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❝ an angel can also fall for the temptation of a gorgeous demon. ❞

Y aquí me encontraba nuevamente, escabullendome cual vil ladron en las más oscuras ruinas del ardiente y terrorifico inframundo. 

¿Que hacía alguien como yo en este lugar?, eso era algo que ni yo mismo entendía. Pero... ¿Valía la pena?

Totalmente.

Por más incorrecto que fuera esto, era algo emocionante y apasionante que me llenaba el cuerpo de adrenalina cada vez que lo hacia, pero sobre todo me llenaba de unos nervios mezclados con una creciente ansiedad por Verlo a él

Llevaba dias, horas, minutos y segundos recordando su voz gelida y grave como un susurro tenebroso pero tentador, en su mirada profunda, oscura como el carbón e hipnotizante como dos diamantes negros, en sus besos y caricias pero sobre todo en su hermoso y angelical rostro que te cautivaba y te engañaba con una falsa faseta de un ser puro e inocente, aúnque de lo anterior no tuviera ni una sola pizca. Él era todo lo contrario; un ser vil y despiadado, digno de un demonio como él.

Desórdene un poco más mi cabello y acomode el saco del apretado e incomodo traje negro de cuero que llevaba puesto. Me cercióre una vez más de que mis alas se vieran oscuras por completo, y al estar completamente seguro, dando una fuerte exhalación, comencé a caminar hacia las ruinas más alejadas de aquél tenebroso y oscuro lugar.

Como siempre traté de escabullirme entré los miles de ángeles caídos y demonios que transcurrían por aquél lugar y me observaban llenos de desconfianza e incredulidad ante mi falsa imagen. Yo por mi parte trataba de mantener mi faceta de hombre cruel y despiadado, aúnque seguramente solo lograba verme patético.

Ignore cada mirada y murmuro y caminé con paso acelerado hacía aquél horroroso túnel que por desgracia tenía que cruzar para llegar a mi destinó.

Me detuve un par de segundos asegurandome —nuevamente— de no ser visto, y saqué del interior de mi bolsillo, el viejo, arrugado e incinerado pedazo de pergamino con las instrucciones exactas para llegar a nuestro encuentro —que no se como rayos habia conseguido hacerme llegar— .

Arruge de nuevo el pequeño pedazo de papel y volvi a introducirlo en mi bolsillo para luego seguir mi camino a paso apresurado. Traté de centrarme en llegar cuanto antes a dónde fuera que nos encontraríamos, pero era imposible ignorar los gritos desgarradores, lamentos, y llantos ensordecedores que inundaban el túnel. Los rastros de ceniza en el suelo, las pequeñas llamas de fuego encendidas por lugares aleatorios, las plumas cortadas o quemadas por el suelo y las ramas secas y terrorificas colgando por todas partes.

Ya debería estar aconstumbrado a este panorama por las inumerables veces que cometía esta locura —este pecado necesario— pero a pesar de que lo vivia repetidas veces, era imposible aconstumbrarse porque cada dia era peor, cada dia me hacia sentir el peor de los ángeles, el más repugnante de los seres, alguien que no merecía tener un título divino.

Al ver pasar a personas con cicatrices enormes con forma de V en sus espaldas brillando con sangre viva —o alguna ya seca—, y miles de otras más con un ala oscura decaida y más deterioros y cicatrices en ellas, solo podia pensar en una sola cosa:

Así terminaré yo si sigo haciendo esto...

Tragué con dificultad al tan solo imaginarmelo, y una de las frases que él siempre repetía, se cruzó por mi mente; ¿Realmente Dios era un ser bueno y admirable aún haciendo estas atrocidades?... No quería tan siquiera pensarlo, pero me era inevitable no hacerlo porque al paso que iba, muy pronto podria conocer la respuesta a esa pregunta por mi propia cuenta.

Al lograr pasar desapercibido entre los millones de ángeles, demonios, almas y guardianes que custodiaban aquél terrorífico lugar, me cerciore una vez más de no estar siendo visto por nadie y me adentre en la habitación principal de la residencia de ángeles caídos. La cuál a pesar de ser simples cuevas adornadas con objetos elegantes de madera negra o hierro oscuro, seguía siendo aterradora y tenebrosa.

