Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Descubriendo

El cálido cuerpo que mantiene entre sus brazos, el pequeño compás de su corazón. Damián estaba completamente calmado, su respiración a campanada, y su pequeño cuerpecito completamente recostado en su costado. Su cabello gotea ligeramente por el baño previo, su manita se encuentra cerrada sobre su ropa,  la otra presa entre sus labios, mientras su rostro se esconde entre su cuello.

Algo que jamás había pasado.

Ahora que hace memoria. Jamás había tenido ese tipo de contacto con ninguno de sus hijos.
Y si alguna vez llego a hacerlo, era por alguna fractura, herida, o contusión que les impedía a sus hijos hacerse correctamente.
Pero nunca, algo parecido a este momento. Damián envuelto en la toalla de baño, con los ojos ligeramente cerrados. No pudo evitar detenerse, no puede evitar apreciar el momento, dejando que aquella escena perdurará todo lo que se pudiera.

La cabecita de su hijo se alzó ligeramente de su escondite.
En un momento Damián voltea a verlo, sus ojos se encuentran, como si preguntara ¿porque se detienen?
Y él no tiene palabras para responder, más que una caricia suave sobre su espalda.

Tan absorto en el pequeño se encontraba que la luz del flash apenas y lo saco de sus pensamientos. Giro la cabeza suavemente para no asustar al niño que tenía en brazos. Encontrando al responsable automáticamente. Por una ligera abertura podía ver la figura de su hijo mayor, con su celular entre manos, Mordiéndose fuertemente el labio en un claro intento de guardar silencio.

Después se encargaría de eso.

Avanzó lentamente para colocar al niño sobre la cama. Buscando en la cómoda alguna de las piyama compradas y lavadas esa misma tarde.
Encontrando rápidamente una curiosa piyama un tanto curiosa. una versión en miniatura del traje de Robín.
No pudo evitar sonreír ante la clara selección de Dick.

-Vamos Damián, alza los brazos te voy a colocar la playera - explicó, para que el niño cooperara.

-Puedo hacerlo solo padre- refunfuño el niño,  claramente el ofendido, por creerlo un inútil que necesitaba la ayuda para cambiarse. y el no pudo evitar pensar que algunas cosas no cambiarían jamas. Como el orgullo de su hijo 

-Lose, pero quiero hacerlo-respondió con sinceridad.

Terminó de cambiarlo, con alguna que otra queja de por medio y más palabras de las necesarias.

-Hora de ir a la cama Damián-

-¡No quiero!-

Ignoro aquel grito, lo recostó suavemente sobre la cama, listo para arroparlo con las cobijar. Pero el pequeño niño tenía otros planes. Empezó a soltar patadas, intentando escapar, fallando en el intento.

Así siguió unos minutos, en un constante lloriqueo y pataleo por parte de él niño que no deseaba ir a la cama, y el perdiendo la paciencia al ver cómo la hora sobre el reloj marcaba que debería estar combatiendo el crimen.

-Maestro bruce ¿El joven Damián ya está dormido?- la voz de alfred sonó suavemente por el umbral de la puerta.
Al estar frente a frente noto a clara burla en él. Pues el pequeño había logrado tirar las almohadas y cobijas al suelo. Alfred sólo suspiro notando que no tenía nada bajo control y aquella batalla estaba perdida. Un niño de cuatro años, que aún no llegaba al metro, estaba logrando acabar con la paciencia de Batman.

-Amo bruce, no se preocupe por el Amo Damián, yo me encargaré de él por esta noche - Bruce solo puso suspirar ante la derrotas y asentir resignado, antes de intentar una últimas vez arropar al niño quien de nuevo se negó nuevamente.

-Volveré en unas horas, has caso a Alfred, Damián. Él está a cargo- la figura del padre salió a prisa al ver por la ventana la señal en el cielo.

La habitación se quedó en completo silencio, Damián mirando incesantemente la puerta por donde había desaparecido la figura de su padre.

