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Capítulo 2

Tenía planeado quedarse junto a él y acompañarlo hasta casa, iba a aprovechar esos momentos en que los dos estaban solos para pedirle disculpas. Después de todo lo que le hizo, lo merecía más que nunca. Fue amable con ella muy a pesar de lo mala que fue y en parte, pensó que no sería malo tenerlo como un amigo.

Pero mientras lo esperaba, surgió un pequeño momento ideal para adelantar las cosas y cuanto antes, mejor. No es que se le hiciera muy fácil pedir disculpas a las personas, así que debía hacer en ese instante. Mas cuando su boca comenzaba a articular las primeras palabras, algo la interrumpió o más bien, alguien.

—¡Tamaki! —gritó una voz femenina con un tono infantil—. Vámonos ya, te estás tardando mucho —se quejó al apoyarse contra el marco de la puerta—. Oh, estás con una amiga ¿cómo se llama? —preguntó curiosa, acercándose a la joven.

—N-Najire, espera —dijo el chico preocupado por la reacción de su compañera—. Nosotros no somos amigos… —murmuró ya convencido de que no podría entablar amistad con la joven.

Más aquello fue escuchado por ella y un sentimiento extraño comenzó a surgir desde su pecho. Como si de agua tibia que se fuese vertiendo en su piel para expandirse por todo su cuerpo. Por un momento ignoró el montón de preguntas de la chica que había ingresado al salón y se mantuvo en silencio hasta que retomó su atención en la joven cuando esta dijo algunas palabras más.

—Entiendo, no son amigos —comentó ella sorprendida—. Entonces, vamos Tamaki —lo llamó una vez más, adelantándose al paso—. ¡Adiós chica que no me dijo su nombre!

Una vez se fue, el ambiente se hizo más tenso. Tamaki se apuró en terminar de juntar sus cosas al comenzar a sentirse incómodo por la situación.

—Bueno, me voy —se despidió en voz baja, mezclada con su nerviosismo.

No supo por qué permaneció aún ahí, parada y en silencio. Oyendo los pasos apresurados de el joven que deseaba ya irse a su casa donde por fin podría estar tranquilo. Pero por alguna razón, las palabras salieron de su garganta sin permiso, deteniéndolo.

—Tamaki.

Y así, cuando escuchó su nombre no tuvo otra elección que frenar de golpe justo cuando estaba por cruzar la puerta. El corazón comenzó a latirle con algo de fuerza puesto que pensaba que ella se había molestado con él y tendría que pagarlo. Con algo de temor, giró lentamente sobre sus talones para verla.

—Lo siento —murmuró, mas fue lo suficientemente alto para que el pueda oírlo—, por todo lo que te hice… Lo siento.

Tamaki se sorprendió de sobremanera cuando la escuchó y una parte de él sintió un alivio tremendo que poco a poco fue transformándose en una especie de alegría.

—No te preocupes, todo está bien —respondió, formando en sus labios una cálida sonrisa.

Después de aquello, esa sonrisa fue haciéndose cada vez más tímida.

—B-Bueno, debo irme… Adiós —repitió acelerando su paso.

En cambio la contraria, permaneció parada en medio de la sala rememorando todas aquellas cosas malas que le había hecho y que él, pudo perdonarlas en un solo segundo. Incluso regalándole una sonrisa tan cálida que la estremeció por completo.

Después de lo ocurrido, intentó arreglar las cosas un poco a su manera. No podía cambiar la situación drásticamente pero intentaría hacerlo paso a paso. Logró que el foco de atención para las burlas ya no fuera dirigido hacia Tamaki, al menos en su gran mayoría. Y en parte cada vez que lo hacían, estando ella presente, lo defendía de una forma bastante disfrazada.

Tamaki por su parte notó aquellos detalles pero no quería pensar mal, creía y le quedó bastante en claro que él le caía mal a la joven, así que se quitó de la mente la idea de ser amigos. Sin embargo, tampoco le dejaba de parecer extraño el rumbo que tomaron las cosas.

—Te… ¡¿Gusta?! —preguntó sorprendida ante la confesión— ¿por qué?.. Es decir, sí, ¿por qué? —interrogó la joven.

—N-No tan fuerte, _______ —murmuró nervioso.

—Pero es que no lo entiendo —bufó sin entender muy bien su fastidio, o más bien, sin querer admitirlo—. ¿Por qué ella?

Los dos jóvenes habían terminado sus clases, al menos de la primera hora. Por lo que se dieron el lujo de descansar un poco en el receso, los dos solos. Tamaki se sentía nervioso al principio puesto que ________ comenzó a invitarlo para pasar tiempo juntos en soledad pero a medida que los días seguían su transcurso y los encuentros eran más habituales, el de cabellos oscuros se sintió más en confianza hasta llegar al punto donde ambos se contaban sus cosas. Como en esta ocasión que Tamaki decidió confesarle a su compañera quien era la persona que alteraba su inseguro corazón.

