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¿CÓMO PASÓ?

—¡Jungeun, levántate o llegarás tarde a clase!— gritó Tiffany desde la cocina, cuyos chillidos retumbaban por toda la casa. Su esposa, Taeyeon, estaba leyendo el periódico mientras su hija llegaba somnolienta.

—¿Otra vez estuviste leyendo esos libros hasta la madrugada?— preguntó la mayor, besando la mejilla de su hija.

—Sí, mamá.— se preparó un desayuno fuerte en vitaminas y fibra, ya que Jungeun estaba pensando en ir al gimnasio y tener más músculos, y también fuerza de voluntad.— Pero he de decir que es un tema muy bueno para conversar. Verás mamá, la astronomía es tan sencilla que una vez leas mi libro, automáticamente querrás leer toda la colección, que por cierto, me compraréis por mi cumpleaños.

Taeyeon sonrió al ver a Jungeun tan motivada como siempre, mientras que Tiffany fotografió a esta sujetando su libro y sus cascos. Ese libro era tan importante para Jungeun, pues se lo regaló su abuelo antes de fallecer. Siempre le apasionó la astronomía, a pesar de estar estudiando la rama de humanidades.

—Hija, nos llegaron los resultados del examen que hiciste la semana pasada. No podemos estar más satifechas con tus notas, estamos muy orgullosas de ti.— rio Tiffany, dando la vuelta a la isla de la cocina para abrazarle.

—Gracias mamá, ¿ya me puedes soltar?— miró raramente a un cuadro del salón, y fue directa a este para analizarlo.— Me gusta... Lo colgaré en mi habitación.— descolgando el cuadro bajo las miradas incrédulas de sus madres, dejó el vacío en la pared y se lo llevó a la pared de su cuarto, como anteriomente había dicho.— Muchas gracias por el marco, lo cuidaré mucho bajo mis aposentos.

Taeyeon no supo qué decir, aunque estaba acostumbrada al carácter raro de su hija. Por otra parte, Jungeun ya aseada y vestida, fue hacia la puerta despidiéndose de sus madres. Esa mañana le recogería Sooyoung en su coche. Acordó que se verían con Jiwoo nada más aparcar.

Una vez Jungeun localizó a su amiga, le saludó dándole un apretón de manos y se subió como copiloto. Sooyoung se alegró de ver a su amiga, luego de estar varios días enferma sin poder ir a clases. La castaña puso su playlist de canciones, dejando a la menor entusiasmada por volver al instituto.

Habiendo llegado, obtuvieron las mismas miradas de todos los días. Sin embargo, Jungeun aprendió a lidiar con ello y simplemente ignoró a aquellos niños pequeños llamados compañeros de clase. Conectando miradas con Jiwoo, la coreana de cabello marrón claro fue a abrazarle intensamente, sonriendo en el acto.

—Jungeunnie, me alegra verte.— sonrió a más no poder, estrujando a su amiga.

—Nos vimos ayer, a no ser que tengas memoria de pez, lo cual me preocuparía bastante... ¿Has probado a tomar pastillas? Mi abuelo las tomaba, él ni siquiera recordaba mi nombre. ¿Y si tienes Alzheimer?

—¡Claro que no! Pero todos los días extraño a mi mejor amiga.— volvió a abrazar a Jungeun, dejándole casi sin aire.— Y un hola a ti, amorcito.— dejó a su amiga respirando a un lado, cuando se avalanzó para besar apasionadamente a Sooyoung, quien rodeó su cadera con sus brazos.

—También te he echado de menos, pingüinito.— abrazándose con fuerza, Sooyoung pudo notar la mirada de alguien sobre ellas. Girándose hacia su derecha, pudo ver cómo Choi Yerim les veía desde la distancia.— Mierda, ¿ahora qué querrá esa?

—¿Quién?— preguntó Jungeun, uniéndose de nuevo a sus amigas.