Cerré la inmensa puerta de madera oscura a mis espaldas y me arrecoste en ella con mis ojos cerrados, dejando escapar el aire con alivio al haber conseguido llegar allí con éxito. Abri mis ojos lentamente aconstumbrandome a la poca iluminacion del candelabro de velas que colgaba en el techo y a los faroles esparcidos por las paredes. Fijé mi vista en la inmensa librería frente a mí y permanecí con mi vista perdida en los millones de libros con tapaderas oscuras y desgastadas durante unos segundos antes de que un ruido a mi derecha me hiciera exaltar.

Giré mi vista hacía allí y no pude evitar que una leve sonrisa se asomara en mi rostro al verlo sentado en la cama, apoyado en sus codos con su sonrisa burlona y su mirada tinieblica y penetrante sobre mí. Mientras sus inmensas y oscuras alas se movían lenta y tentadoramente, acompañado de su traje ajustado de cuero con un escote en V que dejaba ver un poco de su pecho, haciéndolo lucir el doble de sexy de lo que ya era aquél pecado de carne y hueso...

Tragué fuerte al verlo levantarse y caminar lenta y tentadoramente. Aún me costaba aconstumbrarme a lo que su simple mirada causaba en mí.

— Creí que no vendrías, Ángelito —Dijo por lo bajo con sorna y con su infaltable sonrisa burlona—.

— L-Lo siento —Me disculpe en voz baja con mi vista fija en sus hipnotizantes ojos—. Cada vez es más difícil escaparme sin ser visto y escabullirme aquí, creo que empezaron a dudar de que yo sea uno de ellos —Dije temeroso desviando la mirada—.

— Y sin embargo sigues aqui, eso es lo que más me gusta de ti —Murmuró acercandose a mi y acariciando mi mejilla con la yema de sus dedos de manera lenta, provocando que los vellos de mi cuerpo se pusieran de punta ante su tacto—. No te preocupes, ya veré como los convenzco de que eres uno de nosotros, y si necesitas ayuda para escaparte solo dímelo. Aúnque ya sabes que eso no fuera necesario si...—Hizo una pausa para acabar con el espacio que habia entre nosotros y con su nariz recorrió mi cuello inhalando mi aroma hasta detenerse en mi oído—. Escabullirte no fuera necesario, sí aceptaras ser uno de nosotros... Podriamos hacer tantas cosas, todos los días, Mi ángel — Suspiró pesadamente—.

Apreté los ojos y senti mi corazón latir a mil por segundo, y lo tentadora que somaba esa propuesta cada vez se hacia más presente en mi cabeza. Aúnque yo luchará por no pensar en ello, era imposible no temblar ante la idea de ambos juntos cada minuto del dia. Tragué con dificultad y sacudi un poco mi cabeza para desaparecer esos pensamientos —Acto que lo hizo sonreir satisfecho—.

Le gustaba volverme su marioneta, le encantaba tener poder sobre mí y de mis sentimientos, emociones y acciones, y para ser sincero, aquéllo no me molestaba en lo absoluto, por el contrario, debo admitir que me encantaba.

— Pero sabes que no importa si no quieres, estoy seguro que muy pronto aceptaras y podre tenerte por siempre a mi lado —Dijo con convicción posando sus manos en mi cintura y sonriendome con seguridad—. Además, sabes que me encanta lo prohibido —Sonrió—. Y aúnque no lo aceptes, en el fondo a ti tambien te gusta y te excita esto, cariño —Acarició mi mejilla para luego con su otra mano apegarme a su cuerpo y acariciar con sus labios los mios, provocando que por impulso los entreabriera—.

— Estoy en serios problemas desde que te conocí —Le confesé en un susurro con mi mirada fija en la suya—.

Dejó escapar una carcajada de burla y mordió su labio inferior.

— Eso me gusta —Aceptó—. Me gusta tanto como este traje de cuero que llevas hoy —Comenzó a acariciar mi mejilla con sus labios, haciéndome temblar y cerrar mis ojos ante su tacto—.

