U GOT THAT
Había dormido solamente cuatro horas, dando las nueve en su reloj de mesa. Jinsol se despertó abriendo los ojos por los rayos de sol que sobresalían de la cortina. Sonrió dándose la vuelta viendo a Jungeun durmiendo aún. Con un beso en la frente contraria y unos mimos en sus manos, dio rumbo hacia el baño. Recordó los toques y caricias que tuvieron la noche pasada con una mueca feliz sintiendo nostalgia de cuando aún eran unas niñas.
Volviendo al dormitorio de su enamorada, recién se fijó en la ropa tirada por el suelo. Poniéndose la ropa interior y recogiendo el resto, el teléfono de Jungeun se encendió dando a ver que su madre, Yeji, le estaba llamando.
Atendiendo la llamada, notó suspiros y sollozos viniendo de la otra línea de teléfono.
—¿Jungeun?— preguntó Yeji alterada.
—Mamá, soy yo Jinsol.— contestó asustándose.
—Hija, ¿q-qué haces con el móvil de Jungeun?
—B-Bueno, hemos pa-pasado la noche juntas... Estoy en su casa, ¿ocurre algo?— mirando a la castaña aún dormida pensó en qué le diría Yeji.
—Jinsol, nos ha llamado la policía...— se atragantó con su saliva.
—¿Qué? ¿Por qué, qué ha pasado?— sentándose en el bordillo de la cama alcanzó sus calcetines, poniéndoselos mientras.— ¿Por qué te han llamado a ti y a papá?
—Cariño, necesito que me escuches con atención porque estamos llegando a casa. Taeyeon y Tiffany se fueron a Pohang a hacer una visita, pero no han vuelto.— paró de hablar, sintiendo lágrimas salir de sus ojos.— Cu-cuando venían hacia Seúl, u-un coche les embistió de fre-frente...— otro sollozo se hizo en el lugar.— Jinsol, a-ambas han fa-fallecido.
Dejando caer el móvil tras la noticia sintió un blade de agua fría encima. No sabía qué decir o qué hacer. Se giró para ver a Jungeun tapada con las sábanas hasta el pecho y comenzó a sollozar también. Recogiendo su móvil despidió a su madre, dejándole el encargo a Jinsol de despertar a la mayor.
Ahogándose con un llanto, fue para acariciar la espalda de Jungeun, esta vez observándole abrir los ojos. Sonrió porque tenía al amor de su vida a su lado. Jungeun le atacó con besos por todo el rostro, atrayéndola hacia ella. Jinsol se separó de ella, poniendo sus manos en su pecho.
—¿Estás bien?— preguntó con un rostro inocente.— Me ha encantado pasar esta noche contigo, Jinsol.— acarició su cara, percatándose de su ánimo triste.— ¿Amor?
—Jungeun...— dijo abrazándole con todas sus fuerzas, confundiendo aún más a la castaña.— Mi madre te ha llamado a tu teléfono, y quiero que sepas de qué se trata.— rozando sus manos con las de Jungeun, cogió estas para llevárselas al pecho, exactamente en el lado del corazón.— Amor mío...— sollozó.— Lo siento tanto, tanto, tanto...
—Jinsol, me estás asustando y no estoy para bromas...— replicó mirándole fijamente.— ¿De qué se trata?
—Amor, t-tus madres...— le puso la mano en su rostro, sin saber qué más hacer. Soltando en lágrimas, Jungeun se quedó quieta, impaciente por saber el resto.— Jungeun, el c-coche de tus ma-madres fue embestido.— mirándole a los ojos, soltó lo que tanto esperaba.— Amor, han m-muerto...
La castaña se separó drácticamente de su amada para ver si se reía. Viendo cómo sus lágrimas eran diamantes puros y sus sollozos no paraban, se levantó de la cama rodeada de las sábanas. Sintió tantas emociones al mismo tempo... Sus madres, ¿muertas?
¿Cómo era eso posible? ¿Cómo era posible que, dos almas tan inocentes y llenas de amor, fueron llevadas hacia el oscuro lado de la vida?
Sintiéndose mareada, se sentó en la cama siendo calmada por Jinsol. La pelinegra, llorando a mares, estuvo abrazándole durante todo el rato, sin soltarla ningún segundo. Conocía perfectamente el corazón de Jungeun, y dentro de poco iba a desvanecerse.
—J-Jinsol, n-no me sueltes...— pasando las manos por su cabeza, sintió el derrame de sus lágrimas descender por sus mejillas. Gritó enloquecida por lo ocurrido, sin aún creérselo. Esta vez liberándose del amarre de Jinsol, a pesar de lo que le dijo a esta. Comenzó a tirar cada cosa que vio mientras gritaba. Sus libros, sus trofeos, la ropa de los armarios... Todo acabó por los aires.
