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Capítulo 2: Sonríe, por favor.

Los minutos pasaron. Miles aún se encontraba sentado sobre el suelo de aquel pasillo, rogando para que nadie pasara por allí. No en ese momento.

Su cabeza estaba oculta entre sus piernas, las lágrimas bajaban por sus mejillas sin detenerse y de su boca salían pequeños hipidos de vez en cuando.

No era justo.

¿Tantos cambios de escuela, y nadie podía aceptarlo tal y como era?

A estas alturas ni siquiera debería de importarle, debería estar acostumbrado, sin embargo, duele.

Duele que nadie quiera sentarse a tu lado, duele ver a los demás riendo con sus amigos, duele escuchar malos comentarios de él a diario, duele ser el fenómeno.

Y todo por culpa de sus estúpidas dos colas. Su vida sería mil veces más fácil si nunca hubiese nacido con ellas.

Entonces, todos sus pensamientos se vieron interrumpidos.

Al levantar la cabeza, Miles se encontró con aquel erizo azul de hace rato asomando su cabeza por un pilar que se encontraba cerca. Al parecer, llevaba un rato mirándolo.

—Hey... ¿Estás bien?— Preguntó el cobalto con una expresión en su rostro que demostraba genuina preocupación y, al mismo tiempo, gentileza. Miles asintió sin dirigirle la mirada —¿Segura?

El vulpino volvió a asentir con algo de duda y limpió sus lágrimas con frustración.

Odiaba llorar frente a los demás.

En un momento de vulnerabilidad como ese, prefería estar solo, pero el nudo en su garganta le impedía pedirle al erizo que se retirara, por lo que esperaría a que él mismo leyera entre líneas y tomara la iniciativa.

Por supuesto, lejos de hacer eso, Sonic no se movió de su sitio. Todo lo contrario, se acercó y tomó asiento junto a él.

Miles lo observó de reojo. El erizo parecía estar pensando en algo que decir, pero sus palabras no salían. El zorro, en cambio, ni siquiera tenía ganas de iniciar una conversación, por lo que ambos se vieron envueltos en un silencio incómodo.

—No prestes atención al tonto de Jacob.— Habló el cobalto por fin —Es un idiota. Créeme, te lo digo por experiencia...

Miles se sorprendió por el tono de molestia de voz en el erizo al referirse al pájaro.

Tal parece que él y ese tal Jacob ya tenían historia. Una no muy buena.

Quería preguntar por esa historia, sin embargo, no quiso arruinar el momento, así que se ahorró sus preguntas.

—Si te hace sentir un poco mejor...— Sonic continuó al no obtener respuesta por parte del zorro —Yo creo que tus colas son geniales. Quiero decir, ¡son dos colas, eso es doblemente genial! Eres única, chica.

Un brillo en los ojos de Miles se hizo presente.

Era la primera vez que alguien a parte de su madre le hablaba positivamente sobre sus colas gemelas.

Después de toda una vida siendo insultado y denigrado por su culpa, le costaba creer que alguien realmente pudiera pensar eso.

De a poco, ese brillo fue desapareciendo.

«Solo lo dice por lástima, no tienen nada de geniales» Pensó, más no verbalizó ese pensamiento.

—Lo... Lo siento, creo que he dicho algo incómodo para ti.— El cobalto rascó su nuca con nerviosismo.

—¿Qué? No.— Interrumpió el vulpino —Descuida, no has dicho nada malo.

Sonic sonrió ampliamente.

—Eso me alegra.

Nuevamente el par se vió envuelto por el silencio, aunque esta vez, no fue incómodo.

—Te ví jugar allá.— Esta vez fue Miles quien trató de sacar otro tema de conversación —Eres realmente bueno.

—Gracias.

—Sonic, ¿No es así?

—El único e inigualable.— Miles rió ligeramente ante esa pequeña muestra de ego por parte del cobalto —¿Tú quién eres, chica de las dos colas?— Cuestionó el cobalto de pronto.