—Choi Yerim, la gran perra del lugar. Se dice que esta semana ha estado en la cama de Song Yuqi, aunque no me extraña que acabe embarazada algún día de estos. Esa mala puta...

—¡Sooyoung!— golpeó a su novia.— Está mal insultar a las personas. Sé que Yerim es una puta zorra de mierda y una capulla sin sentimientos, pero eso tú no puedes decirlo, no enfrente de Jungeun.

—Tengo casi dieciocho años, no cinco. Sé lo que es una puta, y Yerim no se ve como una... Por ahora no sabemos cuál es la esquina en la que se pone a trabajar....— dijo Jungeun, dejando a sus amigas estallar de risa.— ¿Dije algo?

La pareja se moría de risa al ver que Jungeun sacaba muy de contexto la palabra "puta". Siempre adoraron a Jungeun y todo lo que decía, y jamás le dirían que estaba mal. En los ojos de ambas, la castaña era la persona más inteligente de todo el instituto, si excepciones. Sacaba excelentes en cualquier materia, y aunque fuera una persona con autismo, eso no quitaba que fuera extremadamente lista y honrada.

No obstante, eso era lo que mucha gente buscaba de ella; sus habilidades. Hubieron muchos conflictos en los que Sooyoung y Jiwoo se metieron al defender a Jungeun. Casi todo el curso buscaba tener un tiempo con la mayor, para que esta le hicieran los deberes o se copiaran de sus exámenes. Jungeun no se daba cuenta de que querían aprovecharse de ella, por lo que fueron algunos profesores los que salían en su defensa.

Fue a tal punto que el director emitió un comunicado avisando de que todo aquel que molestara a Jungeun, sería sancionado con la expulsión inmediata de la institución. 

Fueron horas y horas de lecciones aburridas, que Jungeun disfrutaba como siempre. La castaña salio pitando una vez el cambio de clase fue anunciado. Quería llegar la primera al campo, ya que tocaba gimnasia y eso significaba que no le darían espacio para guardar sus cosas en las taquillas de los vestuarios. Con suerte y teniendo la respiracion acelerada, pudo conseguir su taquilla, por primera vez en meses.

Al no tener mucha resistencia y cansarse muy rápido, le resultaba difícil mantener el aliento al tener que correr cien metros para llegar al gimnasio. Su instituto, el Seoul Masters Economic Institute tenía el recinto más grande de la ciudad, ocupando aproximadamente novecientos metros de terreno. No llegaba a ser una universidad, pero una vez acabada la secundaria, podrían optar por cursar grados universitarios allí mismo.

—Vaya, esta vez sí has llegado...— miró hacia arriba, encontrándose con la mirada de Yerim, quien estaba sonriente.— Pero aunque no hubieras llegado a tiempo, sabes que puedes compartir taquilla conmigo.— le guiñó un ojo, jugando con los mechones de su cabello limpio.

—Gracias, de todas formas... Agradezco tu propuesta.— dejó de mirarle para guardar su mochila y carpeta.— ¿Necesitas algo más?— preguntó al notar que seguía mirándole.

—No, bueno... Ya sabes que, para el nuevo torneo de bádminton, necesitaría a alguien para ser un dúo.— se mordió el labio.— Y pensé que tú serías la indicada para ello.

—No, no lo sé. Déjame pensarlo mejor, te daré una respuesta luego.— cerró su taquilla con llave y se la dejó al profesor Taemin, quien era un amigo suyo.

Pensó en lo que acababa de suceder y no pudo procesar tanta información en tan poco tiempo. ¿Yerim y ella, en un torneo de bádminton? ¿Desde hace cuánto la chica más popular del instituto quería tener contacto con ella?

Formuló la teoría de que se había equivocado de persona, sin embargo retiró sus pensamientos al ver cómo Yerim se acercaba a ella y le sonreía, tomándole desprevenida cuando le tocó la mano.

Sí, definitivamente le buscaba a ella... Pero, ¿por qué?

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