Baby bat
Había peleada en multitud de batallas, había llevado con éxito infinidad de misiones, en las que pudo morir. Había entrenado para que su cuerpo fuera fuerte y flexible, había estudiado para que su mente fuera ágil y no cediera ante la presión. Ahora estaba seguro que todo eso no sirvió para nada.
- Damián, por favor- rogó intentando que Damián se sentará en el asiento especial del carro. Pero el niño no quería, simplemente se negaba a cooperar, y justo ahora se arrepentía de no haber reforzado las correas.
-Little D, solo será un rato. Lo prometo-
-He dicho que no, me niego a ser amarrado como un maldito esclavo- el niño volvió a forcejear y jura por dios que escucho algo rasgarse. ¿No se suponía que esa cosa estaba diseñada para soportar un choque?
-No es para esclavos Damián, solo es para mantenerte seguro al momento de salir en el coche - intento explicar la importancia del asiento especial.
Los movimientos erráticos del infante se detuvieron abruptamente y sus ojos se posaron en él.
- ¿saldremos más allá de los muros? - la pregunta del niño lo desconcertó ligeramente pero no desaprovechó la oportunidad
-Sí, pero no podemos ir sino te sientas y te quedas quieto- Damián pareció pensarlo un segundo antes de asentir, y sin dejar que él lo colocara en su lugar, el solo se acomodó sobre el asiento tomo los pequeños cinturones abrochándolos y ajustándolos, simplemente para levantar el pulgar expresando que estaba listo.
Okey, tenía que eso lo había irritado.
Alfred no dudo en arrancar poniéndose en marcha, no sin antes poner el seguro a las puertas y subir las ventanas.
El resto del viaje Damián no hizo ni un solo sonido, ni tampoco se movió demasiado, pero sus ojos parecieron hipnotizados por las cosas que sus ojitos captaban al avanzar, en ningún momento del trayecto abandonaron la ventana sus pupilas viajaban de un lado a otro apreciando cada detalle, en el reflejo de sus jades se podía apreciar el asombro y el toque claro de la inocencia. Algo que Damián nunca había mostrado.
Sus pequeñas manos viajaron hacia la ventana como si quisiera tocar lo que pasaba ante sus ojos.
Ahora que lo pensaba Damián había crecido entre las montañas nevadas y desiertos inmensos, no estaba familiarizado con la selva de concreto.
Le pareció linda la imagen de un Damián de cuatro años, con cinturón puesto en un asiento para niños, estirando su cuello intentando ver por la ventana, observando con asombro el movimiento de los autos pasar y lo alto de los edificios que parecían rosar el cielo.
Cuando atravesaron la entrada para el estacionamiento subterráneo, Damián por fin salió de su estupor ahora con curiosidad del porque entraban a la oscuridad del lugar. Alfred aparco mientras él se encargaba de desabrochar el cinturón del niño y tomarlo en brazos para bajar del auto.
-Quiero bajar- exigió mientras golpe su pequeña palma en su mejilla.
-No Dami, la piyama te queda grande la vas arrastrar y te vas a ensuciar – fue su respuesta ante la negativa de dejarlo en el suelo.
-No me importa, quiero bajar - volvió a protestar intentando saltar de los brazos de Dick, quien lo único que hizo fue sostenerlo un poco más fuerte, ignorando las quejas del infante avanzaron a su destino.
Damián estaba listo para clavar sus incisivos en el brazo del idiota que lo mantenía cautivó, cuando las luces del lugar dieron en su cara.
Mucha gente con prendas de colores, por todos lados ¿porque aquella gente no vestían de negro y cubrían sus caras?
¿Porque no se inclinaba al verlo?
¿Acaso serían enemigos?
¡Eran demasiados y él no tenía un arma con que defenderse!.
Dick que aún tenía un férreo abrazo alrededor del infante noto rápidamente el cambio en la pose del niño, parecía nervioso.
Lo movió lo cambio de posición para sostenerlo en un solo brazo, y así tener una mano libre con la que dejar suaves caricias en su espalda, buscando calmarlo.
Alfred los encaminó a una boutique infantil.
Decir que la tienda le fascinó era poco, tenían de todo, zapatos, piyamas, trajes, conjuntos y disfraces. ¡Que bruce lo perdonará pero este sería dinero bien invertido!
Sin perder tiempo se dirigió rápidamente a un traje de marinerito
-¡Dami este se te verá precioso!-
Damián puso cara de asco, volteando su rostro a los demás niños que había en el lugar.