— Es incómodo —Confesé en un quejido frunciendo mis labios en un puchero de incomodidad—.

— Me hare cargo de eso —Relamio sus labios y me observó con lascivia, antes de llevar sus manos hacia los botones de mi camisa para comenzar a desabrocharlos con suma lentitud—. La próxima, iré yo a verte, no sabes como me pone verte de blanco —Gruñó— Te ves tan puro, tan idefenso —Murmuró cerca de mis labios—. Pero los dos sabemos que de eso tienes poco —Se burló—.

Y antes de poder reprocharle algo, su boca atacó la mia en un beso salvaje y necesitado que no me tomó para nada por sorpresa —ya que siempre solian ser asi—. Enrede mis manos en su cuello y abrí mi boca para darle paso a su lengua y dar inicio a la interminable guerra de caricias que tenian ambas. Mordió mi labio con fuerza provocando un quejido de mi parte, mientras sus manos se deshacian de mi camisa y la arrojaba al suelo con desespero.

No me quedé atrás y mientras él recorria con mordidas y besos mi cuello, me deshice de su camisa para que esta le hiciera compañia a la mia en el suelo. Su boca lamia y succionaba mi cuello con desespero —Seguramente dejando marcas que tardarian en borrarse— arrancandome pequeños y agudos gemidos, mientras mis manos viajaban por todo su torso y acariciaban su hermosa y suave piel canela.

Me tomó por los muslos con fuerza haciendome rodear su cintura con mis piernas y se dirigió con paso apresurado hacía la cama, dejando caer mi cuerpo sobre ella con un poco de brusquedad haciendo que —gracias al impacto— el negro de mis alas desapareciera y estas volvieran a ser blancas y brillantes. Logrando tambien que de mi garganta un quejido saliera al sentir su miembro rozar con el mío.

Sonrió satisfecho y con sus besos comenzó a bajar por todo mi torso deteniendose en cada uno de mis lunares antes de continuar. Mordio uno de mis pezones con aspereza y arañó suavemente mi abdomen haciendome morderme el labio inferior por el ardor placentero que me causó. Sus manos fueron directamente a desabotonar mis pantalones para luego deshacerse de ellos de forma inmediata.

— ¿Que mierda me hiciste para que te necesitará tanto, eh Angelito? —Preguntó observandome a los ojos con su respiración acelerada—.

— Y-Yo soy quien debe preguntar eso, n-no deberia estar aquí —Murmure con un poco de culpabilidad, tragando saliva con dificultad gracias a sus actos —.

— Y sin embargo aqui estas, y eso es porque te gusta esto Mi Ángel, te gusta pecar conmigo —Aseguró con superioridad y deleite en su voz, mientras una de sus manos acariciaba mis muslos, haciendome estremecer por completo y provocando que el bulto en mis pantalones creciera cada vez más y se volviera incomodo e insoportable—.

Jadee y tragué con dificultad cuando sus manos se acercaban cada vez más a mi miembro. Cerré mis ojos dejando que como siempre me hiciera olvidarme de toda la culpabilidad y el arrepentimiento y que me arrastrará con él hacía las llamas del pecado y lo prohibido.

Sí iba a quemarme en aquél infierno, solo quería que fuese con él.

Me observó lujurioso pasando su lengua por su labio inferior con deleite y gusto, por lo que estaba a punto de suceder. Su mano se poso en mi notorio y creciente bulto haciendo una suave presion que me hizo retorcer de placer. Acarició por encima de la estorboza tela con suma lentitud sin olvidarse de la presión que hacía acelerar mi respiración y agitar mi cuerpo.

Cansandose de su propio juego, rapidamente se deshizo de la prenda que apricionaba mi parte intima. Al encontrarme totalmente desnudo y expuesto frente a él, sus ojos brillaron deseosos y su sonrisa ladina no se borró nunca de su perfecto y hermoso rostro.

Con su dedo indice acaricio la rojiza y ya sensible cabezilla de mi aparato reproductor y al sentir las pequeñas gotas preseminales que salian de este, lamio sus labios antes de llevar su dedo a la boca y probarlo con deleite.