-No se preocupe Amo Damián, su padre regresará en la mañana - intento tranquilizar.

-No me preocupa eso- respondió Damián con sinceridad - Madre siempre desaparece durante días. Estoy acostumbrado a eso -

Alfred no sabe que decir ante las palabras de su joven amo, imaginándose el contante abandono vivido en aquellas montañas, junto a la presión puesta sobre un niño tan pequeño.

-Bueno amo Damián, ya es tarde y necesita dormir -

-No estoy cansado-

-okey. Qué tal si comemos algunas galletas, junto a un vaso de leche tibia -

.
.
.

El sonido de los motores resonando entre las paredes de la cueva, informó que sus amos estaban de regreso. El primero en hacer acto de presencia fue Nightwing, seguido muy de cerca por el Batimovil. Del cual salió Batman, junto a Red robín.

-Bienvenidos chicos ¿cómo estuvo el patrullaje?- saludo cortésmente como era su costumbre.

-Lo normal alfred. Algunos robos, tráfico de armas y demás cosas- informó Dick quien sonreía divertido por la noche.

-¿En dónde está el amo Jasón?- preguntó al notar la falta clara del segundo de los chicos.

-No sé, creo que se encontró con arsenal y se fue, tal vez llegué mañana. Ya sabes cómo es- resto importancia Tim quién empezaba a retirarse el traje.

-¿Que hace Damián aquí? - la voz de bruce se alzó entre las demás.
Dick es el primero en ir a ver de lo que hablaba Batman.
Soltando un grito ahogado de ternura.

Un pequeño Damián de cuatro años, completamente dormido y acurrucado en posición fetal. Sobre el asiento del Baticomputador.
El niño era tan diminuto que cabía perfectamente en el asiento. Su manita puesta sobre su labio, la otra abrazada al oso de felpa, cobijado por una frazada térmica para protegerlo del frio.
Su pequeño pecho subía y bajaba lentamente, demostrando su sueño tranquilo.

-El amo Damián se negó a dormir. Después de darle leche tibia y aún sin muestras de sueño, deje que el joven amo me ayudara aquí abajo para mantenerlo vigilado- informó alfred. Suspirando un poco, pues no le gustaba que el niño desvelara tanto.
-Será primordial estimular una hora adecuada de sueño al joven Damián. Pero podemos hablar de eso en unas horas, creo que es tiempo de que todos vallamos a dormir- Todos acataron la orden disfrazada de propuesta.

Los chicos fueron los primeros en avanzar a sus cuartos, quejándose de lo cansados que estaban, y sobre lo que tendrían que hacer mañana.
Y el, se quedó atrás, observando el pequeño cuerpo de Damián dormir. En el tiempo que llevaban juntos nunca había visto a su hijo menor dormir así. Tranquilo, calmado, manso, dejando que la saliva resbale por su boquita entreabierta... Completamente indefenso.

En más de una ocasión había intentado observar a su hijo dormir, velar su sueño y he intentar arroparlo. Pero Damián siempre estaba en total alerta, fingiendo dormir cuando lo iba a revisarlo a mitad de la noche, o impidiéndole siquiera tocarlo antes de poder trazar una caricia en su cabello.
Siempre mordaz, siempre listo para atacar, alerta como buen asesino.
Pero ahora, en este momento, todo era diferente. Aquella imagen frente a sus ojos parecía arecía tan, surrealista. Temió tomarlo en brazos, romper ese bello momento, que al tomarlo en brazos despertará de su sueño, y la calma se perdiera.

-Vamos amo bruce, la cueva es un poco fría para el amo Damián.
No queremos que se resfrié.- La voz calmada de alfred se hizo presente incitándolo a tomar al niño en brazos. Dándole una mirada que le decía que todo estaría bien.