-Buenas tardes, puedo ayudarles en algo- hablo una señorita que se notaba a simple vista que trabaja ahí.
-No es necesario señorita, solo buscamos- Alfred intentó explicar que solo buscaban algunas cosas , pero Dick corto rápidamente el dialogo.
-Sí, necesito un probador privado - Antes de que la chica o Alfred pudiera hablar le paso la tarjeta dorada que usaba bruce. La joven al ver la tarjeta pareciera que sus ojos se iluminaban, yendo rápidamente a conseguirlo pedido.
Un carraspeo lo hizo volar, Alfred no se veía contento.
-No te preocupes Al. Yo me encargo de la ropa, tú ve a lo que sigue en la lista para que terminemos más rápido - respondió feliz
- Amo Dick, por favor no se exceda- intento pedir aun sabiendo que era causa perdida.
-¡No prometo nada alfi!- grito mientras se dirigía con Damián en brazos al pequeño cuarto destinado sólo para ellos.
Alfred sólo pudo negar esperando que Dick dejara algo en la cuenta.
No pasaron ni quince minutos cuando Damián se había colocado el quinto conjunto, lo que obviamente al infante no estaba disfrutando. No entendía para qué demonios quitarse y ponerse ropa innecesaria.
-Vamos Dami, mira este tiene estampado de huellita - intento convencer pero el niño solo se sentó en el suelo sin voltear a verlo.
-No quiero, esto es estúpido. Solo necesito la ropa de dormir, el conjunto de entrenamiento y la bata médica ¡Esta ropa es inaceptable e innecesario! - expresó frustrado ¿porque tenía que usar tanta ropa? Y más de tantos colores
-Dami - habló con la voz más sería que pudo articular - actualmente no estás en la liga, has observado a la gente del exterior, necesitas ropa para pasar desapercibido, esto es camuflaje -
-¿Camufle? – ahora que lo mencionaba, el idiota frente a él tenía razón. Toda esa gente llevaba ropa como esa ¿Era realmente necesario? ¿ y si lo descubrían por no vestir como ellos ? ¿Y si eran atacados por no llevar las estúpidas prendas?
- okey, si es fundamental para la misión. lo haré -
Una de las señoritas tocó la puerta trayendo las ropas pedidas, Dick rápidamente se levantó a su encuentro.
Como pudo tomo los nuevos conjuntos y jalo ligeramente de su ropa, después se disculpara. ¡Esto era una emergencia!
- Tráeme el traje de marinerito en talla tres-
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En la mansión las cosas iban relativamente bien. Jasón y bruce movían los muebles que ya no se necesitarían a otra de las habitaciones, mientras Tim se había salvado argumentando que la silla periquera necesitaba mejoras, como correas de kevlar y un cambiar el seguro para que el infante no la abriera cada que tuviera la oportunidad de huir.
Justo ahora solo se encontraban sacando el último mueble para empezar a colocar las nuevas cosas.
-Entonces... ¿te gusta el pan? - pregunto Jasón quién terminaba de sacar de la antigua cama.
-Jasón - expresó irritado.
-Okey, ¿ya estás buscando el paradero del simio?- intentó poner un tema de conversación, tener todo el rato a bruce callado lo ponía de los nervios
Un suspiro salió de los labios de quien se suponía legalmente era su padre
-Si, pero es alguien inteligente y no dudo en huir de Gotham. Tengo informes que huyó a Asia, así que será un poco difícil encontrarlo - informó mientras sacaba las piezas para armar la nueva cama, notando que esta era de un tono azul cielo.
-En otras palabras Damián se quedará como un baby-bat hasta nuevo aviso -
-Me temo que si -
-Oye, deberías estar contento. Damián es ahora un bebé, es pequeño y hasta cierto punto lindo he inocente ¿eso no es bueno? -
- No me termina de convencer esta situación, Damián con diez años ya porta un gran arsenal e historial, me preocupa que sea un peligro-
Aquellas palabras molestaron al forajido. Como podía poner en duda a un niño tan pequeño, si tal vez sabia tomar las cuchillas, robar armas, e incluso una idea de cómo arrebatar una vida. Pero nada de eso era porque Damián así lo quisiera sino por el estilo de crianza que tuvo.
-Si eso es lo que piensas sobre tu propio hijo, ya entendí porque Damián es como es-
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-¡Ya no quiero! - expresó Damián con irritación. Cruzando sus brazos en el pecho cansado de ponerse y quitarse ropa, zapatos y demás cosas tontas
-Tienes razón, muy rojo - expresa observando el conjuntito de sudadera y pants que llevaba. Ignorando lo que realmente quería decir
- Disculpe señorita ¿no lo tendría en azul? - la chica rápidamente asintió saliendo a buscar la prenda pedida.
