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✧*̥ Capítulo 18❀ ̥˚

Title:

˚༅༴ Feeling like a voyager *°

Kihyun

┏━━━━━⊳⊱ ⊰⊲━━━━━

Su vida en el Palacio Real era maravillosa.

Desde que llegó al Reino, su rutina diaria cambiaba regularmente. Los deberes y responsabilidades de Rey Consorte lo mantenían activo y feliz por los desafíos a los que se enfrentaba cada día.

Los miembros del servicio real le dieron una efusiva bienvenida. Algunos, seguían sin creerse que el afamado Rey Son se había casado, y ahora volvía a su hogar con un hermoso doncel del brazo. Esta demás agregar que cuando Hyunwoo lo dejó en la sala principal para reunirse con el Ministro de Defensa fue invadido por un gran grupo de mucamas y mayordomos.

Le dieron un recorrido especial por el Palacio relatando con orgullo las historias que envolvían. Kihyun escuchó atento, sonriendo y saludando a los demás miembros del personal a su paso. Soyou a su lado no se despegó de él en ningún momento.

Cuando llegaron a los jardines, se impresionó por lo extenso que era, perfectamente cuidado con abundantes flores y árboles por doquier. Casi podía escuchar el sonido arrullador de la marea a la lejanía. Comentando emocionado lo mucho que amaba la naturaleza casi tropieza con una roca cuando le dijeron que había cuatro jardines más y que incluso uno de ellos tenía un laberinto con una fuente de bronce en su interior.

Ellos por supuesto, se ofrecieron a mostrárselo después de que tomara una merienda bajo una casilla ostentosa en medio de un inmenso estanque. A pesar de que no tenía mucho apetito, insistieron en servirle una considerable bandeja con diferentes platillos.

Sonrió agradecido cuando fue el mismo señor Kim junto a los ayudantes de cocina quienes sirvieron el menú. Riendo divertido cuando ambos cocineros en jefe tuvieron una pequeña riña por servirle primero el té.

El resto de su primer día, se resumió en recibir las atenciones y cuidados que todo Rey Consorte merecía, intensificados gracias a su estado gestante. Al caer la noche, su esposo se tomó la libertad de escoltarlo personalmente a sus aposentos, no sin antes ordenar que la cena les fuera servida en la privacidad de la alcoba Real.

Se lavaron lo suficiente para refrescarse y se acostaron en la cama matrimonial con la bandeja a los pies, mordisqueando la comida sencilla y divirtiéndose con historias que recordaban de su ceremonia de bodas.

Su esposo lo alimentaba de vez en cuando, y Kihyun lo alimentaba a él a su vez, sonrojándose cuando sus dedos eran besados con cada bocado.

Esa noche, después de consumar su amor y caer a la cama con las respiraciones alteradas y los cuerpos calientes. Hyunwoo se acurrucó contra él en la oscuridad. Su mano se deslizó hasta su estómago y se extendió allí justo debajo de su ombligo.

Los susurros cariñosos no se hicieron esperar, terminando con los ansiados «Te amo» que siempre le provocaban cosquillas risueñas.

Se acomodó entre los brazos protectores y el relajante aroma de su pareja lo arrulló hasta que se durmió.

Y siguió de la misma forma mucho después.

Pero esta mañana, se despertó por un hecho inusual. Su esposo no estaba a su lado. La mayoría de las mañanas Kihyun se encontró luchando por liberarse de su posesivo esposo, algo que requirió más esfuerzo cuando su estómago comenzó a hincharse.

Era inquietante no tener a Hyunwoo cerca. Por mucho que lo regañara por casi asfixiarlo con sus abrazos de oso al dormir, él se consolaba y se deleitaba con la obvia necesidad de su esposo de cuidar de él y de su bebé en crecimiento.

"Talvez tenía una reunión que atender"

Reflexionó, estirándose y bostezando. Se las arregló para incorporarse bajo la suave luz del sol y la encantadora vista del mar desde el balcón. El pequeño bulto empujó contra su camisa de dormir y Kihyun pasó su mano sobre él, sonriendo mientras volvía a recordar como Hyunwoo le murmuró palabras cariñosas la noche anterior.

Un fino sudor le corría por la piel cuando pensaba en su esposo. El peso de las mantas raspó contra su piel sensible, un recordatorio del toque de Hyunwoo que lo hizo retorcerse, mitad de vergüenza, mitad de deleite.

Los toques en la puerta lo regresaron a la realidad. Permitiendo el paso, saludo a Soyou que venía acompañada de dos donceles con bandejas de comida. Le hicieron una reverencia y se despidieron para dejarlos a solas.

—¿Cómo durmió, su majestad?

Preguntó, ayudándolo a sentarse en el sillón a pesar de que era capaz de hacerlo por sí solo. No tuvo corazón para rechazar su buena intención.

—De maravilla.

Le sonrió con ojos soñolientos. Aunque sonrojándose un poco por su estado actual, con la vestimenta desarreglada y a medio acomodar. La firmeza redonda de su bebé creciente no había disminuido ni un poco el deleite del monarca por él. En todo caso, parecía aún más tentado que antes.

Hablando de su esposo.

—¿Has visto a Hyunwoo?

—Fue su majestad quien ordenó que le trajeran el desayuno más temprano. Esta asegurándose de que le carruaje esté listo para su partida.