Paso suavemente sus brazos por debajo del pequeño cuerpo, intentando no moverlo imprudentemente, con la delicadeza y firmeza de un cirujano. Lo alzó en un movimiento, a cunando al niño contra su pecho brazo. Damián se removió ligeramente incomodo al ya no encontrarse en su antigua posición. Al sentir el movimiento temió haberlo despertarlo, que sus ojos se abrieran y negaran el contacto. Pero sólo se acurruco entre sus brazos, como si buscara su calor. Sus manos se aferraron sobre su ropa, provocando que en un descuido el oso cayera al suelo.

Bueno. Eso tendría que quedarse ahí hasta mañana.

Avanzó con calma escaleras arriba, aun sin creer que Damián siguiera dormido entre sus brazos, su boquita se había y cerraba soltando balbuceos inentendibles.
Sus manos aún aferradas a él. Simplemente dormido, descansando. Sin preocupaciones, sin insomnio, o pesadillas.
Abrió la puerta de su nueva habitación, con su brazo derecho lo sostuvo y con el izquierdo retiro las cobijas. Con el cuidado que tiene al desarmar bomba lo coloco sobre la cama.

Sus ojitos jade se abrieron presos del sueño. El nerviosismo lo abordó al verlo despertar, pero el momento fue efímero, al ver como sus ojos volvieron a cerrarse, suspirando de gustó al sentir la suavidad del colchón, volviendo rápidamente a ser preso de sueño de Morfeo.
Tomó las cobijas, lo arropo, buscando la comodidad del niño.
Y cuando todo estuvo listo, no pudo retirarse.

Lo observó dormir, apreciado aquel momento, algo que con los meses había querido hacer, pero la falta de tiempo y algo que el mismo se negaban.
Aprecio sus largas pestañas, como su cachete se hundía en la almohada, observando como su hijo, simplemente soñaba.

Después de un rato salió de la habitación, dejando entreabierta la puerta para poder vigilarlo mejor. No temía por su seguridad, la mansión era prácticamente una fortaleza, y su cuarto se encontraba prácticamente alado del suyo. Pero aun así, sólo quería tener un mejor acceso si algo se presentaba.

Se tallo un poco el cuello intentando liberar la presión, a partir de mañana empezaría a buscar el arreglo de aquel... Problema.

.
.
.

El sonido estridente del despertador. Marcando el final de sus pocas horas de sueño. A veces, cuando solo quería dormir unas pocas horas más, es cuando odia a Batman.
Aunque no lo parezca sigue siendo humano y tres horas de sueño al día le empezaban a pasar factura.

Empieza su rutina diaria, un baño rápido, ponerse uno de sus traje, bajar a desayunar, he ir algunas horas a Wayne Enterprises.

Termino de acomodar su corbata, asegurándose que su cabello estuviera perfectamente peinado.

Bajo revisando unos papeles que ocuparía ese día, buscando el desayuno para salir directo al trabajo.

Hasta que el golpe de la ventana lo hace voltear.

Solo para ver a un Damián de cuatro en el jardín, con una espada entre sus pequeñas manos, saltando de un lado a otro, cortando los arbustos y árboles. En el piso un Dick con el corazón en la boca y los brazos en alto, listo para atraer al niño si este llegaba a resbalar. Junto a él se encontraba Titus recostado en el piso, junto al oso que estaba seguro dejó en la Baticueva.

Había olvidado el problema en el que se encontraban.

-Buenos días amo Bruce- saludo Alfred cortésmente como todas las mañanas, junto a una taza de café para él, junto al y el periódico de ese día.

-Buenos días Alfred- saludo de vuelta sin dejar de ver a Damián.
-¿A qué hora despertó?- pregunto al notar el claro sudor en su ropa y cabello.

-A estado así desde las cinco de la madrugada. Espero que no le importe señor, es la espada de su abuelo, la que estaba en la pared.

Aparte el señorito ha exigido maestros para sus clases de cálculo aritmético, historia romana y griega; Astronomía, caligrafía, geografía y poesía. Junto a un tutor de alemán. Expresó que no se le tiene permitido atrasarse con sus estudios- la clara incomodidad y preocupación se notaba en la cara del mayor, he incluso el compartió el sentimiento.