Jadee ante esa imagen y senti una fuerte presión en mi miembro que me hizo gemir con anhelo y un cosquilleo se hizo presente en mi —Ahora— necesitada entrada. Rodeó con su mano el falo acariciando de arriba a abajo de una manera tortuosa que me hacia gemir agudo y casi suplicar por su calor.

Sin detener su tortura, subio con su lengua por todo mi torso, deteniendose un momento a succionar y lamer durante pocos segundos uno de mis rosados pezones, antes de continuar con su recorrido desde mi clavícula hasta detenerse en mi oido, donde mordio y jaló levemente el lobulo de éste haciendome estremecer.

— Girate y ponte en cuatro —Ordenó con voz grave y seductora en mi oido—.

Jadee en respuesta asientiendo con mi cabeza obediente a sus ordenes e hice lo que me ordenó sin pensarlo dos veces. Me giré con mis manos y piernas temblorosas y con el creciente cosquilleo de deseo apoderándose de todo mi cuerpo.

Lo sentí jadear y expulsar el aire fuerte al tenerme en la poscision deseada —Esa que era su favorita— y poco después su mano acarició uno de mis glúteos para poco despues propinarme un fuerte azote que me hizo gemir y encorvarme por el momentaneo pero placentero dolor. Su calido aliento chocó contra mi entrada y en ese momento tragué saliva sabiendo lo que estaba por llegar.

Sus dedos acariciaron con delicadesa el lugar haciendome gemir y jadear por lo bajo, su lengua se unio al juego en compas con su mano para que pocos segundos después dos de sus largos dedos fueran introducidos por completo y de una sola estocada en mi apretada entrada.

Encorve mi cuerpo hacia abajo soltando un fuerte y gemido que fue ahogado por el colchon. Arrugando entre mis dedos las sabanas de seda oscura a causa del placer que me estaba dando. Sus dedos comenzaron a hacer movimientos de adentro hacia afuera, circulares y luego con movimientos de tijera, repitiendo esta acción varias veces, cada vez más fuerte y profundo hasta tocar mi punto más sensible.

— Mmgh Y-Yongbokkie, A-hh —Gemi mordiendo mi labio inferior con fuerza, —Casi lastimandome— a causa de la maravillosa sensación que se centraba en mi estomago y estaba a punto de explotar—.

Moví mi cuerpo siguiendo el vaiven de sus dedos en busca de más placer, pero en cuanto hice esto, se detuvo sacandolos de mi interior haciendome soltar un resoplido de frustración al sentir el vacío.

Su melodiosa risa burlona no tardó en aparecer y me giré confuso a verlo.

— Mantén ese hermoso trasero arriba y mira al frente Ángelito. Sé obediente —Ordenó demandante sonriendo con egocentrismo—.

Resignado asenti y nuevamente obedeci sus órdenes volviendo a mi posición inicial. La necesidad y el deseo se apoderaban de mi cuerpo mezclándose con la ansiedad que tenía desde que habia pisado las ruinas del inframundo dónde me encontraba pecando. Debo admitirlo, no me arrepentia de nada por más que quisiera hacerlo. Lo que ese hermoso demonio causaba en mi y el poder que tenia para manejarme a su antojó, eso nadie más lo podría tener nunca, porque solo él sabia como hacerlo y eso realmente me encantaba.

El sonido de una cremallera bajándose y un cinturón siendo desabrochado, provoco que mi corazón se acelerará y mi interior palpitara ansioso por su atención. El ruido del golpe seco de las prendas de cuero al caer al suelo me hizo estremecer y a mis extremidades temblar. Su cuerpo se acercó al mío y sus manos tomaron mi estrecha cintura haciendo presión para que su duro miembro rozara mi entrada.

Gemi al sentirlo y dejé caer mi cabeza en el colchón para dejar mi trasero a su total disposición. Lo escuché gruñir y su agarre en mi cintura se volvió más fuerte y firme.

— Abre tus piernas —Nuevamente ordenó con el goce plasmado en su voz y seguramente en su rostro tambien—.

