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El llanto del Petirrojo

Nota: ESTA ES LA BUENA, CHINGA.
...

Las aguas tempestuosas parecían calmarse, clamando a la calma. Pero eso sólo duró unos minutos mientras salían de la cueva.

Damián había dejado de pelear por unos segundos al observar la mansión, sus pequeños ojos no paraban de revisar, analizar y comparar toda la estructura y las cosas de la mansión. Incluso señalando y hablando sobre el jarrón de la dinastía Ming que estaba en uno de los pasillos.

Dick parecía el más contento con toda aquella situación, enseñándole algunas cosas, explicándole las áreas que pasaban. Todo parecía ir bien hasta que llegó el momento de darle de comer al infante.

-Al, ¿De dónde sacaste todo esto?- Preguntó Jasón quién revisaba algunas de las cajas que antes estaba seguro que anteriormente no estaban ahí.

-Joven Jasón, le dije que necesitaba acoplar la mansión para el joven Damián. Son algunos artículos que nuestro niño podría necesitar-informó mientras empezaba a derretir el queso del sándwich para Damián, ya que este era su favorito.
- De hecho, si es tan amable hágame el favor de buscar la silla periquera- pidió.

- ¿Una qué? -

-Una silla alta para niños bruto - corto Tim quien también estaba esculcando entre los artículos.

Así siguieron unos segundos hasta que lograron dar con el objeto pedido.
Un pequeño haciendo de plástico, con correas, su haciendo acolchonado, y con un estampado de Nightwing.

El grito de felicidad de Dick se escuchó fuertemente, probando que el niño en sus brazos se dejara de mover. Parecía que Damián se había asustado.

-¿Y esto como diablos se supone que va ? -

-Se supone que lo pones sobre la silla y atas las correas firmes para que no se caiga - Jasón hizo lo pedido mientras Tim le dictaba en que posición debían ir las dichosas correas.

Dick había tomado asiento con el niño sentado sobre su regazo, tomando entre sus manos las manitas del infante para que aplaudiera, echando porras a sus hermanos.

-Amo bruce- volvió a llamar Alfred mientras los chicos terminan de acoplar la silla a su lugar - sería tan amable de pasarme los cubiertos para el joven Damián-

Solo asintió un poco mientras tomaba algunas de las cajas revisando el contenido.

Noto asientos especiales para el baño, algunas escaleras pequeñas de plástico, lo que parecían protectores de contactos, un asiento para el coche, he incluso cajas con lo que parecían muebles. Todo con un perfecto estampado de la insignia del murciélago y algunos otros héroes.

¿Dónde habría conseguido las cosas Alfred y más con tan poco tiempo?

Enseguida encontró los objetos pedidos, notando con cierta ternura lo pequeño que eran los tenedores, cucharitas, de la vajilla de plástico.

Cuando por fin el asiento estuvo colocado en su lugar, Dick coloco al niño en su nuevo asiento. Coloco las pequeñas correas que debían sostener y mantener al infante en su lugar.
Alfred sirvió el emparedado cortado en triangulo en aquel platito de plástico con estampado de Batman y Superman.

Y en ese precisó momento...
Todo el encanto se acabó.

-No comeré algo que cocino el médico.
¿Dónde está el cocinero, donde están todos los sirviente?- exigió saber el niño.

- Damián no hables así- intento llamar la atención bruce -Alfred se encarga de todo en la casa-

-¿¡Solo tienes un sirviente!?-

-Damián Alfred no es un sirviente, es parte de la familia y tienes que respetarlo.
Ahora come- aquellas palabras parecieran que pusieron todo en orden, nada alejado de la realidad.

-No quiero -

- Damián, come-

-¡No quiero!-

Dick al ver llegar la próxima pelea, decidió intervenir antes de que todo estallara.

- baby bird - habló con una vos estúpida según el niño y Jasón-

Se un buen niño y come.
Es tu favorito-intento convencer
-Es muy sabroso- Dick tomo asiento a su lado intentando persuadir al menor a que comiera, pero lo único que logro fue que Damián tomará el plato y lo arrojará contra el ave mayor.

El silencio sepulcral lleno la habitación, siendo terminado por un aplauso

- Y por eso los platos para niños son de plástico- todos voltearon fulminado con los ojos a Jasón.

Damián aprovechando la distracción desabrocho el cinturón que lo mantenía sujeto a la silla, dispuesto a irse del lugar. Pero su plan fue frustrado por los brazos de quien se suponía era su padre, logrando interceptar su escapada maestra.

-¡Damián! no debes hacer eso.
No debes tirar la comida hacia las personas, puedes lastimar a alguien- intento enfatizar señalando a Dick, pero este ya estaba comiendo uno de los pequeños emparedados.