Damián actualmente era un niño de cuatro años, un niño pequeño. Pero parecía que eso nunca le importó en la liga de asesinos. Según ellos a un niño se le debía abandonar en medio de una montaña, quemarte la planta de los pies, entrenarlo hasta que su cuerpo suplique un suspiro, y exigirle, exigirle, exigirle, y exigirle cada día más.
Ahora muchas cosas empezaban a cuadrar, él porque Damián era tan letal con solo diez años, él porque era un prodigio en muchas áreas tanto academias, artísticas y físicas. No es que fuera un simple genio. No, era porque desde que tuvo consciencia se le exigió el éxito y se le castigo el fracaso.

El sonido de las hojas siendo aplastadas, los ladridos histéricos Titus y el golpe seco los hizo voltear.

Dick hundido entre un arbusto, con Damián fuertemente protegido entre sus brazos. La espada clavada al piso unos metros atrás, Titus olfatéanoslos histéricamente a ambos chicos, buscando heridas.
El niño había resbalada y Dick amortiguo el golpe. Los gritos indignados de Damián no tardaron en ser soltados.

Solo negó con la cabeza, tendrían que manejar estas nuevas circunstancias hasta encontrar una solución al dilema. Alfred también suspiro, pero como siempre pasaba en esta familia, tarde o temprano encontrarían una solución.

-Amo Dick, joven Damián, el desayuno ya casi está listo. Por favor hachéense antes de sentarse a comer-

Si algo habían aprendido en este pequeño lapso de tiempo, es que si querías que Damián comiera debías de enseñarle como comer correctamente el alimento primero.
Y Jasón no debía de ser el ejemplo a seguir, no después de enseñarle a hacer gárgaras con el jugo.

Alfred terminó de preparar el desayuno, Bruce tuvo una ligera pelea para poner a un iracundo Damián, en su lugar especial.

-¡Aún no acabó con entrenamiento!-

-Es hora de desayunar amo Damián- respondió Alfred terminando se servir los hotcakes

-¡La comida se debe ganar!-

-No. En esta casa la comida no se gana. Ahora es tiempo de que comas - intervino bruce.

El primero en dar el ejemplo fue Bruce, enseñando claramente cómo utilizar los cubiertos. A los pocos segundos Damián siguió el ejemplo, imitando cada pequeño detalle.

Todo iba bien, hasta que Tim hizo acto de presencia en el comedor.
Aun con el pelo desordenado, piyama mal puesta, y pasos lentos.
Apenas estaba por abrir la boca para saludar cuando una masa viscosa voló por el comedor.
Tim detuvo sus pasos, llevando su mano al rostro completamente desconcertado, notando como la mermelada de fresa bajaba lentamente por su rostro.

Una risa estruendosa resonó en el comedor, junto a unos aplausos de Jasón. Entrando en el cuadro completamente divertido y encantado por el espectáculo.

-Amo Jasón, no se ría. El joven Damián lo tomará como una gracia- regaño alfred temiendo que aquello se volviera una costumbre de parte del menor.

-Vamos Al es diver...- las palabras dejaron de salir de la boca del forajidos, al sentir una masa pegajosa en su cabello perfectamente peinado.
La risa de Tim y Dick resonó entre las paredes. Alfred suspiro agotado y bruce negó con la mirada listo para reprender el comportamiento del menor

En ese momento la risa de Damián se alzó entre todos los presentes, un claro gorgoteo de la risa infantil, junto a las carcajadas agudas.
El pequeño demonio reía, reía hasta que sus cachetitos se sonrojaron.

- Te resulta divertido, pequeño engendro - rezongo Jasón ligeramente molesto pero aun así divertido. El niño sonrió malicioso, llevando su manita llena de mermelada a su boca en un acto reflejo.

Las risas se detuvieron de golpe, nadie previo lo que pasó. Los ojos de Damián brillaron, como si hubiese descubierto la cosa más maravillosa del mundo.
Sin que nadie pudiera detenerlo hundió ambas manos en el frasco de mermelada, sacándolos de golpe solo para llevarse ambas manos a la boca.

