✧*̥ Capitulo 3❀ ̥˚
Title:
˚༅༴ ❝Give me your love, I can give you my all ❞ *ೃ࿔°
Kihyun
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A la mañana siguiente, Kihyun despertó gracias al canto de los pájaros.
Como era usual.
Los rayos del sol se filtraban por las ventanas y el traje que debía vestir ese día ya se encontraba colgado frente al armario.
Al igual que todas las mañanas.
Estiró los brazos para quitarse el sueño de encima y en el camino sacudió su cabeza alborotándose el cabello. Al levantarse de la cama, respiró hondo mientras caminaba al balcón de la habitación.
La brisa fresca de la mañana golpeo su rostro haciéndole sonreír. Con un profundo suspiro, prometió olvidar todo lo ocurrido la noche anterior.
Si el Rey Son escogió a alguien como prometido eso ya no le interesaba. Cumplió con el deber al pie de la letra, asistió al baile, presentó su acto de piano y aunque la noche no termino como esperaba, hoy sería un nuevo día.
Un rutinario, nuevo día.
"¿Quién quería llamar la atención del Rey? Puff, él no, ni siquiera era tan atractivo". Al menos, trato de engañarse a sí mismo.
Entró al cuarto de baño y al salir siguió con la rutina de siempre. A la hora de vestirse, Kihyun tarareó y frunció los labios, el traje parecía ostentoso y apretado en ciertas partes, demasiado para usarlo en las clases que debía atender ese día.
Lo analizó por unos segundos antes de encogerse de hombros y restarle importancia a la inusual elección.
Dejó entrar a los sirvientes, ayudó a tender la cama a pesar de las protestas de las doncellas mayores y terminó de arreglarse el cabello justo cuando Soyou entraba para anunciar el desayuno.
Agradeció a los donceles que comenzaban a limpiar la habitación para luego salir detrás de Soyou. En el camino, les dio los buenos días a todo los que se encontraban por los pasillos, recibiendo sonrisas y saludos de vuelta.
Trataban de ser amables, pero Kihyun sabía que las miradas de todos recaían en el moretón de su pómulo. A estas horas de la mañana, la noticia de lo que ocurrió con su padre ya debería ser de conocimiento general.
El golpe era demasiado grande para cubrirlo, y el color violeta ya se encontraba en su punto. Se resignó a ser el centro de los murmullos ese día, y talvez de los siguientes.
Respiró hondo cuando entraron al pasillo del salón de meriendas. Una vez frente a la puerta, trago en seco antes de pedirles educadamente a los caballeros que la abrieran. Vio a Soyou entrar primero, espero a que lo anunciara y finalmente dio el paso final.
Entro con la cabeza agachada, entrelazando las manos contra su estómago. No quería enfrentarse a los Duques, pero debía seguir las reglas.
Nervioso, Kihyun entró en la habitación y saludó a sus padres con un rubor rosado en las pálidas mejillas. Tarde, como era costumbre, se dio que no estaban solos en el salón.
Saludó dócilmente a los extraños de la habitación que parecían ser los guardianes reales del Rey. Todos, mirándolo intensamente como si quisieran evaluar cada uno de sus movimientos.
Quería darse la vuelta e irse, pero más importante, ¿Qué hacia el Rey Son aquí?
Hablando del mencionado, no tardo en ubicarlo. La mirada acaramelada se encontró con la suya antes de que pudiera articular un saludo. Sentando en la punta de la mesa, exactamente donde su silla se encontraba, lucia como si fuera el dueño del lugar.
"Debería ser un crimen que alguien pueda lucir tan apuesto a la luz del día". Pensó, y la tos fingida de Soyou lo trajo de vuelta a la realidad.
Volvió a inclinar la cabeza a modo de saludo en dirección a la intimidante presencia del Rey, y se tensó cuando el pelinegro se acercó. Levantó su mano y le rozó los nudillos con un beso mientras el corazón del castaño palpitaba de emoción.
—Buen día Duque Yoo. Luce tan hermoso como lo recordaba.