Obedeci separando un poco más mis piernas para él. Sentí mi entrada humeda y supe que habia dejado caer saliva allí para prepararme. Uno de sus largos dedos se introdujo una vez más en mi interior con fuerza hasta lo más profundo, para luego volver a salir de allí de manera inmediata.

Aferré mis manos a la sabana y solté un quejido de frustración y necesidad ante su tortuoso juego, ese que habia dejado de ser divertido en el momento en que mi miembro empezabo a doler y mis testiculos a volverse cada vez más duros y pesados debido a la horrorosa retención que me estaba obligando a hacer.

Lo necesitaba cuanto antes dentro de mí, y para mi fortuna, se compadecio y no me hizo esperar mucho más. Se introdujo en mi interior de una fuerte y profunda estocada que logró llegar hasta mi próstata para luego salir y repetir el movimiento una y otra vez, cada vez más fuerte y de forma más constante marcando un ritmo único y demasiado placentero.

Cerre mis ojos y empuñe las manos con las sabanas entre ellas. Los gemidos salian sin control de mi boca, cada vez más ruidosos y agudos, mi cuerpo comenzaba a ser cubierto por una fina capa de sudor, mientras mi respiración se volvía irregular y mi corazón parecia estar a punto de explotar en mi pecho.

El vaivén de nuestros cuerpos se acoplaba perfectamente y los sonidos lascivos del contacto entre estos se mezclaban en el aire con los gemidos y gruñidos guturales de ambos. Convirtiendose en una hermosa melodia que se desvanecia en la oscuridad de aquél lugar.

— E-Eres m-mio... Ángel —Gruñó— S-Solo A-Ahh mí-o —Demandó entre gemidos roncos, aumentando el ritmo de sus embestidas y enterrando sus uñas en mi cadera con posesión—. Dilo, di que eres mío —Ordenó entré dientes con su respiración hecha un desastre—.

— S-Soy mmhg tuyo, solo T-Tuyo —Le hice saber—. T-Te amo Y-Yongbok —Confesé entre gemidos con mis ojos cristalizados—.

Una de sus manos abandonó mi cadera para acariciar con dulzura y adoración mis alas.

— Yo también Ángel, lo hago como no te imaginas —Confesó en un susurro, repartiendo castos y dulces besos a lo largo de mi columna, provocando que una corriente de electricidad recorriera todo mi cuerpo—.

— F-Fe-lix...—Lo nombre con dificultad en medio de gemidos imparables, sintiendo un cosquilleo fuerte centrándose en la parte baja de mi abdomen, avisandome que estaba a segundos de alcanzar el climax—.

— Te amo —Susurre exhausto desfalleciendo encima de la inmensa cama, manchando las oscuras sabanas y parte de mi abdomen, mientras sentia su cuerpo sobre el mio respirando agitadamente sin salir aún de mi interior y llenandome por completo de él —.


Mi mirada se encontraba perdida en algún punto invisible de la inmensa, poco iluminada y fria habitacion. Mis manos acariciaban su suave y tersa piel canela, viajando por todo su delgado pero fuerte torso. Sus manos acariciaban mi cabello y sus alas me arropaban del frio mientras su respiracion calmada me arruyaba cual canción de cuna.

— ¿En qué piensas, cielo? —Detuvo sus caricias, rompiendo el silencio calmado que reinaba en el lugar—.

Suspiré pesadamente y levante mi vista para observar su rostro que me miraba curioso.

— E-En... nosotros —Murmure con nerviosismo desviando la mirada— en esto que esta pasando, en lo mal que está —Resoplo con cansancio y antes de que pudiera hablar, continúe—. Y en tu propuesta...—Lo miré temeroso e indeciso y vi una gran sonrisa satisfecha aparecer en su rostro—.

—¿Y que pensaste? — Preguntó con interés, acomodandose en la cama para que ambos quedaramos sentados, tomandome en sus brazos como si de un bebé se tratase—.

— No podemos seguir asi —Murmure pensativo con mi cabeza posada sobre su pecho—. ¿Cuanto tiempo más tendremos que seguir escondiendonos?, Y-Yo te... amo y quiero estar contigo, me parece injusto que no podamos estar juntos —Bufe molesto y me aleje de él para mirarlo directamente—.