-Es bueno ver que el apetito del joven Damián está haciendo acto de presencia - expresó alfred, restándole importancia al asunto. Todos voltearon a ver con incredulidad he indignación a al mayordomo, quien solo siguió degustando sus alimentos en completa calma.

-Recuerdo claramente, que me hiciste limpiar y clasificar las especias por color y orden alfabético. Todo por beber del cartón de leche. - el primero en quejarse fue Dick quien recordó claramente las tres horas más largas de su vida.

-A mí me hizo lavar los baños de toda la mansión, junto a los de la cueva.
Y todo por escupir las verduras al piso- se metió Jasón en la conversación, quien traía el cabello húmedo después de meter la cabeza en el fregadero para quitarse la mermelada.

Tim sonrío orgullo de sí mismo, pues nunca fue castigado por la comida...
Aunque en la actualidad, otra era la historia.

-Ustedes tenían la edad suficiente para saber cómo comportarse en la mesa.- fue toda la respuesta dada por alfred.

Nadie dijo nada más. Sabían que dijeran lo que dijeran la batalla estaba perdida.

Jasón camino a la cocina dispuesto a servirse el desayuno, alfred al ver las intenciones de Jay se ofreció a servirle aunque esté automáticamente se negó. Volvió a los pocos segundos con un plato de hotcakes, y sin importarle que el niño tuviera una mano sumergida en el la mermelada y otra en la boca, procedió a arrebatarle el frasco de sus pegajosas manos.
La carta llena de indignación no se hizo esperar, y mucho menos su grito.

-Eso es mío, insolente y estúpido vasallo -

-Damián, no le hables a si a tu hermano- reprendió automáticamente bruce quien no le gustaban las palabras dichas por el niño

-¿Hermano? yo no tengo un hermano-

-De echo tienes tres hermanos- sonrió Dick señalándose tanto a él como a los otros dos presentes.

Damián intercambio miradas entre sus ahora autoproclamados hermanos.
Su pequeño y redondo rostro se endureció en una mirada asesina que perdía la agresividad, al tener la boca, cachetes y deditos; manchadas de mermelada de fresa. Todos esperaban un grito, insultos, pero Damián se quedó en completo silencio analizando las aquellas palabras dichas por su padre y el idiota sonriente
Dick se entristeció al pensar que no le gustó la noticia. Y Damián se negó hablar con cualquiera a partir de ese momento.

La tarde pasó sin mayores altercados. Bruce tuvo que salir a Wayne industries por trabajo, Alfred estaba ocupado con las tareas del hogar, Jasón se había ido a dormir, Tim revisaba los últimos casos, y Dick tomó la responsabilidad de cuidar del bebé de la familia.

Lo que no pareció un problema pues el pequeño niño desde la noticia se había quedado en completo silencio, leyendo uno de los libros que encontró en la biblioteca. De vez en cuando el menor dejaba su lectura para posar sus ojos en él, algo que le empezaba a poner nervioso.

Al ver que Damián estaba absorto en su lectura y que Titus estaba vigilando. Decidió tomar un pequeño descanso he ir al baño. Mas tardo en vaciar su vejiga, que notar que ni el niño y el perro ya no se encontraban donde se suponía debían estar.
El pánico lo abordó, no podía perderlo, se suponía que debía cuidarlo, estaba jodido.
Empezó a llamarlo desesperado en gritos, temiendo que Alfred o bruce descubrieran su descuido.

Cuando él sonido estridente del vidrio al quebrarse lo hizo correr a los pisos superiores. Todo el ajetreo venia de la habitación de Jasón.

Tumbado en el suelo, con una playera claramente rasgada por un arma curto punzante, se encontraba un Jasón Todd, con un Damián inmovilizado entre los brazos, quien pataleaba he insultaba en árabe.

-¡Lo voy a patear, si no me lo quitas ahora! -

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro