como Yena mantenía una bonita sonrisa en su rostro y metía dentro cada cosa que Yuri pudiera o ella creía fueran necesario para la menor, y sonrió sin poder evitarlo, debía aceptar que durante las últimas semanas con Yuri habían hecho algunos cambios en casa.

—¿tú también lo crees?.—preguntó a la rubia que seguía leyendo la lista y buscando los productos que tuvieran cerca, tomando algunos de los que encontraba para ponerlos dentro del carrito casi lleno.

—¿Qué cosa?.—preguntó pero respondió al mismo tiempo con simpleza, la más bajita rodó sus ojos y le arrebató la lista oyendo su queja.

—Que Yuri hace muy feliz a Yena, pero algo así como... más que feliz, la ha cambiado, ¡ahora hay más botellas y cajita de leche en el refrigerador que agua!.—explica, la rubia ríe y asiente empujando el carrito con Nako caminando a su lado.

—Eso es porque le gusta Yuri, es muy obvio.—dijo, volteando un poco para apuntar con su cabeza al par de chicas, era evidente que las dos se querían mucho en tan poco tiempo, solían estar en su propia burbuja una vez se les dejaba a solas como ahora, en donde ambas se estaban mirando con un amor muy notable, que hizo reír a ambas chicas que las miraban a una corta lejanía.

—Oh claro que sí, estoy segura de que a Yena le gusta Yuri, nunca la vi tratar así ni siquiera a Chaewon, o a Yujin, ni siquiera a esa casi ex que tuvo, ¡a nadie!.—la más bajita se había emocionado, pues que Yena estuviera, según ellas, "enamorada" de Yuri era una gran noticia.—Hitomi, ¿y si le decimos a Yuri que Yena está enamorada de ella? así Jjoyul ángel puede terminar de conquistarla.

—No, deja que se den cuenta solas de que están enamoradas, aunque se puede notar muy bien que en cualquier momento podrían hasta besarse, ¿te imaginas? ver diariamente a esas dos darse besos, me parecería empalagoso pero lindo, sí Yuri suele estar encima de Yena sólo para recibir abrazos y halagos, en verdad piénsalo, haría lo que fuera por obtener besos todo el día.—ríe, empujando el carrito de nuevo para continuar hablando junto a Nako del par de "tórtolas" de atrás, dejándolas nuevamente más atrás que las dos.

—Yena unnie, creo que esto es suficiente ¿no cree?.—preguntó entre risitas, mirando todo lo que tenía junto a ella dentro de ese carro de compras, Yena negó con su cabeza.

—Para nada Jjoyul, aún faltan muchas cosas más, ¿por qué? ¿quieres salir? pero si eres una bebé chiquita y aún no sabes caminar.—empezó a reír a medida que hablaba y oía a Yuri reírse de sus inventadas recién palabras, la menor luego negó con su cabeza aceptando él quedarse ahí adentro, mirando a los demás bebés o niños sentados en su lugar o en donde generalmente sientan a los niños aunque ella no iba a entrar ahí ni sus piernas, saludaba a los pequeños o inclusive tocaba sus manitas cuando pasaban cerca, haciéndolos reír o asustarse, Yena seguía metiendo productos pero llegó a meter unos que no necesitaba sólo por estar perdida observando a Yuri y sonriendo bobamente por eso. Sólo reacciona cuando oye a Yuri reír pidiéndole explicaciones del porqué habían toallas húmedas y pañales para bebés dentro, Yena abrió sus ojos en par mirando en qué pasillo andaban y sí, habían entrado al de bebés, sacando ambos productos rápidamente pero tras pensarlo un poco devolvió las toallas húmedas.

—¿Qué? tienen un aroma muy delicioso y sirven para remover el maquillaje del rostro también.—y aunque no quiso admitir, últimamente usaba servilletas para limpiarle las mejillas o mentón a Yuri porque era un gran desastre comiendo helado, un lindo y adorable desastre que se entretenía con cualquier cosa.

Pasó alrededor de una hora en donde Hitomi, Nako y Yena rellenaron ambos carritos de compra y ahora estaban haciendo la fila para pagar, generalmente Yena no hace ninguna fila y pasa al frente pues se aprovechaba de su lugar y lo que causaba en todos, pero ahora estaba aprovechando cada segundo que pudiera ver a su pequeña Yuri dentro del carrito organizando las compras entre sus piernas y observando cada uno soltando chillidos cuando eran sus lechitas o juguitos por docena,sus paquetitos de gomitas en formas de animalitos, sus cereales o galletas preferidas.

Si alguien le hubiera dicho antes que valdría la pena aguantar todos esos malos años y que vendrían mejores cosas, ósea, que alguien la ayudaría y le daría todo eso que nunca tuvo, jamás lo hubiera creído ni en un millón de años.

Pero aquí estaba, y ella está justo al frente, su salvadora, su persona favorita en el mundo, su Yena unnie, sin dudas, le tenía un cariño enorme a ella y a todos, a Chaewon, a Yujin, Nako, Hitomi, a Minho y Hyunjin, Bangchan, Eunbi y Felix, de verdad a todos sin falta pero a nadie más que Yena.

Era la primera vez que sentía como en una familia y le gustaba, no veía a Yena como su madre aunque la tratara como si fuera su pequeña bebé, podría ser aniñada, adorable y torpe pero no era tonta, ella sabía que sus ojitos ya no miraban a la mayor sólo con cariño; ahora empezaban a mirarla con mucho amor, no solo amor por quererla tanto sino más por, un verdadero sentimiento de amor, estaba cayendo enamorada y eso le asustaba.

Jamás se había enamorado, seria la primera vez que cayera enamorada y aún más extraño, ¿de una mujer? no era malo, incluso otras mujeres llegaron a tocarla antes pero ¿de manera sentimental? no, nunca. Con Yena lo sentía muy diferente, cada roce en sus manos, sus mejillas, cuando la abrazaba o cuando posaba sus labios sobre su frente, todo se sentía cálido y delicado, no brusco, ella no tiraba de su brazo, no la empujaba, no le alzaba la voz ni le había obligado a iniciar besos sin que lo quisiera, de hecho le gustaría  que un mínimo beso en los labios le diera, pero por ahora se conformaría con los besos en sus mejillas, frente y cabeza.

Pero si Yena se tardaba mucho, probablemente no iba a aguantar l espera y terminaría besándola, Yuri nunca ha sido paciente y últimamente había deseado sentir los pomposos labios de su mayor posarse sobre los suyos, quería besarla, quería que la besara, abrazarla y apegarse a ella, pero a la vez se sentía asustada, de ilusionarse sola puesto que, Yuri no dejaba de repetirse que Yena solo estaba siendo así con ella por cuidarla, pero no porque sienta algo por ella, eso era lo que se había convencido ella misma.

Pero estaba muy equivocada, porque justamente al frente de ella estaba Choi Yena, quien por primera vez en un buen tiempo, creía que le gustaba alguien y no se trataba de cualquier alguien, era Yuri, ese pequeño ángel que prometió cuidar y querer mucho, y mientras Yuri le estuvo pasando cada paquete o producto cuando ponían todo en la caja, mirándola, a sus expresiones y sonrisas, confirmó que no era una broma.

Se estaba enamorando de Yuri.
¿Y qué haría al respecto?
pues, nada.

Nada más que aceptarlo y ver qué sucede.

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