Siento que me asfixio, mi cabeza da vueltas, miles de pensamientos recorren mi mente de un lado a otro esperando a que me centre en uno sólo.

Comienzo a llorar cuando me encierro en el baño, mis manos tiemblan y mi cuerpo entero parece desmoronarse. Me aferro al pensamiento de que como siempre pronto va a terminar.

Caigo de rodillas haciendo un hueco y pesado sonido que alerta al mundo a mi alrededor. Escucho como todo se queda en silencio y pronto unos momentos despues, la voz de mi madre interrumpe mi llanto cuando se acerca a la puerta y trata de abrirla.

-¿Todo bien? ¿Estas ahi? -me pregunta molesta.

-Si, se me resbalo algo. -miento con la voz lo más normal posible. -Lo siento.

-Niña tonta. -se queja y aleja rapido.

Un suspiro tembloroso sale de mi boca y entonces trato de calmarme, no siento ya mis ojos, estan muy irritados. Siento que el aire me falta, aun de rodillas me inclino hacia adelante y junto mis manos para hacer una oracion.

Hace tiempo me dijeron que no habia mejor remedio que hablar con Dios. Eso he intentado permaneciendo fuerte en mi Fe.

En susurro comienzo a suplicarle, le ruego por algo que me libere, algo que me ayude a respirar bien como antes. Mi cabeza duele y comienza a darme vueltas. Me siento muy mal.

Llorando miro al techo de mi baño, el foco amarillento parpadea un poco y la suciedad del espacio me recuerda en donde me encuentro. Siento coraje pero sobre todo lastima por mi misma.

Las voces murmuran, mi cabeza zumba, mis oidos pitan y mi cuerpo grita por algo de oxigeno que a pesar de que entra, no llena mis pulmones. Me siento pesada, siento que no puedo volver a ponerme de pie.

Miro mis manos sucias por tocar el suelo polvoriento. Tocan fuertemente a la puerta pidiendo entrar, anuncio que estoy por terminar y poniendome de pie con dificultad, me observo en el espejo.

Horrible.

Es la primera palabra que se cruza por mi mente.

Sin querer dedicarle más tiempo a mirar el inutil intento de una cara normal, me preparo para salir. Le hecho una ultima ojeada a mi alrededor para saber que no he dejado marcas de mi sufrimiento.

Seco con un poco de papel las lagrimas en el suelo donde acababa de orar. Mojo mi cara un poco con agua fria para limpiar las lagrimas secas en mis mejillas.

Suspiro cansada, la misma realidad me espera afuera.

Lista para seguir pataleando en busca de oxigeno y llegar a alguna superficie que me brinde lo que necesito. Intento entonces abrir la puerta pero mi mano se ha entumecido por lo frio del agua.

Los golpes en la puerta terminan por despertarme del trance y abro la puerta viendo a mis hermanos menores peleandose por entrar al baño.

-Siempre te tardas mucho.

-Ya creíamos que estabas atascada.

Volví a mi habitación y subí a mi cama. Mire mi entorno y escuché los gritos, las peleas, los murmullos internos, los juicios hacia mi persona, los insultos, las promesas falsas, las palabras carentes de emoción. Todo se mezclaba metiendose en mi y ahogandome de nuevo.

Mi boca estaba cerrada y aun asi sentía como la saliva se atascaba en mi garganta. Mi nariz constipada debido al llanto no me ayudaba a sujetar el oxigeno y hacerme sentir mejor.

Estaba muriendo, me estaba perdiendo y nadie lo veia.

Me ahogaba y veia la vista nublada, mis ojos comenzaban a pesar. Sentia que iba a perder el conocimiento, mis labios temblaron en el inutil intento por pedir ayuda.

Se sellaron una vez más y mis parpados pesados vencieron. Mi pecho rugia furioso en busca de estabilidad, lo único que recuerdo es el sonido de mi palpitar mezclado con el sollozo que se escapó de mi antes de caer dormida e inconsciente.