Conectamos nuestras miradas y senti mi corazón latir desesperado en mi pecho ante lo hermoso y prohibido que era aquél hombre de ojos y cabello azabache. Llevaba cinco meses escapandome de aquél lugar que otros llamaban "Paraíso" para venir al lugar que yo habia nombrado Mi verdadero paraíso a ver a quien era mi verdadero ángel. Bueno o malo, él era quién me hacia sentir unico, pleno, felíz y amado.

Él quién en medio de algo prohibido me habia enseñado a amar.

Siempre pensaba en los pros y contras de aceptar su propuesta, de hacer parte de su mundo, de estar con él para siempre. El miedo era el sentimiento que predominaba siempre al pensar en aquéllo, pero por otro lado, el amor que sentía por aquél ser era más grande que cualquier cosa.

Nuestras miradas seguían conectadas, perdidas la una en la otra. Sus negros y profundos ojos me observaban curiosos y su rostro permanecía serio, escuchando atento cada palabra que salía de mi boca.

Tragué saliva y medite unos segundos sobre si la decisión que estaba a punto de tomar era la correcta. Me convencí de que lo que haria, lo haria por amor y una vez decidido, respire profundamente y lo miré con convicción.

— Acepto tu propuesta — Le hice saber con tono firme y decidido—.

Me miró sorprendido un par de segundos, pero aquélla sorpresa fue reemplazada por una felicidad inmensa y una satisfacción enorme brillaba en sus ojos. Se acercó a mi con una media sonrisa en sus labios y me observó con una de sus cejas azabaches levantada antes de llevar una de sus manos a mi mejilla y acariciarme con dulzura y adoración.

— ¿Estas completamente seguró de que quieres hacerlo?—Preguntó dudoso—.

Cerre mis ojos meditandolo unos segundos y luego asenti posando mi mano sobre la suya que permanecia en mi mejilla.

— Estoy completamente seguro que quiero estar contigo, estoy dispuesto a hacerlo, es solo qué...—Abrí mis ojos para observarlo y entrelasé mi mano con la suya— T-Tengo miedo y no sé como proceder —Confesé—.

— No te preocupes, yo me encargaré de eso —Sonrió con un brillo extraño en su mirada que me hizo temblar—. Girate Angel —Pidió de repente haciendome fruncir el ceño confundido—.

— Aún no termino de recuperarme de lo que acabamos de hacer —Le informe sumamente sonrojado—.

— Creeme que por más que quiero hacerlo de nuevo —Se mordio el labio seductoramente— No es para eso —Me tranquilizó—. Con lo que voy a hacer, ahorraremos tiempo y un innecesario sufrimiento para ambos —Murmuró con una mirada perversa—. Despues de esto, podremos estar juntos para siempre Mi Hermoso Ángel —Sonrió un poco sin despegar sus ojos oscuros de mí y aún con ese brillo de maldad resplandeciendo en ellos—.

Asenti un poco temeroso y tragué saliva antes de hacer lo que me habia pedido. Con los nervios a flote, me giré poniendome de rodillas en la cama dándole la espalda y extendiendo mis alas. Lo sentí acercarse y pasar su mano delicadamente por mi espina dorsal hasta detenerse en mi cuello.

Apreté las sábanas que cubrían mi cuerpo lleno de nerviosismo.

— ¿Q-Que harás? —Pregunté temeroso con mi cuerpo temblando—.

— Nos desharemos de esto —Susurró con maldad en mi oído, acariciando mis alas con lentitud. Provocando que mi respiración se detuviera por unos segundos y el miedo aumentará—.

— ¡¿Q-Que?!, ¡¿A-Ahora?! —Exclame exaltado con voz temblorosa y mi cuerpo tenso—.

— Si, si lo hacemos ahora, inmediatamente te convertirás en un ángel caído —Murmuró con deleite—. No tendremos que esperar más y podremos estar juntos para siempre. Te ahorrare mucho sufrimiento o al menos será un sufrimiento a manos mías y no de nadie más —Confesó haciendo que mi corazón se detuviera por el temor ante sus palabras—.