-¡No, no quiero esto! No me gustan. No tiene hilos de oro, ni joyas, ¿¡no se ni qué es esto!? - Señaló el estampado de Mickey mouse.
Observó el claro gesto de fastidio en el rostro del niño. Tenía que admitir que aguanto más de lo que creyó en un principio, ya tenían las piyama, zapatos, ropa interior, varios conjuntos, playeras, pantalones, shorts, overoles, incluso algunos disfraces.
-Okey. Tu ganas, será todo por hoy - sonrió al niño que parecía sorprendido de que le hiciera caso.
-Te portaste muy bien, que tal si vamos a buscar a Alfred y después por un helado - sonrió para tomar a Damián en brazos una vez más, listo para pagar he ir por el premio del infante.
La señorita en ese momento entró haciendo acto de presencia con el conjunto pedido, con un poco de pena que sería todo y que ya estaba lista para pagar. La señorita sonrió mientras les decía a algunos empleados que lo ayudarán a cargar las cosas al auto.
Cuando los cosas fueron puestas en su lugar, se dirigieron a donde supuestamente debería estar Alfred. Pero sus ojos se posaron en unos curiosos peluches, sonrió de manera maliciosa cambiando su dirección para una pequeña travesura.
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Bruce ya tenía en mente que cuando Dick y Alfred volviera de ir por la ropa para Damián la cantidad de prendas seria considerable.
¡Pero eso era una exageración! la cantidad de prendas, zapatos y demás cosas era simplemente ridícula. Las bolsas tapizaban gran parte de la entrada, sin mencionar las cosas que Alfred compró para la habitación del menor, informo que se entregarían en el transcurso día.
Okey, sabía que Dick exageraría, sabía que Alfred se lo permitiría, y podía simplemente hacer de la vista gorda.
Lo que realmente no lograba comprender, y con cada segundo lo irritaba más; era que su hijo sentado cómodamente sobre uno de los muebles, vestido con un pequeño conjunto rojo de Mickey mouse, en una de sus manos un cono de helado apuntó de derramarse, y en el otro brazo un oso de peluche... Un oso que el niño tenía férreamente aferrado contra su pecho, un oso que vestía un trajecito de Superman... con la S en el pecho y la capa color rojo.
Dick fingió demencia desde el momento en el que observo a su hijo atravesar el umbral de la puerta con aquel peluche en brazos. Por ahora decidió ignorar la existencia de eso y enfocarse en ayudar a acomodar las demás cosas.
En todo el rato que se encargaron de acomodar y mejorar algunos de las accesorios, Damián se la paso sentado en la alfombra del salón, junto a Titus en sus falda. Pero aún sin soltar su nueva adquisición.
Cuando terminaron su nueva habitación tenían que admitir que era mucho más acogedora y linda de lo que creyeron que quedaría.
Una cama mucho más amplia y cómoda que aquel cabestrillo de soldado en el que solía dormir su hijo, las espadas ceremoniales habían desaparecido y pegaron algunos dibujos de animales que Alfred había conseguido, un pequeño escritorio donde estaban todos sus materiales de dibujo, en una esquina sus instrumentos, aunque estaba seguro que el violín ahora era demasiado grande para el tamaño actual de Damián; una alfombra que según Alfred era importante y demás accesorios.
Aun se veía algo vacía, pero era provisional en lo que su hijo volvía a la normalidad.
La tarde pasó con relativa calma, solo un pequeño percance a la hora de la comida, pero las mejoras en la periquera impidieron que las cosas se salieran de control, aunque el único que recibió las consecuencias de aquel berrinche fue Tim al recibir un disparo directo de puré de papa en toda la cara.
Lo demás fue relativamente fácil,
ya que Damián se la pasó junto a Titus en el jardín. El niño había descubierto que el perro sabía traer la pelota lo que les quito un gran peso de encima.
La noche empezaba a caer, y todos en aquella familia sabían lo que sucedía al ocultarse el sol.
-Damián - hablo bruce al salir al patio buscando a su hijo - Es hora de ir a dormir -
El niño detuvo su próximo lanzamiento para observarlo como si tuviera una segunda cabeza.
