Espejo
Después de que las horas pasarán los focos de la habitación se apagaron, el sonido del aire rozando con mi ventana y los grillos cantando anunciaron la madrugada de un día común y corriente como los otros.
Mi mente no dejaba de hacerme daño con las típicas preguntas existenciales de cualquier ser humano, las respuestas no aparecían por ninguna parte, mi pecho se estrujaba en cada interrogante, en cada pensamiento que acaparaba cada rincón de mi cabeza.
Cansada me puse de pie, caminé rápidamente al lugar donde se encontraba la única persona que podía responder todo aquello que me impedía dormir.
Busqué consuelo en la esperanza de que al verla, escuchar su voz y sentir un poco de su energia positiva podría permitirme dormir tranquila sabiendo que las cosas iban a mejorar y que esto era pasajero como otras veces.
Abrí la puerta con cuidado de no hacer ruido, entré en aquel pequeño espacio topándome con la oscuridad hasta que encendí la luz y la miré detenidamente justo frente a mi.
Parecía cansada, sus ojeras se remarcaban mucho en esta ocasión, sus ojos se veían hinchados y rojizos, al parecer había estado llorando al igual que yo. Olvidó desmaquillarse también, ya que pequeñas líneas negras debajo de sus ojos remarcaban el morado de la piel arrugada debajo de sus pestañas y el resto de su maquillaje estaban totalmente arruinados esparcidos por su rostro.
Al verme se quedo quieta, permanecimos así unos segundos, contemplandonos la una a la otra detalladamente. Su cabello estaba enredado en una coleta casi deshecha, en sus mejillas habían lágrimas secas y su labio temblaba debido a las ganas de llorar que tenia.
Yo también me sentía asi, pero me obligue a mi misma a no dejar ninguna lágrima a la vista porque entonces, las dos nos tumbariamos a llorar. Nos conocíamos desde toda la vida, no había cosa que no supiéramos la una de la otra, pero justo en ese momento la desconoci por completo, jamás había estado tan mal.
Me acerqué más a ella y pude ver mejor que en su mirada ya no estaba esa chispa alegre que la caracterizaba, tampoco se encontraba la sonrisa que la gente amaba de ella. ¿Qué le había pasado? ¿Era la misma persona?
Dejé de perderme en mis pensamientos y tomando valor, hablé.
-Necesito respuestas. -dijimos al mismo tiempo.
¿Ella también quería saber la verdad de todo lo que yo pensaba? Sin duda alguna, estábamos en el mismo dilema.
Me quedé en silencio sintiendo como las inmensas ganas de llorar se atascaban en mi pecho.
-Eres la única que las sabe.. -comencé mirándola. -Porfavor dime, ¿Qué me está pasando?
Espere a que contestará pero me miraba sin decir nada, su mirada era de desesperación, igual a como yo me sentía, comencé a temblar. Pero no era frío, no era nada más que mi llanto dejando salir el sentimiento que me recorría esa noche desde que habian apagado las luces.
-Por favor dime, ¿qué va a pasarme?
Mi voz comenzó a fallarme, mis manos temblorosas sujetaron con fuerza mi camiseta, era como si temiera a que fuera a romperme en tantos pedazos que me desmoronaria en todo el suelo. Ella me imitó, comenzó a llorar sin control y me miraba intensamente suplicando ayuda. ¿No era yo la que estaba pidiendosela? ¿Qué pasaba?
Yo no podía hacer nada, estaba en la misma situación, no podía ayudarla cuando nisiquiera yo era capaz de salvarme a mi misma. Habia venido por respuestas y al parecer ella no las tenía.
-¡Dime algo! -grité desesperada. -Cualquier cosa...
Pero ella no respondió, seguía llorando, quejándose en voz baja y sujetando con fuerza sus costados.
-¡Habla maldita sea! Dime algo... ¿Qué va a pasarme? ¿Qué sigue ahora? ...
Ella se limitó a fruncir el ceño furiosa, su frente se arrugo dejando a la vista el sudor que recorría su piel.
A ese punto yo estaba más que desesperada, me sentía impotente y tenía intensas ganas de hacerla hablar a la fuerza. ¿Por qué no me decía nada? Era ella la única con respuestas. ¿Qué quería de mi? ¿Iba a dejarme sufrir?
Yo necesitaba de ella porque era la única que me salvaba siempre, era la única persona en el mundo que me entendía y escuchaba. ¿Por qué ahora me daba la espalda? ¡Estaba dejándome con todo ese dolor!
-¿Qué debo hacer? -pregunté casi en un susurro. -Por favor dime, ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Voy a morir?
Comenzó a llorar con más intensidad y furiosa la miré fijamente. Era imposible que viéndome así de desesperada, me dejará sola en esto, éramos sólo ella y yo y me estaba abandonando a mi suerte.
-No me hagas esto, te necesito.
Pero no dijo nada. Seguia llorando, sujetando con fuerza sus manos y mirándome a los ojos.
-Bien, entonces las dos moriremos. ¿Eso quieres? -me queje molesta.
No le importó, su rostro se veía frío mientras lloraba. Ya no se notaba ningun sentimiento como antes, no era yo.
El verla así, débil, callada, vulnerable, me enfureció terriblemente y golpee con fuerza su rostro sacando toda la frustración de mi. Me sentí mucho mejor al haberlo hecho, se lo merecía por hacerme esto de nuevo. Por dejarme a mi suerte cuando estaba ahogandome sin encontrar la superficie.
-Te odio. -susurre sintiendo como los vidrios del espejo se encajaban en mi piel y escuchando los pedazos caer al suelo.
Ya no quería verla nunca más.
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