—Será un sacrificio algo doloroso que tendrás que hacer, pero será por amor... Un amor eterno —Acaricio mi espalda y besó mi cuello hasta llegar a mi oído—. ¿Estás dispuesto a hacerlo, Ángel? —Susurró con voz tentadora haciéndome estremecer mientras sus manos acariciaban mi abdomen—.

Mi respiración era irregular, mi cuerpo temblaba y mi corazón no paraba de latir. Sus palabras me asustaban demasiado, pero ya habia tomado la decisión y por más doloroso que fuera, estaba dispuesto a soportar eso y más, si asi podría estar desde ahora y para siempre junto a él, ese sería mi sacrificio de amor.

— H-Hazlo...—Murmure tragando saliva con temor—.

— Recuerda que todo sera por nuestra felicidad eterna. No te mentire, si, será doloroso pero después de esto seremos muy felices —Prometió dejando un casto beso en mi cuello—. Respira profundo —Dijo tocando el inicio de mis alas—.

Cerré mis ojos e hice lo que me pidió.

— ¿Estas listo? —Pregunto con un extraño deleite en su voz—.

Dios, perdona todos mis pecados... 

Pensé por ultima vez apretando mis parpados, preparándome para sentir el que seguramente seria el peor dolor de mi existencia.

Asenti lentamente y apreté con fuerza las sabanas entre mis manos con mi respiración totalmente acelerada. Sus manos se aferraron con fuerza al nacimiento de mis alas y lentamente comenzó a jalar de ellas desgarrándolas desde lo más profundo de estas. Un grito ensordecedor salió de mi garganta y mi cuerpo se encorvo hacía adelante sintiendo un insoportable dolor en mi espina dorsal y un ardor punsante en mi espalda.

Las lagrimas no tardaron en brotar de mis ojos y cuando mis alas fueron totalmente arrancadas, hilos de sangre comenzaron a correr por toda mi espalda desde la cicatris en V que ahora habia en ella. Mi cuerpo cayó debil en la cama, respirar me era imposible y el dolor era constante y cada vez más insoportable. Apreté con pocas fuerzas las sabanas y solloce adolorido dejando correr más lagrimas de dolor por mi rostro.

— Ahora estaremos juntos por siempre, mi amor —Lo escuché decir con deleite—.

Cuando el dolor disminuyó un poco intenté hablar pero me fue imposible porque este volvió a aparecer el triple de fuerte, haciéndome retorcer en la cama y encorvar aún más mi cuerpo al sentir como de la cicatriz salía algo que era el doble de grande similar a mil navajas afiladas que desgarraban parte de mi carne.

No podía articular un grito o palabra, asi qué solo resistí aquélla tortura y sufrí en silencio.

— Bienvenido al infierno, mi amor —Susurró en mi oido depositando un beso en mi mejilla y acariciando mi espalda manchandose de la sangre que brotaba de ella, para luego observar sus manos y sonreir satisfecho —. El negro te queda tan bien —Comentó con adoración acariciando las grandes y oscuras alas que ahora me pertenecían, provocando que gimiera adolorido—.

Solloce en su pecho porque el dolor seguía presente en mi espalda y aferre mis manos a su cuerpo en busca de consuelo. Las lagrimas seguían saliendo de mis ojos deprisa, al igual que la sangre de mi espalda. Las nuevas alas pesaban el doble que las que antes me pertenecian, y dolian demasiado.

Mi respiración seguía sin regularse por completo, pero todo valía la pena, podia resistir esto y más, mil veces con tal de siempre estar entre sus brazos.

Levanté mi cabeza con un poco de esfuerzo y entreabrí mis ojos para observarlo con mis ojos nublados por las lagrimas que brotaban sin parar de estos y débilmente acaricie su rostro.

Soy un pecador por ti ( I'm Sinner For You ) —Murmure antes de volver a cerrar mis ojos y desvanecerme entre sus brazos, exhausto—.

FIN.

¡gracias por leer!

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