Kihyun frunció el ceño hasta que lo recordó.

—¡Es cierto! Me reuniré con Solar, lo había olvidado.

—Debe estar muy cansado, debería acortar las horas de trabajo.

Él no la iba a contradecir, prefiriendo que pensara que esa era la razón de su cansancio y esperando que su rubor no lo delatara. Comió su delicioso desayuno allí mismo en el borde de la cama, admirando el paisaje por el balcón.

Tomó una ducha, se vistió y se puso presentable con una velocidad admirable. Poco tiempo después, bajaba los escalones de la entrada del Palacio con Soyou a su lado, sus ojos chocolate escudriñando el envidiable jardín delantero en busca de la presencia de su esposo.

Sonrió con un resplandor enamorado cuando el mismo monarca lo esperaba al final del recorrido. Se apresuró a bajar, abriendo los brazos para recibir el acogedor abrazo de oso.

Sus labios fueron tomados en un tierno beso, pero se estremeció por el repentino hundimiento de la lengua de Hyunwoo en su boca. Los dedos de su esposo se movieron para tomar su nuca, atrayéndolo para profundizar el hambriento contacto.

Gimió por lo bajo, ansiando que el monarca volviera a llenarlo con su esencia, que le pusiera esos dientes afilados en la piel y lo marcara mientras se retorcía debajo de su cuerpo.

El tembloroso pensamiento provocó otro rubor que cubrió sus mejillas. Y habría continuado disfrutando de las caricias si un carraspeo no los hubiera interrumpido.

Acomodándose la vestimenta, se recostó contra el firme pecho del monarca, mirando con un poco de vergüenza al grupo de caballeros. Entonces parpadeó, ¿Por qué había tantos de ellos?

—Hyunwoo.

El mencionado le robó un beso antes de preguntar:

—¿Si, cariño?

—¿No crees que esto es un poco excesivo?

El Rey Consorte murmuró, mirando a las tropas de caballeros alrededor del Carruaje Real. Siwon y Heechul le sonrieron con una reverencia como saludo. Kihyun les devolvió la sonrisa, aun impresionado por la numerosa multitud.

—En tú estado no me arriesgare.

—Pero solo vamos al pueblo a visitar a Solar.

—Lo prefiero de esta forma.

—Osito, prometiste que no te dejarías llevar con la sobreprotección.

—Dentro del Palacio estoy de acuerdo que no necesitas a un sequito de compañía, pero fuera de estos muros y con la suerte que tienes cuando viajas solo, me quedaría más tranquilo si vas con ellos.

—Parece que voy a comandar una batalla.

Se dio la vuelta, pero Hyunwoo lo agarró del brazo y lo giró para rodearlo en un abrazo. Kihyun cerró los ojos en un momento de pura felicidad, le encantaba al ser sostenido contra el pecho de su esposo de una manera tan adorada e impulsiva.

—No te atrevas a escabullirte de tus guardias como la última vez –Le advirtió, sosteniéndolo del mentón. –De lo contrario, estaré extraordinariamente enojado contigo.

—Prometo que los mantendré a mi lado en todo momento, –Dijo aflojando los brazos para dar un paso atrás. –Así que puedes olvidarte de molestarte conmigo y seguir mimándome como lo has hecho siempre, esposo.

Hyunwoo se rió entre dientes ante eso mientras ambos se dirigieron al carruaje. Los caballeros hicieron una honorable reverencia ante sus Reyes, apartándose del camino para darles espacio.

Por el rabillo del ojo, Kihyun notó como el monarca pasaba la mirada por cada uno de los presentes, supuso, solo para confirmar que eran los mismos guardias que había requerido la mañana anterior. Su esposo se había vuelto muy minucioso en cada detalle.

Soyou esperó a que subiera al carruaje, le dio la mano a Hyunwoo para que lo ayudara. Sin embargó, cuando este no se movió lo miró con curiosidad.

—¿Hay algo mal?

Preguntó ladeando la cabeza.

—¿No hay beso de despedida?

Cuestionó su esposo, agachando la cabeza en un rápido ofrecimiento de un beso que Kihyun le concedió, sonriendo por la forma en que su esposo lucia tan satisfecho por lograr su cometido.

—Ahora estoy debidamente listo para comenzar mi día.

Murmuró sobre los labios causándole cosquillas. Un casto beso fue lo último que se permitieron. Subió al carruaje y desde la ventanilla dijo:

—Te amo, osito.

—No más que yo, esposo mío.

Hyunwoo suspiró, mirándolos salir para ser rodeados por guardias en sus corceles. Dolía dejar que Kihyun se fuera sin él, como si algo dentro de él fuera arrancado junto con su esposo.

Era tan parte de él como el corazón que latía dentro de su pecho y la sangre que fluía por sus venas y lo necesitaba con la misma desesperación.

Con una última vista al carruaje que se alejaba por el sendero. Le lanzó una mirada a Jay para volver dentro del Palacio.





「✿」

⊹⊱Tres meses después⊰⊹







Despertando con un inusual entusiasmo y sin señales de correr al cuarto de baño con nauseas, Kihyun se levantó con mucho ánimo. Se preparó, vistió y terminó de acomodar su ropa cuando la puerta del dormitorio fue tocada.

—Su majestad, el Rey Son requiere su presencia en la guardería real.

