🍁Capítulo 4🍁
Dipper se encontraba en su habitación, Mabel jugaba y hablaba con su mascota Pato mientras que este solo gruñia de manera adorable, el castaño leía un libro de "Química II" ya que —Por desgracia.—tendría exámen regresando de esas vacaciones, todo estaba en un pequeño silencio agradable, las sueves brisas que golpeteaban la ventanilla hacía que se pudieran concentrar mejor, Stanley se encontraba en la tienda donde esa vez había poca gente por lo que los rebuelos y exigencias no existian en ese momento, Ford estaba en el sótano donde investigaba cosas no disponibles para los demás.
Todo hubiera seguido así de no ser por el ruido de la puerta siendo multiplemente golpeada con alguna mano en signo de llamada, Dipper volteó a ver a su hermana gemela con una cara que reflejaba desafío puro.
—¿Quién ira ha atender, Mabel?
—Yo fui la vez pasada. — Se excusó la castaña mientras levantaba las manos.
—Pero yo saque a pasear al perro.
—Dip, pero no tenemos perro.— Informó mientras lo miraba con una cara un tanto extraña.
—Exacto.— Respondió mientras guiñaba el ojo intentando cambiar el tema pero nuevamente fue interrumpido por el golpe de la puerta —Agh…Ya voy.— Se rindió el menor para dejar su libro de lado y comenzar a caminar hacia la entrada de la cabaña.
A pasos perezosos llego a la puerta donde al abrirla se encontro co una rubia que lo miraba superficialmente.
—Ah, hola, Pacífica— Respondió Dipper con una cara desganada para verla con los ojos entrecerrados por la flojera.
—¡Hola, Dipper! — Saludó la llamada con una sonrisa de emoción la cual al darse cuenta de como lo hizo intento "disimuladamente" volver a verse serena —Perdón, hola, Dipper.
—Hola. —Le había parecido extraña esa reacción pero atinó a sonreírle para dejarle pasar dentro de la cabaña.
—Bueno, supe que estarías aquí con Mabel así que vine como siempre.
Dipper iba a responder pero un chillido junto a un golpe lo interrumpio pues cuando vió de nuevo a Pacifica esta se encontraba en el suelo con una sonrisa mientras Mabel la agarraba de los hombros totalmente emocionada.
—Que bueno verte de nuevo Pacífica.— Dijo la castaña para levantarse y tenderle la mano a la rubia.
—Vamos Mabel, siempre los visitó cuando vienen y cuando estan en California.— Dijo excusándose con una sonrisa mientras se levantaba del suelo con ayuda de Mabel.
—¿Y porqué estas aquí? — Preguntó Dipper con cara de pocos amigos por lo que cuando Pacífica se dio la vuelta para responder, Mabel hacia gestos de que fuera mas gentil por lo que suspiro —¿A qué se debe tu hermosa visita, amiga mía? — Dijo haciendo una voz mas aguda y una sonrisa forzada.
La rubia sonrió. —Quería saludarlos, además de que vine a invitarlos a un baile que se organizara en la mansión Norweste. — Dijo emocionada mientras los miraba.
—¡SI! Claro, invitare a Candy y Grenda aunque tengo que decirles que ya llegue a Gravity Falls.— Avisó Mabel con aires de alegría.
—¿Estas segura, Pacífica? De lo que recordaba, ustedes perdieron la mansión el primer verano que estuvimos aquí.— Pregunto el menor.
—Mi custodia fue dirigida para mis tios de parte Materna, cuando mi padre murió y mi madre…se suicido… fui con ellos, lucharon con todo para volver a tener la mansión ya que allí se encuentran todas las memorias de la familia y finalmente lo lograron.— Respondió con un cambió de humor divertido a uno deprimido.
—Lo lamento Pacifica, no quería que recordaras eso— Se disculpo el castaño apenado pues después de todo, Pacífica era muy buena amiga suya.
—Esta bien, Dipper.— Dijo la chica son un leve sonrojo.
