BAD OMENS
Todos estaban saltando y pitoreando los nombres de Jungeun y Yerim, quienes se abrazaron por incercia. La mayor besó su mejilla, bajo la vista de los más celosos. Muchos chicos se apenaron envidiosos de Jungeun, mientras que las más hermosas querían arrancarle la cabeza a Yerim por ello.
—¡Lo conseguimos! ¡Lo hicimos, Jungeunnie!— la castaña no podía articular ninguna palabra. Parecía que estaba flotando, no tenía habla, no se movía para nada. Estaba en un lapsus mental, volviendo a la realidad dándose cuenta de que el trofeo era suyo por fin.
—Sí, lo hicimos.— se giró al ver los focos apuntándolas, cientos de personas cantando su nombre y al director del instituto alzándole el premio. Era una copa hecha de oro puro con su apellido y nombre en ella.
—¡Estudiantes, es hora de empezar la fiesta!— al pronunciar estas palabras, la gran mayoría salió pitando para dirigirse a la cancha de fútbol, donde habían mesas con comida y bebida.El director Lee se giró para darles la mano a las ganadoras, yéndose también a controlar los recintos.
Jungeun aún no despertaba de su sueño, bajo la mirada de sus amigas y los compañeros de Yerim, se atrevió a besar los labios de Yerim. Pillada por sorpresa, la mayor rodeó sus manos alrededor de la nuca de la más alta, profundizando el beso.
—Estuve tanto tiempo deseando esto...— sonrió en sus labios mientras acariciaba su cuello. Posó sus suaves manos en las mejillas de Jungeun, besándole de nuevo. Los labios chocaban al compás durante un baile con sus cuerpos.
Al separarse, Jungeun le abrazó poniendo sus brazos en sus caderas. Sooyoung se le acercó palmeando su hombro, diciéndole que iría a la fiesta con su novia para picotear un poco. Pero se le heló la piel al ver a Jinsol con lor orbes apenados viéndolas besarse de nuevo, causando una grieta en su pobre corazón. Aún quería saber el por qué de su huida, si tanto se amaban...
—Me haces muy feliz, Jungeun.— se acurrucó en su pecho, dejando el trofeo en el suelo.— Te amo...— susurró en su oído, poniéndole los pelos de punta.
Jungeun besó nuevamente sus carnosos labios, esta vez jugando con su lengua poco a poco. Separándose para ir a la fiesta, le acorroló en una pared, esta vez besando su cuello. Yerim sonreía a lo grande, echándole otra mirada a Jinsol, quien no paraba de verlas desde que ganaron.
Sacándole un dedo y burlándose de ella, esperó a que Jungeun terminara de estimularla para poder sacarle una sonrisa. Jungeun agarró su mano acariciándola, dejándole anonadada por sus gestos.
—Yerim, sal conmigo.— la nombrada abrió los ojos ante tal petición, pues no esperaba que se lo pidiera en ese mismo instante.— Bueno, si quieres claro, perdón...
—Si, sí quiero.— una gran sonrisa de lado a lado le confirmó que la pelinegra quería lo mismo que ella. Con un movimiento fluido, Jungeun le besó de nuevo, perdiendo la cuenta de cuántas veces sus labios se habían tocado en esos últimos cinco minutos.
Jinsol aguantándose un llanto horrible, se fue hacia los baños para poder calmarse. Siendo seguida por Minnie y otras amigas, consiguieron que olvidara aquella incómoda situación. Miyeon a su vez le trajo pañuelos, mientras que Minnie y Yuqi le consolaban diciéndole lo buena persona que era.
—Tienes que dejarlo ir, cariño.— acarició su espalda.— Siento mucho esto, pero debo irme. Shuhua me está esperando con el coche, nos vamos a casa.— dijo Miyeon recogiendo sus pertenencias.
—Nosotras también nos vamos, es el aniversario de bodas de mis padres y quieren conocer a Yuqi.— habló Minnie, dejándole más pañuelos.— Avísanos cuando estés en casa, por favor.— se abrazaron las cuatro, viendo lo mal que llevaba la situación.