Escuchó la voz de Soyou. Le permitió la entrada, y esperando que ella agregara unos toques finales a su vestimenta, partieron con un grupo de caballeros. La guardería del Palacio era una recámara hermosa y espaciosa, un piso más arriba de las suites familiares. La cual era ventilada semanalmente por los miembros del personal eufóricos. Jessi no exageró cuando dijo que todos se estaban preparando para recibir al nuevo bebé.

Especialmente los más mayores que ya habían perdido la esperanza con su Rey. El señor Kim, un claro ejemplo de ello. Kihyun recordó con una sonrisa como los miembros de la cocina lo felicitaron entre lágrimas por su reciente estado.

Doblaron una esquina y el varonil aroma de Hyunwoo se fortaleció una fracción de segundo. Lo despidieron al frente de las puertas, dónde encontró a su esposo parado en medio de la habitación, con los brazos detrás de la espalda y la barbilla levantada mientras miraba por el balcón.

Saludo en silencio a Hwasa y Soohyuk cuando entró con sigilo.

El perfil de Hyunwoo era tan impecable que parecía irreal. La luz del sol convertía su piel morena en bronce y los destellos oscuros de su cabello en un azulado de ensueño. Cuando volvió la cabeza, la luz se reflejó en un ojo de color caramelo, oro fundido y brillante. Luego sonrió, sus perfectos dientes se revelaron y Kihyun sintió su corazón enloquecer.

—Cada vez que te veo, eres incluso más encantador que el momento anterior.

Dijo Hyunwoo extendiendo la mano incluso cuando Kihyun se acercó a él. Las yemas de los dedos se encontraron, los dedos se deslizaron en los espacios entre ellos para apretarlos, siempre un ajuste perfecto y sin esfuerzo. Lo empujó hacia él, la luz del sol era tan cálida y acogedora como la mirada que le dirigió su esposo.

—Te extrañé.

Murmuró el monarca, su otro brazo se deslizó alrededor de la cintura de su esposo. Tiró de él hacia sí, sonriendo cuando el montículo del vientre de Kihyun se presionó contra el suyo.

—¿Estamos lo suficientemente cerca, ahora?

Inclinó la cabeza hacia arriba solo una fracción para llevar su mirada al nivel de Hyunwoo.

—Nunca. –Respondió su esposo, ladeando la cabeza y frotándole la parte baja de la espalda. –¿Cómo amaneció el doncel más hermoso de todo el Reino?

Riendo risueño, las manos de Kihyun se posaron en los brazos del monarca. Se sintió distraído momentáneamente por el movimiento de los músculos, el aroma embriagador de su esposo y se maravilló de sus propios apetitos. Reconociendo que Hyunwoo no era el único ansioso por continuar con los placeres matrimoniales.

—Me desperté con un ramo de flores frescas y un maravilloso collar de perlas justo al lado.

—Solo lo mejor para el Rey Consorte de Seúl.

—Muchos dirían que exageras. –Dijo con una sonrisa divertida. –Pero gracias, las flores, el collar, eran muy bonitos.

—Si eso te gusto, espera a ver el piano que pedí que instalaran en el salón de ceremonias.

Comento su esposo para abrazarlo, su mano acariciando el abultado vientre. Kihyun cerró los ojos, recostándose contra los pectorales del monarca.

Le encantaba encerrarse en esta burbuja de serenidad.

—¡Achu!

Estornudo inesperadamente sorbiéndose la nariz.

—¿Qué pasa? ¿Tienes fiebre? –Su esposo lo interrogó con pánico. –¿Un mareo? ¿Es el bebé?

—No, yo, ¡Achu!

—Todo estará Kihyun, te llevaré a la habitación.

—Espera, no es...

—¡Hwasa, ve por Soyou! –Le ordenó a la mujer histérico. –¡Soohyuk, trae a solar!

Demando a los guardias que no sabía si obedecer la orden o esperar a que Kihyun terminara de hablar. Con el conflicto mermando en sus rostros, el nuevo monarca apretó las mejillas de su esposo, haciendo que sus miradas se encontraran.

—¡Solo fue un simple estornudo! –Aclaró con determinación. –Estoy bien, tenías un poco de polvo en el hombro, osito relájate.

—Maldita sea, voy a volverme loco.

Rechistó, escondiendo el rostro en la curva de su cuello. Kihyun les hizo señales a los guardias para que les dieran privacidad. Una vez se encontraron solos, se dedicó a acariciar la ancha espalda de su esposo.

—Y pensar que el bebé pudo escuchar este alboroto.

Hyunwoo lo pensó por un momento, luego le lanzó una sonrisa juguetona. Se arrodillo frente a él, tomándolo desprevenido cuando acerco los labios a su estómago.

—¿Estás cómodo ahí? –Susurró para gran diversión de Kihyun. Frotó la mejilla contra el pequeño bulto, sabiendo que su alegría lo volvía tonto, pero simplemente estaba demasiado feliz como para preocuparse. –Si prometes salir sano y salvo, te prometo que te malcriaré intolerablemente. Incluso si tu papá me amenaza con su arco.

—¡Hyunwoo! No le hables así de mí a nuestro bebé –Se quejó entre risas. –No le hagas caso a tú padre, soy muy sensible.

