Los colapsos cada vez son más innesperados. Las emociones chocan unas con otras ocasionando que mi mente quede en blanco por unos minutos. No puedo sentir nada más que mi saliva impidiendome hablar.

Mi respiración de ahora y derrepente me encuentro jadeando por aire, por oxígeno que hace falta cuando mi cabeza palpita adolorida.

Las lágrimas salen como siempre como llaves de grifos inundandolo todo. Me dejó caer al suelo cuando las fuerzas me dejan y más cómoda en el piso soy consciente de lo que veo. La oscuridad derrepente se disipa y la luz amarillenta del foco me aturde. Siento que puedo volver a moverme y entonces me percató de como las pocas uñas que tengo están lastimadas. Los arañazos de mis brazos me dejan ver los intentos de mi misma por agredirse.

Me horroriza verme al espejo porque se que lo que veré no será agradable. Aún continúan pequeños espasmos nerviosos que me llevan a moverme involuntariamente como si recibiera toques eléctricos. Respiro entrecortadamente buscando llenarme de algo cálido en el frío que derrepente me recorre.

Abrazo mi cuerpo con mis brazos y cierro los ojos dejando que todo a mi alrededor se calme. Suspiro después de que se han ido y soy capaz de ponerme de pie nuevamente.

Mis músculos se sienten cansados. Mi cabeza duele y se siente como resaca. Una migraña demasiado fuerte que causa que me aturda otra vez. Caminando a mi habitación me acurruco en la cama.

Las sábanas están frías al igual que yo, pero no puedo sentir calidez aunque me esfuerzo por ser una pequeña bolita. Sollozo en silencio por el temor de lo que siento. Esto que desconcierta todo mi ser y causa mis más temibles pesadillas.

Paso de tener miedo a estar cansada. Mi cuerpo exige dormir y aunque se que tengo mucho por dar todavía me dejó ir. Busco la comodidad que me exige cada célula de mi cuerpo en este momento. Me concentro en buscar el sueño y cuando comienzo a envolverme en él los principales problemas vuelven a mi memoria. No dejan de torturarme.

Cada una de mis preocupaciones y mis demonios se atraviesan frente a mis ojos mirándome como cada vez que desean intimidarme.

Las inseguridades y miedos se adentran en los más pequeños huecos de mi subconsciente y llevan todo de mi a las pesadillas que me atormentan.

Ya no se cuanto más tarden en irse. Trato de dormir porque no tengo ánimos para nada más que no sea cerrar los ojos.

Todo entonces se vuelve silencio y oscuridad.

La melodía de mi respiración me relaja y sin prestarle mayor atención me dejó libre en sus brazos. Acurrucada en la cama, esperando que todo mi sistema se apague y me permita reiniciar.

...

Cuando abro los ojos la luz amarillenta del foco me aturde. Sigo inclinada sobre mi lugar en aquel baño polvoriento y viejo.

Mi pecho sube y baja con rapidez y espero a que la mirada desquiciada frente a mi en el espejo desaparezca.

La ansiedad me cobra facturas y el sueño que me invade después me hace reaccionar cuando mis ojos quieren cerrarse.

-No otra vez... -susurro débilmente llorando lo que me queda de la noche.