Kihyun agachó la cabeza ante eso. Un rubor escarlata subiendo por las mejillas. Deseo agradecer el cumplido inesperado, pero la voz grave del Rey se le adelanto.
—Pero esto es nuevo –Murmuró, levantándole la barbilla para mirarlo con detenimiento; examinando la zona afectada. –¿Quién lo hizo?
Se sobresaltó por el gélido tono, pero el toque nunca fue brusco o doloroso como creyó que sería.
Recordando la orden, su mirada se dirigió al Duque. Apenas fueron unos segundos. Y sin embargó, tiempo suficiente para que el Rey lo supiera.
—Hwasa.
Llamó, a la única mujer entre los caballeros que con una rapidez impresionante, presiono una daga contra la garganta de su padre. Kihyun vio las primeras gotas de sudor bajar por la frente del Duque, y una expresión que nunca había visto en él.
Estaba aterrado.
—Solo tienes que decirlo.
El Rey lo miraba como si no existiera nadie más en la habitación. Como si lo único que le interesara era lo que Kihyun necesitaba.
—¿Qué?
—Una sola palabra Duque, y nos haremos cargo.
—Pero no quiero hacerle daño.
—¿Y ellos pueden hacer lo que quieran contigo?
Le rozo la mancha violeta, y Kihyun no pudo detener el quejido de dolor.
—Soohyuk.
Llamo de nuevo, y otro de los caballeros se dirigió a la cabeza de la mesa. Esta vez, la punta de la espada se ubicó detrás del cuello de la Duquesa. Las manos de su madre temblaron hasta que los cubiertos que sostenía cayeron al plato de porcelana.
—¡Esperen! Ella no tiene la culpa de nada.
—Fallo en protegerte –El Rey le tomó del brazo para que no corriera a su rescate. –¿No merece un castigo por ello?
—Su majestad –Dijo la mujer, apretando con más fuerza la garganta del Duque. –Esperamos sus órdenes.
—¿Qué piensas Kihyun?
Preguntó, esperando ¿Qué?, ¿Que diera la orden para terminar con la vida de sus padres? ¿En serio? ¡Si él se pone triste cuando golpea a alguien por accidente!
—Te lo suplicó, por favor, no lo hagas.
Por qué a diferencia del Rey, Kihyun era débil.
—Ellos no te merecen. –Continuó, mientras sus palabras se clavaban en la cabeza de Kihyun como uñas –¿Quién es responsable por el Duque?
—Esa sería yo, su majestad, Kang Soyou –Hizo una reverencia, pero no se atrevió a mirarlo a los ojos. –Líder de la escolta de compañía del Duque Yoo. Es un honor estar en la presencia del Rey de Seúl.
—Soyou, asegúrate de que empaquen todas las pertenecía del Duque, partiremos esta misma tarde.
—¿Partir? –Kihyun pestañeo sorprendido. –¿A dónde?
—¡Yoo Kihyun, joven Duque de Goyang! –El consejero real dio un paso adelante dejándose escuchar. –Su gracia, usted ha sido elegido como futuro consorte del Rey Son. Por lo cual, es mi deber hacerle conocer las obligaciones para con el título que ostenta. Aunque primero, naturalmente, permítame informarle que la bendición de los padres ya ha sido recibida frente a los testigos, a los que puedo enumerar comenzando con...
—Es suficiente Jay.
Hyunwoo cortó el discurso atrayéndolo a su cuerpo. Lanzó una señal a los caballeros que se mantenían detrás de los Duques y Kihyun vio como estos daban unos pasos atrás obedientes.
—Hwasa, Soohyuk, escolten a los padres del Duque fuera del comedor, estoy seguro que mi consejero estará feliz de acompañarlos en la sala principal, todos los demás, vuelvan a sus deberes, necesito estar a solas con mi prometido.
Ordenó y en menos de lo que Kihyun podía asimilar lo que acababa de pasar, el salón se despejo dejándolos solos.
—Duque Yoo.
—¿Si, su majestad?
—¿Desayunamos?