—No dejes que te engañe, es muy fuerte para lucir como un doncel delicado. –Le guiñó un ojo a su esposo que hizo un puchero. –No puedo esperar para tenerte entre mis brazos, te prometo que seré un gran padre y haré que cada momento valga la pena.

El susurró anhelante lleno el corazón de Kihyun. Ladeó la cabeza, cubriendo las manos del monarca con las suyas, instándolo a que siguiera frotándole el vientre.

—Ya eres un padre maravilloso, Hyunwoo.

La sonrisa de su esposo se ensanchó. Por esa mañana, se quedaron abrazados esperando la hora del almuerzo para volver a sus responsabilidades.






⊹⊱Cuatro meses después⊰⊹








Unos toques en la mesa de centro fueron suficientes para despertar a su esposo. Hyunwoo observó con una sonrisa a su adormilado Rey Consorte. Despeinado, con el ceño fruncido y rastros de la pasión que compartieron la noche anterior.

Una belleza en toda su gloria.

—Buenos días, ¿Qué es esto?

Su adormilado esposo miró con curiosidad la bandeja en sus manos.

—Te traje el desayuno, la pesca fresca del día.

Respondió satisfecho con toda la intención de avanzar. No obstante, el rápido movimiento de Kihyun lo detuvo a mitad de la habitación.

—Hyunwoo esto es muy dulce, pero no me gusta el pescado.

—¿En verdad?

La sonrisa triunfadora se borró de repente. Con una punzada de decepción en su pecho, dio un paso atrás para no perturbar el sentido agudo de su esposo.

—No me gustan los mariscos en general, y el olor me está molestando. ¿Hay pollo? El bebé y yo tenemos antojo de pollo frito.

Sonrió acariciando la curva de su estómago.

—¿No crees que es demasiado temprano para eso? –Indagó dejando la bandeja en el tocador cerca del cuarto de baño. –Últimamente pesas más cuando te cargo.

Murmuró pensativo y entonces se detuvo en seco. Algo se estremeció y le dolió cuando Kihyun no dijo nada, solo agachó la cabeza, el sedoso cabello cayó sobre la frente, y Hyunwoo tuvo la sensación de que lo había arruinado.

Lo confirmó, cuando vio cómo se le humedecían los ojos al castaño.

"Maldita sea".

Trató de acercarse para arreglar su error, pero Kihyun le tiró una almohada que el no tuvo el valor de esquivar. Se secó un ojo, hizo ver que tosía y se tapaba la boca para camuflar los sollozos, pero él se sintió el hombre más idiota del mundo.

Había hecho llorar a su esposo.

Dio otro paso cauteloso sin aparatar la mirada. Sin embargó, maldijo por lo bajo cuando la puerta fue abierta.

—Sus majestades, la Partera Real esta...

Soyou miró con preocupación a Kihyun y en menos de un parpadeo ya se encontraba a su lado consolándolo. Hyunwoo quiso explicarse, pero la presencia de Hyolyn complico su intensión.

—¿Qué está pasando aquí?

Atravesando la recamará, la partera reclamó el otro lado de la cama disponible, tomando el rostro de su esposo con ternura, le susurró preguntas que él apenas respondía o simplemente asentía gracias al llanto.

—Su majestad, por favor respire, ¿Le gustaría que fuera por su té y pastelillos favoritos?

—Eso me haría sentir mejor –Respondió más calmado. –Soyou, despide al Rey Son de mi habitación, por favor.

Él se quedó de piedra. Nunca era buena señal cuando lo trataba por su título de la realeza. Ambas mujeres enarcaron una ceja por el pedido. No obstante, la Dama de la Corte siempre cumplía con los deseos del Rey Consorte.

Con pasos temblorosos, Soyou se acercó en su dirección.

—No hagamos esto más difícil, su majestad. Llamar a los guardias reales no es de mi agrado, pero si tengo que hacerlo, no lo dudaré.

Apenas podía mirarlo, demasiado apenada con la situación para enfrentarlo. Hyolyn asintió con la cabeza, haciendo señales a la puerta para que obedeciera sin reclamos.

—¿Quieres que me vaya?

Su esposo no se giró a verlo, pero asintió. Hyunwoo se dio cuenta de que se estaba clavando las uñas en la piel y se obligó a apoyar las manos en la mesa.

—¿Estás seguro?

Volvió a asentir. Cabizbajo, salió de la alcoba con unas inmensas ganas de golpearse a sí mismo. Encontrarse con Soohyuk, Hwasa y Siwon por el pasillo solo empeoro todo. Mirando como cada uno tenía un ramo de girasoles que él había solicitado para sorprender a su esposo.

—Su majestad, ¿A dónde se dirige?

—A la sala del trono.

Respondió desganado moviéndose a pasos lentos. El trabajo pendiente seria lo único que lo mantendría ocupado, por mucho que deseara volver a la habitación. Pero Kihyun no lo quería ver y respetaría su decisión aunque le doliera como un infierno.

—Dijo algo que no debía ¿Cierto? –Siwon intuyó, palmeándole el hombro como consuelo. –En ese caso, sugiero una visita al campo de entrenamiento, lo acompañaremos.

Eso no le ayudo en nada.

Al anochecer, luego de cenar en la soledad del gran comedor, apretó los puños con fuerza antes de llamar a la puerta de la alcoba Real. El eco de los toques más audibles de lo usual gracias a que el extenso pasillo estaba desierto.