Ahí fue cuando Miles quedó sin habla.

En ningún momento había corregido a Sonic acerca de su género.

Él creía que era una chica. No podía simplemente decirle: "Oh, de hecho soy un chico y mi nombre es Miles".

¡Claro que no! Le haría preguntas incómodas, como porqué si era un chico estaba usando falda.

Ya era suficiente con que media escuela pensara en él como un fenómeno. Demonios, apenas conocía a Sonic, pero su compañía y sus palabras lo hicieron sentir en paz en esa pesadilla de mañana.

No iba a dejar que eso se perdiera por un descuido tonto.

«Piensa, Miles, piensa»

—Si... Si no quieres decirme, no te obligaré.— Habló nuevamente Sonic.

—...Tails.— Interrumpió el vulpino —M-Mi nombre... es Tails.

«¡Eres un grandísimo idiota, Miles! ¿"Colas"? ¡¿Es una broma?!» El zorro se regañaba a sí mismo internamente «Por favor, ¿qué clase de tonto caería en esa mentira tan obvia?»

—¿Tails?— Repitió Sonic, poniéndole pausa a los pensamientos del zorro por un momento.

—...¿Sí?— Ahora no le quedaba más opción que seguir con la mentira.

—Es un nombre bonito.

"Tails" enrojeció por completo, sintiéndose extrañamente halagado.

¿Realmente había caído en su mentira?

Sonic The Hedgehog.— Interrumpió una voz a través de un parlante cercano que el cobalto reconoció como la voz del árbitro que dirigía el partido que se encontraba jugando hace rato —Se solicita su presencia en la cancha nuevamente... O el equipo Chaotix reclamará la victoria.

Seguido de eso, se escucharon algunos gritos lejanos. Algunos pedían a Sonic de vuelta y otros parecía que ya estaban celebrando la victoria.

—Debo irme.— El erizo palmeó la espalda del zorro y se colocó de pie —Fue un gusto hablar contigo, Tails. Y recuerda: No dejes que Jacob ni nadie hable mal de tus colas. Son tan geniales como tú, así que sonríe, por favor.— Añadió y comenzó a retirarse.

—Sonic.— El erizo se detuvo, aunque no volteó —Gracias.

—Para eso son los amigos.

Posteriormente, el erizo desapareció por el pasillo corriendo a toda velocidad.

Tails, por otro lado, se quedó en su sitio, pensando en lo dicho por el cobalto.

Él... ¿Lo consideraba su amigo?

No pudo evitar sonreír ante esa idea. Después de todo, el erizo le había caído bastante bien.

—¡Oh por Dios, Miles!—Al volver a la realidad, el mencionado se encontró con los ojos esmeralda de Amy y posteriormente, se vió acorralado en un abrazo —Estuvimos buscándote por todos lados, ¿te encuentras bien, cariño?

—Estoy bien.— Respondió Tails, aún sonriendo.

En ese momento, el timbre que indicaba que todos debían volver a sus clases sonó.

—Ten tus cosas, debes ir a tu siguiente clase.— Habló Amy, extendiéndole a Tails su mochila.

—Muchas gracias, Amy.— Agradeció el vulpino colocándosela a la espalda —Nos vemos después, chicas.

—¡Adiós!— La erizo tomó de la mano a Sticks y ambas se fueron en la dirección contraria mientras el vulpino las despedía con un ademán.

Fue entonces, cuando se quedó solo entre la multitud de estudiantes que iba y venía, que Tails cayó en cuenta de que no tenía idea de qué clase le tocaba ahora o a dónde debía ir.

Rápidamente, buscó el horario en su mochila.

—Química.— Leyó en voz alta con emoción ya que era una de sus materias favoritas, retirándose de ahí para buscar el salón.

Poco a poco, su día comenzaba a mejorar.

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