—Bueno… A Najire la conozco desde hace tiempo y ella siempre ha sido muy amable conmigo, entre otras cosas —dijo sin darse cuenta que en sus labios se formaba una ligera sonrisa mientras que sus ojos seguian pegados al suelo.

En cambio ella seguía sin entenderlo, en realidad, no entendía muchas cosas. Se sentía extraña, dolida, enojada. Sin duda, un remolino de emociones que no le dejaba ver las cosas con claridad.

—Pero… Digo, ¿por qué ella?.. Es decir… —murmuró algo alterada.

Ni siquiera sabía que decir al respecto, mucho menos a qué quería llegar con esas preguntas. E incluso logró hacer que Tamaki la mirara confundido por su reacción.

—¿A qué te refieres, _______?

Sus latidos aumentaron con fuerza cuando se sintió entre la espada y la pared. Hasta ella notaba que su manera de actuar no era habitual, que mientras más tiempo pasaba con él, más se apegaba. De repente todo lo que él hiciera o dijera le importaba, deseaba que estuvieran más juntos e incluso se llenó se alegría cuando se abrió más a ella.

“Me gusta”

De repente esas palabras se introdujeron en su mente y por un momento todo tomó sentido.

Estática, se dejó llevar por sus emociones. Dejando salir esas palabras que tal vez debieron quedarse ocultas.

—Te quiero.

Tamaki no ocultó su sorpresa y la miró fijamente aún procesando el peso de esas palabras y lo que podía significar.

—¿C-Cómo amigos… No?

—No… Como algo más.

El joven desvío su mirada confundida y miró hacia el suelo, era algo que nunca se había esperado. Su mente se puso en blanco pero intentaba de todas las maneras posibles intentar formular una respuesta decente a su confesión. Pero nada. Justo cuando por fin unas pequeñas articulaciones lograron salir por su garganta, la campana lo salvó.

—L-La campana, debemos ir a clases —dijo con nerviosismo. Apurándose en ir a la clase.

—Oye, espera —lo llamó intentando frenarlo.

Mas él había evitado que logre frenarlo y fue el primero en ir a la clase. En ese momento una extraña sensación amarga comenzó a invadirla y rápidamente el arrepentimiento se hizo presente. ¿Qué pasaría ahora? ¿La ha cagado? No quería perder lo que había conseguido por fin, eso la aterraba.

Cuando las clases terminaron, intentó volver a hablar con él, pero para su sorpresa fue el primero en salir casi disparado del salón. No pudo alcanzarlo por lo que fue sola a su casa. Sintiendo una vez más el rechazo en sus acciones.

Creyó que solo sería temporal por la sorpresa, pero no fue así. En los siguientes días, Tamaki no hizo más que evitarla y actuar de forma extraña con ella. Ya no se reunían para hablar en los recreos y cada vez que quería acercarse a él, siempre encontraba una excusa para zafarse del momento.

Hasta que un día cuando ya era la salida, corrió lo máximo que pudo hasta poder alcanzarlo y enfrentar la situación adecuadamente.

—¡Tamaki! —gritó su nombre con enfado, logrando que el chico se paralizara—. Ya deja de evitarme, maldita sea. Sé que debe ser difícil para ti sabiendo lo tímido que eres, pero no puedes seguir así. Si tienes que decirme algo, hazlo de una vez.

Lo vio dándole la espalda y como éste se iba encogiendo en su lugar hasta que escuchó de él un entrecortado suspiro.

—__________ —murmuró con una firmeza que no se había esperado. No tardó en dar la vuelta y a pesar de sus temblorosas manos con su rostro que demostraba inseguridad, logró mirarla directamente a los ojos—. Lo siento. Pero no puedo corresponderte, me gusta otra persona.

Ya con los días en que la estuvo evitando, ya se suponía que esa podría ser su contundente respuesta. Se supone que se había preparado en esos días, pero por mucha práctica que le había puesto, no se comparaba al sentimiento que estaba experimentando.

—Yo… Lo entiendo. No soy lo suficiente.

Tamaki se sorprendió por lo escuchado y rápidamente quiso corregirlo.

—¡No!, no es eso —dijo apresuradamente—. Usted es genial… Pero yo no puedo corresponder a tus sentimientos. Aunque estoy seguro de que alguien algún día llegará para ti. Alguien que si pueda corresponderte adecuadamente.

Al finalizar, sus labios formaron una ligera sonrisa que sin duda golpeó con fuerza el corazón de la joven. No dijo nada cuando notó que Tamaki siguió avanzando y la dejó sola en medio de la solitaria calle.

Quiso restarle importancia a la situación, pensando que son cosas que siempre pasan. Mas no tardo en sentir la famosa presión en el cuello que iba hostigándola hasta conseguir que sus ojos comenzaran a nublarse de lágrimas.

Tal vez es el Karma, pensó.

Y sí, que más podía esperar luego de haberse comportado de esa forma con él. No era merecedora de su amor.

No quería hacerlo, pero lo amaba. Y tendría que vivir con ello hasta que su corazón decida olvidar aquel dolor que dejó su rechazo.


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