Bajo la guardia por un segundo para llamarle la atención a Dick, cuando sintió su espalda húmeda.

Damián le había arrojado el jugo de manzana.

La risa de Jasón resonó por toda la habitación, incluso las mal contenidas risas de los otros dos.
Alfred sólo suspiro, no habían pasado ni 24 horas y las cosas no podían pintar más mal.

-Little D, eso no se hace- intento reprender Dick, pero la sonrisa en sus labios no la podía disimular.

Solo para ser ignorado, el niño volvió a intentar emprender la huida. Una vez más, siendo de nuevo interceptado por su padre, quien ya un poco desesperado intentaba mantener al niño en su lugar, y al mismo tiempo regañar lo por lo que acababa de hacer.

-Al, podrías hacer un sándwich para mí- pidió jason, quería algo de comer para disfrutar de un bruce perdiendo los estribores.

-¡yo también quiero uno por favor! - se escuchó ahora la voz alejada de Tim. Alfred puso manos a la obra.

Los emparedados fueron entregados a sus respectivos dueños, quienes tomaron asiento disfrutando del caos proporcionado por un Damián de cuatro años.

Todo daba indicios de no parar pronto, pero de la nada y como si fuera un milagro Damián dejó de luchar posando sus ojos en los nuevos integrantes en la mesa.

-Mío- expresó de pronto.

-¿Qué? -

-¡Mío!- todos observaron lo que señalaba Damián, notando que lo que deseaba era el emparedado de Tim, quien apenas le iba a dar una mordida.

-¿Qué? ... No, este es mío, el tuyo lo tiraste al suelo- intento explicar pero Damián una vez más intento desabrochar su cinturón para obtener el emparedado de queso.

-Oh por favor remplazo, solo dale lo que pide para que se calle-

-Este es el mío, ¿Porque no le das el tuyo? - expresó su inconformidad.

Jasón simplemente tomó su plato dejándolo al alcancé del infante, quien lo ignoro olímpicamente para seguir exigiendo el que era específicamente de Tim.

-Tim, dale el emparedado a Damián, Alfred puede prepararte otro- pidió bruce quien ya no sabía cómo mantener al niño en su lugar.

-No. este es mío, él ya tiene el suyo- expreso frustrado- Damián siempre buscaba quitarle sus cosas.

-¿Enserio estas peleando con un niño de cuatro años, por un sándwich de queso?- se mofo Jasón con una sonrisa mientras degustaba el suyo.

Las mejillas de Tim se encendieron al darse cuenta de aquella verdad.
Con resignación y al notar perdida la batalla, entregó el sándwich de queso al infante, quien sonrió ante su victoria.

Por un momento Damián solo se quedó mirando su premio, intercalando miradas entre Jasón y su sándwich.

Tim sonrió de oreja a oreja pensando que el niño también exigirá el alimento de forajidos, hasta que todos notaron como imitaba los movimientos del mayor.

Damián tomó aquel sándwich exactamente como Jasón, tomando el primer bocado con duda.
Solo para volver a morder rápidamente llenando sus pequeños cachetes.

Ahora que lo pensaban todo aquel comportamiento era completamente lógico. Damián era de Nanda Parbat, y este era un alimento totalmente extraño para él y al ver algo desconocido en su plato como todo niño se negó a comer. Hasta que alguien más lo hizo.

-Esto me trae recuerdos- hablo el mayordomo que terminaba el nuevo aperitivo para Tim.
- Recuerda amo bruce, cuando el amo Dick llegó a la mansión en sus primeras noches se negaba a probar bocado que no fuera papas frita - dijo con una sonrisa al recordar aquellos momentos.

Dick sonrió avergonzado de que aquello fuera verdad.

- y así nacieron los famosos emparedados de pepinillo- se burló Jasón quien terminaba de comer.

-No te burles Jasón. Te recuerdo que tu no comía nada si no había pan en la mesa- fue el turno de recordar de bruce.

-Y usted amo bruce, a la edad del joven Damián le gustaba comer todo lo que tuviera forma de dinosaurios-

Todos se encontraron tan distraídos con aquellas anécdotas. Tanto que nadie observó en que momento el pequeño infante había soltado el cinturón y saltado al suelo a explorar lo que para él ahora le pertenecía.

Sus pasos retumban en aquella madera fría que se transmitía por la palma de sus pies descalzos.
Todo aquello era tan diferente, grande y extraño a sus ojos.

¿Porque no había sirvientes?
¿Dónde estaban las mazmorras?
¿Dónde estaba el área de entrenamiento?
¿Porque no estaba su madre y abuelo?