Comenzaron a hablar amenamente por horas, eran buenos amigos por lo que podían hablar de casi cualquier cosa.
[…]
El sol se ocultaba detrás de las colinas verdosas del bosque, los pájaros volvían a sus nidos para dormir y ciertos gemelos se disfrazaban felizmente, o bueno, solo era la chica la que estaba feliz mientras que el otro estaba con un rostro lleno de ansiedad.
—Aun no se porque tenemos que ir, apenas hemos llegado, quiero descansa, además de que me da miedo socializar con gente.— Se quejó el menor mientras veía la ropa que su gemela había comprado para él y ella ese mismo día.
—Pacífica es buena amiga nuestra, ademas no niegues que nos ha invitado más por ti que por mi— Respondió con cierto deje de enojo.
—¿A qué te refieres?
—¡Vamos, Dipper! ¿Acaso no eres tan inteligente para saber que Pacífica te adora? — Preguntó sarcásticamente Mabel para sujetar su vestido morado con detalles de corazones rojos ambientado al siglo XVII y comenzar a ponérselo.
—¡Mabel! Ve al baño a cambiarte, estoy aquí.
—¡Ey! Somos hermanos no hay problema, así que deja de quejarte y ya vistete con el traje que te compre, ademas no olvides ponerte el antifaz.
—Si, si, ya voy.
Comenzaron a vestirse normalmente para que así después de unos minutos ya estaban listos con su ropa elegante, sonrieron entre sí y comenzaron a caminar.
Habían llegado ya a la mansión de la rubia donde se alcanzaba a ver por las ventanas a las personas hablando y otras bailando, entraron para toparse con personas vestidas elegantemente, pues la fiesta era temática del siglo XVII, Mabel corrió hacia sus amigas mientras que el castaño solo se quedo observando para que después fuera a tomar un poco de zumo de sandía.
Todo iba normal para una fiesta de ricachones, técnicamente, totalmente aburrida, Dipper podía jurar que por unos segundos habia estado dormido en la mesa de postres pero una voz lo desperto totalmente.
—Hola, Dipper.— Saludo amablemente Pacífica con una sonrisa y un vaso de una bebida alcohólica en la mano.
—Hola. —Respondió con una sonrisa ladeada.
—Creo que la fiesta esta un poco apagada, pero Mabel la esta alegrara con sus pasos locos.— Rió la chica junto a Dipper pues miraban a la mencionada bailando con un chico el cual no sabía como reaccionar junto a la castaña.
Volvieron a verse pero justo en ese instante notaron que estaban suficientemente cerca para escuchar sus respiraciones, se miraron mutuamente, Pacífica se aercaba lentamente mientras cerraba sus ojos en un sueve párpado, Dipper intentaba retroceder con cautela pero la mesa detras suyo se lo impedía por lo que solo movió su mano derecha como autoreflejo haciendo que la bebida de la chica se derramara sobre su traje haciendo que en este se formara una mancha gigante color café en la playera anteriormente blanca.
—¡Dios santo! Perdóname Dipper, no era mi intención.— Se disculpo la ojiazul mientras fallidamente intentaba limpiar la mancha con una servilleta.
—No hay problema alguno Pacífica, solo ire a la Cabaña del Misterio a cambiarme.
—No, no, no, tal vez, alguna de mis primas que vinieron de visita tengan algo de ropa.
—¿"Primas"? Pacífica soy un chico ¿Lo recuerdas?
Pacífica ignoro la pregunta proveniente del castaño para jalarlo del brazo y encaminarlo hasta las escaleras de alfombra de terciopelo roja, Dipper comenzo a ver alrededor mientras caminaba y de cierta forma todo ese lugar le parecía familiar mas no sabía de donde lo recordaba, unos segundos mas tarde ya se encontraban en la habitación de la chica la cual, al entrar, cerró la puerta de madera detras de sí misma, camino con pasos apresurados a dos grandes puertas, toda la habitación tenía muebles rústicos que igualmente tenían cierto toque de antiguedad que nuevamente le pinchó el pensamiento de recordar algo.