No fue una sorpresa que las puertas no se abrieran. Respiro hondo, conteniendo la ferviente necesidad de patear el muro que lo separaba de su esposo. Quería destrozar la barrera de roble, los dedos rozando el pomo dorado, pero escuchar el sonido de las pisadas acercándose le dio un incentivo para alejar la mano.

Debía controlarse, calmar a la bestia que lo volvía impulsivo. Kihyun era lo más preciado e importante en su vida, no era cualquier persona a la que podía doblegar, porque si de algo está seguro es que preferiría apuñalarse a sí mismo antes de presionar a su esposo.

—Kihyun, sé que puedes escucharme, no tienes que dejarme pasar si es lo que quieres, pero en verdad quiero disculparme. –Pegó la frente en el roble tallado. –Mis palabras fueron desconsideradas y más al ser consiente de cuáles son tus sentimientos, sobre bueno, ya sabes, acerca del peso. No creo nada de lo que dije, en realidad no hay un día que no quiera apretar tus mejillas o acariciar la curva de tu estómago –Tragó en seco por el silencio. –Amo tenerte entre mis brazos, de hecho, quisiera abrazarte justo ahora.

Murmuró al tiempo que las puertas eran abiertas. Parpadeando sorprendido, atrapando el cuerpo de su esposo con rapidez.

—¿Por qué tardaste tanto en venir?

Se quejó con esa dulce voz que tanto adoraba. Lo abrazo con fuerza, perdiéndose en el tranquilizante aroma a vainilla de su cabello, su corazón se negó a ralentizar su ritmo, retumbando en su pecho mientras el alivio le picaba la piel. Estaba tan hambriento por su cercanía.

Por todos los cielos, iba a enloquecer si volvían a distanciarse por su culpa.

—Pensé, que preferirías un tiempo a solas. –Finalmente se dignó a responder. –En verdad, lamento lo que dije.

—No tienes nada porque disculparte, soy yo quien debería hacerlo, estoy tan avergonzado por como actué, fui tan infantil, lo siento, yo...

No lo dejo terminar, tomando los labios de su esposo en un ansiado beso. No pudo mantener el hambre oculta, no pudo resistirse a explorar la boca de Kihyun tan a fondo como pudo sin asustarlo. Buscó su cintura, acariciando el músculo tenso de su elegante costado, sintiendo el escalofrío que los sacudió a ambos.

Fue físicamente doloroso para los dos separarse, pero Hyunwoo se mostró reacio a dejarlo escapar. Deslizó sus labios hasta la barbilla de su esposo, sus mejillas, sus párpados cerrados y la punta de su nariz, adoración gentil y tierno afecto que hizo que los ojos de Kihyun ardieran con lágrimas que no podía explicar, ni siquiera ahora en su estado más sensible.

—Todo está bien, cariño.

La boca llena de su esposo se curvó en una sonrisa entrañable y risueña.

—Deberías estar molesto conmigo.

—¿Cómo podría? –Suspiró, besando sus labios una vez más. –Si mi único deseo es malcriarte y darte todo lo que quieras.

Sonrió de lado cargando el cuerpo del Rey Consorte. Entró, cerrando las puertas de una patada poderosa provocando una risa suave y melodiosa de su esposo. Dentro de la recámara, un fuego ardía con alegre calidez en la chimenea arrojando un suave resplandor dorado en la habitación.

Lo llevó a la cama, acomodándolo con delicadeza mientras se acurrucaba a su lado. Se quedaron abrazados, músculos cálidos y sólidos moviéndose bajo las finas sábanas, el brazo de Hyunwoo descansando en su costado.

—Quiero que seas feliz, Kihyun.

Susurró como una suave caricia sobre sus labios.

—Ya soy feliz contigo a mi lado, con lo que tenemos y cuando nuestro bebé nazca lo seré aún más. Seremos una gran familia.

—Me asegurare que así sea. ¿Estás cansado?

Negó con la cabeza, pero el bostezo mal disimulado de su esposo le hizo sonreír lleno de ternura. Su mano se deslizó del costado de su cadera y lo acarició, luego en su espalda baja para hacer suaves círculos. Frotó su nariz contra la de Kihyun y se quedó allí un momento, con los ojos cerrados disfrutando de la cercanía.

—Vamos a dormir.

Kihyun le acarició el cabello mientras él se inclinó para presionar un beso en la curva de su estómago, susurrándole palabras dulces al bebé que llevaba dentro.







⊱Seis meses después⊰⊹








Su madre envió sus saludos junto con un obsequio para el bebé. La carta, como todas las demás que han sido enviadas de parte de ella, era acompañaba por una nota más pequeña con sus disculpas.

La escritura era implacable, lo suficientemente sofisticada por sí sola. La ausencia de su padre no le sorprendió, nunca le envió otra carta, pero su madre expresaba que estaba en el proceso de aceptar que su hijo finalmente había madurado y que era un doncel respetable por el cual sentirse afortunados.

Si Kihyun tenía que ser sincero, no creía mucho en las palabras de su progenitora. Su padre era un hombre terco, muy difícilmente cambiaria de opinión o comportamiento de la noche a la mañana, pero prefirió dejarle al destino lo que sucediera en su relación.