Jinsol sólo pudo estar en silencio tapándose la boca. Nunca vio a su mayor tan afectada, afligida, dañada... Jungeun acabó en el suelo hecha una pequeña bola mientras lloraba sin parar.
—M-Mamis...— susurró sujetándose de sus brazos tapándose la cara. No quería ver nada que no fuera la oscuridad, como lo estaba su corazón ahora mismo.
El timbre de la casa sonó, sumado a golpes fuertes. Jinsol bajó para abrir encontrándose con sus padres. Se abrazaron y subieron de nuevo, esta vez arropando a Jungeun. Yeji recogió la ropa de su hija, llevándole a otro cuarto para que se vistiera. A su vez, Hyunjin siguió con la castaña, abrazándole sin soltarle ni un segundo. Dejó que Jungeun se vistiera también, sacándole de su habitación. Habiéndose quedado los Jeong con Jungeun, la policía y el forense llegaron hacia la residencia de las Kim.
Fueron tensas horas donde la policía le tomó muchas preguntas a Jungeun, contestándolas aún afligida. No se separó de la cama de sus madres, tomando las prendas de ambas para llevarlas con ella. Las noticias tampoco tardaron mucho en publicarse, pues Tiffany era muy reconocida en Corea. Al ser la dueña del mejor restaurante del país, era más que claro que iban a ser tendencia.
Amigos y compañeros de ambas le dieron el pésame a Jungeun, quien estuvo a pocos segundos de estampar su móvil. Jinsol le acompañó a todas partes, prometiéndole que no se separaría de ella. La castaña se quedó con ella también las carteras, teléfonos y documentación de Taeyeon y Tiffany.
Lloró por muchos instantes, donde Hyunjin también se vio mal. Fue íntimo amigo de ambas, al igual que Yeji. El matrimonio Jeong no podía creerlo aún, pues se fueron las dos personas a las que más querían, exceptuando a Jinsol.
Dieron las nueve de la noche cuando la policía y el forense se fueron, tomando los datos de Hyunjin y Yeji como tutores legales de Jungeun hasta que esta cumpliera dieciocho. Gracias al testamento que Taeyeon hizo junto con Tiffany, Jungeun iba a heredar el restaurante, el hogar y toda la herencia económica correspondiente; y eso que era una oferta millonaria.
Hasta el momento, Hyunjin se encargaría de los gastos de los seguros y cambios de nombre de propiedades. Yeji, a su vez, tendría que guiarle sobre el restaurante y sus decisiones financieras.
La castaña tuvo que coger sus pertenencias e irse con los Jeong a su casa. Nada más llegar, fue directa a la habitación de Jinsol a dejar su mochila, pues no habían más habitaciones libres. Jinsol cerró la puerta y se abalanzó a los brazos de Jungeun, soltando pequeños suspiros hasta perderse en sí misma.
—N-No me dejes so-sola, Soulie.— volvió a llorar en su hombro, abrazándole por la cintura.
—Nunca, mi amor.— acariciando su nuca, consiguió calmarle del tormento en el que estaba la castaña.
Por otro lado, los Jeong se encontraban sentados en la mesa de café del jardín, contemplando las estrellas, sintiéndose abrumados por los pensamientos. Yeji tomó la mano de Hyunjin, besándola y acariciándola con su pulgar. El moreno se giró hacia ella, atrayéndole hasta donde estaba. Juntando sillas se abrazaron.
—Ahora tenemos que ser fuertes, no sólo por nosotros.— habló Hyunjin viendo cómo la luna cada vez iba yéndose de un lado a otro. Las nubes comenzaban a oscurecer y el viento era frío pero puro.
—Dejemos que Jinsol esté con ella. Jungeun sanará si está con nuestra hija.— habló calmada Yeji, pasando sus dedos por el cabello de su marido.— Y se hará justicia por ella...
A unos metros de ellos, y en plena habitación sombría, dos corazones latían con la misma fuerza por otros que no pudieron. Porque por esta vez, Jungeun se sentía como la adulta que siempre quiso ser. Al menos la vida podría haberle avisado de la tormenta que le vendría encima.
O porque el amor de Jungeun se había esfumado entero, sintiéndose más mísera posible. Amando con todas las partes de su corazón y notando el aire fresco en su rostro, tenía a su enamorada en su pecho consolándole, metiendo el dedo en la yaga al sacar una foto de ella y sus madres.
Besando la foto y dejándola en la mesa de noche de Jinsol, fue a dormir pensando en lo que siempre pudo haber sido.
me sentí enormemente mal haciendo este capítulo.
me encuentro de la verga, la verdad.
todo lo escrito es basado en experiencia propia, porque mi padre falleció estando yo dormido. y a veces la vida no es como uno se esperaba, pero es lo que toca...
lo que me tocó a mí vivir durante ese 3 de agosto del 2023.
si estás ahí papá, te quiero mucho, siempre te voy a echar de menos.
mañana intentaré subir otros dos capítulos, no prometo nada.
hyun.
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