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Había sido un día agitado, agotador y pésimo, sinceramente, pero por lo menos se había deshecho de esos idiotas que le estaban robando sin vergüenza alguna.
Ser líder de una mafia no era fácil, en lo absoluto, pero cualquier rastro de arrepentimiento desaparecía apenas veía todo lo que había logrado en todos esos años.
Valía absolutamente la pena.
Apenas entró a su –enorme– casa, se quitó los zapatos, el saco y el cinturón. Dejó todo a un lado de la entrada y fué a la cocina en busca de un poco de agua.
Se sirvió y bebió un vaso entero a pocos tragos. Tomó una respiración profunda y luego volteó a ver el microondas, donde, como de costumbre, le esperaba su cena.
Sonrió como un idiota, aquella sonrisa por la que los estúpidos que llamaba compañeros lo jodían constantemente. Pero, no podía evitarlo, simplemente pensar en su pequeño bebé de cabellos rubios y radiante sonrisa hacía a su corazón retumbar con fuerza.
Decidió que comería más tarde, primero quería ver a su zorrito. Devolvió la taza al microondas y se dirigió a los pisos de arriba, donde asumía estaba su lindo novio. Sino había bajado al escuchar la puerta, era porque estaba dormido o estaba viendo alguna de sus series animadas favoritas.
Se dirigió a la habitación que compartían y entró. Cómo pensó, estaba dormido. Una sonrisa suave cursó sus labios mientras se acercaba al pequeño cuerpo que apenas se movía por las respiraciones pausadas y largas; se sentó a su lado y acarició con el dorso de su mano su mejilla, cariñosa y cuidadosamente. No estaba seguro de querer despertarlo, no cuando se veía tan bonito y en paz.
Antes de que pudiera quitar su mano, In abrió uno de sus ojitos y lo vió, apenas, parpadeando repetidas veces y estirándose antes de sentarse y abrazarlo.
Chan lo recibió con gusto y lo apretó entre sus brazos, dejando varios besos en su sien y sus rizos, escuchando las bonitas risas que soltó ante el gesto.
— Hola, Channie. ¿Cómo te fué hoy?— murmuró el menor oculto en el pecho ajeno, haciendo a Chris reír por lo bonito que se veía.
— Pésimo, fatal, horrible— indicó dejando un poco de su peso sobre Yang. Rápidamente entendió y se recostó, ahora siendo Chan el que quedaba oculto en el cuello del chico. JeongIn no tardó en empezar a acariciar el cabello ajeno, relajando el gran cuerpo en cuestión de segundos.
A Chan le parecía impresionante el nivel de poder que tenía In sobre él, y al principio le daba miedo si era sincero, como jefe de una de las más poderosas mafias de Corea no podía darse el gusto de ser débil ante nada, mucho menos por personas, pero había sido imposible no quedar prendado de JeongIn en el instante que lo vió, con sus hermosos ojitos llenos de pavor y suplicando protección, las manitas temblando y el cabello despeinado.
Bueno, el como se habían conocido era una historia bastante... peculiar.
BangChan un día se dió cuenta de que le faltaban unos cuantos millones en la cuenta. Ese día estaba muy de mal humor y no pensaba quedarse esperando que el dinero cayera algún día, además, el tipo que le debía la plata ya lo tenía harto, debía darle una lección.
Con sus hombres más confiables fué a el centro de control del tipo, que era una licorería famosa y concurrida de la zona debido a el buen producto y los precios bajos. Era una buena máscara para el negocio, y todo tipo de material ilícito pasaba por alto debido al tipo de tienda que era.
Apenas se encontró con él le dió un montón de excusas que sabía eran todas falsas, y eso solo empeoró su humor.
El tipo terminó con 2 dedos menos, un disparo en una rodilla y un ojo morado, que sinceramente fué la advertencia más suave que pudo darle. Además, dejaron casi literalmente el local patas arriba, con botellas rotas, licor por todo el piso y paredes, la caja registradora y cualquier caja fuerte que encontraron vacías, más de un guardia malherido y también aprovecharon a quitarles algunas armas, con la condición de que le daba máximo una semana más para pagar el dinero debido.
Entre medio del desastre, cuando estaba a punto de irse, encontró a un pequeño –en ese momento– castaño totalmente asustado y hasta lloroso.
Por primera vez en mucho tiempo se sintió flechado y cautivado por aquella criatura tan bonita y angelical, y no tardó ni un segundo en tomarlo como un costal de papas y llevárselo de ahí.
Se había enterado luego de calmarlo y darle la confianza suficiente que JeongIn era el economista de los locales del sujeto, sin saber nada del tráfico ni de nada de eso, según él todo se trataba de alcohol y negocios sanos.
Bang se encargó de JeongIn a partir de ahí, mimándolo y cumpliendo cada pequeño capricho del menor, y a pesar del temor al principio, se permitió enamorarse de ese chiquillo de bonita sonrisa. Al pequeño tampoco le costó enamorarse, no con lo atento y cuidadoso que era Chan con él.
Ahora llevaban más de 2 años juntos, y ambos sabían que habían sido los 2 mejores años de sus vidas.
— Pero...— hundió su nariz en su cuello y luego dió un besito, provocándole un intenso sonrojo a su contrario—. Estoy mejor ahora que estoy contigo...