Le enviaría una carta al siguiente día. Por ahora, sonrió con entusiasmo al leer las cartas de todos los miembros de servicio de la residencia de los Duques.

—Siempre han sido tan buenos conmigo.

Reflexionó, abriendo las cajitas para encontrar una variedad de dulces caseros de parte de los cocineros, y otras con broches que coincidían con los demás que había recibido a lo largo de los años en su antiguo hogar. Eran discretos y modestos pero lo más importante era el significado sentimental de cada uno.

—Ellos siempre te vieron como el tesoro que eres.

La sorpresiva presencia de su esposo le hizo sonreír grandemente. Llenando su alma con la visión de su pareja perdida en sus pensamientos, sus labios curvados en una sonrisa suave, su mano pálida descansando sobre el bulto de su vientre.

—Debería usarlos la próxima vez que los visitemos, ¿No crees? –Preguntó, volviéndose para ver a su esposo mirándolo. –¿Qué pasa, Hyunwoo?

—Verte así, tan relajado y feliz –Dijo, colocando su mano sobre la curva de su estómago. –Cargando a nuestro hijo, me da una enorme satisfacción.

—Oh, eso lo sé muy bien.

Rio suavemente, apretando la mano del monarca contra su estómago. Quizás fue el tono en su voz, las caricias acogedoras, o la forma en que se mezcló con las risas de Kihyun, quizás fue debido a todas esas cosas. Fuera lo que fuera, el bebé de repente pateó, empujándose contra la palma de Hyunwoo y moviéndose.

Los ojos de Kihyun se abrieron de par en par y sonrió, dejando la carta a un lado para colocar ambas manos junto a las de su esposo, los dos en silencio y sin aliento esperando el siguiente movimiento.

El bebé empujó y Kihyun tiró de la mano de su esposo para sentirlo, sonriendo cuando Hyunwoo dijo:

—Eso es definitivamente un pie. –La ronca carcajada le hizo reír. –Veo que heredo mi fuerza.

—¿Disculpa?

Preguntó divertido cuando Hyunwoo presionó su oreja contra su vientre.

—No discutas –Murmuró, encantado cuando el bebé empujó contra su mejilla. –Estoy seguro que tendrá tú delicadeza, constitución y adorables mejillas, debe tener algo de mí.

—Tu temperamento, por el aspecto de las cosas puede ser tu mejor apuesta. –Sonrió malicioso acariciando el cabello del monarca. –Le gusta escuchar tu voz.

—Y la tuya.

Dijo con la profundidad reconocible en su tono vibrando a través de los huesos de Kihyun. Trajo otra protesta de sentimiento de furia del bebé que los hizo reír a ambos.

—¿Quieres que te cuente una historia? –Hyunwoo ronroneó, besando el lugar donde el bebé lo había empujado. –Déjame ver, ¿Quizás la vez que tu papá me lanzó una sandía a la cabeza?

—Puedes repetirle esa historia todas las noches y te aseguro que estará de mi lado.

—Bueno, entonces otra –Sonrió, besándole el dorso de la mano, encantado por el movimiento interior. –Te hablaría del incidente de la alfombra, pero creo que deberíamos esperar hasta que seas mayor. Ah, pero en la última fiesta de cumpleaños de la tía Jessi, tú papá y yo decidimos dar un paseo por...

—No te atrevas.

Kihyun amenazó sonriéndole con advertencia que solo hizo reír a su esposo.

—¿Qué? Iba a decirle de cómo me lanzaste fuera del bote y caí al estanque.

—Hyunwoo.

—Por supuesto, dejare de lado como me retuviste en los establos cuando me viste con la ropa empapada.

—Eso es todo, ¿Ves esa estatuilla de caballo sobre la mesa? Pesa demasiado y aun así podría lanzártela justo ahora.

Consiguió que Hyunwoo se riera entre dientes, el sonido grave y gutural que le estremeció hasta los huesos. Sus mejillas se calentaron y desvió la mirada cuando la sonrisa coqueta de su esposo se lanzó salvaje sobre él.

—Solo juego contigo cariño.

Le guiñó un ojo para molestarlo. Sin embargo, no se esperó el beso profundo que prosiguió. Bueno, tardaría más de lo esperado en volver a la sala del trono.




「✿」

⊹⊱Nueve meses después⊰⊹





El Palacio Real continuaba con su rutina diaria. Los miembros de servicio caminaban de un lado al otro asegurándose de cumplir con sus deberes, algunos más rápidos que otros, y parecía como si el trabajo estuviera a punto de multiplicarse.

Los preparativos para el banquete en nombre del futuro Príncipe del Reino estaban a la vuelta de la esquina. Con tan solo unas pocas semanas para el ansiado día, todos parecían más nerviosos que los propios padres asegurándose de mantener al Rey Consorte en un área libre de estrés o de emociones fuertes.

Vigilándolo en incontables ocasiones a pesar de las protestas del castaño. Situación que divertía tanto a la Sanadora como a la Partera de la Corte Real que se mantenían al margen, esperando pacientes por el llamado de su deber.

Los caballeros que custodiaban los pasillos aumentaron por orden del Rey. Los ayudantes de cocina se aseguraron de brindarle al Rey Consorte un servicio exclusivo, sirviendo cada platillo o merienda en la comodidad de su recámara.

