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WHO

Jungeun comenzaba a caminar durante las semanas siguientes, aún tenían que pasar dos días más para que le dieran el alta. Jinsol no se movió de su lado en ningún momento, ayudándole con la rehabilitación. Le daba de comer, le cambiaba de ropa y le mostraba el amor que merecía. La castaña sonreía cada rato que pasaba al lado de su menor, olvidando todo tipo de preocupaciones. Estaba emocionada porque por fin no tenía más problemas para estar con Jinsol.

—Cariño, ¿estás despierta?— se levantó de la cama para abrazar a Jungeun.— Son las seis de la tarde, ¿quieres dar una vuelta por el hospital?— sonrió.

—Estoy despierta desde hace unos minutos, no te preocupes.— buscó su mejilla para acariciarla.— Vístete, quiero ver si llego a cruzar la calle hoy.

Jinsol, sonriente como siempre, se puso una sudadera color celeste. A su vez, Jungeun tenía los pantalones de chándal negros y una camiseta roja que su novia le trajo. Era tan bonito llamar a Jinsol como su novia, aún no podía creérselo...

Jungeun abrió la puerta para ambas, dejando que Jinsol la cerrara. Después de semanas de rehabilitación, pudo recuperar la habilidad de caminar bien. Aún se apoyaba del hombro de Jinsol, el cual le vio llorar y reír durante las noches. La luna cada vez brillaba más al verlas enamoradas, tan intensamente que nadie más podría romperlas de nuevo.

—Se acerca la Navidad, Soulie.— susurró acercándole hacia ella mientras bajaban en el ascensor.

—¿Qué quiere mi reina para celebrarlo?— enredando su brazos alrededor de su nuca, se puso de puntillas para besar su rostro para acabar en sus labios.— Tengo tantas cosas que podemos hacer... Podríamos hornear galletas con forma de estrellas, hacer ángeles de nieve o crear nuestro propio muñeco.

—¿Como Olaf?— riendo sutilmente, ambas llegaron a la planta baja, recibiendo una sonrisa de las recepcionistas.— ¿Quisieras hacerlas todas? 

—¡Por supuesto! Y más si es contigo.— hablando sobre sus labios los besó de nuevo, esta vez yendo a la calle para verla caminar sin ayuda.

Jungeun se dispuso a comenzar a caminar, tenía buen equilibrio y su rodilla derecha ya no dolía nada. El día del atropello le comunicaron a la familia Jeong que Jungeun sufrió heridas leves en el menisco interior derecho, aparte de las pequeñas fracturas en sus manos y su boca. 

Gracias a los cinco puntos que le dieron entre sus barbilla y sus labios, parte de su rostro pudo salvarse de ser paralizada. Fue tan fuerte el impacto que los policías estimaron que Jungeun salió, por lo menos, once metros disparada de su motocicleta. Si no fuera por Jinsol, la castaña no sabría si podría haber sido capaz de soportar tanto dolor.

Veía esas máquinas conectadas a ella el día en el que despertó, y desorientada y sin saber dónde estaba ni qué había pasado, la primera cosa que hizo fue pedir que Jinsol estuviera a su lado. No podría haberlo conseguido sin ella, y por ello estaba eternamente agradecida.

—Jungeun, con cuidado.— Jinsol aún seguía en el banco sentada y alerta por si Jungeun se caía. Sonreía al ver lo mucho que habían progresado, y cuando vio a Jungeun cruzar la calle y volver, se abalanzó a sus brazos.— Te amo, te amo, te amo.— besando sus mofletes, la mayor sonreía a lo grande al tenerla al lado.

Volvieron a la habitación y se pusieron a ver una película romántica mientras se susurraban ñoñerías. Jinsol se encontraba acurrucada sobre el pecho de Jungeun, y esta rodeaba su pequeño cuerpo con su brazo izquierdo. Estaban tan enamoradas... Cuando la película acabó, Jungeun apagó la televisión para servirle la cena a Jinsol. 

Los señores Jeong habían traído raciones de tteokbokki y malatang hechos por Yeji. La castaña agradeció el gesto, asintiendo cuando Hyunjin le dijo que a la mañana siguiente irían a visitarla. Hyunjin y Yeji decidieron pedirles al médico de familia si Jungeun podía salir un día antes, ya que le tenían una sorpresa.

—Toma un poco de esto.— con los palillos en mano y cogiendo un trozo de arroz con semillas, dirigió estos a la boca de Jinsol. Sonriendo y besándole posteriormente, Jungeun le prestó un vaso de agua y llevó comida a su boca. Tuvo que hacer varios ejercicios faciales para que su boca pudiera recuperar su movilidad normal.