Señalo los platos recién servidos y él solo pudo asentir.
Demasiado que procesar en tan poco tiempo, y si el Rey lo guio hasta la mesa con una mano en su espalda baja, Kihyun ni siquiera lo notó. Una vez en la mesa cerca de los ventanales, el pelinegro no tardo en acercarse a la silla más cercana para sacarla y ofrecerle el lugar al castaño.
—¿Me permite?
—Gracias.
Kihyun sonrió confundido aceptando el gesto. La silla fue empujada con cuidado hasta que se acomodó por completo. Unas ligeras cosquillas volaron en su estómago cuando el Rey le sonrió antes de sentarse justo a su lado.
"¿A dónde se fue el Rey que casi asesina a mis padres?". Se preguntó a sí mismo, por el notable cambio de actitud.
—¿Es lo único que comerás?
Cuestiono el Rey haciendo una mueca insatisfecha. Kihyun se preguntó porque parecía ofendido con lo que había en el plato. Siguió la mirada acaramelada hasta la porcelana donde se encontraba un croissant pequeño, y al lado tres fresas cortadas por la mitad.
Revisó el plato del pelinegro y entonces lo comprendió. La diferencia de alimento era visible, por mucho. Mientras el suyo mantenía solo un pan y fruta, el del contrario tenía un desayuno completo, idéntico al que tomaban los Duques.
El croissant era de tamaño mediano. Las tiras de tocino acomodadas en forma vertical se burlaban de él, viéndose tan crujientes. Un corte de filete fino bañado en la salsa especial de los cocineros, además del puré de patatas perfectamente condimentado con trocitos de yerba buena, y por supuesto, completándolo con una copa de vino perfectamente nivelada.
Ante la vista, casi pudo escuchar su estómago gruñir de deseo.
"Al menos esta vez tengo una taza de té". Pensó con alivio.
Usualmente la Duquesa cambiaba la dieta que debía llevar. Algunas veces ni siquiera podía tomar más de dos tazas de té por la mañana.
—Es lo que siempre obtengo, su majestad.
—¿Y te parece bien?
—Bueno, mis padres piensan que debería bajar de peso.
—No lo necesitas, eres perfecto.
Lanzó el cumplido y ¡Oh! Kihyun sintió sus mejillas calentarse. Por la sonrisa arrogante del Rey, estaba seguro que él también se dio cuenta del sonrojo.
—Me halaga mucho que lo piense su...
—No tienes que ser tan formal.
Interrumpió amablemente, pasándole dos tiras de tocino "Sutilmente" al plato.
Kihyun observo los pedazos crujientes y si el olfato no le fallaba, habían sido bañados en un poco de miel. Se le hizo agua a la boca, así que rápidamente como si los Duques fueran a entrar listos para sermonearlo, tomó un tenedor y se los comió con rapidez.
Cerró los ojos, ignorando la sonrisa de suficiencia del Rey y se dedicó a saborear la comida.
Le encantaba todo lo que tuviera que ver con la cocina. Incluso si tenía suerte, los cocineros que trabajaban para los Duques le explicaban con paciencia cada receta. Unas eran más complicadas que otras, pero a Kihyun le fascinaba todo el proceso. Y sería mejor si no fuera prohibido para él hacer este tipo de actividad.
"Para eso están los sirvientes Kihyun, somos de la nobleza, no tenemos por qué ensuciarnos las manos". Era la respuesta de la Duquesa cada vez que pedía permiso para ir a la cocina.
Adoraba las clases de canto y piano, pero le gustaría, por una vez, hacer su propia comida y degustar el resultado.
—No le importaría ¿Verdad?
—¿Qué? –Termino de tragar, y se avergonzó por no escuchar nada de lo que el Rey dijo. –Lo lamento, no fue mi intensión.
—No hay porque disculparse, pero tienes algo aquí.
Rio por lo bajo rozando el pulgar contra la barbilla del castaño. La respiración de Kihyun empezó a pausarse mientras estaba seguro que los latidos de su corazón comenzaron a acelerarse.