— ¿De verdad?— murmuró mientras se acurrucaban más juntos y Chan repartía besitos en la piel impropia, meloso—. ¿Por qué tan cariñoso?
— A tu lado siempre estaré bien, y ¿no puedo besarte ahora?— Chris se incorporó y lo vió desde arriba, fijándose que estaba entre las piernas ajenas. Una sonrisa pícara ahora decoraba su rostro, y no tardó en masajear los gorditos muslos de su chico.
— Si puedes besarme— Jeong lo vió desde su posición y sabía lo que venía, su sonrisa lo dijo todo. Sintió sus mofletes arder y no tardó en morder su labio inferior, en tanto Chan reía despacio.
— Puedo hacerte más que eso— antes de que pudiera responder nada, ya Chan le estaba comiendo la boca con desesperación y sosteniendo su mandíbula de manera dominante, sacándole varios jadeos al más pequeño.
Pronto sentía las manos de BangChan por todas partes, antes de que apretaran y empezaran a masajear su trasero, como si de una pelota anti-estrés se tratara.
JeongIn se aferró al cuello de Chris y se dejó hacer, gimiendo con fuerza cuando el mayor empezó a morder y chupar la cutis de su cuello y pecho mientras prácticamente le arrancaba sus ropas con desespero.
— Chr-Chris...— recibió una dura palmada en su muslo izquierdo y dió un brinquito por ello, conectando miradas con el pelinegro y sintiéndose chiquito bajo su intensa mirada—. Papi...
— Así está mejor— volvió a su labor de marcar la cremosa piel del muchacho mientras terminaba de desnudarlo, acabando con eso en cuestión de segundos.
— Papi está desesperado— habló In en un hilo de voz, observando exasperado la calma con la que el australiano desabotonaba su camisa y la tiraba por alguna parte. Del pantalón y su ropa interior se deshizo más rápido, saltando como una bestia sobre Yang para besarlo de nuevo, aunque ésta vez, más cariñoso.
— Si, hoy te extrañé muchísimo— a In le parecían muy lindos los pucheros del mayor, y no pudo evitar reír mientras se daban varios besitos esquimales.
— Yo también, papi— se observaron por un momento, llenos de amor y apreciación el uno por el otro, maravillados con la existencia contraria, tan fascinados y felices de tenerse y de seguir juntos a pesar de cada impedimento y circunstancia que obstruyó su historia de amor. Ellos habían superado cada una de ellas y no podían estar más contentos por eso.
Volvieron a besarse, con pasión y anhelo, y Chan no tardó en acomodarse entre sus piernas de nuevo.
— ¿Tengo que prepararte?— tanteó su entrada con sus dedos mientras lo veía; el pequeño negó y él se estiró para agarrar el lubricante en la esquina de la mesita de noche, untando un poco en el orificio del chico y una cantidad un poco más generosa en su erección—. ¿Jugaste mientras no estuve?
La mirada que le dió dijo todo, así que solo sonrió y, con fuerza, se introdujo completo en él.
Ambos soltaron un sonoro gemido, JeongIn por la sensación y Chan por lo apretado que siempre se encontraba. Se preguntaba como siempre podía mantenerse así a pesar de su activa vida sexual, aunque realmente no se quejaba, le encantaba.
Las embestidas empezaron pronto, creando un sonido de chapoteo húmedo y agresivo. Chan movía sus caderas con velocidad mientras se sostenía de la pequeña cintura ajena, mientras que In se sostenía de las sábanas y se retorcía sobre ésta. No dejaba de soltar cualquier cantidad de jadeos y gemidos, sabiendo cuánto le encantaba a su mayor que fuera ruidoso.
La posición cambió cuando Chan no pudo resistirse más y se inclinó a besarlo, explorando su boca con experiencia. Jeong aprovechó y se aferró a su espalda con uñas, manteniéndolos lo más unidos posible y solo pudiendo excitarse más ante el roce constante de su miembro con el duro abdomen ajeno.
A los minutos empezó a lagrimear ante las fuertes sensaciones. Poco iba a durar a ese ritmo, y mucho menos cuando sintió la gran mano de Chan empezar a masturbarlo. Sollozos de placer salieron de su boca y el mayor gruñó encantado de siempre dejar a Jeong en ese estado, tan destruido y hermoso a la vez.
Rato después su mano se humedeció y Yang gritó. Al sentir los apretones en su pene supo que se había venido, y debido a eso no tardó en llegar también.
Se acostó sobre su bebé y se acurrucó en su pecho, como un cachorro. A pesar de estar jadeantes y sudorosos, estaban cómodos y felices juntos.
— ¿Ya te sientes mejor?— apenas pudo preguntar JeongIn, casi sin aliento.
— Me siento excelente— solo respondió con la voz ronca, abrazando a In por la cintura. El muchacho también lo abrazó, envolviendo su cadera con sus piernas y su espalda con sus brazos. Una sonrisa suave se pintó sobre sus labios al escuchar su respuesta—. Te amo, Innie.
— Yo también te amo, papi.
⫘⫘⫘⫘⫘⫘⫘
bno no pregunten que carrizo es
ésto pq ni yo sé. es el más humilde
regalo q le puedo dar a la guapa de
Naygreen_94 por su cumpleaños.
tkmmmn de vdd, espero te guste<3
avisen si hay errores xfi
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