—Come esto.— llevando una cucharada de malatang a sus labios, Jinsol aplaudió al verla tan frenética. 

Pasaron minutos charlando y cenando, cuando Jungeun acabó sus platos y retiró el desastre que hizo. Esperó a que Jinsol terminara también y limpió la mesa con una toallita. 

—Tengo pensado ducharme antes de dormir, ¿quieres acompañarme?— habló Jinsol seduciéndola, viendo cómo la mayor corría hacia ella para ir quitándole la ropa. Las prendas de ambas volaron por la habitación y se metieron de lleno al baño. Jungeun fue quien prendió la ducha, notando el agua caliente chopándoles.

Los suspiros no se hicieron de esperar, pues Jinsol ya se estaba abalanzando al cuello de Jungeun. Lo besaba y chupaba con tanta sensualidad que ya notaba cómo se estaba endureciendo. La pelinegra se agachó peligrosamente y depositó sus manos en la dureza ya notable. Subió y bajó por este, lamiendo de igual forma para seguir con el ritmo. 

La castaña no podía creer lo que estaban haciendo. Su primera vez con Jinsol era la más especial de todas, pero se asombró por lo perfecta que estaba yendo la mamada. Jinsol enterró la longitud en toda la boca, ahogándose en el acto al olvidar lo grande que era. Con sus manos moldeaba el abdomen marcado de Jungeun, acariciándolo mientras seguía chupando y besando su gran polla.

Sin poder aguantarlo más, la pelinegra se puso de pie de nuevo y besó con rudeza los labios de Jungeun. Atrayéndola más hacia donde estaba, Jinsol estaba en el paraíso al notar sus glúteos siendo golpeados con fuerza. Su espalda se arqueó y se tiró hacia atrás, dejando ver su precioso cuello a la vista. Jungeun atacó este a besos y pequeños mordisqueos, deletiándose por la suavida de los jadeos contrarios.

—Ahora vuelvo.— Jinsol se fue corriendo del baño para buscar un regalo en su bolso; un preservativo. Nada más entrar de nuevo, vio a Jungeun cascándosela fuertemente, soltando gemidos agudos. Jinsol volvió a agacharse para tomar la polla con su boca. Estuvo varios segundos chupando cuando abrió el paquete y se lo dio a Jungeun. La castaña volvó a leer las instrucciones y habiéndose puesto el condón, empotró a Jinsol contra el cristal de la ducha.

Fueron varias estocadas lentas hasta que la surcoreana se acostumbró a su tamaño. Estuvo moviendo sus caderas violentamente, mientras que estas eran sujetadas por la mayor. Jungeun fue empotrando cada vez más, e incorporándose hacia adelante comenzó a frotar con rubor aquel coño contrario. Sacaba fuertes gritos de la boca de Jinsol, animándole a seguir maltratando su vagina.

Estuvieron horas y horas follando en todos los sitios posibles. Jungeun juraba que su rodilla iba a empeorar por los minutos que pasaba de pie. Azotaba sus nalgas, dejándolas rojas y con la marca de sus palmas. Besaba igualmente su noca y espalda mientras le daba por culo. Hubo una ocasión donde Jungeun comenzó a cantarle sus canciones favoritas, lo que hizo que Jinsol se corriera en múltiples ocasiones.

Volvieron a hacer el amor en aquella habitación de hospital, siendo envidiadas por las estrellas, las cuales se morían de amor cada vez más. Jungeun acabó acunando a Jinsol contra su pecho, sabiendo que tendrían toda la vida por delante, siempre juntas.

—Jungeunnie...— dijo en voz baja, tratando de controlar su respiración.

—¿Sí, amor?— respondió besando su frente.

—Cantas tan perefecto como follas.— susurrándole estas palabras en los labios, Jungeun no tuvo piedad en darle la vuelta para sacar otro condón del bolso de Jinsol. La peliengra, agotada de tanto follar, sonrió a lo grande tras se girada contra el colchón, alzando su culo para darle una mejor entrada a Jungeun.

Sí, definitivamente la luna estaba que echaba humo.



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chuuchatumadre volví amiga, deja de mandarme amenazas. (te quiero, es broma)

ya queda poco para que esta mierda de historia acabe, así que a darle apoyo.

¿qué pensará mi difunto padre al verme escribir este tipo de cosas? oooohhhh.

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