Todo quedó en segundo plano cuando cayó al suelo sin poder evitarlo. Había tropezado con aquellos pantalones que le quedaban grandes.

¿Quién se suponía le había puesto eso?

El sonido de unos uñas al chocar contra la madera llamaron su atención.
¿Acaso serian Man-bats de su madre?
Esta apuntó de esconderse de aquellos monstruos, que por supuesto no le dan miedo. Cuando una figura en cuatros patas aparece frente a él.

Lo que parecía un perro gigante de pelaje completamente negro.
Aquel animal se quedó quieto, como si lo analizará. Aquello lo puso un poco nervioso. Cuando el perro de un momento emprender carrera hacia su dirección y antes de poder pedir ayuda o intentar defenderse el perro lo había envestido.

...

Todos los integrantes de la cocina buscaban desesperadamente a él niño de cuatro años en el laberinto sin fin que se convirtió la mansión. Tantos lugares donde aquel niño pudo esconderse.

-¡Dami, sal bebe!- gritaba Dick quién habría todas las puertas que se encontraban a su paso.

-No puede ir tan lejos, no con esas piernas – exclamo Tim quién encendía su computadora para revisar las cámaras y localizar al pequeño fugitivo.

-Bueno, voy a imprimir volante-

Bruce revisaba uno de los muchos pasillos de la mansión, sobrando su entrecejo con frustración.

Cuidar un Damián de diez años era difícil, pero ahora de un Damián de cuatro era algo completamente nuevo.

Todos los chicos habían llegado a una edad en la que eran parcialmente conscientes de su entorno, conocían del mundo y sabían cómo actuar. Pero un niño de cuatro era totalmente diferente, aparte aún tenía cierto grado de seguridad con él.
Según Talía su formación como asesino empezó a los tres años, actualmente tenía cuatro parecía poco tiempo pero en las manos de alguien como Talía, un año bastaba para muchas cosas.

Claro ejemplo era que Damián con cuatro años dominaba un perfecto español, cuando su lengua materna era árabe.

¿Qué más cosas sabía hacer el niño?
¿Tendría que tomar precauciones?
¿Y si el niño era un peligro?

Estaba apuntó de regresar para ver si los chicos habían encontrado algo cuando el sonido de un ladrido llegó a sus oídos.

-Titus - llamó con la esperanza que el can saliera pero nada.
Avanzó un poco hasta donde creyó escuchar aquel ladrido, notando que venía de un closet de almacenamiento

-¡Guau! -

-Shhhhh-

No, sin duda no era su imaginación. Tomó la perilla abriéndola para encontrar a los desaparecidos.
Su hijo puesto en cuclillas frente al gran danés. Intentando inútilmente con su manita mantener el asico del perro cerrado, y su otra mano colocada sobre sus labios en una clara señal de que guardara silencio.

Por un segundo pensó en reprenderlo por su intento de fuga, pero rápidamente noto que algo no estaba bien.

-NOOO - el grito de Damián lo hizo sobre saltarse. El pequeño niño era un manojo de nerviosismo y miedo. Sus pequeños brazos aferrados con fuerza al cuello del perro.

-¿Damián que pasa? - preguntó en un susurro calmado intentando tranquilizar al niño,
Intentó avanzar un poco, estirando su mano para tocar sus cabellos negros.
Pero sus movimientos perdieron fuerza al ver como los pequeños jades derramaban lágrimas, sus pequeñas mejillas se tornaban de carmín, su naricita empezaba a soltar moquillo y su pecho saltaba por los hipidos del llanto.

El paso de sus demás hijos no tardó en hacerse escuchar, tal vez guiados por el sonido del grito.
Pero al igual que él se congelaron ante la vista que Damián mostraba.
Nadie en el tiempo que Damián llevaba junto a ellos lo habían visto llorar, si, lo habían visto lagrimear sutilmente, pero nunca un llanto en toda regla.
No con aquella claridad, notando el momento en que sus ojos se volvieran mares.

-¿Dami, bebé, que pasa? Dick intento acercarse al niño pero solo logro que el llanto aumentará.

Titus tomó aquellos como una agresión poniéndose en posición de ataque, gruñendo en clara advertencia a los presentes.

-¿Damián que pasa? - intento volver a llamarlo- el infante solo es escondió su cara en el cuello del animal balbuciendo palabras que no tenían sentido

-No puedo entender-

Los balbuceos siguieron unos minutos más, hasta que Damián logró tranquilizarse y hablar entre palabras entrecortada

-No... lo... mates- pronunció entre hipidos.