Para Hyunwoo, era un poco gracioso ver el puchero de su esposo cada vez que alguien se ofrecía a hacer su trabajo y gracias a las insistencias de su Corte Real, las responsabilidades de Kihyun se redujeron a revisar los libros contables con los Ministros de finanzas y salir a su paseo matutino por los jardines laterales.

Han sido días ajetreados, por eso mismo decidió darse el día libre. Jay se haría cargo de las pocas reuniones y él disfrutaría al lado de su maravilloso esposo.

Y hablando de Kihyun, lo encontró en el salón de meriendas mirando por los ventanales mientras le cantaba una canción al bebé durmiente. La voz de un precioso ángel lleno la habitación completa y sin querer interrumpir se recostó sobre la puerta cruzando los brazos.

Sabía que la canción estaba a punto de terminar y no perdió de vista cierto detalle en su esposo. Había una marca de succión florida en la delicada garganta al descubierto por su cuello suelto.

Cuando lo vio, se le escapó una sonrisa complacida. En el momento que la voz poderosa bajó a susurros, caminó abordando a su esposo con un fuerte abrazo y un beso que lo dejo sin aliento.

—Kihyun.

Saludo besando la marca de posesión con entusiasmo.

—Osito, ¿Qué haces aquí?

Preguntó con una sonrisa ladeando el cuello para el monarca.

—Te dije que tenía una sorpresa para ti.

Suspiró besando su frente, luego su adorable nariz y finalmente cada párpado cerrado. Iba a tomar sus labios de nuevo cuando alguien llamó a la puerta interrumpiéndolos.

—Maldita sea.

—Hyunwoo –Rió su esposo empujándolo divertido. –Adelante.

En lugar de Soyou con el té, apareció Jessi con un grupo de caballeros y doncellas detrás de ella. La pelinegra los saludo con efusividad mientras los ayudantes dejaban los cofres en el suelo. Al terminar, hicieron una reverencia y desaparecieron al cerrar la puerta.

El monarca inspeccionó el equipaje. Enarcando una ceja, preguntó:

—¿Planeas quedarte?

—No seas ridículo, esto no es mío, es para el bebé.

—¿Todo esto?

Kihyun abrió los ojos sorprendido. La cantidad de regalos que habían estado recibiendo de los Reyes de otras naciones, como de los nobles del Reino era masiva, sin contar con el singular y valioso obsequio por el Emperador.

Pero la Archiduquesa podría dejarlos a todos humillados con tantos regalos.

—Lo sé –Dijo Jessi, con una mano apoyada en el pecho –Es poco, pero solo tengo tres carruajes a mi disposición por ahora.

—¿No crees que estas exagerando?

Cuestionó Hyunwoo ayudando a su esposo a sentarse en el sillón más cercano, el mismo reclamó su lugar a su lado, rodeando un brazo sobre los hombros del castaño para atraerlo a su costado. Jessi se sentó frente a ellos, con una mesa de centro bellamente decorada separándolos.

—Querido primo, este es tu primer bebé, mi futuro sobrino. –Enfatizó cruzándose de piernas para acomodarse. –He esperado este momento por años, déjame disfrutarlo.

—Jessi, aún no estamos seguros de lo que será.

—No traten de engañarme, Hyolyn y Solar me confirmaron sus sospechas, y están casi seguras de que podría ser un niño o incluso un doncel, ¿Se lo imaginan? ¿Un precioso doncel con la belleza de Kihyun? ¡Será un rompe corazones!

—Sobre mi cadáver, mi bebé será todo mío.

—Hyunwoo.

Su esposo trató de apaciguarlo masajeando su muslo con cariño. Sin embargo, sabía de ante mano que era inútil calmarlo cuando se trataba de su hijo, descubrió que no podía culparlo por comportarse de manera tan sobre-protectora y, hasta cierto punto, testaruda.

Si Hyunwoo era capaz de arrancarle la yugular a quien se atreva a tocar Kihyun, ¿Quién dudaría que no haría lo mismo por su bebé?

—Ya puedo imaginarlo, serás terriblemente fastidioso con quién lo corteje.

—Te estoy diciendo que nadie se acercará con esas intenciones a mi bebé.

—Y yo te estoy advirtiendo que no podrás evitar que los Príncipes Herederos o nobles apoderados caigan por la belleza de tu hijo. –Sonrió provocativa. –¿Quieres apostar?

—¿Quieres tener un duelo conmigo?

—No gracias, me gusta vivir.

—Ustedes dos, ya basta.

El regaño de su esposo los hizo reír. Risa que murió cuando vieron al castaño abrazar su estómago con una expresión de incomodidad en el rostro.

—Kihyun –Llamó con suavidad, colocando una mano sobre la superficie, masajeando el lugar en círculos lentos. –¿Es el bebé?

—Sí, ha estado moviéndose mucho desde esta mañana.

—Por todos los cielos, me hizo sudar frío –Suspiró aliviada su prima. –Que oportuno momento para expresar su impaciencia, me recuerda a alguien que era igual de inquieto.

Se burló mirando con malicia a su primo que la fulminó con una sonrisa torcida.

—Está pateando, Jessi, ¿Te gustaría sentir?

—¡Oh, sí! Lo he estado esperando con ansias. –Los ojos de su prima se iluminaron con deleite, se reclino sobre la mesa, extendiendo la mano que fue sujetada antes de que siquiera tocara la tela. –¡Hyunwoo!