La cercanía, el aroma varonil, los ojos profundos. Kihyun podría apostar a que no se imaginó como la mirada del Rey subió a sus labios y se quedaron ahí por unos segundos.
Lo cual no mejoro el alterado elevo de emociones. Y sin embargo, se maldijo internamente cuando los suyos propios se dirigieron a los labios del pelinegro.
¿Cómo podían verse tan deseables?
Casi se le corta el aliento cuando la mirada del Rey se encontró con la suya. Sería tan fácil inclinarse, cerrar los ojos y sentir los labios ajenos contra los suyos.
—Tenía un poco de migajas.
—Gracias.
Murmuro, desviando la mirada.
"Eso fue intenso". Reflexiono, retomando los cubiertos para seguir comiendo.
La habitación se mantuvo en completo silencio luego de que ambos se perdieran en sus propios pensamientos. Uno tratando de calmar los nervios, y el otro deseando que las cosas hubieran avanzado un poco más.
Tan inmersos en las divagaciones, que ninguno se dio cuenta de cómo Kihyun siguió robando comida del plato del Rey, mientras este acercaba se acercaba lo más que podía al Duque.
Cuando los platos vacíos fueron retirados por los sirvientes, el pelinegro lo convenció de dar un paseo por el jardín. El Rey abrió la puerta del salón e hizo un gesto para dejarlo pasar primero, Kihyun le dio una sonrisa agradecida al instante.
Caminaron uno al lado del otro sin decir una palabra. Convenientemente, el jardín parecía despejado. Kihyun trato de llevar a flote el tema de su reciente compromiso, pero el Rey se le adelanto diciendo:
—Hace un momento, le preguntaba si podía llamarlo por su nombre.
Bueno, eso era un comienzo. Kihyun le dio su mejor sonrisa.
—Por supuesto, su majestad.
—Gracias Kihyun –Agradeció, y el castaño pensó que su nombre nunca se había escuchado mejor. –Puedes llamarme Hyunwoo.
—No creo que sea adecuado, su majestad.
—Lo es, eres mí prometido Kihyun, tienes todo el derecho más que cualquiera. A mí, –Se aclaró la garganta antes de continuar. –Significaría mucho para mí si lo hicieras.
—¿En serio?
—Totalmente.
—Bueno, en ese caso, ¿Puedo pedirte algo...Hyunwoo?
Probó el nombre, y la sonrisa que recibió le hizo sentir mariposas en el estómago.
—Lo que quieras.
—Me gustaría tener un día más en mi hogar.
Pidió, deteniéndose frente al estanque. Hyunwoo siguió su ejemplo con una expresión de conflicto.
—Eso, –La sonrisa flaqueo brevemente. –¿Eso te haría feliz?
—Mucho, quisiera despedirme de todos, estar con ellos una última vez.
Mordió su labio esperando paciente por la respuesta. El Rey ya había dado la orden de irse, pero no tenía nada que perder por preguntar, ¿Cierto?
—Está bien, será como tú quieras Kihyun, pero dejare a un grupo de caballeros para que te escolten mañana.
—¿En verdad? ¡Gracias su...! –Se interrumpió, cuando el pelinegro enarco una ceja. Casi rio por la mueca que hizo. –Hyunwoo, ¡Gracias Hyunwoo!
—¡Ahí esta! –El consejero real los alcanzo a mitad del jardín. –Su majestad, los Duques han sido informados con las condiciones que usted solicito, ya todo está arreglado.
—Buen trabajo, avísale a los demás que nos retiramos.
Ordenó, reanudando el camino hacia el interior de la residencia. Kihyun lo siguió junto con el simpático consejero.
—¿Nos vamos? Pero el equipaje del Duque Yoo aún no está listo, su majestad.
—Los alcanzare mañana, ¿Consejero...?
—¡Oh! Que descuidado –Rio, haciendo una reverencia rápida. –Jay Park, consejero real del Rey Son, para servirle, su gracia.
—Un gusto Jay, y como te decía, yo partiré mañana.