—¿A tus tíos les encanta el siglo XVII? —Preguntó Dipper mientras se sentaba en la cómoda cama que, suponía, debía ser de Pacífica.
—Si, antes eran con pensamientos modernos, no sabes lo cuanto que deseaban tener robots por toda la mansión pero, puff, todo eso fue desechado de un día para otro, ahora les gustan las cosas de ese siglo. —La rubia respondio mientras veía multiples ropas que se encontraban en el grande armario.
—Bueno, tal vez cambien de gustos muy seguido, he conocido muchas personas así.
—Supongo...
Todo quedo en un silencio sepulcral, a Pacífica le daba igual a causa de que estaba ocupada viendo las ropas pero a Dipper le incomodo, se removió de donde se encontraba sentado y acaricio su brazo de piel tersa, paseo su mirada por toda la habitación para pensar en intentos de conversación pero ningúna cosa se le venía a la cabeza así que se resigno a suspirar con pesadez hasta que escucho un gran grito que hizo que se levantara abruptamente de la cama para impactarse contra el suelo.
—¡Aquí esta! ¡Lo amo!
—¿Qué cosa, Pacífica? —El castaño uso la cama como apoyo para levantarse del frío piso y comenzó a caminar donde se encontraba una rubia con felicidad que soltaban sus cada uno de sus poros.
—¡El vestido mas bello de todos! ¡Mira! —Dejo ver un gran vestido rosa pastel, era largo pero muy hermoso a su parecer, observo cada centímetro de este como si fuera una de sus incógnitas más difíciles que tuvo que enfrentar. —¿No es perfecto?
—Es muy lindo, si pero... ¿Un vestido? Pací. —Se acercó para tocar el vestido con sus dedos, dijo el apodo que le habian puesto a la rubia hace tiempo y la miró. —Soy un chico, no uso vestidos.
—Pontelo, Dipper, solo por esta noche, es una fiesta de disfraces, tengo un antifaz en mi cajón, puedo dartelo para que nadie te reconozca, por favor.
—Pací, no lo sé.
—¡Vamos! Tienes rasgos no muy masculinos, si hacen algún parecido a ti seguramente crearían que es Mabel.
—Mm...
—Por favor. —Pidio mientras agrandaba sus ojos y hacia una grande sonrisa.
—Bien, pero solo esta noche y quedara entre tu, Mabel y yo.
—¡Claro! Ten, te dejaré para que te cambies de ropa, iré abajo a servir más ponche.
Seguidamente Pacífica salio de la habitación, comenzó a quitarse cada una de las prendas que cubrían su cuerpo, dejo ver algunos hematomas que tenia en su piel, poso el gran vestido en el, tardo unos minutos en ponerselo pues ademas de ser su primera vez haciendo eso, era muy complicado la estructura del vestuario, cuando ya lo tenía en sí mismo, caminó a un mueble de noche marrón, abrio uno de estos para observar un antifaz blanco con decoraciones doradas encima de un par de papeles, lápices y muchas manualidades que tal vez hacía Pacífica en sus tiempos libres, lo sujetó en sus manos y lo llevó a su rostro, la zona de los ojos se cerraron para dar la bienvenida a objeto, abrochó los dos listones negros detras de su cabeza los cuales no eran visibles a simple vista.
Se miró en un espejo que se encontraba colgado a la pared, se veía extraño, no mal pero si inusual para su punto de vista, nunca se había visto así, vestido tan femenino.
Caminó a la puerta para empujarla y así lograr salir de la habitación, dió unos pasos para atravesar un pasillo que nuevamente le recordaba a algo pero no recordaba de dónde, siguió su camino hasta quedar en el primer escalón de la gran y ancha escalera.
Y allí recordó lo que le carcomía la cabeza.
Su sueño.
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