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Capítulo 35: Te amo de todos modos.

Bajo el manto de la oscuridad de la cálida noche, ambos jóvenes se dirigieron hasta la azotea de su institución arrastrando los pies, cansados de tanto bailar.

Allí, observaron el cielo, la luna y las estrellas mientras hablaban, reían y compartían algunos bocadillos que habían robado de la mesa de aperitivos.

Alejados de todo el bullicio y la música a todo volumen dentro de su institución, solo eran ellos dos disfrutando de la compañía del otro.

Pero tal vez... Solo tal vez, ninguno de los dos estaba disfrutando del momento realmente.

Sin saberlo, ambos se encontraban igual de nerviosos.

—Sonic...— Comenzó a hablar el vulpino mientras su radiante sonrisa parecía convertirse en una mueca —Hay algo que tengo que decirte.

—¿Hm? Claro, dímelo.— Concedió el contrario, quien desde hace rato se encontraba jugando con sus dedos.

—Uhm... Yo-...

—¿Quieres ser mi novia?— Impaciente por hablar, el erizo se confesó antes de que Tails pudiera continuar.

El vulpino dejó salir un suspiro pesado y desvió la mirada hacia el suelo otra vez. Su rostro había enrojecido ante el repentino contacto de las cálidas manos de su acompañante entrelazando las suyas.

Toda la confianza que había logrado reunir para ese momento se había esfumado.

Cuánto le habría gustado saltar a sus brazos y continuar con aquella hermosa mentira. Quería decirle todo lo que sentía por él, que sí sería su novia...

Pero le hizo una promesa a Amy, y la iba a cumplir. Aun si eso significaba ganarse el odio del cobalto.

Con cuidado y sin hacer fuerzas realmente, Tails se zafó del agarre de Sonic.

Frente a su comportamiento cortante poco común en ella, el cobalto se asustó. «¡Era momento de Tails para hablar! Pero claro, siempre tienes que arruinarlo todo con tu impaciencia, erizo tonto» Se recriminaba mentalmente mientras la temperatura subía a su rostro.

Quiso hacer tantas cosas, desde pedirle perdón por interrumpirla hasta decirle que era broma. Sin embargo, no deseaba generarle más conflictos internos a su amiga, por lo que se mantuvo en silencio, permitiéndole así ordenar sus pensamientos.

El rubio dejó salir un suspiro pesado y tembloroso de sus labios antes de retomar la palabra.

—No soy una chica.

El erizo quedó petrificado ante aquella revelación. Luego de unos segundos en silencio, soltó una risa incómoda.

—T-Tails, un “no” era suficiente, ¿sabes?

—M-Mi nombre...— Interrumpió —Mi nombre no es Tails, me llamo Miles... Soy un chico.

—Tails, detente. Esto no es gracioso.

—Y-Yo... He finjido ser una chica todo este tiempo...— Las lágrimas habían comenzado a brotar de sus azulados ojos y, en un vago intento por limpiarlas, el maquillaje en sus ojos comenzó a correrse —N-No... Yo nunca pensé q-que esto llegaría tan lejos...

Sonic estaba comenzando a creer que todo esto no era ninguna broma. El chico quebrándose en frente suyo hablaba muy en serio.

Aunque, en realidad, era extraño pensar en él como... bueno, él.

—T-Tal vez ahora mismo m-me odies... Y-Y estás en todo tu d-derecho.— Tails se dejó caer lenta e inconscientemente sobre el suelo, quedando de rodillas. Todo el cuerpo le estaba temblando —Pérdoname, y-yo... Soy un idiota.

No, definitivamente era Tails quien estaba frente a Sonic. Era ella, o él, como sea, pero sin dudas era su Tails, y verle en ese estado lo estaba destrozando.

Sentía una gran necesidad de decirle algo, darle un abrazo, o lo que fuese, pero no deseaba ver a Tails así.

Le recordaba a cuando se conocieron. Aquella vez, vio a alguien que fue vulnerado y necesitaba consuelo y, ahora mismo, el zorro en frente suyo lo necesitaba también.

Decidió arrodillarse a su lado y comenzar a acariciar su hombro con gentileza, intentando hacerle saber que, a pesar de toda la desconcertante situación, él seguía siendo el Sonic que conoció.

—Por favor, no te digas así.

El vulpino levantó la mirada. Sus ojos poseían un brillo especial, uno que Sonic jamás vio en ojos de Tails.

—Eso quiere decir que... ¿N-No me odias?

—No podría odiarte, no después de todo lo que hemos vivido juntos.— Sentenció —De hecho, aprecio el valor que tuviste para decírmelo después de tanto tiempo... Esto no cambia nada.— Sonic tomó sus manos y lo miró a los ojos, decidido —Porque yo... Te amo de todos modos, Miles “Tails” Prower.

—¿Q-Qué...?

Tails no pudo continuar debido a que los labios de Sonic rozaron los suyos, uniéndose en un dulce beso.

Los ojos del vulpino se ampliaron por la sorpresa mientras las lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas. Luego de asimilarlo, decidió corresponder, aferrándose al cobalto.

En ese momento, el mundo de ambos se detuvo y, aunque les hubiera gustado seguir así por mucho tiempo, tuvieron que separarse.

Ambos se miraron a los ojos mientras jadeaban en busca de aire.

—S-Sé que tú...— Sonic se apartó, desvió la mirada y comenzó a jugar con sus dedos. Estaba realmente apenado por lo que había hecho. Pensar que jamás volvería a probar esos labios y que existía la posibilidad de que ellos no continuarían siendo amigos después de esto le provocaba dolor de estómago —Sé que tú no me amas, pero...

—¿De qué hablas?— Interrumpió el zorro —¡Yo también te amo! Yo... Te amo, Sonic.— Estaba tan feliz de haber sido correspondido a pesar de todo, que se abalanzó a los brazos del erizo mientras movía sus colitas, sin darle tiempo al cobalto para procesar sus palabras —Te amo, te amo, te amo. ¡Te amo, Sonic The Hedgehog!— Repitió varias veces mientras restregaba su cabeza contra el pecho del cobalto.

Se sentía tan libre y bien diciéndolo.

La pequeña colita del erizo comenzó a moverse con alegría y su rostro mostró una amplia sonrisa junto a un sonrojo. Después de todo, el sentimiento sí era mutuo.

—Yo también te amo, Tails.— Dijo, separándose del abrazo —P-Puedo... Continuar llamándote así, ¿verdad? N-No me mal entiendas, Miles es un nombre muy bonito...

—Claro que puedes.— Concedió, riendo —De hecho, sería extraño que después de tanto tiempo comenzaras a llamarme Miles... Hablo en serio, no me molesta, es más, me encanta, porque es un apodo que me pusiste tú.

Sonic le devolvió la sonrisa. Entonces, dirigió su mirada hacia el cielo estrellado, rodeando un brazo alrededor de la cintura de Tails, quien hizo lo mismo.

Y así es como una travesía llega a su fin, pero otra daba inicio.

Ahora que eran pareja, muchas aventuras, desafíos y amigos por conocer los aguardaban en el camino.

Sin embargo... Esa es otra historia.

Fin.

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