—Lo harás en otra ocasión –Lanzó la mano con fuerza sin inmutarse por la molestia ajena. –El bebé es muy sensible a otras manos que no sean las de Kihyun o las mías.

—¿Es eso o simplemente no quieres que nadie más toque a tu esposo?

—Ambas.

Volvieron a retarse con la mirada. Mostrando los dientes como si solo esperaran el momento perfecto para atacar al contrario. Era un juego entre ellos, siempre compitiendo como si fueran dos niños pequeños.

Sin embargo, el juego de miradas acabó cuando un quejido doloroso salió de los labios de su esposo. Kihyun se abrazó a sí mismo, temblando y sudando por lo que fuera que le causara tal sufrimiento.

—¡Kihyun!

Lo sostuvo cuando parecía que iba a desmayarse. Jessi frente a ellos entro en pánico, sin saber cómo actuar.

—Por favor querido, dime que solo sigue pateando.

—El bebé, –Gimió, con una mueca de dolor mientras se doblaba en el sillón. –¡Uhg! Ahora entiendo porque Hyungwon maldecía tanto.

Se quejó, pero ninguno de los dos hizo un movimiento hasta que la humedad empapo el piso bajo los pies del Rey Consorte.

—¡Jessi!

Gruñó el monarca con apresuro.

—¡Maldita sea! –Juró su prima levantándose de un salto del sillón. Se aproximó a la puerta de roble, abriéndola y gritando a todo pulmón. –¡Llamen a Hyolyn, Solar y las sanadoras! ¡Ha llegado el momento! ¡El Rey Consorte está listo!

El bullicio alertó a los miembros de servidumbre, con rostros tanto emocionados como ansiosos, corriendo de un lado a otro en busca de cumplir con las órdenes.

Hyunwoo corrió lo más cuidadoso que pudo cargando a Kihyun entre sus brazos. Al llegar al pasillo de los aposentos reales, no se detuvo a que los guardias le abrieran las puertas. Con una sola patada al brillante roble se apresuró a colocar a su esposo sobre las sábanas.

La Sra. Han, líder de las mucamas, llegó junto con un grupo de sanadoras que llevaban ropa de cama limpia y se apresuraban a llenar la bañera con agua caliente. Angustiado, por el dolor reflejado en el rostro de su esposo gritó:

—¡Apresúrense!

El gruñido amenazador hizo estremecer de nervios a más de una.

—Hyunwoo, no seas tan duro con ellas.

Kihyun lo regaño entre suspiros mientras el sudor mojaba su frente.

—Lo lamento, pero no puedo soportar verte sufrir –Se disculpó frotando su mano con suavidad. –Todo estará bien cariño, me quedaré contigo.

—Sabes que no puedes hacerlo, –Susurró, apretando la unión de sus manos preso del dolor, con lágrimas brillando en sus brumosos ojos chocolate. –¡Uhg!

Otro jadeo de dolor que erizó la piel de Hyunwoo. Frotó el estómago de su esposo, buscando los contornos del bebé en su interior con la única intención de calmarlo un poco.

—¡Ya estamos aquí!

Solar se anunció entrando a los Aposentos Reales. Hyolyn detrás de ella se apresuró a sujetar su cabello y lavarse las manos. El tiempo había llegado.

—Su majestad, tienes que salir, ahora.

Pidió la partera de la Corte Real deteniéndose justo detrás de él. Hyunwoo se tensó, dejar a su esposo en este estado no era una opción. Apretó la mandíbula sin despejar la mirada del cuerpo tembloroso de Kihyun.

—Su majestad, no podemos esperar más –Insistió Solar al otro lado de la gran cama, un equipo completo de sanadoras rodeándola en espera de órdenes. –Tenemos un bebé que dar a luz, no hay tiempo que perder.

—Hyunwoo, por favor.

Su esposo susurró sonriéndole con esfuerzo. Le tomó lo que pareció una eternidad aceptarlo, pero asintió. Lo atrajo más cerca, impulsado por darle un último abrazo antes de partir.

—Estaré detrás de esas puertas y no me moveré hasta volver a verte.

—Lo sé.

Kihyun sonrió con una mueca, señal suficiente para que saliera de la recámara. Cuando las puertas se cerraron detrás de él, ordenó que un grupo de caballeros rodeara la entrada.

No creía contenerse si escuchaba los gritos de su esposo.

Las horas corrieron y la desesperación fue latente. Los mayordomos y miembros de servicio evitaron acercarse al monarca. La Archiduquesa se mantuvo a su lado, pero en silencio de igual forma.

Hyunwoo no podía soportarlo. Se levantó con un aura intimidante provocando que los caballeros se pusieron en alerta, las mucamas dieron un paso atrás y los mayordomos se removieron nerviosos. La misma Archiduquesa se preparó para mantenerlo a raya.

La tensión era palpable mientras el fornido monarca respiraba con profundidad. Un paso adelante y todos dieron un paso atrás. Una mirada dominante y todos desviaron la mirada, un solo latido de corazones inseguros que se detuvo cuando la madera se movió detrás de ellos.

Y las puertas finalmente se abrieron.


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Title Song: Voyager by Kihyun*°

Monbebe, bye‧₊˚.ꦿ ...‧₊˚

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