- No necesito dormir - respondió el niño ignorándolo completamente
-Damián los niños pequeños deben ir a dormir- hablo un poco más fuerte, solo para ver como Damián lanzaba una vez más la pelota ignorando su presencia. Suspiro un poco y volteo buscando apoyo de alguno de sus hijos o Alfred.
Todos se encontraban en la entrada de la puerta, observándolo perder la cabeza sin intenciones de apoyarlo. Alfred, junto a Tim, Jasón con una bolsa de palomitas, y Dick con un cartel que decía
Si se puede
Les iba a cancelar las tarjetas a los tres.
-Damián, ven es hora de dormir -
Intento acercarse para tomar al niño en brazos pero este no dudo en emprender la huida.
-¡Damián vuelve aquí! - carrera tan el infante. Tenía que admitir que para ser un niño tan pequeño y sus piernas cortas su hijo corría bastante rápido.
En más de un momento estuvo apuntó de agarrarlo pero el niño era trampazo, arrojando tierra a sus ojos y derrapando para cambiar de dirección.
En un momento de un giro logró prensarlo y alzar lo en brazos, el niño rápidamente empezó a forcejear y gritar.
-¡No, bajarme, no quiero, no tengo sueño, no sueño, bajarme padre!-
los gritos agudos realmente lo estaban estresando, pero por alguna razón también estaba disfrutando del actuar del niño.
Cuando cruzó el por la entrada, listo para meter al niño a su habitación, Alfred corto toda acción.
-Amo bruce. Antes de acostar al amo Damián debe tomar un baño -
-Si bruce dale un baño a tu monstruos, huele horrible -
Damián puso una cara de indignación que nunca había visto, lo cual a todos les hizo gracia. Damián con diez año no era muy expresivo y tampoco de muchas palabras si no era para llevar la contraria o responder con sarcasmo. Pero siendo un niño tan pequeño, un niño que aún no aprendía a suprimir sus emociones.
Sin esperar a que el niño saltara de sus brazos se encaminó a terminar por fin este día.
Entró al baño correspondiente en el nuevo cuarto provisional de su hijo. Descubriendo que Alfred ya había colocado, las nuevas toallas con dibujos, las pequeñas escaleras colocadas en el retrete y el lavabo, su cepillo de linterna verde y demás cosas para el aseo personal.
Abrió sin soltar aún al niño la llave de la bañera, mientras dejaba que la bañera se llenará procedió a quitar las prendas de Damián.
Sus manos se detuvieron ante su acción al tener de frente y a su alcance su piel desnuda, por el ajetreo del momento, y desconcierto de todo lo sucedido.
Teniendo a Damián frente a él parciamente desnudo, su pequeño cuerpo a contra luz, su piel morena estaba maltratada y marcada. Ahora podía apreciar con mayor claridad el maltrato al que había sido sometido su hijo. En su pequeña espalda claros signos de golpes, cicatrices de armas en sus costados que podía identificar de cuchillas, moretones, raspones y quemaduras.
Damián no noto su horror al ver aquellas marcas en su piel, estaba más entretenido viendo como el agua se estancaba.
No pudo evitar trazar con sus dedos aquellas marcas en su cuerpo, al momento de quitarle sus zapatos junto a las calcetas, no pudo evitar llenar sus pulmones. La planta de los pies completamente marcadas por quemaduras.
Sintió impotencia, rabia, dolor.
El niño volteo sus ojos hacia él, y noto la ira en su mirada. Damián volteo alrededor del cuarto, buscando en su inocencia la causante de su martirio.
El niño no era consciente que él era la razón de aquel malestar.
Como explicarle a ese niño frente a él que aquellas marcas en su piel eran maltrato infantil en su máxima expresión.
Termino de desvestirlo y con delicadeza lo metió dentro de la bañera.
-Esta calentita- sonrió el niño mientras chapoteaba un poco con sus manos.
-Sí, ¿Te gusta?-
-Sí, las niñeras suelen bañarme con el agua del exterior, siempre está muy fía, pero esta está caliente ¡Me gusta mucho! - ignorando su alrededor, Damián volvió a jugar con el agua entre sus manos, sonriendo ante las burbujas que surgían por el jabón.
Tomó la botellita del champú, para lavar sus cabellos, intentando que su cólera no se notará en sus movimientos.
Pero Damián siempre había sido listo.
- ¿He hecho algo malo padre? -
- No Damián, tú no has hecho nada malo-
Terminó de bañar al infante, envolviéndolo en una toalla, el niño se encontraba más tranquilo, era claro que el calor del agua lo había relajado. Ahora sólo necesitaba cambiarlo y acostarlo.
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