Las tres mencionadas abandonaron el baño bajo penas, pues odiaban ver a su amiga sufrir por una situación que, a decir verdad, no tendría por qué importarle tanto. Pero ya sabían cómo era Jinsol... Toda una celosa y sentimental al ver a Jungeun con otras mujeres. Le costaba aceptar que la ruptura fue por su culpa, y los siguientes desastres también. Por culpa de un rumor es que un amor real fue roto.
—Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?— al escuchar aquella voz, Jinsol se secó rápidamente las lágrimas. Se puso su falda deportiva correctamente y se quitó las muñequeras.
—Puedes ir saliendo por donde has entrado.— se burló de ella, girándose sobre sus talones para arreglar su maquillaje.
—¿Tantos celos sientes que tienes que llorar? Qué pena, no sabía que habías caído tan bajo, Jeong.
—No te importa por lo que llore o por lo que no, Yerim.— se puso recta, no dejandose intimidar.— Ahora, si me disculpas.— fue cogida del brazo fuertemente por la mayor, retándole a mirarle.
—Ahora que tengo a tu ex en la palma de mi mano, te sugiero que no te acerques a ella nunca más.— le sujetó del mentón.— O tendremos problemas.
—El único problema que veo eres tú, mosquita muerta.— el escupió en la cara. Yerim le soltó bruscamente, casi lanzándole hacia la pared. Quitándose sus babas con agua y jabón, le volvió a agarrar, esta vez de la ropa, casi arrancándosela.
—Escúchame Jinsol. Sé lo que le hiciste y todos esas estaciones en las que le ignoraste. No creas que ahora eres una santa por verla conmigo.— amenazó con su puño.— Último aviso, y si te veo cerca de ella o intentas algo contra mí, tendrás que vértelas conmigo.
—No me das miedo, inútil descarada.— se zafó del agarre, yéndose hacia la salida.
—Y otra cosa más, Jinsol.— escuchó su risa sin parar.— Tendré toda su polla por mi boca durante todas las noches, espero que te guardes las fotos que te mandaré por correo.— le guiñó un ojo, haciéndole de nuevo burla. Jinsol notó sus venas hincharse, hasta que se controló y salió del lugar, viendo a Jungeun leer en su móvil.
Cruzando miradas, se fue corriendo del instituto para irse a casa. No aguantaba ser humillada de nuevo por Yerim, esta vez sobrepasándose y metiendo a Jungeun de por medio. Juraba tener su venganza más pronto de lo que pensaba.
Sin dudar ni un segundo, llamó a Haseul, a quien consideraba como su tía. Fueron un par de segundos de espera hasta que dio con su voz, sonriendo al escucharle reír.
—Buenas noches Jinsol, ¿cómo estás?— preguntó Haseul a través de la línea.
—Todo bien... Me preguntaba si podía pasar la noche en tu casa, no me encuentro muy bien.
—¡Por supuesto querida, aunque ahora nos íbamos a cenar al restaurante de Tiffany. ¿Quieres venir con nosotras?— Jinsol se sorprendió por los planes que tenían, sin embargo se lo pensó mejor.
—Estoy en mi instituto, pasad a por mí, por favor.— sonrió.
—En diez estamos allí.
Jinsol no sabía en qué se estaba metiendo, pues era el local de su ex suegra. No le gustaba tampoco llamarle así, pues siempre tuvo cariño hacia las Kim. Estuvo jugando con sus dedos por varios minutos, y estuvo balanceándose sobre su propio peso hasta que vio a sus tías llegar con su, para nada costoso, Mercedes Benz Clase A Berlina.
—¡Sube querida, te hemos traído un vestido para ti!— dijo Kahei, aplaudiendo de euforia.— Nos lo vamos a pasar genial, pase lo que pase.
La menor entró en el coche, sentándose en el medio de la parte trasera del Mercedes. Les abrazó a ambas mujeres, dándoles besos en las dos mejillas. Les empezó a contar cómo le fue el principio de la semana y cómo pensaba en cómo iba a acabar. Sin dudar, Jinsol comenzó a sentirse mejor, gracias al apoyo de sus tías, a las que amaba con locura.
Sin saber lo que le esperaría aquella noche, Jinsol fue dispuesta a divertirse, sin importar pasara lo que pasara... ¿O tal vez no?
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