—Al amanecer.
Recalco el Rey sin detenerse. Kihyun quiso bufar por el tono demandante. Debería molestarle que lo dijera de esa forma, pero sonó más como un berrinche, lo cual le parecía un poco gracioso.
Llegaron a la sala principal donde se encontraban los Duques. Cuando el Rey hizo acto presencia ambos se levantaron e hicieron una reverencia.
—Su majestad.
Comenzó el Duque, pero fue silenciado por el monarca con una sola mirada.
—Tócalo una vez más y lo siguiente en romperse será tu cuello.
Ni siquiera le dio otra oportunidad de hablar, paso de largo y dejo en claro que esa advertencia seria lo único que recibirían del Rey.
Y si Kihyun sintió satisfacción por ver el rostro del Duque malhumorado, eso no era asunto de nadie más que de él.
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—Si soy honesta, no sé cómo lo lograste, –Rio con amargura. –¿Cuál era la posibilidad? Había tantos candidatos mejores que tú y este es el resultado. Tenemos suerte con que el consejero nos aseguró que el Rey no quiere nada más de nosotros, solo a ti. –Suspiro, señalándolo con el abanico. –Ahora, ese hábito tuyo de escurrirte por lugares o hacer cosas que no debes hacer, necesitarás controlarlo.
—Sí, mi Duquesa.
Murmuró. No muy seguro de que esperar con esta conversación.
Después de despedir a Hyunwoo en la entrada de la mansión. Soyou no tardo en alcanzarlo e informarle que la Duquesa deseaba su presencia en la sala principal. No fue una sorpresa ya no encontrar a su padre en el lugar.
—Kihyun entiende que no puedes permitir que esa curiosidad supere tu sentido común, serás parte de la realeza, –Insistió la mayor frunciendo el ceño. –Desde ahora solo debes concentrarte en ser un buen cónyuge, aprender la nueva etiqueta y tus nuevas obligaciones con la corona. Ellos no tolerarán tonterías, recuerda que este matrimonio no es por amor, es por un fin y beneficio del mismo Rey.
—Sí, mi Duquesa.
Repitió. Las frías alas del pánico revoloteando en su corazón.
Tenía más que claro que el Rey Son necesitaba un prometido para mantener al Emperador apacible. Sin embargo, no podían culparlo por tener una mínima esperanza de que esta unión se transformara en algo más anhelante y hermoso.
—Este hombre al que te estamos entregando –Continuó pensativa. –Tiene la reputación de ser prepotente e impulsivo. No le des ninguna razón para ser cruel contigo.
—No le daré razones, mi Duquesa, haré lo mejor que pueda.
—Haz lo que el Rey te ordene –Aconsejo, alisando las arrugas en su falda. –Todo lo que él quiera de ti, así te guste o no, se lo das, ¿Entiendes?
—Sí, lo entiendo perfectamente.
—Lo que quiera –Recalco, esta vez directamente hacia el castaño, como siempre hacía cuando pensaba que Kihyun no estaba asimilando lo que le decían. –Si se trata de trajes y joyas, que así sea. Si te quiere encerrado en la finca a la espera de las visitas mensuales, que así sea. ¿No hay lugar para ti en el palacio? Lo aceptaras sin reproches. Tienes que estar a su completa disposición y propósito. No puedo creer que diga esto, pero la responsabilidad del apellido Yoo ha caído sobre tus hombros y no aceptaremos que nos decepciones ¿Entiendes?
Kihyun se estremeció por el peso de las palabras. Miró a Soyou que igualmente miraba a la Duquesa con incertidumbre.
—Prometo ser la persona que ellos quieran que sea, Duquesa.
Entonces, algo pasó en la mirada de su madre, una lenta comprensión o incluso compasión, por muy breve que fuera.
—Estoy segura que lo serás, Kihyun. Quizás en un entorno diferente, habría permitido que Soyou te acompañara, pero su servicio ya no será requerido.
Kihyun miro a Soyou con preocupación. Los ojos de la mujer que lo ha guiado toda su vida brillaron con tristeza y miedo.