Aquellas palabras desconcertaron aún más a los presentes.

-¿Damián, a que te refieres?-

-Ma... Madre siempre los ma... mata.
Mato to...dos los gatitos que nacieron en el almacén... A los pequeños zolzar les arrancó las alas... Mamá siempre los mata... los mata a todos... No volveré a huir... No lo mates-
El pequeño volvió a esconder su cara en el pelaje del gran danés, rompiendo en llanto una vez más.

Aquellas palabras petrificaron a los presentes, todos sabían el cariño que Damián tenía a los animales, al amor con el que los cuidaba aunque en un principio lo negara. Tanto que hace apenas unas semanas dejó de comer carne y adquirió una vaca.

Ahora muchas cosas cuadraban.
Talía mataba a los animales que Damián daba refugio, y ahora se encontraba aterrado de que también mataran al gran Danes.

-Damián, hijo- llamó en susurro temiendo asustar lo más.
- Nadie le va a dañarlo, lo prometo,- Damián lo ignoro limpiando su carta y el moquillo en su manga intentando inútilmente recomponer su postura.

-¿Sabes cómo se llama?- el niño negó con la cabeza aún mantenido una de sus manos sobre el pelaje del can.

-Su nombre es Titus-

-¿Como Titus Andromicus, de Shakespeare?-

-Sí, te gusta el nombre – el pequeño asintió lentamente.

-¿Quieres darle de comer? -

- ... si -

El pequeño cuerpo por fin se soltó un poco del animal para salir de su refugio improvisado.
Bruce intentó tomarlo en brazos pero el Damián se resistió pues quería ir junto al can.

Titus camino al lado del niño sin dejar de mover la cola energética ente, era gracioso porque si antes el perro era grande al lado de Damián, ahora el niño parecía diminuto a comparación de su fiel compañero.

Regresaron sin mayor altercado al salón principal, donde Alfred suspiro a verlos llegar con Damián.

A partir de ese momento el niño ignoto su existencia, recostado entre las patas del Titus, acariciándolo, jugando con sus orejas, he incluso tocando los colmillo. Titus simple y sencillamente se dejó hacer a voluntad del niño.

Mientras todos los demás observaban un poco alejado aquella escena.

-Talía es una perra - fue Jasón el primero en romper el silencio.

-Joven, Jasón - lo regaño sutilmente Alfred.

-Concuerdo - afirmó tim, obteniendo la atención de todos.
-¿Qué? Tal vez no me agrade del todo Damián pero esto es cruel, y más a esa edad-

Antes de seguir hablando de lo sucedido el sonido de un golpe resonó en la habitación.

Todos notaron en el suelo al niño, con Titus enzima olfateándolo como si buscará algún daño.
Había tropezado con él pantalón de piyama.

-Bueno después hablamos de eso - corto Dick la plática avanzando hacia el niño.

-Tenemos que conseguir ropa de su talla antes de que se haga daño- terminó de hablar tomando al niño en brazos quien no dudo en moverse y volver a morder la mano que lo sostenía.

-Tiene razón ¿Alfred tenemos ropa?-

-Lamentablemente no amo bruce, conseguí esto en el limitado tiempo que teníamos, pero la ropa niño es más difícil de conseguir que la de adolescente. Las tallas infantiles pueden variar significativamente por la marca, tanto el tamaño del niño- informó

Dick pareció que sus ojos brillaban de emoción.

- Vamos a comprarle ropita al bebe- grito en alegría

- No soy un maldito bebe- se escuchó la protesta.

Bruce solo suspiro, todo aquello estaba resultando agotador pero estaba listo para buscar las llaves de algún auto he ir a buscar lo necesario.

-Amo bruce me gustaría se quedara, no solo porque esta bañado en jugo de manzana. Sino para que usted y los jóvenes amos ayuden a acomodar todas las cosas nuevas en sus respectivos lugares y ayudar a armar la nueva habitación de joven amo -

-¿Qué?- se escuchó una protesta de todos menos Dick que intentaba inútilmente que Damián soltara su cabello.

-La habitación actual del joven Damián no es apta para su actual edad, necesito que saquen algunos muebles de la habitación de la habitación continua a la suya y empiece a armar los que están entre las cajas y los que llegarán -

-Y yo porque me tengo que quedar, no quiero andar de mula - se quejó Jasón.

-Si quiere puede acompañarnos pero tendrá que cuidar del amo Damián-
Jasón miró por el rabillo del ojo como Damián había trepado a los hombros de Dick jalando sus cabellos con fuerza, mientras este gritaba bajito.

-Nop, me gusta cargar muebles-

-Listo si es todo manos a la obra.-

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