—Pero...
—Es mi última palabra.
Kihyun frunció el ceño y volvió a mirar su regazo, tratando de no temblar por la frustración.
—Esto era todo, sube a tu habitación –Le despido con un movimiento de mano. –Soyou, supervisa que todas tus cosas sean empacadas.
—Sí, su excelencia.
—Me despido, mi Duquesa.
Hizo una reverencia, la última que iría dirigida hacia ella, y salió del salón con Soyou siguiéndolo de cerca.
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—¡Lo vamos a extrañar mucho!
Uno de los donceles de su sequito se arrojó a sus brazos, siendo imitado por los demás que sollozaban y hacían berrinche por ser el siguiente en abrazarlo.
Las doncellas mayores se limpiaban las lágrimas mientras terminaban de acomodar la ropa en los cofres. El ambiente se sentía tan deprimido, pero Kihyun se negaba a llorar, no quería que su último día se fuera en llanto.
—Gracias a todos –Sonrió lo mejor que pudo. –También los echaré de menos cada día, empezando desde mañana.
—¿No tiene miedo su gracia?
—¡Oye, cállate!
—¡Es una pregunta acertada! El Rey Son lucia muy intimidante.
—Pero su gracia será su esposo –Señalo una de las doncellas. –El Rey no haría nada para lastimarlo, ¿Cierto?
—¿Ahora dudas?
—¡Siempre hay que tener el beneficio de la duda!
—¡Pero no en este caso tonta! Nada nos asegura que la vida de nuestro Duque no pueda estar en peligro.
—¡Tú eres el tonto por esos comentarios!
—¡Ustedes dos ya basta!
Kihyun los separo interponiéndose entre ellos.
—Agradezco la preocupación, pero todo estará bien, el Rey Son no parecía tan malo como se habla de él, en realidad –Se interrumpió, recordando todos los encuentros que tuvo con el mencionado, y sonrió. –Creo que él es alguien muy diferente a lo que todos pueden pensar.
—Confiaremos en su juicio, su gracia.
—Pero recuerde, con una sola carta de auxilio, y nosotros gastaremos todos nuestros ahorros para ir por usted.
—Ustedes son ridículos.
Rodo los ojos divertido. Abrió los brazos y los recibió en un nuevo abrazo de despedida.
Los extrañaría, a cada uno de ellos, pero por alguna razón, esperaba con ansias comenzar su nueva vida con el Rey. ¿Quién sabe? Tal vez y si tenía suerte, Hyunwoo se enamoraría de él con el tiempo.
「✿」
—¿Podrías dejar de caminar de un lado a otro? Me estas mareando –Pidió, siendo ignorada por el pelinegro. –¡Oye!, ¡Primo!, ¡Maldita sea Hyunwoo! Deja de actuar como un adolescente esperando por su primer amor, ¡Tú Duque llegara pronto!
—Se están tardando.
—La residencia Yoo está a tres pueblos, ¿Qué esperabas? ¿Qué le salieran alas como un ángel y viniera volando a tus brazos?
—Jessi, cállate.
—¡Entonces deja de caminar! Unos pasos más y harás un hueco frente al establo.
—No lo entiendes. Necesito verlo, tengo que asegurarme de que el bastardo de su padre no volvió a tocarlo.
—Si lo hizo, personalmente me presentare para enviarle tus saludos –Prometió, haciendo énfasis en la última parte. –Pero recuerda, tienes que tomártelo con calma, todo esto es nuevo para él y no me quiero imaginar qué pensará tú prometido cuando llegue y te vea de esta forma.
—Lo quiero a mi lado Jessi.
—Y lo tendrás, solo deja de ser tan impulsivo, a este paso planeará fugarse antes de llegar al altar.
Bromeo, pero los hombros tensos de Hyunwoo le hicieron dar un paso atrás. Miro a Hwasa y Soohyuk por apoyo, pero los dos guardias simplemente se encogieron de hombros haciendo de menos la situación.
—¡Ya entendí! –Levantó las manos en rendición. –¡Ya no me mires así! Yo solo quería...
—¡Hyunwoo!
Escucho el grito antes de visualizar al responsable. El rey Lee Hoseok de Busan cabalgaba a toda velocidad hasta el establo, los guardias reales siguiéndole el paso de cerca.
Su amigo de la adolescencia parecía fuera de sí. Acostumbrado al relajado y bromista hombre que era, verlo de esta forma descontrolada le hizo llegar a una sola conclusión: "Hyungwon".
—Necesito tu ayuda.
La desesperación en la voz de Hoseok le puso los pelos de punta. Antes de que Hyunwoo pudiera preguntar algo, la silueta del carruaje de Kihyun se vislumbró a la lejanía.
Escucho vagamente a Jessi preguntarle lo que sucedió al rubio, pero su atención fue robada por los dos jinetes que se apresuraban por delante del carruaje.
Algo estaba mal.
Los dos caballeros a su servicio ni siquiera se bajaron de los caballos al acercarse. Listos para partir ante cualquier orden.
—¡Su majestad!
—¿Dónde está Kihyun?
Rotundo, sin importarle nada más, sus ojos viajaban del carruaje hacia los hombres que respiraban con dificultad. Las marcas de lucha reflejadas en los rostros, y los rastros de sangre sobre la ropa nunca fueron una buena señal.
Algo estaba muy mal.
—Su majestad, nos tendieron una emboscada al entrar en el territorio de Yosan, un grupo de cinco jinetes salieron de los árboles, atacaron a quema ropa.
—Pregunte, ¿Dónde está mi prometido?
Demando entre dientes comenzando a respirar con dificultad. La mirada sombría y sin sentimientos hizo estremecer a los caballeros. Tragaron en seco y uno de ellos tuvo la valentía de responder:
—Se lo llevaron, su majestad.
Eso fue todo.
—Hoseok –Gruñó, mirando al mencionado. –¿Cuándo fue la última vez que viste a Hyungwon?
—Ayer por la tarde antes de partir a Masan, cuando volví esta mañana fui a nuestra posada en Yosan, y los sirvientes me dijeron que Hyungwon nunca apareció.
—Una gran coincidencia, ¿No lo crees?
—¡Hyunwoo!
Jessi tan eficiente como siempre. No perdió tiempo en ir por el semental de su primo. El bello caballo pura sangre troto hasta su amo. Siendo de un pelaje negro saludable, lucia majestuoso a la luz de la mañana.
—¡Hwasa, Soohyuk! –Gritó, subiéndose al caballo con maestría. –Partimos ahora, Jessi avísale a Choi que prepare a todos los hombres, nos veremos en Yosan, ¡Y diles que se den prisa! Ustedes dos vienen con nosotros.
—¡A la orden, su majestad!
Hyunwoo no espero más. Lidero el camino por uno de los atajos que conocía, mientras mas rápido llegara a Yosan, mas rápido encontraría un lugar para armar el campamento.
El rostro sonriente de Kihyun llego a su mente, la noche anterior no pudo dormir pensando en la emoción de recibir al castaño él mismo. Tenía toda una agenda para Kihyun antes de partir al Reino. Por breve que fuera, le daría un cortejo adecuado, y ahora sus planes se habían estropeado por unos secuestrados.
—Esos malditos bastardos.
Mencionó entre dientes soportando el ferviente deseo de venganza. Apretó las riendas del caballo para mantener la mente fria.
—Vaya forma de pedir su sentencia de muerte.
Respondió el rubio que cabalgaba a la misma velocidad que el pelinegro.
Tanto los caballeros como los guardias que les seguían no dudaban de lo que escucharon.
Había dos cosas que se conocían del par de amigos: Número uno, si los hacías enojar, huye antes de que decidan ir por ti y tal vez sobrevivas. Número dos, no tocas a los hombres que aman y esperas vivir para contarlo.
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➥Title Song: Wildfire by Monsta X*ೃ࿔°
Monbebe, bye‧₊˚.ꦿ ...‧₊˚
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